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ENTRE CEJA Y CEJA ORIGINAL Don Fernando Subirachs i Bassols era un industrial catalán, o tal vez no quede bien esto de catalán, no sé exactamente cómo explicarlo. A ver. Don Fernando Subirachs i Bassols era un industrial que vivía y trabajaba en Catalu?a atendiendo un taller bastante grande que almacenaba en su seno todo lo relacionado con la producción del automóvil, prestando especial atención al mundo de las motocicletas que era algo que le obsesionaba. Me han encargado que intente reflejar por aquí lo que ha sido su biografía, pero me encuentro algo indeciso para exponer de una manera coherente todo lo relacionado con su propia identidad. En Catalu?a este es un tema que en ocasiones se mide con lupa, y en el caso de mi personaje tengo bastante complicado en qué situación encuadrarlo. Lo voy a intentar empezando por hacer una descripción generalizada de cuáles son los orígenes del se?or Subirachs, a ver si así consigo salir de dudas. Don Fernando Subirachs i Bassols tiene un negocio en Catalunya, concretamente en Barcelona, por tanto trabaja en Catalu?a, tiene apellidos muy catalanes, de hecho su sangre también es catalana, pero resulta que él no es catalán. Nació el mismo día de Navidad del a?o 1939 cuando Espa?a ya llevaba cinco meses de paz, es decir, que se había acabado aquella lóbrega Guerra Civil que estuvo matando a espa?oles contra espa?oles y que el día 1 de abril de este estoico a?o se dijo que había finalizado. Don Fernando era hijo de don Tomás Subirachs Riudecases natural de Barcelona, pero que por esas circunstancias de la vida fue enviado a hacer su servicio militar a Cáceres en la misma Extremadura allá por el mes de enero de 1936. Estando allí le pilló esta tenebrosa guerra, y también estando allí, conoció a una muchacha catalana que estaba haciendo funciones de limpieza en uno de esos asilos que el Auxilio Social había creado para atender a los numerosos hijos o huérfanos de tantísima persona muerta en combate o simplemente ejecutada. Esta muchacha catalana que casi parecía una presidiaria, no pertenecía a la Sección Femenina de Falange espa?ola que eran los adalides que atendían esos centros, se llamaba Carmen Bassols Claramunt y era natural también de Barcelona. Carmen o Carmeta como la llamaban en su casa, estaba también en Cáceres, pero en su caso no era haciendo el servicio militar. Todo respondía a que cuando empezó la maldita guerra civil se encontraba con sus padres en Badajoz haciendo una ligera escala, para desplazarse hasta Lisboa con la intención de pasar unos días con unos tíos que vivían en Portugal desde hacia bastantes a?os. La coincidencia, la casualidad o lo que fuere, quiso que esos días de aposento en Badajoz coincidieran cuando las tropas franquistas al inicio de la guerra tomaran una capital que se había mostrado leal a la República, y no solo ganaran la contienda, sino que además impusieron un salvaje correctivo que se llevó por delante la vida de miles de pacenses y también a los padres de Carmeta que eran catalanes pero que estaban por allí camino de Portugal. Nunca más se supo de sus padres, en este caso los abuelos de Fernando Subirachs i Bassols que es de quien voy a hablar. De una forma o de otra los padres de Fernando Subirachs que se llaman Tomás y Carmeta se conocen en Cáceres, se enamoran y se casan. Hacen lo que cualquier pareja y llega a este mundo don Fernando Subirachs i Bassols en la misma Cáceres, pues ahí están sus padres por todas estas razones que voy mentando. Poco tiempo después también nació su hermana, que se llama Maribel y que también nació en Cáceres, porque sus padres aunque son de origen catalán, de momento no se pueden mover de donde están, pues a Tomás le comunican que terminada la Guerra Civil todavía le quedan por delante tres a?os más de servicio militar, aparte de que en esos a?os un viaje desde Cáceres a Barcelona era más complicado de lo que parecía. Eran los tiempos en los que Franco andaba con lo de la caza al rojo, y también grupos de guerrilleros todavía defensores de la República y tildados como maquis, pululaban por las monta?as y disparaban al menor indicio de perplejidad. Como también te podía confundir la Guardia Civil que ante un barrunto de titubeo podía disparan antes de preguntar. Lo cierto es que desplazarse de Cáceres a Barcelona en esos tiempos de la posguerra era harto peligroso, y pretender aventurarte por conocer de la suerte de tus familiares, más sin tener noticias de nadie, te obligaba a vaticinar por los resultados más deplorables. De esta manera tan singular los padres de don Fernando Subirachs i Bassols, pese a ser catalanes de pura cepa, de los de siempre, de los que provenían de estirpes que no habían conocido más logo que el catalán, se quedaron a vivir en Cáceres donde además se habituaron y se encontraban muy a gusto. Fue producto de la casualidad que un día ya entrado el a?o 1951, cuando Fernando tenía once a?os, que no tenía los doce pues no los hacía hasta navidad, llegara un mensaje de Barcelona que atestiguaba que el hermano de Tomás, el tío de don Fernando, que era don Joan Subirachs, no solo seguía con vida sino que además continuaba regentado el taller que en su momento instaurará en Barcelona don Tomás Subirachs, en este caso el abuelo de don Fernando. De esta manera tan sublimar llegaba a Barcelona don Fernando Subirachs y su hermana Maribel, que en compa?ía de sus padres volvían a la tierra que los vio nacer y que por tanta circunstancia maléfica los tenían separados de ella. Pero estaba claro que los que llegaban a la tierra que los vio nacer eran sus padres, no el mismo Fernando o su hermana Maribel, que lo que estaban haciendo era alejarse de la tierra que también los vio nacer, que en este caso era Cáceres en el corazón de Extremadura. Si tenemos en cuenta que Fernando y su hermana Maribel no volvían a su tierra, pero si eran portadores de sangre de esa tierra, a partir de aquí se establece el dilema de que me cueste tanto poder definir con todo este cambalache que provocan los problemas de identidad dentro de la misma Espa?a, el paralelismo real de mis interlocutores. Este es el embarazo que voy intentando perge?ar. Pero de momento voy a seguir con la historia de mi personaje, pues está revestida de una serie de curiosidades que considero es interesante ir rese?ando. Don Fernando Subirachs i Bassols cumplió doce a?os en las navidades de 1951. Para entonces ya hacía cinco meses que estaba establecido en Barcelona. Como de la casa de sus abuelos no quedaba nada, pues los bombardeos de la guerra se encargaron de destrozarla sin dejar el más mínimo vestigio para que quedara siquiera testimonio de ella, se habían instalado en la casa de su tío Joan, que era un piso muy grande que estaba muy cerca de la plaza de toros la Monumental de Barcelona por allí la avenida de la Gran Vía con la calle de Carlos I. Su tío revestía de una posición social bastante bien acomodada, por tanto no sufrieron ningún problema de acoplamiento ya desde el primer día. Su padre don Tomás como era buen mecánico, enseguida se incorporó en el taller que regentaba su hermano Joan, y su madre Carmeta seguía en su ocupación de dise?ar y puntear pa?os y otros menesteres relacionados con el campo del bordado y el encaje. Fernando con su hermana iban a un colegio que no estaba tampoco nada lejos de su casa. Con los a?os Fernando estudió la carrera de ingeniería en la Escuela Industrial de Barcelona, y pronto se incorporó a las tareas mecánicas que se ejercitaban en el taller de su tío, o también se su padre pues entre hermanos quedaba todo. Una tarde cuando ya estaba en su tercer a?o de carrera, al salir de la Escuela Industrial en la misma calle Urgell de Barcelona se oyó un ruido seco pero contundente. Una motocicleta se había estrellado contra un árbol y por allí andaba bien dolorido el motorista mientras la moto quedaba echa un asco. Rápidamente un revuelo de mirones y expertos hizo corro a tan lamentable esparcimiento. Menudo trompazo. No se ha roto la crisma porque Dios no ha querido – se oía por ahí decir. Pues sangrar bien que sangra – se decía también. Yo de vosotros me apartaría no vaya a ser que explote el motor – apuntaba un espabilado.Cómo va a explotar el motor, pero tú en qué país vives. No lo ves que está ahí enterito. Este motor qué debe llevar, igual cuatro cilindros – le comentaba un compa?ero a Fernando. Que va hombre, esto es un motor de dos cilindros y de dos tiempos. Es un bicilíndrico de esos que llaman. No hay espacio ahí dentro para cuatro cilindros. Y aquí se ve bien, pues se ha desencajado. No hay sitio para más. Además que yo sepa, no hay motos con motor de cuatro cilindros. La moto había quedado bien desguazada. El golpe tuvo que ser de un gran impacto. El engranaje se había quedado ensortijado en la rueda de atrás y el chasis también estaba bien afectado. Era una imagen dantesca difícil de concretar. El peque?o motor se había desencajado de su sitio y todo era un revulsivo de piezas y piececillas esparcidas por doquier. Por su parte el motorista yacía en el suelo. Habían intentado ponerle de pie pero no había manera, le dolía con furia la pierna. Sangraba bastante por el mentón izquierdo. Se oyó una sirena y llegó la guardia urbana que se dispuso enseguida a ir apartando a la gente y atender al herido. Poco tardó en sonar otra sirena. Llegaba una ambulancia. Esta imagen de una moto prácticamente destrozada con todas sus piezas cabrioleando alrededor de un calamitoso accidente, fue tal vez el origen de que Fernando tuviera a partir de ese día, una especial predilección por ir conociendo mejor ese mundo que empezaba a despuntar como interesante y que englobaba el espacio de las motocicletas. Todo esto estaba ocurriendo en esos a?os sesenta donde Espa?a se estaba resarciendo cada vez mejor de la penuria económica que venía padeciendo tras la Guerra Civil, y existía una pasión desmesurada por el automóvil. Eran los a?os en que despuntaba una Seat vendiendo en cantidades imponentes los populares Seiscientos, y donde otras empresas no tan afortunadas y evidentemente menos favorecidas, intentaban también exponer sus modelos. Marcas como el Biscúter, Kapi, Topolino, Eucort por citar algunas de espa?olas, ofrecían unos modelos de automóvil revestidos de los materiales más extravagantes y los tama?os más controvertidos. Cochecitos de las dimensiones más chiquitinas intentaban hacer gala de competencia con una exitosa Seat, que deambulaba con su Seiscientos haciendo celebración de un coche también peque?o, pero dise?ado para toda la familia haciendo acoplo de todas las comodidades que se pudieran insertar en tan agraciado espacio. Y pululaban también empresas extranjeras como la Renault francesa que entregaba un 4x4 revestido de ciertas prebendas o un Dauphine que se definía como el coche de las viudas. Y sin olvidar un modelo de nueva creación al que denominaban como Renault 4, popularmente conocido como el Cuatro Latas, que solapaba de unas prestaciones que le permitían competir con cierta holgura contra ese popular Seiscientos que tanto se vendía. Lo mismo hacía la Citr?en también francesa, que estaba fabricando en la localidad gallega de Vigo el simpático Dos Caballos. Todo era un maremágnum de liberación y pelotera que tenían en el automóvil aventuradas sus más honoríficas tentativas. Ese síndrome placentero de sentir un aura de libertad y poderío simplemente conduciendo un coche, era estría alienable de la que todo espa?ol quería participar. Papá, papá, hemos visto un accidente tremendo de una erre eme hache casi en la misma puerta de la facultad. Se ha estrellado contra un árbol, ha quedado totalmente destrozada y el motorista aun no sé si logrará salir con vida – le explicaba Fernando a su padre don Tomás al que increpaba algo nervioso en la puerta del taller.A ver hijo – le decía pacientemente su padre – Si me explicas que es eso de erre eme hache, igual termino de entender de qué me estás hablando. Es la marca de una moto papá. Se ha estrellado contra un árbol al lado de la Escuela y me he estado allí un buen rato contemplando todas las piezas desparramadas. Vale, ahora ya me voy situando. Has visto un accidente con una moto que se debe de llamar así, y bueno, ?qué más?.Pues solo eso papá, que me ha gustado ver todas las piezas que componen el chasis de una moto. Mucho más sencillo que el de un coche pero también con sus encantos. No tengo ni idea de los encantos que puede tener una moto, y mucho menos su mecánica. Ni conozco tampoco ninguna marca de moto, que ahora me entero que tengan algún nombre, ni sé ni me interesa el tipo de motor que puedan tener. Tú sabes que yo llevo toda mi vida tocando motores pero siempre voy a lo práctico, el automóvil, que además es lo que se estropea y nos permite labrar nuestras propias arrobas, pero de motos nada de nada. No te diré que se va viendo alguna por ahí, pero lo que manda es el coche, sino mira como tenemos de repleto el taller de obedientes que urgen cura rápida. Ya lo sé papá. Pero a mí me ha gustado todo ese juego de ficción que tiene una moto. Si no es por este accidente igual ni me hubiera fijado, pero al tener todas las piezas tan cerca, me he puesto a hacer mis propias cabalas de dónde podría ir insertada cada una, y eso es lo que te estoy contando.Ya te entiendo hijo, pero tú sigue estudiando que lo llevas muy bien, y dedica tu atención al automóvil, que ya ves que es lo que nos da de comer. Está bien papá. Posiblemente tuviera algo de razón su padre en el sentido estricto de que en Espa?a por la razón que fuere, el campo del motociclismo se había ido desarrollando con escasa holgura y evidentemente con ningún interés comercial. Prueba de ello es que ni en la misma Guerra Civil espa?ola se utilizó prácticamente para nada este singular vehículo, algo que si había ocurrido en Europa durante las dos guerras mundiales en las que empresas ya dedicadas a la fabricación de motocicletas dispusieron al ejército de tan indiviso medio de transporte, además con una incidencia ciertamente relevante. También en esos a?os postrimeros al final de su carrera, Fernando iba observando cómo cada vez se iba extendiendo más el uso de la motocicleta que era incluso utilizado por las mismas entes del gobierno, principalmente en puestos de monta?a por donde circulaban aquellos abominables inspectores de abastecimientos que se dedicaban a controlar el estraperlo o cualquier tipo de especulación que se produjera por las tierras agrícolas de los pueblos de las comarcas catalanes. Bien es cierto que estos vehículos iban provistos de un sidecar y esto les daba un contexto un tanto más automovilístico, pero no por ello tuvieran que aguantar permanentemente las continuas inclemencias del tiempo, eso sin contar como iban digiriendo el polvo que regalaban aquellas carreteras y caminos rurales. Por tanto la población puesta a elegir apostaba por el automóvil, y la motocicleta seguía siempre guareciendo en un segundo plano. En el caso concreto del accidente que había visto Fernando, se trataba de una motocicleta RMH. La historia de esta marca partía desde Valencia donde un comerciante llamado Rafael Mira se dedicaba a la venta de equipamientos para automóviles e instrumentos agrícolas. Pero al mismo tiempo, a partir de principios de los a?os sesenta aprovechaba para ofrecer y vender también un ingenio del motociclismo que hacía unos a?os se estaba fabricando en Elche, Alicante. Esta inspiración de Alicante se trataba de un modelo de motocicleta que respondía por la marca Setter y cuya historia no es excesivamente complicada de relatar. Todo provenía de un se?or de Alcoy que se llamaba Miguel Santonja Santonja que se había establecido en Elche para dedicarse a la venta y reparación de bicicletas, pero era tanto la demanda que le instaba porque dispusiera de bicicletas que pudieran funcionar sin pedales, que al final se pone a equipar desde el a?o 1951 a las bicicletas con un motor auxiliar por transmisión de un rodillo, que las pudiera hacer funcionar sin tener que pedalear. Para ello se dise?a él mismo un motor de peque?a cilindrada y lo va incorporando a las mismas bicicletas exteriorizando un chasis más reforzado y presentando ya un ciclomotor. Con la tontería empieza a fabricar y se hace con unos cuantos operarios. Estos ciclomotores a los que pone la marca de su propio apellido, es decir Santonja, se empiezan a vender y despiertan el interés del comerciante valenciano Rafael Mira para ofrecerlos también desde su propio negocio. La marca Santonja por la razón que fuere cambio su nombre y a partir de finales de los cincuenta o tal vez ya principios de los sesenta, pasaron a llamarse Setter, posiblemente porque el se?or Santonja tuviera uno de estos canes, y era esa la marca que comercializaba don Rafael Mira desde su negocio valenciano. Porque finalmente Rafael Mira llega a un acuerdo con Santonja para vender sus motos Setter con marca propia, y es entonces cuando se pone a distribuir sus propias motocicletas con el nombre de RMH, que corresponde a sus iniciales con la H de sus hijos. Es decir, son las motocicletas Rafael Mira e Hijos que salen al mercado como RMH. Prepara a partir de 1963 un modelo que define como RMH A, con una cilindrada de 122 c.c. de la que consigue poner a la venta un total de quinientas ochenta y cinco unidades, pasando después a fabricar el modelo RMH M2 con una cilindrada superior, en este caso de 197 c.c. del que lanza al mercado ciento ochenta y nueve ejemplares. Es precisamente con una moto modelo RMH A con la que aquel motorista accidentado que presenció Fernando Subirachs, se había dado el gran tastarazo. Estas motos eran fáciles de distinguir, pues revestían el chasis de un color rojo que llamaba la atención. Me está gustando esto de las motos – le comentaba Fernando a un compa?ero de facultad que se llamaba Ginés Llompart.Hombre, no es lo que más vende, pero es verdad que cada vez se ven más. Es un vehículo incómodo pues ya ves, en caso de accidente el chasis eres tú. Eso sin contar cuando llueve, hace frío o en fin que cualquier cosa que vuele por el aire te puede dar una sacudida en la cara.Visto así, incómoda sí que lo es, pero aun así yo creo que como ocupa tan poco espacio se irá poco a poco imponiendo sobre todo en las ciudades. No sé, es como antiguamente ir en un carro o ir en un caballo. El caballo te daba esa sensación de libertad que es lo que ahora te ofrece llevar una moto. Todo tiene su parte buena y su parte mala.No te digo que no, pero dedicarse a la mecánica de la moto para cuatro que hay, yo creo que es perder el tiempo. Puede ser verdad, pero mi familia regenta un taller bastante grande y allí se arreglan todo tipo de coches, pero si entra una moto, igual yo si que le meto mano. No sé, me han hecho gracia los componentes de que dispone una moto. Un motor sencillo de dos tiempos no tiene porque ser nada complicado arreglarlo.Y más tú que estarás más que acostumbrado a los cuatro cilindros.Pues por eso. Tiene que estar gracioso esto de desmontar un motor de una moto, tan chiquitín y compuesto de eso, dos cilindros haciendo una uve en torno a un cigüe?al. Esto yo casi lo veo más compacto que un motor con los cilindros en línea. Hombre más compacto tampoco, porque en una moto no dejan de ir al aire, en un coche va todo resguardado en un bloque de acero.Ya, pero bueno, un motor es siempre un motor, más grande, más peque?o, pero a lo suyo, quemar combustible y provocar el movimiento. Te lo cuento así porque cada vez me llama más la atención la mecánica de una motocicleta. Además todo, desde el motor hasta la correa de engranajes, el carburador, el mismo depósito de gasolina, los platinos, el delco, todo. Ver todo esto en tan poco espacio, me ha gustado. Tú mismo. Si te dedicas a la moto igual no te comes un torrado, pero claro, tú tienes la ventaja de que en tu taller también estáis siempre con los coches.Pues por eso. Cada vez le apetecía más a Fernando dedicarse a las motos. Enseguida se encontró con la negativa de su padre que no había manera de que compartiera para nada esa ofuscación motera. Las peloteras sobre este tema se sucederían constantemente. Fernando ante la postura sectaria de su padre, habló del tema con su tío Joan.Tío, este a?o acabo ingeniería y me gustaría consultarte una cosa. Lo que tú quieras Fernando, sabes que estamos todos muy contentos por lo mucho que has estudiado y lo bien que lo llevas todo. Tú padre está encantado viendo cómo te defiendes con los motores y en fin, con todo. Como siempre me gusta recordarte que tú abuelo estaría orgulloso de ti. Gracias tío, todo es porque me encuentro a gusto en esta connivencia. Debo llevar en la sangre esta pasión por los motores – le enviaba una cándida sonrisa. De eso ya puedes estar seguro, y yo que me alegro. Dime ?Qué me querías consultar?.Pues mira tío, ahora no sé bien cómo explicártelo – la verdad es que le estaba costando explicarse – es que no sé como decírtelo. A ver, resulta que tú sabes que a mí me gustan bastante las motos ?Verdad?.Sí – asentía su tío Joan.Pues eso, te quería preguntar, a ver cómo te lo digo. Te quería pedir si yo podría disponer aquí dentro del taller de un peque?o espacio por si eso, por si alguna vez viniera aquí a reparar alguna moto. – por fin salió. Hombre, pues no te diré que no. Mucho espacio tampoco es que lo haya, no porque esto sea peque?o, pero sí porque ya lo ves, siempre tenemos el taller lleno de coches. Si entra una moto, eso nunca lo había pensado para que te voy a enga?ar. Pero una moto tampoco es que ocupe mucho espacio, si consideras que no vas a entorpecer el resto de la faena, porque no. Uy, gracias tío – se levantó de un sopetón y abrazó a su tío. De todas formas – le comentaba su tío sorprendido– no entiendo cómo te ha costado tanto preguntarme esto. Es por mi padre tío Joan. No quiere ni oír hablar de las motos. Es como si les tuviera una ojeriza que no sé de dónde le puede salir. Bueno, esto de alguna manera puede ser normal. Tu padre de toda su vida que se ha dedicado a los motores de automóvil. No hay prácticamente ninguna marca de vehículo que él no haya trasteado. Sin embargo nunca se ha ocupado de ninguna moto. Primero porque nunca ninguna ha pasado por aquí, y después también porque como es algo insignificante, pues a tu padre ni le interesa. Pero tío un motor siempre es un motor, sea de un coche, sea de una moto, qué más da. Ya. Pero eso lo puedes decir tú que para eso has clavado los codos estudiando mecánica y has sabido sacar provecho de lo que te han ense?ado tus estudios. Pero has de tener en cuenta que a tu padre no le dio la gana de estudiar, por eso se ha pasado toda su vida restregando motores. Que es un gran mecánico, esa es la verdad, eso no lo vamos a poner en duda, pero no le saques de sus dominios. Si pretendes ahora hablarle de lo que tú estás estudiando, ya lo sacas de sus espacios, y a partir de ahí se va a negar a entenderte. No te va a escuchar aunque tengas razón. No sé si terminas de entender lo que pretendo explicarte. Te entiendo muy bien tío – en esos momentos en que Fernando estaba tan contento con la aceptación de su tío, cómo no iba a entenderle. Tú te preparas a tu gusto un rincón con las herramientas que creas te serán necesarias si algún día entra en el taller alguna moto. Lo puedes hacer allí mismo, justo debajo de aquella ventana – le se?alaba un rincón trasero de aquel taller que recibía la iluminación de una ventana. – Y si algún día entra una moto, pues tú manos a la obra. No creo que sea un trabajo muy rentable, eso también lo tienes que tener en cuenta. Pero si te sirve para aumentar tu aprendizaje, por mi encantado. Eso sí, no abandones nunca la faena habitual del taller, pues ya sabes que es de donde sacamos la mantuca. Gracias tío. Al principio no hubo problema porque no entraba nunca ninguna moto. Tal vez era posible que los motoristas fueran gente avezada en la mecánica y practicaran ellos mismos sus propias reparaciones, pero lo cierto es que por el taller nunca aparecía ninguna. Pero por fin en el mes de julio de 1963 entró una motocicleta. Se trataba de una moto que respondía por la marca de Montesa y que curiosamente se fabricaba en Espa?a. Más en concreto en la misma Catalu?a. La última factoría que se encargaba de producir esas motocicletas, hacía poco tiempo que se había inaugurado en una población muy cercana a Barcelona que se llamaba Esplugues de Llobregat. La historia de Montesa parte de su propio fundador que se llamaba Pere Permanyer i Puijaner nacido en Barcelona en el a?o 1911. Este Permanyer había estudiado peritaje industrial y mercantil durante los tiempos de la Segunda República espa?ola, y pronto se interesó por el estudio de posibles fuentes de energía que se pudieran enfrentar a la crisis energética que entonces ya se avecinaba. Por eso se empezó a especializar en un tema algo controvertido que era obtener energía a través del gasógeno, y poder activar de esta manera los motores de combustión. Los motores de gasógeno se emplean cuando no se obtiene ni petróleo o gasolina, que entonces se reemplaza la combustión a través de combustibles sólidos como el carbón o la le?a, que son convertidos en combustibles gaseosos generando monóxido de carbono, bajo en poder calorífico, resultante de la oxidación incompleta del carbono por el oxígeno. A?adiéndole agua se genera también hidrógeno. A estos sistemas de obtención de combustible se tenía que recurrir cuando como ocurriría en Espa?a principalmente tras la finalización de la Guerra Civil, las restricciones de carburante serían una de las principales crisis que tendría que soportar la Espa?a de la postguerra. Pere Permanyer estuvo durante la Guerra Civil a cargo de un taller que reparaba vehículos de la zona nacional en Zaragoza. Terminada la guerra volvió a su Barcelona natal y allí se dedicó precisamente a fabricar motores de gasógeno que además le dieron buenos beneficios aparte de una gran reputación. Pero cuando empieza a perge?ar que se está acabando la Segunda Guerra mundial, llega a la conclusión de que no tardará en acabar también la restricción de combustibles, y entonces se empieza a plantear la posibilidad de ir dise?ando unos motores sencillos para acoplar en las bicicletas, que eran entonces un vehículo muy solicitado por toda la población espa?ola de preguerra. La idea de empezar a fabricar motocicletas es interesante, pero no cuenta pese a todo con suficiente capital para lanzarse en esa aventura. Es entonces cuando un colega suyo que se llama Josep Antoni Soler i Urgell “Jasus”, le habla de su cu?ado que es un empresario perteneciente a la alta burguesía catalana, que está fabricando segmentos para la industria de la automoción y que maneja bastante pasta. Este cu?ado se llama Francisco José Bultó, más conocido como Paco Bultó. Consiguen congeniar los dos en esta idea de empezar a fabricar motocicletas, y con el apoyo económico que también recibe Pere Permanyer con la ayuda de su padre don Marcelino Permanyer, fundan en el a?o 1947 la empresa “Permanyer S.A. de Industrias Mecánicas”. Estamos en unos a?os donde la industria de la motocicleta en Espa?a es casi inexistente. Existe una marca que se está fabricando en Madrid con el nombre de motos Soriano, pero poca cosa más. Esta nueva sociedad inaugurada por Pere Permanyer inicia su andadura fabricando veintiún modelos de motocicleta que ponen en el mercado al coste de unas ocho mil quinientas pesetas. La idea es producir en serie y también si es posible dedicarse a la exportación. La demanda empieza a ser creciente y por tanto el ir espabilando en el acople de nueva tecnología y prestación, también se pone como condición imprescindible. Animados en esta nueva andadura, se aventuran a participar con su prototipo en unas carreras de motociclismo que se celebran en el a?o 1946 en el circuito barcelonés de Montjuic. Presentan allí una moto con un motor que cubica 125 c.c. y consiguen ganar esa carrera. A ese modelo de moto lo denominaron B46. Van poco a poco presentando nuevas innovaciones en cilindros y culata. Una vez constituida la empresa Montesa para fabricar en serie a partir del a?o 1947, se encuentran con las primeras dificultades que se dan en Espa?a todavía en esos a?os, donde no se disponía de ningún tipo de empresa auxiliar para poder conseguir complementos que no fueran de fabricación propia. Esto les obliga a hacer nuevas ampliaciones de capital y a buscar cómo sea la manera de conseguir materias primas de importación tan restringidas en aquellos a?os. Aun así la demanda de más motos continúa y la idea inicial de ir perfeccionando más el producto se mantiene. El socio de Pere Permanyer, Paco Bultó, es un forofo de las competiciones deportivas, y esto les anima a participar en el a?o 1948 en unas carreras a celebrar fuera de territorio espa?ol. Eligen la prueba más importante del calendario continental de ese a?o que es precisamente en Holanda, en lo que se define como el “Tourist Trophy de Assen”, consiguiendo una quinta plaza pero teniendo en cuenta que se enfrentaban a los grandes experimentados de la época que eran los pilotos italianos o británicos. Este resultado dio mucho renombre a la nueva empresa espa?ola. Como todo iba bien, se tuvieron que buscar unos locales más amplios. En el a?o 1950 se instalan en la calle de Pamplona en el barrio de Poble Nou de Barcelona, y allí dise?an un modelo que denominan como D51 que también aparece con novedades como el depósito de gasolina redondeado sustituyendo al cuadrangular y se instalan frenos de fundición de aluminio. Se sigue participando de carreras deportivas donde continúan cosechando nuevos éxitos siempre compitiendo con los potentes italianos y británicos, auténticos artífices de la industria de la moto desde hace ya a?os en Europa. A partir de 1953 aparece un nuevo modelo llamado “Brío 90”, que lleva el carburador en la parte trasera del cilindro y que sale con mayor potencia de motor y velocidad de aceleración. Esta moto es presentada esta vez en el Salón Internacional de Ginebra obteniendo una estupenda valoración de la crítica internacional. Se daban auténticos elogios a la fabricación de motocicletas en Espa?a. Posteriormente Montesa participa en 1954 en el Gran Premio de Velocidad en San Paolo en Brasil, obteniendo un triunfo que realza la fama y el prestigio de Montesa en todo el mundo. Siempre dentro de un cubicaje de 125 c.c. y presentando una moto con ruedas de menor diámetro, guardabarros más anchos, y dentro de una conducción suave que permitía perfectamente transportar dos plazas, una opción muy demandada en esos a?os. Se sigue participando, ganando o quedando bien clasificados en numerosos acontecimientos deportivos a nivel internacional, y Montesa logra abrir mercados de exportación por países de Europa, en Estados Unidos y también en Sudamérica. Pero después llegan las disposiciones del gobierno franquista en 1958 cuando el INI, Instituto Nacional de Industria, órgano controlador de la economía nacional por parte del Estado, se encuentra en su apogeo con la creación de la exitosa fábrica de automóviles Seat y la popularidad y venta del triunfante Seiscientos. En esos a?os el gobierno del general Franco se encontraba con una fuerte inflación y quería eliminar definitivamente el déficit público, para ello instauró lo que se definió como el Plan de Estabilización Nacional que obligaba a una serie de recortes que afectaron seriamente a las industrias productoras del país. Para ello Montesa se vio obligada a restringir por lo menos provisionalmente, todo el gasto que representaba participar en competiciones internacionales de carreras para sus motos. Esto no gustó para nada al socio de Pere Permanyer, Paco Bultó, que enfadado decidió abandonar la sociedad. Algo de razón tenía, pues eran precisamente las competiciones internacionales las que avivaban los éxitos y las ventas de Montesa. Esta situación obligó a Pere Permanyer a modificar su propio consejo de administración en Montesa, y entonces situó al frente del gabinete técnico a un tal Leopoldo Milá. Pero entonces se encontró Montesa, que Paco Bultó, el socio que había abandonado la sociedad, siguiendo en su obsesión por participar en competiciones deportivas había creado su propia fábrica también de motos, a la que denominó Bultaco. Se había generado la competencia en el propio terreno. Esto dio pie a Leopoldo Milá para espabilarse y dise?ar un modelo para Montesa que rompiera todos los mercados. Fue entonces cuando esbozó y produjo un prototipo de motocicleta que denominó como Montesa Impala, que daría un giro somático a la producción en serie de una moto que sería atracción en el mundo entero. Varió la cilindrada de 125 c.c. por 175 c.c. y para cerciorar la integridad de ese nuevo modelo en todos los sentidos, estableció un recorrido de veinte mil kilómetros entre Ciudad del Cabo en ?frica y la misma Barcelona, obligando a atravesar a esa moto los terrenos más impracticables que se pudieran imaginar. Una travesía de cien días recorriendo caminos enfangados, desérticos, con maniguas y todo cuanto pueda ofrecer el exabrupto paisaje africano, sin una sola carretera o prácticamente camino practicable, sometieron a este modelo de moto a todo tipo de prueba que justificara su absoluta solvencia para toda clase de servicios o prestaciones. Todo ello preparado en una motocicleta de nueva creación provista de tambor de freno delantero de doble leva, un carburador algo más grande, tubo de escape más eficiente, cubrecadenas y guardabarros más aligerados y una presencia estética encomiable. Tras esta prueba piloto por tierras africanas, iba a participar en infinidad de carreras tanto de resistencia como de velocidad. Se trataba de la auténtica aureola que iba a abrir los mercados internacionales para la marca Montesa, como así fue. Y una Montesa Impala era precisamente la primera moto que visitó el taller de coches que regentaban los hermanos Joan y Tomás Subirachs, tío y padre de Fernando Subirachs. ?Qué hace esta moto aquí? – fue la primera reacción de su padre. Está aquí para reparar. Tiene el motor gripado – le contestaba bastante impasible Fernando. Ya te he dicho mil veces que no quiero ver ninguna moto aquí. Pues tío Joan me ha dicho que si entra alguna, como es este caso, si la puedo reparar. Me tiene sin cuidado lo que diga tu tío. Yo soy tu padre y es a mí a quien tienes que hacer caso. No quiero ver ni una sola moto en este taller. Mal asunto ese. Su padre le tenía manía completa a las motos. En sí tampoco es que hubiera una razón determinada. Posiblemente le sacaba un poco de sus casillas que su propio hijo pretendiera dedicarse a tareas que salieran de sus competencias. Lo cierto es que estaba adoptando una actitud un tanto ardua para que Fernando pudiera saborear el placer de tantear los motores de las motocicletas. No le quedaba más opción que recurrir a su tío. Afortunadamente éste solía estar atento a las discrepancias entre padre e hijo. ?Qué te pasa Tomás?, ?ya le estás volviendo a dar la vara a tu hijo?.La vara o lo que sea – se defendía Tomás – El tiene que saber que un hijo siempre debe obedecer a su padre. Y si le digo que no quiero motos aquí, no tiene porque haber ninguna moto aquí. Y no hay más que hablar. Pero si a fin de cuentas es un motor como otro cualquiera lo que tiene que arreglar. Qué más da que sea de un coche que de una moto. ?Ah, sí?, y entonces ?cuánto le va a cobrar?. A ver si te piensas también tú que le va a sacar el mismo partido arreglando una moto, al que le puede sacar a la reparación de un coche. Le sacará lo mismo. Se trata también de un motor, de una reparación. La moto puede parecer más peque?a, pero no por eso tiene que ser más sencilla su reparación. El tiempo que le lleve arreglarla lo cobrará exactamente igual que le puede cobrar al due?o de un coche. Yo no lo veo así. Además es lo que digo, si soy su padre y le digo que no, él debe aceptar. Cuando sea mayor o defienda sus propias arrobas ya hará lo que le dé la gana, pero ahora lo que tiene que hacer es obedecer a su padre, que para eso soy su padre. Era realmente un problema serio. Su padre se obcecaba en sus propios principios y no había manera de que cediera. No es que usara más argumento razonable que el de la propia paternidad, pero en ese caso era evidente que tenía la sartén bien sujeta por la mano. Se le había metido de buen principio por su entrecejo la idea clara de que su hijo no se dedicara para nada a las motos, y eso era condición inviolable para que no se bajara nunca del burro en su obstinación. Como contrapartida, su hijo Fernando dentro de ese síndrome de rebeldía que provoca la propia juventud, se sentía cada vez más atraído por ese mundo de la motocicleta, y a mayor plétora negativa por parte de su padre, más redundaba su prejuicio insurrecto por dedicarse a las motos. Se dejaba entonces auscultar por su tío, dejando a su padre en una situación recelosa de un decir cauteloso de que ya se verían después. El caso es que en esta su primera moto, al final si pudo conseguir hacerse cargo del gripaje de aquel motor, y no solo eso, sino que desde ese mismo día le entraron unas ganas diabólicas por hacerse con una motocicleta de ese mismo modelo que estaba reparando. En el caso de esta Impala de Montesa, la avería era bastante seria. Se le había quedado gripado el motor posiblemente porque el due?o de la motocicleta no revisaba nunca el aceite y este había perdido por completo sus propiedades lubricantes. Esto había provocado que se quedara totalmente clavado el pistón a la camisa, estando agarrotado y dejando la camisa bien rayada. Tuvo que recurrir Fernando a los viejos postulados de fabricar piezas en el propio taller, esto le llevó tiempo y por consiguiente tener que aguantar los abroncamientos continuos de su padre, que seguía considerando que el tiempo que estaba perdiendo Fernando con esa moto no lo dedicaba en la atención de los coches que permanentemente pasaban por aquel taller. Consiguió pese a todo dejar bien lista la reparación de aquella motocicleta, que casi parecía hubiera salido de la misma fábrica. Para probar el resultado de su peripecia salió del taller a voltear con la Impala por las calles de Barcelona, y quedó tan fascinado de la comodidad que aquel ingenio ofrecía, que se le metió en la cabeza hacerse con una de esas motos para su propio uso y disfrute personal. No se le ocurría ninguna manera de presentarle esa idea o ilusión a su padre. Como siempre recurrió a su tío, no le quedaba otra baza. Tío, he estado probando esta Impala que he arreglado y he quedado encantado con su conducción. Te sientes como si estuvieras en otro planeta cuando circulas con ella. En otro planeta te va a poner tu padre como te oiga hablar así. Mira que le ha cogido aversión a esto de las motos. Esto es lo que me pasa tío. A fin de cuentas es una reparación más que facturamos en el taller, y un motorista paga exactamente igual que el conductor de un coche. Si estoy totalmente de acuerdo contigo Fernando. Pero ya ves, a tu padre no hay forma de que le gusten las motos. Pues a mí me gustaría tío poder comprar para mí. Una moto más o menos igual que la que he arreglado. Pero claro, como se lo explico a papá. No se lo puedes explicar de ninguna manera. Le digas lo que le digas ya conoces la respuesta. La conozco pero yo quiero una moto. A fin de cuentas tampoco estoy pidiendo ningún pecado. Todo el mundo quiere ir en coche, pero yo quiero ir en moto. Y yo te entiendo. Ya hablaré con tu padre a ver si podemos hacer algo. Tú cuenta conmigo, que algo se me ocurrirá. A fin de cuentas en el taller siempre te comportas, vale que ahora has arreglado una moto, pero también siempre estás atendiendo los coches, por tanto no veo razón para que no atendamos un capricho que puedas tener. Gracias tío – y le dio un beso. Estaba realmente agradecido. En el fondo era su tío el que no solo le calmaba en esa increíble discordia, sino también el que le solucionaba los problemas, por lo menos frente a su padre. Cómo se las arreglaría su tío es difícil de explicar, pero lo cierto es que se encargó él mismo de comprarle una moto Montesa Impala a Fernando. Pese a los recelos de su padre, Fernando pudo desde entonces disfrutar de una moto propia y efectivamente seguir en lontananza con su padre, que ahora que lo veía como propietario de una moto, todavía ensalzó más sus vericuetos despectivos con las ilusiones de su hijo. Se le metió entonces en la cabeza que Fernando solo iba a conseguir partirse la crisma al mayor descuido, y no teniendo bastante con esta macabra opinión, continuamente se la remarcaba. A tal extremo llegó esta tensión entre padre e hijo, que el tema traspasaba los umbrales de su propia casa donde la serenata continuaba poniendo también en vilo a su madre Carmeta, que al igual que hiciera siempre su tío Joan, solía echar tierra por medio para desenhebrar la tiesura de su marido. Fernando contaba siempre por lo menos con el beneplácito de tener a toda su familia a su favor, excepto la insistente incongruencia de su padre que era incapaz de bajarse del burro. Por eso en sus ratos de ocio, cuando no estaba por ahí danzando con su motocicleta, solía abarcar los tiempos muertos hablando con su tío y despistando a su padre. Estas conversaciones le venían muy bien, pues su tío Joan hacía uso de buena retórica cuando le explicaba cosas relacionadas con la historia del automovilismo. Si bien es cierto que su especialidad era hablar de los coches en general, no desconocía para nada los orígenes del motociclismo y las evoluciones que había seguido en su historia. Esta proclama de bienestar compartido, los tuvo muchas horas entretenidos. Tío a veces me pregunto cómo es posible que el motociclismo haya tardado tanto en imponerse en Espa?a. Ha sido así Fernando. Pero esto ya desde buen principio. De hecho el automóvil también tardó en llegar un poco más tarde que en muchos sitios de Europa. Y menos mal de la empresa Hispano-Suiza que estaba aquí en Barcelona fabricando coches desde el a?o 1904, que si no, igual ni se hubieran fabricado coches nunca en Espa?a. Bueno, eso tampoco, porque también hubo otra empresa que se llamó Elizalde que terminó fabricando motores de avión. Pero por lo que sea, en este país siempre somos lentos para ponernos en órbita con las nuevas tecnologías. Entonces ?cuál fue la primera moto que hubo en Espa?a?. La primera no te lo podría decir. Se veía alguna moto, pero la verdad es que poquísimas, casi ninguna. Porque haciendo memoria te podría explicar que el motor aplicado a una bicicleta, que no deja de ser el origen de las motos, lo empezaron a hacer los mismos alemanes con el primer motor de explosión que fabricó Daimler. Este motor que en su época causó gran sensación, de hecho era probado en principio sobre una bicicleta, pero claro, pesaba tanto que al final se le a?adía una tercera rueda o incluso cuatro, de ahí el origen del automóvil. Entonces podríamos decir que el origen de las motos podrían ser los triciclos. Más o menos. Al principio se probaban los motores solo con la idea experimental de poder conducir un carro sin ser tirado por caballos. Pero los primeros motores eran muy pesados, aparte de que estaban en continua explosión por dentro, eso producía mucho humo y sobre todo hacía mucho ruido. Era todo un espectáculo salir a la calle y ver a la gente y también los animales, todos espantados. Pero a partir de ir, vamos a definir como arreglando esos primeros intentos del motor de combustión, entonces empieza a aparecer el concepto de comercializar ese producto. Es decir, fabricar para vender, y con ello las competencia por ver quien trabaja mejor o las ofertas en los precios para intentar vender más, en definitiva todo el engranaje que comporta un esquema de negocio. Eso si lo entiendo tío, pero saber un poco cómo se daban esos primeros pasos, eso no lo hemos estudiado en la universidad. Teníamos un profesor que si nos hablaba un poco de ello, pero lo he ido olvidando. Recuerdo que nos habló en una ocasión de un tal De Cosmo que era italiano y bueno, por lo visto había trabajado en fábricas de automóviles de aquellos a?os y hizo su propio triciclo. Si, este De Cosmo era un italiano que estuvo en Egipto trabajando en una fábrica de locomotoras de tren. Pero volvió a Italia y trabajó en fábricas de armamento y acabó por Francia donde contactó con las empresas que fabricaban los primeros automóviles. El caso es que la mecánica le gustaba, y fue precisamente en Francia donde preparó él mismo una especie de triciclo equipado con un motor de dos cilindros que colocó en la parte de delante bajo un peque?o capó y que tenía una potencia de tres caballos y medio. Conseguía efectuar la transmisión por cadena y correas. Se presentó la idea en una Exposición Universal de esas que se hacían entonces, y la idea gustó y la misma empresa en que trabajaba se animó por construir motocicletas, pero al final se dedicaron al automóvil. Que tampoco es que se dedicaran de lleno, pues la empresa donde trabajaba De Cosmo era la FN o Fábrica Nacional, que se dedicaba principalmente a fabricar armamento. No obstante, e inspirados por esta idea inicial de De Cosmo, llegaron a fabricar una motocicleta que la llamaron la M70. Era una máquina robusta y fiable con un motor monocilíndrico de válvulas laterales y con una cilindrada de 346 c.c. No dejaba de ser una moto sencilla que por no tener, no tenía ni luz, eso sí, alcanzaba los noventa kilómetros hora. Y después por los a?os veinte sacaron un modelo que se llamó F.N. Sáhara por eso, porque la utilizó el ejército francés por ?frica recorriendo las arenas del desierto. Eso les dio mucha popularidad y llegaron a vender un total de cuarenta y una mil unidades, algunas de ellas precisamente aquí en Espa?a. Por eso te digo que alguna moto sí se veía por Espa?a, todas de importación. No sé más de esta empresa. Imagino que ya no debe ni existir. Te estoy hablando de hace muchos a?os. Bueno, esto es un buen ejemplo de inicio y comercialización. Pero imagino que serían los alemanes inspirados en el primer motor los que pusieron también en marcha las primeras motos. De eso también te podría hablar un poco, siempre recordando lo que me contaba tu abuelo. A ver, en Alemania – se rascaba la cabeza. Su sobrino le obligaba un poco a desentra?ar viejos recuerdos. – En Alemania hubo los hermanos Hildebrand que llevaban tiempo intentando mover bicicletas con motores de vapor, pero no lo conseguían. Cuando descubren el invento de Daimler en el motor de combustión interna, se ponen manos a la obra. Pero a ver si consigo explicarte un poco lo que les costaba iniciarse en todo esto. Tú abuelo me explicó que estos hermanos Hildebrand contactaron con un experto en esos motores de combustión que se llamaba Wolfmüller, y juntos prepararon lo que casi se define como la primera motocicleta de la historia. ?La primera?. Que interesante. Sigue por favor. Sí, era como te diría yo, un motor bicilíndrico de cuatro tiempos refrigerado por agua. Pero eso no es todo. Para que te hagas una idea era como una especie de locomotora de un tren. Es decir la transmisión se hacía directamente desde el cigüe?al conectado a la rueda trasera por unas bielas. La rueda trasera era como el volante o el cigüe?al mismo del motor, ahora no te sé explicar. Con solo decirte que los cilindros, los pistones o la misma tapa de culata estaban hechos con hierro fundido mezclado con arena. Se lo trabajaban incluso para preparar las piezas. El agua para refrigerar la llevaban en un espacio hecho en el guardabarros trasero, no tengo ni idea de cómo la hacían llegar. Era una moto sin embrague, que se arrancaba empujando y dando un salto en ella, para después regular como se podía la velocidad. La explosión de combustible aire lo hacían a través de un hierro candente, o sea que más precario imposible. Pero lo gracioso es que aun así la idea gustó y entonces se pusieron a trabajar en serie, como lo oyes. Fabricaban y vendían aquel artilugio, pues no se me ocurre darle otro nombre. Llegaron a fabricar y vender cerca de dos mil unidades. Pero al final tuvieron problemas, esto si lo recuerdo, por lo visto la rueda de atrás trabajaba tanto que terminaba estropeándose. Esto les costó algunas denuncias que les obligó a devolver el dinero y al final acabaron en la quiebra. Pero bueno, yo te lo he explicado porque siempre resulta curioso saber cómo empezaban los primeros artífices de la motocicleta. Ya lo creo tío que es algo curioso. Todo lo que ahora vemos tan fácil, está claro que ha dado muchos dolores de cabeza a sus iniciadores. Así es. Los comienzos siempre son duros para todo. Te podría citar alguno más. Pero de este que te he comentado decirte también que fue el primero que uso ya las ruedas que fabricaba el escocés Dunlop. ?Este quién era?.Pues digamos el primero que ideo la rueda o los neumáticos que ves hoy en cualquier coche o moto. El primero que puso una cámara de aire que sacó de una pelota y la forró con láminas de caucho que permitía unas ruedas más elásticas y de hecho más cómodas para conducir. Después fueron los hermanos Michelín que eran franceses, los que hicieron el neumático definitivo que tú hoy conoces, que lo hicieron a partir de una aleación de caucho con azufre, que es lo que origina el neumático elástico que actualmente se utiliza. Claro, las ruedas también tuvieron que ser inventadas un día. Todo ha sido un engranaje permanente de gente pensadora que nos lleva a los progresos de que hoy disfrutamos. Más o menos así es. Otros pioneros de la motocicleta así intentando recordar, fueron por ejemplo el francés Dedien Bouton. Este, que en realidad eran dos personas, el conde De Dien por un lado y por otro un fabricante de miniaturas mecánicas que se llamaba George Bouton, se juntaron para fabricar motores de combustión interna y al final lograron construir más que una moto, un triciclo, pero además con gran éxito. Se trataba de eso, de un triciclo que llevaba un motor monocilíndrico refrigerado por aire sobre el eje trasero. En realidad ese motor no era más que una réplica del primero que había inventado el alemán Daimler. Hicieron algunas modificaciones consiguiendo más potencia, y sobre todo fueron pioneros en el sistema de encendido. Prescindieron del tubo incandescente y ya aplicaron un sistema eléctrico de pila, bobina y bujía que estaba regulado por un ruptor con contactos de platino. Toda una novedad que permitía adelantar la chispa a medida que aumentaba el régimen de giro dando garantía absoluta a su movimiento. Se vendieron con gran éxito estos triciclos, pero después ya se pasaron a fabricar automóviles. Es decir, siguieron avanzando y perfeccionando su sistema inicial y pasaron a construir motores de gran potencia listos para la fabricación de vehículos. Pero aquí estamos hablando de motos, que es lo que a ti te interesa. Así es tío. Pues que más te podría contar de los orígenes de la moto. Te puedo citar así de memoria a algunos de los primeros pero sin poder facilitarte muchos datos. Por ejemplo se me ocurre ahora un inglés que se llamaba Edward Butler que también construyó un triciclo al que llamo Petrocycle y que llevaba un motor bicilíndrico de dos tiempos refrigerado por agua. Para ello instaló un radiador sobre la llanta trasera. También el encendido se hacía con aire comprimido. E incluso controlaba la velocidad a través de una palanca de aceleración. No tenía frenos, el vehículo se frenaba a través de una palanca que levantaba o bajaba la rueda trasera accionando con el pie. Pero este se?or no encontró financiación para tirar adelante sus inventos y al final tuvo que desistir. Terminó vendiendo sus derechos de patente a otros fabricantes. ?Y quién más?. Hubo también un francés llamado Félix Millet que ideo en 1892 una moto equipada con un motor de cinco cilindros en estrella instalado en la rueda trasera, o unos hermanos rusos que vivían en Francia y se llamaban Eugene y Michel Werner que montaron en 1897 una bicicleta pero esta vez con el motor sobre la rueda delantera. Pero bueno Fernando, por hoy ya está bien. Hemos hablado un poco por encima, pues tampoco es que haya tanta información de los intentos por fabricar las primeras motocicletas antes del a?o 1900. A partir del a?o 1900 ya empiezan a haber cosas interesantes, eso sí, siempre fuera de Espa?a, aquí nada de nada. Pero esto lo dejamos para otro día, ahora nos vamos a tomar unas ca?itas que nos las hemos ganado. Una idea estupenda tío. Y gracias por todo lo que me cuentas. Disfruto escuchándote como no te puedes imaginar. Y yo disfruto explicándote. Si no, ya me dirás tú a quién le cuento todo esto. Corrían los a?os sesenta. Espa?a poco a poco se iba resarciendo de su penuria económica e iba abriendo relaciones comerciales con Europa y sobre todo con los Estados Unidos de América. El bloqueo internacional que tanto imperó tras la Segunda Guerra mundial, entre otras cosas porque nadie perdonaba la colaboración que a su manera había ofrecido el caudillo Francisco Franco a los alemanes durante la contienda, del mismo modo que tampoco se aceptaba el régimen antidemocrático que había impuesto en Espa?a, queda hasta resarcido a través de unos acuerdos diplomáticos que si estaban favoreciendo un poco los intereses de todos. Desde que se abrieron las fronteras de Espa?a para que los países integrantes de la OTAN pudieran tener algo controlados a los miembros del bloque oriental que lideraba la Unión Soviética con su Pacto de Varsovia, permitía que los americanos pudieran disponer de bases militares de control y con ello apoyaban a Espa?a para que se pudiera resarcir económicamente hablando. Había también otros factores que estaban colaborando con la recuperación económica, como podía ser la aparición de un fenómeno que permitiría abastecer con alegría las arcas espa?olas. Se trataba del turismo que puso de moda el sol de Espa?a y con ello la visita de gentes del mundo entero que venían a disfrutar de las playas y un poco también del mismo talante espa?ol. Todo este síndrome de circunstancia permitió a Espa?a introducirse de lleno en la sociedad de consumo, y con ello dar espitas de expectación y júbilo a los inversores más avezados por explotar el producto que fuere. Evidentemente los mercados relacionados con el automovilismo en general, eran punta de lanza para actuar como barómetro bursátil que dijera a las cuatro luces que todo empezaba a ir bien. La empresa de motocicletas Montesa entró con holgura en los mercados internacionales, e incluso su competidora más directa, la compa?ía Bultaco que había fundado su socio dimisionario Paco Bultó, también se permitió no solo cumplir su anhelada ambición por participar en competiciones deportivas, sino también poder sumarse al engranaje comercial de competencias que exigía la fábrica que él mismo había creado. Hablar de la empresa Bultaco también es bastante interesante. Francisco Javier Bultó Marqués, o Paco Bultó como gustaba de llamarse, nació en Barcelona en el a?o 1912. Congenió muy bien con Pere Permanyer para montar la fábrica de motos Montesa, pero después, y más teniendo en cuenta que Paco Bultó era un amante de las pruebas deportivas para motocicletas, no quiso aceptar la normativa gubernamental que obligaba a una serie de recortes para la empresa privada, que de alguna manera obligaba a eliminar provisionalmente el gasto que representaba participar de competiciones deportivas. A partir de aquí decide abandonar Montesa, pero siguiendo con su ilusión se une a un grupo de accionistas y crea su propia empresa que define como Bultaco, haciendo analogía a su apellido y su apelativo de Paco. Esto ocurre en el mes de mayo de 1958. Enseguida empieza a dise?ar su primer prototipo de motocicleta lista para poder competir. Se trata de lo que se define como la Tralla 101, que era un modelo de moto revestido de una gran elegancia y un aspecto muy moderno para la época, con una cilindrada de 125 c.c. que conseguía los ciento quince kilómetros la hora. Empezaron fabricando dos motos diarias, pero la demanda enseguida impulsó a fabricar cinco diarias y en poco tiempo siete. En el primer a?o de lanzamiento vendieron cerca de mil doscientas unidades. El éxito comercial y la línea deportiva que lucía ese modelo, los animó a preparar esa moto para competiciones deportivas. Compiten en el circuito barcelonés de Montjuic con su rival Montesa, quedando segundos a solo quince segundos de su contrincante. Dise?an entonces la Tralla S, preparada exclusivamente para competiciones deportivas. A partir de ahí empiezan los triunfos deportivos y el nombre de Bultaco alcanza una impresionante popularidad. Al a?o siguiente de su nacimiento, se dobla su producción y también sus ventas. El único problema que encuentran con esta Tralla 101, es que es un poco endeble para poder cargar con dos pasajeros. Entonces se ponen a trabajar para solventar esta anomalía y lanzan al mercado lo que se define como Bultaco 155, ya popularmente conocida como la Tralla 155. Es prácticamente igual que la Tralla 101 pero con la cilindrada aumentada a 155 c.c. Para darle una distinción que la aleje un poco de la línea deportiva de la Tralla 101, esta Bultaco 155 se pinta de color azul. Inspirados como siempre en las competiciones deportivas, van a poner entonces en práctica una nueva modalidad. Se trata del Trial en moto, o lo que es lo mismo, una disciplina deportiva que trata de ir venciendo obstáculos sin tocar el suelo con ninguna parte del cuerpo y por supuesto no caerse. Es cuestión de ir manteniendo el equilibrio sobre la moto, sorteando todo tipo de dificultades. Esta modalidad deportiva se venía practicando desde hacía tiempo en Inglaterra, pero era totalmente desconocida en Espa?a. Bultaco dise?a para este cometido un nuevo modelo de motocicleta a la que va a definir como Sherpa, posiblemente este nombre inspirado en esos sherpas que viven en las zonas ariscas que bordean el monte del Everest. La moto Bultaco modelo Sherpa sería la que le daría autenticidad a la empresa de Paco Bultó, como una de las motocicletas que abarcaría todos los records posibles en la modalidad de Trial. Todo empezó con el modelo Sherpa S preparada para hacer moto Cross, y la Sherpa N pensada para transitar por caminos rurales y en malas condiciones. En el caso del modelo S, se dise?ó con la idea de dejarla lista para competiciones de velocidad en terrenos abruptos y accidentados en campo abierto, y la N estaba esbozada con la misma idea pero prescindiendo del concepto de destinarla para carreras. Pese a todo, ambos modelos se utilizaron para hacer pruebas experimentales en zonas de acceso complicado, pues la idea era intentar competir con los británicos que eran prácticamente los únicos que ejercitaban esta modalidad deportiva. Superadas estas pruebas iniciales, Paco Bultó se asocia con un piloto inglés para dise?ar una moto deportiva bien preparada para enfrentarse a cualquier prueba de Trial. Se bosqueja entonces un prototipo de moto, que no solo va a poder competir y ganar en prácticamente todas las contiendas internacionales relacionadas con el Trial, sino que además abrirá los espacios de un nuevo modelo de motocicleta cómoda, alegre, económica y bien preparada para permitir dedicarse al Trial incluso a pilotos ya veteranos que de alguna manera se han retirado, pero van a encontrar en este dise?o de la nueva moto de Bultaco una posibilidad para poder volver a ejercer con seguridad e incluso comodidad esa tarea que ya por los a?os tenían abandonada. Se trata en definitiva de lo que se definirá como el modelo Bultaco Sherpa T, que es una moto dotada de un motor monocilíndrico de dos tiempos refrigerado por aire, que rompía con la hegemonía de los motores de cuatro tiempos que habían mantenido los motoristas ingleses dedicados al Trial durante muchos a?os. Fue tan apoteósico el dise?o de este nuevo prototipo, que empezaron las exportaciones llegándose a vender más de veinte mil unidades cada a?o. Pero si a Paco Bultó le gustaba el campo a través, no abandonó para nada tampoco el asfalto, y con ello también sus deseos de competir en cualquier carrera motociclista. Para ello e inspirado en sus primeras motos Tralla, prepara la denominada Tralla S y también la Tralla TSS o Tralla Sport Special. Y también fabrica una motocicleta más sencilla a la que denominan Mercurio y a partir de 1962 otro modelo al que llaman Metralla 62, algo más moderna que la Tralla, y manteniendo bastante la estética de la motocicleta inglesa. En realidad era una moto pensada para competir con la popular Impala de Montesa. Y a este modelo le siguió la Metralla MK2 que con sus veintisiete caballos de potencia alcanzaba una velocidad de ciento sesenta y cinco kilómetros la hora. Este modelo también tuvo su resonancia internacional y se vendió con mucha holgura. Mantenía una línea deportiva y era la primera moto que presentaba un cambio con cinco velocidades. Era más potente que la Impala de Montesa. A?os después Bultaco fabricaría la Metralla GT que cubicaría 362 c.c. con novedades electrónicas para el encendido y los intermitentes, y más tarde, ya en 1977, la Metralla GTS de línea todavía más deportiva y con cambio de seis marchas. Fabricó algún modelo más, pero he preferido reflejar solo lo más interesante. Corría por entonces el verano de 1968. Una tarde Joan Subirachs comunicó a toda la familia que irían a pasar un fin de semana completo a las cavas de Codorniu en la población barcelonesa de Sant Sadurní d’Anoia. La razón era porque había coincidido en Barcelona con Josep María Raventós i Blanch, hijo de don Manuel Raventós i Fatjó fundador de las cavas Codorniu y buen amigo de su padre don Tomás Subirachs, el abuelo de don Fernando. Esa amistad venía del apego que hubo entre ambos al coincidir en el grupo político de la Lliga Regionalista, y también de los recuerdos que comentaba su abuelo don Tomás de cuando el insigne arquitecto Josep Puig i Cadafalch se encargaba de estructurar la mansión de esas grandes bodegas en el a?o 1915. Ahora se hacía cargo de las cavas Codorniu el hijo de don Manuel Raventós, don Josep María Raventós que mantenía una lejana amistad con el tío de Fernando Joan Subirachs, ya que eran de una edad similar, Joan algo mayor que Josep María Raventós. Me he encontrado esta ma?ana en el banco a Josep María Raventós el due?o y se?or de las cavas de Codorniu en Sant Sadurní d’Anoia. Me he alegrado mucho pues desde antes de la guerra que no sabía nada de él. Fijaos que han pasado igual treinta a?os desde la última vez que nos vimos. Pero por lo visto está muy contento. Esto del champán es algo que está funcionando muy bien. Exportan mucho, eso quiere decir que tienen una clientela abierta. ?Esto de las cavas qué es tío? – le preguntaba en esta ocasión su sobrino Fernando. Las cavas son unas grandes plantaciones de uva que después se recoge y con ellas se puede preparar vino o champán. En el caso de las bodegas Codorniu preparan un champán que es como un vino espumoso que popularmente le llaman cava. Ah. Y entonces esto también se exporta.A todo el mundo, por Europa pero sobre todo a América. Todo viene en el fondo de una uva que se trajo la semilla precisamente de América. Más o menos fue así Fernando: Hace ya bastantes a?os, a finales del siglo pasado, hubo una epidemia de bichos que se llamó la filoxera y que mató toda la uva que había plantada en Catalu?a y en otros sitios de Espa?a. Pero donde fue más fuerte fue aquí en Catalu?a. Fue una epidemia que arruinó a todos los payeses catalanes. Es la primera vez que oigo hablar de esto. La filoxera para que te hagas una idea, es un insecto peque?o como una pulga que se establece en las raíces y las hojas de los vi?edos, y como se alimenta de estos, pues los destroza por completo. Se buscaron distintos métodos para acabar con esta plaga. Así por ejemplo al principio se pintaban los troncos de la vid con una mezcla de cal viva, naftaleno, aceite de hulla y agua. La intención era acabar con los huevos de estos insectos, pero no dio buen resultado. La de palabras que llegas a conocer tío. Eso se aprende con los a?os. El vocabulario se adquiere o leyendo mucho o tratando de conocer distintos temas. Pero lo que te decía, probaron también acabar con la filoxera con sulfuros, pero esto salía muy caro. Después lo intentaron con agua, es decir ahogando los vi?edos, pero esto solo lo podían hacer los terrenos de regadíos. Al final se optó por trasplantar todos los vi?edos con cepas procedentes de América donde por lo visto estos troncos americanos eran inmunes a estos ataques de la filoxera, y fue lo que al final se hizo. Por eso te he dicho que la semilla de estas uvas del Penedés es americana. Caramba que historia. ?Y desde entonces no han vuelto a padecer de la fino…?, ahora ya no me acuerdo cómo se llamaba esta enfermedad.Filoxera. No, nunca más. Y ya ves el champán tan bueno que tienen. Eso sí. Bueno, cuando lo bebo en alguna celebración, porque ya sabes que a mí el champán no me gusta mucho.A mí sí – era su hermana Maribel la que intervenía. Yo creo que el champán le gusta principalmente a las mujeres – intentaba aclarar Fernando. Eso depende. Contra gustos no hay nada escrito – interponía Joan Subirachs. Entonces dices Joan, - era ahora Carmeta la madre de Fernando la que intervenía - que el fin de semana subimos todos a las cavas de Codorniu, las que están en Sant Sadurní allí al lado de Villafranca. Exacto. Allí ya sabéis lo que hay. Buen cava, eso por descontado, pero también buen tiberio. No faltarán ni las costillas a la brasa, ni el ali oli, ni nada. A comer bien, a disfrutar de la monta?a, en fin, a pasar un fin de semana estupendo. Eso sí. Allí la naturaleza está garantizada – resumía Carmeta. Partieron un sábado a media ma?ana hacia las cavas de Codorniu. Iba la familia en pleno. Maribel la hermana de Fernando, él propio Fernando, su madre do?a Carmeta, su padre don Tomás que compartía el asiento delantero con su tío Joan que conducía el Mercedes 190 que no hacía mucho que se había comprado. No es que estuviera lejos de Barcelona Sant Sadurní d’Anoia, pero el viaje resultaba algo pesado sobre todo cuando se tenían que atravesar los Bruch. No sabía que tuvieras amistad con el due?o de estas cavas tan importantes – le decía Tomás a su hermano Joan.Amistad, amistad, tampoco. Casi conocía más a su padre don Manuel, que es el que realmente conocía a nuestro padre. Aunque también es cierto que nuestro padre se relacionaba más con el anfitrión de esta cava don Manuel Raventós i Domenech, pues a través de la Lliga Regionalista es como se conocían. Tú sabías Fernando que tu abuelo estuvo en la Lliga Regionalista desde su fundación, ?verdad? – se dirigía ahora a su sobrino que iba sentado detrás. Sí tío, me lo has comentado muchas veces. Y que tú también estuviste. Así es. Pues por eso teníamos amistad o relación, llámalo como quieras. Padre murió en el a?o veintiséis y este Manuel Raventós creo que murió en mil novecientos treinta o por ahí. Entonces su hijo que también se llamaba Manuel es el que era tu amigo. Tampoco es que fuera mi amigo. Era mayor que yo. Le conocía por la relación que había de su padre con el nuestro. Tenía un Hispano-Suiza y sí vino alguna vez por el taller, pero poca cosa más. Yo no lo recuerdo – le comentaba Tomás.Tú eras muy joven entonces. Te estoy hablando de antes de la guerra, cuando aun no te habías ido a hacer la mili en Cáceres. Claro. Entonces pasaba tanta gente por el taller que es imposible que me acuerde de todos. Pues por eso. Es como el hijo de don Manuel, tendría entonces trece o catorce a?os, pero aun así me ha recordado. Vamos, que ha sido él quien me ha saludado en el banco. Fíjate que ahora debe tener cuarenta y pico de a?os, la verdad es que su expresión no ha cambiado mucho, pero claro, la edad con treinta a?os de diferencia desde la última vez que le vi, eso sí cuenta. Igual se está quedando calvo como yo. – intentaba aducir Tomás.Pues no. Conserva bien su peinado, pero ya se le divisan unas cuantas canas. Yo creo que el recuerda la amistad que hubo de nuestro padre con su abuelo. Ten en cuenta que su abuelo fue el que puso en marcha las vi?as, de hecho fue el que se enfrentó a la crisis de la filoxera que os he comentado antes. Uno plantando cepas y nuestro padre montando un taller. Para llegar a las cavas de Codorniu en Sant Sadurní d’Anoia, es condición imprescindible atravesar el vasto espacio que ocupa otra gran bodega de calidad en esta comarca catalana. Me estoy refiriendo a la firma que regenta el cava Freixenet. Una mansión impresionante bordeada por un extenso complejo de naves industriales que sin lugar a dudas albergan la mayor bodega de vino espumoso del mundo. Pero Mas Codorniu tampoco carece de esplendor. Contemplar el grupo de edificaciones que componen la Sala de Expediciones, la Bodega Grande o el maravilloso Porche de las Prensas, dan grandiosidad a la misma casa solariega donde con toda seguridad vive la carismática familia Raventós. Todo ello engalanado por las técnicas modernistas que utilizaba el insigne arquitecto Puig i Cadafalch, donde no se rechazaban para nada los arcos torales de medio punto, las bóvedas de ladrillo plano o todo un repertorio de arcos parabólicos con lunetas, ventanales de vidrio o pináculos ornamentales. Evidentemente en sus sótanos se vislumbran las impresionantes arcadas que guarecen bajo sus oquedades las sorprendentes barricas fermentando el mosto. Compartieron con la casta Raventós un maravilloso fin de semana del que también participaron otras familias, degustando todos ese estupendo vino espumoso que se define como cava y dándose una algarabía donde no faltó ni la carne asada a la brasa, ni los embutidos y quesos típicos de esa zona del Penedés. Hubo tertulia, alegría, baile y jarana, allí no faltó de nada. Ni siquiera la mirada presta y espectadora de una muchacha de rostro resuelto y avispado, que no eludía sin reproches los atisbos que cada vez más descocados le realizaba a Fernando. A tanto llegó esta matraca, que al final Fernando que andaba solo por estos mundos de Dios, optó por aparcar por un momento su esparcimiento motero para dar por fin atención a unas faldas. Esta nueva pareja, pues así prometía ese albedrío, contactaron, hablaron, rieron, se conocieron un poco y quedaron para volver a verse. Parecía como algo hecho que de una manera tan coqueta como sorprendente, pudiera nacer de ahí un idilio. Pero en principio así fue. CAPITULO 2 Esta repentina reciprocidad que se produjo en el acompa?amiento que celebró toda la familia Subirachs en la mansión de los se?ores Raventós due?os de Codorniu, implicó desde la misma semana siguiente que Fernando aprovechara para desplazarse con su moto Montesa Impala hasta la comarca del Penedés, para seguir atendiendo su relación recién principiada con aquella muchacha que le acometió con sus mohines. La moza en cuestión se llamaba Diana Ripoll i Belart, y era hija del mismo pueblo emblema de los vinos espumosos de Sant Sadurní d’Anoia. Vivía en una masía no excesivamente grande pero si decorada con gran boato. Una gleba de tierra bien cultivada de vi?as se distinguía en la parte trasera de aquel caserón. Todo ello revestido de una gran diligencia y buen gusto. Una carretilla escorada en el centro de aquel labrantío ahondaba esa sensación pulcra, ofreciendo un icono un tanto pintoresco. Las espuertas apiladas a su vera fascinaban más todavía la agraciada imagen. Fernando observaba este cuadro desde un peque?o puente de madera que atravesaba un riachuelo, y que estaba guarecido por una choza de piedra y chamiza que daba la sensación de estar abandonada. Un garabato mal pintado en la pared constituía todo su adorno, simbolizaba un uno mal hecho y las letras k y m. Esa era la pista que Diana le había facilitado por teléfono para que no se llegara hasta su casa ese primer día. ?Te ha costado mucho encontrarlo? – le preguntaba Diana desde atrás obligando a Fernando a dar un tenue sobresalto. No. Que susto. – le contestaba esgrimiendo en ese momento su más sincera de las sonrisas. – Ha sido fácil, salir de la carretera y encontrar esta casucha aquí en medio, y el puente, no hay pérdida. ?Esto que se ve allí delante es tu casa?.Si. Bueno, ahí vivo yo con mis padres y mis hermanos, es la casa de mi familia. Se ve muy bonita. Y el campo de detrás también. Está todo como muy limpio. Es que mi padre es un maniático de la limpieza. En casa también. En el campo cuando están trabajando los payeses nunca le gusta ver nada de suciedad. Nunca verás un papel ni nada. Bueno, eso está bien. ?Qué hacemos?.De momento te voy a dar un beso porque me alegro mucho de que hayas venido. – y se lo dio – No estaba segura de que vinieras desde Barcelona. Por eso tranquila. Para mi cualquier excusa para coger la moto es buena. Súbete detrás y no sé, ?vamos a tomar algo?. Subió Diana detrás y se acercaron hasta un bar bastante grande de Vilafranca del Penedés que tenía unas mesas muy coquetas semi escondidas en unos recodos apaciguados. Daba la impresión de que Diana lo tuviera todo controlado. Allí estuvieron hablando un poco de cada uno, y como si se conocieran de toda la vida pasaron a darse sus morreos apasionados. Esto puso un poco en guardia a Fernando que empezó a notar la llamada del instinto libidinoso. No era cuestión de ir tan rápido, pero aun así se dejó llevar. Estuvieron así toda la tarde, el asunto no llegó a más, y al final se despidieron en el mismo punto en que se habían encontrado quedando para verse la semana siguiente. Fernando volvía radiante a Barcelona. Le costaba entender cómo había podido conectar tan rápido con una muchacha que además le gustaba. Le gustaba mucho y se dio por convencido de que pronto entrarían a la acción más descarada y controvertida. Aun así matizó su viaje de retorno considerando dónde se podrían dar un revolcón. Finalmente se dio por satisfecho pues consideró que Diana seguro que tenía soluciones para estos pormenores. Mira tío que moto más antigua han traído esta ma?ana para reparar. Caramba, una Patria, ya casi no las recordaba. De estas sí que se vieron algunas circulando. Pero ya te digo, es de lo poco que había. Madre mía las motos Patria, ni me acordaba de ellas.Su propietario me ha dicho que no le funciona y que si soy capaz de ponerla en movimiento.Pues tú mismo. Igual la tienes que recomponer entera. Este modelo calculo yo que debe tener unos cuarenta a?os, si no poco le falta.?Entonces es de antes de la guerra civil?.Si hombre. Estas Patria se fabricaban aquí cerca, en Badalona. El due?o era un tal Antoni Serra i Siam que era un amante de los motores de explosión. Construyó una motocicleta con un motor de cuatro tiempos y de cuatro cilindros, una pasada para la época. Te estoy hablando de principios de los a?os veinte. Sí, creo que fabricó también algún modelo de coche, pero ahora no recuerdo bien cuál podía ser. Pocos haría, sino me acordaría. Ahora me acuerdo, al coche lo llamó Gran Sport 1500, pero pocos fabricaría pues no pasó ninguno por el taller. ?Entonces esta moto que me han traído es de los a?os veinte?.Esta, a ver – observaba el motor – dispone de un motor Villiers de cuatro tiempos, sí, desarrolla una potencia de diez caballos y cubica 350 c.c., es de finales de los a?os veinte. Ya tocando los treinta. Este bicharraco se te ponía a ciento veinte kilómetros, no creas que era cualquier cosa. ?Pero no me decías que no se fabricaban motos en Espa?a?.Te dije que se fabricaba muy poca cosa, y más si lo comparábamos con lo que se producía en el extranjero, pero aun así algo sí se fabricaba, por ejemplo este ejemplar que tienes aquí. Si le metes mano con acierto la puedes dejar nueva. Estos motores Villiers no son para nada complicados de reparar, posiblemente todo el problema que tiene esta moto es el tiempo que ha estado parada y vete tú a saber dónde. Ahora su due?o tiene la ilusión de que funcione y esto lo podemos conseguir. Buscaré en la guía la dirección de esta fábrica, igual hay que comprar alguna pieza nueva. No te molestes. Ya no existe la fábrica de Badalona. Fue ocupada por las Brigadas Internacionales durante la guerra y el se?or Serra se fue por patas de Espa?a. A su hermano ya lo habían fusilado. Cuando volvió al final de la contienda murió a los pocos meses. Le falló el corazón con solo cuarenta y cinco a?os. Ahí se quedaron las ilusiones por fabricar de nuevo motos con la marca Patria. La vida es así de injusta muchas veces. Bueno. Pues voy a ver qué se puede hacer. Tú estate por ella, que luego nos vamos a tomar unos chisguetes y te cuento algo más de las motos por Espa?a en esos a?os antes de la guerra. Hay poca cosa, pero algo sacaré de esta mollera – se se?alaba la frente. El padre de Fernando seguía ronroneando por la devoción de su hijo hacia las motocicletas, pero últimamente había bajado bastante la guardia posiblemente cada vez más convencido de que era una hostilidad que iba persistiendo. Las relaciones entre padre e hijo se habían vuelto cada vez más distantes, pero Fernando se seguía escudando en su tío Joan para seguir experimentando cada vez con mayor holgura todo lo relacionado con la mecánica de la motocicleta. Por la tarde cerrado ya el taller, se fue a tomar unos tragos con su tío Joan a la bodega del Tonet. ?Qué me decías antes de la aparición de las primeras motos por Espa?a? – le preguntaba muy animado mientras tentaba un porrón de vino fresco puesto para la ocasión. Sí, a ver. Me he estado haciendo un ligero croquis para ver si consigo hilvanar un poco lo que recuerdo de la historia de la motocicleta en Espa?a. Para hablar de orígenes nos tendríamos que remontar al a?o 1901 precisamente en Barcelona, que tras experimentar sin ningún éxito con motores de vapor en las bicicletas por fin se monta un motor de explosión accionado con petróleo, pero solo es una prueba, quiero decir que no se comercializa. Se le puso por eso la marca de Antrás. Y lo mismo ocurrió en Zaragoza con un motor similar, allí le llamaron Yais, pero ya te digo, solo eran prototipos que no se llegaron a comercializar. Eso y nada es lo mismo – se atrevió a porfiar Fernando.Nada tampoco Fernando. Yo te estoy intentando hacer una analogía de los orígenes de la motocicleta en Espa?a. Esto no dejan de ser datos, la pena es no tener más información. Pero si tenemos que hablar del primero que se recuerda que intentó comercializar las primeras motocicletas, tenemos que volver de nuevo a Barcelona. ?Todo se fabricaba siempre aquí en Barcelona?.Todo todo no. Pero has de tener en cuenta que Barcelona era a principios de siglo la zona más industrializada de Espa?a, por eso muchas cosas se emprendían desde aquí. Ah. Lo que te decía, la primera persona que intenta fabricar alguna motocicleta es un se?or que se llamaba Miquel Villalví, que era un mecánico de bicicletas que empieza a construir la primera motocicleta totalmente artesanal. ?No se podían conseguir piezas?.Para lo que él quería no. Se tuvo que fabricar un carburador, un cuadro más rígido para la bicicleta original, la instalación eléctrica, en fin, todo, hasta las cubiertas de las ruedas. Era como comprenderás una cosa bastante complicada, por lo menos vista desde ahora. Esta primera moto constaba de un motor monocilíndrico de cuatro tiempos refrigerado por aire que cubicaba casi 430 c.c. Pese a todo estaba bastante mecanizada, quiero decir que ya tenía palancas para acelerar, para hacer pasar el aire, y bueno, mantenía los pedales para poder hacer más esfuerzo en las subidas. En esos tiempos bastante hizo el pobre. Por eso te digo, que en realidad pese a ser todo muy precario, ya era una motocicleta. Estamos en el a?o 1903, mira si ha llovido desde entonces. Y este hombre consiguió fabricar cinco bichos de esos que además los vendió por mil doscientas pesetas, que en esa época era mucha pasta. Vaya si era dinero, sería como no sé cuánto de ahora. Yo tampoco, pero no tengo ganas de hacer números. Eso sí, era mucha pasta. ?Y solo había este fabricante?.Aquí en Espa?a que se recuerde, sí. Hubo otros que vendían algo con marca propia, pero eran motos importadas. Así había una moto que se vendía con la marca Sanromá, pero en realidad era la moto de la marca NSU alemana, o otra que se vendía como Lleys, pero que era la Griffon francesa. Y alguna más, tengo que hacer memoria. Así recordando estaba también la marca Espa?a, pero que en realidad era la Triumph inglesa. De estas motos también se veían circular por las calles espa?olas, pocas, pero sí que había, y salían con estas marcas como si estuvieran fabricadas aquí. Otro día ya te contaré la historia de estas marcas extranjeras. Claro, entonces aquí no se fabricaba nada en serie, todo era importación. Esto es lo que realmente había. Hablando de motos claro. De coches si se empezó a fabricar en Espa?a, pero de motos, todo era importación. De hecho el primer fabricante de motocicletas en serie apareció en Madrid. Curiosamente era un catalán que se llamaba Dalmau que estaba por Madrid y se dedicó a fabricar unas motos que se llamaban Radio.Radio, ?cómo la radio?.Sí, se llamaban así. Fue el primero que se dedicó a construir motos en serie, que además ya salían con la transmisión por correa. De esta empresa solo te puedo decir que las motos surgían con un motor de dos tiempos con un cubicaje de 250 c.c. Ni se conoce las que vendió, ni casi nada sobre él. Entonces como se utilizaba tan poco la moto, poco se escribía sobre ellas. Si que tienes memoria tío. Hombre, tampoco es memoria, o un poco sí. Siempre me gustó todo lo que rodea al motor de combustión. Ya sabes que sé mucho más de coches que de motos, pero aun así nunca descarto el saber algo más en todo lo relacionado con este tema. Había también un fabricante por Tarragona, esto te hablo más o menos del a?o 1918. Era un tal Cácharo que fabricó también alguna que otra motocicleta con su nombre, o sea Cácharo. De este tampoco se sabe casi nada. Fabricó por lo visto una moto con motor bicilíndrico de 750 c.c. Es decir, toda una máquina, pero también desconozco las que llegó a fabricar o vender. ?Todo esto que me has contado es lo que hubo antes de la guerra civil?.No exactamente. Todo lo que te he contado hasta ahora es lo que hubo hasta más o menos la dictadura de Primo de Rivera, por ponerte una fecha. Son los primeros pasos de las motos por explicártelo así. En los a?os veinte también aparecen otros fabricantes. Sin grandes éxitos, pero también los hay. Está por ejemplo la empresa Alpha que era también de aquí de Barcelona, que fabricaban motos pero no los motores. Estos los traían de la Villiers que era inglesa o de la DKV que era una empresa alemana que también fabricaba motocicletas. Vale, ponían un motor de importación pero del chasis y del resto se ocupaban ellos, por eso les ponían marca propia. Exacto. La empresa esta Alpha que te contaba la montó un piloto precisamente de motos que se llamaba Nilo Masó Miró. Usó motores de dos tiempos con cubicajes de 175 y 250 c.c. Fabricó y vendió unas cuantas motos, no te puedo decir cuántas pues desconozco los detalles, pero si te puedo decir que lanzó al mercado unas motos revestidas de una belleza estética que llamaba la atención. Después de la guerra continuaron fabricando. Lo hicieron con la licencia italiana de las motos MV. Las has tenido que ver alguna vez, pues se denominan Alpha MV. No me suena. Me suena la MV Avelló, pero no Alpha. Y tienes razón, no recordaba este dato. Resulta que padecieron la crisis económica que hubo en Espa?a al acabar la guerra, y tuvieron que abandonar la licencia italiana MV. Entonces se unieron a una factoría de Gijón en Asturias que se llamaba precisamente Avelló, y fabricaron las MV Avelló. Al final se fueron al carajo. O sea que si ves alguna por ahí, será bastante antigua. Muchas empresas de motos se van a la quiebra. ?Esto porque será?.Antiguamente porque era una novedad y aventurarte en ese mundo era todo un riesgo. No contabas con ningún apoyo. En la actualidad porque hay mucha competencia y si no estás bien respaldado, con la presión del Instituto Nacional de Industria es difícil salir adelante. Solo tienes que ver la infinidad de intentos por fabricar motocicletas que ha habido desde los a?os cincuenta, y lo poco que han durado muchas de ellas. Algún día te hablaré de las muchas empresas de motociclismo que se han ido a la ruina. Estos del INI, por lo menos desde que tienen la Seat vendiendo lo que quiere, que parece que están más tranquilos. Más tranquilos puede que sí, pero siguen controlando. Además siempre quieren participar. O montas un imperio como Montesa o ahora Bultaco, o lo tienes complicado para enfrentarte.Bueno, en aquellos a?os no existía el INI. Es verdad que no existía el INI, que eso lo inventó Franco, pero de todas formas en Espa?a desde el gobierno no se apoyaba para nada la fabricación de motocicletas. En otros países sí, pero aquí no. Por eso el fabricante se tenía que espabilar como podía, y ya te digo que eso no es fácil. Y mira, otras marcas de aquellos tiempos para que las vayas conociendo más o menos todas, eran por ejemplo la Lutèlia, así como suena. Esta motocicleta tenía este nombre porque en realidad era una moto que se fabricaba en Francia y que la importaba a Espa?a un tal Josep Sugranyes de aquí también de Barcelona. Pues bien, resulta que esta empresa francesa por lo que sea plegó, y entonces el se?or Sugranyes se puso a fabricarlas aquí. Lanzó un modelo que llamó como la Lutèlia Súper Sport con un motor de 175 c.c. y vendió también bastantes. Tampoco tengo cifras exactas de esta marca. Eso es igual. Es otra más y esto me gusta ir aprendiéndolo. Está claro que si encuentro algún día alguna, será tan vieja como esta Patria que me ha entrado.De eso puedes estar seguro, pues la mayoría de estas marcas que te estoy citando, desaparecieron con la guerra civil, y después de la guerra, suponiendo que sus due?os estuvieran vivos, que eso también era complicado, volver a resarcir estas empresas era también muy peliagudo y más en los a?os del hambre que sucedieron a la guerra. La maldita guerra. Olvida ahora la guerra. A ver – se rascaba Joan el cogote – otra marca que recuerde de aquellos a?os. Las motos Fusté, es verdad, tampoco las recordaba. Estas también se fabricaban en Barcelona. El due?o se llamaba Julio Fusté que también había sido piloto. Como conocía los motores Villiers y DKV, hizo lo mismo que el de las motos Patria que hablábamos antes. Se puso a fabricar sus carrocerías con esos motores. Se calcula que vendió unas cincuenta motos, pero en el a?o 1929 por lo que fuera se retiró. Tampoco tendría ninguna ayuda.Eso por descontado. Pero además en esos a?os que eran el final de la dictadura de Primo de Rivera, volvía a haber también muchas huelgas, y eso también afectó a muchas empresas. El caso es que este Fusté dejó de fabricar más motos. Volvió tras la guerra civil, pero para entonces lo que hizo fue pasar su patente a una marca que había en Igualada que se llamaba motos Olimpic y que trabajaban también con los motores Villiers, pero ahora con la ventaja de que desde el a?o 1951 estos motores Villiers ya se fabricaban en Espa?a. Por eso se llamaron los motores Hispano-Villiers. Estos de Olimpic estuvieron fabricando motos de 125 y 197 c.c. En el a?o 1955 desaparecieron por completo. Pero Julio Fusté buscó un nuevo fabricante y lo encontró en la misma Igualada. Entonces aparecen unas motos con los mismos motores que en la desaparecida Olimpia, que se llaman motos Delfín. Pero al final a lo que más se dedican es a los triciclos, o motocarros como se les llamaba. El mismo motor y potencia que las motos, pero con una carrocería cerrada que les daba la impresión de parecer un coche peque?ito de tres ruedas. Eso hizo que muchas familias lo compraran para utilizarlo como si fuera un coche, iban bien apretados pero de ilusión también se vive. El caso es que de estos se han vendido bastantes. Igual los has visto también por ahí, pues de triciclos se ven unos cuantos por la calle. Son el medio ideal para dedicarse al peque?o transporte. Sí, sí que los he visto, pero no me había fijado nunca en la marca. Y ya para terminar, que a bien seguro me habré dejado alguna, pero estaban también las motos Simó. De estas hubo bastantes. El due?o era otro piloto que se llamaba Miquel Simó. Se convirtió en el principal fabricante de Espa?a. Pero este Simó fue listo. Ni corto ni perezoso ofreció sus motos al mismo general Primo de Rivera. Le ofreció una moto con un motor de dos tiempos de 150 c.c. que vendía por mil quinientas pesetas. Pero mira tú por dónde que al dictador le gustó la idea y le hizo un pedido interesante para vamos a llamar su gobierno. A partir de ahí siguió fabricando sus motos Simó aumentándoles la potencia y vendiendo con bastante éxito. Al mismo tiempo seguía pilotando motos por las carreras que se hacían por Europa hasta que tuvo un accidente. Después de la guerra se dedicó de lleno a fabricar triciclos y algunos microcoches de esos que se hicieron antes de que apareciera el Seiscientos de la Seat. Te hablo de la época de los Biscúter, los Pulga y todos aquellos coches tan peque?os. Siempre con los motores Villiers que ya te he dicho que se fabricaban en Espa?a a través de Hispano-Villiers.Bueno, así no tenían que importar motores. Mejor para la industria nacional.En esos a?os se miraba bastante esto. No es que se protegiera en exceso la industria, pero por lo menos si se la resguardaba ante los productos de importación. Eso también está claro que para los fabricantes espa?oles de otros productos por ejemplo el automóvil, los aranceles que ponía el gobierno para poder importar también representaba una carga. Y por ahora creo que por hoy ya ha estado bien la disertación que me he pegado. Me has hecho remover bien la memoria. Dile a Tonet que nos ponga un par de tanques de cerveza que con tanta charla, se me ha quedado la boca bien seca. Un tanque de cerveza para rematar la faena siempre siente muy bien. Si además la estás saboreando en la terraza de cualquier bar en la calle como era el caso de la bodega del Tonet donde estaban dialogando tranquilamente Fernando y su tío Joan, aun sientan mejor. Se encendieron los dos un cigarrillo y se relajaron sensiblemente con la única intención de rematar aquella agradable tarde. Pese a todo todavía le llegó a la mente de don Joan alguna reminiscencia más de las primeras motos fabricadas en Espa?a. Mira Fernando, ahora mientras nos terminamos estas cervezas todavía te puedo hablar de otra empresa espa?ola de aquellos primero a?os que ahora me ha venido a la cabeza. Pues cuenta. Se trata de una marca también de aquí de Barcelona que se llamaba “Salvador”. De estos no es que tenga mucha información pero sí te puedo decir que entre los a?os 1923 y 1930 estuvieron fabricando unas motos con motores de dos y de cuatro tiempos que se llamaban precisamente “Salvador” y utilizaron motores bicilindricos de varias cilindradas. Desde los 125 hasta los 350 c.c. Se calcula que en el tiempo que estuvieron llegaron a fabricar unas doscientas motocicletas. Ala, ya conoces otra más. Y yo que me alegro tío. ?Alguna más por hoy?.Por hoy creo que ya ha estado bien. Aunque espera, hay otro del que también me estoy acordando ahora, pero de éste conozco bien poco. Las motos se llamaban “Montpeó”. Se fabricaban también en Barcelona pero no por sistema. ?Cómo no por sistema?.No, verás. Estos de Montpeó en realidad se dedicaban a fabricar sidecares para motocicleta, y también algún que otro complemento para bicicletas, lo que pasa es que de vez en cuando les daba por hacerse alguna moto. Porque en realidad a lo que también se dedicaban era a importar alguna que otra moto del extranjero, pero ya te digo que alguna vez se hicieron su propia moto con el nombre de “Montpeó”, pero desconozco la cilindrada y bueno, que solo conozco de esta moto la marca, nada más. Te estoy hablando de antes de la guerra, desde antes de que se montara incluso la Mancomunitat catalana. Fíjate si te hablo de a?os, sitúate más o menos allá por 1912. Lo curioso es que esta empresa existía después de la guerra, pero no creo que fabricaran mucho. Te lo digo porque sí recuerdo a un colega mío que fue precisamente el que me habló un día de esta empresa, y sí, por lo visto después de la guerra aun andaban por ahí. Pero ya te digo, no dispongo de más información. Ahora sí que creo que ya he terminado mis charlas por hoy. En cuanto te acabes la cerveza nos vamos para casa que ya toca. Espa?a era así. Un desinterés total por las motos. Algo que de alguna manera llamaba la atención, pues estos vehículos habían sido utilizados con gran acierto tanto en la primera como en la segunda guerra mundial por países como Alemania, Italia, Inglaterra o los mismos Estados Unidos. En Europa por ejemplo, en esos primeros a?os del siglo XX por tener una moto ni se pagaban impuestos ni hacía falta siquiera un carné de conducir. Espa?a no solo vivía al margen de estas medidas, sino que además tampoco disponía de carreteras asfaltadas o mínimamente acondicionadas para la conducción. Por tanto pensar en fabricar para vender algo que no fuera bicicletas, era realmente temerario. Durante la Primera Guerra mundial marcas de moto como la inglesa Triumph fabricaron más de treinta mil unidades para los ejércitos aliados. La motocicleta se convirtió en el vehículo ideal principalmente con todo lo relacionado con las telecomunicaciones. Bien es cierto que entonces para enviar mensajes se utilizaban las palomas mensajeras, pero pronto para avanzar posicionamientos de estas mismas palomas, se las transportaba en muchas ocasiones en moto para evitar incluso que fueran abatidas en el aire. Asimismo la motocicleta era el medio ideal para comunicarse entre las extensas zonas apostadas de trincheras que controlaban los dos ejércitos beligerantes. Aquellas tierras abruptas llenas de agujeros y cráteres producidos por la infinidad de obuses y proyectiles que continuamente se disparaban, daban a la motocicleta el beneplácito de ser el vehículo eficiente para sortear tanto desatino. Pero igual que he citado el ejemplo inglés con sus motos Triumph, tampoco es de menospreciar las motocicletas que utilizó la otra parte beligerante de esa Primera Guerra mundial. Los ejércitos alemanes manejaron la marca de motos NSU con el modelo PS de 500 y 600 c.c. Posiblemente hubo otras marcas de los distintos países que participaron de esa contienda mundial, pero en esta primera guerra he preferido resaltar las más destacadas, sin olvidar las dos colosales marcas americanas que también intervinieron en el conflicto. Me estoy refiriendo a las motos Indian y a las Harley Davidnson. Estas dos productoras de motocicletas norteamericanas, al igual que las que he citado de Inglaterra y Alemania, ya llevaban tiempo fabricando y vendiendo motos antes de la Primera Guerra mundial. En el caso de las americanas Indian y Harley Davidnson, a veces se plantea la polémica por saber cuál de las dos empezó primero a producir motocicletas. En realidad la primera fue Indian fundada en Springfield, Massachusetts en el a?o 1901 por George Hendee corredor de motocicletas y Oscar Hedstrom que era ingeniero. Prepararon algunos prototipos, pero donde empezaron a triunfar fue a partir del dise?o de la modelo Single a partir de 1904. Se trataba de una moto con un motor bicilíndrico con uno coma setenta y cinco caballos de potencia, que ya portaba lo que entonces se denominaba como la transmisión final por cadena. Pero el éxito estaba en ese motor que se definía como V-Twin que era un bicilíndrico en uve convergiendo en un mismo cigüe?al. Vendieron en su primera tongada un total de quinientas ochenta y seis unidades, llegando en el a?o 1916 a la cifra de treinta y cinco mil ejemplares. Se habían convertido en la fábrica de motocicletas más poderosa de Norteamérica. Terminan instalando en 1913 una impresionante factoría de treinta y seis mil metros cuadrados en la misma Springfield, que contaba con más de siete mil empleados. Estaban además participando en competiciones deportivas y en pruebas de resistencia, obteniendo records inimaginables en aquellos a?os. Pero a partir de ese a?o 1916 van a surgir unos problemas que pondrán en serios aprietos a esa exitosa fabrica de motocicletas. Uno de los problemas se suscita ante la llegada de nuevos inversores a una empresa que estaba moviendo tanto capital. Una serie de actividades vamos a definir como poco decorosas hacen que uno de los fundadores de la compa?ía, concretamente el ingeniero Hedstrom, abandone la sociedad. Poco tiempo después lo hará también el ex piloto de motos Hendee. Queda entonces como ingeniero técnico un colaborador de Hedstrom que se llama Charles Gustafson y que desarrolla un nuevo modelo para las motocicletas Indian. Se trata de la denominada como Powerplus que tiene más potencia, presentando una serie de novedades tecnológicas de gran relieve en esos a?os, así como un motor más silencioso que porta válvulas laterales. La compa?ía Indian se pone en manos de nuevos accionistas, pero entonces surge el siguiente problema. El gobierno de los Estados Unidos le solicita una producción de motocicletas para el propio ejército, justo el que va a participar en la Primera Guerra mundial europea. Se tienen entonces que dedicar a producir exclusivamente para el ejército americano al que le proporcionan la suma de cuarenta y un mil unidades. A esto se le sumaron dos problemas adicionales. Por un lado no pudieron producir más motocicletas para vender a la población civil, y por otro, los precios ya se habían pactado con el ejército y esto provocó que empezara a subir el coste de las materias primas a medida que avanzaba la guerra, y con unos precios ya pactados, poco se podía ganar con esta operación. Tras la guerra europea la Indian se encontraba que era una empresa sin dinero y pocas posibilidades de expansión comercial. Se hizo entonces cargo de la misma un tal Charles Franklin que presentó la Indian Scout fabricada con las ventajas que ya ofrecía la Powerplus. Con una cilindrada de 600 c.c. se trataba en realidad de una scooter que salía con el chasis cerrado. Aun así resultó un éxito nuevamente de ventas y pronto lanzaron el modelo también scooter denominado como Indian Chief, pero que aparecía con una cilindrada de 1000 c.c. permitiendo alcanzar una velocidad de ciento cincuenta kilómetros incluso acompa?ada de un sidecar. Fue el modelo ideal que gustó utilizar a los gánsteres que aparecieron en los a?os americanos de la Ley Seca. Posteriormente aparecieron también en 1924 la Big Chief que portaba una cilindrada de 1200 c.c. y más tarde en 1927 la Indian Four. Habían modificado incluso el mítico motor V-Twin bicilíndrico, por uno tetracilíndrico en línea que aumentó todavía más su potencia y con ello su popularidad. En esos a?os veinte estaban produciendo más de doscientas cincuenta mil motos al a?o. Era una empresa boyante por todos lados menos por uno. Sus accionistas seguían haciendo mal partido con las ganancias, y eso poco a poco motivó que la Indian no se pudiera enfrentar a la gran depresión que llegó a Norteamérica en 1929. Pero aun tuvieron suerte, un capitalista americano que se llamaba Eleuthere Paul duPont que era un apasionado de las motos, se hizo cargo de la desventurada entidad. Cortó por lo sano todas las actividades extra?as que se desarrollaban en el mundo bursátil de esa empresa, y nombró a un nuevo ingeniero técnico que se llamaba Briggs Weaver, y que curiosamente fue el que dise?ó las líneas estilizadas de las Indian que han llegado a nuestros días. Antes de seguir con la empresa de motos Indian, de la que ya he hablado bastante, voy a hacer también referencia del otro coloso americano en la fabricación de motos que era la sociedad Harley Davidnson. Sus orígenes se remontan al a?o 1903, es decir, dos a?os después de que se fundara su competitiva Indian. La idea surgió de dos amigos llamados William Harley y Arthur Davidnson, que partiendo de sus propios dise?os deciden fabricar una motocicleta. Lo hacen sin contar con ningún medio, un colega les deja su taller en el que dispone de un torno. Buscan piezas sueltas partiendo de materiales ya existentes y se cuenta que su primer carburador lo hicieron con una lata de conserva de tomates. En fin, que se pusieron a ello y van empezando a crear prototipos que sobre la marcha van teniendo que ir perfeccionando. Así terminaron por construir tres tipos diferentes de motores monocilíndricos de cuatro tiempos con una potencia de tres caballos. El caso es que aquella máquina gustó, entre otras cosas porque revestía de una cierta seguridad para su conducción además de ser silenciosa. Se empezaron pronto a vender. Algunas incluso antes de estar acabadas. Esta circunstancia les obligó a abrir un taller o fábrica ya en condiciones. En 1907 ya estaban vendiendo ciento cincuenta motos, y para el a?o 1914 su producción se iba a las cerca de diecisiete mil unidades. También sirvieron muchas motos al ejército norteamericano durante la Primera Guerra mundial. Se calcula que entregaron unas veinte mil motos. Pero aquí fueron más astutos que los de la empresa Indian. No trabajaron en exclusiva para el ejército y mantuvieron su clientela civil. Esto les permitió que al final de la guerra se hubieran convertido en el principal constructor de motocicletas a nivel mundial. Habían abierto exportación de sus motos por sesenta y siete países del mundo y participaban de una economía bien boyante. Así haciendo un recorrido por esos a?os que circundaban a la Primera Guerra mundial, solo decir que en 1907 ya presentaban sus motocicletas con los míticos motores V-Twin, y que es en 1912 cuando se ven obligados a construir una factoría en condiciones para tanta producción. Esto lo hacen en Milwaukeen en el estado de Wisconsin de los Estados Unidos. Y en ese a?o también empiezan a exportar sus motocicletas al Japón. Es tanta la expectación y venta que están desarrollando, que en el a?o 1916 hacen hasta una revista a la que llaman “The Harley Davidnson Enthusiast”, que traducido al espa?ol es “el Entusiasta de Harley Davidnson”, con una publicación que dispara todas las previsiones. Pero Harley Davidnson también fue víctima de la gran depresión norteamericana. Aun así se enfrentan y participan de competiciones deportivas. Tienen la ventaja de que su gran rival que es la compa?ía de motos Indian, lo está pasando bastante peor que ellos, y esto les permite seguir atendiendo a su cada vez más creciente clientela pese a los desastres de la gran depresión americana. He estado hablando de los dos colosos americanos, pero he dejado en el tintero explicar algo más de las motos inglesas o alemanas que he dicho también participaron con los ejércitos que combatían en la Primera Guerra mundial. En el caso de la Triumph inglesa, solo decir que esta empresa la montó un industrial alemán que se llamaba Siegfried Bettman que andaba por Inglaterra dedicándose a vender máquinas de coser. Pero después, viendo lo que tiraban de bicicleta los ingleses, se puso a comercializar con ellas vendiéndolas con el nombre de Triumph. Se juntó entonces con un tal Mauritz Schulkte, también alemán, y juntos decidieron ponerse a trabajar con esos nuevos motores de combustión que aparecían en esos a?os finales del siglo XIX. Era el a?o 1902 montan una factoría en Coventry y se ponen a fabricar motocicletas. Se trata de una máquina viable a la que llaman Tipo A, que consta de un motor de 550 c.c. con una potencia de cuatro caballos. Posteriormente dise?an el modelo Tipo H, que es del que facilitarán treinta mil unidades al ejército británico para participar en la Primera Guerra mundial. Tras la guerra continuaron manteniendo la producción de treinta mil motos anuales, sacando nuevos modelos como el denominado S de 350 c.c. o el Type P con un motor de 500 c.c. ambos con válvulas laterales. También recibieron de lleno la gran depresión norteamericana, y entonces tuvieron que elaborar nuevos proyectos para enfrentarse a aquella crisis. Y en cuanto a la moto alema NSU, solo decir que como en tantos otros fabricantes de motocicletas al principio se trataba de dos negociantes de bicicletas en el a?o 1886 que se llamaban Christian Schmidt y Henrich Stoll. A partir del a?o 1901 se deciden a examinar esos nuevos motores de combustión interna y a averiguar las posibilidades de adaptarlos en una bicicleta. Empiezan con un motor monocilíndrico que le compran a un fabricante suizo, que tenía una potencia de uno coma veinticinco caballos y que lograba una velocidad de cuarenta kilómetros la hora. Tras un éxito bastante relativo con esta primera experiencia, NSU fabricó una especie de automóvil con tres ruedas, y volvió a las motocicletas y también a las bicicletas. Se calcula que su producción en 1913 rondaba las dieciséis mil bicicletas y las dos mil quinientas motocicletas. De estas últimas se llegaban incluso a exportar, siendo la mayor compradora la Unión Soviética, parte de la Europa Occidental y también Turquía y Brasil. Pero con el inicio de la Primera Guerra mundial se pusieron a producir motocicletas para el ejército alemán con unos modelos que disponían de un motor de tres caballos y medio de potencia. Como lo que realmente están fabricando y vendiendo bien son los automóviles, pasada la guerra, ante los problemas económicos que padecía Alemania tras esa guerra que había perdido, obligan a NSU a fusionarse con la empresa de automóviles italiana llamada la Fiat, a la que al final le tuvieron que vender todas sus instalaciones. Fracasado el proyecto de fabricar coches, vuelven a plantearse lo de las motocicletas. Se hizo cargo de la empresa un tal Otto Reiz que entre 1927 y 1929 lanzó a la calle los modelos 501 T y 501 L, este último de gran lujo, devolviendo la confianza a los consumidores que lograron levantar nuevamente la empresa. En 1930 sucedió a Otto Reiz un tal Walter William Moore, que era un inglés que provenía de la empresa inglesa que fabricaba las motos Norton. Este William Moore siguiendo los éxitos de las motos NSU 501, fabricó nuevos modelos imitando de alguna manera la estética y mecánica de las populares Norton inglesas. Con ello consiguió que la producción y venta de NSU en el a?o 1938 fuera de ciento treinta y seis mil bicicletas y sesenta y tres mil motocicletas, todo un record. Para ese a?o William Moore se volvió para Gran Breta?a y se hizo cargo de NSU un tal Albert Roder que era un piloto de motos y dise?ó un modelo denominado NSU-D Quick, que era una moto provista de un motor monocilíndrico de tres caballos de potencia que alcanzaba una velocidad de unos sesenta kilómetros la hora. Era una moto de precio muy barato que se vendió con gran holgura. De este modelo, que a pesar de la guerra mundial se estuvo fabricando hasta el a?o 1953, se calcula que salieron de fábrica doscientas cuarenta mil unidades. Y durante la Segunda Guerra mundial NSU fabricó para el ejército alemán una motocicleta un tanto característica. Se trataba de lo que se denominaba como las Kettenkrad, que era una especie de triciclo con tracción oruga similar a la de los tanques. Se produjeron un total de ocho mil trescientos cuarenta y cinco unidades, y tuvieron una especial relevancia en el frente ruso y también en el norte de ?frica. El sistema oruga consistente en un conjunto de eslabones modulares empalmados unos con otros, que admiten poder desplazarte por caminos abruptos o enfangados, permitieron que estas motos oruga pudieran transportar a soldados o el mismo correo por las tierras nevadas o enfangadas del frente ruso, y por las tierras desérticas del ?frica Corps. La finalización de la Primera Guerra mundial dejó bien tocados a todos los países que se vieron envueltos en esa contienda. Los muertos se contaban por millares y los destrozos de pueblos y ciudades eran impresionantes. Los americanos siempre al acecho supieron sacar tajada de ese decaimiento vendiendo cuanto quisieron a los europeos, provocando lo que ha pasado a la historia como los alegres A?os Veinte, donde la economía era el punto culminante en todos los conceptos capitalistas que entonces se empezaban a alentar. Pero Europa supo resarcirse pronto de toda esa decadencia, y enseguida empezaron a fabricar y competir volviendo a poner a todo tipo de empresa dentro de los más altos índices deseados por una población ansiosa de gasto y consumo. Solo la Unión Soviética imponía un sistema comunista donde daba la impresión de que las clases más humildes quedaban resguardadas por la protección gubernamental, pero esto era un tema que no solo no interesaba a nadie, sino que además ni siquiera convencía. Por tanto los países europeos se pusieron rápidamente las pilas por recobrar los principios de una economía productiva, que diera paso a las mayores comodidades y con ello un impulso a los bolsillos más castigados. Espa?a que no había participado en la Primera Guerra mundial más que como abastecedora de todo un continente en guerra, se vio sacudida por una crisis económica que era el resultado de haber concurrido en una filosofía oportunista de ir abasteciendo a una Europa en guerra pero que ahora, finalizado el conflicto, era un punto de interés que no interesaba a nadie. Europa se recupera y empieza a pasar de abasteceros como Espa?a e incluso los mismos Estados Unidos de América. Y dentro de sus cómputos está el volver a activar toda la industria productiva, y con ello lógicamente las fábricas de motocicletas que cuentan incluso con todo el apoyo gubernamental. Mientras esto está ocurriendo por Europa, Espa?a padece una inestabilidad económica que la está afectando con gran mesura, y que de alguna manera la va a intentar controlar el dictador Primo de Rivera que se hace con el poder en el a?o 1923 con el visto bueno del rey de Espa?a Alfonso XIII, y el apoyo de toda la burguesía espa?ola que confía en recuperar la hegemonía económica de que había disfrutado durante la Primera Guerra mundial. Pero las cosas no saldrán como estaban previstas, y si bien en un principio se está disfrutando de esa bonanza económica que se respira por Europa y América en esos felices A?os Veinte, la osadía del dictador espa?ol por hacer ostentación del gasto público creando obras sociales como ampliación de líneas de tren o planificación de nuevas carreteras, le van a llevar a una filosofía autárquica que va a dejar en saco roto todas las aspiraciones de la industria privada espa?ola. Ese es uno de los motivos principales por los que la industria de las motocicletas no solo no prospera en Espa?a, sino que además pasa incluso hasta desapercibida. Solo cuatro industriales contados intentan hacer algo, pero al final el único espíritu que existe a favor del motociclismo es el que intentan guarecer como pueden todos los aficionados a las carreras o a las nuevas perspectivas que ofrece ese nuevo y apasionante mundo de las motocicletas, pero esto no llega nunca más lejos que a ser una simple distracción. La Guerra Civil que estallará a partir del a?o 1936, todavía propiciará más que el mundo del motociclismo quede reducido al más aislado rincón de los olvidos. De una forma o de otra las motos que se van viendo por Espa?a se pueden contar con los dedos de las manos, yendo sobrados de dedos. ?Cómo lo llevas con tu novia? – le preguntaba una tarde a Fernando su hermana Maribel.Bien, bueno yo creo que bien. Solo la veo los fines de semana, como vive tan lejos. Yo no sé por qué tienes que tener una novia tan lejos. Con la de chicas guapas que hay por Barcelona. Eso es porque la quiero Maribel.Yo no digo que no la quieras, pero ir tan lejos a verla. ?Y si te casas con ella dónde vais a vivir?. Porque igual te piensas abrir algún taller por allí tan lejos. Esto es complicado. Yo a ella le he dicho que se tendrá que venir conmigo a vivir en Barcelona, pero ella no lo ve una buena idea. Hummm. Mal lo veo esto. Ella es una mujer y se tendrá que ir a vivir donde diga su marido. Así son las cosas y ella no las va a cambiar. Muy liberal la veo yo a esta chica. Muy liberal sí que lo es. Por lo menos no se corta ni con nadie ni ante nada. Pero eso sí, si tiene que ser un día mi esposa tendrá que estar donde yo esté. Por eso cuando se me pone farruca cuando hablamos de esto, yo estoy tranquilo. Si quiere estar toda la vida conmigo tendrá que estar donde yo esté. Bueno tu mismo. Yo no me voy a meter donde nadie me manda, pero eso, que lo veo raro. Eso de que te pegues esos desplazamientos para verla, no veas como tienes a papá. Se pone como una moto – no pudo Maribel contener la risa dicho esto, se tapaba la boca, solo le faltaba sonrojarse o tal vez santiguarse – Perdona – le decía – pero es que me ha hecho gracia el ejemplo. Papá siempre dice que un día tendrás un accidente, y cuando habla de ti o de tu moto se pone hasta de mal humor. Eso ya lo sé, pero qué quieres que te diga. Yo también tengo derecho a tener mis propios placeres, que bien que me los gano. ?O no trabajo suficiente en el taller?.Si yo no te digo nada, es papá el que se pone como una moto – y se volvía a reír. Le hacía gracia usar este ejemplo. ?A todo esto a ti cómo te va con tu capitán?. – le preguntaba Fernando para variar el tema relacionado con su padre.No es capitán todavía, ahora casi es teniente. De teniente saldrá cuando acabe los estudios que está haciendo en su carrera militar en Segovia, que además ya los está terminando. Pronto tendré aquí para siempre a mi teniente. – se acurrucaba ella sola en un síncope de admiración personal - Pero me va muy bien. Siempre que está en Barcelona me llama y salimos por ahí. Me llevo muy bien con sus padres. Su padre es general de artillería, eso ya lo sabes tú.Sí, sí que lo sabía. Al final por lo que veo tendremos pronto boda.Yo creo que sí. Por lo menos nos queremos y eso es lo que importa. Y después a recibir órdenes todo el día. Los militares ya se sabe, siempre ordenando.Que tonto eres. Eso lo hará en el cuartel donde esté destinado, no lo va a hacer en casa, y menos conmigo. Vamos, con lo desobediente que yo soy. Poco desobediente eres tú Maribel. Pero bueno, yo te deseo la máxima felicidad del mundo, y si me das uno o más sobrinos, mejor que mejor. No es que tuviera para nada claro Fernando el porvenir que le podría deparar su futuro en compa?ía de esa novia que tenía en Sant Sadurní d’Anoia. Diana siempre le decía que su padre era cosechero de uva y que también se dedicaba a elaborar vinos espumosos. Le aclaraba que no tenía el potencial de una Codorniu o una Freixenet, pero que aun así procesaba sus propios vinos de reserva y que también vendía por todo el mundo. No parecía que fueran muy ciertas estas aseveraciones, pues a Diana le faltaban datos ficticios para verificar sus explicaciones, pero Fernando no le daba mayor importancia pues los ratos que pasaba con ella iban siempre acompa?ados de un ultraje lascivo que aunque no culminaban haciendo el amor, no por ello se alejaran en exceso de esa pretensión. Ese placer impúdico que le permitían sus escapadas de los fines de semana, todo ello acompa?ado por el goce de respirar el aire libre de esas erizadas carreteras que arboleaba conduciendo su propia motocicleta, le daban lumbrera suficiente para prescindir de los anhelos o pretensiones de su amada, que estaba convencido se iría a vivir donde él decidiera. Y dentro de esta decisión no estaba para nada prescrito que él se dedicara a la viticultura, sino únicamente a su pasión por los motores de las motocicletas. Por tanto se dejaba llevar y volvía siempre a Barcelona como un auténtico guerrero homérico con sus campa?as. Una tarde hablando en el taller con un se?or que se llamaba Lluís Ricart, puso especial interés en los temas de publicidad que este personaje realizaba con gran solvencia. Tanta prerrogativa le produjo una charla con este impresor, que los dos juntos aprovecharon para hacerse un inciso e ir a tomar unas ca?as en la bodega del Tonet. En realidad el se?or Ricart era un litógrafo que disponía de una peque?a imprenta que tenía que estar siempre imprimiendo algo como le gustaba de decir. Por eso acompa?aba su taller vamos a definir mejor como tipográfico, para buscar siempre la manera de realizar publicidad directa que se alejara de los pasquines públicos o de la misma prensa. Yo te propongo hacerte unas tarjetas en las que indiques claramente que tú arreglas cualquier moto que esté estropeada. – le explicaba en esta ocasión a Fernando.Pero es que yo en este taller no puedo arreglar muchas motos. Nosotros nos dedicamos a los coches. – intentaba justificarse Fernando.Ah, perdona. Yo te lo decía porque he visto una moto allí en la esquina, y como estaba desmontada pensé que estaba en reparación. Y sí que lo está. De hecho soy yo mismo el que la está arreglando. Pero eso solo ocurre de vez en cuando si entra alguna moto, porque si no, nosotros solo nos dedicamos a los coches. Pues de eso se trata. Hacerte unas tarjetas para que te entren más motos en tu taller. Es simplemente para que los motoristas cuando tengan una avería sepan dónde acudir. En eso consiste precisamente la publicidad. No me desagrada la idea. Lo que pasa es que mi padre es el que se opone a que yo pueda reparar motos. No entiendo por qué se tiene que molestar tu padre. A fin de cuentas todo lo que entra en el taller, es dinero a ganar. ?O no les cobras nada a los motoristas?.Sí, sí. Claro que les cobro, igual que al conductor de un coche. Lo que pasa es que mi padre no sé por qué les tiene ojeriza a las motos. Y ya sabe usted que enfrentarse a un padre no es tan fácil. Ya, eso es cierto. Pero pagando hasta san Pedro canta. Y si tú empiezas a reparar motos una detrás de otra, eso es dinero asegurado, y con eso le tapas la boca a tu padre. No lo veo yo tan fácil. Ya le digo que lo suyo es obsesión. ?Y entonces tu tío? – le preguntaba el litógrafo algo sorprendido – Porque a mí me parece que el que lleva la voz cantante en el taller es tu tío. Puede que sea así. Mi tío no me dice nada, al contrario, hasta me apoya, pero claro, aunque parezca que él es el due?o, ellos dos son hermanos, por tanto el taller es de los dos. En fin, tú mismo. Yo te digo a ti que haciéndote unas tarjetas que puedas repartir por ahí, el taller se te llena de motos en cuatro días. Eso garantizado. Lo que me faltaba. El taller lleno de motos. Cualquiera aguanta a mi padre. Habla con tu tío. Y lo hizo. Habló con su tío Joan y éste accedió. Incluso le pareció una buena idea. Le dijo eso sí, que solo hiciera propaganda de las motos, pues de coches ya iban bien sobrados y no era cuestión de no poder dar abasto atendiendo tanto automóvil. Afortunadamente su tío Joan compartía siempre sus ilusiones por dedicarse a la mecánica de las motocicletas. Finalmente fue a visitar al litógrafo que le preparó un millar de tarjetas en las que simplemente ponía: “Si un día se le estropea su moto, acuda sin dudarlo a los talleres Subirach. Saldrá de ahí con la moto nueva”. Adjuntaba la dirección y el teléfono, nada más. Tampoco es que le saliera excesivamente cara la impresión de esas tarjetas. Contento con su nueva haza?a, Fernando salió a la calle, no le importaba ni el lugar ni la hora, allí donde veía una moto parada en un semáforo o donde fuere, se acercaba para entregarle una tarjeta. Lo mismo hacía cada vez que se topaba con un motorista en cualquier lado. No perdonaba, motorista que veía, tarjeta que te crió. Y el resultado no se hizo esperar. Pronto empezaron a aparecer por su taller motos de todas las marcas con todo tipo de reparaciones, desde las más sencillas hasta de las más complicadas. El taller se había convertido simplemente por aquella distribución de tarjetas por la Ciudad Condal, en punto de referencia para cualquier moto con necesidad de asistencia. Su tío compartía con gran regocijo esta nueva andadura, pues como le gustaba de decir, las motos ocupaban poco espacio y pagaban igual que un coche. Su padre rezongaba, pero ya era lo mismo. Se lo había dicho el litógrafo y Fernando accedía a esa milagrosa frase de decir que pagando, hasta san Pedro canta. Mira tío que moto me ha entrado. Una Soriano pone aquí que se llama. ?La conoces?. – le preguntaba aquel día Fernando a su tío Joan. Vaya si la conozco. Pero esta moto ya debe tener unos a?os. Igual sí, pero funciona. Solo la han traído para que le mire la correa que dice se le destensa y poca cosa más. Estas Soriano se fabricaban en Madrid. Las hacía en concreto un se?or que se llamaba precisamente Ricardo Soriano. No te creas, que era un marqués o un conde o algo así. ?ste había estado por Francia antes de la guerra fabricando algún que otro coche, pero cuando acabó la guerra se vino para Espa?a y montó en el a?o 1941 en Madrid la empresa “R. Soriano S.A.” para dedicarse precisamente a fabricar motocicletas. Era gracioso porque a todas las motos les ponía nombres de animales felinos. Esta misma que tienes aquí fíjate que es el modelo Puma. Sí que es verdad. No me había fijado. Este Soriano empezó fabricando en realidad los modelos scooter al estilo de las Lambrettas o Vespas que se ven ahora tanto por la calle. Pretendía hacer una moto barata y de poco coste de mantenimiento, no estaban los a?os cuarenta para muchos gastos. Empezó con una moto que la llamaba el Potro de Acero de la que vendió cien unidades. Pero después, siempre dentro de esta línea de Scooter fabricó otro modelo llamado Tigre del que quiso hacer mil ejemplares, pero al final solo logró conseguir doscientas. Pero el hombre iba vendiendo. Se hizo entonces con los motores Villiers ingleses y fabricó otra moto a la que llamó Puma, ya te digo, le gustaba ponerles esos nombres. Esta es una Puma. Ya lo has visto, tiene un motor Villiers de 122 c.c. Observa que tiene dos bujías en la culata. Esta moto ya te adelanto también, que no salió muy buena. Luego me explicas esto de las dos bujías, que ya me imagino porque es, pero sigue hablándome de este Soriano. Si. Fabricó después el modelo Lince, que este ya venía con el motor Hispano-Villiers que ya te expliqué se fabricaba aquí en Espa?a. Y después dise?ó otra moto a la que llamo Pantera. Bueno, pero por lo que veo es de lo poco que se fabricaba cuando acabó la Guerra Civil. Así es. Entonces había muy poco dinero, aunque este Soriano como era conde o marqués, si que manejaba fondos. Por eso se lo podía permitir. De hecho en el a?o 1952 se juntó con otro tipo de pasta que era navarro, y juntos fabricaron una moto a la que llamaron Husor 201. Ese nombre venía de juntar el apellido del navarro que se llamaba Félix Huarte, y el Sor de Soriano. No tengo ni idea de si vendieron algo, pues al poco tiempo Ricardo Soriano abandonó su idea de fabricar más motos y se metió en asuntos de explotación inmobiliaria aprovechando el auge del turismo, y el navarro por lo que sé también se dedicaba a estos trapicheos, que indudablemente daban más dinero. ?Eso en realidad que es tío?. ?Mover hoteles y zonas turísticas? – le preguntaba algo suspenso Fernando a su tío. Tal cual. Justo eso que tú apuntas. Hoteles, chalets y todo lo que quieran comprar los turistas. Abrir playas, zonas costeras, lo que quieras. Eso sí que mueve dinero, pero dinero de verdad. Ya, claro. Entonces hasta lo comprendo. Yo también, pero es un mundo que no controlo. Por tanto allá se las compongan. Eso sí, este Soriano entabló amistad con un industrial catalán que se llama Manuel Giró, y que es el que fabrica las motos que también habrás visto por ahí que se llaman OSSA. Si que las he visto. Pues si también conoces su historia, casi nos vamos a tomar unas ca?as al Tonet y me lo explicas.Eso está hecho. Estas charlas entre tío y sobrino se sucedían cada vez con mayor frecuencia. El padre de Fernando, don Tomás, el hermano de tío Joan, permanecía siempre ausente de estas reuniones adoptando esa actitud recelosa que cada vez más le identificaban en sus gestos de resabiado. Esa aprensión hacia todo lo relacionado con el mundo de la motocicleta, costaba lo inadmisible llegar a comprenderlo. Pero ellos dos, tío y sobrino, iban aceptando cada vez con más alegría todo lo concerniente con el ensue?o de Fernando, y por eso no dudaban en compartir tertulia, que si era acompa?ada de unas cervezas y fumando unos cigarrillos, mejor que mejor. Me decías que las motos OSSA de alguna manera están relacionadas con este Soriano de Madrid. – abría así conversación Fernando. Así es. El nombre de OSSA viene, imagínate. Significa “Orpheo Sincronic Sociedad Anónima”, ya lo ves, nada que ver con las motos. Visto así para nada. No entiendo nada. Pues yo te lo explico. Resulta que el se?or Manuel Giró se dedicaba aquí en Barcelona antes de la guerra, a fabricar aparatos proyectores de películas de cine y también a vender motores fueraborda, esos que se utilizan para las lanchas o barcas peque?as. Pues bien, resulta que el que fabricaba en esos a?os esos motores, era el mismo Soriano de las motos de los a?os cuarenta, por eso se conocían Manuel Giró y Ricardo Soriano. Esto ya empieza a tener una lógica. Ya. Pero este Giró era también una persona curiosa de conocer. No solo era un apasionado de las motos, que antes de la guerra tenía una Norton inglesa, sino que también le encantaba el mundo de la motonáutica. Por eso llegó incluso a un acuerdo con Ricardo Soriano el que fabricaba estos motores fueraborda en Francia, porque en aquel entonces ya te dije antes que Soriano vivía en Francia, donde hacía de todo, motores fueraborda, coches, en fin, lo que fuera, era un tío de negocio. Pues bien, se ponen de acuerdo los dos para que Manuel Giró pueda fabricar con su patente los motores fueraborda en Barcelona y por supuesto venderlos. Esto ocurría antes de la guerra, en concreto en el a?o 1932. Y se lo montaban bastante bien, pues participaban en carreras de motonáutica que se celebraban mucho por Barcelona en aquellos a?os republicanos. No tenía ni idea. Ni sabía ni sé si existen actualmente carreras de este tipo.Ni yo tampoco. Pero volviendo a los hechos, solo eso, que Manuel Giró obtiene la patente de Soriano en el a?o 1932 para fabricar los motores fueraborda. Todo esto para ir enlazando de dónde parte esta relación entre estos dos se?ores. La verdad es que la cosa les iba muy bien, hasta el punto de que Manuel Giró se animó incluso para fabricar coches. Pero ay amigo, entonces llegó la Guerra Civil y se fue todo al traste. Como siempre tiene que aparecer por el medio la maldita guerra civil. Eso es verdad. Siempre aparece la guerra por el medio. Espero que nunca más se tenga que repetir una cosa tan salvaje como esa. Pero volvamos al tema que nos concierne. Pasada la guerra, Manuel Giró conocedor de lo que está haciendo Soriano por Madrid, se ilusiona también por fabricar él también motocicletas. Dispone entonces de una moto BMW R-12 de esas que han estado utilizando los alemanes durante la Segunda Guerra mundial. Pues bien, le monta a esa moto un motor fueraborda de los que fabricaba Soriano. Estamos hablando de un motor de seis cilindros con una potencia de ciento veinte caballos. Prueba entonces esa característica moto en subidas por las monta?as como si se tratara de una moto de trial. Esto le va animando cada vez más a ponerse a fabricar motocicletas como está haciendo su colega Soriano por Madrid. Y si sí, se pone a fabricar no peque?as scooter como hacía Soriano, sino que se lanza a por una moto de 125 c.c. que es lo que se estilaba en ese a?o 1949, que es cuando realmente empieza. Estoy flipando con toda esta historia tío – le comentaba Fernando a su tío Joan para permitirle un ligero descanso. Circunstancia que siempre aprovechaban para hacerse unos tragos y encenderse un cigarrillo.Pues para que veas Fernando. Empiezan con ese modelo que llaman el 125 A y encima se vende estupendamente. Como está ganando dinero se mete en nuevas modalidades. Entonces fabrica un modelo más sencillo en una moto de 50 c.c. que en realidad es un ciclomotor al que llaman Osita. De OSSA a Osita. Igual se escribe con dos eses. Este ciclomotor que además por lógica es más barato, se vende también estupendamente. Y bueno, después fueron fabricando motos más potentes, pero OSSA ya vendía con toda credibilidad. Todo iba perfecto hasta que llegaron los a?os sesenta cuando aparece el Seiscientos que es un coche barato y por tanto las motos pasan a un segundo plano. Siempre tiene que salir lo que corta el rollo. Unas veces la guerra civil, otras el INI, otras el Seiscientos. Pero esto siempre pasa en la vida. Por una cosa o por otra es difícil mantener una línea tranquila en nada. Siempre hay algo que marea la perdiz. Pero en el caso de OSSA fueron valientes. Interviene entonces el hijo de Manuel Giró que se llama Eduardo Giró y que es ingeniero como nosotros. Este Eduardo dise?a entonces un motor monobloque de dos tiempos con líneas muy limpias, y se pone a competir con los dos grandes que ya te comenté son Montesa y Bultaco. Saca una moto de 160 c.c. con una potencia de algo más de diez caballos y después se va a por cilindradas mayores, en este caso de 175, 230 y 250 c.c. en modelos preparados para ciudad y para carretera, y se lanza también a las competiciones deportivas. En definitiva, le plantó cara a la situación. Pues estarían contentos los de Montesa y los de Bultaco.No te creas. Casi me atrevería a decir que todo lo contrario. Esta gente siempre se ha llevado bien. Te explico. Este Manuel Giró viene de la alta burguesía catalana, la que manejaba el textil en su época y que tanto dinero manoseaba. Pues bien, dentro de esos círculos de gente potentada la familia de Giró tiene una gran relación con los Bultó, que son los padres de Paco Bultó, el que te explique hace unos días que montó la empresa de motos Bultaco. El caso es que Manuel Giró y Paco Bultó son amigos de toda la vida, y son precisamente ellos dos los que se ofrecen para ayudar a Pere Permanyer para montar la fábrica de Montesa. ?cómo se te ha quedado el cuerpo?.Pues cómo se me va a quedar, alucinando. O sea que las empresas que hoy compiten entre ellas, en su momento se ayudaron entre todos. Oyes esto y te quedas así como medio perplejo.Pero así somos los catalanes, parece que nos pegamos entre nosotros pero a la hora de la verdad ahí estamos. Eso sí, después cada uno en su casa, pero cuando vienen malas ahí estamos. En este caso apoyaron la idea de Pere Permanyer y bueno, después cada uno siguió por su lado, eso sí, una vez separados a ver quién puede más. Menudas analíticas que te gusta hacer tío. De todas formas ya sabes que yo no soy catalán.No me vulvas otra vez con esas. Tú no eres catalán de casualidad porque a tus padres les pilló por allí, pero ya sabes lo que circula por tus venas. Venga, que en el fondo es lo mismo. Soy espa?ol y con eso ya tengo bastante. Qué más da nacer en Barcelona que en Cáceres. Eso también es verdad. En esos a?os finales de los sesenta, los problemas de identidad no estaban tan acuciados como ahora. Posiblemente se le daba mayor importancia al lugar de pacer que al lugar de nacer. Por eso cuando se suscitaba esta cuestión de la posible nacionalidad de cada cual, se concluía para no discutirse ante algo que se consideraba totalmente de una banalidad intrascendente. Pero a veces a Joan Subirachs le gustaba increpar a su sobrino con este tema, pues le hacía gracia de alguna manera la forma de reaccionar de Fernando cuando sí que es verdad que sentía algo de nostalgia de las tierras que compusieron su infancia. Afortunadamente, y más en esos a?os, este tema no llegaba nunca más lejos. A finales del mes de abril de 1968 se casaba Maribel, la hermana de Fernando. Su novio de siempre, el ahora ya teniente de artillería, había finalizado sus estudios y a través casi podríamos decir del enchufe de su padre que era general de artillería, había conseguido que se le destinara a un cuartel de artillería que había en Barcelona en la zona de San Andrés. La boda fue por todo lo alto. Había infinidad de gente bien emperifollada y sobre todos militares luciendo sus mejores galas. La ceremonia tuvo lugar en la iglesia de San Andrés Palomar en el barrio de san Andrés de Barcelona que es donde está el cuartel de artillería donde ha sido destinado Félix, el a partir de este día, marido de Maribel. Como quiera que los padres de Félix viven en las viviendas militares del paseo de Torras i Bages, esta iglesia era el lugar ideal para celebrar este himeneo. Este domingo la iglesia resplandecía con la presencia de tanto militar ataviado con las mejores galas de los atuendos castrenses. Así había generales con fajín, bandas y distintivos de todo orden, y toda una ristra de jefes y oficiales luciendo estrellas y medallas bien ponderadas. Todo ello acompa?ado de una corte de gente distinguida donde aparecía incluso algún que otro sombrero de copa. Las mujeres lucían sus mejores vestimentas y todo era un repiqueo de joyas a cual más vistosa. Era en definitiva un cotejo de gran distinción donde era evidente que se reunía la etiqueta más halagadora de toda la Barcelona de aquellos a?os. No faltaban ni industriales, comerciantes o gente de la política, la de entonces, la del régimen de Franco, pero que también los había. Curiosamente Joan Subirachs, el tío de la novia, se había encargado de revisar sus ficheros en su taller de automóviles e invitar a las gentes más acomodadas clientes de su obrador, para participar de este emocionante evento. Y así fue, que dentro del enfático aforo de este templo milenario pero algo reformado, apareció la novia del brazo de su padre don Tomás Subirachs, para dirigirse morigeradamente hasta el altar donde aguardaba el sacerdote también ataviado con sus mejores aderezos eclesiásticos. Un silencio abismal contemplaba a la novia, que luciendo un precioso vestido blanco tafetán de seda bordado con lentejuelas, resaltaba una larga cola que aguantaban dos criaturas que seguían el cortejo. Todo ello sobre una pomposa alcatifa escarlata que abría esa expedición. Al fondo esperaba el novio impaciente, vestido con el uniforme de cadete recién salido de la Academia de Artillería de Segovia. Su madre se agarraba con fuerza a su brazo. Emocionada también. El órgano replicaba por sus tubos la sinfonía del sue?o de una noche de verano de Félix Mendelssohn en una marcha nupcial que obligaba a permanecer absorta a toda la concurrencia. La novia caminaba despacio amparándose en su padre y sin desviar la atención de su comprometido que seguía inmutable toda esta escena. Llegó la novia, se colocó al lado del novio, los padrinos a ambos lados. El órgano calló y el cura inició la santa misa. Casó a los novios, repartieron aras y al compás de la marcha nupcial Lohengrin de Wagner salieron del templo para recibir buenas tundas de arroz advertido para el lance. Maribel, estás guapísima – le pudo decir por fin Fernando salvando la infinidad de gente que se agolpaba para saludar ahora ya a los desposados. Gracias Fernando. Estoy un poco nerviosa.Esto es normal, uno no se casa cada día. Tonto – intentaba increparle con la mano – Menos mal que siempre me haces reír. Pues de eso se trata en un día como hoy. Tu novio, bueno tu marido, está muy guapo vestido de cadete. Ves como siempre me haces reír – y es verdad que reía. Contrastaba ver aquella plaza del barrio de San Andrés tan atestada de gente tan distinguida y tan pulcramente vestida. San Andrés era un barrio de Barcelona poblado de industria, principalmente textil, pero abarcaba también la fábrica de los populares camiones Pegaso, y era lugar eminentemente obrero que no estaba del todo acostumbrado a ver acontecimientos de tanto derroche. No en vano esa iglesia donde se acababa de celebrar esta boda, era símbolo tradicional de este barrio ya de antes que se anexionara al ayuntamiento de Barcelona. De cuando fue un pueblo, se fue arrimando a la vera de esta iglesia del Palomar para ir fraguando desde allí su identidad como entidad independiente. Un decreto llegado desde Madrid lo obligó a pertenecer al cabildo barcelonés desde el a?o 1897. De lo que en su momento fueron masías y peque?as parcelas de tierra cultivada por payeses, se fue levantando un pueblo de casitas adosadas al costado de la antigua vía romana, y después poco a poco se fue colonizando de gentes de toda Espa?a que desde los mediados del siglo XIX encontraron en la industrialización de ese distrito, un ápice de esperanza para posibles emancipaciones de estirpe. Pero allí seguía incólume su iglesia del Palomar en una expectativa resguardada en este día con la visita de tanto militar de alto linaje, para recordar cuando en el a?o 985 el moro Almanzor la destrozó por completo, y una vez restaurada volvieron a arribar los moros esta vez en manos de los almorávides para volver a destruirla. Los árabes le habían cogido inquina a esta iglesia, pero el calor popular la volvió a reconstruir para que a?os después de allí partieran, y esto lo diré bajito para que no lo oigan estos militares, de allí partieron las masas de campesinos que se rebelaban contra la política incoherente de ocupación militar impulsada por el rey Felipe IV de Austria a través de su valido el Conde Duque de Olivares, que permitían a los tercios espa?oles campar a sus anchas por la casa de cualquier aldeano. Era el famoso Corpus de Sang que acabó en ese a?o 1640 con la vida del virrey de Catalu?a don Dalmau de Queralt i Codina conde de Santa Coloma. Y no acaba aquí la historia de esta popular iglesia. Ya integrados en el municipio de Barcelona, todavía fue incendiada en los sucesos de la Semana Trágica del a?o 1909. Nuevamente se volvió a reconstruir, y otra vez vuelve a ser incinerada al principio de la guerra civil en 1936. Todo un conjunto de acontecimientos han avalado a esta histórica parroquia, símbolo de todo un vecindario que ahora contempla perplejo esta estampa de prepotentes celebrando la boda de la hermana de Fernando que se llama Maribel, con él que a partir de este día será su esposo Félix, cadete recién salido de la Academia militar de Artillería de Segovia. Un banquete por todo lo grande, donde no faltan ni elogios ni regalos por ningún lado. Joan Subirachs, el tío de la novia, no pierde oportunidad para hablar con todo comensal cuanto pudo para hacerles entrega de unas tarjetas similares a las que en su momento confeccionó su sobrino Fernando para ampliar el negocio de las motocicletas. Contagiado por esta eventualidad, el tío Joan había encargado un buen pu?ado de tarjetas pues tenía bien claro que la tropa que participaba de este evento, era gente acomodada que disponía de buenos cochazos, y puestos a arreglar, que mejor taller que el suyo. Los novios partieron al día siguiente de luna de miel a París, y en Barcelona la vida continuaba su curso como si no hubiera pasado nada. La única salvedad es que don Tomás el padre de Fernando, estaba algo más bonachón, y esto permitía de alguna manera que la tensión permanente que mantenía con su hijo por el litigio de querer ser mecánico de motocicletas, se suavizara por lo menos durante unos días. Don Tomás estaba muy contento con el partido que había elegido su hija y pretendía manifestarlo. De alguna manera le había cogido cierto apego al ejército cuando le tocó en su momento hacer su servicio militar en Cáceres en el a?o 1936, empalmar allí con la guerra civil, tener que seguir en ese cuartel durante tres a?os más como soldado finalizada la guerra, y de esta manera haber establecido un fuerte vínculo con la vida castrense, ya que no en vano era el responsable principal del taller de automóviles del cuartel Infanta Isabel de Cáceres donde él estuvo destinado. Finalizados sus compromisos con el ejército aun estuvo compartiendo vida y faenas mecánicas con los militares, hasta el a?o 1951 que volvió a Barcelona para reencontrarse con su hermano Joan que afortunadamente no había sido uno más de los miles de muertos que hubo en esa repugnante guerra. Por eso ahora ver a su hija casada con un militar de esos que él conocía tan bien, le daba una seguridad que rabiaba por poder comunicarla. Afortunadamente la mejor forma que encontró de demostrar este desvelo, fue adoptando una actitud más participativa incluso con su hijo Fernando. Es muy difícil, por no decir imposible, que un motorista habitual no se pegue un buen testarazo algún día. Eso fue lo que le ocurrió a Fernando una tarde cualquiera de un día cualquiera en que había estado lloviznado. Iba tranquilamente con su moto Montesa Impala a buscar unas zapatas de freno en una peque?a industria que había en la calle de Bailén de Barcelona. Al pasar por la plaza de Tetuán patinó todavía no sabe ni cómo, con la vías del tranvía y se estrelló contra un árbol de los de la calzada donde dio un tremendo batacazo que amortiguó su pierna izquierda. En el suelo quedó tendido mientras la moto era levantada por la infinidad de viandantes que de sopetón aparecieron en el lugar del siniestro y que enseguida se hicieron cargo también de él. Le dolía con malicia la pierna, pero no obstante la cabeza la mantenía en su sitio intentando recopilar qué era lo que realmente había pasado. La presencia de las vías le restó argucias para seguir pensando. Pronto la guardia urbana y una ambulancia se personaron en el lugar, y Fernando fue llevado al hospital de la Santa Cruz y de San Pablo donde tras hacerle una primera radiografía, salió de allí con la pierna escayolada. Esta circunstancia lo tuvo retenido de su trabajo durante cerca de dos meses, que en el fondo solo sirvieron aparte de para recuperarse del dolor y del susto, para que su padre volviera a desenterrar la eterna serenata de su obcecación por las motos.Te lo dije, y no una, sino miles de veces te lo he dicho. La moto no es más que un peligro. Tú eres el chasis. Aun has tenido suerte que no te has roto la cabeza. Un accidente se puede tener en cualquier parte – es todo lo que se le ocurrió decir a Fernando. Claro que se puede tener un accidente en cualquier parte – su padre estaba que rabiaba – pero una cosa es tener un accidente y otra muy distinta ir a buscarlo. Eso es lo único que tú sabes hacer manejando estos bicharracos tan detestables. ?Y ahora qué?. ?Quién trabaja aquí?.Puedo trabajar con las manos, es la pierna la que tengo escayolada. Venga, no digas más tonterías. Las manos sin la pierna no te sirven para nada. Ahora mismo te desmonto todo el taller que tienes ahí montado para tus tonterías. En estas situaciones lo mejor era callar y sobre todo no intervenir. En el fondo su padre chillaba mucho, pero después no hacía nada más. Toda su furia la lanzaba por la boca. Prueba de ello es que si es verdad que le echó una ojeada furtiva a ese taller vamos a definir como provisional que tenía allí montado Fernando para arreglar solo motos. Pero la cosa no pasó de la amenaza. El único problema que realmente se suscitó, es que con la propaganda sí que era cierto que iban llegando motos al taller, pero en esos días de recobro del hueso partido, todo el escenario menestral de ese recodo reservado para las motos quedó prácticamente abandonado. Su tío Joan intentó rescatarlo un poco, pero al final nada, no era su terreno. Son gajes del oficio se dice popularmente – por lo menos su tío Joan intentaba calmarle.Ya, pero me sabe mal. Más que nada por las motos que no se están reparando. Sí, eso sí. Pero bueno, ahora lo que importa es que tú te recuperes pronto, y ya volverás a las andanzas. CAPITULO 3 La pierna o el hueso roto se recuperó, de hecho como suele ocurrir cuando te quitan la escayola. Tuvo la precaución de someterse a unas terapias de rehabilitación para no quedar para siempre algo cojo por ese accidente espontáneo que tuvo por culpa de las vías mojadas del tranvía. Pero bueno, por lo menos la normalidad volvió a su epicentro profesional y como si no hubiera pasado nada, siguió atendiendo su rincón especial adaptado para reparar cualquier tipo de motocicleta que pasara por el taller. Que además de una manera podríamos denominar como un tanto ignota, volvieron a aparecer por allí los motoristas para resarcir sus quebrantos. Tal fue el caso de un alba?il que llegó con una motocicleta que nunca mejor dicho, se definía como la moto de los paletas. Así se lo confirmó su tío Joan cuando vio allí lista para reparar aquella motocicleta que presentaba un tubo de escape totalmente suelto. A esta la llaman la moto de los paletas, ?lo sabías?. – le preguntaba.No, no lo sabía. Pero lo gracioso es que es un paleta su due?o. Pues por eso. Ya ves que se trata de una Derbi. Esta empresa también tiene su historia, luego cuando le dejes apa?ado este tubo de escape te vienes a almorzar conmigo a la bodega y te cuento un poco la historia de la Derbi. Eso si te siguen interesando las historias de las motos. Si claro. Sí que me interesan. Pues quedamos así. No es complicada esta faena. Ya le he dicho que para el medio día la tenía lista. Se ha puesto contento pues está trabajando por aquí cerca. Así que al mediodía a su casa con su moto. Y más esta moto que es casi nueva. Si miras ahí en la esquina del tubo de escape, eso es un golpe que se ha dado vete tú a saber dónde. Es verdad. Bueno, anclar de nuevo el tubo de escape no es ningún problema. Venga, nos vemos después. Y así quedaron. Entretanto su tío Joan se había arremangado para atender un taxi que respondía por la marca de mil quinientos, un coche que estaba fabricando entonces la Seat y que revestía de mucha expectación. Pero a la hora de almorzar, como si fuera una premisa inviolable se fueron los dos a la bodega del Tonet. Había tertulia interesante y esto les estimulaba a ambos. Cuéntame cosas de esta Derbi tío. La moto es bien sencilla, eso ya lo he comprobado. En el fondo se trata de un ciclomotor.Pues la historia de esta moto, o de este modelo paleta, también tiene su por qué interesante. ?Interesante lo de los paletas o interesante la moto?. Las dos cosas, ahora te cuento. Espera que nos pongan los bocatas y empiezo. Apareció el camarero con un platillo de olivas y un porrón fresco de vino tinto. Poco después les dejó un par de bocadillos de pan con tomate y jamón. Todo listo para la plática. Mira, la Derbi es esta empresa que tiene la fábrica en Martorelles, eso sí lo sabías ?verdad?.Sí, lo sé de oídas porque nunca he estado en Martorelles. Vamos, que no he visto esta fábrica ni por fuera. Esto es lo de menos ahora. Esta fábrica la puso un tal Simeó Rabasa i Singla que en el a?o 1922, es decir mucho antes de la guerra civil, montó en Mollet del Vallés de Barcelona un taller de bicicletas. Le iba bien y entonces se asoció con su cu?ado que se llamaba Vicen? Solá y cogieron un local más grande montando la empresa “Rabasa y Solá”. Trabajaban bien, pero al final se separaron y es cuando Simeó Rabasa que se queda solo, adquiere la fábrica que hoy tienen en Martorelles. Esto ocurría en el a?o 1931 y entonces se dedicaba solo a las bicicletas. Allí hace de todo con las bicicletas, las fabrica, las arregla, las alquila, en fin, de todo. No sé dónde haría la guerra Simeó Rabasa pero el caso es que cuando esta acaba y ya está Franco, lo hacen alcalde de Mollet del Vallés. Entonces se junta con su hermano Josep y manteniendo todavía la empresa de bicicletas de Martorelles, empiezan a fabricar también chasis para motocicletas para las industrias que se están dedicando a fabricar motos o ciclomotores. O sea, que ellos seguían sin fabricar todavía motos. Así es. Seguían con las bicicletas y construyendo chasis para ciclomotores más que para motocicletas. Fabricaban también otros complementos como horquillas y cosas de esas. Y por eso se animaron para fabricar ellos también sus propias motocicletas.Sí pero no. Espera que te cuente. Resulta que una empresa a la que le están sirviendo material es la moto Guzzi Hispania que está fabricando en Espa?a motocicletas con licencia italiana. ?Licencia italiana?.Sí. Mira, la Guzzi es una empresa italiana que está fabricando motos desde el a?o 1921. Los due?os eran dos pilotos de la aviación italiana que se llamaban Giovanni Ravelli y Giorgio Parodi que se juntaron con un mecánico que se llamaba Carlo Guzzi. Juntos montaron una empresa que llamaron Sociedad Anónima Moto Guzzi por allí cerca de Génova en Italia. Fabricaron una moto con motor monocilíndrico de cuatro tiempos de 500 c.c. con una potencia de ocho caballos que podía alcanzar una velocidad de ochenta kilómetros la hora. En esos a?os era una velocidad que llamaba la atención. Total que consiguieron fabricar diecisiete unidades. Bueno, esto es algo parecido a otras marcas que ya me has explicado. Es que esto es siempre parecido. Salvo alguna cosa curiosa, todo lo demás es siempre más o menos igual. Acabo con la Guzzi, pues prefiero explicarte lo de la Derbi que para eso es espa?ola. Totalmente de acuerdo. La Guzzi poca cosa más. Como todas las empresas de esos a?os participan en carreras y ganan en algunas, eso hace que sigan produciendo y vendiendo. Te puedo hasta facilitar las carreras que ganaron. ?Esto también lo sabes? – le preguntaba algo sorprendido Fernando. En todas las marcas no, pero en la Guzzi sí. Mira, ganaron un total de más de tres mil trescientas carreras oficiales donde se computan ocho campeonatos mundiales, ocho copas de Constructores y once victorias en la Isla de Man. Y ya no te cuento más de la Guzzi, bueno sí, que después de la Segunda Guerra mundial como Italia había quedado tan jodida como Alemania, al no haber pasta se dedican a fabricar motocicletas de 65 c.c. tipo scooter. Esto le crea un enfado con otro fabricante italiano que está haciendo las Lambrettas, que estas sí que las has visto circulando por las calles de Barcelona, y la cosa llegó hasta tal punto, que al final los dos fabricantes se tuvieron que poner de acuerdo para fabricar solo scooter los de Lambretta, y la Guzzi volver a hacer motos normales pero nada de escúter. Pero dejo ya aparcada la historia de la Guzzi.Eso. Sigamos con la Derbi. Lo que te decía antes. La Derbi está fabricando chasis para la Guzzi y a partir de ahí se empiezan a plantear hacer sus propias motocicletas. Esto está ocurriendo en el a?o 1949. Se hacen entonces con un motor de 48 c.c., y como ellos ya fabricaban los chasis, se ponen a dise?ar una motocicleta propia que denominan SRS que son las iniciales del nombre del due?o don Simeó Rabasa i Sangla. Claro, con sus iniciales.Así es. Pero resulta que este ciclomotor, pues en el fondo es lo que es, se empieza a vender muy bien y esto estimula a los dos hermanos Rabasa para preparar ya una moto en condiciones. Compran entonces una Jawa 250 de segunda mano, que es una moto checoslovaca, y empiezan a inspeccionar todos sus complementos. A partir de ahí se ponen a dise?ar una moto ya de 250 c.c. Este modelo con un motor de dos tiempos lo presentan en la Feria de Muestras de Barcelona del a?o 1950 y gustó. Por lo tanto se ponen ya a fabricar este prototipo sin abandonar el primer ciclomotor SRS que se está vendiendo también muy bien. En esta Feria de Muestras es donde deciden poner definitivamente a su fábrica el nombre de Derbi, que significa Derivados de Bicicletas, quizá porque empezaron así, fabricando complementos para otros productores. Mira tú de dónde sale el nombre. Qué cosas. Pues sí. Empiezan a fabricar y vender con gran holgura y se animan también por construir triciclos. O sea que estamos hablando de una empresa que nada tiene que envidiar ni a Montesa, ni a Bultaco, ni a Ossa. Más o menos. Te digo más o menos porque cuando aparece el Seiscientos, también ve bajar sus ventas. Pero Derbi es sagaz y entonces se pone a fabricar solo motos de peque?as cilindradas, se trata de vender barato y con seguridad. Fabrica entonces modelos de 49, 65 y 75 c.c. a los que llaman la Derbi Junior y la Derbi Gran Sport. Bueno, era una solución. Eso imagino que se vendería.Sí se vendía, pero aun así se encontraban con un peque?o o siempre. Esta vez resulta que la legislación espa?ola no obliga a tener carné de moto si esta tiene menos de 49 c.c. Eso sí, tampoco te permite pasar de cuarenta kilómetros la hora y te obliga a llevar pedales como si fuera una bicicleta. ?Y?.Pues eso, que la Derbi saca entonces al mercado lo que llama la Derbi Antorcha de 49 c.c. que sale muy bien de precio y que es precisamente esta moto a la que tú ahora le estás arreglando el tubo de escape. Como resulta una moto barata y de muy bajo mantenimiento, es la motocicleta que se han lanzado a comprar todos los paletas o obreros de donde sea. Vamos, que es una moto al alcance de cualquier trabajador, y por eso se está vendiendo tanto. Vaya vaya con la moto paleta.Ya ves como se enfrentaron al precio de los Seiscientos. Fabricaron un ciclomotor barato y a vender lo que han querido. Mira tú si se ven motos de estas por la calle.Sí que es verdad. Ahora sé que están volviendo a fabricar otra vez algo de 125 c.c., pero no más. Si ya tienen bastante para qué complicarse más. Por ahí van los tiros. Tú ten en cuenta que de Martorelles salen ciento cuarenta ciclomotores cada día, y encima se están exportando por todo el mundo. Para que veas cómo a veces con la cosa más tonta se puede triunfar en esta vida.Ya lo puedes decir ya. Y del cu?ado que se separó de Simeó Rabasa, ese que te he dicho antes que se llamaba Vicen? Solá, también te puedo hablar.Sí si, cuenta, cuenta. Pues mira. Este Solá cuando se separa de Rabasa o de la Derbi, también monta su propia fábrica de motos. Les ha puesto el nombre de Ducson. Está funcionando desde el a?o 1954 pero solo se dedica a ciclomotores de 49 c.c. También va vendiendo, entre otras cosas porque fabrica ciclomotores que pillan hasta los noventa kilómetros hora y esto llama la atención sobre todo a los que les gusta la velocidad. En fin, ya sabes algo más de las motos de Espa?a. Un día te explicaré las muchas empresas que han ido apareciendo desde que acabó la guerra, y que por una cosa u otra han tenido que ir plegando. Eso será estupendo. Pide un par de carajillos que seguimos con la faena. Dejaron la charla y volvieron a sus quehaceres. Aun así por el camino hasta el taller aun seguían comentando. Sobre todo cuando vieron un peque?o ciclomotor que venía sorteando a todos los coches para pararse al final en el semáforo que estaba en rojo.De estos ciclomotores que parecen tan sencillos, si que se ven a patadas. Otra empresa exitosa Fernando. Este ciclomotor es el Vespino que le llaman. Se fabrica en Madrid, concretamente en la empresa que construye esas Vespa escúter que también se ven tanto por ahí. Es la hermana de la Lambreta por hacer una comparación. Pero eso, de Vespa sale Vespino, que es ese ciclomotor que ves ahí parado en el semáforo. Es como decir que es la Vespa peque?a, o la hija de la Vespa, en fin, para que te hagas una idea. Si no cal que sigas tío, que te entiendo. Y ésta porque se ha tenido que parar en el semáforo, que si no sigue. No veas tú cómo venía el ciclomotor ese que parece tan peque?o o tan poca cosa. Esa es la gracia que tienen las motos en la ciudad, que se meten por todas partes. Hasta que les dan un golpe, que entonces se lo piensan. Puede ser, pero mientras no se den ese golpe, la tierra es suya. Eso lo dices tú porque ya has pasado por la experiencia. Menudo tortazo que te diste.Pero yo no iba sorteando coches, que patiné con las vías mojadas del tranvía. Eso contará también el chaval que está en el semáforo si se pega un testarazo, que ya ves lo joven que es. Si, esta motocicleta debe estar pensada para la juventud. Barata y sin complicaciones, y encima ocupando poco espacio.Seguramente esté pensada para eso. Porque generalmente son jóvenes los que conducen estos ciclomotores, pero bueno, eso es normal porque con la cilindrada de esta motocicleta no se necesita carné de conducir, pero también habrá gente de todo tipo. Tampoco es que me haya fijado. Miro ahora a este joven porque estábamos hablando de él. Claro, eso de no necesitar carné anima a la juventud a ir en moto. Aunque sea peque?a no deja de ser una moto en potencia.Bueno, yo estoy liado ahora con un taxi mil quinientos. Tiene la palanca del cambio de marchas al lado del volante. Estos de la Seat se las piensan todas. Tú déjale el tubo de escape listo al paleta y luego por la tarde cuando pleguemos, nos tomamos unas ca?as y hablamos de la Vespino si te parece. Una idea estupenda tío, las dos cosas, las ca?as y la Vespino. Y así transcurrió ese día. El padre de Fernando, don Tomás, seguía con una especie de celo esa buena relación que se esgrimía entre su hijo y su hermano. Es posible que un poco se le hubiera pasado su aversión por las motos, pero ahora esta celosía le volvía a inculcar ese carácter depravado y de pocos amigos que tanto le caracterizaba últimamente. Afortunadamente con su esposa Carmeta, la madre de Fernando, se llevaba bastante bien y en casa todo parecía más sosegado. Ahora con su hija Maribel casada, los deberes estaban depositados en la extra?a atención que Fernando le estaba dedicando a esa novia que se había echado tan lejos de Barcelona. Las perspectivas para una boda entre estos dos personajes producía un atisbo de desconfianza que se agudizaba dentro de los parámetros de una guerra realmente perdida. Pero el amor tiene a veces esas cosas intransigentes, y pretenden ahondar en ellas es generalmente perder el tiempo. Pasó el día y por la tarde finalizada la jornada laboral, tal y como se habían propuesto se encaminaron Fernando y su tío Joan hacia la bodega del Tonet para hacerse unas ca?itas y seguir parlamentando de motos. Esta Vespino que vimos esta ma?ana, aunque no hay que menearse mucho para ver alguna pues las hay a patadas, no te creas que hace mucho que se está fabricando.?Ah, no?. Casi parece como si las hubiera visto toda la vida.No seas exagerado Fernando. Que hay muchas ya lo sé, pero deben llevar fabricadas como mucho un a?o. Vamos, que la primera salió de Vespa el a?o pasado, 1968. Es posible que sea para hacerle la competencia a la Derbi, pero tampoco es el caso. La Vespa ya se vendía muy bien en la época del Seiscientos. ?De cuándo son las Vespas?.Las Vespas son de mucho antes. Concretamente aparecieron por Espa?a en el a?o 1952. Pero antes te haré una descripción de todo cuanto recuerdo de estas Vespas, y luego hablamos si quieres de voy a definir como su hijita la Vespino, pues a fin de cuentas ese nombre de Vespino es como si estuviéramos hablando de una Vespa peque?a. Eso si es verdad. Hablemos pues de la Vespa. De momento solo sé que es italiana y que por lo que cuentas se fabrican también en Espa?a. Así es. Para hablar del origen de la Vespa tendremos que empezar haciéndolo de un tal Rinaldo Piaggio que era un político italiano que montó una fábrica en Pontedera de Italia para fabricar motores de aviación y aviones de combate. Tras la Segunda Guerra mundial este se?or ya ha muerto pero su hijo que se llama Enrico Piaggio se encuentra que esa fábrica ha sido totalmente destrozada por los bombardeos y que Italia está pagando las consecuencias de la pérdida guerra. Por tanto ni hay dinero ni tampoco fábrica. Todo un panorama.Así es. Entonces este Enrico Piaggio empieza a reconstruir la fábrica, pero decide no seguir fabricando aviones. Se le ocurre la idea de ir dise?ando un medio de transporte que resulte barato, cómodo y de fácil mantenimiento. Llama entonces a un tal Corradino d’Ascanio que es un ingeniero aeronáutico, para que le esboce un dise?o de la idea que va persiguiendo. Casi parece que quisiera un avión más que una moto.Tal vez, pero el caso es que le sale bien esta vez. Este tal d’Ascanio le delinea entonces un modelo de moto inspirado un poco en el tren de aterrizaje de un avión. Para ello esboza un prototipo de motocicleta con un motor situado sobre la rueda posterior y que se maneja desde los manillares o mandos de la propia moto. Me he liado con esto – le decía Fernando que no terminaba de entender. Si, mira. Pone el motor sobre la rueda de atrás y entonces acompa?a con un chasis unicorporal prensado con láminas de acero en una carrocería que te cubre las piernas contra la lluvia o el fango y encapucha el motor trasero con una coraza también de acero que lo cubre por completo. Al final tiene una motocicleta con un chasis protector de la suciedad provisto de una base llana para situar las piernas y que la pueden conducir tanto hombres como mujeres.Sí, visto así claro. A la mujer ya no le molesta la falda para subir en la moto, pues ahora no se tiene que aupar a horcajadas. Me parece que se dice así. Tal cual. No se tiene que subir a horcajadas y puede ir sentada tranquilamente sin que le moleste la falda. Los mandos están en el manillar, es decir, desde allí se maneja el freno, el embrague, la dirección, todo. Por eso cuando Enrico Piaggio vio ese dise?o con unos manillares como unas antenas y una parte trasera que parecía como una barriga, se le ocurrió pensar que se parecía a una avispa, y de ahí le pusieron el nombre de Vespa. No está mal esta deducción. ?Esto fue así?.Parece ser que sí. A partir de este dise?o se pone este Enrico Piaggio a fabricar ese tipo de scooter o motocicleta, estamos en el a?o 1946, y empieza a hacer mucha publicidad. Aquí también se lo monta bien pues se dedica a exhibir Vespas conducidas por mujeres, era la mejor prueba que tenía para mostrar el nuevo dise?o que había creado. Construye entonces un primer modelo con un motor de dos tiempos con tres marchas y donde la gasolina va mezclada con el aceite para lubricar el pistón y el cilindro del motor. A este primer modelo se le llamó Vespa 98 porque disponía de un motor de 98 c.c. que con una potencia de tres coma dos caballos te cogía una velocidad de sesenta kilómetros la hora. Tampoco es que corriera tanto.No, no corría mucho pero se vendieron más de dieciocho mil ejemplares. Pero a partir de 1955 ya se fabricaba una Vespa con un motor de 150 c.c. que pillaba los cien kilómetros a la hora. Y eso que en el a?o 1964 volvieron a sacar un nuevo modelo de 50 c.c., pero después ya se lanzaron a por los 125 c.c. que es el que actualmente más se ve. Pero yo tenía entendido que la Vespa se fabricaba también aquí en Espa?a. Y entiendes bien. El tema de cómo llegó la Vespa a fabricarse aquí en Espa?a también tiene una explicación. Resulta que había por Espa?a un se?or llamado Spartaco Boldori Malandri que era el representante de la marca de coches Fiat en Espa?a. Pues bien, este se?or tiene mucha amistad con Enrico Piaggio el inventor de las Vespas y le propone justamente eso, que monte una fábrica de motocicletas en Espa?a. Como cuentan con la colaboración de un consejero delegado del Banco Urquijo e incluso también con la del Instituto Nacional de Industria, el asunto se pone pronto en marcha. Este apoyo y el de otros cuantos colaboradores, consigue que en el a?o 1952 se abra una factoría para fabricar Vespas en la misma Madrid. Aun recuerdo el nombre del primer delegado italiano que aporta Piaggio, se llamaba Lelio Pellegrini, que además me atrevería a jurar que aun sigue por ahí.A veces me sorprendo de la memoria que tienes tío. – le decía muy sorprendido Fernando. Menos mal, porque sino para atender todo lo que pasa por el taller, ya me explicarás tú.Eso es verdad. Aquí en Espa?a Vespa se lo ha montado muy bien. Ha vendido muy bien de precio, ha mantenido siempre la calidad y ya ves que tienen una variedad de concesionarios por todos lados teniendo a su clientela muy bien atendida, así venden lo que venden. Esto es cierto, porque mira que se llegan a ver Vespas circulando.Por eso, porque lo han sabido hacer muy bien. Pero la gracia de Vespa en Espa?a está en el a?o 1968 cuando es aquí precisamente donde se dise?a, fabrica, se vende y se exporta la Vespino que hablábamos antes. Esta motocicleta que también ves por todas partes, es cosecha espa?ola. Todo su montaje, dise?o, todo se hizo aquí en Espa?a. Pues esto tampoco lo sabía. Lo normal es que lo hubieran copiado de Italia. Eso sería lo normal, pero no ha sido así. La Vespino es totalmente de casa nostra. Que además se trata de un ciclomotor bien sencillo. – le a?adía Fernando que se iba animando cada vez más con esta charla.Hombre, pues te puedo explicar. Consta de un motor monocilíndrico de dos tiempos con una cilindrada de 49 c.c. Si un día abres uno de estos motores podrás observar que tiene una válvula rotativa donde el mismo cigüe?al actúa como leva. Pero bueno, eso ahora es lo de menos. Tiene una potencia calculo que de unos dos caballos y esto debe gastar muy poca gasolina. Que hablando de gasolina, el depósito lo lleva bajo el reposapiés entre el motor y la rueda de delante. En fin, una cosa sencilla pero con infinidad de prestaciones. Fíjate que la mayoría de ellas llevan incluso una cesta detrás para portar paquetitos, en definitiva algo bien pensado para desplazarte y sacarle provecho. Si, prestaciones ya tiene este bichico.Y que se está vendiendo por todo el mundo, no creas que solo en Espa?a. Este modelo que parece tan endeble, lo puedes encontrar en Francia, Alemania, Inglaterra, Marruecos e incluso en Chile o Colombia. Ya te digo, se está exportando a todas partes. Hicieron una peque?a pausa tomándose dos nuevas cervezas y fumando tranquilamente. La charla había merecido la pena, pero tenían ganas de continuar la tertulia. Fue precisamente Fernando el que rompió nuevamente el asueto que se estaba prodigando su tío Joan. Y hablando de este tipo de motos, o de escúter tío, ?la Lambretta también se fabrica en Espa?a?.Pues mira, también. También es italiana y también se fabrica en Espa?a. Concretamente en ?ibar, allá en Guipúzcoa por el País Vasco. E imagino que también tendrá su historia. Así es. Lo gracioso de Lambreta es que es una historia muy similar a la de la Vespa y que se produce casualmente en el mismo país y en la misma época. En este caso otro personaje llamado Ferdinando Innocenti está pensando más o menos lo mismo que su homólogo Enrico Piaggio tras finalizar la Segunda Guerra mundial. Este Innocenti es un negociante italiano que se dedicaba antes de la guerra a fabricar tubos para hacer andamios, ya ves tú qué cosas. Pues bien, tiene la fábrica de esos tubos en un pueblo que se llama Lambrate en la provincia de Milán, allá en Italia. A partir de aquí ya vas viendo de dónde procede el nombre de Lambretta. En eso justo estaba pensando tío, parece como si me estuvieras leyendo el pensamiento. Pues bueno, este se?or Innocenti cuando acaba la guerra se pone también a pensar en construir un vehículo popular, barato y fácil de llevar, más o menos como pensaba Enrico Piaggio. Baraja entonces la posibilidad de preparar una escúter con motor de 125 c.c. con una transmisión secundaria por cadena situada en una plataforma original con suspensión delantera. A partir de esta idea dise?a un prototipo similar al de la Vespa, que fabrica y pone a la venta en el a?o 1947 con el nombre de Lambretta 125m.?Y cómo llega a Espa?a?.A Espa?a llega de la mano de un grupo de industriales vascos que ven interesante dedicarse a la fabricación nacional de ese prototipo de moto o escúter. Lo verían algo rentable digo yo. Porque esto está ocurriendo en el a?o 1952 coincidiendo con el despertar de la economía espa?ola, que muchas veces te digo iba dejando atrás los a?os del hambre.Sí que me lo has dicho muchas veces. Pues bueno. En ?ibar abren una fábrica en el a?o 1953 que denominan como la “Sociedad Lambretta Locomociones S.A.” Se ponen a trabajar con la licencia italiana, y en el mes de junio de 1954 presentan en la Feria de Muestras de Barcelona dos modelos ya fabricados allí en ?ibar. Se trata de las Lambretta LD y D italianas, que a las fabricadas en Espa?a las llaman Lambretta A y B. Y al mismo tiempo fabrican también motocarros o triciclos. Y empiezan bien pues en el primer a?o, en ese 1954 ya venden cuatrocientas ochenta y tres unidades. Pero al a?o siguiente ya se van a tres mil ochocientas ochenta y una, y en fin que siguen aumentando su producción vendiendo en 1958 un total de diecisiete mil motos escúter. Entregan las Lambretta a un precio bastante similar al de su competidora la Vespa que ya está fabricando en Madrid. Porque si vas recordando las fechas que te voy citando, podrás comprobar que tanto Vespa como Lambretta, parece que vayan siempre a la par.En eso sí que me estaba fijando. Si me dijeras que me hablas de la misma empresa, hasta me lo creería Bien, a partir de los a?os sesenta empiezan a fabricar lo que definen como la Lambretta U, que es un modelo que sale con un motor de 150 c.c., en este caso también como la Vespa. Si ya te digo, como si estuvieran las dos medidas por el mismo rasero. Los de Lambretta tuvieron tanto éxito con este modelo, que volvieron a fabricar también la versión en motor de 125 c.c. Se calcula que vendieron de estos dos modelos más de cien mil unidades. Ya lo ves, fabricado y vendido todo en Espa?a, aunque también exportaban. Pero solo tienes que ver la cantidad tanto de Vespa como de Lambretta que se ven por allá donde vayas.Se ven muchísimas, es verdad. Y bueno, después también fabricaron el modelo VT, que este ya sale con motor de 175 c.c. y te pilla los cien por hora, que también las habrás visto por ahí. Y poco más te puedo contar de estos dos modelos de escúter.Ya estuvo bien por hoy tío, que estoy muy contento. Eres toda una enciclopedia.Para estos temas sí, para otras cosas mejor me callo.Siempre tan modesto. ?Nos hacemos dos ca?as más para rematar la faena?.Venga. En esa primavera del a?o 1969 Joan Subirachs coincidió con un buen amigo suyo, ingeniero también, que se llamaba Xavier Llull. Juntos habían estudiado la carrera de ingeniería prácticamente en la misma fecha, y juntos también habían estado colaborando en empresas automovilísticas como Hispano-Suiza e incluso Elizalde. Disponían también de las primeras acciones que había vendido la Ford en Espa?a antes de la Guerra Civil cuando se había constituido como Ford Motor Ibérica. Durante la guerra coincidieron los dos también en Francia compartiendo en la fábrica que tenía en París la Hispano-Suiza, y finalizada la guerra se habían vuelto a reencontrar nuevamente en Barcelona manteniendo una amistad que cultivaban con gran acierto. Siempre que surgía algún tema que pudiera revestir cierto interés aprovechaban por hacerse una escapadita como les gustaba decir, que en definitiva consistía básicamente en permitirse una cena entre ambos en algún buen restaurante de la Ciudad Condal, y tomar después unas copas para recordar o compartir nuevas impresiones. En esta ocasión cenaron en un prestigioso restaurante barcelonés que responde por el nombre de “Las Siete Puertas”, que no solo dispone de un comedor con aforo completo permanente, sino que además sus suculentos platos mantienen perfecta concordancia con la historia de este refectorio tan insólito de Barcelona. No en vano esas siete puertas que aluden a ese mítico nombre, dan resplandor a unas pilastras jónicas estriadas que dan cobijo a unas opulentas arcadas bien tapizadas de relieves alegóricos. Todo ello para sostener la casona de un potentado hombre de negocios catalán llamado Josep Xifré, que portando mucho caudal de la perdida perla del Atlántico se permitió edificar allí la mansión que dejó para la historia con su propio nombre como Casa Xifré. Porque fue el mismo Josep Xifré el que dio vida a este prodigioso restaurante “Siete Puertas” que inició su andadura siendo un simple café. Que es verdad que tampoco tuvo nada de simple, pues estuvo revestido ese original café de un lujo solapado para acoger en su seno a la más alta burguesía barcelonesa de los albures del siglo XIX. Con los a?os ese mítico primer café fue cambiando de due?o, y poco a poco se dedicó a servir comidas haciéndose cada vez más popular. Cuenta la historia que su gran popularidad le vino de servir lo que se definía como el Arroz Parellada. Este tipo de arroz era un invento por llamarlo así, de un se?or muy refinado de Barcelona que se llamaba Julio Parellada y que siempre le indicaba a los cocineros que le atendían habitualmente, que a él le sirvieran el arroz con los ingredientes mondados previamente. Es decir, que solicitaba los acompa?amientos limpios de tal manera que el marisco estuviera pelado, la carne deshuesada y los cereales también sacudidos de posibles cáscaras. Este arroz se hizo tan popular por Barcelona, que enseguida llegó a oídos de los nuevos anfitriones del restaurante Siete Puertas, dando todavía mayor prestigio a su establecimiento. Con los a?os el restaurante fue llenando siempre su aforo, y evidentemente esa noche que los dos insignes ingenieros don Joan Subirachs y don Xavier Llull tenían que hablar de sus cosas, la mesa para la cena ya estaba reservada previamente. Fue precisamente el se?or Llull el que se había encargado de esa encomienda. Cuéntame las nuevas buenas Xavier – iniciaba así la tertulia Joan Subirachs mientras tentaba un buen vino blanco fresco sorbiendo con sosiego la copa. He oído fogonazos de que la Ford tiene previsto volver a fabricar en Espa?a.Hombre, esto es una buena noticia. Si sigue la misma línea de siempre de vender barato y con buenos acabados, es un momento muy bueno. Imagino que lo está haciendo por eso. Ahora se está vendiendo mucho coche en Espa?a, y no te voy a contar a ti ahora que la Ford siempre ha estado al pie del ca?ón. Donde sabe que hay ventas, ahí le gusta estar. Ahora hay más competencias por eso.Siempre las hubo Joan, pero sí que es verdad que ahora proliferan bien todas las marcas e incluso muchas están bien establecidas en Espa?a. Solo hay que mirar cómo están trabajando la Renault o la Citr?en por citar a estas dos francesas. Pero bueno, en principio la noticia ya me gusta. ?Hay algo de cierto en todo esto?.De momento solo son campanadas. Pero ya sabes lo que dice el refrán, cuando el río suena agua lleva. Yo lo he oído decir a un directivo de Motor Ibérica, y bueno, en la factoría es un tema que todo el mundo comenta. Pero de cierto, cierto, no sé nada. Nada te puedo decir. Pero aun así, me venía de gusto adelantarte esta noticia. ?Al final qué hiciste con tus acciones?.Me imagino que lo que hizo todo el mundo. Las traspasé a Motor Ibérica y por allí andan. Alguna vez recibo alguna carta, pero como ya no mantengo relación, que están como si no estuvieran. Haces mal. En Motor Ibérica estamos trabajando bastante bien con los camiones Ebro, estamos en una época bastante buena. Algo te tiene que corresponder con tus acciones. Yo me acercaría algún día por allí.La verdad es que no voy porque me da pereza, para qué te voy a decir otra cosa. Y como tampoco es que vaya necesitado, el taller funciona a todo tren, pues eso, que hasta me olvido de mis acciones. Tú mismo. Ya te digo que en Motor Ibérica con los Ebro estamos trabajando bien. Yo sigo con ellos, eso también tú lo sabes. Sí. Y yo no estoy pues por eso, porque el taller me va bien, y además ya me estoy haciendo mayor. Ya se me ha ido quitando esa pasión por estar en todas partes. Antes cuando éramos más jóvenes, pues sí. Que te puedo contar a ti. Nos hemos pateado la Hispano-Suiza, la Elizalde, la Ford, todo lo que había. Todo tampoco. Estábamos solo por la empresa nacional, y la Ford porque fabricaba aquí en Barcelona, que sino tampoco.Igual es verdad. Y estos de la Ford ?qué tienen previsto?. ?Volverán a montar fábrica aquí en Barcelona?. Ten en cuenta que se largaron cuando Franco se les puso borde con lo del INI y después también con el rollo ese de que los catalanes éramos separatistas. Eran otros tiempos. Eso ya se le ha pasado. Sino mira tú la Seat dónde la ha montado.Eso también es verdad. Aunque lo de la Seat tiene una explicación. Es porque tiene la frontera de Europa al lado. Si no, no te extra?e que la hubieran colocado en Madrid. Sí, pero la montaron aquí. Entonces en un momento dado, la Ford también podría estar otra vez en Barcelona. Como ya estuvo una vez, ya conoce bien el percal que se respira por aquí. Cierto, pero ya te digo, yo solo te comento los chismorreos que corren por ahí, pero aun no se sabe nada. Y sí se sabe, de momento nada se dice. Eso sí, los rumores corren. Ya me ha gustado la noticia. Siempre fui un forofo de la Ford, eso nadie me lo discute. Si volvieran, encantado de estar otra vez con ellos. El tema era evidente. Tanto Joan Subirachs como Xavier Llull habían sido colaboradores de la Ford cuando estuvo instalada en Barcelona antes de la Guerra Civil y eran asimismo accionistas. Estas acciones las vendió Ford cuando ya llevaba dos o tres a?os fabricando sus coches en Barcelona, y la dictadura entonces del general Primo de Rivera exigía que los complementos de los automóviles fueran de fabricación nacional. Entonces la Ford para dar muestras de colaboración con las intenciones del dictador, amplió capital incluyendo dentro de sus accionistas a gente espa?ola deseosa de colaborar con una empresa de patente americana. Fue entonces cuando fundó lo que se definió como Ford Motor Ibérica. Pasada la Guerra Civil la Ford intentó poner de nuevo en funcionamiento su fábrica de Barcelona, pero las condiciones económicas de la posguerra complicaban mucho las cosas tanto para fabricar como para vender. A partir de aquí intentó llegar a un acuerdo con el nuevo gobierno del general Franco para mirar de fabricar por lo menos tractores o camiones, con el fin de colaborar en presentar vehículos dispuestos para una más rápida o eficaz recuperación económica. Al gobierno de Franco no le desagrada esta posibilidad, pero es entonces cuando dentro de un sistema totalmente autárquico por controlar todo desde el gobierno, crean lo que se define como el Instituto Nacional de Industria, el INI, cuya intención es hacerse con todo el control de la economía nacional provenga de dónde provenga. Esto no gusta a los de la Ford que no están dispuestos a perder su independencia financiera con todos sus productos, algo que contrasta por supuesto con las intenciones de los franquistas que no están tampoco muy dados a compartir nada con una multinacional precisamente americana. Al final presenta a concurso el gobierno una opción para poder fabricar por lo menos tractores. La Ford como última instancia se presenta y gana esa alternativa, pero después viendo que el INI seguía queriéndolo controlar todo, se separa definitivamente de Espa?a dejando sus acciones e incluso su volumen técnico a su propia empresa Ford Motor Ibérica, que pasará a llamarse desde entonces Motor Ibérica a secas. Desde la sombra, Ford sigue ayudando un poco a esa nueva Motor Ibérica a auparse, y es por eso que tanto tractores como camiones salen construidos bajo las bases de los mismos modelos que está la Ford fabricando por Inglaterra y otros sitios. Como quiera que el modelo Ford se denomina Thames haciendo alusión al popular río inglés llamado Támesis, el gobierno de Espa?a bautiza a esos nuevos vehículos que están saliendo de la fábrica de Motor Ibérica, como Ebro, haciendo alusión en este caso al también mítico río espa?ol. Al final la Ford abandonó por completo Motor Ibérica y desapareció para siempre de Espa?a. Ahora, en esos finales de los a?os sesenta, por lo visto se estaban abriendo nuevamente las negociaciones con el gobierno de Espa?a que seguía dirigiendo el dictador Francisco Franco, probablemente con la intención de volver a montar fábrica en Espa?a, pero de momento nada se sabía. En cuanto al colega de Joan Subirachs, Xavier Llull, había permanecido desde siempre en Motor Ibérica, y allí se ganaba la vida como ingeniero técnico. También por su parte y a través de algunas buenas relaciones que tenía con algún consejero del Instituto Nacional de Industria, colaboraba con la exitosa Seat, es decir que era una persona que se estaba ganando muy bien la vida. Posiblemente demasiado bien, perge?aba algunas veces Joan Subirachs, que no en vano veía y comprobaba el holgado tren de vida que llevaba su amigo, pero como él tampoco iba necesitado de nada, aparte de que también en su momento había abandonado su colaboración como ingeniero en ninguna empresa automovilística, consideraba más prudente no preguntar nada y se limitaba a disfrutar de la amistad de su buen amigo, que para eso era pretérita. Chico, como he disfrutado de esta merluza con salsa romesco. Me encanta cómo sirven el pescado en este restaurante. Tú porque no saboreas la buena cocina. Mira que pedirte en un lugar como este una butifarra con setas. Lo mismo me da Xavier. Me es igual lo que como. Todo me viene bien. No tengo nunca debilidad por pedir nada especial. Siempre hago como hoy, pido lo que me viene de gusto y tan contento. Bueno, tampoco te digo nada. Eso sí, nos vamos a tomar unas copas. Por descontado. ?Qué vais a hacer este verano?. – le preguntaba entonces Xavier. Este verano tengo previsto precisamente cerrar el taller el mes de agosto completo y nos vamos a ir todos juntos de vacaciones. Eso está bien, disfrutar con la familia. Así es. Y cierro en agosto porque es la primera vez que lo voy a hacer. Hasta ahora nos dividíamos medio mes mi hermano y yo, pero este a?o cierro por completo. Es una tontería quedarse en Barcelona un mes en que se queda la ciudad totalmente vacía.Eso por descontado. Aquí en Barcelona en agosto no se queda ni un alma. Todo cierra. Fábricas, talleres, tiendas, aquí no se queda nadie. Por no haber no hay ni taxis. Algún autobús o tranvía porque tienen que estar siempre. Quedarse en Barcelona en agosto es perder el tiempo y el dinero. Y para perder el dinero aquí, mejor pateárselo por ahí. Eso mismo pienso yo. Así que este a?o cierro el taller en agosto a cal y canto. Había pensado pasar el mes por la Costa Brava. Un poco de playa siempre viene bien. Buena idea. ?Qué iréis de hotel o buscaréis alguna casita para estar todos juntos?.Pues aun no lo sé. Un hotel resulta más cómodo porque te lo encuentras todo hecho, pero en una casita como que tienes más intimidad. Eso es verdad. Un hotel te lo pone todo, eso es cierto. Pero estás más controlado. Es como si vigilaran tus entradas, tus salidas, todo. Mal asunto. En una casa haces lo que te da la gana. Que me lo digan a mí, que tú ya sabes que tengo esa casita en Lloret de Mar y muchas veces me escapo allí con mi Pancracia para huir de la ciudad. Pero tú ya tienes una casita en la playa, yo no tengo nada. Aunque bueno, eso se busca y se alquila. Algo que esté cerquita de la playa, y ala, el chapuzón y para casa. Yo no te lo aconsejaría. La playa es para estar un rato, darse un chapuzón y largarse. Pero vivir cerca de la playa no es para nada aconsejable. Y menos por la Costa Brava con la cantidad de turistas que hay por allí. Por la noche imposible dormir y durante el día, que quieres que te diga, tener la playa delante no sirve tampoco para nada. Mejor un poco alejado, en el monte, con tu barbacoa, tu hamaca o a tumbarse debajo de un pino a la sopa boba. Eso sí que es vivir. Y más tú que tiras de buen coche. Te bajas a la playa, te pegas un ba?o y después al coche, a disfrutar de la tranquilidad que te da la monta?a. Naturaleza pura. No sé todavía lo que haremos. Me tengo que espabilar un poco pues el mes que viene ya estamos en agosto. Quédate mi casa si quieres. Yo no estaré por aquí en todo el verano.?Tú casa?. ?Me estás diciendo que coja tu casa durante todo el mes de agosto?. Entonces ?tú qué?.Yo no estaré por aquí en todo el mes de agosto. Me voy con mi mujer a Torremolinos. Allí sí que hay fiesta. Y las suecas, no quieras saber tú como están las suecas. Y además en bikini, que allí en Torremolinos van todas en bikini. Allí hay carne suficiente para ver. Toda la que quieras. Pero ?te deja tu mujer?. Mi mujer es pan comido. Ella se junta con sus amigas y yo con los amigos. Cada uno en su sitio. Los chicos con los chicos, las chicas con las chicas. Mi mujer se lo pasa estupendamente todo el día de picos pardos con sus amigas, y a mí me deja hacer. Siempre lo hemos hecho igual, para eso llevamos treinta y tres a?os casados, que se dice pronto. Si a esas alturas tuviéramos que desconfiar el uno del otro, ya me explicarás. Bueno, visto así. Casi me habías asustado. Como me hablas así de las suecas.Es que es verdad Joan. ?Tú sabes lo qué es ver a las mujeres en bikini?. Todas destapaditas ellas, ense?ando todo lo visto y por ver. Todo un espectáculo Joan. Casi me dan ganas de decirte que no cojas mi casa y te vengas conmigo a Torremolinos. No, no. Por lo menos este a?o no. Ya tengo hablado en mi casa que nos vamos a ir todos a la Costa Brava, pero otro a?o no te digo que no. Pues espabila Joan, que ya nos vamos volviendo un poco carcamales. Mira yo, este a?o ya hago los sesenta y cuatro tacos. Como corre el tiempo.Pues igual que yo. Soy del mil novecientos cinco, pues calcula. Calcular nada, que yo soy del mismo a?o. Ahora con estos sesenta y cuatro tacos si no veo a las titis casi en pelotas, ya me explicarás cuándo lo voy a hacer. Y si puedo tocar mejor, que tampoco te creas que es tan fácil. Y no porque sean estrechas, que de eso no tienen nada, pero claro, los jóvenes ahí nos ganan la partida. Ay, juventud divino tesoro. Pero en fin. Bueno a lo que íbamos. ?te apetece quedarte en mi casa?. No es que sea excesivamente grande pero para vosotros cuatro ya hay suficiente. Tiene tres habitaciones, una para tu hermano y tu cu?ada, otra para tu sobrino y otra para ti. Si parece hecho a medida. Y aun hay una habitación peque?a en la parte de atrás, mira, esa para la criada. Ya que os vais todo el mes os la podíais llevar también a ella. Que se ba?e en la playa la pobre mujer. ?no te parece?.Esto ya me convence un poco más. Es verdad esto de llevarnos a la criada. A fin de cuentas que tontería dejarla un mes sola en Barcelona. Que venga y disfrute con todos nosotros de la playa y de lo que sea. A fin de cuentas ella también se merece unas vacaciones. Pues aquí tienes las llaves. Ya las traía preparadas pues quería hablarte de esto. Coge las llaves y disfruta del mes de agosto, que yo ya te escribiré desde Torremolinos. Eso si tienes tiempo. Eso. De esta manera tan peculiar, toda la familia Subirachs pasó sus vacaciones de ese mes de agosto de 1969 disfrutando de la Costa Brava en las playas de Lloret de Mar. Todos tampoco, pues Maribel se quedó con su marido el militar Félix, ya que después de casada participaba poco de la vida familiar con sus padres. La casa de Xavier Llull se encontraba a unos tres kilómetros de Lloret de Mar tomando la carretera estrecha que iba hasta Tossa de Mar. En un meandro lindante con la carretera, un letrero rezaba la frase de Coto Privado de Caza, y por allí entró Joan conduciendo su Mercedes acompa?ado de toda su familia y también de la criada la se?ora Marieta. Por un camino de tierra limpio de toda piedra, al que solo le faltaba estar asfaltado, llegaron hasta una casita preciosa de madera que se distinguía en un peque?o calvero que ofrecía un bosque bien henchido de robles. Una cerca también toda ella de troncos de madera, marcaba los lindes de lo que constituía una casita para pasar allí los fines de semana, o como correspondía ahora a la familia Subirachs, permanecer allí durante todo el mes de agosto. Por dentro también se respiraba madera por todas partes. Era como la representación de una arboleda api?ada en todas sus esquinas. Incluso el suelo lucía un precioso parquet de madera oscura estriada, representando unos dibujos que simbolizaban una especie de colmenas en pleno rendimiento como si se tratara de una apicultura flotante. Una chimenea apagada daba contexto a una sala atestada de sofás en todas las posiciones, pero pulcramente colocados, es decir, no se detonaba para nada el desorden, simplemente la complejidad. Una biblioteca con cuatro libros bien colocados hacían parodia con unas figurillas de porcelana en las que parecía que se abstuviera de pasar el polvo. En general reinaba un orden y limpieza sublimar, nada propio de una casa que en teoría estaba siempre abandonada. Lo mismo ocurría en las habitaciones, todas ellas con sus camas hechas y sin una mota de polvo por ningún lado. Daba la sensación casi de que allí estuviera viviendo alguien, solo el silencio descomunal que se apercibía en toda la estancia rompía ese elenco de presunción. Allí se instaló toda la familia participando por un momento de un insomnio de película presentada en cualquier sala de las de arte y ensayo. Había sido una buena decisión, consideraba en este caso el anfitrión que representaba en ese momento ser Joan Subirachs. Salieron todos fuera y miraron en la parte de detrás. Una preciosa barbacoa que solicitaba le?a y lumbre al instante, destacaba en un recodo injurioso que abría las ganas de comer. Una mesa bien grande también de madera a troncos, hacia juego pomposo con dos bancadas que la protegían a ambos costados. Y en un cuartucho que observaba con mirada torva y algo despistada, se guardaban unas latas de conserva y cerillas para la le?a. Todo preparado para darse un buen bacanal de bienvenida. Qué maravilla tío – le espetaba bastante emocionado Fernando. – Solo faltaba que también hubiera tenido una piscina. Muchas películas ves tú Fernando. Para agua ya tenemos la playa, que la tenemos de aquí en cinco minutos. Es cierto. ?Pero esto qué será?. A la entrada ponía coto de caza. Pues será eso. Un coto de caza. Aquí solo dispone de casa la gente muy ricachona. ?Y tan ricachón es ese amigo tuyo?.Debe de serlo. Yo tampoco lo sé. De hecho ni me importa. Está metido en la Seat y en Motor Ibérica, de ahí saca buen jornal, eso sin contar las acciones que pueda tener. A partir de ahí qué más hace. Pues no lo sé, pero que vive como quiere, eso sí que lo sé. Con solo decirte que se ha ido de vacaciones con su mujer a Torremolinos, para que te voy a explicar más. Y encima esta casa. Pero bueno, es amigo mío y eso es lo que cuenta. No, si solo era por preguntarte. A mí también me es igual lo que hagan los demás. Eso sí, podríamos mirar nosotros de comprar un día una casa como esta. No te digo que no. Aunque tampoco te pienses que va conmigo tener una casa por ahí. Para venir solo un fin de semana, eso si vienes, pues no le veo tampoco la gracia. Un gasto inútil, porque esto también hay que atenderlo y limpiarlo, en fin, como si fuera una casa normal. Que por cierto que esta la he encontrado muy limpia para no haber nadie. Eso porque seguro que hay alguien que se la viene a limpiar.Seguramente. Comprenderás eso ni se me ocurrió preguntárselo. Además nosotros ya nos hemos traído a Marieta, por lo tanto el servicio lo tenemos asegurado. Ahora, que si aparecen por aquí los que limpian esta casa, lo mismo les digo que se hagan cargo y le damos fiesta total a Marieta, que a fin de cuentas también se merece unas vacaciones como Dios manda. Totalmente de acuerdo. Fue un mes de lo más solazado e incluso zalamero. Disfrutar de la playa siempre se agradece. Eso incluso a los que son de costa como era el caso de la familia Subirachs, que no les faltaba para nada la presencia del mar en una ciudad como Barcelona. Pero aun así no es lo mismo disponer de la playa, que poder disfrutar de ella. Todos los días subían todos en el Mercedes de Joan y se iban a complacerse de las costas salvajes de Lloret de Mar. Y las he citado como salvajes, pues esta población costera catalana además de alborozar sus playas con una arena mostrenca presta para sacudir poco, disponía asimismo de infinidad de calas abruptas disimuladas en las vertientes de sus pedregosas monta?as, que daban todavía mayor esplendor al júbilo veraniego que por allí se deleitaba. La caza de cangrejos e incluso peque?os pececillos se convertía en premisa indispensable cada día playero, en un reto con la propia naturaleza que es capaz de mostrar sus versiones más altaneras en esas preciosas costas obtusas que te ofrece la Costa Brava catalana. Introducirte en sus aguas generalmente algo frescas en esos abochornados veranos, te da sensación de manumisión e independencia a la que das dos brazadas de nado, que a la que te das cuenta te impiden hacer pie por ningún lado y debatirte con unas corrientes revoltosas que te provocan esa inquina que nos pone primorosos a todos los humanos. No faltó nunca de nada. No había apero playero que no convulsionara con total severidad el apego de esos días vacacionales. Sombrillas, esterillas y sillas plegables. Colchonetas y flotadores, raquetas, paletas, redes o pelotitas para jugar. Cubos y artilugios de plástico como si hubiera ni?os peque?os por medio. De nada faltaba en todas las salidas, como también dieron cuenta del alquiler de patines de pedales para surcar aquellos mares como auténticos filibusteros. Imprescindibles cada día la nevera bien repleta de hielo y la tortilla de patatas para capitular con la arena barrechada satisfaciendo las andorgas exigentes de media ma?ana. No faltó de nada en esas vacaciones únicamente estorbadas impunemente por alguna lluvia inoportuna de verano o las visitas a misa los domingos y festivos. La única salvedad que se produjo en ese prodigioso mes de agosto de 1969, fue una convulsión que notó en el pecho Carmeta, la madre de Fernando. Un fuerte espasmo punzante sacudió su seno espantando a todos por llamar al médico. Pero como quiera que el dolor pasó, todo quedó como algo pasajero posiblemente producto de tomar el sol tanto rato a la intemperie. ?Pero en realidad qué te ha pasado cari?o? – le preguntaba asustado su esposo. No lo sé Tomás. Ha sido como un pinchazo muy fuerte aquí en el pecho, y después como si me costara respirar. Pero cuando me he echado para atrás en la cama, que todo se me ha pasado. Creo que solo ha sido un susto. No me gustan para nada los sustos. Casi mejor que te viera un médico. ?Para qué?. Si ya se me ha pasado. Solo ha sido un sobresalto. Esto debe ser por estar tanto rato tomando el sol. Seguro que se me habrá quemado la piel que además se me está cayendo, no lo sé. O cualquier cosa cari?o. Un mal gesto o igual porque he estado haciendo mucho la burra con el patín por el agua. Si me vuelve a doler, ya llamáremos al médico. Ahora no cal. Además no creo que haya ninguno. En este mes está todo el mundo de vacaciones. Bueno, tú controla, que si tenemos que llamar a un médico hasta lo vamos a buscar dónde sea. Vale. Apareció una noche un guardia forestal. ?nicamente saludo con educación y preguntó si iba todo bien. En ese semicírculo de terreno acotado daba la impresión de que todo el mundo se conociera. Nos llamó la atención que esta casa estuviera dentro de un terreno reservado para la caza. – le comentaba Joan Subirachs. Todo esto esta acotado justo para eso, para cazar. Lo que pasa es que esto es muy grande. Hay espacios para cazar y después está todo lo que voltea al coto, que es donde tienen sus casas los se?ores. Esta por ejemplo que están ocupando ustedes. Como esta hay varias a la redonda, pero todas fuera del espacio reservado para la caza. Mejor que así sea. Imagínese usted que se escapara por aquí un tiro. Eso es prácticamente imposible. Esto es muy grande. Usted sube toda la monta?a arriba – le se?alaba con el dedo – y todo eso pertenece a este coto. Por allí que se ven más frondosos los bosques, es por donde van a cazar cuando se juntan los se?ores. Normalmente van a por el jabalí aunque alguna vez también han cazado algún zorro e incluso conejos. Pero por eso tranquilo, que todo lo hacen fuera del radio de las casas, pues a fin de cuentas son sus casas. Muy tontos tendrían que ser. ?Ustedes están a gusto por eso?.Muy a gusto que estamos, esta es la verdad. No sería mala idea hacerse con una casa de estas en este mismo coto. Eso lo tiene que hablar usted con el se?or Llull. Pero no hay ninguna casa en venta, porque claro, para comprar aquí tendría que ser con una de las que hay, y que yo sepa, de los se?ores que vienen por aquí ninguno tiene su casa en venta. Y no es que vengan mucho, alguno para mí que solo viene cuando hay caza, que si no, ni eso. Pero no venden. Aquí hay gente de mucho dinero sabe usted. – le hacía la triqui?uela del money con los dedos. Imagino que hay dinero. Más que nada por lo bien conservado que está todo. Pero bueno, yo se lo decía por preguntar algo. No sé hasta qué punto veo yo interesante tener una casa fuera de Barcelona. Pues no sé qué decirle, pero por lo que tengo entendido por esta zona parece ser que se quieren vender terrenos o parcelas me parece que les llama, por toda una impresionante loma que hay justo detrás de ese montículo que ve usted allí encima – le volvía a se?alar con el dedo. ?Una loma?, ?un terreno?, no entiendo lo que me quiere explicar. Yo tampoco sé decírselo muy bien, pero se ve que están preparando mucho trozo de monte para venderlo en trozos peque?os. Se lo digo porque están haciendo como unos caminos o calles así con muchas curvas, pero que dejan los terrenos como separados para venderlos por trozos. Algo así me han explicado. Pero vender terrenos ?para qué?. Pues será para eso que me decía usted. Para la gente que quiera un terreno fuera de los cotos, y bueno, después hacerse una casa allí si quieren. Me cuesta entenderlo. Entonces ?cómo lo harán?. ?separarán con alambradas un terreno de otro?. Porque yo no veo bien cómo se puede distinguir eso de que trozo es tuyo o cual del otro. Ya le digo que no lo sé muy bien. Allí se están abriendo calles como si se quisiera hacer una ciudad. Se ponen alcantarillas y todo, y los postes de electricidad. Ya le digo que es como si fuera una ciudad nueva, pero lo que hacen es dividir los terrenos en parcelas peque?as y venderlas. Después el que lo compre ya hará lo que le dé la gana con la tierra que haya comprado. Me tendrá que disculpar, pero es la primera noticia que tengo de que la tierra se venda. Y mucho menos pensar que la gente se pueda gastar los dineros por una porción de monte. Aun si tuvieran una casa lo comprendería, pero un trozo de tierra, cuesta de entender. No, no se hacen casas. Allí solo se quiere vender la tierra. La casa después si la quiere poner el que compre la tierra, se la pagará él si la quiere. Ya le digo que no lo entiendo. Usted se va a Torremolinos, que es precisamente donde está el se?or Llull, y allí te venden un chalet, o no sé, una casa o algo que se pueda tocar, pero un trozo de tierra así sin más, no sé qué decirle. Se ve que viene mucha gente de Barcelona que alquila casas por aquí por Lloret, gente como usted que se la alquilado al se?or Llull. A ver un momento que yo no he alquilado ninguna casa. Dispongo de esta casa por ofrecimiento del se?or Llull que es un colega mío de trabajo.Perdone, pero yo pensaba que usted la había alquilado. Pero aun así créame, cada vez hay más gente de Barcelona que viene a Lloret y alquila casas de campo o en la playa para pasar las vacaciones y a veces solo para los fines de semana. Esto se ve que ha despertado el ingenio de unas personas que han pensado en vender tierras. Son unas tierras que no se usan ni para el cultivo ni para nada. Ni siquiera para que vayan allí a pastar las ovejas. Son trozos muy grandes de monta?as que están ahí solo porque lo puso Dios allí, pero que no se utilizan para nada. Pues ahora esas tierras que no sirven para nada, se ve que las quieren vender a trozos para eso, para que los de Barcelona se puedan construir allí su casa y no la tengan que alquilar. Hombre, la idea desde un punto de vista comercial no es mala, pero eso sí, yo me sigo preguntando quien va a pagar nada por un trozo de tierra que además está perdida allí en el monte. Yo tampoco lo sé, pero ya le digo que todo esto se está preparando. En fin, ya veremos qué pasa. Yo en principio ni quiero para nada un trozo de tierra inservible, ni tampoco me apetece salir de Barcelona. Cuando salgo voy de hotel, o en este caso como se me ha ofrecido mi amigo Xavier, pues estoy ocupando su casa. Y ya que está usted aquí, ?le apetece una cerveza fresquita?. No le diré que no. Muchas gracias se?or…Joan Subirachs – y le tendió por fin la mano. Un día que amenazaba lluvia aprovechó don Joan Subirachs para llamar a su sobrino Fernando e irse a dar un volteo con el coche por esos terrenos que le había explicado el guardia forestal se querían poner en venta. Cogieron una carretera que indicaba iba hasta un pueblo que se llamaba Vidreres. No tuvieron que avanzar en exceso, enseguida se toparon con una pandilla de trabajadores aplanando calles y una serie de camiones descargando postes de electricidad y una especie de mojones numerados que se distribuían para enmarcar esas parcelas que citaba el guardia forestal. Entraron para chafardear un poco y enseguida se vieron envueltos en una serie de caminos y vericuetos que parecía no te llevaban a ninguna parte. Hasta tal punto estuvieron rotando que llegaron a perderse. Lo cierto es que les costó salir del laberinto en que se habían metido. Allí no había indicadores de ningún tipo, únicamente una sucesión serpenteante de calles abiertas sin respetan una sola línea longitudinal, que te llevaban de un sitio a otro sin encontrar ningún punto de referencia para poder situarte. Menudo jaleo de caminos que han abierto por aquí tío. – le decía bastante agotado Fernando. Ya lo ves. Que he conseguido perderme por todos estos caminos. No tengo ni idea de dónde estamos ni cómo podemos salir de aquí. Coge cualquier calle sin soltarla, a algún lado nos llevará. Eso pensaba yo también, pero ya lo ves, una calle nos lleva a la otra y después qué, ?a la izquierda o a la derecha?. Yo lo veo todo igual. Si por lo menos hubiera un río.?Y para que quieres un río ahora? – le preguntaba extra?ado Fernando.Tú nunca has oído decir que si te pierdes en el monte solo tienes que seguir un río para adelante que seguro te llevará a alguna zona habitada. No lo había oído decir nunca, pero ahora que lo pienso sí que es verdad. La gente siempre se agrupa al lado de los ríos. Se agrupa al lado de los ríos en todas partes menos aquí. Aquí por lo visto quieren vender estas tierras por trozos y el agua imagino que llegará por tuberías como en las ciudades. Porque yo río no veo ninguno, como tampoco veo ninguna salida, que con la tontería ya me estoy cabreando. Tranquilo tío, que por algún lado saldremos. Tuvieron al final suerte. Apareció un coche de estos que llevan en el techo una sirena de esas de color amarillo. Le faltó tiempo a Joan Subirachs para tocar con impaciencia el claxon para llamar la atención de aquel liberador. ?Qué están haciendo ustedes por aquí? – fue todo lo que les preguntó.Pues que quiere que le digamos. Hemos simplemente venido a echar un vistazo a todo esto que no sabemos de qué va. Y para serle sinceros, nos hemos perdido. Esto es más grande de lo que parece. Aquí hay mucha hectárea de terreno. Pero todo esto no deja de ser una propiedad privada. ?Una propiedad privada dentro del monte?. Cuesta de creerlo. Podrían haber puesto ustedes un cartel a la entrada que pusiera coto o algo así. Y lo hay,. Se anuncia bien claramente que esto es una urbanización. ?Una urbanización?. Es la primera vez que oigo esta palabra, y mucho menos en medio de un monte. Yo les explico. Todo esto que ustedes ven, tiene un propietario. ?Hasta aquí me siguen?. Sí, sí. Todo esto es de alguien en privado.Más o menos. Estas tierras pertenecen a una familia que por herencias es de ellos. El caso es que como no les sirve para nada, ahora lo quieren vender. ?Y quién va a comprar una monta?a? – preguntaba algo escéptico don Joan.En principio nadie. No hay nadie dispuesto a comprar un trozo de monta?a. Pero si esta monta?a la dividimos en trocitos peque?os de terreno bien se?alizados, entonces se puede ir vendiendo poco a poco y eso es lo que estamos preparando. Discúlpeme pero esto es todo nuevo para mí.Para usted y para muchísima gente. Pero la idea es ir vendiendo la monta?a por trocitos peque?os donde el comprador se pueda construir una casa, hacerse un huerto y hacer lo que quiera, dentro de su terreno evidentemente. O sea dentro de su trozo de terreno. Ahora voy entendiendo un poco. Pero eso que usted explica es como comprarse una cárcel en mitad de la monta?a. Tampoco es esa la idea. Es verdad que el terreno que se compra parece como un calabozo. Que de hecho es como una celda, o como un piso si lo prefiere. Pero es un piso al aire libre con las mismas prestaciones que en la ciudad pero dentro del monte. Por eso estamos equipando todo con calles, tuberías, alcantarillado y todo lo que se necesita en un piso, pero puesto en la monta?a. ?Va captando ahora la idea?.Un poco sí. Pero entonces comprar un trozo de terreno, hacerte una casa ?y ya está?. Todo lo demás que lleva vivir tranquilo ?dónde está?. Esto son los equipamientos que también están en marcha. La urbanización que es como se le llama a todo este complejo, dispondrá de supermercados, bares, escuela, centro médico, autobús, en fin, de todo como si fuera una ciudad, solo que la gente en vez de estar en un piso, estará en su casa en el monte. Es decir, aquí no habrá por ejemplo ascensores. – sonreía ahora por fin después de haber hecho esta ligera broma. ?Y usted cree que todo esto se venderá?. ?Qué la gente se gastará su dinero en comprar un trozo de terreno así como así?. Hombre, yo creo que sí. Por lo menos en eso estamos. Aquí se está haciendo una gran inversión, si se hace es porque algo se espera sacar. Es novedad esto de preparar parcelas de terreno para venderlas, pero las estadísticas indican claramente que hay mucha gente por ejemplo en Barcelona, que ansía tener una segunda residencia, en este caso en el monte. Además esto es algo que ya se está haciendo en algunos países de Europa, y también un poco por Espa?a en las zonas turísticas. Y ha de tener en cuenta que Lloret de Mar tiene cada vez más turismo. Por tanto las cuentas no tienen porque fallar. También están en los cómputos de gastos realizar un poco de publicidad. Le digo algo que ya le dije antes al guardia forestal que me informó de todo esto, que desde un punto de vista comercial no lo veo una mala idea. Ahora que le repito que es algo que todavía se desconoce. Se desconoce porque es novedad. Pero ya verá usted como todos estos terrenos se venden. Llevará su tiempo, esto también es cierto, pero poco a poco se irá vendiendo todo. Y en un trozo grande de monta?a como es este, aunque no lo parezca se puede mover mucho dinero. Sí, eso imagino que sí. ?No será usted el due?o de todo esto?.No. Yo solo soy el ingeniero.?Ingeniero de qué? – le preguntaba ahora Joan, le habían tocado el punto febril. De canales y puertos. Soy el que se encarga de todo el equipamiento de esta urbanización. Ah, disculpe. Es que nosotros también somos ingenieros, en este caso mecánicos, por eso no entendíamos. Celebro que también sean ingenieros. A partir de ahora ya les puedo tratar como colegas. Esta prodigalidad profesional permitió eliminar más tensiones e incluso explicaciones. Aquel ingeniero se ofreció para sacarles de aquel atolladero de caminos ensortijados, y volvieron para la casita que estaban ocupando durante estas vacaciones hablando con cierta inclemencia de todo ese tema que tan desconcertados les tenía. El mundo cambia por todos lados Fernando. – le iba explicando a su sobrino en el viaje de vuelta. – Fíjate que ahora hasta las monta?as se venden. Hemos entrado en una dinámica capitalista donde todo tiene un precio y a todo se le puede sacar provecho.Al final venderán hasta las playas. – le decía entonces Fernando.Pues no te extra?e. Aquí el que tiene olfato para hacer dinero, yo no sé por dónde se mueve, pero si quiere lo consigue.Vender las monta?as es algo que realmente resulta insólito. Todavía no tengo ni idea de lo que te pueden cobrar por comprar un trozo de tierra. Que además después te lo tendrás que enmarcar bien, pues la monta?a es libre y si ahora un trozo es tuyo, pues en teoría por ahí no podrá pasar nadie.Serán como peque?os cotos. No de caza pero sí de propiedad. Ya has visto que este ingeniero ha empezado diciéndonos que esto es una propiedad privada. Una Urbanización ha dicho que se llama. Si es privado ya no lo puede patear todo el mundo.Pues si nos quitan la libertad de patearnos también los montes, no sé dónde iremos a parar. Ni yo tampoco. Las vacaciones acabaron. Recogieron todos los bártulos y se volvieron para su casa en Barcelona. Al abrir la puerta del taller, este se quedó totalmente desbordado para atender tanto coche como apareció por allí. Motos también. Llegó un momento en que Fernando necesitó de dos operarios para atender tanta motocicleta como pasaba por aquel taller. Como siempre, intentaba subyugar la oposición de su padre, pero para entonces ya era tarde. Habían pasado un fantástico mes de agosto y la reparación de motos estaba produciendo una buena facturación en las cuentas comerciales de aquel emporio. Aquí como siempre era decisiva la última palabra que la tenía tío Joan haciendo callar a su hermano Tomás. Era bien cierto que como buenos hermanos eran ambos propietarios de aquel obrador, pero al final la voz cantante siempre la seguía tutelando tío Joan. Entre las motos, había principalmente muchos ciclomotores de peque?a cilindrada. Demasiada ca?a en los meses veraniegos. Generalmente reparaciones de poca importancia. De cara al taller poco rendimiento. Reparación rápida y de bajo costo. Pero Fernando las atendía a todas por igual. Se había impuesto la meta de dedicarse a la moto, había trabajado mucho para conseguirlo y ahora era momento para disfrutar de sus logros. De vez en cuando también siempre aparecía alguna sorpresa. Ocurrió a los tres días de reanudadas las faenas laborales. Apareció un joven de unos veinte y pocos a?os con una moto pintada de negro realmente sorprendente. Se trataba de una Sanglas 400 que parecía bastante nueva. Un fallo por determinar le tenía semi bloqueada la rueda delantera. Posiblemente una rotura en los amortiguadores hidráulicos que portaba, abrían afectado a los topes de fin de carrera. Era un problema de la suspensión telescópica que guiaba esa moto. Fernando se animó con este tipo de avería, pues no en vano era novedad para él. Estaba tan entusiasmado con la decisión que había tomado de dedicarse de pleno a las motocicletas, que cualquier improvisación que aconteciera por complicada que pareciera, le daba ese estimulo de superación que producen los retos ególatras de cualquier persona con ganas de superación. Mira que preciosidad de moto tío – le decía con gran elocuencia Fernando a su tío Joan mostrándole aquella motocicleta que revestía pundonor por donde se la mirara. Una Sanglas, precioso ejemplar – corroboraba su tío examinando el motor. Esto siempre solía hacerlo ante cualquier vehículo, era como una perspicacia bien madurada. Si, una Sanglas es. ?También sabes cosas de estas motos?.Hombre, de la Sanglas sí que conozco, además bastante. Con solo decirte que se fabricaban bien cerca de aquí, poco más podría decirte.?Bien cerca de aquí dices? – le preguntaba algo perplejo Fernando.Sí, aquí en el mismo Poble Nou. Tenían una factoría bastante grande y además bien acondicionada para fabricar motos en serie. Ahora andan por Hospitalet de Llobregat, se ve que se les quedó peque?o esto de aquí y consiguieron por allí un local más grande. Eso es que venden bastante bien.Al final va a resultar que sabes más tú que yo de motos. Puede que yo sepa, pero a quien le gustan es a ti, por tanto solo tienes que poner atención y después hacer como he hecho yo toda la vida, conocer todo lo que puedas del mundo del motor. Cuéntame cosas de esta Sanglas. O si no, no. Lo haremos como siempre, aprovechando el almuerzo. Ahora prefiero meterle mano, pues desconozco todavía esto de la suspensión telescópica. Vaya lenguaje que me usas. Casi pareces más un científico que un mecánico. Es que se le llama así tío. Hay quien dice que es cómo si miraras por un telescopio, pero como yo nunca he mirado por un telescopio, no te puedo explicar lo que se ve por ahí. Pero en fin, es esa suspensión o amortiguación que permite a la rueda que cada vez que oscila o se balancea tanto yendo en recta como tomando curvas, la rueda se aferre bien al suelo.Qué bien te explicas, ya me gusta. Con lenguaje de ingeniero digo yo. Exacto. Así se habla, defendiendo siempre la profesión. Siguiendo esa costumbre que ya era cada vez más acostumbrada, se apostaron a la bodega del Tonet para almorzar e iniciar su tertulia en este caso para hablar de la marca de motos Sanglas. Don Tomás, el padre de Fernando, siguiendo también su propia usanza, miraba con cierto recelo esa impresionante moto de color negro que permanecía junto a una Vespa y también una Vespino, esperando su ulterior atención mecánica. Me contabas tío que la factoría de la Sanglas estaba antes aquí en Poble Nou y que ahora habían abierto una fábrica más grande en Hospitalet de Llobregat. Así es. La historia de la Sanglas parte de dos hermanos de aquí Barcelona que se llaman Javier y Martín Sanglas precisamente. O sea que ya tenemos el origen del nombre de la marca. Tal cual. Es el apellido de estos dos hermanos que habían estudiado como nosotros ingeniería mecánica en la Escuela Industrial.Igual hasta coincidimos.No creo. Porque tú estuviste a principios de los cincuenta y yo hice la carrera en los a?os veinte, y este par de hermanos por lo que deduzco, estuvieron estudiando al final de la guerra civil. Pero esto ahora es lo de menos. Bueno el caso es que igual que te está pasando a ti, ellos se interesan enseguida por los motores de las motos y les apetece fabricar un tipo de motocicleta hecha al estilo de las motos alemanas como la BMW o la Zündapp, es decir moto potente y de gran cilindrada. No estaban para menudencias. Que bárbaros. Y tan bárbaros, pero valientes. El hecho de inspirarse en estos modelos alemanes, es porque sabían que era de las motos de que disponían los organismos oficiales de la Espa?a de Franco, precisamente por su relación con los alemanes durante la Segunda Guerra mundial. Entonces consideraron que si eran capaces de fabricar en Espa?a una moto de características similares, ya pueden conseguir a partir de aquí a su primer comprador. Ya ves, pensando en vender al propio gobierno, eso con las dificultades que había para hacer nada. Has de tener en cuenta que en los a?os que precedieron a la Guerra Civil, ni se podían conseguir materias primas como el acero o el aluminio, ni siquiera neumáticos. Parecerá una tontería, pero era así. Por tanto lanzarte a fabricar era muy aventurado. ?Neumáticos tampoco? –preguntaba extra?ado Fernando. Tampoco. Los neumáticos eran siempre de importación, y si Europa estaba en guerra, ya me explicarás de dónde los sacabas. Sí, de América, pero tras la guerra también teníamos rotas las relaciones con los americanos. En definitiva todo un panorama de lo más desolador. Ya lo puedes decir, ya. – corroboraba Fernando. Pero bueno, aun así se lo montan para lanzar por fin en el a?o 1945 su primer modelo de moto. Se trataba de la que llamaron Sanglas 350 que era una motocicleta con un motor monocilíndrico de cuatro tiempos y una cilindrada de 350 c.c., de ahí su nombre, que presentan en la Feria de Muestras de Barcelona. Es un prototipo de moto que describe un chasis prácticamente calcado de las motos alemanas, y con algo también de tecnología inglesa. Era una forma de demostrar que en Espa?a también se podían fabricar motos potentes pese a la situación tan complicada que vivía la economía en general. Como gustó de buen principio, consiguieron vender a pesar de la crisis que imperaba, unas cuantas docenas de ese modelo inesperado en esos a?os. Y vendieron por eso, porque llamó la atención de todos los aficionados que ya se empezaban a fascinar por las motocicletas. Todo un record por lo que cuentas. Así es. Hasta el punto de que rápidamente dise?aron el modelo que definieron como Sanglas 350 A que es muy similar a la primera 350, pero que presenta algunas novedades. Así por encima te podría decir que sale con un chasis más reforzado, lleva porta equipajes o portabultos casi queda mejor definirlo, y en la parte de atrás incluyen una caja de herramientas que sitúan en la parte lateral. Todo esto que te cuento es a partir del a?o 1947.Te acuerdas hasta de los a?os tío, eres tremendo. Me acuerdo cuando me acuerdo, que igual me puedo equivocar, pero más o menos deduzco. Es lo mismo que las ventas. En el caso de Sanglas se encuentran que para al a?o 1949 ya están vendiendo ochenta unidades cada a?o. Esto les obliga a empezar a trabajar en serie, pues hasta entonces habían recurrido mucho a lo artesanal. Trabajar en serie representa mecanizarse bastante y ampliar el número de operarios para producir en cadena. Y eso es lo que hacen, pues en el a?o 1950 sacan la Sanglas 350 B que ya aparece con una estética más personalizada principalmente con una pintura esmaltada que da una gran identidad a sus creaciones. Todas estas motos salían con esta suspensión delantera telescópica como la has llamado tú antes, y la rueda trasera portaba suspensión rígida. Sí, esto de la suspensión hidráulica es lo que me ha llamado la atención. De hecho porque es la primera vez que me enfrento a esta avería. Ya. Todo se aprende con la práctica, por eso tranquilo. Y en cuanto a la Sanglas decirte también que a partir del a?o 1951, con las motos ya dise?adas con un estilo propio, eliminan la letra por un número. Quiero decir que entonces aparecen las Sanglas 350-1, 350-2, 350-3 y 350-4, todo esto fabricándose hasta el a?o sesenta y dos, pero también desde el a?o 1953 están dise?ando un modelo de 500 c.c. en las versiones 500-1, 500-2 y 500-3, toda una pasada. Joder que potencia. Ya lo ves, siempre compitiendo con las grandes marcas europeas, pero fabricando en Espa?a. Esto al régimen le gustaba. Pero en los a?os sesenta se encuentran también con la competencia de los Seiscientos que está fabricando la Seat. Para que te hagas una idea, una Sanglas 350 costaba entonces cincuenta y cuatro mil quinientas pesetas y una 500 se iba a las cincuenta y seis mil. Si tenemos en cuenta que un Seiscientos se estaba vendiendo por sesenta y cinco mil pesetas y no dejaba de ser un coche donde cabía toda la familia, no cal que te explique hacia donde se dirigía la gente.Eso está claro. Las matemáticas nunca fallan. Pues por eso. Pero aun así Sanglas no lo tuvo del todo mal, pues hacía tiempo que le estaba suministrando motos a la propia administración pública. El propio gobierno o ayuntamientos, diputaciones, gobiernos civiles y otras dependencias públicas eran clientes asegurados. También tuvo la suerte de que se proveyó de estas motos a la misma Guardia Civil para su control de carreteras. Por tanto seguían fabricando. Pero aun así se encontraron con la política que entonces imponía el Instituto Nacional de Industria, que al estilo de la época de Primo de Rivera obligaba a la restricción de materias primas de importación para que los complementos fueran fabricados por industrias nacionales. Lo que decimos siempre. A la que las cosas empiezan a ir un poco bien, por un lado u otro surgen los problemas. Esto es que ya parece como si fuera ley de vida. Siempre ocurre lo mismo, aparece algo que impide que todo vaya como tiene que ir. Pero bueno, en el caso de la Sanglas lo que hacen al ver reducir su producción es eliminar trabajadores de su fábrica, pero los ponen podríamos decir en otros departamentos o talleres con el fin de que sean ellos mismos los que fabriquen esos complementos. Y para poder competir con otras marcas como Montesa, Bultaco o la misma Derbi, dise?an una moto más sencilla con menor cilindrada para poder vender más barato. Entonces lanzan al mercado un modelo al que llaman Sanglas Cromática que lleva un motor de 295 c.c. que la fabrican desde 1959 hasta 1961 y de estas consiguen vender cuatrocientas ochenta unidades de las que doscientas cincuenta van a la administración pública y el resto a particulares. Menos mal de las que vendían al mismo estado.Sí, menos mal. Entonces en el a?o 1962 se vuelven a animar y sacan entonces lo que definen como el modelo Ravena, que esto era un motor que preparaban ellos mismos a partir de ese que te he citado algunas veces que era el Williers inglés que se estaba fabricando en Espa?a. Pero resulta que como la empresa espa?ola Hispano-Williers fabricaba principalmente sus motores para los constructores de motos, pues al llegar la caída con el Seiscientos y también las rígidas medidas del gobierno, terminaron yéndose a pique. Por eso los de Sanglas se hacen con ese motor ya en quiebra y lo remodelan lanzándolo con el nombre de Ravena. A partir de aquí dise?an dos nuevos prototipos de moto, en este caso con un nuevo motor de 250 c.c. y otra vez sus motos de siempre de 350 c.c. Pero donde dan el golpe de gracia es con la aparición de la Sanglas 400 en el a?o 1964, que es justamente la moto que te ha entrado hoy en el taller. Cierto, es una cuatrocientos. Una presencia impresionante. Esta moto diría que de momento es la culminación por lo menos de las intenciones que perseguían los hermanos Sanglas. Una moto bien robusta, potente y con todos los adelantos tecnológicos que van apareciendo. Este bicharraco ahí como lo tienes, te pilla los ciento sesenta kilómetros por hora. Con solo decirte que es la moto que ahora lleva la Guardia Civil por carretera o la Guardia Urbana en Barcelona, poco más te puedo explicar. Es una auténtica joya de la creación motociclista. Con una suspensión salvaje, puedes ir montado en ella casi con la misma tranquilidad que ir sentado en un automóvil. A ti que te hace tanta ilusión especializarte en las motocicletas, te va a venir de maravilla para que la puedas inspeccionar al detalle. Ahora sí que puedes decir que te ha entrado una moto que te va a permitir poder ejercitar con pleno rendimiento todos estos aprendizajes que tanto estás anhelando. Me alegro de escuchar esto. Y eso también era cierto. Poder compartir esos ánimos altaneros que le propiciaba su tío Joan, producían en Fernando esa sensación placentera de poder confirmar plenamente que su tío estaba participando de verás para que todas sus ilusiones se cumplieran. Celebraron la ocasión para pedirse un par de carajillos y encenderse un par de cigarrillos. Lo que sí te quería preguntar tío, es si tú no tuviste ningún tipo de relación con estos dos hermanos de Sanglas. Te lo digo por eso que me dices que tenían su fábrica tan cerca del taller. Pues sí tuve relación con ellos. De hecho relación directa con ellos no, pero sí bien cerca. A ellos los conocía más bien de vista, a los dos, y tal vez hablé alguna vez con ellos, pero no hubo nunca intimidad. Estuve en dos ocasiones dentro de la fábrica de Poble Nou, pero en realidad estaba en un despacho que tenían allí, pues participé en unas reuniones donde de lo que hablábamos era de un coche, no de una moto. ?Un coche?. ?Me quieres decir que los de Sanglas también fabricaron coches?.Ellos directamente no, pero colaboraron. Ahora te explico, espera que me remueva el azúcar del carajillo. Los coches son tu especialidad, soy todo oídos. Espera un momento, que ahora te cuento. – removía la cucharilla en el vasito del carajillo y estaba intentando modular cómo le explicaba a su sobrino esa vamos a definir, agradable aventura. – Yo con el que en realidad tenía buena relación era con un tal Jaime Ferrer que eran un ingeniero más joven que yo, que además curiosamente había estudiado ingeniería con los hermanos Sanglas. Pues bien, este Jaime o Jaume Ferrer llevaba tiempo pensando en fabricar algún tipo de coche. No eran las motos lo que le interesaba. Esto te lo digo porque un día me lo comentó precisamente a mí. Recuerdo que le dije lo complicado que era que el gobierno le diera ningún permiso para fabricar nada. Era la época en la que el INI ya estaba pensando en construir la Seat y claro, como eso querían que fuera un monopolio del propio estado, pues no se facilitaba ningún permiso para fabricar nada, y mucho menos un coche. Te estoy hablando de principios de los a?os cincuenta. Más o menos de cuando tú viniste con tus padres a Barcelona. Tal vez un poco antes. Sí, fue antes de que vosotros vinierais, pero bueno, por esas fechas. Si que se lo montaban bien con esto de la Seat. O sea, que solo querían construir ellos. Así era. El gobierno de Franco desde que acabó la guerra se hizo con el control de la economía nacional, y en esos primeros a?os cincuenta aun no se tenía para nada claro cómo podría salir Espa?a de la crisis económica que venía padeciendo. Por eso cuando se ven en condiciones de montar ellos mismos la Seat a través del INI que es quien controlaba la economía, todo lo que se les ocurre es evitar posibles competencias. Una forma más de controlar el gobierno toda la economía. Aquí tampoco te puedo decir si era mejor o peor, porque tampoco es que sea mi fuerte ni el estado, ni la economía. Ni falta que te hace. Tú a lo tuyo, que es tu trabajo y sobre todo a ganarte la vida lo mejor que puedas. Pero este Jaume Ferrer estaba empe?ado en construir un coche a pesar de las dificultades. Para ello les pide a los hermanos Sanglas, que ya te he dicho que fueron compa?eros de estudio en la Escuela Técnica, les pide uno de esos motores que ellos ya están dise?ando. Y sí le ofrecen un motor, pero claro, entonces faltan los permisos. Es cuando aparece un tal Cullel que también es ingeniero y monta un plan para vamos a llamar, enga?ar al gobierno.No creo que sea tan fácil enga?ar al gobierno – apuntaba Fernando.Fácil por supuesto que no lo es. Pero en este caso la jugada salió bien. Resulta que el Culell este lo que hace es pedir un permiso para construir carretillas, remolques, cochecitos de mano, en fin, cosas de estas que nada tienen que ver con un coche de verdad. Es decir, cosas que no precisan de tracción mecánica. Pero todo esto va acompa?ado de todo un pliego de papeles con un montón de cosas escritas, y al final de todo el muy puta incluye también: peque?os turismos. Decía que los funcionarios son gente a la que gusta trabajar poco y que a bien seguro no se acabarían de leer todo aquel papeleo. Y mira tú por dónde que la jugada salió bien, como si se lo hubiera olido de antemano le aprobaron el documento, o sea que era verdad, ni se molestaron en leerlo entero. Y con eso de los peque?os turismos puesto al final, leído y sellado, ya tenían las manos libres para ponerse a pensar en construir un coche. Y vaya si lo hicieron. Jobar que película, porque casi parece una película. Una película que salió bien, esta es la verdad. Bueno bien, aun vendrían más problemas, pero de momento el coche se fabricó. Yo me rio ahora, porque todo esto me lo contaba a mí este Jaume Ferrer. Con dos pelotas fabricaron un coche al que llamaron SFE que eran las siglas de Sanglas, de Ferrer y de Escolà, que Escolà es como se llamaba el taller de Jaume Ferrer. Más que un coche, era un mini coche, pero mini mini. Se trataba de un biplaza muy peque?o sin puertas y descapotable. Tenía una capota por si llovía, pero se enganchaba de aquella manera, vamos, mal. Muy mal. Madre mía. Lo único interesante que tenía ese coche era precisamente el motor Sanglas de cuatro tiempos con cuatro velocidades, pero sin marcha atrás. Como era tan peque?o, se podía mover a mano, de hecho como les pasaba a los Biscúter. Al final si consiguieron ponerle la marcha atrás. Pero en fin, qué más. No tenía ni arranque eléctrico, se tenía que arrancar como los primeros coches, a golpe de palanca delantera. Y no tenía de nada. Ni cuentakilómetros, ni velocímetro, nada. Por no tener, no tenía ni intermitentes. Luces sí, algo tenía que tener. Pero ni medidor de gasolina, de aceite, de nada. De hecho la carrocería se hacía a mano, a golpe de martillo, así como suena. Fíjate si era peque?o, que ellos lo llamaban “el Nene”. Pues sí que le echaban pelotas en esos a?os. Pelotas es poco Fernando. Un par de guevos había que tener para meterse en esos berenjenales. Lo gracioso es que para conseguir el permiso para poder circular, tuvo que pasar las mismas pruebas que cualquier otro coche vamos a llamar normal. Aunque los automóviles que se fabricaban en esos a?os, comparados con los de ahora, tenían muy poco de normales. Pero bueno, consiguen por fin matricular el primero y si es verdad que vendieron algunos ejemplares. No te puedo decir cuántos, pues lo desconozco por completo. Solo sé que al cabo de tres a?os tuvieron un accidente con uno de sus coches y perdieron el juicio. Esta bromita les salió cara, ya que Jaume Ferrer imagino que se quedaría hasta cojo. Lo digo porque la última vez que recuerdo que lo vi, iba con una muleta y estaba realmente fastidiado de la pierna. Eso por culpa de este accidente que te he dicho, que además no conducía él, sino que lo hacía su hermano que ahora no recuerdo como se llamaba. ?Pero se siguen fabricando estos coches?.No. Eso sí que lo sé pues una vez me encontré a Culell y me dijo que habían tenido después otro accidente y que al reconstruir ese coche que por lo visto quedó destrozado, dise?aron un modelo un poquitín más grande, es decir que cabían dos personas más detrás, pero dentro del mismo esquema, con muy pocos complementos y eso sí, el mismo motor de Sanglas. Estuvieron fabricando siempre no mucho, hasta el a?o 1957 que apareció un tipo de Reus en Tarragona que andaba detrás de una licencia para poder fabricar. Como el gobierno seguía sin concederlas, Jaume Ferrer aprovechó para venderle la suya y con ese dinero por lo menos recuperó buena parte de la pasta que le había costado lanzarse en esa aventura. O sea que al final no perdió por lo menos nada de dinero. Menuda historia. Aun se ven coches peque?os por ahí, pero salvo el Biscúter, en los demás ni me fijo en la marca. Son graciosos por eso, porque son muy chiquitajos, pero tampoco hay tantos. Alguna vez veo algún coche de Huevo, pero este ya es más moderno.Así es. El coche de Huevo, que ahora no te voy a explicar su historia, es más moderno. Pero coches de estos chiquitajos que dices tú, en los a?os cincuenta se veían muchos circulando. Eran tan endebles, que daba miedo hasta de mirarlos. Pero la gente los compraba y circulaba con ellos. Ya ves, muchos no tenían ni marcha atrás. Para aparcarlos era cuestión de bajarte y darle para adelante y para atrás como si fuera un coche de juguete. Que además es verdad que parecían un juguete. Desde luego la historia es para vivirla.Ya lo puedes decir. Para vivirla y disfrutarla. Cada cosa en su momento, porque lo que está claro es que para cada momento hay alguna cosa. CAPITULO 4 La familia Subirachs se permitió unas vacaciones exultantes aquel a?o 1969. Era la primera vez que cerraban por completo el taller durante todo el mes de agosto para disfrutar de unos días fantásticos en la Costa Brava catalana. Concretamente en la población de Lloret de Mar. Todo coincidía muy poco después de que el hombre consiguiera llegar, aterrizar y apearse en la luna. Los americanos habían lanzado desde la base sideral de Cabo Kennedy la nave espacial Apolo XI. En ella viajaban los astronautas Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins. El día 21 de julio de 1969 quedaría para la historia como uno de los más grandes avances tecnológicos e históricos. Neil Armstrong y Edwin Aldrín estuvieron merodeando dando un paseo a pie por la luna durante dos horas, en las que tuvieron tiempo para dejar instalados unos cuantos aparejos técnicos de precisión, una placa conmemorativa y por supuesto la bandera norteamericana. También en esas fechas de alguna forma hasta coincidiendo, en Espa?a el totalitarista Francisco Franco haciendo uso de la encomienda que le habían dado todos los espa?oles a través de un referéndum celebrado en el a?o 1945 para aprobar una de aquellas Leyes Fundamentales que tanto le gustaba dise?ar al dictador, y que preconizaba la ley de Sucesión, proclamaba en las propias cortes también dirigidas y elegidas por él, la sucesión de su mandato en la persona de Juan Carlos de Borbón hijo del rey Juan exiliado en Portugal y a su vez nieto del evadido Alfonso XIII. Como si el mundo estuviera más pendiente de la llegada del hombre a la luna, aprovechaba Franco para dejar establecido quien sería su sucesor únicamente si él la palmaba, pues esto también lo dejaba bien concretado. A?o también en que el tren de alta velocidad llamado Talgo, totalmente de dise?o y fabricación espa?ola, establecía el primer viaje desde Espa?a a los confines europeos sin tener que soportar el ancho de vía que impedía a los trenes espa?oles poder circular por Europa. Ahora la mecánica e ingeniería de Talgo había establecido un sistema coyuntural que permitía sobre la misma marcha del tren, interceptarse las ruedas que empujaban el convoy para seguir su camino sin mayor dilación por la vía de tren más estrecha que se utilizaba en toda EuropaEsto del Talgo es algo curioso. No sé si conseguiré explicarme. El tren entra en un foso donde existen las dos vías, es decir la más ancha, y por el centro la más estrecha. Entonces una guía del tren independiza a las ruedas del peso del convoy. A partir de ahí se liberan automáticamente los dispositivos de seguridad de las ruedas y éstas son desplazadas a su nueva posición, o sea sobre las vías más estrechas. Una vez ancladas allí las ruedas, se les vuelven a situar los dispositivos de seguridad o amarre, y se libera la guía para que el tren vuelva a descansar sobre las ruedas y siga su trayectoria ahora por la vía más estrecha. Pero esto es muy fácil explicarlo. A ver. El tren queda liberado de las ruedas y sigue circulando.Así es. Las vías están en una fosa. La guía levanta el tren y lo mantiene en movimiento mientras se liberan las ruedas que son mecánicamente desancladas de su aparejo de seguridad y empujadas hacia una posición más central para ocupar el nuevo estrecho de vía. Una vez situadas las ruedas sobre esas nuevas vías que acoplan su nuevo espacio, se libera el eje para que el tren descanse nuevamente sobre sus ruedas. El eje es como un suplente de las ruedas para poder liberarlas y desplazarlas hacia su nueva posición. Todo esto se hace en muy pocos segundos porque tampoco es tan larga esa fosa. ?Y la locomotora?La que viene de la vía ancha se desengancha y por una vía adicional da la vuelta y se vuelve para Espa?a y entonces se le acopla una nueva locomotora extranjera con el ancho de su vía. El cambio de posición de las ruedas se hace solo en los vagones que después son enganchados a una locomotora. Bueno, más o menos lo entiendo. Lo entiendo desde una composición mecánica que yo me estoy haciendo basándome en esto que me has contado. Pero claro, imagino que tendría que verlo más de cerca. Sí me hago a la idea, pero me cuesta un poco.Son nuevos avances de ingeniería mecánica. Parece complicado pero no lo es tanto. Esto ya vienen probándolo desde hace dos a?os y con buenos resultados. Lo que pasa es que ha sido este a?o cuando por fin se han decidido a ponerlo en marcha realizando el viaje de Barcelona a Ginebra para pasar directamente la frontera sin tener que cambiar de tren.No. Si la idea me parece estupenda. Cualquier día nos vamos con el Talgo a París y lo comprobamos directamente. Posiblemente hubo más cosas curiosas en ese a?o 1969, pero ahora voy a ir a lo que me incumbe, pues está directamente emparentado con la familia Subirachs. La fecha es para inmortalizarla, pues entrará en los anales recordatorios de Fernando para no olvidarla nunca. Era el día 16 de octubre de 1969. Un jueves cualquiera en una tarde cualquiera sonó el teléfono del taller y lo atendió don Tomás, el padre de Fernando. Sin decir nada a nadie salió a la calle llamó un taxi y desapareció. No es que extra?ara para nada esa posición de don Tomás, pues hacía tiempo que venía desde?ando su actitud corrosiva tanto con su hijo Fernando como con su hermano don Joan, porque evidentemente no compartía para nada ni la osadía de su hijo por las motos, ni últimamente la buena relación que había entre ellos. Esto fue lo único que postergó por completo la actuación de don Tomás aquella tarde sin que nadie le diera mayor importancia. Pero la tarde finalizaba, la faena concluía y don Tomás no aparecía. Fue a partir de esta extra?a presunción que don Joan el tío de Fernando, optó por llamar a casa para ver si su cu?ada o la criada le podían facilitar cualquier tipo de información que diera alguna explicación de dónde se había podido haber dirigido don Tomás. Contestó al teléfono la criada Marieta. Dígame se?or Joan – fue lo que dijo en principio. Sí Marieta, ha visto usted por casa a mi hermano esta tarde.Si se?orito. Yo misma le llamé. Nos dimos un susto tremendo. ?Un susto por qué?, ?qué es lo que ha pasado?. Yo pensé que usted lo sabía se?orito Joan. Yo les llamé esta tarde y me contestó su hermano el se?orito Tomás. Yo le explique todo a él. – intentaba explicarse la criada atrabancándose. No se me ponga nerviosa Marieta, cuénteme lo que ha pasado porque yo no sé nada. Su cu?ada la se?orita Carmeta, que le empezó a doler mucho el pecho y menos mal que encontramos a su vecino que se ha hecho cargo de todo se?orito Joan. Tranquila por favor Marieta, que la estoy escuchando. ?De qué vecino me habla?.Del doctor se?orito. El vecino del cuarto. Oyó los gritos en casa y llamó a la puerta. Enseguida vio como se encontraba la se?orita Carmeta y él mismo llamó una ambulancia que se la ha llevado al hospital de san Pablo.?Mi cu?ada en el hospital de san Pablo? – vociferó esta vez Joan. Si se?orito. Le hacía mucho mal. Menos mal que la ambulancia no tardó casi nada.Muchas gracias Marieta. Le voy a colgar, me voy al hospital de san Pablo a ver qué es lo que está pasando. Gracias Marieta, cuelgue, cuelgue. Avisó en seguida a su sobrino Fernando y juntos partieron con el coche al hospital de san Pablo. Tras preguntar en recepción supieron enseguida de la entrada de do?a Carmen Bassols Claramunt, pero por más que buscaban no encontraban por ninguna parte a don Tomás. Finalmente les atendió un médico que les dio la noticia que sin lugar a dudas no querían escuchar. Do?a Carmen Bassols Claramunt, Carmeta en la familia, había fallecido esa misma tarde tras ingresar por urgencias víctima de un cáncer de pulmón en estado muy avanzado por lo que nada se había podido hacer. Les comunicaron también que el cadáver había sido trasladado a un departamento del hospital que lo estaba vamos a decir como apa?ando, para colocarlo después en la sala de velatorios sita también en el mismo hospital de san Pablo, pero en la zona totalmente opuesta a la puerta principal. Lo cierto es que poco más pudieron explicarles, pues el doctor que había seguido todo el proceso de la ahora ya difunta Carmeta, ya no se encontraba en el recinto. Los términos de una defunción expuestos por terceras personas resultan bastante impersonales y esto a veces remueve conciencias, pero poco se puede hacer. Por fin una enfermera que pudo coincidir con el desasosiego que en esos momentos les embrollaba tanto en la búsqueda de don Tomás, como con la noticia que acababan de recibir, se apiadó de Fernando al que abrazó y dio serios signos de condolencia. En el fondo una forma de atestiguarles que todo cuanto en esos momentos de confusión estaban padeciendo, era algo verídicamente probado. Fue el momento culminante en el que Fernando sin terminar de dar crédito a todo cuanto estaba viviendo, se vio obligado a abrazar a su tío Joan y descargar todo el vilo lastimero que le estaba embargando. Lloró como posiblemente no había hecho nunca en su vida. Era incapaz de comprender cómo su madre con la que habían estado comiendo tranquilamente al mediodía, ahora solo se pudiera tratar de un ser fallecido que nunca más le volvería a esgrimir una de sus tan agradables sonrisas. Llamó Joan nuevamente a su casa por ver si la criada Marieta por fin le podría decir algo de su hermano don Tomás. Si se?orito Joan, su hermano está aquí en casa. Se ha metido en su habitación y no habla con nadie. Ha entrado en la casa y no me ha saludado ni nada, se ha metido en su habitación y allí está. Cuando le abro la puerta por si necesita algo me mira y no me dice nada, se ha sentado en una silla y no se quiere tampoco mover. ?Cómo se encuentra la se?orita Carmeta?.Ha fallecido Marieta. Nos lo acaban de decir aquí en el hospital de san Pablo que es donde ahora estamos. No le… - no le pudo decir nada más. La pobre criada Marieta se puso a llorar y ni siquiera colgó el teléfono. Vámonos para casa Fernando, - hablaba ahora con su sobrino – que tu padre ya está allí. Dice Marieta que se ha metido en su habitación y que no quiere salir para nada. Vamos para casa a ver que nos cuenta. Pero poco nos podrá contar después de lo que acabamos de oír. Papá y mamá han estado siempre muy unidos. No me extra?a que… - tampoco pudo seguir. Cada vez era más consciente de la realidad, y las lágrimas volvían a aflorar. Cuando llegaron a casa encontraron a don Tomás en la misma posición que les había indicado la criada Marieta. Estacionario en una silla vislumbrando absorto el tálamo conyugal y sin querer hablar con nadie. Por más que lo intentaron no consiguieron sacarle una sola palabra. Don Tomás estaba como ido, como ausente. Entre todos consiguieron enderezarlo y situarle en la cama, pero poca cosa más. Ni colaboraba, ni hablaba con nadie. Se encontraba como si estuviera en otra aureola totalmente omitido, como si los demás no existieran. No fue mejor a la ma?ana siguiente. Don Tomás continuaba igual. Esto conllevó a que tío Joan y Fernando subieran solos a velar el cadáver de do?a Carmeta. En esta ocasión acudieron al velorio acompa?ados por la criada Marieta que le quería rendir el último adiós a do?a Carmeta. Cómo correría la voz era difícil de saber, pero lo cierto es que unos cuantos vecinos se habían allegado hasta el lugar para ofrecer sus condolencias. Como ya no había nada que hacer allí, al mediodía abandonaron el óbito para estipular con la compa?ía de seguros el Ocaso todos los pasos a seguir en el sepelio que se culminaría al día siguiente. Tú padre no estaba para nada en condiciones de venir Fernando. Estas cosas he oído decir que suelen pasar cuando se pierde a un ser querido. Seguramente será una cosa pasajera, pero casi mejor si no tiene que participar en lo desagradable que resulta un entierro. Es así tío, y más cuando es el entierro de tu propia madre. Todavía no me lo puedo creer. Verla allí muerta, encima con esa cara de angelito. Si ayer mismo estuvimos comiendo juntos, ?cómo pueden pasar estas cosas?. ?Cómo se puede pasar de la vida a la muerte de esta manera?.Sí, a mí también me extra?a que haya podido ser todo tan rápido. Aunque tu madre ya hacía tiempo que se quejaba de mal en el pecho. Lo que pasa es que nunca fue al médico.Y no iba porque tampoco le dolía tanto. Era siempre algo transitorio que después se le pasaba. ?Cómo íbamos a imaginar nunca que lo que en realidad tenía era un cáncer que se la estaba comiendo?.Ya. Lo que pasa es que cuando vamos al médico es cuando muchas veces ya no hay nada que hacer. Es como si nos diera coraje molestar. Debería existir una medicina preventiva. No sé, algo así como un examen para poder prevenir posibles enfermedades como esta que le ha costado la vida a mamá. Si vamos al médico cuando ya no hay nada que hacer, el médico es el primero que ya no puede hacer nada. No sé bien cómo explicarlo esto. Es como cuando alguien viene al taller y te dice que le hace un ruido el coche, a veces ese ruido era una cosa sin importancia que se arregla y se le va el ruido y ya está. Si no hubiera venido nunca al taller, al final lo que provocaba ese ruido se hubiera podido cargar el coche. En la medicina yo lo veo todo como muy igual a esto que te he explicado tío. Y yo te entiendo, pero no sé si llegará un momento en el que se aplicará esto que dices de la medicina preventiva. Si los médicos estarán para avisar, antes de para declarar que no hay nada que hacer. Es todo bastante complicado de entender. Está claro que si tu madre hubiera ido al médico la primera vez que le dolió el pecho, hoy igual estaría estando viva. Pero eso quién lo sabe. Nos damos cuenta cuando no hay nada que hacer. Se?orito – era Marieta la que intervenía.Dígame Marieta.A mí la se?orita Carmeta me dijo más de una vez que le dolía el pecho, pero no quería que llamara al médico. Siempre le hacía unas friegas que me decía que le iban muy bien y no quería que llamáramos al médico. ?Y cómo nunca nos dijo nada? – le preguntaba algo encrespado tío Joan a la pobre criada. Siempre existe este signo de confabulación por evitar las culpabilidades acogiéndonos contra el más débil. Yo no podía se?orito. La se?orita Carmeta me ordenaba que así lo hiciera. Siempre le quitaba importancia a su dolor y sobre todo quería que ustedes no se enteraran. Pues eso no estuvo bien Marieta. La pobre Marieta agachaba la cabeza. No sabía que decir. Unas veces por obedecer otras por no llegar a saber nunca quién manda, pero estar sumido en una subordinación crasa nunca es tarea fácil, sobre todo para el sublimado, en este caso la buena de Marieta. Tampoco vino don Tomás al sepelio. Ni estuvo en el funeral ni tampoco en la inhumación definitiva del cadáver de su esposa do?a Carmeta que fue enterrada en el cementerio del Este o de Poble Nou, junto a sus suegros don Tomás Subirachs Valdecasas y do?a Mercedes Riudecases Alabau, los abuelos de Fernando e iniciadores de la estirpe de los Subirachs de que estaba participando su nieto Fernando Subirachs Bassols. Está claro que cuando fallece un ser querido, el dolor es incalculable pero la vida de los demás continúa. Aunque parezca que se cite una expresión totalmente improcedente, el tiempo ayuda a olvidar y generalmente nuevas alegrías emergen tal vez para eso, para confirmar que algo en principio tan endeble como es decir simplemente que la vida continúa. Este fue el caso de la familia Subirachs cuando poco tiempo después de haber participado de este lúgubre óbito por la muerte de do?a Carmeta, su hija Maribel, la hermana de Fernando, comunicaba a toda la familia que se había quedado embarazada y estaba por tanto a la espera de que un reto?o devolviera la alegría a la familia Subirachs. Ya te dije que no tardaría en darte un sobrinito - le decía con gran alborozo a su hermano Fernando.Esto es porque Félix mancha bien – le bromeaba Fernando. Que bruto eres Fernando. No cambiarás nunca. El que tiene que manchar bien eres tú con esta novia que tienes en las quimbambas. A todo esto ?cómo os va?. Pse. De aquella manera. Ella sigue sin manifestarse para nada en lo que podamos hacer. Me lo paso bien con ella, eso sí es verdad. La prueba es que no estoy con ninguna otra. Pero eso de verla solo los fines de semana y que nunca nos pongamos de acuerdo para formalizar nada, como que empieza a no ir conmigo. Pues espabila, que tampoco no hace cuatro días que andas festejando con ella. Bien lejos, que eso siempre me gusta recordártelo, pero bueno, si la quieres ya no digo nada. Pero deberíais ir tomando ya alguna determinación, que el tiempo va que vuela. Hombre, querer sí que la quiero, aparte de que es muy maja. Y cuando estamos juntos, los besos el cari?o entre nosotros siempre está. Pero es eso, no se termina de decidir por lo que podamos hacer para estar siempre juntos. Ella como que no quiere irse de su pueblo, y claro, yo tampoco me quiero ir de Barcelona. Y eso de que la mujer tiene que hacer lo que diga el marido será una vez casados, porque antes poco se puede hacer, más si ella no quiere. No sé qué decirte. Te diría lo de siempre. Que te buscaras una novia aquí dentro de Barcelona. Pero después de tanto tiempo que andas con ella, empezar otra vez de cero que tampoco lo veo tan fácil. Si además la quieres, pues no sé. La verdad es que no sé qué decirte. Pues no digas nada – le decía Fernando con una de esas tiernas sonrisas que tanto la sublimaban – Tú continúa con tu embarazo y me das un sobrinito, que eso sí que me pondrá contento. Continuaba la vida de los Subirachs, Maribel esperaba un hijo y don Tomás el padre de Fernando, no había conseguido recuperarse del trance que le supuso la muerte de su esposa do?a Carmeta. Se había quedado por completo en babia. Pasaba las horas encerrado en su habitación con un aspecto melancólico, sin abandonar prácticamente en ningún momento la contemplación del lecho que siempre había compartido con su yunta amorosa. Porque una cosa era cierta, don Tomás podía tener cierta ojeriza al mundo de las motos que gustaba tanto desarrollar a su hijo Fernando, como también cierto recelo a la amistad tan profunda que se había fraguado entre su hijo Fernando o su hermano don Joan. Podía demostrar continuamente aquel carácter irascible o de pocos amigos. Pero en lo que se refería a su mujer Carmeta, ocurría todo lo contrario. El amor, apego, apoyo o similitud que siempre hubo entre ellos dos, era algo que se palpaba perfectamente ya desde el principio de su noviazgo. Es verdad que ambos de sangre catalana, vecinos de Cáceres en Extremadura por unos condicionantes históricos, supieron cuajar unos lazos de comprensión y ternura que mantuvieron durante toda su vida. Tanto cuando vivieron en Cáceres y engendraron a sus dos hijos Fernando y Maribel, como cuando a la vuelta de unos a?os pudieron regresar a su Barcelona natal y reencontrarse con don Joan Subirachs hermano de don Tomás. El acomodo, aplomo y similitud que hubo entre ellos en todos los aspectos, era algo incluso signo de admiración por todos cuantos les conocían. Tal vez por esa embriaguez de amor tan compartido durante tantos a?os juntos, era la premisa básica que don Tomás era incapaz de asimilar tras la muerte de su esposa Carmeta, y todo ello lo había sumido en una depresión profunda de la que ahora era incapaz de escapar. Lo cierto es que su talante meditabundo y poco conciso era algo evidente, mostrando una actitud alto cicatera de no querer estar con nadie ni para nadie. ?nicamente daba la impresión de que cambiaba de actitud cuando la criada Marieta se apostaba a su cuarto para darle algo de comer. Era un momento un tanto inocuo, sin mostrar tampoco un cambio temperamental consistente, pero que don Tomás aceptaba con cierto remilgo en un impase compulsivo de recordar que su estómago sí pedía guerra y esta tenía que ser compensada. El asunto se complicó más todavía cuando pocos meses después del fallecimiento de do?a Carmeta, también falleció la buena criada do?a Marieta. Fue una muerte súbita y sin dolor. La se?ora Marieta fiel criada en la casa de la familia Subirachs, murió plácidamente mientras dormía casi sin pedir por esta vez permiso a nadie, en la noche del día seis de febrero del a?o 1970. No podía ser que las muertes se pusieran de acuerdo para venir todas al mismo tiempo. Que ocurriera esto durante la guerra, era por desgracia algo comprensible, pero en una Espa?a en paz que estaba entrando en unos a?os setenta dando buenas muestras de que por lo menos la economía iba prosperando, costaba admitir que en una casa se empezaran a multiplicar las desgracias. Si a esto a?adíamos la congoja que producía el estado mental que se había convertido la misma presencia de don Tomás, te permitía aun más ahondar en estos barruntos tan poco alentadores. Contrataron entonces a una se?ora de sesenta y cuatro a?os de edad que se llamaba Eulalia Pons, que decía ser viuda desde la guerra porque su marido había sido asesinado explicaba ella, por un tiro despistado de aquellos que se produjeron con bastante ardor en las luchas que llevaban comunistas contra anarquistas en las famosas jornadas del mes de mayo de 1937 en la ocupación de la telefónica de Barcelona. Manifestaba la pobre mujer, que su marido viajaba aquella tarde en compa?ía de un tratante de telas que iba en su coche, y que en la misma plaza Catalunya se habían oído unos disparos que impactaron en el automóvil de su colega y que eso que ella describía como una bala despistada, había impactado directamente en el corazón de su marido dejándolo allí seco para siempre. Con un arresto en sus entra?as decía también que nunca se llegó a volver a casar no solo porque no hubo pretendientes, sino también porque ella siempre sobrellevó el castigo de no haber podido engendrar un hijo con su querido esposo quitado del medio de tan vil manera. Como beata que era, pasaba todos los días por la iglesia para redimir cuentas ante el Altísimo y sobre todo para recordarle que le dijera a su Ataulf, que es como se llamaba su fallecido marido, que la esperara en el cielo, que el tiempo corría y ella aun le seguía recordando. Pero dejando aparte las virtudes de esta Eulalia Pons, decir también que había sido contratada porque entre otras cosas había sido toda su vida voluntaria de la Cruz Roja, y el considerar que sabía algo de medicina fue premisa indispensable para que una vez informada de la situación en que se encontraba don Tomás, se pudiera dedicar a su atención posiblemente con mejores cuidados que su antecesora do?a Marieta, y con un poco de suerte conseguir que aquel ente desbocado por su pena, consiguiera volver a la normalidad. Pero ocurrió todo lo contrario. Como si de una convulsión fingida se tratara, don Tomás que seguía manteniendo aquel mutismo absoluto desde que muriera su esposa Carmeta, tuvo como una especie de desvelo al intentar demostrar que ahora también encontraba a faltar las atenciones de Marieta. Como si de golpe y porrazo se sintiera un extra?o de su propia desdicha, empezó a prejuzgar y lanzar aspavientos sonoros contra la presencia de la voluntariosa Eulalia, a la que le cogió una inquina podríamos definir similar a la que ya le embargaba con su hijo Fernando o su hermano don Joan. A tal grado llegó el síntoma de inseguridad que ofrecía el estado mental de don Tomás, aumentado ahora por la actitud arisca que mantenía ante la presencia de la nueva criada do?a Eulalia, que por fin don Joan Subirachs se vio obligado a llamar a un médico para que tratara esa ya incomprensible enfermedad que afectaba a su hermano don Tomás. Y cómo encontraría el propio doctor el estado mental de don Tomás, que sorprendido por el tiempo que hacía que permanecía en esa actitud intolerante, asustado sugirió a don Joan Subirachs que pusiera ya mismo a su hermano en manos de un experto. El mismo galeno se encargó de avisar a un especialista, en este caso un psiquiatra, para que se personara en el domicilio de los Subirachs y auscultara personalmente el estado meníngeo de aquel paciente. Y cómo sería la presencia de un psiquiatra bien doctorado para la ocasión, que tras evidenciar el estado cerebral de don Tomás y corroborar el tiempo que llevaba siendo víctima de su propio abandono, se permitió abroncar tenuemente, por lo menos dentro de los cánones doctorales, a la familia Subirachs por haber sido tan negligentes en el tratamiento o posible recuperación de un familiar tan cercano. Hasta tal punto llegó la controversia que facultativamente demostraba aquel psicólogo, que él mismo también se encargó de avisar a una ambulancia para que trasladaran a don Tomas con toda urgencia a un hospital psiquiátrico por ver si dentro de lo posible, se podría encontrar una solución que acabara con el lúgubre trance que estaba padeciendo. Todo ello sin dar muestras en ningún momento de que a esas alturas y más con el tiempo que llevaba don Tomás sometido a esa apoplejía cerebral, se pudiera encontrar alguna solución. Aun así dio a entender muy claramente tanto a su hermano Joan como a su hijo Fernando, que en la situación en que se encontraba don Tomás, la única garantía de poco éxito por recuperarse que le quedaba, era permanecer en un centro psiquiátrico en permanente control. De esta manera tan cierta como sublime, don Tomás fue internado en el hospital psiquiátrico de Barcelona sito en la población de Sant Boi de Llobregat, no muy alejada de la Ciudad Condal. Estos centros respondían en esa época por el estoico nombre de Manicomio, o lo que era lo mismo, albergue para los locos. Nunca más saldría don Tomás de ese centro. Triste había ido quedando poco a poco la casa de los Subirachs. Dos criadas habían muerto desde que Fernando arribara a Barcelona con sus padres en el a?o 1951 procedente de Cáceres, su tierra natal. La muerte de su madre Carmeta y la boda de su hermana Maribel, solo permitió que ese impresionante piso donde vivían muy cerca de la plaza de toros Monumental de Barcelona, ahora solo estuviera compartido por su tío Joan propietario de ese piso, y por el mismo Fernando, todo ello acompa?ado por los servicios que les ofrecía su nueva criada do?a Eulalia Pons. Pero como decía su tío Joan, la vida continuaba, y así continuaba para ellos que seguían atendiendo diariamente su taller sito en el barrio de Poble Nou, que para demostrar que no todo se acaba, continuaba acogiendo a infinidad de coches y ahora también motos, estas últimas por iniciativa del propio Fernando. Motos de las marcas más variadas pasaban por allí. Como fue el caso de una ocasión en la que apareció un cliente de avanzada edad que portaba una “Lube”. Manifestaba que esa moto hacía a?os que la tenía, que era como una mascota inseparable para él y que por nada del mundo estaba dispuesto a deshacerse de ella. Contaba con gran soltura, además revestido de cierta devoción, los buenos momentos de sus correduras por esta vida que esa moto le había reportado. En este caso se trataba de una moto bien antigua. Respondía en realidad por la marca LBM y era el modelo que en su momento se denominó como A-99. Disponía de un motor de tres tiempos con cuatro velocidades y una cilindrada de 99 c.c. Pese a todo se trataba de una moto sólida y robusta toda ella pintada de color negro. Mostraba una presencia realmente encomiable, más representando el a?o en que se había construido que evidentemente estábamos hablando del a?o 1947, por tanto la moto tenía la friolera edad de casi un cuarto de siglo. Presentaba en este caso una avería posiblemente seria en el motor, y su propietario todo el problema que demostraba era la posibilidad de poder resarcir alguna pieza original, más teniendo en cuenta que la fábrica Lube ya había desaparecido del mapa y por lo tanto ya no fabricaba motos. He venido a este taller porque ustedes además de tener fama de ser buenos mecánicos, también la tienen como buenos ingenieros. – le comentaba a Fernando el propietario de esa moto.Y está usted en lo cierto. No le diré que actualmente tengamos que recurrir nunca a la fabricación de piezas originales, pues hoy de todo un poco se encuentra en el mercado. Pero que sí tuvimos fama de ser buenos compensadores en la fabricación de piezas originales, de eso ya puede estar usted bien seguro, y siempre se ha dicho que el que tuvo retuvo. Pues por eso he venido hasta aquí – le decía realmente agradecido este se?or tras haber escuchado ese esclarecimiento que le ofrecía Fernando. Usted no se preocupe que su moto saldrá de este taller reparada tenga lo que tenga. Y más tras lo que me acaba de decir de que ha venido aquí porque nos honra ser así. Se lo agradezco mucho. Era cierto que la venta o adquisición de piezas para la reparación de cualquier avería, en esos a?os setenta no era para nada complicado de conseguir. Aun así seguían circulando por las calles infinidad de coches o motocicletas que ya tenían una cierta antigüedad y que en muchos casos pertenecían a empresas que por una cosa o por otra habían dejado de existir. Esta contradicción comportaba en algunas ocasiones, no muchas tampoco, la necesidad de confeccionar las piezas originales teniendo que recurrir a las viejas usanzas de los mecánicos donde torneros, fresadores o operarios especializados, eran condición básica para solucionar esos entuertos. Pero Fernando había estudiado su carrera de ingeniería mecánica en una época en la que su tío Joan, ingeniero mecánico como él, todavía tenía que recurrir al a?ejo sistema de construir piezas originales tanto para vehículos como para motores. Esto le permitió a Fernando poder familiarizarse desde el primer momento de sus estudios con estas disciplinas, elemento que sin lugar a dudas había muchos talleres o mecánicos que desconocían por completo, circunstancia que evidentemente rendía cierta gran ventaja y honorabilidad a los talleres Subirachs que ellos regentaban. En el caso de la empresa fabricante de motocicletas Lube, se podía perfectamente provocar esta circunstancia. No en vano la historia de Lube ya había pasado en esos a?os setenta a la historia simplemente por eso, porque ya había desaparecido. El origen de la fábrica Lube lo tenemos que situar en el País Vasco, concretamente en la población de Baracaldo en Vizcaya. Allá en el a?o 1947 un ingeniero mecánico llamado Luís Bejarano Murga fundó la empresa “Lube Nsu”·. Pero ya desde un a?o antes de esta fundación, estaba fabricando sus propias motos. Toda esta idea por dedicarse a construir sus propias motocicletas, venía de que este se?or Bejarano había estado trabajando como ingeniero en la factoría inglesa de las motos Douglas. Con lo que aprendió allí se aventura a construir sus propias motos en Espa?a, además con el beneplácito de que los de la misma Douglas inglesa se comprometieron a facilitarle el acero para sus nuevas motocicletas. Pero resulta que una vez en Baracaldo, la empresa inglesa Douglas quebró. Pese a todo, el se?or Bejarano termina dise?ando y creando una moto que denomina como LBM que responde a sus propias iniciales, y que después renueva un poco sacando el modelo A-99 pintado en negro y con un motor de tres tiempos y cuatro velocidades y una cilindrada de 99 c.c. En esos a?os tiene que competir con la ya importante Montesa de Barcelona, pero aun así consigue vender muchos modelos de esta moto que él mismo ha creado. Uno de estos ejemplares lo compró precisamente este se?or que también es vasco, y que ahora ha aterrizado en el taller de los Subirachs para una posible reparación en su motor que por lo que sea ha dejado de funcionar. La empresa del se?or Bejarano adoptó el nombre de “Lube Nsu” porque a partir del a?o 1952 llega a un acuerdo con la compa?ía alemana NSU Werke AG, que es la actual Audi de coches, para incorporar tecnología punta alemana en sus propios modelos. Por eso en unos a?os se puso a fabricar motos de 125 y 150 c.c. con cambio de cuatro velocidades en los modelos que definió como las Lube Rens de las que produjo un total de tres mil quinientas unidades en 1960. Posteriormente fabricó unos modelos de 175 c.c. denominados Lube Le Mans y Lube Cóndor, que ya presentaban muchas novedades tecnológicas, hasta el punto que era la moto que entonces utilizaba incluso la policía espa?ola de carretera. Estas motos se vendían en esos a?os al precio de entre veintidós y veinticuatro mil pesetas. Pero a finales de los sesenta fue víctima también de la crisis que propició el Seiscientos de la Seat y no pudo competir, teniendo que desaparecer definitivamente en el a?o 1967.Menuda reliquia que te han traído esta vez – le comentaba su tío Joan. Pero reliquia de verdad. Por lo que cuenta su due?o, veinticinco a?os tiene la moto. Una reparación complicada. Me he tenido que esmerar. ?Qué le ocurre en concreto?.Le he tenido que fabricar un cigüe?al nuevo con acero como Dios manda. Quiero decir que la pieza original, que todavía no sé ni cómo le ha podido durar tanto, estaba fabricada con un acero de muy dudosa calidad. Vamos, que es un acero malo, malo de verdad. No me extra?a. Hace veinticinco a?os conseguir acero en Espa?a era toda una odisea. Ni siquiera odisea, no había, por tanto para hacer algo parecido que se alejara de una imitación te las veías y deseabas. Generalmente se aprovechaban trastos viejos o algún vehículo destrozado de cuando la guerra para poder encontrar piezas y después ensamblarlas, que esa era otra. En este caso el cigüe?al si estaba bien hecho y en sí bien colocado, sino no hubiera durado tanto. Lo malo es que era de mala calidad. Pero aun así y atendiendo a mis sabias artesanales, he conseguido recomponerle uno de nuevo esta vez con buen acero, y estoy convencido de que si no se le rompe algo más, tiene moto para rato. El hombre dice que está encantado con su moto, y para mí ha sido un placer haber podido arreglársela. Además ha venido aquí recomendado porque le han dicho que nosotros somos buenos mecánicos. Me gusta oír esto. De todas formas ?no le podrías haber acoplado un cigüe?al ya construido de una moto moderna?. Lo he mirado pero no me daba el diámetro exacto. Este cigüe?al por lo que fuera era un poquito más delgado que los habituales, por eso he preferido fabricarle uno de nuevo que fuera exactamente igual que el viejo. Bien que has hecho. Más vale prevenir. Esta fábrica es verdad que también plegó. Luego cuando cerremos nos tomamos unas ca?as y te explico un poco así por encima las empresas espa?olas de motos que no superaron la crisis de los sesenta.Buena idea. La famosa crisis que siempre comentas. Las medidas coercitivas del INI y la aparición del Seiscientos. Sí se?or. Veo que por lo menos se te va quedando todo cuanto te explico. Tío, que tampoco soy tan tonto, además tú me lo explicas todo muy bien y a mí me encanta escucharte. Si un día tengo un hijo, me gustaría explicarle las cosas como tú. Pues a ver si espabilas. Mira tu hermana que ya está preparada con su bombo. Sí, estoy loco por ser tío, como tú. ?ja, ja! – siempre le ponía de buen humor hablar con su tío. Y como ocurría siempre, esta vez tampoco perdonaron hacerse unas ca?itas en la bodega del Tonet y volver a su acostumbrada disertación motociclista. Pidieron como de costumbre unas ca?as de cerveza esta vez acompa?adas de unos pulpitos a la plancha que el mismo Tonet estaba preparando para deleite de todos los comensales. Bien aderezado con ajo y perejil que los presentaba. Esto daba siempre opción a hacerse unas cuantas ca?itas, algo que nunca desechaban nuestros dos comensales. Hablando de marcas de motos desaparecidas o en situación crítica, a ver de cuál te podría hablar. Ya sabes que como siempre, soy todo oídos – le animaba Fernando mientras se encendía un cigarrillo. A ver – se rascaba el cogote tío Joan – Había por ejemplo una empresa que se llamaba Cremsa que fabricaba triciclos y ciclomotores. Esta empresa parte del a?o 1952 en que se funda la compa?ía “Construcciones Radio-Electro Mecánicas S.A.”. De ahí sale el nombre de Cremsa. Al principio se dedicaban a fabricar complementos para la electricidad o el campo textil, y hacían también estampados metálicos para industrias del automóvil. Pero en el a?o 1956 empezaron a construir ellos mismos lo que se definía como auto carros, que eran una especie de triciclo que portaba un agarradero atrás para portar una caja o cabina destinada a cargar paquetes. Se les llamaba popularmente “los patos”, porque vistos de frente parecían eso, un pato. La gente enseguida encuentra nombres para las cosas. Eso es cierto. El vox populi es tremendo poniendo apelativos a todo. Bueno, esta empresa de Cremsa de la que no hay mucho que contar, después hizo otro modelo que definió como “furgoneta pato” que era también un triciclo pero en este caso con la caja o cabina acoplada al mismo triciclo, no separada con un agarradero como los primeros “patos”. Como utilizaban los motores Hispano Williers, en 1960 se lanzaron a fabricar una motocicleta con un motor bicilíndrico de 197 c.c. a la que llamaron “Rally”. Hicieron también otra versión con un motor de 250 c.c. también de esa línea “Rally”. Pero bueno, lo suyo seguía siendo los triciclos o moto carros, llámalos como quieras. Al final sé que terminaron comprando los motores de 50 c.c. que vendía Hispano Williers y acabaron haciendo dos tipos de ciclomotores que llamaron “Turismo” y “Sport”, y poca cosa más. Diría que han desaparecido porque no los veo por ahí. ?Estos de Cremsa también eran de aquí de Barcelona?.Sí, estaban al final de la calle Cristóbal de Moura, allí abajo del todo. La mayoría de las marcas de motocicleta se fabricaban aquí en Barcelona. De fuera de aquí te podría hablar de la marca Elig que era un fabricante que había por Elche en Alicante allá por el a?o 1953. De estos tengo poca información, imagino que no fabricarían mucho. Así por encima te podría decir que el due?o se llamaba Francisco Candela Mas, por lo que he oído eran unas motos bastante bonitas y portaban motores también de Hispano Williers. Sé eso sí, que desapareció hace unos cuatro a?os, imagino que también por culpa de la aparición del Seiscientos. Los valencianos también fabricaban algo de motos entonces. Sí, mucho tampoco. Estaba este de Elig, el otro del que hablamos el otro día de las Setter y poca cosa más. Espera, había otro. Este de la misma Valencia que fabricaba unas motos con la marca Villof. Empezó en el a?o 1949 construyendo una motocicleta muy sencilla que casi parecía una bicicleta que portaba un motor de 96 c.c., pero como vendió unas cuantas, enseguida se puso a construir algo similar pero esta vez con un motor de 125 c.c. Pero no te creas, algo de lo más sencillo, sin ningún tipo de complemento. Por eso se le llamaba velomotor que es eso, una especie de bicicleta con un motor, es decir, que no llegaba ni a ser definido como ciclomotor. Pero con la tontería como era algo barato, vendió un montón. El caso es que en el a?o 1954 ya fabrica una motocicleta a la que llama DF/B 125 que llevaba un motor de 125 c.c. con dos marchas. Y después fabricó en 1955 lo que definió como la VDF 125 que salía con tres velocidades. Pero seguía fabricando también sus primeros modelos, entre otras cosas porque los velomotores los vendía muy bien. Estuvieron produciendo hasta el a?o 1965 que también por lo que fuera desaparecieron. Total, que en Valencia ya no se fabrican motos. Bueno, hubo alguna marca más, pero sí sigo me extenderé demasiado. ?Tienes ganas de seguir escuchando?.Si es de este tema sí. Ya sabes que yo cuando hablo de motos me encuentro bien. Pues bueno. A ver por Valencia qué más te puedo contar. Había una empresa también que se llamaba ARC. No tengo ni idea a qué se debía este nombre, pero sí te puedo decir que esta fábrica la abrieron los hermanos Bonet en el a?o 1954. Solo fabricaron dos modelos durante el poco tiempo que existieron. Eran los que llamaron ES Popular y B de lujo. Disponían de un motor bicilíndrico de dos tiempos con un cubicaje de 125 c.c. Era una moto que estaba bastante bien, pero vendieron pocas y petaron al poco tiempo. Otra marca valenciana también por el a?o 1952 era la Piqueras que la fabricaba un tal Genaro Piqueras, de ahí su nombre. Este se?or se dedicaba a las bicicletas pero era un gran aficionado al motociclismo. Por eso se construyó su propia motocicleta con un motor de dos tiempos y 125 c.c. un poco a imitación de la Montesa. Vendió muy pocas y se retiró de la fabricación. Y siguiendo con las empresas valencianas, estaba también la de la marca BJR. Esta pertenecía también a dos hermanos que se apellidaban Esplugues, como el pueblo de Barcelona. Esplugues de Llobregat – confirmaba Fernando.Eso, pero sin el Llobregat. Vivían en un pueblo de Valencia que se llamaba Algemesí y fabricaban motocicletas de 50, 65, 100, 125 y 175 c.c. y construyeron también algunos moto carro con motores de cuatro tiempos de 175 c.c. También desaparecieron en el a?o 1962. ?Y quién más por allí?. Había un fabricante en Alicante allá a mediados de los a?os cincuenta que con la marca VCS que significaba “Va?ó Sánchez y Cía”, fabricó algunos velomotores, pero aguantó muy poco tiempo. Y ya no recuerdo nada más por Valencia.Ya estuvo bien tío. Ten en cuenta que me estás hablando de empresas muy peque?as y de poca duración. Bendita sea tu memoria. Después estaban las Motobic, que estas se fabricaban en ?ibar de Guipúzcoa allá en el País Vasco. De esta empresa tampoco tengo mucha información. Sé que se dedicaron a fabricar ciclomotores de peque?a cilindrada. Eran principalmente de 49, 74 y 98 c.c. y que su obra cumbre era la moto denominada Saeta 100. Vendieron mucho, eso sí es cierto, pero nada más, empezaron en 1949 y plegaron por lo que fuera en el a?o 1963. Y poca cosa más te puedo contar de las Motobic.Pues cuenta de cualquier otro lado. ?No se fabricaba nada por Madrid aparte de la Vespa?.Pues sí, ahora que lo dices en Madrid estaba la marca Cofersa. La dirigía un tal José Mercader que tenía una empresa que se llamaba “Construcciones Ferrusola S.A.” de ahí el nombre de Cofersa. Empezó con las motos en el a?o 1954 sacando un modelo de 125 c.c. también con motor Williers, que posiblemente no tenía la calidad de otras marcas de moto ya existentes por Espa?a, pero que aun así denotaba seguridad y se vendió bastante bien. En la primera tongana consiguió entregar cien ejemplares de ese prototipo. Después se animó y ya con un motor Hispano Williers fabricó en el a?o 1957 el modelo JM que era de 197 c.c. con cuatro velocidades, y después en 1959 dise?a el modelo Helix con un croquis más elegante. El caso es que vendía bien, pero se quiso dedicar también a los micro coches pero aquí se ve que no obtuvo los permisos de fabricación y este desenlace le llevó a tener que cerrar al final también sobre el a?o 1962. Por tanto tenemos por aquí a otro fabricante desafortunado con las normas del gobierno. ?Nada más por Madrid?.Que yo recuerde ahora mismo no. Bueno sí, recuerdo también una empresa que se llamaba Iresa, pero de esta te puedo decir poca cosa. El nombre sí, correspondía a la compa?ía “Industrias Reunidas Espa?olas S.A.” con sede en Madrid y a cargo de un tal Antonio de Baigorren. Este se?or fabricaba motores de 48, 65 y 98 c.c. pero en el a?o 1953 presentó un motor de 200 c.c. que era una imitación de los Hispanos Williers pero de inferior calidad. Pese a todo estuvo fabricando motocicletas y moto carros con esa cilindrada de 200 c.c. sé que en el a?o 1962 tuvo un incendio en la fábrica y a partir de ahí plegó. Te dejo que pienses tío, que siempre que te pones a pensar te acuerdas de alguna más. Eso sí es verdad. Menos mal de la memoria. Que hablando de memoria ahora me estoy acordando de otro fabricante madrile?o. Se trata del se?or Rafael Onieva Ariza que con sus iniciales montó en 1952 la empresa de motos ROA. Trabajó desde buen principio con los motores Hispano Williers fabricando ciclomotores. Pero en el a?o 1958 presentó un micro coche equipado con tres ruedas con un motor Hispano Williers bicilíndrico de 250 c.c. que vendía por cuarenta y cinco mil pesetas, pero al ser tan caro, solo consiguió vender seis. A partir de 1960 se asoció con la BMW alemana para ensamblar desde Espa?a sus motos y así presento las R-27 de la BMW que vendió incluso para la guardia civil. Pero se dedicó principalmente a los moto carros, esta vez inspirados en la tecnología alemana, y llegó a vender hasta cuarenta mil unidades, que se dice pronto. Y acabó fabricando unas furgonetas preparadas para transportar mil quinientos kilos de peso que se llamaban “Tempo”, que iban equipadas con un motor Barreiros. Al final su empresa desapareció en el a?o 1967 porque fue absorbida por la que fabrica los camiones “Barreiros”.Esos si los he visto circular por ahí. Son como la competencia de los Pegaso.Esos mismos. Y ahora también te puedo hablar ya puestos, de unos fabricantes que había en Palma de Mallorca. Allí se fabricaba la marca Colomet. Esta idea partía de los hermanos Jaume y Antoni Colomet que tenían un taller como el nuestro para reparar coches y motos. Mira que bien.Pues sí. Estos hermanos presentaron una motocicleta en el a?o 1951 con un motor de 125 c.c., tres marchas y una suspensión delantera de esa que tú llamas telescópica. La llamaban la M51 y te podía coger los setenta y cinco kilómetros a la hora. Después fabricaron la M52 con un motor un poco más potente y al final construyeron el modelo M53, este ya con un cubicaje de 150 c.c. Vendieron trece unidades en 1953, ochenta y dos en el cincuenta y cuatro y treinta y nueve en el a?o cincuenta y cinco. Después también desaparecieron. Como en todas partes. madre mía que cantidad de gente valiente, no se me ocurre darles otro nombre. Ya los defines bien, ya. Había que ser muy valiente para fabricar con tanta competencia y con la continua presión del INI. En Mallorca aun hubo algún fabricante más. Estaba por ejemplo un tal Jaume Llobera que vivía en un pueblo de Palma que se llama Inca. Este puso en marcha en el a?o 1955 una moto con la marca Coronat que disponía de un motor con cuatro tiempos y 175 c.c. y que presentaba algunas novedades. Pero como no consiguió vender más que cinco o seis ejemplares, tuvo que plegar ese mismo a?o. Lo mismo que le ocurrió a un tal Baltasar March Santandreu que vivía en Santa Margalida también de Mallorca, que intentó fabricar en el a?o 1955 una moto con un motor de 125 c.c. con dos tiempos y buenos acabados, pero como tampoco vendía nada, tuvo que olvidarse de la idea. De hecho les había puesto la marca BMS que correspondían a sus iniciales, pero no pudo fraguar su idea. Y ya no recuerdo ahora nada más por Mallorca. Ya estuvo bien por hoy tío. Voy a pedir otro par de ca?as para desatascar la garganta.Espera un poco que ya acabo. Es que me gustaría también hablarte de una moto que se fabricó en Murcia.?En Murcia también?.Sí. En Murcia había un ingeniero mecánico que se llamaba don Andrés Luís Viudes Romero y fabricó unas motos que pintaba de color amarillo y se llamaban “Sadrian”. Estuvo vendiendo motos desde el a?o 1955 hasta 1965. También hizo algunos moto carro. Al principio usó motores propios de 200 c.c., pero después utilizó los Hispano Williers de 125 y 197 c.c. Vendía bastante, pero también quiso fabricar un micro coche que llamaba el “Trigiro”, pero no pudo competir con el Seiscientos. Al final se puso a fabricar velomotores de 50 c.c. pero ya con muy poca incidencia. Finalmente abandonó la industria motociclista en 1965 para dedicarse a otras cosas. Casi todas las marcas cayeron en esos a?os.Ya te lo he dicho otras veces. Ni podían competir con el Seiscientos, ni tampoco con las normas que infligía el gobierno para su propio provecho. Todo eran complicaciones en esos a?os para levantar cabeza. De nada servía que estuviéramos saliendo de la crisis. Franco no se fiaba, y como lo controlaba todo, siempre barría para su casa. Ya empiezo a estar un poco cansado tío. Pues venga que ya acabo por hoy. Lo voy a hacer hablándote de la última marca que ahora recuerdo. Esta vez nos vamos hasta Málaga donde desde el a?o 1954 hay un tal ?ngel Mu?iz Serrano que es piloto de motos y tiene también un taller de reparaciones, que además lleva la representación de la Sanglas y la Montesa de aquí de Barcelona. Pues bien, este se?or Mu?iz prepara sus propias motos a partir del a?o 1958 con motores Hispano Williers de 125 y 197 c.c. Todo ello con la marca AMS, que ya ves corresponde a sus iniciales. Como se venden bien prepara también un modelo con un motor bicilíndrico de 250 c.c. A partir del a?o 1963 quiso presentar un prototipo diferente para modificar la gama, pero ya le salió el gobierno prohibiéndole la homologación de nada nuevo. Entonces continúo fabricando los modelos de siempre hasta que no pudo con la avalancha de los Seiscientos y tuvo también que plegar. Y con esto ya acabo por hoy. Vámonos a dormir y ya seguimos charlando otro día. Que te recuerdo que no te he hablado todavía de las muchas empresas de moto catalanas que también tuvieron que cerrar sus puertas. Que de esas sí que hay unas cuantas. Ya te contaré.Muy bien tío. Seguimos ma?ana mismo, que hoy yo también tengo sue?o. Se alargaban mucho estas tertulias, pero era un tema que les fascinaba, en especial a Fernando que no se cansaba de escuchar toda la información que se le facilitara sobre el espectacular mundo de la motocicleta en esos a?os principios de los setenta. Lógicamente las conversaciones se prolongaban mucho, pues era evidente que existieron muchas empresas que se quisieron lanzar en esta aventura de fabricar motos. Afortunadamente su tío Joan disponía de infinidad de datos que podía tranquilamente ir describiéndole a su sobrino. Lo cierto es que verlos a los dos parlamentando, tomando cervezas y fumando cigarrillos, se convertía en toda una epopeya. Al día siguiente ya no se podía hablar de coincidencia pretender explicar que entraba en el taller otra moto característica. Pero ese día, como si se tratara de un preámbulo a la conversación que les esperaba, llegó al taller un muchacho muy joven que portaba una moto de la marca Rieju, y que se le había quedado clavada explicaba él, al querer girar en la entrada a un garaje. Tras echarle un vistazo Fernando y ser incapaz de encontrar avería por ningún lado, al final pudo comprobar que todo el problema que tenía aquella moto era que se había quedado sin gasolina. En un convulso de risas que fue todo cuanto acaeció en ese momento de atribulado desafuero, se permitió reprender a aquel muchacho y llenarle el depósito con el surtidor de gasolina que seguían atendiendo desde el mismo taller. Curiosas por cierto las motos de la marca Rieju de fabricación catalana. Para hablar de esta sociedad nos tenemos que trasladar a la población gironense de Figueres, donde en el a?o 1934 en plena Segunda República y lógicamente antes de la Guerra Civil, dos buenos amigos que se llaman Lluís Riera Carré y Jaume Juanola Farrés, empiezan su trayectoria fabricando accesorios para bicicletas. Compran unos terrenos en la misma Figueres con la intención de montar una factoría en condiciones, pero durante la Guerra Civil esos terrenos son ocupados por el ejército republicano para convertirlos en un parque móvil para camiones militares. Cuando acaba la guerra vuelven a empezar retornando a la fabricación de complementos para bicicletas. Es entonces cuando formalizan una sociedad en el a?o 1942 a la que llamar “Rieju”, partiendo de las iniciales de sus apellidos. A partir de aquí se dedican a construir sus propias bicicletas que ya salen con este nombre. En el a?o 1945 se deciden por acoplar en una de esas bicicletas que ellos mismos fabrican, un peque?o motor de 38 c.c. que tiene una potencia de un caballo, consiguiendo una velocidad de cuarenta kilómetros la hora. Es su primer modelo de velomotor con la marca Rieju y lo definen como el Número 1. Posteriormente construyen la Número 2 que sale con un motor de 50 c.c. y que ya empieza a dar la idea de tratarse de un ciclomotor. Esto ocurre en el a?o 1949, para fabricar a partir de 1951 lo que denominan Número 3 con nuevas prestaciones y a partir de ahí fueron sacando otros prototipos cada uno de ellos con mayores avances tecnológicos. Ponían una especial atención en la calidad de los complementos e innovaciones que iban aplicando. El salto a la motocicleta lo dan a partir del a?o 1953 cuando construyen ellos mismos el modelo que definen como Rieju 175. Se trata de una moto con suspensión delantera telescópica y trasera oscilante con amortiguadores hidráulicos. Componía pues una moto muy cómoda para ir por carretera, además muy ligera y sencilla de manejar. Como también gastaba poco combustible, se convirtió pronto en un elemento revelación del que se llegaron a producir un total de cinco mil unidades hasta el a?o 1961 que se estuvo fabricando. Después sobre ese mismo chasis introdujeron el modelo de motor Hispano Williers, consiguiendo una producción de mil unidades anuales. También sobre el a?o 1956 intentaron dise?ar una especie de moto escúter con motores de 50 y 125 c.c. Era un prototipo de motocicleta que revestía una imagen del escúter tradicional un tanto barajado con una composición más motera un poco alejada de ese perfil. Al final la idea no cuadró y pese a que presentaron este modelo al que le pusieron el nombre de moto Isard, la historia les costó bastante dinero y un fracaso comercial. Lo mismo les ocurrió en esos a?os cuando presentaron el modelo “Tahon 125” que era una imitación de la moto francesa “Taon 125” con alguna ligera modificación. Pero este nuevo prototipo tampoco cuajó en el mercado espa?ol. Pese a preocuparse en exceso de la calidad de sus productos, les estaba costando introducirse en el mercado espa?ol de la motocicleta. Preparan entonces un modelo llamado “Jaca Sport 125”, con una preciosa línea deportiva y unas innovaciones como llantas de aluminio o tambor de freno refrigerado, pero como sale a un precio muy elevado, tampoco se vende casi nada. Es a partir de esta observación que deciden fabricar este mismo modelo, pero liberado de complementos para poderlo ofrecer más barato. Todo esto está ocurriendo en el a?o 1959 y esta determinación les salió bien pues consiguieron vender hasta el a?o 1963 un total de tres mil doscientos ejemplares. A partir del a?o 1964 se tienen que enfrentar a las decisiones del gobierno que casi forzaba a fabricar motos de peque?a cilindrada que no pasaran de cuarenta kilómetros a la hora. Pasada esa euforia gubernamental siguen con su modelo Jaca fabricando los modelos Jaca Confort y Jaca TT. Consiguen solventar su economía durante la década de los sesenta vendiendo estos modelos y fabricando también ciclomotores de 50 c.c. Llegados los a?os setenta ya fabrican nuevos prototipos de motocicleta como fueron la P3A en 1971 sin abandonar a partir de entonces la producción tanto de ciclomotores como de motocicletas, y convertirse en una empresa espa?ola que como Montesa, Bultaco, Derbi o Ossa, consiguieron vencer las crisis y la infinidad de problemas que durante aquellos a?os promovía el autárquico gobierno franquista. A?os después también iniciarían su expansión en el campo de la exportación de sus productos. Esta es una Rieju fabricada en Figueras – le decía tío Joan a Fernando. Sí tío. Es una Jaca Confort pone aquí – le se?alaba la placa colocada en el depósito de gasolina – No es que corra mucho, calculo que unos noventa la hora, pero ya ves que mantiene una línea cómoda y segura. Lo gracioso es que no tenía nada estropeado. El due?o se había quedado sin gasolina y viene aquí a ver qué le pasa a la moto.Estas cosas pasan Fernando. Por eso tranquilo, le pones gasolina y a por otra. Estos de Rieju tienen fama de trabajar con calidad. Sí, eso sí. He aprovechado por echarle un vistazo a la moto y si ofrece garantías de buenos acabados. El motor es el Minarelli italiano.Sí, trabajan con licencia de esos motores. Es extra?o pues ellos también fabricaban sus motores. Esto lo debieron contratar en esos a?os que siempre te cuento cuando aquí se podía hacer poca cosa con nada. En fin, ahora cuando cerremos el taller nos vamos a tomar unas ca?as al Tonet, que hoy te pienso hacer un recorrido por todas las empresas catalanas que recuerde que han ido petando en estos a?os. Prepárate que hay unas cuantas. Vale. Voy a arreglar una Lambretta que no arranca. Imagino que será cuestión de cambiar platinos, en fin, ahora le echo un vistazo al delco. Cuando cerremos quedamos así tío.Okey. Hablar de las empresas catalanas que se lanzaron a la fabricación de motocicletas, es toda una andanza. Podemos estar hablando de cerca de más de una veintena de entusiastas catalanes que de una forma o de otra, intentaron lanzarse en ese atrevido campo que tantas dificultades presentaba tanto para la obtención de materias primas, como para los permisos gubernamentales que te permitieran realizar tu labor. Toda esta desavenencia de circunstancias provocó que muchas marcas de motos sí consiguieran salir a la calle, pero la poca retribución a tanto esfuerzo provocaba en la mayoría de los casos, una obligación forzada para cerrar puertas y dedicarte a otras cosas. Era una Espa?a complicada esa de los a?os cincuenta y sesenta, y pese a que cada vez se respiraba una mayor soltura económica y de colaboración internacional en todos los ambientes, seguía manteniéndose un recelo hacia el gobierno espa?ol que salvaguardaba su régimen dictatorial y esto no acababa de convencer para nada a las potencias extranjeras. Al mismo tiempo el propio gobierno de Franco siempre receloso con el control de la economía nacional, se hacía due?o y se?or de todos los intentos productivos que se pudieran emanar por cualquier lado, prefiriendo ante una posibilidad de que se le escapara ese control de las manos, aplicar una filosofía contumaz de tenerlo todo proyectado desde la misma administración. A partir de un abandono tan palpable por apoyar nuevas iniciativas, pretender cualquier encomienda se convertía en riesgo claro de salir perdedor. Muy bien tenías que desarrollar tus propios productos para que estos entraran con fuerza en el mercado del consumo y tus aspiraciones se pudieran llevar a cabo. Si este proceso inicial no se conseguía, ni se te permitía elaborar nuevas tentativas, ni el auto abastecimiento de tu propia inversión estaba garantizado para nada. Pese a todo hubo muchos catalanes que si se atrevieron a enfrentarse a este campo tan minado, pero en la mayoría de las ocasiones acabaron en su propia hecatombe de fracaso e ideas abandonadas. Siguiendo la tónica habitual de prácticamente cada día, al concluir la faena cerraron el taller y nuestros dos protagonistas se apostaron a la bodega del Tonet para hacerse unas cervecillas y continuar su rutina de seguir hablando todo cuánto podían de la historia de la motocicleta. Cuando tú quieras tío – le apremiaba Fernando que cada vez se encontraba más entusiasmado con estas tertulias vespertinas. Dame un poco de tiempo. Déjame primero trincarme una cerveza y que ordene un poco mi caletre, pues de empresas con problemas en Catalu?a hay mucho que contar. Vale. Voy a pedirle a Tonet que nos prepare unos espárragos trigueros a la plancha que hoy me vienen de gusto.Eso. Acércate a la barra y se los pides, que ahora mismo estoy por ti – le corroboraba encendiéndose un cigarrillo. Apuró una segunda ca?a de cerveza, se encendió otro cigarrillo y apareció el mismo Tonet con un par de platos, unos cubiertos, una bandeja con unos espárragos humeantes, un tarro con ali oli, unas yescas de pan y un salero. Todo listo para empezar la encomienda. Cuando quieras tío. – le apresuraba Fernando.Espera un poco Fernando que ahora estoy con la boca llena. Bueno, cuando acabes. A ver por dónde podía empezar para ir hablándote de las empresas catalanas que se han querido dedicar a fabricar motocicletas y por lo que sea les ha ido mal. No voy a seguir mucho orden, no me apetece crear ningún organigrama, te iré hablando de todas las que pueda a medida que las vaya recordando. Como son muchas, seguramente olvidaré alguna, pero eso lo dejamos para otro día. Vale. Si yo solo es para ir conociendo. Pues mira, ya que antes hemos estado hablando de la Rieju que se fabrica en Figueras, te podría decir que también en Figueras hay otra empresa que se llama motos Gimson. Esta empresa es curiosa pues ya existe desde el a?o 1934, de antes de la guerra civil.?Ya fabricaban motos entonces? – se impacientaba Fernando.No, espera. Vayamos por partes. Esta empresa la montó un tipo que era de Perpi?án en Francia. Allí era un relojero que se había hecho cargo de una representación francesa de bicicletas y de ciclomotores. Entonces se viene para Espa?a con la idea de traer esa representación aquí y se instala en Figueras provincia de Girona. Pero claro, llega la guerra y toda la idea se le va al traste. Pasada la guerra se junta con sus hijos y funda la empresa Gimson que al principio fabrica bicicletas pues es lo que realmente se vendía en esos a?os de la posguerra. Pero a partir de 1950 se hacen con un motor Gamo que se fabricaba en Barcelona, que disponía de una cilindrada de 65 c.c. y con eso se ponen a fabricar ciclomotores. Como se empiezan a vender muy bien, lo que hacen es cambiar el nombre a las bicicletas que también fabricaban, que desde entonces las llaman las “·Esbelta” y dejan el nombre de Gimson solo para los ciclomotores. Además en el campo de la bicicleta consiguen vender un montón a la guardia civil que las estará utilizando hasta que se encuentren con el mundo de las motos. Lo que no sabía es que antes iban los guardias civiles con bicicleta. Pues como todo el mundo. Si no había gasolina, pues había que ir en bicicleta. Y qué más te puedo contar de estas Gimson. Que ahora llevan una temporada que andan mirando de acoplar un motor eléctrico, uno de esos que hacen funcionar una moto sin necesidad de ponerle gasolina. Y eso, que siguen todavía fabricando ciclomotores que son esos que llaman Canigó, Polaris y Skipper, que algunas veces se ven circulando por ahí. Poca cosa más de esta gente.Pero esta gente no ha petado. Quiero decir que aun siguen fabricando. Sí, de momento sí. Pero siguiendo con Figueres también te podría hablar de la empresa Ruter de la que poco te puedo contar. Así por encima solo decirte que la construyó un se?or que se llamaba Pujol y que con muy pocos medios se aventuró por crear su propia moto. No sé cuánto cubicaba su motor, pero sí te puedo decir que hizo una motocicleta con un chasis robusto y bien acabado y que la moto en sí parecía bastante buena. La llevó incluso a participar en alguna carrera obteniendo buenos resultados. Es decir, la cosa parece que prometía. Esto es a mediados de los a?os cincuenta. Pretende entonces con la ayuda de un colega que fabricaba bicicletas, intentar montar una factoría para fabricar motos en serie y con ello darle un porvenir a su hijo, pero al final su hijo pasó de todo y no llegó a hacer nada. Este petó porque no tenía dinero y porque su hijo tampoco le apoyó.Más o menos fue así. Y otro que había por Figueras era la marca MAF. Pero esto tiene un poco de explicación. En principio el que está en Figueres es un fabricante de motores que se llaman Fita. Con estos motores se están fabricando en Barcelona unas motocicletas que las lleva un antiguo piloto de motos que se llama Marius Vilaseca y que produce motocicletas con el nombre de “Evycsa”. Esta es una moto con un motor Fita de cuatro tiempos con una cilindrada de 175 c.c. pero como está vendiendo bien poco, al final los de la misma Fita se hacen con ese prototipo y se ponen a fabricar con la marca MAF la moto de 175 c.c. que hacía Evycsa y después construyen otra de 150 c.c. Quieren fabricar también una de 250 c.c. pero como tampoco venden se va todo al carajo en el a?o 1964, las motos MAF y los motores Fita. Vaya panorama.Desolador, ya lo ves. Pero bueno, cambiemos de zona. Ahora nos vamos a Esparraguera, que para eso nos acabamos de zampar unos espárragos. Eso es verdad. En Esparraguera estaba la empresa de motos Aleu. Fabricaron en 1954 dos modelos de moto. Una de 125 y la otra de 200 c.c. esta última denominada como Aleu Nito. Es curioso pues con este mismo motor fabricaron también un cochecito muy peque?o al que llamaron “Bambi” y llevaba el mismo motor que la moto Nito, es decir un motor de un cilindro de dos tiempos que cubicaba 200 c.c. También construyeron algunos moto carro que llamaban “Cachorro” en este caso con motor de 125 o de 200 c.c. de dos tiempos que podía coger los setenta y cinco kilómetros por hora portando doscientos cincuenta kilos de carga. E hicieron también un triciclo de carga que llamaban M-125 y que podía transportar hasta trescientos cincuenta kilos de peso. Pero al final lo mismo de siempre, vendían muy poco y se hizo cargo de la sociedad otra empresa también de Esparraguera que se llamaba “Manufacturas Metálicas Monfort” y que siguió fabricando los modelos de Aleu poniéndoles algunas novedades con la idea de venderlos mejor, pero al final no lo consiguen. Esta empresa de motos Monfort es interesante nombrarla pues a pesar de que no consiguieron vender casi nada, el mismo Paco Bultó el que montó la fábrica de motos Bultaco, estuvo hablando con ellos en el a?o 1958 con la idea de empezar por ahí, pero al final la conversación por lo que sea no cuajó y la aspiración de fabricar motos con la marca Monfort desapareció también. Esto de Paco Bultó tampoco es de extra?ar pues eran los a?os en que no se daban desde el gobierno de Franco licencias para poder fabricar y esto es lo que realmente buscaba Bultó, hacerse con aquella licencia. Claro, esto de Bultó el de Bultaco me está recordando aquello que me contaste de la Sanglas cuando fueron a pedir los permisos para fabricar también coches.Entonces era así. O te espabilabas o te espabilaban. Pero siguiendo haciendo memoria de las empresas catalanas de producción de motos, ahora me estoy acordando de una empresa que hubo en Santa Perpetua de la Moguda. Eran las motos Dunjó. Que casi podría decir que era la moto en singular, pues al final solo logró fabricar un modelo. De esta historia era más curioso el tipo que la llevó a cabo que la suerte que al final tuvo.?El tipo dices?. ?A qué te refieres?, ?a la persona que ideo todo el proyecto?.En efecto. La persona que ideo el proyecto como tú dices, era un tal Arcadi Dunjó Berta que era de Santa Perpetua de la Moguda en Barcelona. Pues bien, este se?or había tenido una empresa antes de la guerra que se dedicaba a fabricar bastidores y sidecares para motocicletas. Durante la guerra estuvo de mecánico arreglando los aviones rusos del ejército republicano que se llamaban los “Chatos”, y esto le costó tener que exiliarse después de la guerra. Aun así vuelve a Espa?a en el a?o 1942 porque a fin de cuentas él no era más que un mecánico, y se puso a trabajar en una fábrica de bicicletas donde se especializó precisamente en los chasis. Se especializó de tal manera, que llegó a fabricar chasis para las fábricas de motocicletas Derbi, Rieju y otras de importancia. Fue a partir del a?o 1951 que le dio por fabricar un motor diesel para acoplarlo en las bicicletas. Era un motor de 300 c.c. que podía funcionar con cualquier tipo de combustible, o sea queroseno, petróleo, gasolina o gas-oíl. Está muy bien por eso. Una idea estupenda. ?Y cómo le fue?. Pues mal. Mal porque había también algún que otro socio para financiar ese proyecto y al final las discusiones entre ellos hicieron que no se hiciera nada. Suele ocurrir.Suele ocurrir pero este Dunjó no se amilanó. Proyectó entonces para el a?o 1956 construir coches peque?os. Preparó entonces tres prototipos con esa idea a los que puso tres motores de empresas diferentes, todos ellos de 125 c.c. Pero lo mismo, al final no se fabricó ninguno de ellos. Este tipo eran un gafe. Un poco sí, o tal vez bastante. El caso es que un a?o después en 1957, contacta con una empresa inglesa que se llama Harry Walker que es la que exportaba a Espa?a los motores ingleses Williers y estaban interesados en fabricar algo por Espa?a. Y es precisamente de esta colaboración de donde sale la motocicleta Dunjó a la que llaman A-125, de la que consiguen fabricar treinta unidades pero ya no hicieron nada más. La empresa Dunjó desapareció por completo. Jobar, vaya historia. Pues como esta otras tantas. Tienes por ejemplo la marca de motos Mavisa que son de Sant Cugat del Vallés. Esto también es una historia corta pero muy curiosa. Cuenta, cuenta.Esto son dos hermanos que se llaman Manel y Vicen? Vila que en el a?o 1948 alquilan dos motocicletas para hacer una excursión, una de la casa Montesa y otra de Ossa. Como quiera que se les estropean las dos motos, empiezan a echar pestes contra ellas y deciden montar su propia empresa para hacer sus propias motos. No me jodas. Sí, sí. Esto es para haberlo vivido. Además es gracioso porque se les mete en la cabeza la idea de hacer una moto mejor, más rápida y resistente y que tuviera controlado todo, desde el bastidor hasta el último tornillo. Todo esto sin tener ni papa idea de mecánica. Pero como se han picado con el tema, se tiran todo un a?o estudiando cómo hacer su propia moto. Cuando empiezan a considerar que ya lo tienen claro, le llevan el proyecto al Dunjó este del que te he hablado antes, para que les dise?e un chasis para su nuevo invento. Se van a un notario y registran una sociedad que se llama “Sociedad Anónima Construcciones Manuel y Vicente” llamada también “Mecánica Mavi S.A” que dará nombre al prototipo de moto que están montando como Mavisa. Joé, que cacao para sacar el nombre. Pero sigue, sigue.Sigo. Porque esto de Mavisa a mí me divierte mucho. No es la primera vez que lo explico. Resulta que estos dos hermanos con su empresa ya montada, me tienen dispuesta una moto con un montón de novedades todo ello dentro de productos de primera calidad, pero aun así no les termina de gustar. Al final tras una serie de retoques parece que por fin quedan contentos y presentan su súper moto en la Feria de Barcelona del a?o 1957 y de hecho gustó mucho ese prototipo.Bueno, por lo menos consiguieron venderla. Espera, que no acaba aquí la cosa. Venderla sí, pero ?cómo?. Escucha que esto también es gracioso. Se presenta en la Feria un capitán de la policía armada que se enamora de la moto y les dice que la quiere comprar. Ellos le dicen que ese modelo es único y que no la pueden vender, pero el capitán la quiere para él. Total que por la tarde el capitán se presenta en el garaje de los hermanos Vila vestido de uniforme y con un talonario en blanco. En esos a?os la policía cabreada era peligrosa. Ahora también. Ahora también pero en esos a?os más. El caso es que tienen que entrar en negociaciones y al final terminan convenciendo al policía para hacer motos en serie y que no se preocupe que una moto será para él. A todo esto el policía les dice que quiere un pedido de mil motos como esa para que las tenga la misma policía y otros órganos de la seguridad de estado. El caso es que se ponen a fabricar la moto en serie pero con solo dos empleados. La cosa va súper lenta y los pedidos se empiezan a amontonar. A todo esto se suma la pasta para atender tanta demanda. Necesitan mucho dinero para poder construir tanta moto. Entonces se les ocurre la idea de contratar la producción de tanta moto con otro fabricante. Y aquí vuelve a aparecer otra vez el Paco Bultó de Bultaco de que hemos hablado antes. Pero ya estamos en el a?o 1960, Paco Bultó ya tiene su fábrica de Bultaco en marcha y ha lanzado al mercado el modelo Bultaco que se llama “Tralla” y que se está vendiendo muy bien. Por tanto les dice que la idea es buena, que la moto que presentan es fantástica, pero que él no puede asumir esa responsabilidad. El caso es que al final se dan cuenta que ni tienen medios ni tiempo para asumir tanto compromiso para ser fabricantes de motos y con toda la ilusión que les había embargado, se ven obligados a cerrar sus puertas y dejar esa idea en principio tan prometedora, relegada en el más infame de los olvidos. Qué pena. La idea parecía interesante, pero claro, ni eran mecánicos, ni eran nada. Bueno, serían lo que sea pero nada ligado a la moto.Así es. Pero ya ves tú que historias ha habido por ahí. Esto es como otro fabricante de motos, esta vez en Ripollet también de Barcelona. Es la marca de motos Edeta, de la que dispongo de poca información. En principio todo viene de un fabricante de Barcelona que construía motos desde el a?o 1952 con la marca Semior, pero se ve que vendió tan pocas, que en el a?o 1954 se hacen cargo de esa licencia unos se?ores de Ripollet de los que desconozco su nombre y empiezan a fabricar a partir del a?o 1955 con la marca Edeta que tampoco sé de dónde viene ese nombre. Empiezan con el mismo modelo de la Semior que es un motor de 175 c.c. al que le hacen algún ligero cambio. Y después dise?an un modelo algo más deportivo que denominan como la Edeta Sport que sale con un motor Hispano Williers de 125 c.c. No debieron tener mucha suerte, porque en el a?o 1961 dejaron de fabricar y no se supo más de ellos. Todo lo que me cuentas es de los pueblos de Barcelona. Dentro de la capital me imagino que también habría fabricantes. Unos cuantos, pero prefiero ir paso a paso, sino me lio. Antes de hablar de fabricantes por Barcelona te hablaré de uno que había en Girona que ya se me olvidaba. Se trata de la empresa Narcla. Era un modelo de moto que se denominaba como Narcla 125 2T que la fabricó un se?or que se llamaba Narcís Clará y que disponía de una fundición. De esta moto que llevaba un motor de dos tiempos con 125 c.c. fabricó algunos ejemplares pero dispongo de muy pocos datos. Sé que la aventura duró hasta el a?o 1964. Algún conato me ha llegado alguna vez de que también quiso fabricar algún tipo de micro coche, pero desconozco por completo si al final lo llegó a desarrollar. Es otra más para la colección. Todas solían caer en los mismos a?os. Es lo que te vengo explicando siempre. El Seiscientos hizo mucho da?o a toda la industria de las motos, entonces los que manejaban capital se tiraron al ciclomotor, pero el que iba vendiendo solo lo que podía, no pudo competir. ?Salimos un rato fuera a la terraza?. Lo digo porque hace buena tarde y estoy algo agobiado de estar aquí dentro. Salgamos. Llevaban buen rato hablando de las motos catalanas, más que de las motos, se su historia, historia que generalmente acabó mal en el sentido de que fueron empresas posiblemente levantadas con gran ilusión, pero que no pudieron competir ni contra las más grandes, ni contra todas las dificultades que siempre se presentaban en esos a?os. Salieron los dos a la terraza con una jarra de cerveza en la mano cada uno para ahorrarle trabajo al camarero. Cuéntame cosas de dentro de Barcelona tío. Aquí dentro de Barcelona a ver por qué empresa empiezo – se rascaba nuevamente el cogote. – Mira, una que me hace gracia por su nombre. Se trata de la empresa de motos “Ardilla”, así como suena. Duraron poco en el mercado por una razón que ahora mismo te cuento, pues esto también te va a resultar gracioso. Ya te adelanto que solo estuvieron dos a?os haciendo esa moto. Se arruinaron me imagino.No se arruinaron, o tal vez sí. Lo que pasó fue lo siguiente. Estamos en el a?o 1950 que Espa?a está padeciendo un bloqueo internacional y nadie quiere saber nada ni de Franco ni de los espa?oles. Entonces el único país que nos está apoyando es Argentina que nos está enviando trigo y carne para que podamos comer. Pero siempre que alguien ayuda, no lo hace por la cara. Entonces como en Espa?a no hay un duro por ningún lado, se tiene que compensar esta ayuda enviando algo de Espa?a para Argentina. Como quiera que en Argentina no hay muchas motocicletas, ya tenemos un producto para enviar. Yo no sé qué tipo de relaciones tendrían con el gobierno los de esta empresa fabricante de motos, pero el caso es que se le paga a Argentina entre otras cosas mandando para allí las motos de la marca Ardilla. ?Tan buena era esa moto?.Hombre buena. Era una moto normal, con un motor de dos tiempos con una cilindrada de 125 c.c. y una potencia de cuatro caballos, vamos, para coger una velocidad de unos setenta y cinco kilómetros. Y poca cosa más, una suspensión telescópica en la rueda delantera y de muelles en la rueda de atrás. Una moto normal en aquellos a?os, pero funcionaba bien y a los argentinos les venía de perla. Claro, y con eso ya vivían.Ahí está. Vivieron hasta que se les acabó el chollo. O lo que es lo mismo, hasta que en Espa?a se vuelven a abrir las relaciones con los americanos y Argentina ya no tiene que enviar ni más trigo ni más carne. Ahí se acaba también el único cliente que tenían estos de “Ardilla”Desde luego me cuentas cada anécdota que me quedo helado escuchándolas. Por lo menos así quedan más graciosas estas historias. Ya ves tú lo que son las cosas. Franco nos está llamando separatistas a los catalanes, y sin embargo envía para la Argentina unas motos fabricadas en Barcelona. A veces la historia es para darle de comer a parte. Pero no acaba aquí precisamente la historia de las motos “Ardilla”. La historia sí, pero no la moto.No te entiendo.Ahora te explico. – aprovechó tío Joan para encenderse un cigarrillo. – Había un se?or en Barcelona que se llamaba Francesc Aragall que tenía un taller en el barrio del Clot donde arreglaba coches igual que nosotros. Vino la guerra y lo típico, hubo que dejar el trabajo. Cuando acaba la guerra monta un taller en el barrio de San Andrés con sus dos hijos y se dedican otra vez a reparar coches y también camiones. Nosotros nunca hemos tenido un camión en el taller. Eso es verdad tío. Siempre hemos cogido solo coches.Mejor. Un camión ocupa demasiado espacio. Bueno, lo que te decía, los hermanos Aragall se lían después de la guerra con los motores de gasógeno y todo eso, y es gracioso porque son de los primeros que pusieron un camión grúa para recoger por las calles coches estropeados. En fin, también se dedican a hacer carrocerías para autocares, pero el caso es que los dos hermanos se animan a fabricar en el a?o 1950 una motocicleta por algo parecido a lo que les pasó a los hermanos de Sant Cugat que te he contado antes de la empresa de motos Mavisa. ?También se fueron de excursión?. No, estos no fueron de excursión, pero si disponen de una moto con la que no están nada contentos. Entonces se ponen a dise?ar una moto para fabricar ellos, pero claro, estos dos hermanos Aragall sí que son mecánicos. Crean también su propia sociedad que denominan como “Motores y Motos S.A”, de ahí el nombre de Mymsa y se ponen a trabajar. Entonces empiezan a confeccionar un motor propio para sus motocicletas, pero necesitan una moto de las que se están vendiendo bien para sacar de ella nuevas ideas. Es aquí donde viene la coincidencia. Se agarran entonces a una moto “Ardilla” para estudiarla bien. Y inspirados en esa moto “Ardilla” a la que le ponen su propio motor, presentan en la Feria de Muestras de Barcelona del a?o 1953 un prototipo de motocicleta que denominan como la Mymsa A-1 con un motor de 125 c.c. y una potencia de seis caballos. Se juntan con una serie de accionistas para poder trabajar en serie y se vuelven a sus antiguos talleres del Clot. Estamos en el a?o 1954 y entonces siguen habiendo cortes de luz, les falta maquinaria apropiada y cuesta mucho conseguir materias primas. Solo se podían conseguir materias primas a través de la exportación de productos espa?oles que se podían canjear por eso, por materias primas. Pero los hermanos Aragall se preguntan qué pueden exportar. Se les ocurre entonces comprar kilos y kilos de naranjas a agricultores valencianos, y las exportan por Europa para cajearlas por materias primas. Había que echarle pelotas entonces. Más que pelotas, había que desarrollar la mollera. Te tenías que espabilar como fuera. El caso es que los hermanos Aragall se espabilan bien y se ponen a fabricar en serie la moto que habían presentado en la Feria de Muestras de Barcelona. Enseguida consiguen vender un total de doscientas sesenta y tres motos y pronto se empiezan a disparar los pedidos. En cuatro a?os consiguen vender hasta tres mil ochocientas unidades. Están fabricando motos de 125 y 175 c.c. Como la venta de motos pinta muy bien, se ponen entonces a fabricar desde el a?o 1955 también un triciclo comercial al que llaman “Rana 3R” con un motor de 125 c.c., pero a partir de 1957 construyen uno de más grande con un motor de 175 c.c. para poder trasportar cuatrocientos kilos de carga. Y a partir de este modelo se ponen a construir un coche que llaman también “Rana”, que tiene cuatro puertas y listo para cuatro plazas, pero cuando está todo en marcha interviene el gobierno de Franco y no se lo dejan fabricar. Esta broma les cuesta un montón de pasta pues ya lo tenían todo dispuesto. Siempre las normas del gobierno por el medio.Siempre Fernando. Esto siempre ha sido así. Pero bueno, después sale un decreto del gobierno en el a?o 1956 que dice que se permiten construir furgonetas. Entonces sacan al mercado lo que definen como el “Furgón Rana 4R Diesel” con un motor monocilíndrico diesel de dos tiempos con dieciséis caballos de potencia. Más tarde fabrican también el denominado como “650 GA 12” que era un moto furgón con un motor bicilíndrico de cuatro tiempos con una cilindrada de 650 c.c. quince caballos de potencia y capaz de portar una carga de setecientos cincuenta kilogramos. Y construyen también un triciclo que definen como “Triciclo Rural X-3” que es una especie de moto con sidecar pero que lleva el sidecar carrozado con la moto pareciendo una especie de coche. Tanto hacían que dise?an también un moto carro pero esta vez con cuatro ruedas, con una cabina carrozada como una pieza y con un motor monocilíndrico de dos tiempos y 275 c.c., pero aquí nuevamente la administración de Franco se lo prohíbe fabricar. Cuanto más te oigo hablar de estas prohibiciones, más sorprendido me quedo.Ya. Pero esto funciona así, lo tomas o lo dejas, no hay más opción. Al final se topan con la crisis que se produce con la aparición del Seiscientos, y a partir de principios de los sesenta empiezan a ir mal. Al dinero que les costó la broma por no poder fabricar el coche, más lo que les ha costado ahora también no poder construir ese triciclo X-3, se le a?ade la normativa de que solo se pueden fabricar ciclomotores. Entonces rápidamente preparan un ciclomotor con un motor de 74 c.c. Se trata del modelo Z-61, pero cuando ya lo están preparando, entonces sale el gobierno diciendo que se considera ciclomotor a aquellas motocicletas con una cilindrada inferior a los 50 c.c. Todos estos jaleos provocan que el socio capitalista que aportaba más dinero a esta sociedad se retire. Vistas las circunstancias deciden cerrar la empresa en el a?o 1963.Es increíble, porque esta era una empresa que funcionaba bien.Pues ya lo ves. También las que funcionaban bien se iban a pique. Unos porque no tenían suficiente pasta, otros porque no podían soportar tanta norma impuesta, pero al final la mayoría tuvieron que plegar y cerrar. Anda, vete al camarero que nos traiga un par de jarras de cerveza que se me ha quedado la boca seca de tanto hablar. Hacia buena tarde en ese mes de setiembre en Barcelona. Daba la impresión de que el calor veraniego quisiera llamar a su fin, pero todavía se respiraban horas agradables compartiendo una terraza en cualquier bar de la Ciudad Condal. La charla esta vez era variada e incluso variopinta. Joan disfrutaba dándole incluso un poco de teatro cuando contaba las curiosidades que volteaban al mundo empresarial de la moto en Barcelona. Volvió Fernando con dos nuevas jarras de cerveza y la tertulia prosiguió. Hoy me lo estoy pasando muy bien. No sé, todas estas historias que tan bien conoces, te las atiendo como si fuera un crío peque?o escuchando un cuento.Es que hay algunas historias que parecen realmente un cuento. Pero todo cuanto te digo es verdad que ha ocurrido. Si algo no es cierto, se deberá solamente a que por lo que fuera lo percibí yo mal o tal vez me lo explicaron diferente a lo que fue. Yo me baso en datos que a lo largo de mi vida y hablando con uno o con otro he ido escuchando de todo cuanto ha ido pasando.Ya me lo imagino tío. Tampoco estás leyendo de ningún libro, dices lo que sabes y lo sabes por eso, porque alguien alguna vez lo cuenta. Yo mismo desde ahora, cuando hable con alguien le contaré justo lo que tú me estás contando.A ver si vamos a acabar como ese juego que llaman los críos como… vaya ahora no me acuerdo cómo se llama. Ese que se ponen en fila y se van diciendo al oído una palabra que al final puede acabar con cualquier disparate. No te líes tanto explicando tío, que ya sé de qué juego me hablas. Me parece que se llama el Teléfono. Ese que empieza uno diciendo al oído elefante y termina al final diciendo el último avestruz, o lo que sea, pero totalmente distinto de la palabra original.Si, justamente eso. Bueno, a lo que íbamos. A ver de qué otra empresa catalana de motos te puedo hablar ahora. Así haciendo memoria recuerdo otra empresa que se llama Belfi. El nombre venía del apellido de dos mecánicos que se apellidaban Belart y Fibla y que son los que se lanzaron desde el a?o 1955 a fabricar ciclomotores que sacaron con diferentes nombres o marcas. Así estaban los que se llamaban Belfi Camello o Belfi Gacela. Les dio por ahí. De esta gente conozco muy poco. Sé por decirte algo que los chasis también se los fabricaba el Dunjó este del que hemos hablado antes, y que al final construyeron una escúter bastante parecida a la Vespa, pero a partir del a?o 1960 dejaron de producir y desaparecieron.Bueno, otra más para la lista.Así es. Y al igual que esta, estaba otra empresa que se llamaba Rex y que fabricaba ciclomotores desde el a?o 1953 que salían con este nombre. Tampoco tengo datos de esta marca. Solo sé que también fabricaron algunos triciclos, pero poca cosa. Desapareció en el a?o 1959. Igual tenían algo que ver con la marca de tabaco. No lo creo. Esto solo es pura coincidencia en el nombre. Y otra de la que tampoco dispongo de datos, era la marca de motos Taber. De estos solo sé que fabricaban desde el a?o 1952 un modelo de moto con ese nombre de Taber, y que tenía un motor de 125 c.c. que al principio lo fabricaba un tal Pons que era fabricante de motores de Barcelona, pero al final el motor se lo hacían ellos mismos. Pero imagino que con poco éxito, pues desaparecieron en el a?o 1955.Pues sí que se veían marcas de motos por las calles. A mí que siempre me gusta presumir de todo lo que me gustan las motos, y nunca me había fijado de la cantidad de marcas que había. Eras muy joven todavía en esos a?os. Aun no habías ido siquiera a la universidad, por tanto tu pasión por las motos todavía no existía. Eso también es verdad. Porque mira, otra marca que ahora recuerdo, era las motos Clúa. Esta empresa ya era más potente porque fabricó motos y también coches. El due?o se llamaba Joan Clúa i Maluquer y tenía el taller por la parte de arriba de la Diagonal. De hecho su empresa se llamaba “Construcciones Mecánicas Clúa S.L.” y tocaba todas las cilindradas, desde 50, 75, 125 hasta 175 c.c. En el a?o 1951 sacó su primera motocicleta que se llamaba MC-75 con un motor monocilíndrico de dos tiempos y tres coma veinticinco caballos de potencia. Te cogía los setenta kilómetros hora y se presentaba con un cambio de tres velocidades que se manejaba con la mano desde el manillar. Pero esta moto la entregaba con todos los avances tecnológicos de esos a?os. ruedas con suspensión telescópica delante y muelles helicoidales detrás, culata de aluminio, tubos de acero, en fin, todas las novedades. Al a?o siguiente, sobre este mismo modelo presenta más novedades y también mayor potencia. A partir del a?o 1953 ya acopla en sus motos los motores Hispano Williers monocilíndricos de 125 c.c. con dos tiempos pero con seis caballos de potencia. Ya se iba la velocidad a los ochenta kilómetros hora. Para ofrecer después la 125 Rapita, que te cogía los noventa kilómetros a la hora. En esta aparecía el cambio con cuatro velocidades y se estaba vendiendo por unas dieciocho mil pesetas. Al mismo tiempo, desde el a?o 1957 fabrican también un ciclomotor de 74 c.c. con el cambio de tres velocidades en el pie y que te cogía los setenta kilómetros la hora. Entonces estos por lo menos trabajaban bastante bien. Sí, las motos Clúa como eran de calidad se vendían bastante bien. Pero también se lió con los coches. Desde el a?o 1955 se puso a construir micro coches con la firme idea de competir con la Biscúter. Para ello dise?ó un modelo con líneas elegantes y de aspecto deportivo con todos los mejores acabados tanto en estética como en mecánica. Empezó con un motor bicilíndrico de dos tiempos con 247 c.c., pero a partir de 1957 ya incluyó un motor bicilíndrico de cuatro tiempos y con 497 c.c. y una potencia de diecisiete caballos. Pese a ser un coche peque?o, toda una energía para la época. Presentó este último modelo en la Feria de Muestras de Barcelona y pese a que se vendía por sesenta y cuatro mil pesetas, resultó ser un gran éxito y allí mismo salieron un montón de pedidos. Pero fue precisamente ahí donde metió la pata este Clúa. ?La pata por vender mucho? – le preguntaba extra?ado Fernando.Justo por eso. De una forma posiblemente un tanto engreída, este se?or Clúa dijo públicamente totalmente convencido de su obra, que si el comprador encontraba cualquier defecto en ese maravilloso coche, su empresa se encargaba de devolverle todo el dinero. Y mira tú por dónde que apareció un defecto de fabricación en la misma chapa del coche, no por culpa de Clúa pero si por culpa de su distribuidor. El caso es que la chapa se desajustaba por eso, por un defecto de fabricación. Total, que los compradores se tomaron en serio este aviso y empezaron a devolver sus coches teniendo la empresa Clúa que empezar a sufragar todo el dinero ganado. Como había llegado a vender hasta un total de cien coches de esas características, de golpe y porrazo la empresa Clúa se quedó sin pasta y en el a?o 1962 tuvo que cerrar sus puertas por quiebra total. Joder. Ahora sí que me he quedado de piedra. Es que no es para menos. Otra empresa más. Esta que te cuento ahora se llamaba Lifante, no vendió mucho, pero eso es porque se dedicaba a algo especial. Te explico. El due?o era un tal José Lifante Hurtado de aquí de Barcelona. Este se?or era paralítico, iba en silla de ruedas. Se propuso entonces construir vehículos que facilitaran la movilidad a personas que como él, estuvieran discapacitadas. Entonces empezó fabricando en el a?o 1952 un moto carro con un motor Hispano Williers de 125 c.c. con dos tiempos y que se manejaba con las manos, por eso decía que estaba fabricando un velocímano. Y hizo también una motocicleta también adaptada pero no me preguntes cómo, que disponía de un motor Hispano Williers de 200 c.c. Así estuvo hasta el a?o 1966 que tras producir cinco motocicletas y treinta y nueve moto carros, se dedicó desde entonces a fabricar solo sillas de ruedas. Tampoco es que fabricara mucho. Fabricó poco, eso es cierto. Pero eso es porque solo se dirigió a gente conocida o a alguien que estuviera discapacitado. Era un público muy selecto por llamarlo de alguna manera.Claro, solo se dedicó a los discapacitados. Otra empresa que también fabricó y vendió bastantes motos era la “Huracán”. El due?o era un tal Durán i Valet que empezó fabricando también aquí en Poble Nou en el a?o 1956. Con los motores Hispano Williers fabricó motocicletas de 125, 200, 250 y 325 c.c. y se calcula que llegó a vender hasta dos mil ejemplares. Pero claro, también se lanzó a por los coches. Primero empezó con los moto carros pero enseguida se pasó desde 1957 a construir micro furgonetas peque?as pero de cuatro ruedas que definió como “F-197” y que iban equipadas con un motor Hispano Williers de 197 c.c. Eran una imitación a las DKW alemanas que ya empezaban a aparecer en aquellas épocas. Lo cierto es que vendió bien pocas y cambió la idea. Entonces a partir de 1958 empezó a probar fortuna con los micro coches y presenta en la Feria de Muestras de Barcelona un modelo que denomina “Minicar” que sale con un motor también Hispano Williers de 197 c.c. y muy buenos acabados, pero se pretende vender por sesenta mil pesetas. Como era tan caro, no solo no se vendía sino que la administración del gobierno también le puso pegas y la idea reventó. Al final fabricaron un triciclo tractor con semi remolque que llamaron “T-1000” preparado para cargar con setecientos cincuenta kilos y una moto furgoneta que en el fondo era un moto carro de aspecto simplón que lo definieron como la “M-202” y esto es lo que estuvieron vendiendo hasta el a?o 1965 que se encontraron con una competencia de vehículos utilitarios para el transporte que habían evolucionado más deprisa que ellos y vendían más barato. Al final tuvieron que plegar también. Por lo menos estos lo intentaban siempre. Como todos. Todos los fabricantes vivían en esos a?os en una continua lucha por superar productos o presentar novedades. Pero entre las competencias, las normas gubernativas y una cosa u otra, la mayoría de las veces acababan estrellándose. Como el de Clúa que petó por hablar más de la cuenta. Por lo que sea. La competencia siempre es peligrosa, por eso te digo siempre que no hay que descuidar nunca la atención del taller. Aparte de que la clientela siempre es exigente, y eso también hay que tenerlo en cuenta. Venga, te voy a hablar de otro fabricante que me está viniendo a la mente ahora. Son las motos Sanson, así como suena, como el de la Dalila. Sansón como el de la Dalila. Me ha gustado esto. Pues sí que han pasado empresas de moto por Catalu?a. Ya te dije que había muchas, y eso sin contar las que no recuerdo. Pero hablando de estas Sanson te diré que trabajaban en un local de Barcelona que se llamaba “Talleres Arnau”, que ya venían fabricando complementos para otras casas de motos. En el a?o 1958 construyeron su propia moto con un motor Hispano Williers de 250 c.c. y sacaron un modelo que denominaron Sanson Sport. Pero ellos en realidad se dedicaron a fabricar moto carros. Lo que pasa es que construyeron modelos bien robustos reforzando bien sus complementos y utilizando un motor diesel que consumía mucho menos que el de sus competidores. Le llamaban el “Sanson Diesel” e iba equipado con un motor diesel de cuatro tiempos refrigerado por aire y que te cogía una velocidad de unos sesenta kilómetros la hora. Tenía una capacidad de carga para mil quinientos kilos y bueno, tampoco es que vendieran tanto. Se calcula que en el a?o 1962 vendieron ciento setenta y ocho ejemplares, en el sesenta y tres ciento ochenta, y cuando llegó el sesenta y cuatro solo lograron vender setenta y ocho unidades. Al llegar el a?o sesenta y cinco, solo venden once, el problema estaba en que aparecieron por el mercado espa?ol las furgonetas DKW, o las de otras marcas extranjeras y a partir de ahí el negocio de los moto carro se les vino abajo y en el a?o 1965 dejaron también de fabricar y volvieron a los complementos de siempre desapareciendo la marca Sanson. Bueno, hoy sí que te has pegado una buena disertación con tanta marca. Ahora sí que empiezo a estar un poco cansado. Me pido la penúltima y si quieres nos vamos a dormir. Vale. Fue una tarde realmente productiva si a la cuestión informativa nos podemos referir. Tío Joan disfrutaba explayándose con su sobrino y sobre todo le gustaba alardear de memoria o conocimientos relacionados con el tema que se le planteaba. Fernando siempre encontró en su tío Joan ese ángel protector que supo estar a su lado en la infinidad de ocasiones que se vio obligado a enfrentarse a su padre don Tomás, cuando tan reiteradamente se le había opuesto a que él se pudiera dedicar al campo del motociclismo en general. Ahora estaba claro que su padre estaba fuera de juego. Había quedado internado en un manicomio y estas situaciones aunque resulte algo pavoroso explicarlas, al final se imbuyen en un olvido pleno que de alguna manera sea comprensible que así suceda. Fernando con la tontería había conseguido olvidarse prácticamente de su padre. Tal vez no sea dentro de esta conversación que está disfrutando con su tío Joan, el momento más adecuado para tocar este tema tan arisco, pero como esta era la situación que se estaba produciendo, por aquí ha quedado reflejada. Tío Joan aprovechó el impás de su sobrino yendo a buscar otro par de ca?as y para ir un momento al excusado pues la presión cervecera que le embargaba así se lo estaba reclamando. Vueltos los dos a la mesa y dándole nuevos tientos a la cerveza, fueron concluyendo esta conversación. Bueno Fernando, mientras nos tomamos los últimos tragos te paso una relación rápida de unas cuantas empresas más de motos que tengo en volantas siempre en mi mente, pero esto te lo hago de corrida, pues de estas empresas que te voy a ir relatando solo sé que han existido pero no tengo información para nada detallada de cuáles han podido ser ni su producción, ni las causas que les obligaron a abandonar.Por lo menos conoceré sus nombres. Eso es lo único. Así de corrida te puedo decir que por ejemplo en Tarragona recuerdo una empresa que hubo en Reus que fabricaba las motos Redis desde el a?o 1952 que me parece que aun anda por ahí. Y había otro fabricante por Cambrils que fabricaba con la marca Badía, pero de estos no sé nada. Todo esto por Tarragona. Así es, pero no tengo ninguna información sobre ellos, solo la marca de la que he oído hablar. Te puedo citar también los ciclomotores con motor de dos tiempos y 75 c.c. que con la marca Lanch fabricaba en 1955 un vasco de Tolosa en Guipúzcoa que se llamaba Jaime Ocariz que fabricaba también sus propios motores a los que llamaba “Zicaro”, su apellido al revés. De esta moto que le llamó Lanch, he visto alguna por Barcelona. Por lo visto vendió ochocientos ejemplares. O había otra marca en este caso en ?ibar, que eran las “Echasa” que salían con un motor de 54c.c. pero de estas no sé nada. Por lo menos son apuntes que yo voy aumentando.Eso sí, ya conoces por lo menos el nombre, después solo es cuestión de ir investigando. Siempre hay alguien que sabe algo. Y de aquí Catalu?a así por encima te podría citar la marca “Ariane” de la que no sé nada, o la marca “Artés”, que de esta si he visto alguna por ahí y me imagino que deben seguir fabricando, pero carezco de datos. También estaban las “Pony”, que se fabricaron en el a?o 1954 con un motor de 125 c.c. y te cogían los noventa y cinco kilómetros la hora, pero que después no sé porque razón se hizo con esta marca un tal Manuel Peix que les dio un aire más deportivo e incorporó incluso motores de 175 c.c. y les puso el nombre de “Rekord”, pero que al final dejó de producir en el a?o 1960. Si por marcas no será aquí por Catalu?a.Ya lo veo, ya. Había también una marca en el a?o 1956 que se llamaba “Elite”, pero de estos no sé nada de nada. O otra que se llamó “Eucort”, que este fue un fabricante de coches que hubo por Barcelona en los a?os cincuenta, y así como conozco bien su trayectoria con los coches, sé que también hizo alguna moto, pero esto solo lo sé sin poder explicarte ahora qué tipo de moto hizo. Ya te digo, que de los coches que fabricó, eso sí lo conozco bien, porque además tenía su fábrica por la calle de Nápoles, no muy lejos de nuestro taller. Pero siguiendo con las marcas de motos, estaban también las de la marca “Hamar”, pero de estas tampoco sé nada. O la marca “Inca”, que curiosamente son de antes de la Guerra Civil. Sé que fabricaron un modelo muy sencillo con un motor de medio caballo de potencia, pero no te puedo explicar nada más de ellos. También de antes de la guerra estaba otro fabricante con la marca “Ive”, pero de entonces como se fabricaba tan poca moto, poca información hay. Fíjate que ahora te estoy hablando del a?o 1924, que también hubo otra marca que se llamó “Pegula”, pero de la que tampoco sé nada de nada. Ese a?o estaba yo más por la Ford de coches que se había instalado en Barcelona, y era una época en la que me interesaba bien poco el mundo de la moto, sobre todo porque ya te digo que apenas habían. Pero aun así te acuerdas de sus nombres y siempre conoces alguna referencia. Eso sí. A lo largo de mi vida he hablado con muchísima gente y además he conectado siempre por alguna cosa u otra con muchos ingenieros y está claro que estos temas siempre salen. Fíjate que ahora recuerdo que en el a?o 1948 se estuvieron haciendo unas motocicletas plegables que se llamaban “Liporto”, pero solo recuerdo que me llamó la atención este tipo de motocicleta, nada más supe de ellas. O unas mini escúter que se fabricaron en el a?o 1952 bajo la marca “Maquer”. Mira si eran peque?as que se las llamaba “Mosquito” y “Galgo”. Otras también peque?as eran las moto “Miquy” fabricadas en 1967, o las “Moan”, estas fabricadas en Valencia en el a?o 1956, se decía que eran anfibias. ?Anfibias?.Sí, fue una cosa un tanto extra?a. Las fabricaba un valenciano que se llamaba Antonio Martínez Carmona. Era una moto que iba por el agua, se metía en un río y la moto atravesaba el suelo enfangado como si tal cosa. No lo entiendo. Sí, una cosa rara. Iba por el agua y cuando se calaba se volvía a poner en marcha. En sí era una moto con un motor monocilíndrico de dos tiempos con una cilindrada de 250 c.c. Para entrar en los ríos contaba con lo normal, doble encendido y una batería y también volante magnético. Un embrague a base de discos múltiples en ba?o de aceite con cambio de cuatro velocidades y frenos decían anti-agua. Ya te digo, una cosa rara pero que iba por el agua. Solo fabricó por lo visto dos ejemplares y uno de ellos se ve que se quedó por ahí hundido. Nunca he sabido nada más de esta moto, la recuerdo porque evidentemente fue algo que me llamó la atención. Es que no es para menos. Pero dejando aparte las motos anfibias, hubo un intento de fabricar en Barcelona unas motos con la marca “Sabaté”, pero éstos casi me atrevería a asegurarte que no llegaron a fabricar por falta de medios económicos. Otros de los que no sé nada son los de la marca “Siderita” del a?o 1947 o la marca “Súper CC” que los vi en una Feria de Muestras de Barcelona en el a?o 1954 y sí recuerdo que presentaban allí una moto con un motor Hispano Williers de 125 c.c., pero no sé qué fue de ellos. Al igual que tampoco sé nada de las motos “Valls” que también se fabricaban en Barcelona desde el a?o 1955. Me suena que algo hacían con motores de 125 c.c., pero solo me suena. Como te podría citar marcas como “Barcino”, “Boronat”, “Cercós”, “Metalur”, “Olper”, “Jas”, “Grau”, “Veluti”, “Soler”, “Ventanyol”, “Salomó”, todo ello marcas que recuerdo han existido pero que desconozco por completo su trayectoria. Eso sin contar las muchas que probablemente como no las conozco no te las he podido ir citando. Ya ves que son muchos los que han intentado de alguna manera introducirse en esta industria motera. Ya lo veo. Vaya si lo veo. Qué cantidad de empresas. Se podría escribir todo un libro sobre ellas. Qué barbaridad. Cualquier día igual hasta me animo y me dedico a hacer una recopilación bien fundada de todo cuánto me has ido explicando. Estoy sorprendido. Aquí hay material para rato. No sería mala idea, aunque lo tuyo es dedicarte a arreglar motos estropeadas, pero siempre puedes encontrar a algún escritor o gente que se pueda dedicar a estas cosas. Tú de momento con el tiempo ya irás conociendo a gente que te pueda ir facilitando más datos de los que yo te he dado. Y si un día viajas por ahí, pues ves preguntando. Siempre hay algún coleccionista o en fin, gente a la que le gusta la moto y algo te podrán contar. Se les hizo bastante tarde aquella tarde. Llegaron a su casa bien cansados y también algo tocadillos por la cerveza ingerida. No obstante la criada, la buena de do?a Eulalia, aun les estaba esperando cuando llegaron y sin rechistar para nada como era habitual en ella, les puso algo de cenar para cerrar un día que en el caso de Fernando, había resultado de lo más productivo. CAPITULO 5 Los a?os setenta se vivían en Espa?a con una tensión aparente que empezaba a dar muestras claras de que la sociedad en general ya estaba bastante hastiada del gobierno que estaba imponiendo durante algo más de treinta a?os el general Francisco Franco. El fenómeno del turismo estaba dando pie fragante a la mentalidad espa?ola de que en el resto del mundo, por lo menos lo que se entendía como el mundo civilizado, se vivía de otra manera. Todo el ámbito de libertades que se propagaban simplemente por la forma de ser o de actuar de tanto turista, abría un abanico pleno de posibilidades que ofrecía una imagen mucho más altanera en la forma de vivir la gente, que rompía con creces la infinidad de coacciones que participaban de la misma conducta social espa?ola. Esquemas inverosímiles como podían ser la misma concepción del sexo, se barajaban con la exposición de aquellos escuetos bikinis que lucían las mujeres extranjeras en sus visitas veraniegas. Todo ello se cambalacheaba con esa suelta liberal que esgrimían siempre en sus significaciones o simplemente el acomodo que mostraban de cómo se vivía en sus países. Todo esto enjunciado con un aburrimiento cada vez más palpable de ser partícipes de un país como era Espa?a, donde a parte del consumo o la diversión permanente no se vislumbraba el más mínimo atisbo de libertad, estaba provocando que principalmente la juventud auspiciada principalmente desde el terreno estudiantil, estuviera cada día más revoltosa y con más ganas de acabar con una dictadura que ya aburría, y dar paso de alguna manera a una sociedad más democrática que avanzara con unas coordenadas mucho más vanguardistas que las que estaba ofreciendo la Espa?a dictatorial. La gente seguía comprando coches, esto también era cierto. Vino una tremenda crisis de petróleo a nivel internacional que provocó inmediatamente que las muchas empresas que estaban establecidas por Espa?a tanto en la venta como en la fabricación de automóviles, se pusieran a combatir esa inevitable crisis petrolífera dise?ando modelos de coches provistos de unos motores que indujeran al bajo consumo de combustible. Era la forma más fehaciente que ofrecían aquellos complicados a?os para enfrentarse al posible bajón del consumo y continuar vendiendo. En el campo de las motos tal vez no se percibía con tanta injuria esta pecaminosa crisis, pero aun así se volvió a extender la venta de los ciclomotores, aunque la venta de la moto de gran cilindrada no solo se estaba poniendo cada vez más de moda, sino que además consiguió solventar bastante bien esa desdichado conflicto en el campo petrolífero. Todo esto permitía que hubiera más motos siempre circulando, y con ello más propensas a estropearse o precisar de alguna revisión alguna vez. Con ello Fernando pudo abastecer el taller que regentaba con su tío, con la visita de infinidad de motocicletas. Afortunadamente el ritmo de coches por reparar tampoco bajaba. Por tanto la vida de los Subirachs seguía manteniendo los niveles placenteros por lo menos visto desde un prisma económico. En otro orden de cosas, Fernando tuvo un problema serio que afortunadamente supo asumir cabalmente. Y no porque el tema le alejara de otras acometidas, pero por esta vez la suerte estuvo de su lado. Todo ocurrió en una tarde del mes de junio del a?o 1972. Fernando como he ido advirtiendo festejaba con una muchacha de un pueblo barcelonés cuna de los vinos espumosos que se llama Sant Sadurní d’Anoia en la comarca del Penedés. No es que esté muy alejada esta población de Barcelona, pero aun así se tenían que recorrer algo más de cincuenta kilómetros para llegar hasta allí. Es evidente que esto no preocupaba para nada a Fernando pues de esta manera tan sutil como placentera, tenía la gran oportunidad de realizar este viaje unas veces en coche otras en moto, pero siempre le seducía acogerse a la menor argucia para poder conducir. Salvo que hubiera una fiesta por mitad de la semana, las visitas con su novia se producían de una manera regular y formalizada todos los domingos a partir de las cinco de la tarde, que era la hora en la que coincidían en el mismo chamizo donde habían contactado la primera vez que empezaron a estar más o menos juntos. Lo cierto es que a pesar de llevar con la tontería algo más de dos a?os realizando siempre este viaje todos los fines de semana, Fernando en todo este tiempo aun no había conseguido siquiera conocer a los padres de Diana, entre otras cosas porque los domingos por la tarde los pasaban en cualquier local público dándose un sinfín de caranto?as y llegaron incluso a hacer el amor en una posada de Villafranca del Penedés, que como ya les conocían como clientes habituales y buenos pagadores, nunca pusieron ninguna pega para ello, esto sin contar la infinidad de veces que también se lo hicieron en la misma covacha. Pero les gustaba la pensión porque jugaba a su favor que la encargada dominical de esa fonda era amiga de Diana, y es la que atendía las habitaciones los domingos que sus padres se iban por ahí de picos pardos. Ese domingo del mes de junio el tío Joan se había disculpado comunicando que tenía un compromiso con unos colegas de profesión todos de su edad, y no comería en casa. Por tanto al mediodía estaba solo Fernando acompa?ado de la criada do?a Elvira. Terminada la comida no tenía ganas de ver la televisión ni de hacer nada, por tanto todo lo que se le ocurrió fue llegarse esa tarde hasta Sant Sadurní d’Anoia un par de horas antes a como habitualmente lo tenían establecido. Como lloviznaba un poco por Barcelona, ese día se fue para allí en coche. Después por la carretera pudo ir observando que la lluvia debió de ser una falsa apariencia pues la tarde rebosaba de un sol espléndido que aun daba mayor relumbre al paisaje. Como iba bien sobrado de tiempo paró en un bar de la carretera donde se tomó un café y compró un paquete de cigarrillos, pero allí estuvo poco rato y volvió al coche para acercarse hasta Sant Sadurní. Y como su lugar de encuentro era el chamizo de siempre, para allí que se fue directamente sin darle más vueltas a nada. Se instaló en aquella choza que a lo largo de los meses la habían ido reconstruyendo por dentro, dejándola bien provista de un ali?o realmente prodigioso. Ver la parte de fuera y penetrar en su interior te daba la clara sensación de que podía tratarse de un error. Pero así consideraba esta pareja filarmónica que daban mayor despiste a sus travesuras, que además no fueron pocas pues en los últimos meses se habían estado permitiendo hacer allí dentro el amor sin un solo moscón que les molestara para nada. Por tanto en ese catre medio desali?ado pero si bien cuidado, se sentó Fernando a fumar un cigarrillo y esperar la hora larga que le quedaba para el encuentro con su amada. Posiblemente el único error que cometió, si lo podemos considerar como una errata, fue apagar el cigarrillo en el cenicero y ante la opacidad que reinaba en ese refugio cuando estaba uno solo, decidió salir a dar un volteo por los alrededores y así ir matando su tiempo. Se hizo con un bejuco a modo de vara y como aquel que acompa?a con un callado ovejero, empezó a dar un garbeo por los alrededores del bohío. Cuál no sería su sorpresa cuando tras unas higueras que daban lobreguez a una aplacada espesura, oyó una especie de jadeos que intentaban disimular su infortunio. Picado por la curiosidad y considerando pudiera tratarse de un par de perros o cualquier pérfida alima?a haciendo por allí en el campo cosas indecorosas, agudizó todos sus instintos y con un sigilo muy discreto se fue acercando hacia el origen de aquella parquedad apasionada. En sí el único objetico que perseguía era pasar el rato admirando a esa pareja de elementos infames y después repatriarse al chamizo pues ya iba llegando la hora. De alguna manera había que matar el tiempo y esto se le ofrecía como una gran oportunidad transitoria. El sol brillaba a esas horas con fanatismo en todo aquel zarandeo de campos y labrantíos. Pero como serían las cosas que tras aquella higuera insolente y arrebolada entre unos desvergonzados zarzales plenos de bre?a y de broza, solo encontró a su amor pegándose un zarandeo de lo más pecaminoso con un zagal de tez pálida y postulante que balanceaba su cuerpo con donosura hincando lo que no había que hincar. En un palpitar de confusión mal compartida solo se le ocurrió elevar aquella vara que portaba, y ante la descomunal mirada pronta de esos dos inesperados comensales, dio media vuelta y se dirigió hasta su coche con el firme propósito de hacerse con la tranca de acero del mismo gato y partirle la cabeza a ese malandrín que insultantemente se estaba permitiendo hurgar en los puntos más débiles de su dulcinea. Se acercó a su coche, abrió el maletero, se hizo con la tranca, pero de repente como si le llegara un aviso no concertado, muy sutilmente volvió a dejar la tranca en su sitio se sentó frente al volante puso el coche en marcha y se volvió para Barcelona. Le costaba entender lo que estaba pasando. No daba crédito, no podía entender que Diana, esa novia que parecía que tanto le quería, no tuviera suficiente con los revolcones que él mismo con tanto ardor le sacudía, y necesitara tener consumada su pasión ninfomaníaca con todos los mozos de ese pueblo al que desde ese momento le cogió una inquina de por vida. Mil conjeturas pasaban por su cabeza en ese intempestivo viaje de regreso a Barcelona. Toda la sacudida que siempre le ofreció su propia familia por no terminar de aceptar una relación tan lejana, se le cabrioleaba por su cabeza en un síndrome de culpabilidad por no saber atender a los seres que más le querían. Sintió de pronto un revulsivo propio de culpabilidad mal elaborada, al no haber sido más cauto a la hora de instaurar sus ata?as. Por otro lado también se sentía sosegado al considerar que más le valió encontrar a tiempo en ese punto muerto a su rival y sobre todo poder desentra?ar que esa mujer que por lo visto tanto le quería, no era más que una vulgar arpía que estaba jugando con su corazón desbocado y que si no llega a ser por esa circunstancia tan imprudente, a bien seguro le hubiera dejado más tarde abandonado y su suerte se habría deteriorado para siempre. Con todo este enredo en ese momento de tanta pregunta sin posibles respuestas, se combaba él solo en su viaje de regreso, en el fondo agradeciendo que el mismo infortunio hubiera sido producto de una circunstancia que no tenía por qué haber existido pero que sí existió, porque afortunadamente todo el quid de la cuestión fue gracias a que su querido tío Joan por la razón que fuera no había comido ese domingo en casa, y esto propició que el avanzara la hora de su encuentro encontrando lo que se encontró. Por tanto y pese al acervo que todavía le estrangulaba, llegó a Barcelona con el alma y la conciencia bien tranquilas. Ahora era cuestión de volver a empezar, pero por lo menos esta experiencia tan mal resabiada la dejaba bien resguardada en el baúl de los más horrendos recuerdos. No obstante, y posiblemente algo carcomido por esa experiencia de mal agüero que le había dejado ese amor frustrado que tanta encomienda le había ido elucubrando, optó también posiblemente de una manera un tanto provisional, por no alternar en principio con ninguna otra mujer. Un hálito de desconfianza se hizo cargo de él, en una persistencia solemne de coger una cierta hostilidad a todo cuando circundara en el género femenino. Prefirió más inmiscuirse en su trabajo, y dejar rienda suelta a sus pasiones que dejaba de momento bien resguardadas. Bien te podrías ir por ahí a buscar una buena moza que te devuelva a su sitio tus casillas – le solía comentar a veces su tío Joan. No tío, no. Todavía me duele con desgarro recordar a esa mujer que tan vilmente me estaba enga?ando. No son las mujeres lo que más me urge para nada en este momento – seguía todavía cabreado, esta era la verdad.Pues tú mismo, con estas cosas no se puede jugar. El arroz al final se pasa. Si no mírame a mí, soltero que me he quedado. Si me tengo que quedar soltero de por vida, pues casi mejor. Total para estar aguantando a una mujer que te dice que te quiere y después se lo hace con quien le da la gana, se está mejor solo. Hombre, no sé qué decirte. Para ser irregulares en el sexo, eso es más típico de los hombres. Las mujeres generalmente son bastante fieles.Serán las mujeres de los demás, pero yo no tengo ninguna gana de repetir malas experiencias. Por tanto ahora estoy mejor solo. Me tomo mis cervezas a mi aire, no aguanto peroratas baratas y el sexo me lo práctico yo solo que para eso Dios nos dio esa oportunidad cuando creo este mundo. Bueno, ahí tampoco te digo nada porque tampoco soy yo el más experto en estos trances. Dejando provisionalmente aparcados los fracasados delirios amorosos de Fernando, continuaré su biografía explicando que a principios del mes de marzo de 1974 se reunieron nuevamente para cenar don Joan Subirachs con su eterno colega el ingeniero Xavier Llull. Esta vez les apeteció llenar bien la andorga y eligieron para su memorable evento un restaurante con mucha solera en Barcelona que hacía pocos a?os que estaba funcionando en el barrio de la Barceloneta y que respondía por el nombre de “Salamanca”. Fue como de costumbre el mismo Xavier Llull el que previamente se había encargado de hacer la reserva. Me venía de gusto que nos encontráramos en este restaurante porque tengo unas referencias que son realmente encomiables. – le explicaba a Joan Subirachs mientras les descorchaban una botella de vino. Tiene buena pinta. Lo veo como bastante nuevo. Calculo así a voz de pronto que debe estar funcionando desde hace unos tres a?os. Pero ya te digo, me han hablado tan bien de él que me he dicho que por qué no probar. Eso sí, y esto también me lo han recordado, no se puede uno marchar de aquí sin probar el jamón. Que imagino será de Salamanca, pero que está para chuparse los dedos. Igual no es un Jabugo, pero estos salmantinos tienen la mano rota curando jamones.Será por el clima, no tengo ni idea. Bueno, a lo nuestro. Imagino que conoces los pasos agigantados que está dando la Ford por Espa?a. Algo sí sé, pero tampoco te creas que en exceso. Lo voy siguiendo por la prensa pero poca cosa más. ?ltimamente voy perdiendo el fervor por todo. Bien es cierto que siempre tuve una especial vocación por la Ford y que me hacía mucha ilusión que volviera a fabricar en Espa?a. Pero ahora es como si hubiera bajado un poco la guardia. Igual es que te estás haciendo viejo. Un poco yo diría que sí. Incluso en el taller aunque estoy por allí todos los días, ahora el plato fuerte lo lleva mi sobrino. Entonces tendrás el taller lleno de motos. Lo digo por esa pasión que siempre me apuntas que tanto le embarga. La verdad es que sí. Motos hay siempre muchas. Pero tampoco le doy mayor importancia, poco a poco ya me he ido acostumbrando. Y como quiera que seguimos también reparando coches, pues no le doy menor calidad. Seguimos facturando bien y eso es lo que importa. Toda la razón Joan. Facturar bien, lo demás perder el tiempo. Pero de todas formas ?por qué no te haces una escapada hasta Valencia y visitas la nueva factoría de la Ford?. Es impresionante lo que han montado allí. Igual te encuentras a algún viejo colega. No creo que haya ningún conocido por allí. Los de nuestra quinta están todos ya en el destierro. Ahora imagino que estarán bien surtidos de toda una comparsa de ingenieros jóvenes. Pero aun así tomo nota de tu idea. Claro hombre, es lo que tienes que hacer. Ya que no hemos conseguido que se vuelvan a instalar en Barcelona. Eso sí que me lo pregunto algunas veces, ?por qué no volvió la Ford a Barcelona?.Pues porque en Barcelona ya está la Seat. De todas formas la razón que animó a la Ford por instalarse en Almussafes por Valencia fue lo cerca que tienen los altos hornos de Sagunto donde están fabricando acero a todo trapo. Eso es una buena deducción. No se me había ocurrido. Además Valencia también tiene puerto de mar. Siempre tan calculadores estos de la Ford. Fíjate si están calculando, que tienen previsto construir ahí mismo un coche sencillo y barato en su estilo de siempre. Ten en cuenta que con esa salvaje crisis que hay de petróleo, ahora interesa fabricar coches de bajo consumo, y la Ford esto ya lo tiene todo previsto. No te puedo dar más detalles porque de momento los desconozco. Pues tienes razón, será cuestión de ir a Valencia por lo menos para conocer los nuevos planes. Cenaron muy bien en esa honorable noche. Tras degustar un buen jamón con sus yescas de pan con tomate, acometieron con una fritada marinera donde no faltaron ni los centollos, las gambas, los langostinos y los bogavantes, todo ello acompa?ado de un salteado de mejillones, almejas y alguna que otra zamburi?a bien aderezada con especias de laurel y de clavo, ajo, perejil y limón. Todo para consumar con una prodigiosa crema catalana que fulguraba por su lindeza artesanal al buen paladar. Tras este copioso piscolabis era de atención obligada abordar dos copas de un buen brandy o un wisqui envejecido en los mejores toneles de roble. Y así lo hicieron, dejaron de lado sus percepciones de edades longevas y atendieron a tener contenta la tripa acompa?ando con licores seductores para proseguir con su agradable tertulia. No tardó mucho en acompa?arles el mismísimo anfitrión de ese prodigioso restaurante que dijo llamarse Silvestre. En un ligero acervo de tiempo significó con ellos cortesías, convidó y compartió una copa y se tuvo a bien de hacerse una fotografía los tres juntos, muy posiblemente con la intención de engalanar las paredes de aquel comedor que no en vano ya exponía unas cuantas grafías pintorescas de personajes avezados. Tal fue el sine quórum que le quedó a don Joan Subirachs de aquella velada tan placentera, que poco tardó en abordar a su sobrino Fernando para invocarle si le quería acompa?ar con su coche hasta Valencia para visitar las instalaciones de la factoría Ford. Nada le costó a Fernando acceder a esta petición, pues que mejor travesía como esa para poner a prueba un flamante Seat 124 sport que hacía bien poco que se había comprado. Con ese flamante coche que tenía medio embelesado a Fernando, partieron los dos, tío y sobrino hacia Valencia en un viaje que solo iba a revestir de momentos verdaderamente placenteros. Hemos dejado el taller a la suerte de los trabajadores – le iba diciendo don Joan a su sobrino mientras iban de viaje hacia Valencia. ?Y? – le preguntaba tranquilamente Fernando. No, nada, que no estoy acostumbrado. Los trabajadores ya saben lo que tienen que hacer. No es la primera vez que se quedan solos. No les pasa nada por eso. Ya sabe cada uno que es lo que tiene que hacer. Igual tienes razón, pero como siempre estoy allí, cuando me voy me da como la sensación de que faltara algo., Tranquilo tío que todo está en su sitio. Vámonos para Valencia y a pasar un día lo mejor que podamos. Es verdad. Igual me estoy convirtiendo en un viejo resabiado. Tú de viejo nada, que aun tienes muchos tiros que pegar. Hicieron una parada en Vinaroz donde aprovecharon para almorzar un poco, comprar tabaco y seguir viaje. Para matar el tiempo con las charlas, Fernando recurrió a su tema predilecto, hablar de las motocicletas. Tío – le decía. Dime. Ahora que vamos tranquilos, que Valencia ya está al caer, voy a aprovechar por preguntarte algo sobre una empresa de motos que la veo mucho por ahí pero que no sé si están fabricando también en Barcelona. Me refiero a la marca Ducati.Uy la Ducati. De esta sí que te puedo decir alguna cosa. No deja de ser una empresa italiana pero sí es verdad que está establecida en Espa?a a través de Mototrans. ?Son dos empresas distintas? – preguntaba Fernando.Distintas sí, pero están como coaligadas. A ver cómo te lo explico. Ducati en realidad fue fundada por Antonio Cavalieri Ducati allá por 1926 en Italia en concreto en Bolonia, pero entonces se dedicaban a fabricar radio transmisores. Hacían condensadores de radio y cosas de esas. Con la tontería vendían por todo el mundo pero bueno, después viene la guerra mundial y la fábrica es bien bombardeada. Aparecen entonces los tres hijos de Ducati y intentan reconstruir la fábrica pero entonces les llama la atención un motor que está dise?ando una empresa que se llama Siata y que fabricaba algunos coches y colaboraba también con la Fiat. Pero la gracia de este ingenio es que se trata de un peque?o motor con una potencia de un caballo que consume muy poco y se puede adaptar en las bicicletas. O sea una especie de motor auxiliar bien peque?o que se puede aplicar perfectamente en una bicicleta. Más o menos así. El caso es que los hermanos Ducati se ponen de acuerdo con los de Siata para producir esos motores e ir adquiriendo experiencia en el campo de la mecánica. Y así empiezan estos de Ducati que tú me preguntabas. ?Empiezan cómo? – inquiría Fernando. Empiezan en el a?o 1952 dise?ando ellos mismos y ya como Ducati, un modelo de ciclomotor que definen como el “·Cluiser” con un motor de 175 c.c. dotado también de arranque eléctrico y cambio automático. Cuando se dan cuenta están vendiendo un montón de esos ciclomotores. Es por eso que un a?o después ya se lanzar a construir sus motocicletas que presentan en el Salón de Milán con el nombre de “Carvallino”, que salen con una cilindrada primero de 98 c.c. y en seguida las fabrican con 125 c.c. Como todo les está yendo bien, contratan a un ingeniero técnico que se llama Fablio Taglioni y a partir de aquí empiezan a trabajar con motores monocilíndricos de cuatro tiempos para pasar después al bicilíndrico en uve que llevan la distribución de los motores desmodrómicos que eso ya sabes tú de qué va pues lo has estudiado en la escuela técnica. Sí los conozco, pero no sabía que los aplicaran los de Ducati para las motos. Pues así fue. Y con esos motores ya se ganaron su gran reputación como grandes constructores de motocicletas. Empiezan entonces a participar en carreras de velocidad y también de resistencia. Es cuando aparecen las Ducati de 175 c.c. en las gamas de turismo, Special y Sport que te pueden alcanzar según el modelo los ciento diez, ciento veinte o ciento treinta y cinco kilómetros a la hora. En el a?o 1958 producen también una moto de 200 c.c. que llaman “Elite” y después fabrican los modelos bicilindricos de 250 c.c. esto ya llegados a los a?os sesenta. Si que iba rápido esta gente. Rápidos sí, pero a partir de los a?os sesenta se encuentran también allí con la crisis de los Fiat quinientos, que no dejan de ser la matriz de los famosos Seiscientos espa?oles. Pero en Italia también se ha despertado la fiebre por el utilitario barato y la venta de motos cae como la espuma, la gente también se tira a por el coche peque?o, cómodo y barato. Así que en Italia también. Más o menos como en Espa?a. Pero allí Ducati estuvo inteligente. Sin cortarse un pelo fabrican una motocicleta de 250 c.c. que la llaman “Scrambler” y me la envían para los Estados Unidos donde consiguen venderla. Todo esto lo están haciendo con motores bicilindricos normales, quiero decir que a mediados de los sesenta lo que hacen es fabricar esa misma “Scrambler” que están enviando a América, pero para venderla en la misma Italia, y entonces lo hacen sacándolas con el nombre de “Diana”, “Monza” y “G.P.” listas para coger los ciento cincuenta kilómetros a la hora. Y es entonces cuando ya se me revolucionan estos de Ducati incorporando los motores del sistema desmodrómico que te comentaba antes y lanzan al mercado motos con motores de 350 y 400 c.c. No me recuerdes a Diana que me pongo nervioso. Es verdad, perdona muchacho pero es que se llamaba así esta Ducati. Pero dejando cuestiones sentimentales aparte, solo decirte de Ducati que ahora en la actualidad ya los ves, están otra vez participando en carreras de moto sacando muy buenos resultados. Sí, eso sí es verdad. Pero mi pregunta es qué pinta Espa?a en todo esto de la Ducati, porque hasta ahora solo me estás hablando de lo que hacen por Italia. Tienes toda la razón Fernando. La historia espa?ola parte de una empresa que se llama Mototrans que es de aquí de Barcelona, y que en realidad se formó a través de dos empresas catalanas que eran una que se llamaba “Maquinarias y transportes” que fabricaba y reparaba trolebuses y tranvías, y otra que se llamaba “Cliper” que es la que se dedicaba a importar las motos Ducati a Espa?a. De esta manera empiezan a moverse con la licencia italiana de Ducati para fabricar sus motos, aunque después poco a poco irán creando su propio estilo desvinculado de la licencia protectora. De una forma o de otra a partir del a?o 1958 esta empresa Mototrans se pone a fabricar sus propias motocicletas empezando con el modelo que definió como el “125-Sport”, que no deja de ser una imitación de las motos que está fabricando por Italia Ducati. Pero a partir de entonces van creando su propio dise?o alejándose de los modelos italianos de Ducati pero teniendo siempre presente la tecnología innovadora de esta acertada marca de motos italiana. De esta manera con una serie de acabados que llaman realmente la atención, fabrican la 125 TS o el modelo 175 TS que aparecen con una gran fiabilidad y unos acabados de una calidad que se permite competir con los colosos de la época como podían ser Montesa, Bultaco, Derbi o la misma Ossa. Como todo el mundo sabe y conoce que son una especie de filial de la Ducati, los éxitos deportivos que la marca italiana está generando por todas partes dan plena credibilidad a la Mototrans en este caso espa?ola. Es por eso que me sacan también en esos principios de los a?os sesenta la moto versión deportiva denominada “?lite” con un motor de 250 c.c. En el a?o 1963 preparan otra moto de 250 c.c. llamada “Deluxe” totalmente inspirada en la Diana de la Ducati, y perdona que te vuelva a decir Diana. Mmmm – Fernando fruncía el entrecejo. Pero también en el a?o 1963 y con el rollo de que era la época en la que prácticamente solo te permiten fabricar ciclomotores, lanza al mercado el modelo “48 Sport” y el “Pluma” ambos con un motor de 48 c.c. con un cambio de tres marchas en el manillar. Como a todo el mundo, les tocó fabricar ciclomotores.Tal como lo explicas. Pero aun así Mototrans a partir del a?o 1965 que está vendiendo muy bien, tiene que hacerse con otras instalaciones más grandes pues no daban abasto. Estamos hablando de una producción de diecinueve mil motos al a?o. Por eso desde 1966 vuelven a fabricar motos TS y Sport con 160 c.c. Y en el a?o 1966 presentan en la feria de Barcelona y también de Madrid un modelo totalmente original. Es el llamado “24H” que sale con cinco marchas y una velocidad de ciento sesenta kilómetros la hora. De estas fabricaron quinientas unidades en el primer empuje y después siguieron fabricando sin parar hasta por lo menos este a?o donde si te fijas, se ven bastantes por las calles. Sí, sí que las he visto. Son unas motos realmente preciosas. Con una línea que es verdad que llama la atención.Pues esas son. Y sé que han fabricado algunos modelos más de los que te he ido exponiendo, pero ahora no los recuerdo todos. Está claro que la Ducati en Italia es todo un crack del motociclismo, pero la Mototrans en Espa?a no le tiene nada que envidiar. Por lo que cuentas así debe ser. Aunque yo juraría que he visto alguna Ducati circulando por ahí. De hecho tuvimos una en el taller. Pero no me hagas caso, que todavía no estoy tan familiarizado con tanta marca de moto. Puede ser. Ya te he dicho que era una moto que antes se importaba. Como habrás visto también alguna Benelli o Morini, que estas dos también son italianas y también se las ve circulando por Espa?a. De marcas de motos las que quieras, y más ahora con la afición que cada vez se está despertando más. Llegaron a la población de Almussafes en la provincia de Valencia y enseguida pudieron contemplar el impresionante aspecto que ofrecía esa colosal fábrica que había instaurado allí la Ford. Pasaron toda la ma?ana allí dentro. Coincidió que don Joan Subirachs pudo concertar con un antiguo colega al que casi no recordaba y que le comunicó que no ejercía en activo pero que si colaboraba con los ingenieros más jóvenes que ahora constituían la plantilla de la Ford. ?ste mismo condiscípulo fue el que le explicó que la Ford tenía previsto fabricar exclusivamente en Espa?a un modelo de coche que aunaba las garantías de tratarse de un vehículo barato y que rendía todas las propiedades de un automóvil moderno. Le dijo asimismo que este vehículo saldría con el nombre de Ford Fiesta y que estaba valorado, analizado y dise?ado para poder competir con otras marcas importantes como la misma Renault, la Citr?en o la Chrysler americana que se había agenciado la Simca francesa con el fin de fabricar también automóviles principalmente de bajo consumo para poder enfrentarse a la crisis energética. Don Joan Subirachs pudo permitirse el beneplácito de pasar un día fantástico donde por un momento llegó a sentirse el mecenas del automovilismo que siempre se consideró. Volvían a Barcelona con una sensación alegre y de alguna manera incluso triunfante. Esta oportunidad que tuvo el se?or Subirachs de sentirse anfitrión por un día, le estaba estimulando todas esas coordenadas que hacía algo de tiempo tenía algo postergadas. Y así fueron particularmente las cosas a partir del a?o 1976. La Ford lanzaba definitivamente al mercado el popular Ford Fiesta. Se trataba de un coche no muy grande dotado de un motor con una potencia de unos cuarenta caballos con un cambio manual de cuatro velocidades. Pesaba unos setecientos kilos y consumía unos cinco y poco litros de gasolina manteniendo una velocidad de noventa kilómetros a la hora. El consumo en las vías urbanas se podía disparar hasta los ocho litros, pero estaba dentro de la dinámica perfecta para competir con los exitosos Renault 5 o Seat 127 que estaban preparados para participar de la misma encomienda ahorrativa. Consiguió este Ford Fiesta ser de los coches más vendidos en aquellos a?os finales de los setenta. En el a?o 1979 salía de fábrica el coche que hacía un millón de ejemplares. Se calcula que hasta que se dejó de fabricar en el a?o 2008, pese a haber ido cambiando sus versiones sin abandonar nunca su nombre original de Fiesta, se llegaron a vender más de quince millones de unidades. Pero poco pudo disfrutar don Joan Subirachs de esta acogida que tuvo popularmente este nuevo automóvil que nuevamente volvía a fabricar su apreciada Ford dentro del territorio espa?ol. El día dos de setiembre de ese mismo a?o 1976, después de comer y mientras disfrutaba de un café sentado cómodamente en su sofá de siempre, quiso levantarse un momento para ir a buscar un cigarrillo y allí mismo su corazón dijo que se había cansado de latir. De la forma podríamos definir como más placentera, don Joan Subirachs Riudecases dejaba para siempre este mundo. Todo ello en compa?ía de su sobrino Fernando que totalmente impávido se veía obligado a participar de una situación tan rocambolesca. La misma Eulalia se encargó de telefonear a la guardia urbana, pues no se le ocurría otro lugar, pero poco tardaron los de pompas fúnebres de Barcelona en personarse en ese carismático piso que compartían, y recoger el cadáver de don Joan para dejarlo apa?ado y poder exhibirlo en una urna de cristal dentro de los habitáculos que las pompas de Barcelona tenían destinados para estos entuertos de tan mal agüero. Le costaba mucho a Fernando participar del magnánimo vacío que había dejado no solo en el taller, sino también en su propia existencia, la pérdida tan fulminante de su tío. Por más que lo intentaba no conseguía salir de la congoja que le estaba suspendiendo. Se sentía el nuevo adalid de aquel taller, el nuevo mecenas propulsor de las alegrías que correspondían a aquel embaucador local de reparación de automóviles, pero aun así no lograba ocupar de ninguna manera ese exiguo espacio que no había forma de llenar. Contaba afortunadamente con la comprensión de todos sus trabajadores, que posiblemente también estaban padeciendo con cierto suplicio la desaparición de tan acreditado personaje. Probó haciendo horas en la bodega del Tonet intentando con las cervezas alejar aquel mal vilipendio, pero no lo lograba. Solo un aura de incomunicación se hizo cargo de él, principalmente cuando se acercaba a su casa y la soledad se volvía a hacer la due?a y se?ora. Fue precisamente esa sensación agónica de soledad mal intervenida, lo que le devolvió a su entelequia esa inmodestia que tenemos los humanos para empezar a razonar un poco haciendo un enjuiciamiento de nuestra propia objetividad. Fernando hablando consigo mismo, pues no había más con quien hablar, sintió entonces esa sensación apesadumbrada de sentirse realmente solo y sin tener la más mínima perspectiva para poder ordenar un poco su vida. Por un momento y haciendo frente a una voluntad por fin un poco triunfalista, se preguntó si estaba dispuesto a seguir así toda su vida, o sí por el contrario iba a intentar crear un cerco de componente compartido que le permitiera salir de su propio confinamiento. A todo esto, pronto haría un a?o que había muerto el dictador Francisco Franco y Espa?a había entrado en un revulsivo exasperado donde todo el mundo daba la sensación de estar revolucionado. Curiosamente Fernando no participaba para nada de toda esta exacerbación, pues por no ver, no miraba ni las noticias. Estaba en ese descrédito personal que a veces se produce, donde todo le empezaba a importar exactamente igual. Entró en una línea pasotista que no sabía cómo salir de ella. Finalmente decidió sin saber muy bien si estaba en lo cierto, hacerse una escapada hasta Cáceres pues no en vano era la tierra que lo vio nacer. No había vuelto ni a pasar ni a saber nada de su ciudad de origen desde que sus padres abandonaran aquellas tierras para instalarse definitivamente en Barcelona. Por tanto consideró muy concienzudamente que esto podía ser una solución por lo menos para intentar volver a partir de cero. Y así lo hizo. Partió de Barcelona un uno de octubre de aquel a?o 1976. Se fue con su coche. Viajaba solo, esto era evidente porque ?con quién iba a ir?. Ya no quedaba nadie en su entablillado. Tío Joan y su madre le estaban esperando en el cielo. Su hermana Maribel compartía vida con su marido ahora ya el capitán de artillería Félix, los dos iban bien y tenían dos criaturas. Su padre continuaba en el manicomio sin enterarse siquiera que su boca era la suya. Y la buena de Eulalia en su porvenir doméstico como siempre. Estaba totalmente solo. Tal vez le hiciera falta hacerse de una vez con alguna mujer. No viajaba axiomáticamente con esta intención a Cáceres, pero sí con un firme envite de reencontrarse consigo mismo, esto lo llevaba un poco como tabú. El coche funcionaba de maravilla. Quedaba atónito cuando recorría aquellas impresionantes rectas que componían el decorado de las carreteras espa?olas. Hizo noche en Benavente y prosiguió viaje hasta Cáceres al día siguiente. Iba tranquilo, no terminaba de saber tampoco por qué, pero se encontraba relajado. De alguna forma estaba conviviendo placenteramente con una ansiedad que no le agobiaba. Volver a su tierra se lo estaba tomando con una filosofía que le producía cierto placer dentro de un espacio puramente sentimental. Se sentía vagamente norbiense, pero aun así nunca dejó de considerarse un auténtico cacere?o. Tal y como llegó a Cáceres está claro que encontró la ciudad bastante cambiada, por lo menos dentro de los términos que aun se resguardaban en su registro mental. Las calles asfaltadas, la presencia de algún que otro semáforo, redundaba más todavía cuando se veía circular a los coches, las motos y algún que otro autobús de línea. Todo ese aspecto pictórico sin lugar a dudas no existía cuando Fernando se alejó de sus tierras. Aun así volteó con su coche la ciudad y sí parecía que todo estaba en su sitio. Nadie había cambiado de lugar ni el ayuntamiento, ni las iglesias, ni tampoco la plaza de toros o el cuartel del ejército donde había servido su padre y donde realmente él había nacido. No sabía por dónde empezar. Se encontró algo confundido para encontrar la casa que compartió con sus padres tal vez porque el ir en coche despistaba bastante. Pero por fin dio con ella. La verdad es que estaba prácticamente igual por fuera, por lo menos como él vagamente la recordaba. La encontró eso sí, algo más chiquitita, pero eso debía ser óbice de que el que se había hecho mayor era él. Por eso cuando somos unos chiquillos vemos las cosas tan grandes, solo por eso, porque nosotros somos chiquillos. Aparcó el coche, se apeó y sin darle más vueltas a su propia encrucijada se fue directamente hacia la que había sido la casa de sus padres, su casa. Tocó al timbre y le atendió un joven con cara desorientada preguntando evidentemente que qué es lo que deseaba. Quería saber si estaban sus padres para poder hablar un momento con ellos. – fue lo que se le ocurrió decir a Fernando. Mis padres no viven aquí. ?Y usted quién es si puede saberse?.Discúlpeme no me he presentado. Me llamo Fernando Subirachs y bueno, no sé bien cómo explicarme. Yo viví en esta casa hace la friolera de casi veinticinco a?os. De hecho casi nací aquí. Ahora vivo en Barcelona a donde me fui con mis padres en el a?o cincuenta y uno. Por eso preguntaba por sus padres, porque a usted le veo muy joven. Mis padres si los quiere ver viven en Jaraíz de la Vera a más de cien kilómetros de aquí yendo para Plasencia, si quiere le dejo su dirección. Yo también soy de ese pueblo lo que pasa es que trabajo aquí en la capital y me cogí esta casa hace ahora un a?o para estar con mi mujer y el crío. No, no se preocupe. Por lo menos de momento no. Acabo de llegar y aun me tengo que situar un poco. Comprenderá después de tantos a?os ando algo despistado. Normal. ?En Barcelona dice que vive?.Si. Mis padres eran de allí, estaban aquí cuando la guerra pero después se volvieron para allí. En ese tiempo nací yo, y bueno, mi hermana también. ?Entonces usted es de aquí?. Si claro. Yo nací aquí. Ah, como tiene ese acento catalán. No me había dado cuenta. Eso son cosas de la familia de cada cual. Ah. En principio no había nada que hacer allí, eso estaba claro. Se quedó oteando desde la puerta la escalera interior que conducía a los cuartos de arriba, pero poca cosa más. Se despidió de aquel muchacho prometiéndole volver a verle. Salió de allí caminando y se dirigió a la bodega que recordaba por la cantidad de veces que estuvo allí para comprar bebidas y también de cuando iba con el cubo a buscar el hielo. Un panorama similar al de su antigua casa donde nuevamente se encontró con un muchacho más o menos de su edad y al que le formuló unas preguntas similares. Mi padre sí que está. Ahora mismo le llamo. ?Cómo me ha dicho que se llama usted?.Fernando. Fernando Subirachs. El caso es que su cara me suena. Fernando, Fernando – meditaba – ?tú eres de por aquí verdad?.Sí, sí. Bueno no, pero sí soy de aquí. Explícate. Que yo a ti te conozco. Tú eres Fernando el hijo del mecánico. Vaya si te conozco. ?Tú no te acuerdas de mí?.Pues ahora mismo no caigo. Si hombre, me llamo Andrés, joder si tú y yo nos hemos pegado unas panzadas de reír jugando al churro media manga mangotero que todavía me acuerdo. ?Tú no te acuerdas de una vez que porque no sabíamos quien tenía razón con aquel que se había caído acabamos todos dándonos de hostias?. Joder Fernando, de eso te tienes que acordar. Espera, que me parece que sí. Ahora recuerdo un poco eso que me estás contando. Pero co?o, hace tantos a?os. Entonces tu eres Andrés, el que jugaba siempre conmigo a las canicas y las perdíamos después cuando nos las jugábamos a los cromos. El mismo Fernando. Joder, cuéntame cómo estas. Pero qué es de tú vida, si es que éramos unos críos. Si es que es verdad, que te largaste para Barcelona. Si ha pasado tiempo. Imagina que tengo dos críos que ya andan casi buscando novia. Joder Fernando, cuantos a?os. ?Padre! – gritó – Venga un momento por favor. Por lo menos se estaba arreglando la situación. Fernando se encontraba en esos momentos ordenando un sinfín de remembranzas que se le estaban cabrioleando totalmente desordenadas, pero aun así sintió una sensación de alivio que no podía describir. Cada vez era más consciente de que se encontraba en el sitio que le correspondía, en la tierra que le vio nació. Quizá fuera cierto eso que tantas veces había oído decir que como la tierra de uno no hay nada. Pero claro, era evidente que esto siempre lo escuchaba en Catalu?a, y era el lenguaje de los catalanes con los que era verdad que se sentía muy identificado. Todo había jugado a su favor. El origen de sus padres, sus lazos históricos, todo el compendio que componía la estirpe de su familia, incluso su misma sangre. Pero a pesar de todo, el estar en el lugar real que le vio nacer, era motivo más que suficiente para sentirse dichoso de poder estar compartiéndolo. Apareció por detrás de una cortina que hacía de cancel en una peque?a cocina, el padre de Andrés. Don Julián se llamaba.Qué pasa Andrés. Qué son esos gritos. Si mire quien está aquí padre. ?Le conoce?. Hombre así a simple vista, conocerlo, conocerlo, no. ?Quién es usted?. – le preguntaba a Fernando. Es Fernando padre, el hijo del mecánico – se interponía su hijo. ?Tú eres Fernando? – se le quedaba ahora mirando se?alándole con el dedo índice. - ?El hijo del mecánico?.Sí se?or. El mismo. Joder chaval. Si te recuerdo que eras un crío. Dios mío cómo has crecido. Si eres todo un hombre. Joder tu padre, cuanto me acuerdo de él. Qué gran mecánico, que gran persona. Se fue para Barcelona, él era de allí. Madre mía, y tu madre también, do?a Carmen, mira sí me acuerdo. Carmeta la llamaba tu padre. Claro, porque ella también era catalana. Es verdad que os fuisteis todos para Barcelona con aquel coche que tu padre tenía. Un Ford, vaya si me acuerdo. Pues cuéntanos. ?Qué te trae por aquí?.Que quiere que le diga – le contestaba Fernando que no acababa de salir de su propia abstracción – Pues que he venido a ver a mi gente, a mi tierra. Que creo que ya tocaba. Desde que me fui con mis padres a Barcelona que no había vuelto por aquí. Y yo creo que aquí algo mío debe quedar. Pues claro hombre. Esta es tu casa y como dices tú, aquí está tu gente. Con eso no quiero decir que sean malos los catalanes, pero la tierra de uno siempre es su tierra. Qué barbaridad Fernando. Cuantos recuerdos. Tú naciste allí en el cuartel – se?alaba la puerta de la bodega – Tus padres vivían al principio allí ?Lo sabías?. Sí, eso era cuando la guerra o igual cuando se acabó. Bueno, por esas fechas, cuando tú naciste, porque tú naciste… dime el a?o.En el treinta y nueve, el mismo día de navidad. Eso, en el treinta y nueve. ?El día de Navidad?. Pues eso, que ya se había acabado la guerra. Pero tus padres aun estuvieron mucho tiempo en el cuartel. Hasta que cogieron una casa que está muy cerca de aquí. Si, ya he estado allí.Qué barbaridad. Que sorpresa Fernando. Estás hecho todo un tiarrón. Hoy te quedas a comer con nosotros y me explicas algo de tus padres. Yo me relacionaba más con ellos. Tú con Andrés, eso es normal. Erais dos críos los dos. Y así iban discurriendo las cosas. Compartió mesa Fernando con Andrés y su padre. Elvira la esposa de Andrés, se quedó atendiendo la bodega. Allí como siempre nunca cerraban. La madre de Andrés había fallecido hacia ya unos cuantos a?os. Fernando explicó la doliente aventura que le embarazaba por Barcelona. Le animaron a quedarse para siempre en Cáceres. Le decían que podía abrir un taller y ser mecánico como su padre, pero no era todavía momento para tomar este tipo de determinaciones. De una forma o de otra Fernando tenía su vida establecida en Barcelona, de eso era consciente. Aun así se dejaba llevar compartiendo estas ideas. Se encontraba realmente bien. Por la tarde el mismo Andrés le cortejó a recorrer otros sitios de la ciudad. Intentaba componer sus recuerdos y acompa?aba a Fernando por todos aquellos lugares y andurriales que corrían cuando eran unos ni?os. Se apostaron incluso al barrio de las casas baratas de Cáceres, la intención era la de ir a saludar un colega de sus antiguas andanzas, pero no tuvieron suerte, no lograron encontrarlo. Entraron en un viejo molino de viento abandonado que aun seguía allí silencioso e inerme como siempre. No había razón para estar allí, pero Andrés posiblemente estaba disfrutando más que Fernando de aquel fraternal encuentro. Quiso la casualidad que en un clavo oxidado vete tú a saber que estaba allí pintando, a Fernando le hiciera un siete en la sobaquera de la chaqueta que portaba.Joder que mala suerte. De dónde habrá salido ese maldito clavo. – exclamaba compungido.No te preocupes por eso Fernando. Eso te lo arregla la tuerta. – le calmaba Andrés.?Y quién es la tuerta?. – preguntaba algo irresoluto Fernando.Nada. Una mujer que arregla ropas y hace cualquier tipo de apa?os. La tuerta es la hija, pero nosotros le llamamos así también a la madre. Todo el mundo las conoce con ese nombre. ?Y tú crees que podrá arreglarme este siete?.Claro hombre. Eso para ellas es pan comido. Ya las verás. Son muy buena gente. Viven solas la madre y la hija. Tú acompá?ame que ya verás con que soltura te arreglan esta chaqueta. Algo te cobrarán, eso sí, pero tampoco mucho. Son buena gente, ya te lo digo. Si no llevas dinero encima ya llevo yo. No, por eso tranquilo, que llevo. Se llegaron hasta la morada de las costureras. Una casa de lo más sencillo. Ningún lujo por dentro. Ni siquiera tenían televisor ni nada por allí que llamara la atención. Solo los chirimbolos de costura y una jofaina que hacía casi las veces de decorado. Se divisaba en una esquina una cama escondida por una cortina, una habitación muy peque?a que constituía una cocina y un cuarto de ba?o que por no tener no tenía ni ducha. No obstante las dos damiselas vestidas con unos atuendos que a luces vista se divisaba que eran de mala calidad, tapaban de una limpieza y pulcritud que rompía todo aquel espacio con olor a tanta malaventura. Se hicieron enseguida con la chaqueta de Fernando y atizando rápidamente a hilo y aguja dejaron aquel descosido listo para una inspección militar si fuera menester. Le cobraron a Fernando veinticinco pesetas, que aturdido por aquella exagerada muestra de humildad que ofrecían esas dos mujeres, se vio casi obligado a entregarles diez duros sumamente agradecido por tanta amabilidad no compensada. Y así lo hizo. Fue tan grande la solemnidad que sintió repentinamente por aquellas dos damas, que rogó a Andrés se acercara hasta el colmado más próximo para organizar un peque?o tiberio. Ilusión que al final no pudo compartir, pues las dos se?oras se interpusieron algo alborotadas y tuvo que desistir. Estaba realmente impresionado Fernando observando a aquellas dos mujeres. Una madre ya entradita en a?os con un pelo gris desgarbado revistiendo un peinado que se notaba a la legua estaba provocado, pues por más que intentara de parecer, no conseguía mantenerse en ningún momento en una posición inhiesta. Todo ello haciendo conjunto con una ligera joroba que disimulaba muy discretamente esa abuela cuando estaba sentada. Pero el plato fuerte de la escena lo describía su hija a la que calculaba Fernando rondando algo más de cuarenta a?os. Unas cuantas canas se le ensortijaban dentro de una cabellera que se resistía por mantenerse negra, pero que al igual que su madre revestía de un peinado mal hurgado. Pero lo que provocaba cierta tensión era observarle su rostro. Un ojo derecho que asomaba abierto pero a trompicones sobre una vulcanización de una especie de cráter mal estructurado que deformaba por completo todo el pómulo, dando la sensación de estar presenciando la imagen de una bruja de esas que salían en las películas de dibujos animados. El resto de su rostro todo por su parte derecha también forraba de una cicatriz mal elaborada que ofrecía un aspecto mustio como si se tratara de una leprosa. Afortunadamente su faz izquierda todavía revestía de un curioso candor, como si estuviera siempre predispuesta a debatirse con ese perfil derecho tan mal elucubrado. Pese a todo esa muchacha, dentro de esa desgracia que no entendía para nada Fernando de donde le podía provenir, todavía tenía agarras para marcar una sempiterna sonrisa con su boca para nada enfermada. Llegó un momento Fernando, que llegó a pensar suponiendo que ante aquella escena hubiera algo interesante en que pensar, pero pensó cuando hacía valoraciones viendo aquella sonrisa que parecía tratara de vender alguna indulgencia, pensó que igual esa pobre chica estuviera algo trastornada, pues era imposible que se pudiera esgrimir una sonrisa exponiendo tan dantesco esperpento. ?Sabes quién es esa chica?. Seguro que no la has conocido – le iba diciendo Andrés a Fernando mientras se dirigían para la bodega.No tengo ni idea, pero con esa cara que tiene espanta al más pintado – se reía Fernando, era lo único que se le ocurría. Solo te diré que se llama Gloria, ?no te suena ahora?. Gloria, Gloria – se rascaba la cabeza Fernando – pues no me suena de nada. No tengo ni idea de quién puede ser. Y menos yo que acabó de llegar a Cáceres hoy mismo. Pues te lo voy a explicar – se puso algo serio Andrés - ?Tú te acuerdas cuando éramos chiquitajos que nos liábamos a veces a pedradas jugando y lo bien que lo pasábamos?. Vaya si me acuerdo. Como que yo mismo me llevé más de una vez una pedrada que todavía me acuerdo como se inquietaba mi madre. Pues eso. Esa chica que acabas de ver ahí con esa cara que parece un monstruo y que todo el mundo le llama la tuerta, es Gloria, una chica que a veces venía con sus amigas cuando jugábamos nosotros y que un día una pedrada casi la deja sin ojo. Si haces un poco de memoria te tienes que acordar, porque el revuelo que se montó fue de película. Si es verdad ahora que lo dices. Me acuerdo porque ese día que me imagino hablamos de lo mismo, yo llegué a mi casa con un tajo en la frente por una pedrada que escandalizó a mi madre que todavía me acuerdo como me aliviaba. Pero al día siguiente casi estaba curado. Sí recuerdo un poco esto que me cuentas de aquella ni?a. Decían que igual iba a perder el ojo, pero al final no lo perdió. Pero nunca más supe de ese incidente. Después me fui para Barcelona y hasta hoy. Pues esa ni?a es esa mujer que acabas de ver ahora con esa cara de monstruo. Pero no puede ser. Si era solo una ni?a y además la curaron.Le salvaron el ojo, eso es verdad, pero no le pudieron salvar por completo las heridas. Las curaron, eso también es cierto, pero ahí le quedaron esas cicatrices que tú mismo hoy has visto, de por vida.?Quieres decir que todo ese semblante tan horroroso que muestra esa mujer que me ha cosido la chaqueta, es producto de una pedrada en nuestros juegos?, ?pues qué clase de piedra le cayó a esa chica encima?.Vete tú a saber qué tipo de piedra sería. Igual era una de esas de canto y al darle en la cara se la partió en plan bestia y así ha quedado la pobre. Hombre claro. Una piedra de canto volando por el aire y que te dé en toda la cara, y más en la cara de una cría, igual si le hizo ese boquete. Pero joder, menudo careto que se le ha quedado a la pobre. Y eso para toda la vida. Así que ya me explicarás. Ahí la tienes, viviendo con su madre y sin poder ir a ningún sitio. ?Y quién le tiró esa piedra?. ?Se sabe algo?.Qué más da. Cualquiera pudo haber sido. Cuando hacíamos nuestras peleas las piedras volaban por todas partes. Eso también es verdad, pero las ni?as nunca jugaban con nosotros. No jugaban pero venían. Se escondían, les gustaba estar cerca. Ellas no eran tan brutas, eso es verdad. Porque mira que llegábamos a ser bestias nosotros. Ahora cuando me acuerdo a veces hasta se me ponen los pelos de punta. ?ramos unos críos. Pero ahora estoy pensando en esta chica. No le des más vueltas, de eso ya hace mucho tiempo.Hace mucho tiempo pero mira tú como está la pobre. Ya, pero ?qué podemos hacer?. Nada. Además tampoco era culpa nuestra. Y en el fondo era un poco de verdad. Antiguamente los críos tenían esa manera de distraerse. El fabricar chozas en los arboles, construirse espadas de madera o liarse a pedradas a la primera de cambio, era toda una actividad que se realizaba con total esmero. Generalmente nunca nadie le daba mayor enjundia. Cuando algún ni?o resultaba herido se le hacía una cura rápida y no se le daba mayor importancia. Solía ser algo que escandalizaba a las madres pero enaltecía a los padres que saboreaban con cierto arrojo el tener un hijo que los tuviera tan bien puestos. En el caso de esta se?ora que se llamaba Gloria, es verdad que era una ni?a de nueve a?os cuando ocurrieron esos acontecimientos. Era la época de la posguerra donde los críos se entretenían con cualquier cosa y en el fondo no dejaban de favorecer a sus padres no estorbando dentro de casa. La vida en la calle era algo familiar y cotidiano. Pero en una de esas reyertas que provocaban cada dos por tres los ni?os liándose entre ellos a pedradas, las ni?as que no participaban nunca de estas atrocidades, sí iban atraídas por ver hacer el animal a los chicos. Se solían esconder en lugares alejados o guarecidos de estas acometidas, pero eso no era óbice para que alguna vez cualquier piedra despistada aterrizara en sus candorosos rostros. Este fue el caso de esta ni?a llamada Gloria, que mientras observaba expectante o tal vez algo indiferente aquellas matracas que montaban los ni?os, recibió en pleno rostro una piedra de canto que sin pedir siquiera permiso impactó sobre su frágil carita obligándole a sangrar como una posesa y enfrentándose ante la temeridad de haber perdido incluso el ojo. Como quiera que la ni?a fue atendida rápidamente y sí consiguieron salvarle ese ojo, la cosa quedó en unas cuantas suturas o cosidos de piel hechos rápidamente y las advertencias de un doctor de que aquello era más profundo de lo que parecía. Pero así quedó la cosa, la ni?a fue curando y cicatrizando lentamente esas pomposas heridas, dejándole un rostro deformado de por vida sin que nadie se ocupara más de ella y mucho menos la recordara. Esas cosas solían pasar, y así quedó la cosa. Esa noche por indicación de los bodegueros, Fernando se alojó en una casa de huéspedes bastante cercana a la bodega. Estuvo tendido en la cama fumando tranquilamente un cigarrillo y dándole vueltas a sus primeras experiencias en su reciente llegada a Cáceres, la tierra que le vio nacer. Había esparcimiento para rato, pues su veterano colega Andrés le había puesto en infinidad de antecedentes relacionados con sus viejas correrías. Es verdad que solo tenía once a?os cuando se fue de allí para Barcelona, pero aun así el poder recopilar ahora tanto recuerdo a?ejo lo tenía bien entretenido. Pero había una cosa que no lograba quitarse de la cabeza. Era el retrato espeluznante que ofrecía esa buena mujer que le había arreglado con tanto acierto el siete de su chaqueta. No hacía más que pensar y recordar esa expresión tan desapacible que ofrecía esa pobre muchacha, escondiéndola continuamente con esa sonrisa sugestiva que parecía estar otorgando continuamente el perdón. Perdón a una salvajada que en su momento se produjo, que es cierto que no era para nada intencionada, pero que por esas desventuras que se aplicaban anta?o, había dejado desgraciada a una mujer por los siglos de los siglos. En un desorden de preguntas y más preguntas, estaba intentando recordar quién era esa ni?a de nueve a?os que respondía por el nombre de Gloria. No conseguía acordarse, recordaba a todas las ni?as cuando se agrupaban entre ellas jugando a la comba o a la rayuela. Pero todo ese compendio se le antojaba como un ente bucólico de recordar a todas las chicas juntas sin ser capaz de distinguir en sus recuerdos a ninguna de ellas. Por tanto era incapaz de situarse en la expresión real que podía mostrar esta tal Gloria en esos a?os. Pero era evidente que la ni?a había estado allí. El tema de la pedrada o la pérdida del ojo fue algo muy sonado en aquellos días. Del mismo modo que cuando se supo que había salvado ese ojo, nadie le dio más importancia y ahí quedó la chiquilla hecha una desgraciada para toda su vida. Se ponía algo serio Fernando tratando de justificarse en el sentido de que si no hubiera venido a Cáceres, este tema le hubiera pasado de largo. Pero lo cierto es que estaba allí, estaba en su tierra, la de su gente, la de los suyos, y entre esos suyos estaba esa chica, una mujer desdichada que se llamaba Gloria y que curiosamente él mismo se sentía parte implicada en esa deflagración. Sentía como un síntoma de culpabilidad dentro de unos hechos de los que sí estaba plenamente convencido de que él no había sido el tutor de ese macabro incidente. Fue precisamente esa tarde en la que el hubo de abandonar el campo de batalla precisamente por otra piedra imprudente que impactó sobre su frente, obligándole a una precipitada retirada. Pero aun así se sentía responsable de haber sido parte copartícipe para acabar para siempre con la alegría de esa ni?a. Al final consiguió conciliar el sue?o. Pero por la ma?ana seguía pensando en Gloria. Se le había metido en pleno entrecejo la mirada candorosa de aquella muchacha y sobre todo el contraste que mantenía con total virilidad aquel rostro tan desfigurado. Necesitaba verla. No sabía si se lo estaba pidiendo el cuerpo o su conciencia. Pero necesitaba reencontrarse de nuevo con Gloria. Se sentía incluso algo avergonzada por la actitud jocosa que demostró con Andrés cuando empezaba a hablarle de ella. Pero no sabía tampoco cómo presentarse así por las buenas. Dudaba por un momento de la actitud que podrían adoptar aquellas dos se?oras si se presentaba así de sopetón sin una razón previa. Recordaba la actitud desde?osa que mostraron cuando las quiso invitar a tomar algo. Era una encrucijada difícil de soslayar, pero aun así su cuerpo le pedía ir a visitarlas de nuevo. Quería hablar con ella, saber cómo le iba todo, no sabía bien qué, pero que le explicara algo. Era como decirle que él si se acordaba de ella, que volvería pronto a Barcelona pero que supiera que alguien sí era consciente de su desdicha. A fin de cuentas una posición como esta tampoco revestía de gran embarazo, pues era cierto que él se volvería para Barcelona. Pero dejar a aquella chica con un cargo de conciencia por lo menos de ecuanimidad, se le antojó como algo inexcusable. Buscando la manera de conseguir llegarse hacia esa casa, se le ocurrió indagar entre sus ropas por encontrar cualquier descosido o desperfecto presto para ser arreglado. Eso le serviría de escusa perfecta para poder volver a conectar. Pero no encontraba nada. Al final curiosamente dio con un calcetín que estaba agujereado. Sin pensarlo más veces, se hizo con ese calcetín y se presentó en la casa de las zurcidoras. Como quedé tan contento ayer de cómo me arreglaron el siete de mi chaqueta, he venido hoy por si me pueden zurcir el agujero de este calcetín. – se explicaba Fernando.Si claro – le decía en este caso Gloria – Siéntese por favor – le acercaba una silla – que esto lleva un poco de rato. Gracias.?Le apetece a usted un café con leche?. Lo acabo de hacer – le decía la abuela. No gracias, muchas gracias – le contestaba Fernando – O si no, sí, me sentará bien ese café con leche, pero aguarde un momento, mientras me arreglan el calcetín que ya me han explicado que llevará un rato, me voy a por unos churros para acompa?ar este café con leche. ?O les apetece otra cosa?.No, no. Muchas gracias. Ya nos gustan los churros, pero no queremos nada. Muchas gracias. Ahora vuelvo. Ustedes espérenme aquí. Y dicho esto salió de aquella casa a buscar esos churros. Le llevó un rato encontrar una churrería, pero aun así se encontraba bien, había conseguido entrar con buen pie. Volvió bien cargado de churros. Lo mismo le daba que sobraran, iba convencido de que a esas dos mujeres les vendrían muy bien. Gloria seguía zurciendo. Se había hecho con un huevo de madera y allí estaba bailoteando continuamente con la aguja. Hizo un ligero descanso para atacar los churros. Fernando se encontraba bien. Sin buscar mayor coartada entró a la acción:?Te llamas Gloria verdad? – le preguntó por la directa. Sí, ?Usted cómo lo sabe?.Porque te conozco.?A mí’. ?De qué?. – preguntaba bastante extra?ada Gloria. Fuimos compa?eros de colegio cuando éramos unos críos. Yo me llamo Fernando Subirachs. ?Compa?eros de colegio?. ?De qué colegio?. Yo no me acuerdo de usted – seguía sin apartar su sonrisa Gloria aun estando extra?ada de esas presentaciones. Sí Gloria. Yo vine ayer desde Barcelona, pero nací aquí en Cáceres. Mi padre se llamaba Tomás y era mecánico en su taller y también en el del cuartel de los soldados. Me tendrá que perdonar pero yo no me acuerdo de todo esto que me está contando. ?Por qué me lo dice todo esto?.Porque me acuerdo de las peleas a pedradas que hacíamos los ni?os y también de cuándo tú estuviste a punto de perder un ojo. Lo que pasa es que yo me marché entonces a Barcelona y hasta ayer nunca más supe nada de ti. Pues ya lo ve – fue todo lo que le dijo mientras abandonaba su sonrisa y encima se ponía colorada. No te pongas triste. Me lo contó todo ayer Andrés. Te tengo que ser sincero. Yo nunca supe más de ti, me fui a Barcelona y por no llevarme ni me llevé el recuerdo de tu ojo.No me gusta hablar de eso – le decía Gloria agachando sutilmente la cabeza. Se sentía como avergonzada.Y me hago cargo. Pero yo soy el primero que estoy impresionado ahora cuando veo el resultado de aquella pedrada. Aquello fue solo la mala suerte. Yo no me di ni cuenta. Fue horrible, sufrí mucho después, tardó mucho en curar esa herida. Pero al final Dios quiso que no perdiera el ojo. Ahora veo con los dos. ?Lo ve?. Era increíble lo que estaba presenciando Fernando. Una mujer desdichada que no culpaba a nadie, que decía que todo fue culpa de la mala suerte. Encima se permitía dar gracias a Dios por haberle salvado un ojo que es verdad que funcionaba, pero que para distinguirlo te tenías que debatir en medio de un espacio desquiciado bajo el acopio seboso de una runa de prominencia mal dispuesta, que además había adquirido el color blanco de su propia piel. En definitiva el atributo perfecto para considerar que le quedaba que ni bordado el apodo de la tuerta. Eso sin contar la profunda hendidura que se distinguía casi hasta su boca como si de un bandolero en plena asonada se tratara. Todo ese cambalache de proporciones mal proveídas, habían excitado en toda su piel un simulacro de malformación que todavía desterraba con mayor virulencia cualquier atisbo de belleza. Era en definitiva el rostro de una persona demacrada tal que hubiera salido de un incendio. Pero pese a todo ella se sentía avergonzada, algo molesta porque se tocara ese tema y encima le daba gracias a Dios. Ese Dios que en los últimos a?os tanto había hecho dudar a Fernando, que cada vez daba más muestras de poner en entredicho su propia fidelidad. Tú buenamente aludes a la mala fortuna. Pero yo de alguna manera me siento responsable de esta barbaridad, y no sé, si de alguna manera puedo ayudarte en algo, cuenta conmigo. Ya no se puede hacer nada se?or Fernando. De esto hace ya muchos a?os. Igual fue un castigo de Dios por lo que fuera y ahora tengo que vivir así toda mi vida. Afortunadamente estoy con mi madre y las dos vamos saliendo.Es que me cuesta entenderlo. ?Qué tipo de cura te hicieron para dejarte la cara cómo te la han dejado? – Fernando ya atacaba por lo descarado.Las normales – le explicaba ella – vino un médico que me salvó el ojo y no nos cobró nada. Fue muy amable, pero ya no vino más. Nosotros tampoco teníamos dinero. Después me fui curando poco a poco, con grandes dolores eso sí, pero al final se curó y aquí estoy. Aquí estás pero hecha una piltrafa – se iba envalentonando Fernando. De alguna manera empezaba a sentirse anfitrión de esa escena. No había ni motivo ni necesidad de participar en ese entuerto, pero ya estaba allí y quería de verdad intentar hacer algo por esa chica. – Tiene que haber alguna manera de solucionar esto. Ahora no se me ocurre nada, pero estoy convencido de que esto tiene que tener algún arreglo. No siga hablando de esto por favor – le suplicaba ahora Gloria, el tema estaba empezando a llegar demasiado lejos. Si quiero hablar de esto porque me da mucha pena verte así – le decía esta vez candorosamente Fernando. Pero ya era tarde. Gloria no lo pudo soportar. Cayó de golpe en un llanto desolado y solo buscaba a su madre para que la abrazase. Era una situación realmente embarazosa. No la castigue tanto por favor se?or Fernando – le decía ahora su madre. Tiene razón – admitía Fernando – igual he sido demasiado brusco, pero quiero que comprenda que me ha llamado la atención esta situación y por eso estoy interviniendo. Yo le comprendo, pero tiene que entender que mi Gloria ha sufrido mucho con esto, y es algo de lo que ya nunca se habla. Son cosas del destino y nosotras lo llevamos lo mejor que podemos. Se estaba viviendo en esos momentos una situación realmente desconcertante. A todo eso el calcetín dentro del huevo de madera descansaba sobre aquella mesa donde el café con leche se iba enfriando y los churros eran indultados de pasar por ninguna mordiente dentadura. La escena dentro de un contexto apto para una obra de teatro, se había convertido en un escenario sombrío donde Gloria lloraba sin parar regazada en su madre, que un tanto nerviosa también acariciaba su joroba continuamente en el respaldo de la silla. Fernando por su parte era el único que iba dando sorbos a aquel café con leche y se mantenía impasible en su convencimiento cada vez más claro, de que quería ayudar como fuera a esa chica. No sería fácil hacerlo desde Barcelona, pero todo cuanto estuviera en su mano, estaba dispuesto a intentarlo. Cuando poco a poco se fue calmando Gloria y volvió a hacerse cargo de aquel calcetín que estaba zurciendo, Fernando tomó a su madre por el brazo y le susurró al oído si podía hablar un momento a solas con ella. Afortunadamente la vieja aceptó este singular reto. Se fueron los dos un momento a aquella desvencijada habitación que hacía las veces de cocina. Me hago cargo se?ora que entrar a hablar de un tema tan desagradable no es plato de buen gusto.Mi hija es una chica muy buena se?or Fernando, pero tiene que comprender usted que ha sufrido mucho y no le apetece hablar para nada de estas cosas. Y lo comprendo créame. – Fernando se sentía de verdad como le gustaba ser. Esa persona inquieta e incluso luchadora por lo que se propone. – Le agradeceré que me escuche un momento pues debe de comprender que yo ahora llevo muchos a?os viviendo en Barcelona y no estoy acostumbrado para nada a observar situaciones como ésta, y ahora que he venido a Cáceres porque es mi tierra, me siento un poco responsable de lo que le pasó a su hija. ?Fue usted el que tiró esa piedra? – le preguntó así a voz de pronto esa vieja. Tampoco es que le esté diciendo eso. Yo solo le digo que sí estaba allí esa tarde de marras. De hecho a mí también me dieron una pedrada en la frente y me tuve que ir a mi casa para que me curara mi madre. Pero después al día siguiente oí todo lo que le había pasado a su hija. Por eso ahora estoy intentando preocuparme por ver si puedo hacer algo que compense ese dolor que ya veo que es permanente. Nadie puede hacer nada se?or Fernando. Eso ya está cicatrizado, ya se ha quedado como está.Pues tiene que haber un arreglo, y eso es lo que pretendo decirles, por eso insisto tanto, porque igual yo sí la puedo ayudar. No hay ningún arreglo aquí. Y por eso usted lo único que está consiguiendo es hacerla sufrir. Después se irá a Barcelona y ella seguirá aquí, por tanto sus palabras solo le están sirviendo para hacerle da?o.Sí volveré a Barcelona, eso es cierto, tengo mi vida hecha allí. Pero ahora estoy aquí. Y he venido porque yo nací aquí, porque esta es mi tierra y ustedes son mi gente. Si entre mi gente está su hija como está, todo víctima de esos juegos que hacíamos los críos cuando éramos peque?os, solo le pido que me deje intentar hacer algo si se puede por su hija. No sé puede hacer nada, ya se lo he dicho. Bueno, pues entonces haré una cosa, y permítame ahora una pregunta – la vieja aguardaba. – Y se la voy a hacer por la directa. Hábleme del marido o el novio de su hija. ?Cómo puede ser usted tan sinvergüenza?, ?de verdad cree usted que mi hija con esa carita tan desgraciada que le ha quedado puede tener siquiera un hombre que la pueda querer?. Pues ahí quería llegar yo se?ora… - se la quedó mirando pues no sabía cómo se llamaba.Dolores, me llamo Dolores para servirle. – le contestaba ella con esa frase que indudablemente ya tenía hecha. Sí Dolores, yo le voy a proponer lo siguiente. Y agradecería que en vez de tomarlo como una provocación, lo entendiera aunque sea algo fríamente con la intención de que yo pretendo ser amigo de su hija y ayudarla en lo que pueda. Le propongo que usted me permita sacar a cenar a su hija esta noche en cualquier restaurante interesante de Cáceres. ?Qué le parece?. Me parece lo que yo me imaginaba. Que es usted un aprovechado. No sé cómo tiene vergüenza para decirme lo que me ha dicho.No me pilla por sorpresa lo que me está diciendo. A fin de cuentas está usted aplicando el refrán del piensa mal y acertarás, pero aún así le insisto en mi propuesta. Estoy convencido de que a su hija tal y cómo usted me lo está explicando, nadie le ha invitado nunca a cenar en ninguna parte para poder hablar un poco en confidencia. Yo no pretendo ser el hombre de su vida, pero sí ser su amigo, y si le he dicho de invitarla a cenar es simplemente porque considero que de esta manera su hija puede recuperar un poco esa sensación de sentirse mujer. Y con ello no le estoy diciendo que pretenda para nada practicar el sexo con ella, pero sí que se sienta una persona normal por un día. Poder hablar tranquilamente con ella, que me explique sus sensaciones, o tal vez sus padecimientos, pero que hable, se abra y se sienta bien por un rato así, tranquilamente cenando en un restaurante con un hombre que además fue compa?ero de ella cuando de críos íbamos al colegio. Estoy convencido que su hija necesita esto tanto como su regazo cuando quiere llorar. Le prometo que nada más terminar de cenar, la tiene usted aquí en su casa como siempre. Pero también le digo que deben ustedes empezar a confiar un poco y sobre todo, a no eludir nunca cualquier posibilidad de poder encontrar una solución para corregir esa triste realidad que se ha hecho due?a del rostro de su hija. Curiosamente la vieja al final accedió. Ya fuera por el largo discurso que se permitió Fernando en su última perorata, o tal vez porque de verdad le contagió sus intenciones sinceras, pero aquella buena mujer puso en polvorosa su propia joroba y accedió por fin a comprender las en principio buenas intenciones de Fernando. Estaba claro que una propuesta de esa envergadura era algo que se escapaba por completo a la vida gregaria y de hecho un tanto apática que llevaban aquellas dos damiselas, pero en este caso la posibilidad de darle un ligero hálito de luz al espíritu de su idolatrada hija, de alguna manera se le presentó como una posibilidad difícil de eludir. Sorprendentemente todo ese carácter un tanto resabiado que caracterizaba a esa mujer en un compendio vanamente proteccionista que se había forjado entre ellas, consiguió desvanecerse ante la propuesta tan comprometedora que le estaba haciendo Fernando. De una forma posiblemente un tanto sublimar, aquella mujer reconoció dentro de su corazón tan carcomido, que darle una oportunidad a su hija para decirle por lo menos hola a un hombre, no dejaba de ser una bendición del cielo. Y por todo esto accedió. Gloria querida – un poco decidida se dirigía ahora a su hija. – Dice este se?or Fernando que le gustaría invitarte a cenar esta noche en algún restaurante. Solo a cenar eh. Madre, - le decía ella – yo no sé si eso estará bien. No lo conozco de casi nada – ya no decía de nada – Fuimos compa?eros en el colegio pero yo no me acuerdo de él. Yo no sé si debo. Perdóneme usted se?or Fernando – se dirigía ahora a Fernando – pero es que yo nunca he ido a cenar con ningún hombre, y por eso, que no me veo con fuerza.Pues por eso – la animaba Fernando – me gustaría que me acompa?aras esta noche, solo a cenar, pero que pudiéramos hablar de muchas cosas. Has de tener en cuenta que yo llevo muchos a?os viviendo en Barcelona, pero que nací aquí en Cáceres. Por eso ahora que he venido, necesito que todo el mundo me cuente todo lo que ha pasado en estos a?os, no sé, cosas que yo desconozco. Es como si necesitara ponerme un poco al día. Ayer Andrés ya me puso al corriente de muchas cosas, pero tienen que haber más, y quien mejor que tú que compartiste en el colegio los a?os de mi infancia, para que me vayas poniendo al día de muchas cosas que desconozco. Y no me llames de tú por favor, que para eso fuimos colegas en su momento.Perdone, es la costumbre. Yo a todo el mundo le llamo de usted.Y lo veo muy correcto, pero conmigo ahórrate ese requisito. Si no me haces sentirme viejo. Bueno, vale. Pero lo que le decía, a mí me da mucha vergüenza salir por ahí. ?Vergüenza por qué?. ?por tu cara?. Eso no fue culpa tuya. Esta es tu tierra, aquí está tu gente, todo el mundo te tiene que querer cómo eres. Pero no es así se?or… Perdón, Fernando. La gente siempre que he intentado salir me mira mucho. Todo el mundo se esconde o me se?ala cuando me ve. Es una situación tan incómoda que por eso nunca salgo. Solo a comprar, pero ahí ya me conocen, sino tampoco iría. Pues esta noche, y con el permiso de tu madre – le dirigía una sonrisa a la vieja – vamos a ir a cenar los dos solos para que me cuentes cosas y para que todo el mundo te vea. Así que ya lo sabes, te pones bien guapa y vamos a lucirnos los dos en el mejor restaurante de Cáceres. Ya no le dijo nada más. Se fue hasta la puerta dejando allí su calcetín, y solo le repitió que se pusiera bien guapa y que la recogería a las ocho de la tarde. Después de dirigió al cuartel de los soldados. A fin de cuentas él había nacido allí y que menos que ir a visitar su primera morada. ?Qué desea? – le preguntó el soldado que montaba tranquilamente la guardia en la puerta principal. Sí, mire usted soldado, aunque no se lo crea yo nací en este cuartel, y venía pues a eso, a saludar. Hable usted aquí dentro con el cabo de guardia que él le dirá – fue lo que le contestó aquel soldado. Se dirigió a esa habitación donde en los cuarteles siempre está el cuerpo de guardia. Allí enseguida le atendió un cabo que un poco sorprendido con lo que le contaba Fernando, enseguida lo puso en contacto con el capitán de cuartel. Así que dice usted que nació en este cuartel. Sí se?or. Mi padre por lo visto vino aquí a hacer su servicio militar en el a?o treinta y seis, aquí mismo le pilló la guerra, conoció a mi madre y nací yo. En este mismo cuartel, pues mis padres vivían aquí. Hombre, no le diré que no sea halagador recibir la visita de alguien que ha nacido en este cuartel. Yo desde luego en esos a?os no estaba aquí, ya ve que somos más o menos de la misma edad, ?Qué edad tiene usted ahora?.Tengo treinta y seis a?os. nací en el treinta y nueve. Entonces tendrá treinta y siete, porque yo soy del cuarenta y dos y tengo treinta y cuatro. Ya, pero es que yo los treinta y siete no los hago hasta el día de navidad. Ah, vale, lo entiendo. Bueno, pues si le apetece dar una vuelta por el cuartel y recordar un poco su infancia, ahora mismo le digo al cabo que le acompa?e. Gracias. Llamó al cabo y este a su vez a otro cabo que fue el que le acompa?ó a dar un garbeo por aquel cuartel cuna de su infancia. La verdad es que no recordaba prácticamente nada de aquel cuartel. ?nicamente de las veces que había acompa?ado a su padre en el taller y sobre todo la cantina, lo demás le resultaba totalmente indiferente por lo menos en el baúl de sus recueros. Al final se despidió de todo el cuerpo de guardia y se dirigió de nuevo a la bodega de su colega Andrés. A fin de cuentas resultaba la coordenada más concreta para iniciar desde allí las aventuras por su tierra. ?Qué tal la pensión? – le preguntaba enseguida Andrés - ?A qué has dormido bien?.Bien se duerme en cualquier parte, solo hace falta tener sue?o. Pero bien la pensión. Si quieres comer con nosotros, mi padre estará encantado. Y así lo hizo. Comió otra vez con ellos, estuvieron riendo mucho rato pues Andrés siempre era chistoso contando cualquier cosa. Su padre también acompa?aba en estas apreciaciones. Después por la tarde se dirigió a aquella pensión, se ba?ó cómodamente, se peinó con acierto y salió de allí bien acicalado como si realmente tuviera que ir en busca de una mujer que realmente le llamara la atención. Se hizo incluso consigo de la máquina de fotografiar, nunca se sabe. Fue a buscar su coche y con él se presentó sobre las ocho en la casa de Gloria. Perdone pero es que no estamos acostumbradas. Usted cree que está guapa mi hija para ir a cenar a ningún lado. Es todo lo que hemos encontrado, somos pobres sabe usted. – le decía compungida do?a Dolores. Yo te encuentro preciosa – le decía placenteramente Fernando esta vez a Gloria. Gracias, ya me gustaría a mí estar preciosa. Pues lo estás – la seguía adulando Fernando – Igual hay que arreglar un poquito esa media cara, pero ahora habláremos de lo que se pueda hacer. Gloria se ruborizaba como hacía tiempo que no conseguía hacer. Totalmente sofocada salía de su casa acompa?ada de Fernando que la invitaba a subir en su ostentoso coche. Fue tal vez esa presunción de coartada avalada lo que permitió por un momento a Gloria poder resarcirse del apocamiento que la embaucaba. Esa posibilidad de poder ir a dónde fuera sin necesidad de tener que estar exhibiendo sus desdichas por las calles cacere?as, la sumió en una brisa de confianza, que en esos momentos agradecía a todas luces. Fueron a cenar a un restaurante céntrico donde todavía relucía el colorido de sus tonos a?ejos en aquellas paredes de piedra cinceladas con arabescos de estructura medieval. En sí un conjunto sombrío y placentero que engalanaba unas mesas tapizadas con un mantel blanco y guarnecidas con un candelabro pleno de velas. Todo un albur afrodisiaco presto para dos enamorados. Pero no era esta la situación de nuestros dos comensales, que estaban allí únicamente para participar de un cúmulo de merodeos para nada concurridos. Cuéntame cosas de ti – le atacaba directamente Fernando – Yo de mí solo te puedo contar que me fui con mis padres a Barcelona porque ellos eran de allí. Que tenemos un taller de reparación de coches y de motos que ya era de mi abuelo, y que yo me saqué la carrera de ingeniero. ?Eso es todo? – se atrevía a conjeturar Gloria.Si claro, eso es todo. Lo demás solo son desgracias. ?Qué más querías que te contara?.No sé, si te has casado, cuántos hijos tienes, no sé, cosas de esas. Pues de esas cosas aunque no te lo creas, no hay nada. Ni me he casado ni he tenido ningún hijo que yo sepa. Tuve una novia pero me salió el tiro por la culata. ?Se fue con otra? – intentaba bromear Gloria. Con otra no, con otros. Todo el pueblo se la cepillaba. Prefiero no hablar de este tema. Háblame de ti. De tus novios, tus hijos, tu vida, de lo que hayas hecho desde el a?o cincuenta y uno que yo me fui de Barcelona. Mal asunto esa fecha. La dijo inconscientemente esa era la verdad. Pero fue precisamente ese aciago a?o cincuenta y uno el que encubrió para siempre la desdicha de Gloria. De repente se quedó algo embobada, parecía como petrificada. Giró discretamente la cabeza, necesitaba llorar. Fernando algo conmovido se levantó rápidamente y tomó una silla para sentarse a su lado. Cari?osamente le acariciaba la cabeza y un poco la espalda. No sabía cómo exculparse. Perdona Gloria, no era mi intención. Ha sido algo involuntario citarte ese a?o. No te preocupes, siempre me pasa igual. Por eso no quiero nunca ir a ningún sitio. – seguía llorando. Me tienes que perdonar. De todas formas también te diré que tienes que procurar no ser tan susceptible. La vida continúa, hay que superarse.Y como quieres que me supere yo – aulló esta vez tenuemente, pero aulló. Empezaba a ponerse ligeramente nerviosa. Por favor Gloria, olvídalo, te lo pido por favor. Venga, vamos a comer o se nos va a enfriar la cena. Toma bebe un poquito de vino, es muy bueno – le tendía cari?osamente la copa mientras volvía a su silla. Es que siempre lloro Fernando. No lo puedo evitar. Es muy difícil mi vida, no sé si te haces cargo.,Claro que me hago cargo. Por eso estamos aquí. Para hablar, para conocernos y para ver cómo nos podemos ayudar. Es verdad que la vida no es de color de rosa para nadie. Y mucho menos para ti. Pero yo te quiero ayudar, te lo prometo. Venga, come algo que se te suban los colores. Quiero volver a ver la sonrisa en tu boca, que esa sí que no la has perdido. Le vinieron bien esas caranto?as que como podía iba improvisando Fernando. Finalmente se puso a comer aquel plato de habitas templadas con jamón crujiente. Más que vino, bebía agua. No estaba acostumbrada a tanto agasajo. Por fin se animó Fernando a continuar la conversación. Una estupenda ensalada variada guarecía el centro de aquella mesa. El candelabro cargado de velas permanecía en un costado junto a la pared. Háblame de ti. Cuéntame si también estudiaste alguna carrera, o si estás casada o no sé, cuántos hijos tienes. No estudié nada. Soy como una cateta. Solo se coser y bordar porque me lo ha ense?ado mi madre. – le iba diciendo.Eso es estupendo – la estimulaba Fernando. – Mi madre también bordaba de maravilla. Era lo que más le gustaba, estar siempre con sus hilaturas haciendo preciosos dibujos. Era una artista, esa es la verdad. ?Y de tus novios qué?. ?También te dieron la estacada como a mí?.Nunca he tenido ningún novio Fernando. Nunca me ha querido nadie. Nadie quiere siquiera mirarme, por eso nunca estoy con nadie. Solo con mi madre. Ya ni con mis hermanos. Ellos sí que están todos casados. No vive ninguno en Cáceres. Pedro y mi hermana mayor que se llama Adela viven en Madrid y mi otro hermano José Luís anda cerca de Catalu?a, pero ahora no me acuerdo del pueblo. Es por allí por la provincia de Lérida. Sé que lleva un autobús de línea porque siempre le gustó conducir y pronto se sacó todos los carnets. Pero no tengo contacto con ninguno de ellos. Vienen a veces por navidad o por a?o nuevo, no siempre y cuando vienen solo están un día para saludar a mi madre y se van. No hay ningún contacto. Ya te digo, yo estoy siempre sola con mi madre. Entonces también tienes poco que contar – le decía ahora Fernando para suavizar esa charla ofreciéndole la mejor de sus sonrisas. Pues ya lo ves. Con esta cara no puedo ir a ningún lado. Todavía no me creo que esté cenando aquí contigo.Entonces aprovecha. Cena a gusto y no me cuentes más cosas si no quieres, pero disfruta de la cena. Fue una cena muy agradable en la que aparte de cuatro caranto?as por parte de Fernando, tampoco hablaron de muchas cosas. Posiblemente fuera verdad que ninguno de los dos tuvieran muchas cosas que contar. No era precisamente las alegrías lo que más abundaba en sus cartapacios. Salieron después a dar unas vueltas por el parque. Hacía una noche agradable en aquel mes de octubre de ese a?o 1976. Fernando sí iba observando con que morigeración un tanto insolente miraba la gente a Gloria. Vivir con esa displicencia toda la vida se le mostraba como algo realmente punzante. Poco a poco iba comprendiendo más la cualidad de la pobre Gloria y de alguna manera le estaba cogiendo cierto cari?o. Un cari?o artificial eso era evidente, pero si sentía esa sensación de estar colaborando un poco para ser su destrón personal. Por lo menos en esos momentos que ambos estaban compartiendo juntos. Te voy a hacer una foto – le dijo de pronto. ?Cómo se te ocurre? – le decía totalmente pavorida ella. – No ves que soy la negación plena de cualquier fotografía. Una foto es lo último que haría en esta vida. Pues yo necesito una foto tuya para llevármela de recuerdo.Si que guardas tu malos gustos en tus recuerdos. Hazle fotos a la flores, o a los árboles, a algo que te recuerde Cáceres con cari?o. El cari?o ahora eres tú – se atrevió a decirle Fernando – Es contigo con quien me lo estoy pasando bien, y es de ti de quien quiero llevarme un buen recuerdo. Vale, pero me la haces por este lado – se se?alaba el perfil sano de su cara. Bueno, pues algo será algo. Ponte ahí mismo, al lado de este árbol – Y se puso, ladeada como le había indicado. Pse. Cuidado que se acerca un perro – se le ocurrió decir a Fernando para que ella girara la cara. Lo consiguió. Tuvo por lo menos una foto de Gloria tal y como era. Ella se enfado bastante, pero el intentó convencerla diciéndole que el flas saltaba siempre después de disparada la fotografía. Algo a rega?adientes Gloria se lo creyó. Tampoco es que tuviera muchas ganas de enfadarse. Dentro de su desdicha, se lo estaba pasando bastante bien. Se sentía feliz, aunque esta palabra hiciera tiempo que estuviera borrada de su diccionario. Dos días más estuvo Fernando por Cáceres. Dos días que dedicó a estar prácticamente con estas dos costureras. Aprovechó al día siguiente de aquella holgada cena, para acompa?ar a Gloria hasta una tienda de moda peque?a pero alegre que estaba cerca de la casa de ellas. Allí compró unas cuantas ropas para Gloria. Ella estaba muy avergonzada pero tanto la presionó Fernando, que al final accedió a adquirir unas cuantas prendas. Se dejó un buen dinero allí Fernando, pero no le dolía para nada. Al mediodía se dirigieron los tres hasta un peque?o restaurante que había en la plaza casi contigua a la casa de las costureras. Dos días comió con ellas en una terraza en la que se estaba muy a gusto pues el sol matutino todavía acompa?aba para disfrutar de la calle. Se despidió de ellas en una sarta de besos que era difícil contabilizar. Las dos mujeres dentro de no entender de dónde podía provenir tanta indulgencia, estaban profundamente asombradas y agradecidas. Fernando tornó nuevamente a Barcelona. Ninguna novedad en el taller. Todo seguía rodando perfectamente. Tenía contratado desde hacía ya algún tiempo a dos operarios que cada vez se habían ido especializando más en la reparación de motocicletas de todo tipo. Esto le daba una gran seguridad. Un poco cansado al cerrar el taller, principalmente por todo el papeleo que tuvo que prescribir y poner en orden, se acercó a la bodega del Tonet a tomarse unas ca?as de cerveza. No había ningún conocido esa tarde, y tampoco es que tuviera muchas ganas de ir contando sus últimas ardides. Prefirió retirarse en su casa, cenar una merluza estupenda que había preparado la criada do?a Elvira, y sentarse después en el salón con la televisión apagada para dedicarse a fumar cigarrillos y pensar. Y pensaba sobre todo en Gloria, evidentemente también en Cáceres, pero sobre todo en Gloria. En su fracaso como mujer, en la mala suerte que un día le deparó la vida, en fin, en todo cuanto circundaba alrededor de lo que había estado coexistiendo o tal vez sobrellevando en sus días por Cáceres. Le daba vueltas y más vueltas a la situación de Gloria y solo intentaba indagar las posibilidades por ayudar a aquella muchacha. Al final llegó a la conclusión, pues es lo único que en ese momento se le ocurría, de que lo ideal sería consultar con uno de estos médicos de cirugía estética. No tenía muy claro si esa propaganda que siempre esgrimían anunciando que le podían poner a uno bonito, podría servir para poder arreglar la demacrada cara de su amiga Gloria. Aun así, al día siguiente se fue pronto a visitar a uno de estos especialistas. No le costó mucho, tras preguntar un poco todo el mundo le habló de buen agrado de una clínica especializada en cirugía estética y reparadora que hacía pocos a?os estaba funcionando por Barcelona y que respondía por el nombre de clínica Planas. Estaba en la otra punta de la ciudad, no obstante prefirió desplazarse hasta allí en un taxi. Le atendió un médico especialista que estuvo observando con detenimiento la fotografía que le mostraba Fernando, que no era más que la que consiguió hacerle a Gloria la noche que estuvo cenando con ella en Cáceres. Le pidió que se la dejara para estudiarla con detenimiento, sugiriéndole que volviera en dos días para darle un dictamen. Entretanto Fernando se estaba escribiendo a menudo con la familia de Gloria. Le atraía perdidamente el problema de esa muchacha, y estaba decididamente dispuesto a ayudarla. Tal vez sea lo único bueno que haga en esta vida, se decía para sus adentros. Volvió a la clínica Planas a los dos días y esta vez tuvo suerte, le atendió el mismísimo doctor Planas. Pase por favor – le decía una enfermera a Fernando indicándole un despacho donde le aguardaba el doctor Planas. Buenas tardes se?or Subirachs – le decía mientras se ponía de pie tendiéndole la mano – Siéntese por favor. Si – no sabía por dónde empezar Fernando. – el otro día hable aquí con un doctor… - era interrumpido por el doctor Planas que con la mano le estaba indicando que ya seguía él. En la mesa tenía abierta una carpeta que mostraba la fotografía de Gloria. Hemos estado estudiando su caso y ya le puedo ir adelantando que no hay ningún problema para someter a un tratamiento a su esposa para que quede totalmente restablecida de esta extra?a lesión que usted nos ha presentado. No sé si estaré acertado en preguntarle, pero me veo en la necesidad de hacerlo. Es simplemente considerar por qué su esposa tiene unas lesiones tan importantes durante tanto tiempo acumuladas en su rostro. Disculpe doctor, pero esta se?ora no es mi mujer. Es una buena amiga mía que vive en Cáceres y que tiene estas se?ales tan horrorosas en su rostro producto de una piedra o una pedrada, que desgraciadamente impactó en su cara cuando tenía solo nueve a?os. Le estoy hablando del a?o mil novecientos cincuenta y uno. Le ruego me disculpe pues pensaba que se trataba de su esposa. ?Dice usted que esto proviene del a?o cincuenta y uno?. Así es. Qué barbaridad. Pues entonces se tratará de una operación algo más lenta. Se lo digo en el sentido de que posiblemente tenga que estar ingresada aquí unos días. Digamos que con tantos a?os su piel se ha ido equilibrando en esa masa putrefacta y permítame esta expresión, que poco a poco se ha hecho due?a de ese contorno tan desacertado. ?Y entonces no se puede curar? – le preguntaba algo alterado Fernando. Curar sí, pero llevara algo de tiempo. Tenga usted en cuenta que este tipo de operaciones consisten en ir removiendo las capas superficiales de la piel, llevando todo el tejido sano hacia la zona donde se encuentre la cicatriz para ir eliminando las irregularidades que esta posea. Lo hacemos a través de lo que definimos como cirugía reconstructiva. Esto en lo que se refiere a esta gran cicatriz que nos muestra esta fotografía, imagino que producto de donde impactó de lleno esa piedra. Sí, sí se?or – no sabía qué decir Fernando.Bien, eliminar esta intensa cicatriz lo podemos conseguir. Pero tenga en cuenta que estamos hablando de una cicatriz contracturada donde los bordes de la piel se unen a la herida dando como resultado una piel tirante. Esto puede estar afectando también a la nariz donde es posible que se le produzca alguna inflamación de la mucosa por tener afectados los cornetes o las válvulas nasales, pero en este caso podemos recurrir a practicar una rinoplastia. Lo mismo le podría decir también de la oreja que trataríamos este caso a través de una otoplastia para corregir cualquier efecto congénito que se pueda reflejar en la oreja. La boca da la impresión de que la tiene intacta. No tendremos que practicar una queiloplastia, aunque si observo una ligera fisura que afecta al hueso de la mandíbula derecha en el tercio inferior de la cara. Me da la impresión de que se ve una expresión fenotípica de la genética en ese costado. Pero bueno, en general un tratamiento que sí podemos realizar con plena convicción de victoria. ?Y el globo del ojo doctor? – le preguntaba algo ansioso Fernando sin terminar de comprender todo cuanto le estaba explicando ese insigne doctor. El globo del ojo es más aparatoso pero menos complejo de corregir. Ahí lo que tiene es una cicatriz queloides con excesiva producción de colágeno. Todo ello producto de una cura rápida y no asistida. Si doctor. Aquí le atendió un médico en el momento de la herida y después la dejó a su suerte. Pues por eso. Lo que tiene ahí es la formación de una cicatriz hipertrófica o lo que es lo mismo, una acumulación de grasa orbitaria que le forma esa bolsa bajo el ojo. Esto se puede arreglar eliminando el exceso de piel y una parte del músculo orbicular subyacente a través de la cirugía oculoplástica. Pero en definitiva doctor, que me cuesta asimilar todo lo que me explica, ?usted si ve posibilidades de dejarle a esta chica su cara en condiciones??.Posibilidades en principio todas. Más tranquilo quedó al final Fernando. Poco entendía de ese lenguaje irreflexivo que esgrimía con tanta soltura el doctor Planas. Pero por lo menos quedaba con la certeza de que Gloria se podía salvar y recuperar su semblante propio y natural. Convinieron tenerlo todo preparado para el mes de enero de a?o nuevo. En las semanas sucesivas Fernando seguía manteniendo correspondencia con Gloria. Le comunicaba sutilmente las posibilidades que había para acabar con su infortunio. Ella se limitaba a contestar a todas sus cartas siempre dando muestras de agradecimiento, pero dentro de una pericia que ofrecía claro condicionado de que no se podía creer tanta aseveración. Pese a todo, esas misivas iban poco a poco alcanzando cada vez un cariz más cadencioso. Aprovechaban sus líneas para dejar manifestadas sus efusiones e incluso sus aprensiones. Se estaban convirtiendo esas cartas en una confidencia persistente de las avenencias de ambos. Hasta tal punto llegó ese cúmulo de declaración, que al final Fernando decidió pasar esas navidades en Cáceres en compa?ía de estas dos damiselas, pretendiendo con ello ir formalizando los pasos a seguir para someter a Gloria al tratamiento que pusiera fin a su infelicidad. Poco antes de partir para Cáceres, se entrevistó de nuevo con el doctor Planas. Nada podía fallar. Si doctor, me voy a pasar las navidades en Cáceres. Yo soy de allí. Caramba, pues que catalán más estupendo tiene usted – le comentaba el doctor Planas. Eso es otra historia que ahora no viene al caso. Es lo que le estaba diciendo, me voy a Cáceres a buscar a la muchacha de la fotografía. En a?o nuevo me la traigo para aquí y procedemos. Una pregunta por eso doctor, imagino que después de realizarle la cirugía reparadora, habrá que hacer después otra de estética para dejarle la cara da?ada igual que la que tiene buena. Buena pregunta se?or Subirachs, pero no tiene que ser necesario. Me explico. Nosotros lo que hacemos son una serie de peque?as escisiones quirúrgicas que van eliminando la cicatriz vieja por llamarla así, y entonces sobre la piel vieja cortada va apareciendo un tejido sano que es el que va dando un aspecto nuevo y limpio a su entendamos ya su nueva piel. Por tanto la cara que ella recuperará es su propio rostro. No estamos haciendo una operación de camuflaje, sino que estamos sanando una piel da?ada. De ahí que a través de su piel sana, estemos recuperando su rostro natural, que no es más que lo que ella es, o en este caso hubiera sido si no hubiera recibido en su día esa pedrada. Que interesante es todo esto de la cirugía estética doctor. Es la primera vez que abordo estos temas. Incluso me pregunto cómo tuvo usted esta vocación que considero tan interesante y cómo explicarle, tan evocadora para devolver la alegría de tanta gente. Es una larga historia, pero se la puedo abreviar. ?Le apetece un café?.Con mucho gusto doctor. Llamó el doctor Planas a una enfermera y al rato se presentó con dos cafés y unos sobres de azúcar. Tuvo suerte en esta ocasión Fernando, pues no era fácil pillar al doctor Planas con tiempo disponible. Yo estudié medicina aquí en Barcelona – comenzaba el doctor – Tenía una vocación especial pero no me pregunte por qué. No es que yo venga de familia de médicos. Pero el caso es que me apasionaba la medicina y me puse a estudiar con cierto ardor. Lo que pasa es que me pilló la guerra en medio de mis estudios y bueno, tal vez porque no haya mal que por bien no venga, las guerras acarrean lo que acarrean, infinidad de heridos. Esta situación me obligó ya a tener que ejercer como médico. Fue ahí curando a tanto herido, donde me empecé a inquietar por la medicina reparadora. Usted no se puede imaginar en qué estado llegaban muchos de los soldados heridos. Y ya siguió con esto después de la guerra – intentaba corroborar Fernando. Sí y no – le contestaba el doctor Planas – Digo sí porque continué con la medicina, pero también digo no porque entonces tuve un serio problema. Durante la guerra había estado manejando tanto los aparatos de rayos X y era tanto el trabajo que se desarrollaba atendiendo heridos, que al final mis manos quedaron prácticamente inmovilizadas y afectadas hasta tal punto que casi la única solución que había era que me cortaran los dedos. Imagínese usted que panorama para un médico. Un médico que se dedicaba encima a reparar a otros heridos. Pues hágase usted una idea de cómo me encontraba yo entonces. La suerte es que un día leí unos documentos que explicaban que en los Estados Unidos de América había unos especialistas que se dedicaban a hacer injertos de piel. No me lo pensé dos veces, para América que me fui. Y mire usted por dónde que allí consiguieron curarme y salvar mis dedos, que son estos que ve usted aquí – hacía una ligera caranto?a con sus dedos – El caso es que me quedé en los Estados Unidos para aprender las técnicas que habían salvado mis manos. Y es allí donde realmente aprendí toda esta técnica que yo ahora mismo ejerzo. En los Estados Unidos estuve bastante tiempo. De hecho ejercí como cirujano ya plástico en hospitales de Saint Louis, San Francisco, Los ?ngeles, Chicago y Nueva Orleans. Era como aquel que dice todo un ciudadano norteamericano. Todo un médico norteamericano – corregía Fernando.En efecto – corroboraba el doctor Planas – todo un médico porque también es cierto que me dedicaba a la medicina de lleno. Y de hecho es posible que me hubiera quedado para siempre en los Estados Unidos, pero enfermó mi padre y me volví para Barcelona. Total para nada, porque mi padre murió el pobre a los seis meses. Pero bueno, como ya estaba aquí y además yo soy de aquí, pues me dediqué a aportar todos mis conocimientos en diversos hospitales de Barcelona donde sigo colaborando. Fíjese sí me dedicaba a la medicina, que cuando me acordé de casarme ya tenía cuarenta y cinco a?os. Casi se le pasa el arroz – bromeaba Fernando que se lo estaba pasando estupendamente atendiendo toda la disertación de su vida que le estaba exponiendo ese prestigioso doctor. Casi – le corroboraba – Pero tuve suerte. Tengo una mujer estupenda que me ha dado tres hijos que son maravillosos. De hecho ha sido mi esposa la que me animó y ayudó para montar esta clínica en el a?o 1971, y esto nos ha permitido estar usted y yo departiendo tranquilamente mientras tomamos un café. Muchas gracias doctor. No se puede usted imaginar cuando agradezco este símil de confianza que ha demostrado conmigo con esta historia tan apasionante que me acaba de relatar. Que además es su propia historia. De eso ya puede estar usted seguro. Y ahora permítame que el tiempo ya me apremia – dicho esto le tendió la mano y se despidió. Estaba muy animado Fernando. Estaba participando de esa similitud tan improbable entre las personas humanas, que es conseguir que las cosas salgan bien. Para las fiestas navide?as se estilaba en esos a?os regalar un lote navide?o a todos los trabajadores de cualquier empresa. Haciéndose con dos de estos lotes que introdujo en su maletero, se fue directamente para Cáceres. Tenía ganas de pasar las navidades acompa?ado por alguien, y dentro del albur que estaba persiguiendo, que mejor que esas dos damiselas a las que por lo menos tenía buenas noticias para dar. CAPITULO 6 Cáceres era también una ciudad iluminada y alegre para celebrar las fiestas navide?as en aquel a?o 1976. Fernando llegó el viernes día de nochebuena. Iba cargado con los dos lotes navide?os de su propia empresa que portaba para cada una de las dos mozas con las que iba a pasar estas fiestas. Portaba consigo también un jamón que compró al llegar a Cáceres. Tenía muy claro que había elegido el mejor lugar para hacerse con un buen jabugo. De lo que le hubieran preparado para cenar no daba cuenta, de sobras le habían explicado que la noche buena se celebra siempre en casa. Resultó una cena muy agradable. Las buenas mujeres habían preparado una olla de cordero asado con patatas y una tortilla de esas que llaman paisanas. Para finalizar con un arroz con leche que hacía juego con unos cuantos polvorones. Fue entonces cuando Fernando cayó en la cuenta de que aun tenía los lotes en el maletero del coche. Estupefactas se quedaron las dos mujeres cuando contemplaban aquella plegaria del cielo y quedaban totalmente entumecidas reparando que había un jamón para ellas en su propia casa. Aprovechó Fernando esa satisfacción sincera para sacar del lote una botella de brandy y acompa?ar un par de copas con el café. El problema llegó a las once y media de la noche cuando las dos mujeres empezaron a acicalarse un poco para asistir a la misa del gallo. Fernando las acompa?ó, pero no las tenía todas consigo. ?l no era de ir para nada a misa, y en cuanto a la ofrenda del gallo casi ni sabía que existiera este tipo de ceremonia. Aun así acudió a esta misa y después se retiró a dormir en un hotel. El día de Navidad comió con estas dos inseparables una sopa bastante parecida a la carn d’olla tan típica en Catalu?a y después pavo, tampoco se escapaba para nada Cáceres de las tradiciones. ?Nunca habéis comido canalones? – les preguntaba mientras se servía una copa de co?ac. No. Sabemos que esto es algo que hacen los catalanes, pero por aquí no se estila. Aquí en Navidad comemos siempre pavo. Pues en Barcelona también, pero eso el día de Navidad. Los canalones los comemos al día siguiente. ?Al día siguiente? – le preguntaba algo extra?ada Gloria - ?Y eso por qué?. ?Lo hacéis para aprovechar la carne que ha sobrado del pavo?.Es verdad – reconocía Fernando – Lo que pasa es que en Catalu?a la Navidad es doble. Se celebra el día de Navidad y al día siguiente que es San Esteban se sigue celebrando la navidad. Así si unos familiares vienen hoy a tu casa, ma?ana nosotros vamos a la casa de ellos. Es como devolver la pelota. Y un día se suele comer pavo, y al otro día se preparan los canelones que están buenísimos. Pero bueno, eso son costumbres de cada lado.Pues aquí solo se celebra la navidad – le decía ahora do?a Dolores – Primero la noche buena por la noche, y al día siguiente la navidad. Pero la noche buena queda interrumpida con la misa del gallo – intentaba replicar Fernando. Bueno, pero la misa siempre es lo primero – aducía do?a Dolores. En fin, que hoy es Navidad y algo tendremos que celebrar. En principio que este a?o ninguno hemos estado tan solos, y después que tengo muy buenas noticias para ustedes. Ah sí, cuenta, cuenta – se interponía Gloria que indudablemente tenía ganas de sentirse anfitriona. Pues mirad. – adoptaba una postura un tanto elocuente Fernando – He estado hablando con un gran doctor en Barcelona que tiene una clínica donde se realizan operaciones de cirugía estética. Es decir Gloria, que pueden corregir por completo esas deformaciones que tú tienes en la cara producto del tema de la pedrada que ya no viene al caso seguir citando. Pero eso que cuenta usted se?or Fernando es en Barcelona – participaba do?a Dolores. En Barcelona sí, pero se puede conseguir. Me he estado informando bien y es una operación de lo más sencilla. No se padece nada. Es, a ver cómo lo puedo explicar. Van eliminando tu piel vieja y la van cambiando por tu piel nueva hasta que esta ocupa su lugar para dejarte tu cara como realmente tiene que estar, es decir normal. A partir de aquí tu parte derecha quedaría exactamente igual que como tienes la izquierda, es decir que puedes estar guapísima y no tener que girarte para hacerte una fotografía – le sonreía Fernando. Eso sería estupendo – le decía Gloria cargada de sonrojos. Tanta adulación la desconcertaba bastante – Pero para eso tendríamos que ir hasta Barcelona y nosotras no podemos. ?Cómo que no podéis?. ?No os parece suficientemente cómodo mi coche?. El coche sí – volvía a intervenir do?a Dolores – Es un coche bien bonito. ?Pero después qué?. Hay que dormir en algún sitio, hay que comer, y Barcelona es muy grande. No podemos hacerlo.Pero vamos a ver. – se puso serio Fernando - ?Usted quiere recuperar la cara original de su hija?, sí o no. Porque sí es que sí, no hay más que hablar. Comprenderá ya me he encargado yo de todos los detalles. Viajarán ustedes dos conmigo a Barcelona, se alojarán en mi casa, iremos a la clínica, dejaran guapa a Gloria y ya está. Y esto será los días que haga falta. A fin de cuentas con el plan de vida que me llevan ustedes dos en Cáceres, qué más les da estar aquí que en Barcelona. Además que ya le digo, yo me encargo de todo, allí no les va a faltar de nadaPero tendremos que estar en su casa – do?a Dolores erre que erre, desconfiada como correspondía. Mi casa es muy grande. Además yo vivo completamente solo. Solo con la criada, eso sí, pero solo.?Tiene usted también criada se?or Fernando?.Claro que tengo criada. Alguien me tendrá que cuidar. ?No le estoy diciendo que vivo solo!. – se exasperaba un poco Fernando.Ya, pero eso de tener criada, eso pensaba que era para la gente que es muy rica. Para la gente rica y para quien la necesita do?a Dolores. En mi caso yo la necesito, y es verdad que la puedo pagar, como puedo hacerme cargo de los gastos para que Gloria sea la chica más guapa de Espa?a. Mire usted do?a Dolores, yo dispongo de un taller donde arreglamos coches y motos, esto ya era de mi abuelo, imagínese usted. Este taller gracias a Dios trabaja muy bien, y por eso me puedo permitir tener una criada para que me atienda y puedo también hacerme cargo de solucionar el eterno problema de su hija. Ahora es posible que me pregunte por qué estoy haciendo todo esto. Pues le puedo contestar que igual tampoco lo sé, pero sí le puedo adelantar que como soy una persona que está sola, simplemente me encuentro bien ayudando a una vieja amiga de cuando yo era un ni?o, que bien sabe usted que yo vivo en Barcelona pero que en realidad soy cacere?o. Entonces a partir de todo esto que voy contando, que mejor que ayudar a una persona que es de mi tierra, que formó además parte de mi vida y que con todo esto me encuentro simplemente bien. No sé si va pillando usted todo lo que pretendo decirle. – se sentía airoso Fernando con todo este brote de inspiración que le iba prorrumpiendo. La que si iba siguiendo con total atención toda esta sarta de peripecias en pro de su propia recuperación, era Gloria. Estaba viviendo unos momentos de su propia existencia, que pese a no terminar todavía de dar crédito que pudiera ser verdad todo cuanto estaba oyendo, no por ello recibiera unos pálpitos de felicidad que bombeaban con fuerza su relegado corazón. De una forma o de otra, Fernando se las trajo a las dos para Barcelona. Siguiendo lo previsto las alojó a las dos en su casa donde ya había dado instrucciones a Eulalia para que estuviera percatada de lo que venía. Todo ocurrió a partir de entonces según lo presagiado. Gloria fue operada con gran éxito en la clínica del doctor Planas. Tuvo que pasar después un par de semanas atendiendo en principio la presencia de los vendajes, y después la cura paulatina de apósitos y de suturas. Pero al final su cara revistió de la elegancia que correspondía a una chica de todavía su temprana edad. Está claro que ya no se trataba de una ni?a de nueve a?os, ni tampoco de una chiquilla que pudiera descarar con plena holgura las impudicias de la adolescencia o de la primera juventud. Pero ahora ya, contando con treinta y seis a?os a punto de cumplir, todavía revestía esos rasgos imperecederos de una hermosura clamorosa muy propia para una mujer totalmente inserta en la edad madura. Tanto ella como su madre do?a Dolores seguían todavía sin terminar de dar notoriedad a tanta formalidad placentera. Además con el beneplácito de que do?a Dolores hizo buenas migas ya de buen principio con Eulalia la criada, pues siendo bastante beata como ella, ambas compartieron misa de a diario y con ello una armonía que se manifestaba plenamente en su convivencia dentro de la casa de Fernando. Como todo este hilvanamiento de buenas intenciones coincidía con las cerca de tres semanas que tardó en recuperarse casi definitivamente de su operación Gloria, ello conllevó a que do?a Dolores se estuviera encontrando cada vez más a gusto en una ciudad grande como era Barcelona. Quiso la coincidencia también que estas dos eméritas se?oras participaran de las compras así como de los paseos que en sus ratos libres se permitía do?a Eulalia. Esto fue forjando un apego entre ellas que disipó por completo todos los posibles recelos que pudiera tener do?a Dolores en su estancia por Barcelona. Fernando por su parte se hizo cargo desde el primer momento de todas las atenciones que pudiera precisar Gloria en todo su proceso post operatorio. La atendía en esos primeros días en que ella tenía que guarecer sentada en un sofá sin moverse lo más mínimo, donde pasaba las horas mirando el televisor pues aun no era momento de mirarse en un espejo ya que las vendas impedían prestar atención a cualquier tanteo premeditado. Todo este acérrimo de compatibilidad fue poco a poco aunando un acercamiento entre ellos, que cada vez costaba menos de soliviantar. De una forma podríamos definir como un tanto inesperada, se fue fraguando una correlación entre estos dos congéneres, que cada vez iba surcando con más fuerza las paredes de lo idílico. Se iba generando una confianza y un cari?o compartido que terminó por dar los frutos que se estaban eximiendo. Acabaron por enamorarse. Pero era un amor tal vez un tanto inocuo. Se trataba de una efusión totalmente alejada de un sentimiento apasionado. Era como una muestra de agradecimiento del uno por el otro, en un convenir sin ninguna cortapisa, que estaban satisfechos porque ambos habían comprendido y se habían comportado cada cual dentro del espacio que esa situación les estaba emplazando. Tal empezó a ser su ecuanimidad, que una vez Gloria estuvo recuperada empezó a participar con Fernando en muchos paseos, alguna que otra cena espinosa y un arresto sentimental que cada vez compartían con mayor elegancia y sin menor tapujo. Solo les faltaba acostarse juntos y hacer por fin el amor, dos premisas fáciles de conseguir pues los dos compartían el mismo techo. Pero este punto aun era infranqueable pues allí estaba siempre do?a Dolores, y no encontraban argumento suficientemente válido todavía para persuadir a tan diferenciada se?ora. En estos términos se lo advertían algunas veces entre ellos, y con estas conclusiones jocosas dilucidaban pasándoselo cada vez mejor. El amor estaba llamando a esa puerta. Un día comiendo tranquilamente en casa surgieron estos comentarios:?Se encuentra usted a gusto aquí en Barcelona do?a Dolores? – le preguntaba Fernando.Uy si estoy a gusto, mejor casi que en Cáceres. Aquí no me falta de nada. Todo gracias a usted, eso también es verdad – le contestaba do?a Dolores en un tono de alegría algo salpicado de inexactitud. Esto es lo que yo quería oír. Su hija Gloria también está muy contenta. Aparte de estar guapísima, que esto ya lo ve usted, ahora me ha dicho que me ayudará en mis atenciones para el taller. ?Mi hija mecánico? – comentaba con cierto pavor do?a Dolores.De mecánica no, me ayudará en la oficina. Yo con las herramientas, Gloria con los números. Ya hemos hecho unas pruebas y es muy eficiente. No conocía yo esas cualidades de mi hija – se limitó a decir do?a Dolores.Pues váyase haciendo a la idea. Que ahora con lo guapa que está, se le ha despertado también su hermosura mental. Y yo que me alegro no sabe usted cuánto. Es como lo de estar aquí en Barcelona. A fin de cuentas poco teníamos en Cáceres. Casi diría que nada. Pocos amigos, poco dinero, poco de nada. Por eso mis hijos todos un día se fueron, ahora igual me toca también a mí. No es donde se nace sino donde se pace dice el refrán.?Cómo que donde se pace madre? – le preguntaba ahora Gloria – Pues poco pace usted aquí. Ya lo creo que pace – intervenía Fernando para sosegar – No la ves que no para. Siempre está con Eulalia para arriba y para abajo. Aun le diré a Eulalia que se busque otro trabajo. Eso no por favor se?or Fernando – interponía do?a Dolores.Era broma mujer – consolaba Fernando. Y así se estaban desarrollando las cosas. En cuanto estuvo recuperada Gloria, Fernando la había invitado a visitar su taller para que conociera de cerca su sistema habitual de vida por Barcelona. Hablando y hablando en el taller, se les ocurrió la idea de que ella podía encargarse de atender las llamadas y llevar un poco la oficina. Pese a que ella insistió en que era una cateta que al final no había estudiado nunca, estaba claro que las cuatro reglas básicas sí las conocía y poco le costó atender aquel taller que salvo llamadas, un poco de atención al cliente y la revisión de cuatro facturas o pagos concertados, tampoco revestía de mayores complicaciones. Con un gesto aturdido de felicidad como prueba fehaciente de poder demostrar por fin su agradecimiento, Gloria aceptó encantada el poder encargarse de esa tarea por liviana que pareciera. Y de esta manera tan sutil, tanto Fernando como Gloria compartieron taller, almuerzos y retiradas en la bodega de Tonet y al final también vida conyugal. Tanto era la confianza y adhesión que se llegaban a tener, participando además también siempre juntos durante todas las horas del día, que por fin Gloria se acostó con Fernando y el amor puso en movimiento todas las campanas que anunciaban un apego que sería para siempre. Hasta tal punto llegó esta llamada de convivencia, que poco antes de terminar el a?o 1977 ambos consortes decidieron que lo mejor era casarse. Ningún problema por parte alguna. La única oposición que se hubiera podido solventar era la que pudiera provocar do?a Dolores la madre de Gloria, pero se encontraba tan a gusto en la Ciudad Condal, eran tantas las horas que compartía con Eulalia, que ahora solo le faltaba ver a su hija feliz, además al lado del hombre que la había ayudado tanto. Y encima los dos de Cáceres, en Barcelona también era verdad, pero los dos cacere?os y felices, que más se podía pedir. Fernando atendiendo la condición tan beata principalmente de la madre de Gloria, estuvo mirando por algunas parroquias para celebrar una boda dentro de los ritos católicos que seguían siendo los habituales en esos a?os setenta. Estuvo tanteando la basílica de Nuestra Se?ora del Mar, le apetecía este templo como viva imagen de la pulcritud barcelonesa, pero no consiguió ponerse de acuerdo con el canónigo que le atendió. Le ponía demasiadas pegas con la residencia cacere?a todavía de Gloria. Aburrido de que no le solucionaran para nada este embrollo, se fue a hablar con el párroco de la iglesia de Santa María dels Taulats. De sobra sabía porque se lo había dicho en más de una ocasión su tío Joan, que en esa iglesia se habían casado sus abuelos y habían sido bautizados tanto su padre como su tío. Y sí era cierto, pues así se lo confirmó el cura que le atendió que no le puso ninguna pega para realizar allí las nupcias. El domingo 27 de noviembre de 1977 se casaban estos dos pipiolos, que si bien es cierto que no estaban apasionadamente enamorados, sí se querían posiblemente bastante más que muchos amoríos que se definían como de pasión. El respeto y la franqueza se habían hecho due?o de ambos, y entraban en la vida matrimonial con una armonía y una confianza que era digna de admirar. La boda se celebró sin invitar a excesivos comensales. Porque poca gente giraba por el contorno de ambos consortes. Se invitó a todos los trabajadores del taller con sus familias, al bodeguero Tonet y algunos clientes de esa enigmática bodega, y a unos cuantos vecinos. También invitaron a los hermanos y hermana de Gloria, que curiosamente vinieron todos. Estaba complicado para conseguir los padrinos para Fernando. Al final le pidió a la criada Eulalia que tomara su brazo y le acompa?ara hasta el altar. La buena de Eulalia estaba que se salía. A Gloria le acompa?ó uno de sus hermanos. Concretamente el que era conductor de autobús en un pueblo de Lérida que se llamaba Antonio. También estaba evidentemente Maribel con su marido el capitán Félix, que venía acompa?ado de sus padres. Eres bruto hasta para casarte – le decía a Fernando su hermana Maribel – Mira que coger a la Eulalia de madrina. También te podría haber acompa?ado yo. También es verdad, pero no he pensado chica. Es igual Fernando, ahora lo que importa es que seas feliz. Que es muy guapa tu novia. Igual la conoces, venía al colegio con nosotros en Cáceres. Igual sí pero ahora no me acuerdo. Luego cuando hable con ella seguro que alguna cosa recordamos e igual acabo recordándola. Eso es lo que tienes que hacer. Voy yo a darle un abrazo a tu capitán. Un día maravilloso, un banquete copioso como siempre gustó hacer a los Subirachs y en general una jornada que Fernando disfrutó con gran acierto viendo a todos sus empleados, vecinos y cuatro clientes de la taberna que frecuentaba, compartir con él toda su alegría. También le soslayaron por completo las muestras de efusión y alegría que pudo observar en los hermanos de Gloria, ahora ya su esposa, cuando la vieron tan recuperada y tan guapa. Sabía de sobra, pues Gloria se lo había siempre recordado, que toda su familia había pasado olímpicamente de ella, pero bueno, eso tampoco era problema, prefería que saborearan con buen gusto la hermosura de su esposa y después solo les deseaba que se fueran con viento fresco por donde habían venido. Poco tardó Gloria en dar muestras de estar embarazada. Decía siempre que no le bajaba nunca eso que les baja a las mujeres. Por tanto estaba claro, la pre?ez ya le venía de antes de la boda, no en vano ya venían haciendo el amor desde hacía por lo menos un par de meses, y es evidente que Fernando no usó nunca globo. Y a los siete meses de estar casados llegó a este mundo un reto?ín al que pusieron el nombre de Joan. En este caso Gloria atendió sin rechistar los deseos de Fernando, que bautizaba con este nombre a su ni?o bastante en memoria de su querido tío Joan Subirachs. Porque con ese nombre quedó bautizada la criatura, como Joan Subirachs Pérez que era el apellido de Gloria. La estirpe de los Subirachs de Barcelona continuaba, y con un poco de suerte el taller también. Fernando estaba que no se lo creía. Pero lo cierto es que por fin estaba viviendo con su propia realidad, y esta estaba siendo muy zalamera. A punto de llegar los a?os ochenta llegó la ni?a. Gloria parió esta vez en la clínica del Pilar de Barcelona por deseo expreso de su marido. Tenía muy buenas referencias de esta clínica, y es evidente que no le defraudaron. El parto fue todo un acierto, atendido con los más grandes miramientos. A esta ni?a le pusieron el nombre de Guadalupe, esta vez por deseo directo de Gloria. Fernando tampoco objetó ninguna traba. Ahora con Joan y Guadalupe, ese matrimonio que empezó un poco como congenio entre los dos comensales, se iba disparando cada vez más en las vertientes del querer, todo ello siempre acompa?ado de un respeto, una similitud en pareceres, y toda una congruencia garantizada de que era una pareja que aguantaría sin lugar a dudas hasta las bodas de plata o las de oro si Dios lo permitía. La vida de los dos conyugues continuaba totalmente compartida atendiendo todas las vicisitudes del taller. ?nicamente en las dos únicas veces que parió Gloria estuvo vacante provisionalmente su puesto en la peque?a oficina que ella misma dirigía, para dedicarse a los recién nacidos. Oficina que después fue más grande, pues Fernando que seguía la tradición familiar de no dedicarse nunca a la fabricación de vehículos ya fueran estos automóviles o motocicletas, no por ello renegaba para atender o cuidar todo lo que fabricaran otros. Por eso a partir del a?o ochenta empezó a concertar con fabricantes de motos para dedicarse a la venta o en un momento dado también distribución de motocicletas desde el mismo taller. Por eso contactó con firmas como la Derbi, Montesa, Bultaco o Ossa, todas ellas de fabricación catalana. Se convertía de esta manera en un distribuidor oficial de estas marcas y con ello aumentaba también más su clientela. Eran unos a?os peligrosos en el comercio de la motocicleta pues la influencia japonesa ya se empezaba a ir percibiendo. Empresas como Yamaha se pone de acuerdo con el banco Banesto propietario de Sanglas y de Mototrans, para pasar cien trabajadores de Mototrans a la fábrica de Sanglas. Esto provocó que Mototrans intentara con esta reducción de plantilla relanzar por sí sola la marca pretendiendo hacer un modelo denominado Yack 410, pero Banesto no aprobó este proyecto. Tuvieron entonces que fabricar unos ciclomotores pero como tampoco tuvieron apoyo económico, al final Mototrans se vio obligada a presentar suspensión de pagos y cerrar la empresa. Esto ocurría en 1984 donde se verificaba que la intención de Banesto entonces era implantar Yamaha en Espa?a. La influencia de la moto japonesa entraba cada vez con más furia en el mercado espa?ol. Lo mismo le ocurrió a Sanglas que también dependía del banco Banesto. Al final Yamaha a través del mismo Banesto y también el Banco de Madrid se hace con Sanglas y Mototrans, todo ello para intentar alcanzar interesantes plusvalías. Pero Yamaha que era la que manejaba dineros, aporta en un principio un cincuenta por ciento de capital para reflotar las compa?ías espa?olas, pero al final a través de sucesivas ampliaciones de capital se hace due?a y se?ora de las dos empresas condenándolas a su desaparición y convirtiéndose en distribuidor oficial de sus motos por Espa?a. Todo esto está ocurriendo a principios de los a?os ochenta, momento en que Fernando empieza a otear para las ventas desde su propio taller, el negocio de las motos japonesas. También en los a?os ochenta desaparece la marca de motos OSSA. Eran unos a?os complicados para Espa?a. Es verdad que se había aprobado por una gran mayoría de espa?oles una Constitución en el a?o 1978 y que la democracia se iba consolidando cada vez más apuntalada. Pero los follones laborales estaban al orden del día. La sucesión de huelgas unida a que no se podía rescindir de masa laboral, aparte de que desde el gobierno no había ningún tipo de ayuda, fueron circunstancias que consiguieron que Ossa fuera agonizando poco a poco. Pese a que intentó enfrentarse a esta caótica situación produciendo modelos de última hora con el fin de poder restablecerse, al final petó en el a?o 1984. Algo similar le ocurrió a la empresa Bultaco que con tanto acierto había montado en el a?o 1958 Paco Bultó, el legendario primer socio de Pere Permanyer en la compa?ía Montesa. En este caso presentó Bultaco una suspensión de pagos en el a?o 1980, pero aun así se intentó reflotar la empresa con una comisión de trabajadores, pero finalmente en el a?o 1983 también cerró. Seguían a flote en esos a?os las empresas Montesa y Derbi, para lo demás había que recurrir a los mercados extranjeros destacando por encima el japonés principalmente con Yamaha, o si no el italiano con marcas como Ducati. Evidentemente los japoneses son auténticos copiones de todo cuanto se fabrica en Europa, y llevan a?os dedicándose precisamente a la perfección a ultranza de todo cuanto imitan. Por eso poco a poco van copando el mercado del motociclismo ofreciendo unas motos que garantizan una calidad y eficiencia que está en muchas ocasiones por encima de las motos europeas. ?nicamente los alemanes con sus eficaces BMW, son todavía capaces de enfrentarse a esta eventualidad. En el caso de Ducati, en el a?o 1983 es comprada por otro coloso italiano que responde por el nombre de Cagiva. Se dispara a partir de ahí la producción y calidad de Ducati pudiendo enfrentarse con cierta holgura al nuevo imperio japonés en el mundo de la moto en general. Es la época especial del motociclismo donde tanto Yamaha como Ducati están compitiendo por fabricar motos más fiables, más completas, con mejores acabados por todas partes y también más veloces. No obstante a Fernando, del mismo modo que lo mismo le daba reparar una motocicleta que un ciclomotor, aplicó la misma filosofía para vender motos desde su taller. Le era indiferente que la marca fuera espa?ola o extranjera, que se tratara de motos potentes o simples ciclomotores, todo le venía bien si se podía vender. Seguía con su eterna filosofía de que cualquier conductor de una moto por peque?a o grande que esta fuera, se convertía en cliente de su taller en potencia. Por eso no dudó tampoco en ponerse en contacto con los fabricantes de Vespa en Madrid, también con la idea de vender sus escúter o sus populares Vespino. Todo este género de comercialización le fue creando una constri?a actividad en su propia oficina, que solo conllevó a que su esposa Gloria llegara un momento en que no diera más abasto. Por tanto terminaron contratando a una secretaria para que por lo menos pudiera ayudar un poco a su mujer. Fue una idea muy acertada, pues la secretaria se encargó de buen principio de toda la gestión de la oficina permitiendo a Gloria estar más relajada pero sin abandonar la mesa de despacho que ella ya tenía como su auténtica confidente. Constituían los dos una pareja bien armonizada y no se estaban con dengues porque se produjera alguna modificación en sus métodos para poder seguir estando siempre juntos. De todas formas, y haciendo un ligero inciso en la vida de mis dos protagonistas, es curiosa la historia de esta potente marca de motos japonesa que responde por el nombre de Yamaha. Y digo que es curiosa pues esta sociedad empezó en sí en el a?o 1887 fabricando pianos y armonios, es decir nada que ver con una motocicleta. El armonio es un instrumento musical muy similar a los órganos que hay en las iglesias. Pero durante la Segunda Guerra mundial, resulta que son precisamente los de Yamaha los que mejor se manejan manipulando las maderas de calidad para fabricar sus instrumentos musicales. Un piano no está hecho de una madera cualquiera. Esta especialidad por llamarlo así, conlleva que estos operarios de Yamaha sean reclamados para construir las hélices de madera para sus aviones. Estamos hablando de los primeros aviones japoneses que a medida que iba transcurriendo la guerra ya se fabricaban las hélices de metal. Terminada la guerra, estos operarios que se habían especializado con el metal ya no eran tan válidos para construir pianos, por tanto había que sacarles algún partido y de esta forma tan fútil empiezan a dise?ar una motocicleta. De momento he contado todo esto para que se vaya entendiendo de dónde parte el logotipo de las motos Yamaha que consiste en el dibujo de tres diapasones cruzados. En el a?o 1955 se funda la empresa “Yamaha Motor Company” y lanzan a la calle una producción en cadena de ciento veinticinco motocicletas con un motor de dos tiempos y 125 c.c. Para promocionar rápidamente este modelo que se definía como la “YA1” y popularmente como “la Libélula Roja”, organizaron lo que se definió como la Carrera de Ascenso al Monte Fuji, que es la monta?a sagrada de Japón bien solapada de una superficie totalmente volcánica. La marca Yamaha consiguió los mejores puestos en esa competición con esa moto que estaban presentando, que revestía de algunas imitaciones bien perge?adas de marcas como la DKW alemana o la misma Harry Davidnson americana. A partir de aquí despierta la gracia de Yamaha para convertirse en un gran fabricante de motocicletas. En cuanto a su llegada a Espa?a, ya apunté antes que todo empezó con una aportación de un cincuenta por ciento de capital con el banco Banesto para intentar reflotar dos empresas espa?olas de motocicletas que se llamaban Sanglas y Mototrans, las dos de Barcelona. Y que después de desaparecidas estas marcas espa?olas va ampliando capital Yamaha hasta hacerse con el cien por cien de poder para ser ella la única fabricante de motos ahora también en Espa?a. Empiezan en el a?o 1982 fabricando la S 400 que responde todavía por el nombre de Sanglas-Yamaha, para producir después el modelo DT 80, éste destinado en exclusiva para el mercado alemán. Pero en el a?o 1983 ya introducen este modelo DT 80 en el mercado espa?ol para constituir a partir de 1985 lo que se denominará como “Yamaha Motor Espa?a”. A partir de aquí van construyendo su propia factoría en una población barcelonesa que se llama Palau de Plegamans, y aparece el modelo SR 250 y un a?o después las RD 125 y 350, así como un ciclomotor al que llaman “Yami” Se va ampliando cada vez más su producción apareciendo los modelos XT 350, SR 125, TZR 80, TZR 125 y el escúter “Jog 50 CC”, hasta que al final quedan totalmente constituidos en su nueva fábrica de Palau de Plegamans que abarca una superficie de veintiún mil metros cuadrados. No obstante un incendio arrasa la fábrica en el a?o 1991, creando un ligero deterioro que empiezan rápidamente a solucionar organizando enseguida la fabricación por lo menos de recambios, y en unos pocos meses vuelven a su línea de producción. Aprovechan el incidente para ampliar más todavía su fábrica, en este caso hasta una superficie de treinta y un mil cuatrocientos metros cuadrados. Disponen entonces de una capacidad para poder construir ciento cincuenta mil unidades al a?o. Sin perder tiempo preparan los modelos “Jog R” y “TZR 80 RR” que exponen inmediatamente en la Expo de Sevilla y en Barcelona con motivo de las Olimpiadas. De una forma o de otra, la actividad de Yamaha en Barcelona consigue sacar al mercado en el a?o 1996 la moto que hace el número doscientos cincuenta mil. Y a partir de ahí siguieron trabajando ya sin parar sacando la escúter “Majestic YP 125” en 1998 o el modelo “NEO’s 50” en 1999 de las que llegan a vender un total de casi ciento treinta mil ejemplares. En el a?o 1999 Yamaha llega a la friolera cantidad de quinientas mil unidades producidas. Posteriormente continuaron fabricando motos cada vez de mayor potencia, consiguiendo su momento culminante en el a?o 2009 con la victoria en el Campeonato del Mundo de Moto GP del mítico italiano Valentino Rossi. A partir de ahí las victorias de Yamaha en todas las responsabilidades deportivas con motocicleta se van a suceder continuamente. No habrá terreno que no controle en mayor o menor mesura esta marca japonesa. Tanto en pruebas de velocidad, como de resistencia, como de moto Cross. Eso ya para no hablar de los éxitos que actualmente está cosechando el también fabuloso corredor espa?ol Jorge Lorenzo. No le faltó tiempo a Fernando para dirigirse un día hasta Palau de Plegamans, localidad no muy lejana a Barcelona, para contactar con Yamaha la venta y reparación de sus también sorprendentes motocicletas. Como lo hizo a través de correo con la BMW alemana, le tenía cierta predilección a esta marca de moto, hasta el punto que se hizo con una de ellas para su uso personal. Ya que estamos un poco de historias, la de la BMW también merece una atención especial. En principio solo decir que fue una empresa que se dedicó primeramente a la construcción de motores de avión ya desde el a?o 1916, en la localidad de Múnich en Alemania. Por eso su logotipo simboliza una hélice de avión en movimiento sobre un cielo azul. Su primera motocicleta aparece en el a?o 1923. Se denomina como “R 32” y marca de buen principio una de las cualidades que van a caracterizar para siempre las motos BMW. Se trataba de colocar un motor plano de forma transversal y transmitir directamente la potencia a la rueda trasera a través de un eje de cardan. Era una moto de mucho peso pero que se alejaba de las cilindradas de 125 c.c. tan propias en aquellos a?os. En este caso es un motor con una potencia de ocho caballos y medio y una cilindrada de 494 c.c. que podía alcanzar una velocidad de noventa y cinco kilómetros hora. Se llegaron a producir un total de cien mil unidades de este prototipo cada a?o e iban además modificando paulatinamente su propia tecnología. Era tan grande la demanda que se producía en esos a?os de motocicletas, que BMW preparó entonces el modelo “R 2” de 200 c.c. que fue capaz de superar la crisis alemana del a?o 1931. Se iban preparando también otros modelos con nuevos avances tecnológicos, como podían ser la “R 1” o la “R 12” portando motores de 250 y hasta 750 c.c. Fueron los primeros fabricantes que introdujeron la suspensión hidráulica con horquilla telescópica en la rueda delantera. Se presentaban también y ganaban, a muchas competiciones deportivas. Hicieron más modelos que ahora ya no cito. En esos a?os también BMW se dispuso a crear un modelo de motocicleta que se saliera de las tradicionales formas derivadas de la bicicleta. Dise?ó para ello lo que definió como la “R 7” que era un prototipo de moto con una decoración especial posiblemente ya comparada a las motocicletas modernas, y que portaba un sinfín de novedades. Así por ejemplo el depósito de gasolina ya no iba al descubierto sobre el chasis, sino que iba escondido entre los elementos exteriores de la carrocería. Portaba asimismo controlador de la presión de aceite y el cambio de marchas estaba colocado en hache como en los automóviles. Y en fin, portaba también protectores para los pies. Y he dicho en fin, porque esta moto que intentaba revestir de las características más revolucionarias de aquella época, se fue dise?ando poco a poco pero al final no se llegó a producir. La Segunda Guerra mundial pondría fin a todo este campo de avances e ilusiones. Durante la Segunda Guerra mundial BMW fabricó una moto para el ejército alemán, para el que produjo más de dieciocho mil ejemplares. Se trataba del modelo “R 75” que era una moto cuyo inconveniente principal era su peso. La moto en sí ya pesaba cuatrocientos veinte kilogramos, si a esto a?adíamos los dos ocupantes, más el tanque lleno de gasolina y la ametralladora MG 13 o MG 14 que iba situada en el sidecar, nos encontrábamos con un peso de más de ochocientos kilogramos que hacían imposible poder circular sobre terrenos enfangados, y ya no digo por las tierras nevadas del frente ruso. Había muchas veces que estas motos tenían que ser remolcadas por un auto para sacarlas de los serios entornos escabrosos que encontraban en esos abruptos terrenos. Pero por lo demás se trataba de una moto con un motor de cuatro marchas y una cilindrada de 745 c.c. Estaba bien dispuesta con suspensión telescópica en las ruedas delanteras, y frenos hidráulicos. Disponían incluso de un sistema que regulaba el agua caliente para calentar las manos del piloto y los pies del sidecar. Fue muy utilizada por el ejército alemán además de en todos los frentes, también como escolta, para observar terrenos o para transportar de un sitio a otro bidones de agua o de gasolina. En octubre de 1944 la fábrica de BMW había sido salvajemente bombardeada. Tras la finalización de la guerra fue tomada por los americanos que la acabaron de destruir, pero al final como esa zona le correspondía a los rusos, fueron éstos los que se quedaron con la fábrica y volvieron a construir algunas R 75 que enviaban para Rusia. No voy a entrar ahora en cómo consiguió situarse BMW en la Alemania Occidental, ni en la infinidad de problemas que se encontró tras la finalización de una guerra en la que la perdedora era la misma Alemania, ni tampoco me voy a extender con el sinfín de problemas financieros que soportó BMW para intentar levantar cabeza. Si puedo adelantar que muchas de estas situaciones conflictivas en cuanto a su propia economía, la fueron solventando con la fabricación de automóviles, pero ahora prefiero ce?irme solo a las motos que es el tema que nos concierne. Empezaré recordando que BMW se las compuso bien para instalarse en la zona alemana occidental y huir del terror soviético. Produce en 1948 el modelo “R 24” que porta un motor monocilíndrico de 250 c.c. y posteriormente en 1950 un prototipo con motor bóxer bicilíndrico que se denomina como la “R 25” del que producen un total de cuarenta y siete mil setecientas unidades. Con esta moto se empiezan a suceder los éxitos también en las carreras, preparando para celebrar estos eventos el modelo “R 68” que alcanzaba los ciento sesenta kilómetros a la hora. Y así siguieron construyendo los modelos “R 50”, “R 60” y “R 69” consiguiendo con ello motos seguras, de sencillo mantenimiento y resistentes. Llegados los a?os sesenta también padecen el tremendo auge por el uso del automóvil y con ello el descenso en las ventas de motocicletas. Tuvieron que esperar casi hasta los a?os setenta para volver a producir motos de gran cilindrada. Aparecieron entonces las “R 75” con cilindradas de 500, 600 y 750 c.c. que salían con carburadores de presión constante, chasis más ligeros y otras prestaciones que les facilitaban un mejor manejo. Se instala la fábrica entonces en el a?o 1969 en Spandau, también de Alemania. En el a?o 1973 BMW en el cincuenta aniversario de la producción de su primera moto en 1923, lleva ya fabricadas más de quinientas mil unidades. Dise?a entonces un modelo deportivo denominado como “R 90 S”, con motor de 900 c.c. de una potencia de sesenta y cuatro caballos que podía alcanzar perfectamente los doscientos kilómetros hora. Disponía de un motor muy similar al de las “R 75” empleadas durante la Segunda Guerra mundial, pero con un diámetro más grande para darle más potencia. En este caso pesaba bastante menos, concretamente doscientos quince kilos, y portaba un cambio de cinco velocidades. La estuvieron fabricando hasta el a?o 1978 produciendo un total de diecisiete mil quinientas unidades. A esta moto le siguió el modelo “R 100 S” con un motor bicilíndrico de cuatro tiempos refrigerado por aire, siendo el modelo motor Bóxer que también empleó en la antecesora “R 90”, y que va a ser el tipo de motor que viene empleando siempre BMW en la construcción de sus motos. Haciendo una ligera explicación de este tipo de Motor Bóxer, solo decir que fue el que en su momento cuando se empezaba con los primeros motores de combustión interna, inventó el ingeniero alemán Karl Benz, clara competencia de su homologo también alemán Daimler, considerado el primer proyectista del motor de combustión. En el caso Bóxer se trata de un motor donde cada par de pistones se mueven tanto dentro como fuera del motor siempre juntos. Esto les permite estar equilibrados sin precisar de un eje de contrapeso con el cigüe?al, igualando con ello el movimiento alternativo que se produce generalmente en la mayoría de los motores. Pero siguiendo con este modelo BMW “R 100 S” solo decir que presentaba algunas novedades y que se estuvo fabricando hasta el a?o 1980. Pese a tratarse de una moto efectivamente robusta, estable, cómoda y rápida, no por ello fuera también víctima de presentar a veces roturas en los cambios, embrague o incluso en las bancadas. Estos fallos de un poco falta de precisión se lo estaban poniendo muy peliagudo para competir con las marcas japonesas cada vez más exitosas, como podían ser la misma Yamaha o otras marcas niponas como Suzuki, Honda o Kawasaki que cada vez iban resaltando más en el plano de las competencias. Fue por esto que los técnicos de BMW empezaron a preparar una nueva serie de motos que aparecerían en el mercado con la letra K, dando fin a la mítica serie R. Pero tampoco fue tan desastrosa en general esa generación de las motos serie R. Hubo otros modelos como el “R 80” tipo Enduro o preparada para circular por campo a través, que además de ser un modelo bien grande, estaba preparada para todo tipo de pavimento o terreno abrupto que se quisiera. Este tipo de motos participaron con gran acierto en los Rally del Paris-Dakar quedando los primeros en el a?o 1983 con el pilotaje del francés Hubert Auriol. Los modelos K empezaron a resaltar a partir de 1983. Portaban un motor de cuatro cilindros refrigerados por líquido. Ya aparecían con inyección electrónica. Se trataba de la “K 100” que entraba en el mercado con una potencia de noventa caballos y 987 c.c. Con sus cuatro cilindros en línea colocados horizontalmente en forma transversal, situaban el cigüe?al a la derecha y a la izquierda la cabeza de los cilindros con doble árbol de levas. Rápidamente le sucedieron los modelos “K 100 RS” Y “K 100 KT” para dar paso a una gama de motores tricilíndricos y la incorporación de los frenos ABS, todo esto ya para finales de los ochenta. En el mes de marzo de 1991 con el nuevo modelo “K 75 RT”, salía de fábrica la moto que hacía un millón de ejemplares vendidos de esta exitosa serie K. En 1993 aparece la denominada como “F 650” que sale con los colores azul y blanco emblema del logotipo de BMW y recuperan de nuevo la antigua serie R, sacando al mercado el modelo “R 1100 GS” y bien pronto también la “R 1100 Roadster”, e incluso una versión más peque?a denominada “R 850 R” y después la “R 1100 RT” vendiendo más de cincuenta mil unidades. Tal era el éxito de ventas, que en 1996 retira del mercado los motores tricilíndricos, volviendo a los cuatro cilindros. A pesar de todo en 1997 se vende la moto que constituye cien mil del modelo “K 850 R” o las sesenta y ocho mil que se habían vendido de la “K 75”. Pero definitivamente se lanzar a por los motores de cuatro cilindros con la “K 1200 RS” con un motor que cubica 1171 c.c. nada menos que con ciento treinta caballos de potencia. Ya con estos éxitos comerciales BMW sigue produciendo motos de gran cilindrada permitiéndose en su propio escalafón competir con las grandes potencias japonesas. No se andaba con remilgos Fernando y cualquier modelo de motocicleta que se le pusiera a tiro para vender desde su propio taller, a ello que se apuntaba. Tal fue el caso de una vez que apareció por allí un se?or mejicano que venía solo a arreglar un pinchazo en una Vespino. Pese a todo iba bien emperifollado y portaba consigo una cartera llena de papeles, documentos y propaganda precisamente de motos. Se presentó diciendo que se llamaba Evaristo López y que era evidentemente mejicano. Nosotros también vendemos muchas motos en Méjico – le decía a Fernando. ?Muchas?. ?Y qué marcas son?. – le preguntaba Fernando.Son todas de fabricación mejicana, pero vendemos mucho. Así por encima le podría decir como marcas interesantes la Carabela, la Islo o la Kurazai. No conozco ninguna. Esto de Kurazai suena a japonés. En realidad sí, pero no. Nosotros comercializamos principalmente con ciclomotores que salen a muy buen precio. Pero nos tenemos que debatir siempre con la competencia china y japonesa, y por eso estamos fabricando esta moto Kurazai solo para poder competir principalmente en los precios. Bueno, si son ciclomotores, tampoco es que estemos hablando de un gran imperio. No, pero también exportamos mucho. No sé si igual con usted podríamos hablar de montar una distribuidora aquí en Espa?a. No lo había pensado, pero por probar que no quedara. Usted facilíteme toda la información de que disponga, y permítame que yo me lo estudie.Sí, mire, aquí le dejo unos cuantos folleros publicitarios de todo cuánto nosotros estamos ofreciendo. Podríamos estudiar el cambio de moneda con Espa?a, pero yo le garantizo que puede salir muy rentable. Esto no se lo puedo decir ahora, porque en Espa?a se va imponiendo poco a poco el euro, y ahora hay que hablar de competir con dólares, no con… ?Qué moneda tienen ustedes por Méjico?.El peso. Pues no tengo ni idea de cómo se podrá canjear el euro con el peso mejicano. De hecho tampoco es que tenga muy claro todavía cómo irá esto del euro por aquí por Espa?a. Toda la vida contando en pesetas, pero por lo que cuenta el gobierno esto del euro está al caer por aquí. Lo que importa es vender. Si hay venta hay moneda, sea esta del color que sea – se atrevía a conjeturarle el se?or LópezEso puede ser verdad, pero es importante conocer la pasta que se toca. De todas formas ya le digo, déjeme información que posiblemente le diga algo. Yo siempre abro mis puertas donde haya un duro a ganar. Un euro – le corregía el mejicano.Bueno, pues un euro, lo que sea que se llame dinero a ganar. Así quedaron. Este tipo se retiró con su Vespino arreglada y Fernando le echó sin excesivo interés un vistazo a los panfletos que le habían dejado. No estaba para abrir comercio precisamente con Méjico y mucho menos para vender ciclomotores, aunque el tema de ser distribuidor a nivel nacional no terminaba de desagradarle. El caso es que el mejicano volvió al día siguiente por la tarde. Esta vez venía con un automóvil y sin necesidad de reparar nada. Se trataba de un coche de alquiler, posiblemente como sería también la misma Vespino. Hombre, otra vez por aquí – le decía algo extra?ado Fernando – No he tenido todavía tiempo de mirar nada. No se preocupe. Solo me he acercado porque me considero una especie de colega. Como los dos nos dedicamos a las motos, pues por eso.Bien, aquí no molesta. Faltaría más. ?Ustedes en Méjico son fabricantes o solo distribuidores?. Fabricamos y distribuimos, ambas cosas. Somos en sí una entidad financiera que se dedica a vender motos y a fabricar un poco. Eso está bien. Y también exportan me dijo.Efectivamente. A toda América, a Asia y un poco en ?frica, donde todavía no hemos abierto mercado es precisamente por Europa. Por eso mi interés en hablar con usted. Una distribución por toda Europa no le diré que no sea una idea golosa. Pero claro, tendría que ver esas motos al natural, no me desagradan las fotografías que me ha presentado pero comprenderá no es lo mismo. Es cierto. Pero de momento solo estamos hablando. Tiempo habrá para hacer algún tipo de concordato. Bien. Le dejo un momento que estoy atendiendo a un mecánico. El caso es que el se?or Evaristo López se estuvo allí en el taller toda la tarde. A la hora de cerrar, Fernando con su esposa Gloria consideraron que como de alguna manera era verdad que se trataba de un colega, podrían ir todos a cenar por algún restaurante de Barcelona. Y así lo hicieron. Fueron a un restaurante que había en el mismo Poble Nou que respondía por el nombre de “el Ra?o de la Vila”. En un ambiente de paredes empedradas que te daban la sensación de estar en un albergue de alta monta?a, se sentaron los cuatro comensales en una mesa regodeada de un mantel de cuadrados blanco y rojo, y se hicieron cargo de una copiosa cena bien elaborada que tuvo que ser interrumpida. Fue interrumpida porque a mitad de cena recibió una llamada de su casa Fernando, donde la criada Eulalia le comunicaba que le habían dicho que habían entrado a robar en el taller. Ante tan desagradable noticia, Fernando abandonó la mesa dejando allí al sorprendido López en compa?ía de su esposa Gloria y también de su hijo Joan. Cari?o – le decía a su esposa – que se ve que nos han entrado a robar en el taller. Voy volando para allí y os quedáis vosotros cenando con el se?or López que yo a la que sepa que pasa me vuelvo para aquí.Te acompa?o – le dijo su mujer. No, no hace falta. Ya voy yo a ver qué es lo que ha pasado. Hablo con la policía y si hay que presentar denuncia, vamos, lo típico, voy para allí y vuelvo. Cualquier cosa te llamo por el móvil. ?Lo llevas encima?. Si – le contestaba. Y así fue. Fernando se fue rápido para el taller y en el restaurante quedaban el se?or López, Gloria y su hijo Joan. La razón por la que estaba allí su hijo Joan es porque el chaval ya tenía para entonces sus veinticuatro a?os cumplidos, y siguiendo la tradición de sus predecesores hacia poco que había terminado también la carrera de ingeniero en la escuela industrial de Barcelona. Por tanto siguiendo también la práctica que en su momento ejerció su padre Fernando, participaba desde siempre en todas las tareas del taller. Hubiera ido encantado con su padre a ver qué ocurría en el taller, pero optó por quedarse con su madre y con el se?or López, aprovechando con ello acabar con aquella opípara cena. Fernando se acercó hasta el taller y ya estaba allí la policía cuando llegó. ?Es usted el propietario? – le preguntaban. Sí, sí se?or, sí – contestaba. Le han forzado y levantado un poco la puerta metálica y han entrado dentro. Nosotros hemos echado un vistazo y solo hemos visto un poco revuelta la oficina pero en principio nada más. Si quiere usted entrar a comprobar, nosotros le acompa?amos. Entró dentro y efectivamente, estaba muy revuelta la oficina que además siempre dejaban abierta. Nunca había dinero, por tanto poco riesgo ante un robo. Aun así pudo comprobar que se habían llevado la pantalla del ordenador, pero no la torre que estaba situada debajo de la mesa. Y poca cosa más. Se acercó al cuarto donde guardaban las piezas de recambio y allí no habían entrado. Echó un vistazo por encima a los coches que guarecían en el taller, un total de cuatro y también las dos motos que aguardaban medio desguazadas en una esquina, pero no notó nada anormal. Parece que aparte de la pantalla del ordenador no se han llevado nada más. No tengo ni idea de por qué han entrado.El caso es que recibimos una llamada ahora no le puedo decir de quién y hemos venido rápidos. Pero no nos ha dado tiempo a pillarlos. Pero si no se han llevado nada mejor. De todas formas sería interesante que presentara la denuncia.?Y eso dónde se hace?.Pues en la comisaría. Si quiere le acompa?amos con nuestro coche. No se preocupe, ya les sigo con el mío. Vamos a acabar con todo esto cuanto antes. Estuvo en la comisaría haciendo las diligencias pertinentes cuando ocurren estas cosas. Entretanto su esposa seguía cenando con el se?or López que resultó ser un zalamero. Pero zalamero de verdad. Puede que fuera verdad que tuviera un perfil caballeroso que llamara la atención o posiblemente fuera un hombre apuesto y guapo para los ojos de una mujer, pero además era candongo como no los hubiera. Estuvo plagando de arrumacos y monerías constantes a la propia Gloria. Además con esa petulancia morbosa y delirante que tanto caracteriza a los latinos. Todo ello bajo el pasotismo o indiferencia total de Joan, que estaba más pendiente de sus viandas que de la conversación que pudiera mantener su madre con aquel extra?o sujeto. Hasta tal punto que a la hora de los cafés Joan se salió a la calle con la escusa de que esperaba a su padre. Tanto llegó el devaneo afectuoso y adulador que estuvo despojando ese tal se?or López sobre Gloria, que al final consiguió que ella se sintiera realmente atraída por ese pelandrusco. Todo ese juego de caranto?as imbuyó a Gloria dentro de una especie de ente celestial, donde lo que más resabiaba era sentirse realmente atraída por un hombre. Además un hombre guapo y bien puesto, consideraba ella. Posiblemente tenga mi misma edad, pero si él está con este buen aspecto, esto es se?al de que yo también debo estar maravillosa, iba concluyendo Gloria. El caso es que estuvieron hasta a punto de besarse, pues aquel tipo atacaba sin cortapisas, pero al final ella muy cabalmente desistió. Pese a todo estaba convencida de que le hubiera gustado haberse podido regodear un poquito con aquel se?or mejicano que punteaba ese gracioso acento melodioso. Un tanto incierta por esa debilidad, desvió la mirada en la búsqueda de su hijo que sabía estaba fuera en la calle. Pero el vivales del se?or López, para no abandonar esa presa que estaba copando, pidió al camarero que sirviera más café y un par de copas de co?ac. Gloria le decía que ella no bebía, pero él insistió con una mirada un tanto injuriosa, pero bien revestida de exquisitez deleitosa. Gloria estaba que se salía. No sabía qué es lo que realmente le estaba pasando, pero aun así no se quería desprender de ese rato de placidez que la estaba embaucando. Al final de la cena, el mismo se?or López les acompa?ó hasta su casa en su coche alquilado, y Fernando llegó ya avanzada la noche habiendo dejado finiquitadas sus formalidades en la comisaría de policía. Lo gracioso es que al día siguiente por la ma?ana el se?or López con el pretexto de interesarse por lo que pudiera haber pasado la noche anterior en la policía, se volvió a presentar en el taller y esta vez muy descaradamente permaneció más tiempo en el despacho atendiendo a la zozobrada Gloria que hablando con el mismo Fernando. Y en un proceso altarero y bien desfachatado le estuvo arrojando continuas caranto?as a la desbordada Gloria, que de alguna manera llegaron a conmover su corazón. Este asunto se puso aun más peliagudo cuando Fernando disculpándose con su esposa les indicó que se acercaba un momento a buscar un juego de juntas que tenía encargado. Fue el momento propicio que el se?or López aprovechó para entrar a la acción. En Méjico cuando vemos a una mujer bonita de verdad, no dudamos nunca en comunicárselo. Pero usted tiene que tener en cuenta que yo soy una mujer casada – le contestaba algo desconcertada Gloria. Esto no quiere decir nada. Yo no le estoy pidiendo matrimonio. Pero sí considero que a una mujer hermosa como lo es usted, hay que decírselo siempre aunque esté casada. Porque la belleza es algo innato de lo que no todo el mundo puede complacerse. Y yo le agradezco mucho sus palabras. Es verdad que las mujeres pecamos a veces de cierta vanidad, pero lo cierto es que nos gusta que se tengan en cuenta nuestras beldades.Beldades, hermosa palabra. Es usted muy culta por lo que veo – seguía lisonjeando pues en ningún momento encubría su rimbombancia excitable. No es que tenga muchos estudios, pero leo mucho. – le comentaba. Estaba un poco desorientada pero aquel tipo le estaba llamando la atención. Posiblemente era la primera vez en su vida que un hombre se estaba fijando en ella. No tardaré en volver a Méjico, igual dos o tres días. Pero no me importaría poder pasear un ratito con usted por las calles de Barcelona. No puedo. Ya le he dicho que soy una mujer casada. Y lo sé. Pero pese a todo tengo que decirle que me siento terriblemente atraído por usted. Y me es igual que no me comprenda. Pero yo le miro estos ojos tan maravillosos y esta carita que parece una ni?a, y mi corazón palpita como no se puede usted imaginar. Hombre, usted es también muy guapo y además todo un caballero, pero ya le digo que no podremos sacar nada de esto. Mi marido no tardará en llegar y yo soy su esposa.De todas formas si puede hacer un hueco en su atascada actividad, para mí sería un placer pasear un rato con usted por estas calles de esta hermosa ciudad y sentirme un auténtico flechador. ?Pero usted no está casado?. ?No tiene hijos? – le preguntaba un tanto despavorida Gloria. No tengo hijos, por lo menos que yo sepa. Y hace más de seis a?os que me divorcié de mi mujer, vivo completamente solo. Por eso me siento bien ante una mujer linda como es usted. Al rato llegó Fernando y se acabó esta ligera sinrazón. No obstante ya que el se?or López estaba todavía allí, le invitaron a subir a comer a su casa.Gloria querida, este se?or es representante de motos o ciclomotores en Méjico y estamos estudiando la posibilidad de distribuir sus productos por Espa?a e incluso por Europa. – le iba explicando Fernando a su esposa Gloria por intentar dar una atención a ese chocante visitante. Podría ser una buena idea, lo que pasa es que sería agrandarnos demasiado. – le decía Gloria en un no saber muy bien qué decirle. A mí por extenderme no me preocupa, siempre que haya dinero a ganar. Además ahora que está cada vez más introducido Joan en el taller, yo tengo más tiempo para poder dedicarme a las ventas allá por donde sea. Bueno, si a ti te parece bien, a mí también – aducía la pobre Gloria que estaba de alguna manera tolerando también la continua mirada perspicaz de ese tal López.Lo que pasa es que antes tendré que ver directamente alguna de esas motocicletas. Una simple fotografía no me es suficiente para tomar una determinación.?Quieres decir que tendremos que viajar a Méjico? – preguntaba algo confusa Gloria que seguía soslayando la mirada obtusa de su pecaminoso contendiente. No precisamente viajar hasta Méjico, pero si recibir por lo menos una de esas motocicletas aquí en Espa?a para poderla estudiar un poco por dentro. – le contestaba precaviendo un poco también esa coerción que estaba motivando en su esposa ese taimado. - Que si tuviéramos que viajar hasta Méjico, igual hasta lo podríamos plantear – dijo acto seguido Fernando por terminar de escrutar un poco las intenciones del ahora ya su adversario. No, no cari?o. Yo te lo decía porque no entendía bien que me estabas explicando. Pero ahora ya sé, tú lo que quieres es ver una moto de esas de cerca. Eso es. – concluía - ?Y usted cuándo dice que se vuelve para Méjico? – se dirigió de pronto tomando la directa hacia el se?or López.Eh, a sí. – lo pilló algo desprevenido – Yo no he dicho nada de cuándo me iba a marchar, pero calculo que de aquí un par de días. Estupendo. Pues seguiremos en contacto ahora ya por teléfono o con el mismo ordenador. Por supuesto. El malandrín se fue para Méjico pero al cabo de seis meses volvió. Pasó nuevamente por el taller y por supuesto por el despacho. Volvió a hacer uso de sus zalamerías para conquistar de alguna manera el corazón de Gloria, y esta vez le salió casi hasta bien. La razón estaba bien mascada. Durante todo este tiempo en que estuvo ausente, Gloria lo había dejado grabado en su cabeza como institución imperecedera de que había sido el primer hombre en toda su vida, que había puesto especial atención en sus atracciones y la había tratado como una mujer. No es que estuviera para nada a disgusto viviendo y compartiendo todo en esta vida con su marido, pero este maremágnum de felicidad era una especie de aglutinado que se había provocado e incluso consolidado por el agradecimiento que ella le tenía a Fernando por todo cuanto hizo por ella. Y que pese a que al final llegaron a quererse de verdad, pues era cierto que ella le quería, como quería también muchísimo a los dos hijos que había engendrado con él, ella no había tenido nunca la oportunidad en su vida de sentirse halagada por un hombre que la quisiera por lo que ella en realidad era, una mujer como si no hubiera tenido nunca una desgracia como la que le llevó a organizar su vida posiblemente de forma distinta a como ella realmente hubiera deseado. Con todo este cambalache de duda se debatía, pero de una forma punitiva daba prioridad a esta sensación de placer que notaba en su propio pundonor, de sentirse querida o admirada por un hombre que no había participado para nada de todas sus desdichas. Por eso el hecho de que ahora hubiera vuelto, que estuviera ahí lisonjeándola nuevamente en su despacho, despertó en ella ese sentimiento febril de necesitar estar por lo menos un rato con este hombre, aunque para ello tuviera que renunciar en esos momentos al hombre que más quería, que no dejaba de ser ese esposo que tanto le había ayudado y que de hecho también tanto la quería. Y con esa aguardiente de sutura mal planificada se dejó arrastrar y zambullir un poco muy mucho, dentro de ese espacio lascivo que con tanta soltura te?ida de sinvergüencería le estaban proponiendo. Pues esta vez en el despacho, el se?or López puso en evidencia la salva más descarada que Gloria pudiera sospechar. Ya estoy otra vez por aquí para hablar con su marido todo el tema de las motos que dejamos archivado en la cartera. Pero me gustaría decirle que en todos estos meses que he estado ausente me he estado acordando todos los días de usted, y no ha habido un solo día que mi corazón no haya palpitado sin recordar el agrado que de usted conservé. A mí me ha pasado lo mismo – se le escapó a Gloria. Me lo imaginaba. Es como si estuviéramos predestinados a estar siempre el uno con el otro. A estar siempre juntos. Podríamos hacer una escapada ahora que vuelvo a estar por aquí y estar un rato juntos. Igual no lo conseguiremos para siempre, pero por qué desprendernos de algo que estamos deseando los dos. Hable bajo que nos puede oír mi marido. Ya se me ocurrirá algo. Usted aguarde. Apúnteme en un papel su teléfono móvil. No es que estuviera cayendo Gloria en ninguna trampa, porque en realidad era algo que le estaba pidiendo su cuerpo. Hacérselo con un hombre que la estaba queriendo por ser cómo era y sin saber nada de su pasado. Esa sensación de sentirse mujer de verdad, estaba franqueando unas monta?as que estaban dispuestas a vulcanizarse si fuera necesario. Por eso haciendo algo de apego a su astucia, virtud esta que también tenía muy abandonada, se lo montó para convencerle a su marido de que iba a estar unos días en Lérida en casa de su hermano Antonio porque éste se había puesto muy enfermo y había reclamado su presencia. Fernando tragó y aceptó. Tampoco lo veía como algo tan anormal. Además con la venia de que a él sí que no le apetecía para nada asomarse por la casa del hermano de Gloria, entre otras cosas porque nunca guardó el más mínimo de relación con él. Por tanto se limitó a acompa?ar a su esposa hasta la parada de los autobuses que hacían los viajes hasta Lérida y tras darle un beso en el morro se confinó a decirle que le tuviera informado a través del móvil. Y así sucedieron las cosas. Tal y como estaba previsto, Gloria se bajó de ese autobús en la parada que tenía a la salida de Barcelona por la Diagonal. Y tal y como también estaba convenido, allí la estaba esperando don Evaristo López, el mejicano que la tenía cada vez más embaucada en su propia epopeya. De allí partieron con su coche hasta la misma comarca del Penedés donde previamente tenía el se?or López acordada una habitación en el hotel Domo nada menos que de cuatro estrellas, y que aunque ellos no precisaran de grandes esplendores para la acción lujuriosa que pretendían realizar, ese hotel revistió de los lujos más insultantes que pudieran cortejar los actos lúdicos y libidinosos que estaban dispuestos a consumar. Y allí pasaron cuatro días en los que hicieron el amor y fornicaron como dos auténticos posesos que estuvieran solicitando el primer pecado original. Gloria se sintió totalmente abstraída en un mundo desconocido que sublevaba con el mayor de los arrestos que su vida pudo vislumbrar. Se sentía realizada e incluso emancipada dentro del contexto lujurioso de que estaba participando. Sentir aquella sensación de amor compartido por un hombre que se desbocaba contemplando sus propias bellezas o sus instintos de mujer, le producía un placer lisonjero que la alejaba por completo de cualquier pesquisa que pudiera dar a entender estuviera ejerciendo ningún tipo de pecado. Allí ni contaban sus hijos, ni su marido, solo valía esa situación pecaminosa que estaba haciendo del pecado una virtud teologal que repicaba en sus entra?as. Te podrías venir conmigo a Méjico, es un país rodeado de encantos por todas partes – le insinuaba seductivo don Evaristo. Me encantaría levantar una nueva vida contigo. Sentirme como ahora, querida y realizada como mujer. Pero claro, Méjico no deja de ser una península – le argumentaba Gloria dentro de un espacio que estaba compartiendo con total desahogo. ?Qué quieres decir con eso de que Méjico es una península? – le preguntaba Evaristo sin desatender en ningún momento su picaresca mímica.Que es un país rodeado de encantos por todas partes menos por uno. – le litigaba poniendo ahora cara de sensata. ?Menos por uno? – intrigado Evaristo, sin dejar de sonreírle. Sí, mi marido y mis hijos – censuraba ella. Haríamos una vida totalmente nueva siempre cercada de felicidad, buscando el sumun de los sumun en todos lados. Solo con tu retozo y tu belleza está todo garantizado. A mí también me gustas mucho tú. Me gusta tu amabilidad, tu caballerosidad y sobre todo que me quieras tanto. Es que te quiero de verdad. Te quiero más de lo que te puedas imaginar. Por eso me gustaría estar siempre contigo, en Méjico o dónde sea, pero contigo.A mí también me gustaría, pero me lo tengo que pensar. ?Nos pegamos otro revolcón?. – le preguntaba. Nos lo pegamos – le contestaba. Y se lo pegaron, y se lo volvieron a pegar, así un montón de veces hasta que al cuarto día regresaron a Barcelona. Gloria a su casa, Evaristo a su hotel.?Cómo está tu hermano? – le preguntaba Fernando.Bien…, está muy bien. Ya se ha recuperado menos mal. – iba contestando ella. ?Pero qué es lo que tenía?.?Eh?. Nada, nada. Al final solo un malestar. – titubeaba.Mejor que sea solo eso.Sí, sí. Mejor. Al día siguiente Evaristo cometió la indiscreción de apostarse nuevamente por el taller con la intención de despedirse. Venía muy apocado, muy due?o de sí mismo. Como ya empezaba a ser habitual, se entró en el despacho para seguir enjabonando a Gloria. No creo que hoy sea lo más indicado que estés aquí dentro – le decía un tanto apocada Gloria. Es lo de menos. Lo hemos pasado bien ?verdad?. Anoche cuando me acosté te encontré a faltar. Me está costando mucho vivir sin ti. Me tengo que volver para Méjico pero te prometo que en cuanto me lo digas te vengo a buscar sin pensarlo más. Eso también me lo tengo que pensar. Es verdad que me gustas mucho y que no me importaría quedarme siempre contigo, pero me lo tengo que pensar un poco más. Bueno, piensa el tiempo que quieras, pero no olvides nunca que yo te estaré siempre esperando allá donde estés. Y se despidió por fin don Evaristo. Se permitió darle dos besos a Gloria y la mano a Fernando. Se marchó y también es cierto que nunca más volvió. En esta ocasión Fernando sí estuvo aquilatando con sumo cuidado la actuación de don Evaristo en su despacho, así como las reacciones involuntarias de su mujer que encumbraban cierta animadversión. Ya no le terminaron de convencer para nada los aspavientos que su mujer ejercía para explicarle la situación de su hermano por Lérida, pero había otra cosa que todavía le chocaba más aparte de la enjundia que se apercibía cuando don Evaristo estaba en el despacho conversando con su esposa, y era esa libertad que se había permitido Gloria por tutear a ese misterioso visitante. Detalle este que le pasó totalmente inadvertido a Gloria. Por tanto Fernando con cierta pena en su corazón, llegó a la conclusión de que lo inevitable ya había ocurrido. Que su mujer había encontrado lo que él jamás pudo conseguir darle pese a haberle dado todo cuanto un hombre puede dar, que no es más que amor, cari?o, confianza y todo cuanto se pueda precisar para que una mujer se sienta querida. Pero nunca le pudo dar, y curiosamente siempre fue de esto consciente Fernando, esa libertad que precisa todo ser humano por sentirse dichoso, propio o en definitiva uno mismo. Por las circunstancias que merodearon en la vida de Gloria, ella había sido siempre una mujer supeditada a las valoraciones del hombre que le ayudó a salir de su propio precipicio, pero no pudo nunca inculcarle los sentimientos que toda persona necesita para sentirse poseedora de sus propias potestades. Por tanto comprendía aunque no compartiera, esa debilidad que se había hecho cargo de su esposa. Aun así compensaba con gratitud que todo este cúmulo de acechanza tan mal imbuida, no hubiera llegado más lejos. Para acabar de concluir con esta desagradable historia, propuso a su mujer hacerse unas vacaciones unos días a Cáceres. Se dejaba llevar por los instintos que en su momento le llevaron a él mismo para visitar su tierra de origen, como punto culminante para desatar viejas pasiones y poder volver a empezar de cero. Pero antes de congeniar esta idea, surgieron dos circunstancias que hicieron peregrinar un poco esta insólita reflexión. Una tarde recibió una llamada de teléfono desde el manicomio barcelonés de Sant Boi de Llobregat donde le comunicaban que su padre don Tomás Subirachs Riudecases acababa de perecer. Noventa y tres a?os habría cumplido ese a?o su padre si no llega todavía a fenecer. Pero para la vida de Fernando, la muerte de su padre se produjo ya desde que falleció su madre do?a Carmeta y el manicomio se había encargado del resto. Es verdad que en los primeros meses lo iba a visitar a menudo con su tío Joan, pero poco a poco estos meses pasaron a convertirse en a?os y al final su padre quedó definitivamente relegado al clamoreo de los abandonos. Siempre que se habían ido sucediendo las primeras visitas, su padre nunca dio muestra de la más mínima recuperación, y ahí permanecía postrado como si se tratara de una momia. Por tanto hacía ya mucho tiempo que Fernando había dejado entre renglones a su propio padre. Pero esto hasta cierto punto era normal que así fuera. Nada se podía hacer. Don Tomás fue enterrado junto a los abuelos, los padres y el tío Joan, en el panteón que la familia Subirachs administraba desde siempre en el cementerio del Est o Poble Nou barcelonés. Pero para acabar las desdichas y como si las muertes estuvieran siempre concertadas, dos meses después fallecía también su suegra do?a Dolores, la madre de Gloria. ?Dónde quieres enterrar a tu madre, aquí o en Cáceres?. – le preguntaba Fernando a su esposa sin dejar de atender su sufrimiento.No lo sé. En Cáceres teníamos un seguro que siempre atendía muy bien mi madre con la compa?ía Santa Lucía, pero ahora con los a?os que llevamos en Barcelona no sé si seguía pagando esos recibos. Pues no te preocupes. La enterraremos aquí en Barcelona en el panteón de toda la familia. Casi mejor. Nosotras ya somos como de Barcelona. Yo de Cáceres ni me acuerdo. Pues ya está. Me duele mucho la muerte de tu madre. Bien sabes que al final le cogí mucho cari?o.Ya lo veía, ya. Te has portado siempre muy bien con ella. La has tratado como si fuera tu propia madre. Es que era como una madre. Y más en mi caso que hace tantos a?os que murió mi querida madre. Unos vienen, otros van. La vida es así de triste.Por eso, unos vienen otros van, ya lo explicas bien querida. Por eso los que quedamos tenemos que estar más unidos que nunca, quizá solo por eso, porque cuando menos te lo esperas cualquiera puede faltar. Y es muy triste cuando falta alguien. – dejó caer prolijamente Fernando. Así es. Dame un beso por favor, que por lo menos nosotros seguimos juntos. Eso es. Seguimos juntos y por muchos a?os que podamos seguir así. – y la besó. Pospuesto quedó otra vez hacer una escapada hasta Cáceres, pues esta vez la sorpresa la dio su hija Guadalupe que dijo que por fin se casaba con el novio que venía festejando desde hacía algo más de dos a?os. Se trataba de un chico joven de Barcelona que había estudiado la carrera de arquitecto y que es verdad que no estaba haciendo absolutamente nada que estuviera relacionado con su graduación, pero por lo menos era hijo de una familia bien. No en vano su padre tutelaba un taller bastante importante donde fabricaban piezas de plástico relacionadas con el mundo de la electricidad. Eran vecinos del barrio de las Corts muy cercanos al campo del Bar?a, y eso por lo menos daba garantías de que no se trataba de ningún pendón que estuviera siempre trasteando en busca de misericordia ajena. Con toda esta amalgama de garantía, tanto Fernando como Gloria participaron alegremente de la boda de su hija Guadalupe siendo desprendidos en dádivas y agasajos. Ya se empiezan a marchar y al final esta casa volverá a estar otra vez vacía – decía con cierto reconcomio Fernando. – De momento se nos ha casado Guadalupe, pero no tardará mucho en hacerlo también Joan. Parece que va bien con esa muchacha con la que anda zarandeando. Quedaremos solos tú y yo – le expresaba su esposa. Bueno, por lo menos esta vez no me quedaré solo – invocaba Fernando. De eso ya puedes estar bien seguro – auguraba Gloria. Lo cierto es que los anacronismos ya habían sido por fin enterrados, y entre ellos dos permanecía esa sacudida de avenencia que siempre les caracterizó, que permitía fluctuara el amor con esa opulencia que se demuestra únicamente en el quererse cada día un poco más. Los dos eran conscientes cada cual a su manera, que lo suyo fue fruto de una casualidad que no tenia porque haber existido, pero aun así daban gracias al cielo por haber perfilado quererse tanto y preferían apartar sus posibles conjeturas para otras parejas que estaban totalmente convencidos, de que pese a tener mayor disponibilidad nunca alcanzaron la persistencia o solera que conquistaron ellos dos en todas las sensaciones del apego y el cari?o bien compartido. CAPITULO 7 Lo cierto es que con su hija Guadalupe casada y con su otro hijo Joan atendiendo con gran maestría las funciones del taller, por fin se fueron los dos para Cáceres con la firme intención de pasar allí unos días simplemente apacibles. Como mucho iban a estar una semana y se alojaron de hotel. No dejaban de ser unas vacaciones, eso sí, en su tierra, y solo por eso ya se sentían los dos dichosos.Es increíble Fernando que esté en la tierra que me vio nacer y me sienta una turista – le decía Gloria. Es que eres una turista. – le confirmaba él. ?Turistas en nuestra tierra?. Eso no te lo crees tú ni harto de vino. Pues tú misma. Durmiendo en un hotel y buscando restaurantes, solo nos falta ya comprar postales. Que tonto eres. Pero es verdad. Si no fuera porque recuerdo la iglesia, el ayuntamiento o veo a la gente pasear, sí que es verdad que me consideraría una turista de verdad. Lo que sí hecho un poco a faltar es la que era mi casa. No sé, es como si me faltara eso de tener un lugar peque?ito donde cobijarme. Pero bueno, a lo mejor es que en Barcelona se acostumbra una a que todo sea más grande. Igual. Pero ahora que me hablas de esto te voy a proponer una cosa que hace tiempo me anda rondando. Pues a mandar. Ya sabes que tu deseos son órdenes. – estaba Gloria súper cari?osa. Posiblemente tuviera razón Fernando al considerar que volver a pisar tu tierra es una auténtica válvula de oxígeno reconfortante.Sí mira. Había pensado que podríamos comprar una casita por allí cerca de Barcelona, en algún pueblo. Te lo digo porque con la tontería nos vamos haciendo mayores y sí me gustaría tener un lugar donde estar algo más tranquilo que dentro del agobio de Barcelona.Ahí no te puedo decir que no porque yo siempre he tenido la ilusión de tener una casita apartada de todos los jaleos. ?Y por qué no me lo has dicho nunca?.Porque no salió al caso. Pues mira tú por dónde ahora sí ha salido. Y por lo que veo estamos los dos de acuerdo. Mira, a mí me gustaría mirar algo por el pueblo de mi abuela. He estado allí alguna vez de paso y es un lugar muy tranquilo, con pocos habitantes y que se está muy bien. En invierno hace un poco de frío pero no acaba de nevar, o sea que perfecto. ?Y qué pueblo es ese?.Un pueblo peque?o que se llama Seva. Está muy cerca de Vic que eso te sonará más. Vic sí, pero solo de oídas. Es que Vic es más importante. Más grande también. Es como una Barcelona en peque?o. Pero Seva no. Seva es un pueblo pueblo. Es un lugar tranquilo donde por no haber no hay ni estación de tren, o sea que poca gente de paso, tranquilidad absoluta. Lo que a mí más me apetece. Me parece muy buena idea. Cuando quieras lo vamos a visitar y miramos. Pues a la que volvamos para Barcelona. Nos hacemos para allí una escapada y echamos un vistazo. Estaban hablando de esto cuando apareció por allí Andrés, el antiguo amigo de Fernando que regentaba la bodega de su padre don Julián. Venía acompa?ado de otra persona que por lo visto también conocía a Fernando de sus a?os mozos. Se trataba de un muchacho que trabajaba de enchufado en el ayuntamiento cacere?o y por eso le llamaban el “Enchufe”, que evidentemente vendría de enchufado. Pero Fernando lo recordaba bien porque se llamaba Manuel Salvador y era precisamente el que compartía pupitre con él. Todos juntos entraron en un bar de tapeo a eso, a trincarse unas ca?as y unas cuantas tapas. Gloria, es increíble lo guapa que estás desde que te operaste de la cara. Si te llego a ver así hace unos a?os me hubieras cortado hasta la tos. – enaltecía Andrés.?Me estás llamando vieja? – le preguntaba sonriente Gloria.Vieja no, pero que nos vamos haciendo mayores eso es una realidad que no podemos detener. Eso sí, algo mayores sí. Yo ya tengo cumplidos mis sesenta y tres a?itos que se dice pronto.Pues imagínate yo que ya voy para los sesenta y cinco y tu marido también. Así es Andrés. Ríete tú de cuando jugábamos a las canicas. Ahora por no agacharme ni lo intento. – intervenía también Fernando. Hombre Fernando tú aun te conservas bastante bien. – apostillaba Andrés. Bien por fuera, que ya empiezo a estar algo cascadillo. Nosotros los de la guerra como nos llaman ahora los jóvenes, ya vamos poco a poco a retiro. De hecho hace un rato hablaba con Gloria de buscar un lugar apartado y tranquilo para estar cómodo y haciendo lo mínimo. Por cierto cómo sigue tu padre Andrés. Murió el pobre. Le pegó un latigazo el hígado y se fue al otro mundo. Bebía bastante, bastante no, mucho. Pero sí, se murió hace ya ocho a?os. No pudo llegar al a?o dos mil con la ilusión que le hacía. Pero ya lo ves, ahora soy abuelo de cinco nietos. Si ya te digo, el tiempo corre que se las pela. Nosotros hemos casado a nuestra hija pronto hará un a?o. O sea que no creo que tardemos mucho en ser unos yayos. Mira tú éste con el catalán – intervenía ahora Manuel - ?Cómo os va por Catalu?a?. Porque me imagino que seguís por Barcelona. La verdad es que bien. No nos podemos quejar. El taller funciona bien, ahora desde que están estos del PP que encima parece que se está moviendo más la pasta. El caso es que en el taller no paramos. Estamos contentos esa es la verdad. Encima con una hija casada y un hijo en camino de casarse también, que además se sacó la carrera de ingeniero y se hará cargo del taller que está claro quedará para él. No sería justo quejarse, esta es la verdad. ?Tú también eres separatista como todos los catalinos esos?. – le preguntaba arduamente Manuel.No sé a qué viene esta pregunta – le replicaba Fernando – Además yo aunque esté en Catalu?a soy de aquí de Cáceres. Y eso del separatismo son cuatro gatos, allí la gente es normal como en cualquier parte. Pues para ser cuatro gatos bien de ruido que hacen – insistía Manuel. Eso es lo que debéis pensar aquí, pero ya lo ves, solo tienes que ver al Pujol siempre pactando antes con el González y ahora con el Aznar. No sé dónde ves tú tanto separatismo.Eso es lo que se dice por ahí. Que los catalanes se quieren separar de Espa?a, que quieren ser independientes. Habladurías, ya te lo digo yo. Como siempre están con ese rollo del día de la Diada, que van diciendo que los espa?oles despreciaron a los catalanes desde el a?o mil setecientos catorce cuando vino Felipe V, pues por eso te lo digo. ?Y tú cómo sabes tantas cosas? – se empezaba a picar con algo de confabulación Fernando.Pues porque leo y me informo. Además ahora por el Internet tienes toda la información que quieres y más. Muy moderno te veo yo a ti con tanto ordenador.Es lo que hay. Son tiempos modernos. – tenía ganas de charla Manuel, por eso provocaba – Yo el confusionismo que viven los catalanes con eso de Felipe V, es que me doy cabezadas contra la pared. Decir no sé qué de que si los echaron, o les prohibieron o no sé qué, eso es para vivirlo. Entonces qué fue lo que pasó – ya se estaba empezando a intrigar Fernando. Le estaba llamando la atención que su viejo compa?ero de colegio en la misma Cáceres, se estuviera permitiendo abordarle un tema que él nunca escuchaba por Barcelona. Evidentemente porque nunca participaba de este tipo de tertulias. Te lo explico como yo lo entiendo. Felipe V nunca echó a nadie, prueba de ello es que los catalanes están allí. Lo que pasa es que entonces hubo unas guerras por la sucesión del trono de Espa?a porque el último rey de la casa de Austria que era el subnormal de Carlos II, era tan jilipollas que por no tener no tuvo ni hijos. A partir de ahí el trono de Espa?a se convirtió en una codicia que querían tanto los franceses como los del sacro imperio ese que se montó por Europa. Y no lo buscaban los ingleses porque estaban algo fuera de juego, que sino también. Al final la corte del tonto el culo ese de Carlos II optó por el nieto del rey francés Luis XIV que es ese Felipe V, porque era hijo de una hermana de otro rey de Espa?a, diría que Felipe IV era su tío. Y por ese parentesco familiar lo veían como algo más cercano, aparte de que Francia estaba aquí al lado. Pero también el Carlos VI de ese imperio sacro germánico debería tener algún parentesco con Espa?a pero ahora no lo sé. Lo que sí sé es que lo hicieron rey de Espa?a los propios catalanes, que lo pusieron como Carlos III de Espa?a con capital en Barcelona para que no viniera a Espa?a ningún rey francés, que a mí hasta aquí me parecía muy bien pues nunca me han caído para nada bien los franceses esos de la hostia. Pues sí que estás tú empollado en historia – le comentaba algo sorprendido Fernando.Porque ya te digo que me gusta leer. Y además me gusta mucho la historia, por eso analizo un poco las cosas en vez de ir pegando cuatro gritos por ahí como hacen los catalinos. Catalanes – le corregía Fernando – Yo de historia sé bien poco. Me imagino que en esta vida a cada uno le tira lo suyo. Eso también es verdad, pero es bueno saber de todo un poco. De estos catalinos o catalanes lo que te decía. Al final estalla la guerra entre los partidarios del rey francés Felipe V, y el sueco lo voy a llamar ahora, Carlos III de Espa?a que ya no lo es de Espa?a pues el tío cuando ve el chollo de ser el rey de los suecos, coge y se me pira para allí a ponerse su corona y enviar a tomar por culo a los catalanes. No veas el lenguaje que me usas – intentaba poner algo de orden Fernando. Si es que es verdad. Si es que la historia te la tomas a cachondeo o te tienes que estar comiendo la cantidad de bobadas que dice la gente. Pero déjame seguir – intercedía Manuel – Al final esa guerra la gana Felipe V, el francés, y entonces ?qué pasa?. Pues que como los catalanes habían estado defendiendo a los suecos, eso sin darse cuenta que los estaban enga?ando, pues Felipe V los castiga. Pero los castiga haciéndoles pagar los gastos de guerra y obligándoles a participar de las normas que está poniendo en toda Espa?a pues lo centraliza todo. Entonces es cuando le quita a los catalanes todo lo que tenían, vamos imagino yo. – pretendía participar Fernando.A los catalanes no les quita nada. Ni sus tierras ni nada. Eso sí, les hace pagar los gastos de guerra. Pero a Felipe V se la sudan las costumbres catalanas, y la lengua lo mismo, a él tanto le da. Se limita a hacer en Espa?a lo que está haciendo su abuelo en Francia, que no es más que centrar todo el país en torno al rey creando la monarquía absoluta para que todos los nobles que los hay también de catalanes, pero bueno, todos los nobles de toda Espa?a han de estar al servicio del rey. Y esto lo hace porque sabe que la nobleza tienen mucha fuerza, y como no le da la gana de que le toquen las pelotas, pues lo centraliza todo alrededor de la monarquía y impone unas normas que se han de comer todos los espa?oles. Pues entonces será cuando prohíbe el catalán – intentaba intervenir Fernando. No prohíbe nada. A él se la suda el catalán. Eso sí, como se trata de una tierra de perdedores envía para allí a un montón de funcionarios espa?oles para que controlen la situación. Esto lleva consigo que a nivel oficial se tenga que hacer todo en espa?ol, pero no porque prohíba nada. Se da incluso el caso de que había juicios donde se tenía que recurrir al catalán pues la gente sobre todo en los pueblos no entendía ni papa de espa?ol, y claro los juicios se tenían que terminar. Pero el tío se lo montó así. Para tenerlo todo centralizado puso funcionarios por todas partes de lengua espa?ola y eso es lo que los catalanes dicen que prohibió el catalán. Se castigó, esa sería la palabra acertada, pero de prohibir nada, la prueba es que todavía se habla. Hombre se habla por eso que dices tú, porque en los pueblos no sabían hablar castellano, que sí no qué. Sino nada. En los pueblos hablaban catalán y nadie se lo prohibía. Era en las ciudades o en los feudos que era donde estaban los nobles o la gente de pasta y no te olvides nunca de los curas, donde se sentían castigados, pero no porque les prohibieran su lengua, era porque les prohibían sus privilegios que eso ya es otro cantar. Has de tener en cuenta que el pueblo en esos a?os era totalmente analfabeto. Había cuatro favorecidos por lo que sea que estudiaban, y para esos se les abrió una universidad en Cervera, que las demás estaban todas cerradas. ?Entonces castigaba o no este Felipe V?. – pretendía socavar algo Fernando. Castigaban sí, pero solo porque habían colaborado con los suecos o los Austria ahora ya me lio. Por eso como castigo les cerró las universidades y abrió la de Cervera porque allí sí que habían colaborado con él. Para que veas, catalanes también. Y que si realmente hubiera querido prohibir el catalán, no hubiera permitido que en la universidad de Cervera se pudiera recopilar y guardar todo lo relacionado con la historia de Catalu?a que estuviera danzando por ahí. ?Pero a ti te parece bien eso de que sea el rey el que lo mande todo? – le preguntaba suspicaz Fernando. A mí no. Pero la historia no acaba aquí. Después de Felipe V hubo más reyes. Sus descendientes que también iban de absolutistas, pero poco a poco hubo una serie de follones para ir acabando con este poder de los reyes e ir llegando hasta la monarquía que tenemos hoy en Espa?a. Que si te gustara un poco interesarte por nuestra historia, ya lo creo que disfrutarías viendo como hubo los liberales, los moderados, los absolutistas, dos repúblicas, una dictadura, carlistas por el medio, algún golpe de estado o gobiernos fuera de lugar como el de Primo de Rivera, en fin, un montón de cosas que cuando las conoces un poco es cuando puedes tener un poco de juicio de todo. Pero ponerte a hablar por hablar, eso también lo sé hacer yo, y eso es lo que les pasa a los catalanes. Bueno no sé. Ya te digo que yo de historia no sé mucho. Pues eso, cuando te vuelvas a Barcelona le dices a los catalanes que hay uno de Cáceres que no está de acuerdo con ellos. Que no me vengan cambiando la historia porque todo lo que ha existido está escrito por algún lado. Que además, y esto también se lo puedes decir, todos los catalanes no te vayas a pensar tú que no han participado en todo eso que te he dicho de que las cosas se fueron cambiando para acabar con el absolutismo de los reyes. Los catalanes han estado y participado por todos lados. Sino mira tú al mismo general Prim, o a los dos presidentes catalanes que tuvo la primera república. Como también te puedo decir que hubo catalanes cuando se hacía la primera Constitución de 1812, la Pepa que se le llamaba, que esto te sonará. Y ya no te hablo de la Constitución que tenemos ahora donde también hubo catalanes preparándola, sino pregúntale al Roca que ese sí es conocido. Mira tú sí han estado por todos los lados los catalanes, que fueron ellos los que inventaron la peseta. ?La pela la inventaron los catalanes? – preguntaba algo atónito Fernando.Sí. Y no me pidas que te cuente ahora la historia de la peseta porque prefiero que nos tomemos unas ca?as y no te como más el coco por hoy. Así terminó este repertorio que por un momento los había tenido a todos callados y medio atónitos. Se pusieron después a atacar las tapas y beber ca?as a placer. Así estuvieron hasta que se sintieron algo tocados por la ingestión de tanto alcohol. Al final se despidieron y Fernando se retiró al hotel con su esposa Gloria. Había sido una tarde realmente divertida. Ma?ana más. Solo estuvieron cinco días en Cáceres. A fin de cuentas tampoco había mucho que ver. Prefirieron realizar un regreso tranquilo con la intención inicial de hacer alguna escala en cualquier otra ciudad. Al final consiguieron llegarse hasta Barcelona esa misma noche. Habían cambiado mucho las carreteras por Espa?a en esos mediados de la primera década del siglo XXI y si se disponía de un coche cómodo y rápido como era el caso de Fernando que portaba entonces un Citr?en C5, las rutas por largas que parecieran se hacían con comodidad y en unos tiempos razonables. Por eso combinando autovías con autopistas lograron llegar hasta Barcelona esa misma noche sin hacer escala en ningún lado. Es gracioso que sea un cacere?o el que te ponga al día de cómo están las cosas por Catalu?a – le comentaba Gloria cuando ya estaban los dos en la cama.?Pero tú has visto lo que sabe de historia el Manuel este?.Sí. Si yo soy la primera que me he quedado flipada. Eso es porque es funcionario. Ya ves que allí le llaman “Enchufe”. Eso es porque el tío debe vivir como Dios y le sobra tiempo para entretenerse con esas cosas de la historia. Seguro que sí. Yo no me acordaba de él. Yo sí porque nos sentábamos juntos en clase, y bueno, porque andaba por allí. No sé ni quien era su padre, ni nada de él, solo eso, que éramos compa?eros en el colegio y poca cosa más. Igual era el empolloni de la clase. Eso tampoco. Bueno, por lo menos yo no me acuerdo. No sé si a esas edades se distingue quién es un empollón. Yo creo que todos estudiábamos por igual. Aunque ahora que lo dices, sí que me voy acordando. Es verdad que cuando nos ponían en fila para hacernos las preguntas, éste estaba siempre de los primeros. Yo no, yo siempre por el medio y recibiendo más de una vez aquellas hostias que te pegaba el profe con un palo en la mano. Joder como dolían esas hostias. Y me acuerdo, enseguida la mano al sobaco, como si te reconfortara el calor del sobaco. Madre mía que tiempos. Me gusta ir de vez en cuando a Cáceres para eso, para recordar.Eso tú que tienes buenos recuerdos. Yo voy para pasármelo bien contigo, que si tuviera que ir para recordar, me parece que no iría nunca. Eso también es verdad. Perdona. No, si a estas alturas no hay nada ya que perdonar. También si no hubiera sido por esto nunca te hubiera conocido a ti. Y dicho esto le daba un beso, se daba la vuelta y a dormir. Se encontraban bien los dos. Iban poco a poco siendo cada vez más conscientes que se iban haciendo mayores, por eso tardaron poco en subirse hasta Seva para mirar una casa que aprobara lo que habían estado hablando en Cáceres. Era importante disponer de una segunda residencia para cuando el cuerpo pidiera tranquilidad y descanso. Se acercaron hasta Seva un fin de semana de finales de Noviembre. Querían empezar comprobando cómo se vivía allí el invierno. Quedaron bastante satisfechos en principio del clima. Es verdad que la noche era bastante fría, pero también era cierto que por allí no nevaba. La única peque?a objeción que sí encontraron es que había como una especie de neblina que se congelaba por la noche y que se te infiltraba en los pulmones sin dejarte respirar en paz. Pero lo dejaron como un mal menor que se podía solventar sin estar al aire libre a esas horas nocherniegas. Deliberación sencilla de elucubrar, pues generalmente en invierno no le apetece estar por la noche en la calle a nadie. Y menos si la edad va avanzando. Cenaron en un restaurante peque?o pero terriblemente acogedor que se llamaba “Can Cabo”. Les sirvieron una sopa que estaba riquísima y Fernando se pidió porque le llamó la curiosidad, unas patas de cerdo que preparaban a la brasa. Gloria comió un poco de merluza que estaba ali?ada al estilo de la vasca. Se trincaron una botella de vino tinto del Penedés, y una crema catalana que quitaba el hipo por lo buena que estaba. Como se encontraban a gusto allí, estuvieron después tomando café Gloria e inflándose a wisqui con hielo Fernando. La gracia es que la due?a de ese restaurante que se llamaba Fina, se sentó un rato con ellos posiblemente algo contagiada de ver eso que en los pueblos peque?os llaman dos forasteros. Así sois de Barcelona – les decía la anfitriona Fina. Si. Hemos venido aquí porque nos gustaría hacernos con alguna casita pensando un poco en nuestro retiro – le explicaba Fernando.Pues aquí hay casas muy bonitas. Y esto es un pueblo muy tranquilo. Somos poca gente. Calculo que no llegamos a los mil. Y como no hay estación de tren ni nada, aquí el que viene tiene que venir con coche. Y ya veis la carretera. Está aquí delante y no se ve pasar ningún coche. Si queréis tranquilidad este es el pueblo perfecto. Bueno, eso es lo que pienso yo.Y yo también – la confortaba Fernando – El caso es que yo tengo familia que es de este pueblo. Ah sí. ?quién?.Bueno, era mi abuela. Se llamaba Mercé Riudecases, pero de esto hace ya muchos a?os. Se casó con mi abuelo y aquí estoy yo.Entonces tú te llamas Riudecases. No, yo me llamo Subirachs, Fernando Subirachs Bassols, Riudecases era mi abuela pero el apellido se perdió cuando se casó con mi abuelo que se llamaba Tomás Subirachs. Ah, vale, vale. Pues aquí en Seva sí que hay una familia Riudecases. Se lo podrías preguntar. Igual son familia de tu abuela. Pues sí. Claro que preguntaré. Solo por curiosidad. Siempre tiene que ser algo agradable saber algo de tus antepasados. Si. Yo creo que sí. Durmieron en el hotel de las Cuatro Carreteras que estaba al lado de la nacional ciento cincuenta y dos, la misma autovía que se llegaba hasta Barcelona por un lado y a Vic por el otro. Por la ma?ana volvieron nuevamente a Seva y estuvieron preguntando por esa familia Riudecases que les había indicado Fina la noche anterior. Los encontraron. Se trataba de dos hermanos que serían de su misma edad que se llamaban Anabel y Francisco. Cuando hablaron con Francisco, que era un se?or que llevaba a?os trabajando en la fábrica de Casa Tarradellas en Vic, les dijo que no sabía nada de la abuela de Fernando. Vamos, que no tenía ni idea. ?Tú has oído Anabel alguna vez hablar de una abuela nuestra que vivía por Barcelona?.?Una abuela nuestra que vivió por Barcelona?. No sé. Ahora no caigo. – decía su hermana Anabel. Sí. Por las pistas que tengo era hija de una familia que tenía por aquí una carnicería con matanza propia, y que más – se rascaba el cogote Fernando – ah, sí, que eran siete hermanos y que esta abuela que yo le digo era la más peque?a y se fue a Barcelona a casa de una tía suya y allí conoció a mi abuelo, se casó con él y yo soy su nieto. Ahora que lo dice sí que me suena algo. Pero no me haga mucho caso. Sí que es verdad que nuestro abuelo había sido carnicero, pero de eso hace ya muchos a?os. Era aquí mismo. Esto que ustedes ven tan cambiado tiene ya más de cien a?os. Muchos más. Esto sí que es verdad que hace muchos a?os fue una carnicería, y allí detrás, en esas cuadras que usted ve allí – le se?alaba con la mano – allí había entonces un gran corral siempre lleno de ganado que ellos mismos mataban. Eso sí que es verdad. Pero eso quien se lo explicaría bien son nuestros padres, pero ahora ya son muertos. Qué lástima. Bueno, lo siento.No, que lo sienta no, pero ellos ya hace a?os que murieron. Y mi familia de carnicería nada de nada. Eso me parece que desapareció con la guerra. No me haga decir, que bien bien tampoco lo sé. Nuestro padre sí que cuidaba algo de ganado pero no tenía carnicería. Era para consumo propio o para vender algo por ahí, pero nada de carnicería. Nuestro padre era paleta, y de los buenos. Lo conocía todo el pueblo. Y nosotros ya lo ve. Paco trabaja en la Tarradellas de Vic, y yo vendo seguros para la Catalana, o sea que si quiere un seguro de vida ya lo sabe.No, no – se interponía Fernando – además yo ya soy muy mayor para hacerme un seguro de vida. Eso no quiere decir que ahora que hemos venido a buscar una casa para establecernos en este pueblo, no la llame para que me asegure esa casita. Si han venido a buscar una casa por aquí, lo mejor es que lo hablen con el Arnau. ?l es el que lleva todo eso de las casas. Aquí lo conocemos por Toni. Si quieren les digo donde le pueden encontrar – era Paco el que ahora hablaba. Pues sí, nos haría un gran favor. Espere un momento – era de nuevo Anabel - ?Cómo dice que se llamaba su abuela?. Mercé. Mercé Riudecases Alabau. Es que me parece que sí igual le puedo decir algo. Pero no confíe mucho pues le hablo de memoria. Pero algo me dice que esta se?ora era la hermana de mi abuelo. Mi abuelo para que se haga usted una idea, era el que era carnicero hasta que empezó la guerra civil. De hecho era el due?o de todo esto. Esta nuestra casa que usted está viendo, ya era de mi abuelo y de mi abuela. Mi abuelo se llamaba Martín por si le suena a usted de algo, y mi abuela Enriqueta. No, no me suena. – menguaba Fernando.Pues sí, ya le digo. Entonces su abuela la se?ora Mercé era hermana de mi abuelo. Y lo recuerdo porque alguna vez de peque?a mi abuela me hablaba de ella. Me decía que era una hermana de mi abuelo que se había ido a Barcelona porque quería estudiar música, y que allí se había casado nada menos que con un ingeniero, pero ya no me acuerdo de nada más. No sé si le servirá de algo todo esto que le he contado.Me ha servido de mucho más de lo que usted pueda imaginar. Me atrevería a decir que ha dado usted en el clavo. Porque mi abuelo era ingeniero al igual que mi padre y al igual que yo también lo soy.?Usted es ingeniero? – le preguntaba algo suspensa Adela.Sí, si lo soy. Y como ve esto ya viene de familia. Por eso le digo que me parece que ha dado usted con la información correcta. No sabe cuánto me alegro. Pero no se fíe. Yo solo le hablo de oídas y son de esas cosas que recuerdas no sabes por qué. No se preocupe. Me ha hecho usted un gran favor, de veras. ?Dónde dicen ustedes que podemos encontrar a este se?or Arnau?.Aquí todos le llamamos Toni. Si suben ustedes por aquella carretera a la izquierda – se?alaba con el dedo Paco – esa es la carretera que va al Brull. Bueno, suban ustedes por ahí y no vayan muy deprisa porque se tienen que fijar a mano izquierda tal y como suben, que hay un bar. Ese bar se llama “la Perla”, y por allí suele parar muchas veces el Toni. Ahora igual lo encuentran porque seguro que estará almorzando. Muchísimas gracias a los dos – se despedía Fernando – y a bien seguro que nos iremos viendo por aquí.Vayan ustedes con Dios, y si se quedan con nosotros sean bienvenidos. Le gustaba a Fernando esa hospitalidad que por lo menos de fachada ofrece siempre la gente de los pueblos. Atendieron las indicaciones y pararon sobre la cera en la misma puerta del bar que atendía por el nombre de “la Perla”. Les atendió un se?or muy amable que curiosamente no hablaba el catalán. Esto a Gloria le gustaba, pues ella no lo llevaba muy bien con esta lengua y de hecho nunca la hablaba pero si la entendía. A Fernando lo mismo le daba, pues él el catalán lo llevaba en su sangre, aunque con Gloria siempre habló en castellano. Con sus hijos no, aplicó la misma filosofía que sus padres, con sus hijos siempre habló en catalán incluso en presencia de su mujer. Como le había apuntado su viejo colega de estudios en Cáceres, el “Enchufe”, el saber nunca ocupaba lugar. Ese mismo se?or que además era el due?o de ese bar, atendió a su pregunta haciendo un gesto de estilo displicente con la cabeza para indicarles donde estaba sentado este tal Toni Arnau que andaban buscando. Se acercaron y ahí estaba Toni desayunándose un imponente bocadillo de lomo con pimientos que clamaba al cielo por pedir uno igual. Y así lo hicieron. Pidieron para ellos compartir también de ese tiberio dejando aparte el porrón que con tanta destreza manejaba este Toni, porque Fernando prefirió pedirse una mediana para él y una coca cola para Gloria. Era media ma?ana, pero aun así tomaron café y corrieron a discreción los chupitos esos que llaman de orujo finas hierbas. Al final se fueron los tres en un Pátrol que conducía Toni, para ver las casas en venta que ofrecía ese pueblo osonense que se llamaba Seva. Se quedaron con una casita muy respetuosa por los a?os que llevaba construida. Se trataba de un inmueble que provenía ya desde antes de la guerra, y que estaba en venta por que su último propietario que era un sastre del pueblo, había fallecido y el único hijo que tenía se había ido definitivamente a Barcelona olvidándose para siempre del pueblo que le vio nacer. Lógicamente este hijo era el beneficiario de esta operación de compra venta. Era una casa bien parecida que mostraba ciertos toques de abandono en alguna de sus dependencias, pero aun así le gustó mucho a Fernando pues pese a que su intención era retirarse para descansar, no por eso obviaba que él había sido artesano toda su vida, y esos recovecos por reformar en esa nueva morada le servirían como autentica distracción para rematar sus ratos de asueto. Gloria por su parte disfrutaba del terreno precoz que divisaba esa casa por la parte de detrás, porque también iba persiguiendo una intención que anheló durante toda su vida, que era dedicarse al cultivo y cuidado de unas cuantas flores. Por lo demás esa casa revestía de una gran sala de estar provista de chimenea, un cuarto de ba?o muy grande con bidet y con ba?era, una cocina muy espaciosa plena de anaqueles, estantes y repisas, y había también una habitación de matrimonio que resaltaba por una impresionante cama en el centro, que parecía estar allí predispuesta para ser utilizada por una princesa. El resto del cometido lo componía una escalera que partía al piso superior desde la misma entrada, y que daba cobijo a tres habitaciones que ya pensarían para que se utilizarían. Un cuarto más peque?o de ba?o y una impresionante terraza cerraban el impacto de ese piso superior. En general un conjunto inmobiliario dotado de unas paredes de grosor considerable, que bien decoradas formaban el ensue?o perfecto para sentirse instalados en un albergue de alta monta?a. La infinidad de pliegues de madera con impresión de carcomida y vieja que arboleaba todo el conjunto estético de esa estancia, daban todavía mayor credibilidad a que se trataba de una especie de abrigo rústico donde lo hubiera. El mismo lunes se personó Fernando en el banco para tramitar las operaciones necesarias para quedarse con esa casa. Se sentía realmente satisfecho de esa operación. Gloria también estaba encantada, pero ella se dejaba llevar prácticamente siempre por las iniciativas de su marido. Comentó estas a?agazas Fernando con su hijo Joan:Si hijo. Tu madre y yo nos hemos hecho con una casita preciosa en el pueblo de tu bisabuela. Ay va papá. ?Y quién era mi bisabuela? - le preguntaba algo impreciso su hijo. Pues tu bisabuela, quién va a ser. La madre de tu abuelo, la abuela de tu padre y tu bisabuela. No te puedo decir mucho más hijo. Vale papá, es que me habías cogido así por sorpresa. Bueno. Pues tu bisabuela o mi abuela si lo prefieres mejor así, era de un pueblo muy cercano a Vic que se llama Seva…Lo conozco papá – le interrumpía su hijo. ?Lo conoces? – le preguntaba extra?ado Fernando. Claro. Es el pueblo de Alex Crivillé el que fue campeón del mundo de moto GP.Es verdad – meditaba Fernando – Crivillé es de allí. Ni me acordaba. Y mira que le venía dando vueltas a la cabeza de dónde había oído yo Seva. Claro. Es por el motorista, campeón de los quinientos nada menos. El mismo. Por eso conozco ese pueblo, que yo no he estado nunca ahí. Pues lo que te decía, ese pueblo también es donde nació tu bisabuela que vivió allí hasta que vino a Barcelona donde conoció a tu bisabuelo y en fin, que por eso andamos nosotros por aquí. Y esa casa qué es, que pensáis ya retiraros. Ahora mismo no, pero eso no es razón para que no nos lo estemos empezando a plantear. Me parece muy bien. Si se quiere uno retirar tiene que ser en un lugar tranquilo. Fuera de la aglomeración de Barcelona.Esa es la idea. Hubo un incidente en una ocasión, poco antes de retirarse definitivamente esta entra?able pareja de la vida activa, que me viene de gusto resaltar por aquí. Todo ocurrió un viernes del mes de marzo del a?o 2004. Ese día llegó llorando a todo pulmón Gloria que había ido al estanco a comprar cigarrillos para su marido, y volvía sin tabaco y totalmente traspuesta abrazándose a Fernando que la ce?ía sin saber qué diablos estaba pasando. Qué te ocurre mujer – le preguntaba algo cariacontecido. Nada – lloraba ella – el del estanco, - no le salían las palabras, daba preferencia a los lagrimones. – el del estanco… - no podía. ?Qué le pasa al del estanco?. – insistía Fernando. Nada, que no lo quiero ver nunca más. No quiero que me digas nunca de volver a ese estanco.Chica, pero qué te ha pasado. Si siempre vamos al mismo estanco.Pues yo no pienso volver nunca más – se encolerizaba Gloria. A ver. Cuéntame qué te ha pasado. Me ha pasado que ese hombre me ha llamado charnega y me ha dicho que lo mejor que podía hacer era largarme de Catalu?a. ?Eso te ha dicho?. Eso. Con estas mismas palabras. Así como lo estás oyendo – y lo volvía a abrazar prorrogando con el llanto. Pero ahora no entiendo. Aquí ha tenido que haber algo más. Nada. Solo eso. Que me dice que por qué yo no hablo catalán, que hay escuelas para eso y no sé qué, y eso, que me dice charnega y cuando le voy a decir algo me suelta que lo mejor que yo podía hacer era largarme de Catalu?a – y seguía sollozando. Quédate aquí – le decía Fernando mientras la apartaba de su regazo. – Voy a tener unas palabras con él. No, no, por favor no vayas – exclamaba despavorida Gloria. Cómo que no vaya. ?Tú te crees que yo voy a permitir que alguien se ría de mi esposa?. Pero no vayas, que si no va a haber jaleo. Con no volver más allí ya está. De eso nada. Ahora mismo me planto allí y que me explique qué está pasando. – y dicho y hecho, salió del taller y para el estanco que se fue. El due?o del estanco tendría una edad bastante similar a la de Fernando. Es decir ya había superado hacía no mucho la línea de los sesenta a?os. Con un bigote blanco y una mirada indiferente oteaba a la clientela siempre fumando un purito de esos peque?os que se venden precisamente en los estancos. Siempre estaba de pie detrás del mostrador atendiendo a clientes pero sobre todo a dos muchachas jóvenes que tenía de dependientas y que eran las que en realidad llevaban la voz cantante del trabajo. No obstante el estanquero que se llamaba Eduard Bonet, siempre estaba allí detrás de aquel mostrador avizorando la caja. Fernando entró como una flecha en el estanco y enseguida se dirigió a él. ?Se puede saber qué es lo que le va diciendo usted a mi mujer?.Le he dicho solamente que si quería aprender un poco mejor el catalán habían escuelas que se dedicaban a esto.Pues no ha sido precisamente esto lo que me ha dicho a mí ella. No sé, yo solo le he dicho esto. Que si quería aprender catalán había escuelas para hacerlo. Y entonces ?por qué la ha llamado charnega?. Uy, es verdad. Pero es que esto se me escapa alguna vez.?Usted con qué derecho se cree para llamarle charnega a mí mujer?. A ver, a ver. No liemos las cosas que yo no le he llamado directamente charnega a su mujer. Yo he dicho que los charnegos, pero hablando en general ?eh?, que los charnegos si quieren pueden aprender tranquilamente a hablar en catalán. Pero eso lo decía por todos los charnegos, no por su mujer. Bien, supongamos que acepto esto que pretende contarme. Pero entones, explíqueme usted que es lo que ha visto usted en mi mujer para hablarle precisamente a ella de estas cosas.Le he visto lo que le veo siempre a la mucha gente que viene a vivir a Catalu?a y no quiere nunca aprender el catalán.Ni que eso fuera una obligación. - Intentaba preservar Fernando. Por lo menos una obligación moral sí que debería ser. Ni moral ni hostias – estaba algo alterado Fernando. – La gente que viene aquí a Catalu?a bastante tiene con poder ganarse la vida para que ahora le venga usted con más monsergas. Mire se?or Subirachs, no pretenda usted querer cambiar cómo han ido las cosas. Que yo procure orientar a su esposa o a cualquier persona no catalana para que aprendan a hablar bien el catalán en cualquier escuela de esas que existen y que no te cobran nada, tampoco es que crea que sea motivo para que usted se ponga cómo se está poniendo. Me ponto como me pongo porque yo no permito a nadie que se?ale a ninguna persona porque lo único que pretenda es ganarse su pan, y mucho menos que esto se lo digan a mi mujer. Pues ahora ya no lo digo por su mujer, pero sí por la mucha gente que viene aquí a que le demos de comer los catalanes, y después no quieren siquiera aprender a hablar el catalán. Esto no se lo permito a nadie, vamos como me llamo Eduard. Y lo que me parece mentira es que usted siendo tan catalán como es, me venga ahora montando todo este espectáculo. ?A usted quién le ha dicho que yo soy catalán? – se iba enfureciendo cada vez más Fernando.Hombre, no hay más que verlo. Solo con ver el catalán que usted habla, a ver si ahora me va a salir usted por peteneras baratas. Si no mírese usted sus apellidos. No me quiera confundir la velocidad con el tocino, que tampoco soy yo tonto. Usted debería estar conmigo con eso de que se podría poner un poco más de voluntad para hablar el catalán. Y eso no lo digo por su querida esposa que también podía intentar acercarse a una de esas escuelas, que aquí en el barrio mismo hay una que no está nada lejos de aquí. Usted como catalán debería pensar como yo. Que ya le digo que yo no soy catalán – insistía Fernando. Au, vaya a venderle flores a otra – le decía el estanquero alzando el brazo y dándose media vuelta pretendiendo dar por zanjada aquella discusión. Fue entonces cuando Fernando echó mano a su cartera sacando su carné de identidad, que ponía sobre aquel mostrador azorando a ese tal Eduard para que mirara de dónde era él. Haga el favor de mirar lo que pone aquí – le decía. Nacido en Cáceres – exclamaba mientras iba leyendo – Ah, bueno, pues no lo parece usted que sea de tan lejos.Pues lo soy, y mi mujer también es de allí. Y además que sepa usted que mi mujer no vino nunca aquí a Catalu?a, que fui yo quien la fue a buscar, por tanto no le permito ni a usted ni a nadie que se permitan el lujo de decirle a mi mujer nunca jamás, que se tiene que ir de Catalu?a, como mínimo me tendrían que pedir permiso a mí. ?O no lo ve usted así se?or Eduard?.Bueno, yo no sabía que usted era de Cáceres, que aun me cuesta entenderlo, pero no digo nada, lo pone bien claro su carné. Pero su esposa bien podría hablar el catalán – se seguía envalentonando. Mi mujer hablará lo que a mí me salga de los cojones. – Fernando estaba que se salía, eso de que le hubieran faltado de esa manera a su mujer le estaba costando digerirlo. – Y ni usted ni nadie son nada para decirle lo que tiene que hacer, ni en Barcelona, ni en Cáceres ni donde esté. Y mucho menos se le ocurra nunca volver a decirle que se tiene que marchar de Catalu?a. ?Va usted pillando la onda?. Sí, sí. Disculpe que ya no le diré nunca nada más. Eso es lo que tiene que hacer. Y dicho esto se retiró de aquel lugar con una infalibilidad clara de que había puesto los puntos sobre las íes. Retornaba al taller totalmente convencido de que tras descargar sobre el estanquero toda su adrenalina, le había dejado bien claro a ese truhán de mal agüero cómo se tenían que hacer las cosas. Gloria en cuanto le vio llegar se abalanzó enseguida sobre él.?Era verdad o no lo que te había dicho yo?. – le preguntaba.Sí, sí que era verdad. Menudo malaje el estanquero ese. Ara, que le he soltado cuatro mandados bien dichos, que a ese, nunca más se le ocurrirá decirte ninguna cosa vejatoria. Vamos, que lo he puesto en su sitio. Cuatro verdades bien dichas que le he dicho. No tendría que existir gente como esa – le decía Gloria.Tú tranquila cari?o que éste se guardara muy mucho en decirte lo que te diga. Y si te vuelve a soltar una jilipollez como la que te ha soltado hoy, me lo vuelves a decir que a ese lo pongo yo en su sitio. Vamos si lo pongo. A mí que no me vengan con hostias cuando se trate de ti – y dicho esto le dio un beso en el morro que calmó por lo menos esta situación. No mucho tiempo después de este desagradable incidente, con la jornada veraniega muy cercana, Fernando habló como venía haciendo habitualmente con su hijo. Joan, tu cada vez te vas manejando mejor aquí en el taller. Te lo digo porque ya me voy sintiendo bastante cansado y pasaré con tu madre temporadas más largas en la casita de Seva. Por eso tranquilo papá, que aquí me las compongo muy bien yo solo. Si hubiera cualquier cosa, que no tiene porque haberla, te llamo al móvil y ya está. Eso es una buena idea. Tienes a todos los operarios trabajando bien como siempre, la secretaria que te lleva las ventas de las motos, y tu talento, qué más puedo pedir. Ya te digo papá, que todo va estupendamente. Que ya puedes retirarte tranquilo. Eso sí, te quería comentar una cosa antes de que te vayas. Que aun no me voy hijo, que de momento solo te estoy comentando esta posibilidad. Tú tranquilo papá. Mira habla con Rosa – era el nombre de la secretaria – que te diga la Kawasaki que ha vendido esta ma?ana, estoy encantado de cómo estamos sacudiendo motos japonesas. Pero eso no es todo, ahí en el despacho hay una carta que nos ha enviado Piaggio para servirnos también lo que necesitemos. ?Piaggio, la que se quedó con la Derbi? – le preguntaba sorprendido a su hijo. La misma. Tu lee eso que nos han enviado, que vas a flipar. Nos van a servir ellos mismos Derbi, Aprila, Gilera, Guzzi, Ligier y si queremos hasta Vespas o Lambrettas, todo lo maneja este de la Piaggio y nos envían toda la publicidad que necesitemos. Esto te lo has trabajado todo tú Joan, menudo curro que te has pegado, pero ha merecido la pena. Eres tremendo hijo. Sí papá, y todo desde el ordenador. Hay que estar al día. Esas técnicas yo todavía las desconozco. A veces cuando hablo de estas cosas, es cuando me siento un poco viejo. – farfullaba Fernando. Tú no te harás viejo nunca papá – le aclamaba su hijo devolviéndole los recuerdos de esa frase que él mismo en su día le profiriera a su a?orado tío Joan. Y así estaban las cosas en el mundo de la moto por Espa?a. La exitosa empresa Derbi que con tanta holgura producía y vendía sus motocicletas, a la muerte de su fundador don Simeó Rabasa en el a?o 1988 se había hecho importadora para Espa?a de las motos japonesas denominadas como Kawasaki. Curiosamente en el a?o 2001, el coloso del motociclismo italiano Piaggio compra el cien por cien de la empresa Derbi para acaparar el mismo su producción. Piaggio era esa empresa italiana que dise?ó en su momento las populares Vespa a través de su dirigente Enrico Piaggio, que era hijo del mítico creador de esta firma don Rinaldo Piaggio ya en el a?o 1884. A partir del a?o 1959 la sociedad Piaggio es controlada por el hijo de una adinerada familia italiana que financia la compa?ía automovilística Fiat, que se llama Giovanni Albert Agnelli y que consiguió poner las Vespa en los más altos escalafones. Pero el caso es que después se hizo una gran inversión de dinero para dise?ar una nueva motocicleta, que coincidió con la muerte con solo treinta y tres a?os del proverbial Giovanni Albert Giovanni que dejaba este mundo víctima de un cáncer que no consiguieron atajar ni los mejores especialistas del mundo. Esto llevó consigo que al final no se llevara a cabo ese proyecto de fabricar ese nuevo prototipo y con la tontería la compa?ía Piaggio fue acumulando deuda. Finalmente la empresa Piaggio es comprada por un magnate italiano que se llama Roberto Colaninno, que reflota la situación financiera de Piaggio y vuelve a relanzar con gran acierto esta marca ampliando su emporio comprando y acaparando importantes empresas del motociclismo entre ellas la Derbi espa?ola. Sitúa de buen principio unas cadenas de montaje siguiendo un poco las tónicas que ya emplean las fervorosas industrias motociclistas japonesas. Está claro que se ha convertido en el mayor líder europeo en la fabricación y calidad de motos, pero aun así todavía resulta bastante complicado poder competir con mayor furor contra las cada vez más poderosas marcas japonesas como podían ser Honda o Yamaha por citar algunas. Porque hablando también un poco de Honda, esta es la industria japonesa que se ha hecho con la Montesa espa?ola. El caso de Montesa es ciertamente singular. A partir de los a?os ochenta fue víctima permanente de las continuas huelgas laborales que entonces azotaban nuestro país. Esto le causó unos trastornos económicos de gran envergadura, que fue precisamente la compa?ía Honda japonesa la que se ofreció para echarle un cable. Pero este cable era a cambio de que se le dejaran las naves de Montesa para también poder fabricar aquí en Espa?a los modelos de las motos de la marca Honda. Poco a poco Honda fue acaparando hasta que en el a?o 1992 Montesa fabrica ya el último modelo con su nombre, que es la moto Cota 311 que portaba un motor de cuatro tiempos. Las siguientes Cota ya saldrían con motor Honda, que siguió fabricando con el nombre de Cota en sus motos preparadas para Trial. Honda era una fábrica que se fundó en el a?o 1946 en Hamamatsu en Japón por el ingeniero japonés Soichiro Honda. Empezó como tantas otras empresas del motociclismo impulsando una bicicleta con un motor auxiliar. Se introdujo en Espa?a comercializando al principio con maquinaria agrícola. Esto era a principios de los a?os ochenta. Después se hizo con Montesa en el a?o 1986 y más adelante poco a poco empezó también a fabricar automóviles por Espa?a. Es de destacar el coche que fabrica en el Prat de Llobregat de Barcelona con el nombre de Honda Civic. Es un vehículo que Honda ha vendido con gran holgura a través de la empresa que denomina como “Honda Motor Co” fundada en 1988. Actualmente produce sus propias motos con una gran comodidad desde esa misma fábrica. Y ya para terminar de contar algo sobre las motos, decir únicamente que las Kawasaki fueron fundadas por un japonés que se llamaba Shozo Kawasaki en el a?o 1878, es decir que ya viene de largo. Al principio era una empresa que se dedicaba a fabricar motores de avión y también aviones y otras muchas cosas. El derivarse por las motocicletas se produce a partir del a?o 1949 que construyen un motor para fabricar una motocicleta. A partir de ahí se dedican de lleno a esta actividad produciendo infinidad de modelos que salían con el nombre de Meihatsu, no conozco la razón. El caso es que en el a?o 1960 Kawasaki se asocia con otra empresa japonesa fabricante de motos que se llama Maguro. Esta Maguro era una empresa curiosa porque construía motocicletas imitando todo cuanto se utilizaba para la fabricación de motos en Europa, teniendo una especial predilección con la marca americana Harley Davidnson. Al principio fabrican motos con el logotipo Kawasaki-Maguro. Pero hasta el a?o 1964 Kawasaki se va haciendo con el control de toda esa empresa y termina por fabricar las motos solo con su nombre de Kawasaki. Se han quedado con toda la información que han ido reportando de la fabricación de motocicletas en otros países y ahora ya construyen una moto propia con ingeniería y complementación solamente japonesa. Van triunfando cada vez más con sus ventas y ya desde 1965 se inician las exportaciones. Aparece en el a?o 1966 el modelo 650W1, que es el prototipo de moto más grande en volumen que se está fabricando entonces en Japón. Se trata de una moto con un motor de una cilindrada de 650 c.c. con cuatro velocidades. Fue la moto que le da auténtica popularidad mundial a la marca Kawasaki. A partir de ahí fueron dise?ando nuevos modelos de motocicletas alcanzando grandes rangos en el mercado internacional que siguen manteniendo en nuestros días. Un día por fin Joan, el hijo varón de Fernando y de Gloria, el hereu, el sucesor de todo el imperio del motor que seguía custodiando la familia Subirachs de Barcelona, les dio la buena noticia que tanto estaban esperando. Por fin se casaba. Su novia con la que llevaba alternando algo más de seis a?os, se llamaba Lidia. Era una muchacha hija de un hombre siempre de negocios que regentaba en esos a?os una importante empresa de publicidad. Era por decirlo de alguna manera, todo un potentado dentro del mundo integrado en la producción de anuncios televisivos. Por tanto toda una eminencia para los ojos de Fernando y de Gloria que compartían con gran sosiego que su hijo había contado con un buen partido. Y se celebró la boda, en este caso por todo lo grande. El evento tuvo lugar en la iglesia de Santa Gemma en el barrio de Pedralbes, una de las zonas más distinguidas de la ciudad de Barcelona. Ese domingo redundaban por la calle del capitán Arenas una serie de automóviles revestidos de un lujo, que bien quería para sí Fernando en los bailoteos de las herramientas por su taller. El cotejo lo componía prácticamente toda la familia y amigos de la novia, pues Joan, el hijo de nuestros consortes, poca gente conocía para ampliar esa comensalía. Iban pasando todos los convidados al interior de ese solemne pero humilde templo que concertaba un oratorio erigido hacía apenas cincuenta a?os. Un aforo que se iba ampliando para dar acogida a los cerca de mil fieles que se incorporaban entre las paredes que componían el entramado de este asombroso santuario. Al fondo esperaba Joan, el hijo de Tomás y Gloria, algo nervioso posiblemente por el volumen de tanta congruencia. Y poco tiempo se hizo esperar la novia que acompa?ada por su padre recorría aquella preclara alfombra colorada que la allegaba al lado de su enamorado. Las glosas filarmónicas del estupendo órgano que tutelaba esa basílica armonizaban las melodías de la canción “Paraules d’Amor” de Joan Manuel Serrat, para dar mayor encomienda catalana a la celebración de esa boda. Ni que decir tiene que ese impresionante órgano salteado de tres teclados manuales con cincuenta y seis notas y un pedaleo con otras treinta notas más, abrumaba una extraordinaria música detallada con sesenta y cinco registros recogidos en cincuenta y un juegos enteros, seis medio juegos, seis acoplamientos y dos trémolos que fluctuaban su temple entre tres mil seiscientos quince tubos. Con ese encomio musical tan bien bosquejado, y ante un tumulto silencioso que atendía engalanado un pasaje tan virtuoso, avanzaba la novia en busca de su prometido. La ceremonia siguió la tradición usual de la misa, el reparto de arras y el reclamo del arroz a la salida. Después una comitiva de unos doscientos comensales acudió a ensalzar un suntuoso banquete que curiosamente no se celebraba en ningún restaurante. En esta ocasión iban todos a una engolada torre situada en la calle de Pearson, una avenida barcelonesa ba?ada de las más chocantes haciendas, que pertenecía a un activo accionista que manejaba sabe Dios cuantos asuntos financieros, pero que era además íntimo amigo del padre de la novia, y por eso tomaron la decisión de celebrar el banquete en una esplendorosa terraza donde unas cuantas doncellas daban rienda suelta a esos primorosos estómagos. Al final resultó ser un ágape evidentemente rodeado de una plétora de exquisiteces, pero donde el plato fuerte era las costillas de cordero a la brasa acompa?adas con ali oli. Muy catalán también, pero que servido con tanta etiqueta se alejaba bastante de los elencos tradicionales que tanto cortejo dan a este tipo de aglomeraciones. Los vinos de buena cepa, los cavas escogidos y un registro de licores a cual más apetitoso, acompa?aron con primor un admirable pastel de ocho pisos que todos gustaron con gran atildamiento. Estas guapísimo Joan, te queda bien esto de llevar esmoquin. – le decía su hermana Guadalupe.No te creas que voy tan cómodo. Estoy algo harto de la pajarita. A la que vea a uno de estos que se la desabrocha, allá que voy yo y también lo hago. No puedes estar siempre con el qué dirán. – intentaba corregir su hermana.?Estás segura de lo que me estás diciendo?, con el bacalao que se fríe aquí hay que ir con pies de plomo.Esto sí que es verdad. Muy estirada veo yo también a toda esta gente.Es la familia de Lidia, ellos son así. Menos mal que ella cuando está conmigo es normal, quiero decir que siempre que hemos ido por ahí, ella es muy normal. De hecho sus padres también, es la gente con la que se codea su padre que va de este palo.Mejor que sea así. A mi esta gente tan ripipí, como que me da un no sé qué. A mí también, pero como dice papá, todos pueden ser en potencia clientes del taller. Papá es un hombre práctico con normalidad. Nunca le ha ido todo este berenjenal. A mamá tampoco. Tenemos unos padres normales gracias a Dios. Ara, que mamá no sé si te has fijado, pero con este esmoquin que me llevas que no ha parado de hacerte fotos. Antes nos estábamos riendo las dos.Menudas estáis hechas vosotras. Espero que me dure un poco más que a ti este matrimonio.No llames al mal tiempo. La hermana de Joan es verdad que antes hemos explicado que se había casado. Pero ese matrimonio no llegó a los dos a?os. Por lo visto el marido de Guadalupe era un poco salvaje y alguna vez pretendió pegarle. Al final ni lo consiguió, Guadalupe lo dejó allí plantado y nunca quiso saber más de él. Ahora vivía sola en un piso en el que estaba hipotecada en una calle muy cercana a la Sagrada Familia de Barcelona. Se ganaba bastante bien la vida y no tenía necesidad de recurrir a sus padres. Fernando y Gloria terminaron la fiesta despidiéndose de su hijo y de todos aquellos comensales tan selectos. Estaban algo cansados y no se encontraban tampoco en su entorno. Decidieron pues marcharse antes de que acabara aquel jolgorio que daba la impresión de que iba a durar bastante. Guadalupe se fue con ellos. En cuanto a Joan estuvo un rato más, pero al final abandonó en compa?ía de la ahora ya su esposa Lidia, aquella especie de aquelarre improvisado, pues no en vano tenían reservada una habitación en el hotel Princesa Sofía de Barcelona para celebrar allí su luna de miel. Al día siguiente partieron los dos nuevos esposos a pasar un par de semanas por Inglaterra sin precisar a nadie los puntos de estancia que tenían proyectados.Ya tenemos a los dos hijos casados Gloria. Bueno tampoco, tenemos a uno y medio casado porque Guadalupe está separada. Así es Fernando. Me dio mucha pena lo de Guadalupe, pero para vivir con un salvaje mejor que haya sido así. Y ahora nosotros qué.Si quieres nos volvemos a casar. A mí no me importaría siempre que fuera contigo.Eres tremenda Gloria. No creo de ninguna manera que hubiera podido ser más feliz en esta vida si no me hubiera casado contigo. Al final hemos conseguido ser felices los dos. Eso no lo puede decir todo el mundo. Mira Guadalupe. Pero nosotros seguimos juntos y queriéndonos. Y ahora cuando estemos en Seva ya verás. ?Ya veré qué?.Como cada día te quiero más. Eran felices, esa era la verdad. Habían sabido hacer un auténtico escudo de sus propias existencias y llegar a quererse como se quiere poca gente. Ahora se sentían también dichosos con sus dos hijos establecidos y tener además esa oportunidad de poder disfrutar el resultado de una vida bien llevada y trabajada. El poder acogerse en una casita tranquila donde de alguna manera pudieran hacer lo que les diera la gana, todavía les daba esa fortaleza que nos permite decir a los mortales que no solo no está todo acabado, sino que casi es mejor volver a empezar. Este síndrome de alegría altanera impregnaba a estos dos personajes dentro de una presunción sempiterna de que la vida había que disfrutarla y vivirla en todos los momentos. Eran algo conscientes de que esto algún día se acaba, de esto tampoco se libra ninguna persona cuando observa cómo pasa el tiempo, pero ellos disfrutaban con esa afección triunfante que te permite retar a ese posible último día. Joan tiene muy claro que se quiere quedar en esta casa para vivir con su esposa – le comentaba Fernando a Gloria en esos días que su hijo andaba en viaje de novios. A fin de cuentas es su casa.Es su casa pero estamos también nosotros. Yo le hablé en cierta ocasión de comprar una para él, pero se mantuvo en su línea de que se quería quedar aquí.Porque esta casa está bien.Que yo no digo que esté mal, pero eso, que aquí estamos nosotros.Yo de ti no me lo pensaría más. En cuanto vuelva Joan, nosotros nos vamos ya para Seva. Tú ya tienes sesenta y cinco a?os, ya es edad para jubilarte.Tengo todavía sesenta y cuatro – le replicaba Fernando.Pero los cumples en navidad. Es igual, ya estás en una buena edad para tomarte un descanso. Además Seva no está tan lejos y tienes la autovía para venir hasta Barcelona. Yo no le daría más vueltas. Me iría ya a hacer vida en Seva.Pues mira, aunque no te lo creas te voy a decir que sí. Se ha acabado esto de trabajar. Ma?ana mismo vamos empezando a hacer las maletas y en cuanto vuelva Joan nos plantamos allá arriba. Eres estupendo cari?o.Tú también. Además ahora viene el buen tiempo, encima allí hay una piscina y ya no sé que más decirte. Eso, que los días son más largos y así podemos dejar la casa bien bonita en estos meses para que cuando este por completo a nuestro gusto la podamos disfrutar en invierno con la chimenea encendida. Así me gusta verte. Montándote tus películas como si fueras un crío peque?o.Y encima esto no es ninguna película, que es más real que eso que dicen que el hombre llegó a la luna. Lo dicho, ma?ana mismo nos ponemos a preparar el equipaje que ya estamos muy vistos por Barcelona. Ya sé que me repito pero es verdad que se encontraban tremendamente bien. Se habían por fin alejado las desgracias tal vez a otros parterres, y ahora se podían permitir unos momentos de dicha en lo que lo único que fulguraba era poder vivir en un pueblo tranquilo. Teniendo además esa complacencia de poder observar que sus hijos ya no necesitaban de ellos por lo menos en lo material, lo sentimental tenía que seguir siendo siempre algo perpetuo y eso estaba asegurado. CAPITULO 8?Qué tal por Londres hijo?. ?Qué se cuentan los pitinglis?. – le preguntaba Joan a su hijo en su vuelta de viaje de novios. En Londres solo hemos estado dos días, que además me ha gustado mucho esa ciudad. Es verdad que hemos visto muy poco, pero lo poco que he visto me ha gustado mucho. Hemos quedado Lidia y yo que tenemos que volver. ?Entonces por dónde habéis estado?.Pues mira. Lo primero es que alquilamos un coche y nos fuimos a voltear buena parte de la isla. No veas tú la sensación extra?a que se nota conduciendo por la izquierda. Ya, eso de tener que ir sentado a la derecha tiene que ser la leche.Eso igual es lo de menos, a fin de cuentas es lo mismo pero cambiando las marchas con la otra mano. Pero el problema viene simplemente cuando quieres mirar que miras siempre para el otro lado. Por ejemplo cuando quieres adelantar miras por el espejo de la izquierda, pero eso lo haces intuitivamente, sin darte cuenta. O si quieres girar una plaza pues allí también se hace al revés. Todo es al revés. De hecho y eso se nota más en las carreteras interiores, eso de ir conduciendo por la izquierda cuando vas solo que no viene ningún coche, como que te vas sin darte cuenta hacia el otro lado. Pero bueno, al final me parece que me he ido acostumbrando un poco. Menos mal que Lidia siempre se reía cuando me veía hacer tanto el burro con el coche. Fíjate que yo estaba convencido de que habíais estado en la misma Londres.Solo dos días estuvimos en Londres. Lidia tenía ganas de viajar y por eso alquilamos un coche de la marca Rover, el modelo Streetwise, era un coche normal pero que tiraba bastante bien. Eso sí, el volante a la derecha. Y nada, con ese coche parriba y pabajo estuvimos en Liverpul, Birmijan, Cambrich, Bristol y Manchester así recordando por encima, ah, y en Osfor, pero nada de cultura, ni un solo castillo ni tampoco museo, solo de tiendas, callejeando y de bares o comiendo o cenando en restaurantes esa comida inglesa que no le encuentro nada de especial. Y encima en muchos sitios ni te ponen pan. Son raros estos ingleses. Imagino que sí hijo, aunque me hace gracia cómo pronuncias el inglés.Lo pronuncio como me sale papá. Debería apuntarme en alguna escuela e intentar estudiarlo un poco, aunque eso de la pronunchieson no va conmigo. Lidia sí que lo habla bien. Menos mal de ella que era la que hablaba con todo el mundo, yo de mirón. A mí tampoco me ha interesado nunca el inglés. Cuando fui estudiante como lo que aprendíamos era el francés, pues con eso me quedé. Además tu Tío Joan en paz descanse, lo hablaba muy bien. En fin, que os lo habéis pasado bien.Eso sí. Pasarlo, lo hemos pasado bomba. Parecíamos unos recién casados. Muy agudo hijo. A todo esto, al final qué vais a hacer. Imagino que os quedareis aquí en casa. Sí, esto también lo hemos hablado Lidia y yo, y sí que nos queremos quedar aquí. No sé, nos gusta esta casa. A Lidia no le molesta para nada que estéis también vosotros. Ella ha vivido siempre con sus padres y está acostumbrada. Pues te voy a dar una sorpresa hijo. ?Una sorpresa?.Sí. Tu madre y yo hemos decidido tirar la toalla y largarnos para siempre a vivir en la casa de Seva. Hemos considerado que tú necesitas espacio para formar tu propia familia, y que nosotros ya tenemos edad suficiente para permitirnos un descanso. Me alegro mucho papá. No porque os vayáis porque eso para nosotros no era ningún problema, pero sí porque por fin hayas decidido descansar un poco. Yo creo que os lo habéis ganado los dos. Además por la autovía te llegas en un momento hasta Barcelona. Eso mismo dice tu madre. Nos guardáis si un caso nuestra habitación por si tenemos que hacer escala en Barcelona alguna vez, y sobre todo no te olvides que esta casa también es de tu hermana. Que ya sabes que ella se ha quedado sola. Pero tiene su casa. Tiene su casa pero nunca se sabe. Cualquier cosa que pudiera necesitar, o si un día tiene que volver por lo que sea aquí, no te olvides nunca que esta también es su casa. Por eso tranquilo papá, que lo tengo muy en cuenta. No hablaron mucho más, por lo menos ellos dos. Llegó su madre que venía toda ajetreada, y tras darle un montón de besos y abrazos a su hijo se encargó ella misma de llevar la voz cantante. En unas preguntas muy similares a las que le hizo su padre, pasó también a informarle de la decisión que habían tenido de partir de allí casi para siempre. Eso sí - le decía su padre cuando por fin pudo intervenir – En principio Eulalia se quedará con vosotros. No sé si tu mujer tendrá otros planes para el servicio, pero yo creo que de momento es lo más correcto. No hemos hablado de esto papá. Bueno, yo te lo digo porque creo que es lo mejor que os atienda Eulalia. Si por lo que sea tu se?ora dispone de otras ideas, por eso tranquilo que nos llevamos a Eulalia para Seva. Vale. Ya sabes que yo nunca intervengo en estas cosas. Pero por lo menos que la asistenta no se quede relegada. Eso por descontado. Me gusta que tengas siempre esa buena consideración para con la gente que trabaja para nosotros. Es lo menos. Ahora porque vamos a comer, sino ya te contaría yo a ti cómo se lo montaban tu tío o tu abuelo para tener siempre contento al personal, y de donde los contrataban para no tener problemas cuando había tantas huelgas. Ahora también hay muchas huelgas y nosotros afortunadamente no tenemos problemas. Por algo será – le decía gozoso Fernando a su hijo, y así quedo la cosa. Se establecieron definitivamente en esa casa que habían comprado en Seva. Seva es un precioso pueblo peque?o y generoso que está en la provincia de Barcelona en lo que se define como la comarca catalana de Osona, cuya población más conocida es Vic. Aunque dispone de un censo de dos mil y pico habitantes, estos están diversificados en tres zonas por definirlo de alguna manera. Una parte importante de este censo lo componen los habitantes de otra población que se denomina como Sant Miquel del Balanyà que es donde se encuentra la estación del tren y donde viven algo más de mil habitantes que pertenecen al municipio de Seva. Otra parte de la población se halla situada en una vasta urbanización que se denomina el Muntanyà que además está engalanada con un portentoso hotel del mismo nombre. Es difícil disponer de cifras exactas para saber exactamente cuanta gente vive en esta urbanización, pero lo que está claro es que el resto de la población que sumará unos setecientos habitantes, son los que viven en el mismo complejo del pueblo de Seva, que es donde han comprado su casita la familia Subirachs y que muy posiblemente engrosarán el número de habitantes de ese pueblo. Es como todos los pueblos de monta?a que están además alejados de la vía del ferrocarril, una población muy tranquila donde la armonía entre los propios vecinos casi se convierte en una premisa vanguardista que todos respetan con gran discreción. Lo que me gusta de los pueblos es que todo el mundo saluda a todo el mundo – le decía un día Gloria a Fernando. Tampoco es que vayan saludando a todo el mundo. Saludan a quien conocen, de los demás pasan. Lo que pasa es que como aquí se conocen todos, por eso se saludan y dan esa sensación de que van saludando a todo el mundo. Si lo miras fríamente aquí el saludo es igual que en la gran ciudad, porque si tu por ejemplo coges el metro en Barcelona y te encuentras a algún conocido también le saludas, del resto de la gente pasas. En los pueblos es igual lo que pasa que al ser más peque?os se ve de otra manera. Pues también es verdad. Una de las cosas que me gustan de ti Fernando, es lo observador que siempre eres con estas cosas. Tampoco es que tenga mayor importancia esto de los saludos. Es como todo, hay cosas que se observan y cosas que se te escapan. Para eso estamos juntos, para que lo que se le escape a uno lo pille el otro. ?No te parece a ti igual?.Me parece que cada día te quiero más. ?Vamos un rato a la piscina?.Buena idea. Al ser Seva un pueblo peque?o, tampoco es que disponga de muchos bares. En general todos los negocios que se regentan en estas villas se limitan a cubrir los servicios básicos que la misma población necesita. Así por ejemplo se dispone de farmacia, mercería, peluquería, una peque?a tienda de ropa, una ferretería y sobre todo tiendas de comestibles. Son pueblos todavía ganaderos y que mantienen en vivo la agricultura, y por tanto estos son los productos que más se comercian. Lo que está claro es que no hay ningún negocio regentado ni por chinos o paquistanís ni cualquiera de estas etnias que cada vez pululan por las grandes capitales haciendo ostentación de sus comercios, pero esta gente se establece siempre en torno a las grandes aglomeraciones, por tanto en Seva ni se sabe nada de ellos. Pero como suele ocurrir en todas partes, la vida social se desarrolla principalmente en torno a la barra de un bar. Como a Fernando le sigue gustando mucho la cerveza, aprovecha cualquier ocasión para estar en el bar haciéndose unas ca?as y manteniendo tertulia para tocar el tema que calgui. De esta manera tan sublimar fue desde el mismo primer día creando un ambiente de contertulia que le permitió ir conociendo cada vez mejor a sus nuevos vecinos e ir integrándose en esta población cada vez con mejor soltura. Este atisbo de confianza que cada vez se fue consolidando más con todos sus nuevos parroquianos, le indujo junto a su esposa Gloria, a irse introduciendo como colaborador y participante de todas las ferias y eventos que se celebraban a lo largo del a?o por la población de Seva. Así participaban de las butifarradas o sardinadas que se celebraban por lo menos una vez al a?o y donde todo se lo preparaban entre todos los vecinos. Quiero decir que estos eventos consistían en situar unas impresionantes parrillas para asar lo que se terciara, generalmente butifarras o sardinas dependiendo de la ocasión, y a través de todo un embolado bien repleto de mesas y sillas, se participaba con todos los vecinos de cenas o comidas de hermandad. El ayuntamiento era el primero que colaboraba ofreciendo todo el material y en muchas ocasiones contratando a algún músico de esos correvidilles que tanto pululan yendo de pueblo en pueblo. Al final estos eventos de cofradía entre todos los vecinos se convertían en una auténtica fiesta donde la concordia y el bien estar se hacían cargo de la alegría de toda esta gente. Siempre se unían a estas comparsas tan bien llevadas, alguno de esos vecinos que se definían como los de fin de semana. Por lo demás allí en el pueblo, Fernando hizo de paleta, encofrador, pintor, electricista y un sinfín de actividades que antes nunca había realizado. Posiblemente a lo que menos recurrió fue a sus herramientas para manejar ningún vehículo estropeado, aunque poco a poco y a medida que iba siendo más conocido, si tuvo que recurrir en más de una ocasión a echarle una mano a algún vecino que no terminaba de saber qué es lo qué le pasaba a su coche. Esto todavía le permitió mayor acomodo dentro de ese reducto de tranquilidad que para él mismo se había creado. Su esposa Gloria atendía un impresionante jardín que poco a poco fue levantando. Empezó plantando rosas, pero ahora ya disponía de una serie de parterres que distinguían claramente un conjunto de gladiolos, jazmines y tulipanes, y sobre todo gardenias. También fue procurándose de unos bardales de boj componiendo unos setos que daban todavía mayor esplendor a su embrionario jardín. Incluso se aficionó por plantar también orégano, perejil, hierbabuena, romero y menta. Decía que era para disuadir a las hormigas, auténtico enemigo en un jardín. A la que descubría un hormiguero le introducía pieles de naranja porque en algún lugar había leído que las mondas liberan un aceite que se convierte en genuino insecticida. Fernando disfrutaba viendo tan activa a su mujer. ?l por su parte se construyó una barbacoa que le dio bastante trabajo pero estaba orgulloso de su obra. De hecho empezó preparando una buena solera de hormigón para sentarla bien. Fue levantando los bloques también de hormigón para poner los ladrillos largos y huecos que forjaran la base de la encimera. Lo tapó todo con cemento mientras colocaba toda una serie de ladrillos refractarios dejándolos bien tapados con cemento de mortero. Siguió levantando ladrillos colocando los soportes para la sujeción de la parrilla. Estaba tan cansado con la construcción de esta barbacoa que se decidió al final por ponerle una campana metálica que le encargó al mismo herrero de Seva y ya no se complicó más. Llegó a la conclusión que era divertido hacer de paleta, pero enfrentarse a la carpintería metálica ya era de armas tomar. Optó por la carpintería de madera, que pese a no tener gran experiencia no por eso rehuyó a fabricarse el mismo con troncos de árbol la mesa y las bandadas que hacían de asiento para los posibles comensales que vinieran a participar de esa tan elaborada barbacoa. Lo cierto es que tanto él como su esposa Gloria se sentían cada vez mejor participando de su nuevo entorno, sobre todo porque se estaban permitiendo desarrollar una serie de actividades que ni por asomo se podían ejercitar en la vida que habían llevado siempre por Barcelona. Como quiera que tampoco desde?aban para nada de participar en comidas o cenas en los dos restaurantes que había en Seva, cada vez se sintieron mejor integrados en ese núcleo que por ecuánime convivencia habían elegido para vivir definitivamente retirados de la sociedad normal que incumbe a cualquier persona. CAPITULO 9 o EP?LOGO Todo esto me lo contaba Guadalupe, la hija de Fernando y de Gloria que hacía más de dos a?os que se había divorciado de su marido. Me ha gustado mucho como le ha quedado esta biografía que ha realizado sobre la vida de mis padres – me comentaba. Datos no me han faltado. Me he limitado a ir recopilando todo cuanto me has ido contando y al final ha quedado lo que has leído.Muy bien. Me ha gustado mucho. No se ha dejado nada, por lo menos desde lo que yo le he podido contar. Además me ha gustado por el tono cómodo y alegre que le ha ido usted dando a todos los acontecimientos que han ido surgiendo por su vida. Sin extenderse en exceso y contándolo prácticamente todo. Es como me gusta hacer a mí las cosas. Pues lo ha conseguido. Igual un día le pido que prepare algo sobre mi propia vida. Cuando tú quieras. Me gusta hacer biografías. Mi vida no, que es muy triste. La parte buena ya ha quedado reflejada aquí, pero lo que no cuento mío es lo que sufrí con mi marido, eso prefiero guardármelo para mí. Las desgracias si no acaban bien, no tienen porque ser noticia para nadie.?Pero tan gordo fue lo tuyo?.Gordo no, pero no es agradable. Yo corté por la raíz. Ya hacía tiempo que lo notaba algo violento, además digería muy mal el alcohol y eso le daba muy mal carácter. Como ya lo veía venir, el día que me levantó la mano y pretendió atizarme, no solo conseguí esquivar la hostia sino que le dije para siempre ahí te quedas. Y ahí se quedó. Después todo el papeleo, porque yo ni me lo pensé. Hablé con un abogado que es amigo mío y él se encargó de hacer todos los trámites para el divorcio.?Así de fácil?.Más que fácil. Le presentaron los papeles y firmó sin decir ni mu. Me imagino que se daría cuenta que no había nada que hacer. Como tampoco había nada que repartir porque yo vivía en su casa, pues no hubo ni juicio ni nada. Se firmaron los papeles y ya está. ?Y no te piensas volver a casar?Ya veremos. De momento ni me lo planteo. Tengo muchos amigos eso sí es verdad, pero de eso a casarme es otro cantar. Y más después de haber tenido una mala experiencia. Porque cuando estás de novio todo es muy bonito, mucho mimo, mucho te quiero, pero después cuando sales del altar es como si fuera un si te he visto no me acuerdo. Yo no sé si todos los hombres son igual, que imagino que no, pero en mi caso mi hombre pegó un cambio desde el primer día que eso me ha dejado marcada. Se comprende. No se crea usted que es tan fácil de comprender estas cosas. Eso hay que vivirlo para poder explicarlo. Es como si los hombres una vez casados, de golpe y porrazo es como si pensaran que ya han conseguido lo que querían y a partir de ahí hay que hacer lo que a ellos les dé la gana. Y eso tampoco puede ser. Una se casa para compartir, para hablar, no sé, para estar cada uno en su sitio pero compaginando. No sé si me explico.Yo te entiendo. Pues eso. Yo ya sé que las mujeres somos como somos y los hombres también, pero de eso a querer decir que aquí el que manda soy yo, o aquí se hace lo que diga yo, me parece que hay algo que debe estar equivocado. Es cierto. Totalmente de acuerdo. Me alegro que lo comprenda, pero claro, usted no es mi pareja y desde fuera se ve todo muy bien. Es a partir de que una se enamora cuando empieza a cambiar todo. Yo ya no me fio de un hombre que me venga dando muchas caranto?as, alguna sí porque eso siempre se agradece, pero si se pone muy empalagoso, mejor no fiarse. No sé qué decir. Es que tampoco me puede decir nada. Eso hay que vivirlo, sino no se puede explicar. Si encima pillas a un hombre celoso, ya no cal que le explique más. Había que hacer siempre lo que él decía y encima no me dejaba estar con nadie. Mal negocio ese. En fin, se lo cuento porque ha salido el tema y usted de alguna manera con lo que ha escrito de mis padres me da cierta confianza, pero no se piense que voy contando esto a todo el mundo. Ya me hago cargo. Y yo que se lo agradezco. Créame, esta experiencia no se la deseo a ninguna mujer. Lógico. Es distinto el amor de mis padres. Eso sí que ha sido amor. También tuvo alguna contrapartida. En el libro la he descrito. Sí, pero eso fue algo puntual. Es verdad que fue algo muy fuerte por parte de mi madre, pero era tan grande el apego que ha habido siempre entre los dos, que hasta eso se perdona. Esto es lo bonito de la convivencia, saber entenderse, comprenderse, saber que cada uno es como es pero lo bonito esta en congeniarse. Pero congeniarse con todo, con lo bueno y con lo malo, sabiéndose comprender y sobre todo queriéndose. Eso sin lugar a dudas han sido mis padres, y ahí los tiene, felices que siguen los dos como si los días no pasaran para ellos. Pero los días sí que pasan. Esta es la pena, que la vida se acaba. Pero para mis padres, de verdad se?or Rosendo que no se tendría que acabar nunca. Es muy bonito oír hablar así.Es que es así como lo siento. Usted fíjese en ellos dos. Son pareja casi por pura casualidad. Nunca se buscaron el uno al otro. No es aquello típico de decir esta chica es mía y voy a por ella hasta que sea para mí, o al revés, este hombre es para mí y no pararé hasta conseguirlo. Ellos no. Ellos se encontraron por puro azar, se volvieron a ver después de un montón de a?os que no se veían, casi ni se conocían, todo partía de su infancia. Y por una casualidad, porque a mi padre le dio por volver a su tierra que era Cáceres, se encontró a mi madre, que además se la encontró como se la encontró. Se compadeció de ella porque esa era la verdad, y como tenía medios la ayudó. Pero todo esto sin pensar en hacer nada con ella más que ayudarla. Y ella igual. Ella accedió porque además lo necesitaba, pero solo con la intención de agradecerle a mi padre lo que estaba haciendo por ella, sin pensar tampoco en nada más. Nada de rollo entre ellos, ni nada más, solo eso, participaban de una situación que les venía bien a los dos. A mi padre por conciencia, a mi madre por necesidad. Así más o menos lo he entendido yo. Es que fue así. No había nada más. Mi madre se vino a Barcelona con mi abuela a bien seguro con la intención de hacer la operación y ya está. Que esa es otra. Mis padres no me contaron a mí su historia hasta que yo me separé. Que fue entonces cuando se enteró también mi hermano. Mis padres jamás nos hablaron de cómo se habían conocido. Tal vez por no molestarnos, o por no desvelar su secreto, pero nunca nos dijeron nada. Qué curioso.Fíjese usted si tenían clara la realidad de su existencia, que ni a sus propios hijos le contaron nunca nada. Me lo cuentan a mí cuando yo ya tengo veintitrés a?os y solo por eso, porque cuando ven que me he separado de mi marido, mi madre me lo contó casi como si fuera una necesidad para que yo entendiera como era el mundo de la pareja. ?Y cómo reaccionaste?.Pues cómo voy a reaccionar. Como reacciono ahora, queriéndoles cada día más. Usted imagínese que yo viendo a mis padres tan unidos, tan contentos, nunca me puse a pensar siquiera cómo se habían conocido. No sé, ya daba por hecho que todo tuvo que ser normal, y como nunca se habló de este tema, pues nada sabía. Pero cuando me enteré, por favor, eso es amor, eso es quererse, eso es entregarse. Y además que a nosotros, que a Joan y a mí, por parte de mis padres todo han sido buenos consejos y sobre todo ánimos. Tengo unos padres que es verdad que igual no me los merezco. Te los mereces posiblemente más que nadie. Esto también es verdad. Lo que yo quiero a mis padres es imposible de medir. Tan puestos ellos, sin obligar nunca a nada, estando siempre que han tenido que estar. Todo un ejemplo donde los haya, ya se lo digo yo. A veces miro a mi padre y solo pienso que no existe un hombre en el mundo como él. Por eso desde lo que me pasó con mi marido, que soy tan selectiva contra los hombres. Pero por lo menos viendo a tu padre, eres consciente de que no está todo acabado. Eso también es verdad, pero no encuentro a un hombre que sea como mi padre. Usted se puede creer que mi padre me explicó a mí que no dejo de ser una mujer, pues me explicó a mí como hija suya que soy, con pelos y se?ales que él sabía lo que estaba haciendo mi madre con el mejicano aquel, y me decía que él lo comprendía por eso que le he ido explicando para el libro, me decía que la quería tanto que comprendía perfectamente que ella tuviera esa necesidad porque él no había conseguido permitirle realizarse como mujer. ?Usted puede entender que pueda existir un hombre con tanta entereza, que tanto quiere a su mujer que comparte incluso sus debilidades?. Se tiene que querer mucho para hacer esto y no decir nada. Realmente un caso excepcional, esa es la verdad.Pues este es mi padre y por eso lo quiero tanto. Por eso y por otras muchas cosas, porque si hay algo que le doy gracias a Dios en esta vida, es por haberme dado un padre como el que tengo. No es para menos. Ya lo puede decir. Yo a veces lloró sola en esta cama que ve usted aquí, solo pensando en mi padre. Pero lloro de alegría. Lo veo paseando con esa cara de ángel que tiene, y lo recuerdo también trasteando con alguna moto, o me lo imagino tomando una cerveza con sus amigos, y me da por llorar. Pero lloro porque me da pena que se hayan ido tan lejos, por no tenerlos más cerca. Que tampoco es que quiera que vuelvan, pues ellos son muy felices allí donde están, que encima es el pueblo de donde era mi bisabuela. Ya ve usted, hasta puedo saber algo de mi bisabuela. Tengo una familia que es un cielo. ?Y cómo te contaba tu padre eso de tu madre con el mejicano?.Esa es la gracia de mi padre. Me lo contaba con toda normalidad. Con algo de pena, eso sí, pero pena más por mí que por él. A ver si me explico. ?l todo lo que hacía era explicarme la cantidad de cosas que pueden pasar en el mundo de la pareja, y entonces ponía la suya de ejemplo, pero todo explicado como si fuera un profesor en un colegio, con normalidad, no sé, algo así para que no me sintiera alborotada. Pero lo bueno es que mi madre por su cuenta un día también me explicó a mi toda esta aventura. En este caso lo hacía de mujer a mujer. También con tranquilidad. Eso es lo bueno. Mi madre me lo explicaba con la misma entereza. Era como si los dos cada uno por su lado, en todo momento hubieran sido conscientes de lo que hacían y por qué lo hacían. Pero lo bueno es que los dos fueran juiciosos cada uno a su manera de considerar que aquello era algo que podía pasar y entendieran también porque estaba pasando. Los dos procesaban el por qué de estos hechos siendo igual de reflexivos al considerar eso que le comento, que se habían conocido y después enamorado sin pasar por un noviazgo y al final habían conseguido quererse como no se quiere nadie. Pero claro, habían dejado algunos asuntos sin poder resolver, por ejemplo la personalidad o tal vez los deseos propios de cada cual. Llegar a estos extremos es algo que cuando lo cuentas, la gente no lo puede entender. Y no es porque lo cuente, esto solo ha sido solo un decir. Un suponé como le gusta decir a los andaluces. Ha estado bien este ejemplo de los andaluces.Sí, me hace gracia porque cuando voy a los estudios de televisión en Sant Cugat hay uno que es andaluz y siempre dice: eto e un poné, y a mí me hace mucha gracia. Me estoy permitiendo transcribir un poco la conversación que tuve con Guadalupe una vez concluida la biografía de sus padres. Todo esto estaba ocurriendo en el piso que tenía comprado Guadalupe en la calle Cerde?a de Barcelona muy próximo a la Sagrada Familia. Me había ella permitido entrar en su casa precisamente para hablar de este tema. Es verdad que entre ella y yo se generó una confianza para evitar cualquier prejuicio. Yo estaba muy a gusto hablando con ella mientras me tomaba una cerveza y fumaba mis cigarrillos. La suerte es que ella también era fumadora, y esto entre adictos al tabaco siempre se agradece. Me llama la atención todo lo que me cuentas. Tanto eso de que tus padres nunca os contaran la verdad de su matrimonio, como también que los dos por separado te hablaran del desliz que tuvo tu madre. Pero lo bueno es que yo nunca le he dicho a mi madre que ya me lo había contado mi padre, ni tampoco a mi padre que ya lo sabía por mi madre. No les dije nada. El primero que me lo contó fue mi padre cuando me separé. Pero después fue mi madre. No hubo mucho tiempo de diferencia, igual es porque mi madre veía a mi padre que entonces hablaba mucho conmigo, o no sé, a lo mejor es porque los dos están tan sincronizados entre ellos, que por eso coincidió. Pero yo tanto con uno como con la otra, siempre calladita. Yo escuchaba y no sabía nada. Siempre pensé que era lo mejor. Si ellos tienen esta cualidad de entenderse tan bien entre ellos y sobre todo quererse tanto, que esto no me canso nunca de repetirlo, para que va a entrar ahora una tercera persona a hacerse due?a de sus secretos. Muy inteligente por tu parte. Es que yo creo que es lo mejor. Mis padres se merecen el mayor de los respetos y eso ha de empezar por sus propios hijos. Ahora que yo, que me lo diga mi madre hasta lo encuentro normal pues las dos somos mujeres. Pero que me lo diga mi padre, eso todavía lo llevo en el corazón. Ya dices que son muy iguales ?no?.Iguales porque han conseguido hacer su unidad, que ellos son bien diferentes y vienen de situaciones bien distintas. Pero es eso, han sabido congeniarse tan bien que se quieren como nadie se quiere. Es algo para vivirlo, ya ve que hasta se me suben las lágrimas cuando hablo de ellos. Tranquila. Y cambiando un poco de tema. ?Tú ahora a qué te dedicas?.?Yo?. A lo de siempre. A la fotografía. En realidad soy reportera gráfica, pero hago también un montón de cosas. La verdad es que no paro, y tampoco me puedo quejar. Quiero decir que me gano bien la vida. No tenía ni idea a qué te dedicabas. Pues a eso. Colaboro con revistas y también algún periódico, pero también ando por la televisión y he estado incluso en el rodaje de dos películas. Ya le digo que no paro. A ver ahora con el suegro de mí hermano si también colaboro con las empresas de publicidad. Ahí se gana mucha pasta, y eso nunca le desagrada a nadie. Muy cierto. Sí. Ya me ha dicho Joan que algo me diría, aunque aun no me ha dicho nada. Pero bueno, hace muchos días que no nos vemos. La semana que viene igual lo veo. Me llamó el otro día por teléfono para que subiéramos este domingo a Seva a hacernos unas costillas de cordero con mis padres. Seguro que iré. Me encuentro muy bien cuando nos unimos toda la familia. Tendría que ver la barbacoa que se ha construido mi padre. Y si le digo del jardín que se ha montado mi madre, entonces sí que flipa. ?Tú hermano subirá con su esposa?.Hombre claro, la familia aumenta. Me parece que Lidia está pre?ada, pero solo me parece. Si va a tener un crío mejor, me encantaría ser la tía de los hijos de mi hermano. Además mis padres van locos para ser abuelos.Confiaron contigo. Es verdad que confiaron conmigo pero no pudo ser. Y no será porque yo no me lo haga, pero de eso a quedar pre?ada nada. No cal que me expliques a mí estas cosas. No se preocupe. Con usted tengo plena confianza. Además me encuentro bien contándole todo lo mío. Por esta cama han pasado unos cuantos, no se lo digo en broma. Pero nunca aparece el perfecto. El que se parezca un poco a tu padre. Exacto. Ese se ve que Dios solo ha puesto en la tierra a uno. Alguno saldrá. Igual sí, pero ahora aun no está en mi agenda. Bueno Guadalupe, para ir finiquitando – preferí que no siguiera abordando el tema que estaba relatando – Ya solo una pregunta. ?Toda esta información referente a tus padres de dónde la has sacado?.Eso la culpa la tiene Eulalia, la asistenta de casa de mis padres. Como resulta que yo desde muy peque?ita he pasado tantas horas con ella, pues ella me contaba y me contaba. Me hablaba de mi tío Joan, algo de mis abuelos, pero sobre todo de mis padres. Nunca jamás me explicó ni como se conocieron ni nada de eso de la cara de mi madre. Ella me hablaba del taller, mucho de mi tío Joan y eso, cosas de la vida de los dos cuando mi padre era soltero y después cuando se caso con mi madre, que me dijo que ella había sido la madrina. Nos reíamos mucho las dos cuando me contaba esto de la boda de mi padre. Y bueno, también me decía que mi padre aunque parecía muy catalán era de Cáceres y me hablaba de mi abuelo que se volvió loco cuando murió mi abuela. Lo que los dos eran de Cáceres era el único argumento que usaba Eulalia para decirme por qué se conocieron mis padres. Pero nunca me explicó lo de la operación en la cara de mi madre ni nada de todo eso. Solo que nació mi hermano, que después llegue yo y un poco todo lo que yo le he ido contando a usted. Vaya con la criada, buena fuente de información. Pues sí. Ella es en el fondo la culpable de todo lo que pone en este libro. Me decía que muchas cosas de las que me contaba es porque se las había dicho mi tío Joan, que me hubiera encantado poder conocerle. Todo esto ya me va cuadrando. Pero cuando me decidí a hablar con usted fue cuando me enteré de la verdad de mis padres. Ahí fue cuando yo misma me dije que eso debía quedar escrito para la eternidad. Y como yo me veo incapaz de escribir un libro, pues eso, por eso le fui a buscar a usted. Y ya ve que acerté, ahora por lo menos ese libro está hecho y yo he quedado encantada de cómo ha quedado. Mucho más ya no le puedo decir. Usted me pidió que yo le fuera pasando trazos de toda esta historia, y bueno, usted iba haciendo y ya ve lo bien que ha quedado. Te agradezco mucho la confianza que depositaste en mí. Yo a usted ya le conocía porque sabía que no es la primera vez que hacía estas cosas. Por eso no dude en ponerme en contacto con usted, y aquí está el resultado – me dirigía una agradable sonrisa. Y así acabó esta biografía de la familia Subirachs de Barcelona que regentaba un taller de reparación de coches y de motos, y que eran unos ingenieros mecánicos que dedicaron su vida a permitir que cualquier vehículo de motor sirva para recrear nuestra propia existencia. No sé hasta qué punto ha podido quedar del todo acertada esta historia, ni tampoco si habré conseguido hacerla más o menos entretenida, pero esto fue lo que pasó, y así he pretendido reflejarlo en esta obra que queda finalizada en Vidreres el día 16 de octubre del a?o 2015. ................
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