EL CONDE PARTINUPLÉS Ana Caro

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EL CONDE PARTINUPL?S

Ana Caro

Texto basado en el del manuscrito del siglo XVII encontrado en la Biblioteca Nacional de Madrid (MS-16.775). Este text fue editado con el apoyo del otro manuscrito (MS-17.189) y el de la edici?n

pr?ncipe en LAUREL DE COMEDIA DE DIFERENTES AUTORES, Parte 49. La edici?n fue preparada y generosamente regalado a este sitio en 1997 por Mar?a Jos? Delgado. Fue preparada

en HTML para ser presentada aqu? por Vern G. Williamsen in 1998.

Personas que hablan en ella:

El CONDE REY de Francia, viejo ROSAURA, dama ALDORA, su prima LISBELLA, dama GAUL?N, gracioso ROBERTO de Transilvania EDUARDO de Escocia FEDERICO de Polonia CLAUSO EMILIO, viejo GUILLERMO, viejo ARCEMIO, caballero Dos PESCADORES Acompa?amiento

JORNADA PRIMERA

ARCENIO: EMILIO: CLAUSO: EMILIO: ARCENIO:

EMILIO:

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Tocan cajas y clarines, y salen, empu?ando las espadas, ARCENIO, CLAUSO, y EMILIO, deteni?ndolos

Sucesor pide el imperio; d?nosle luego, que importa. Caballeros, reportad el furor que os apasiona. C?sese o pierda estos reinos. Esperad; raz?n os sobra. Pues si nos sobra raz?n, c?sese, o luego deponga el reino en quien nos gobierne. Rosaura es vuestra Se?ora

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ARCENIO: CLAUSO: ROSAURA: ARCENIO: CLAUSO: ROSAURA:

ARCENIO: EMILIO: ROSAURA: ARCENIO: ROSAURA:

EMILIO:

natural. Nadie lo niega...

toca al arma. Al arma toca.

Tocan al arma y salen ROSAURA y ALDORA, y en vi?ndola, se turban

Mot?n injusto, tened... ?d?nde v?is?

Yo, no... Se?ora...

?No habl?is? ?no me respond?is? ?qu? es esto? ?qui?n os enoja? ?qui?n vuestro sosiego inquieta? ?Qui?n vuestra paz desazona? Pues, ?c?mo de mi palacio el silencio se alborota, la inmunidad se profana, la sacra ley se derroga? ?Qu? es esto, vasallos m?os? ?Hay acaso en nuestras costas enemigos? ?Han venido de Persia b?rbaras tropas a perturbar nuestra paz, envidiosos de mis glorias? Decidme qu? es; porque yo, atrevida y fervorosa, con vosotros, imitando las ilustres amazonas, saldr? a defender, valiente, de estos reinos la corona, y a?n ofrecer? la vida con resoluci?n heroica, porque vosotros goc?is la parte que en esa os toca, pac?ficos y contentos. No hag?is, por mi amor, ociosa la raz?n de vuestro enojo, en el silencio que estorba en mi atenci?n el informe; hablad.

?Qu? cuerda! ?Qu? hermosa!

No me negu?is la ocasi?n del disgusto.

Gran Se?ora, bell?sima emperatriz, nuestro delito perdona; que t? sola eres la causa. Sea agravio, sea lisonja de vuestro amor, el ser yo, vasallos, la causa sola; pues est? mi conf?anza de vuestra lealtad heroica satisfecha felizmente, advertid que se malogra la intenci?n mientras la ignoro; responded.

Rosaura hermosa, yo dir? a lo que han venido; perdonad y oye, Se?ora.

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ROSAURA:

ALDORA: ROSAURA: EMILIO: ROSAURA:

Ya sab?is la obligaci?n

con que de estos reinos gozas,

y que por ella es preciso

tomar estado. No ignoras

tampoco que te ha pedido

tu imperio que te dispongas

a casarte, y te ha propuesto

el pr?ncipe de Polonia,

el de Chipre y Transilvania,

Ingalaterra y Escocia.

C?sate, pues que no es justo

que dejes pasar la aurora

de tu edad tierna, aguardando

de que de tu sol se ponga.

?sta es inolvidable ley,

y en tus a?os tan costosa,

que, a no de ejecutarla, dicen

que hab?as de ver tu corona

dividida en varios bandos,

y arriesgada tu persona.

Elige esposo, primero,

que la fe jurada rompa;

porque, de no hacerlo as?,

tu majestad se disponga

a defenderse de un vulgo,

conspirado en causa propia.

Yo te aconsejo, yo, justo;

t?, emperatriz, mira ahora

si te importa el libre estado,

o si el casarte te importa.

(No s? c?mo responderle;

Aparte

tanto el enojo me ahoga,

que est?n bebiendo los ojos

del coraz?n la ponzo?a.

?Hay tan grande atrevimiento!

?Hay locura tan impropia!

?Que ?stos mi decoro ofendan!

?Que as? a mi valor se opongan!

pero no tiene remedio;

porque si las armas toman,

y quieren negar, ingratos,

la obediencia y la corona...

?C?mo puedo? ?c?mo puedo,

siendo muchos y yo sola,

defenderme? y no les falta

raz?n) ?Ay querida Aldora,

si yo te hubiera cre?do!

?qu? har??

Responde amorosa

que un a?o te den de plazo,

y que si al fin d?l no tomas

estado, les das licencia

para que el reino dispongan

a su elecci?n.

(?Ah vasallos! Aparte

si sois traidores, ?qu? importa

rendiros con beneficios

ni obligaros con lisonjas?)

Gran Se?ora, ?qu? respondes?

Agradecida y dudosa

del afecto y la elecci?n,

me detuve, mas agora

quiero que escuch?is, vasallos,

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porque os quiero hacer notoria la causa que ha tanto tiempo, que mis designios estorba.

Ya sab?is que este imperio, generoso esplendor del hemisferio, obedeci? por due?o soberano al insigne Aureliano mi padre, y que fue herencia de su real y antigua descendencia. Tambi?n sabr?is c?mo mi madre hermosa sin sucesi?n dichosa estuvo largo tiempo, y que los cielos con devotos desvelos, los dos importunaban, mas, ?justas peticiones que no acaban! ya se ve, pues hicieron tanto efecto las generosas quejas de su afecto, que el cielo o compasivo o obligado, les vino a dar el fruto deseado; mas, fue con la pensi?n, ?Oh infeliz suerte de la temprana muerte de aquella hermosa aurora del Puzol. Rosimunda, mi Se?ora, que de mi tierna vida, al primer paso la luz oscureci? en mortal ocaso, dando causa a comunes sentimientos. Ya lo sab?is, pues, escuchadme atentos. Qued? el Emperador, mi padre amado, con golpe tan pesado, desde aquel triste d?a, ajeno de alegr?a; mas viendo su presencia, a pique de perderse en la experiencia de dolor tan esquivo, dio al pesar, ni bien muerto ni bien vivo, treguas, como cristiano, pues fuera intento vano ser su mismo homicida, no pudiendo animar la muerta vida de su adorada esposa; suspendi?, en fin, la pena lastimosa, y quiso, de mis dichas mal seguro, investigar del tiempo lo futuro. Consult? las estrellas, mir? el influjo de sus luces bellas, escudri?? curioso el ben?volo aspecto, o riguroso de Venus, Marte, J?piter, D?ana, antorchas de esa esfera soberana, o llamas de ese globo turquesado, que, es de varios astr?logos mirado, me pronostican de opini?n iguales, mil sucesos fatales; y todos dan por verdadero anuncio, --?Con qu? temor, ay cielos, lo pronuncio!-que un hombre, --?fiero da?o!-le tratar?a a mi verdad enga?o, rompi?ndome la fe por ?l jurada, y que si en este tiempo reparada no fuese por mi industria esta corona, riesgo corr?an ella y mi persona; porque este hombre enga?oso,

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EMILIO:

con palabra de esposo, quebrantando despu?s la fe debida, el fin ocasionara de mi vida. Supe despu?s, --?ay triste!-- de sus labios, de mi adversa fortuna los agravios; y as?, por no perderos y perderme, no he querido, vasallos, resolverme jam?s a elegir due?o. Mas ya, que me pon?is en este empe?o --sea o no sea justo--, a daros rey me ajusto. Sepa el de Transilvania, Chipre, Escocia, y Albania, Polonia, Ingalaterra, que me podr? rendir, mas no por guerra; que esta dulce conquista, s?lo ha de conseguirse con la vista de una firme asistencia, blandura, agrado, amor, correspondencia; obliguen, galanteen, escriban, hablen, sirvan y paseen; rendir?n mi desd?n con su porf?a, obligar?n mi altiva bizarr?a; y en tanto, yo, advertida y desvelada, huir? aquella amenaza anticipada, examinando el m?s constante y firme; pues es fuerza rendirme al yugo de Himeneo, que temo y que deseo por s?lo asegurar vuestro cuidado. Alcance, pues, mi amor en vuestro agrado, para determinarme a morirme o casarme, s?lo un a?o de t?rmino preciso; y si al fin de ?l hall?redes remiso mi temeroso intento, o me obligad por fuerza al casamiento, o elegid rey extra?o. ..................................... Todos sois nobles y vasallos m?os; ayudadme a vencer los desvar?os de mi suerte inhumana, pues soy vuestra Se?ora soberana. Examinemos qui?n ser? el ingrato, que ha de enga?arme con perjuro trato; busquemos modo, suerte, para hu?r el influjo adverso y fuerte de aquella profec?a esquiva, acerba cuyo rigor cobarde el alma observa. ?ste es, nobles, mi intento; ?ste es mi pensamiento; ?ste mi ruego y estos mis temores; estos, de mi fortuna los rigores; y ?sta, la ejecuci?n con que restaura tan triste amago, la infeliz Rosaura. Emperatriz hermosa, tu pena lastimosa sentimos como es justo; y as?, tu majestad haga su gusto, y repare ese da?o en el plazo de un a?o, y en ?l haga experiencia de la fe, la lealtad y la obediencia

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ROSAURA: EMILIO: ALDORA: ROSAURA:

ALDORA:

con que ha de hallar rendidas, de sus vasallos las honradas vidas. Aqueste parecer de mi fe arguyo; ahora vuestra alteza diga el suyo; avise de su intento. Sea como os he dicho.

Pues, contento estoy con esto, el reino se restaura; ?Viva la emperatriz, viva Rosaura! ?Tu nombre en bronce eterno el tiempo escriba! ?Viva la emperatriz! ?Rosaura viva!

Tocan cajas y vanse

Suspensa, prima, has quedado. No tengo, Aldora, no tengo satisfacci?n de mi suerte. Aquellos anuncios temo, y no s? si he de elegir algun ingrato por due?o, que el alma que me amenaza sea b?rbaro instrumento. Quisiera yo, prima m?a, ver y conocer primero estos caballeros que mis vasallos me han propuesto, y si de alguno me agrada el arte, presencia e ingenio, saberle la condici?n, y verle el alma hacia dentro, el coraz?n, el agrado, discurso y entendimiento, penetrarle la intenci?n, examinarle el concepto de su pecho, en lo apacible, o ya ambicioso o ya necio. Mas, si nada de esto puedo saber, y me he de arrogar al mar profundo y soberbio de elegir por due?o a un hombre que ha de regir el imperio del alma con libertad, o ya ambicioso, o ya ciego, ?qu? gusto puedo tener cuando, --?ay Dios!-- me considero esclava, siendo Se?ora, y vasalla, siendo due?o? Discretamente discurres; mas es imposible intento penetrar los corazones y del alma los secretos. Lo mas que hoy puedo hacer por ti, pues sabes mi ingenio en cuanto a la m?gica arte, es ense?arte primero, en aparentes personas, estos pr?ncipes propuestos; y si es fuerza conocer las causas por los efectos, viendo en lo que se ejercitan, ser? f?cil presupuesto saber cu?l es entendido,

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ROSAURA:

ALDORA: ROSAURA: ALDORA:

ROSAURA: ALDORA:

ROSAURA: ALDORA:

cu?l arrogante o modesto, cu?l discreto y estudioso, cu?l amoroso, o cu?l tierno; y as? mismo es contingente inclinarte a alguno de ellos antes que con sus presencias tenga tu decoro empe?o, no atrevi?ndose a elegir. ?Oh Aldora, cu?nto te debo! si hacer quieres lo que dices, presto, prima, presto, presto; pues sabes que las mujeres, pecamos en el extremo de curiosas de ordinario. Ejercita tus portentos; ejecuta tus prodigios, que ya me muero por verlos. Presto lo ver?s; atiende. Con toda el alma te atiendo. ?Esp?ritus infelices! que en el espantoso reino habit?is por esas negras llamas, sin luz y con fuego, os conjuro, apremio y mando que juntos mostr?is a un tiempo, de la suerte que estuvieren, a los pr?ncipes excelsos, de Polonia a Federico, de Transilvania a Roberto, de Escocia a Eduardo, de Francia Partinupl?s..., ?bastan estos? S?, prima; admirada estoy. Ea, haced que en breve tiempo, en aparentes figuras, sean de mi vista objetos.

Vu?lvese el teatro y desc?brense los cuatro de la manera que los nombra

V?lgame el cielo, ?qu? miro, hermosa Aldora? ?qu? es esto? ?ste que miras gal?n, que en la luna de un espejo, traslada las perfecciones del bizarro, airoso cuerpo, es Federico, polonio.

Va se?alando a cada uno

Aqu?ste que est? leyendo estudioso y divertido, es Eduardo, del reino de Escocia, pr?ncipe noble, sabio, ingenioso y discreto, fil?sofo y judiciario. Aqu?l, que de limpio acero adorna el pecho gallardo, es el valiente Roberto, pr?ncipe de Transilvania. El que all? se ve suspenso o entretenido, mirando

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ROSAURA: ALDORA: ROSAURA:

ALDORA: ROSAURA: ALDORA: ROSAURA:

el sol de un retrato bello, es Partinupl?s famoso, de Francia noble heredero, por sobrino de su rey, que le ofrece en casamiento a Lisbella, prima suya; pr?ncipe noble, modesto, apacible, cortesano, valiente, animoso y cuerdo. ?ste es m?s digno de ser entre los dem?s, tu due?o, a no estar, --como te he dicho-tratado su casamiento con Lisbella.

?Con Lisbella? por eso, Aldora, por eso me lleva la inclinaci?n aquel hombre.

Impedimiento tiene, a ser lo que te digo. ?Ay Aldora! a no tenerlo, otro me agradara, otro fuera, en mi grandeza, empe?o de importancia su elecci?n; pero, si lo miro ajeno, ?c?mo es posible dejar, por envidia o por deseo, de intentar un imposible, a?n siendo sus gracias menos?

Vu?lvase el teatro como antes y c?brese todo

Ya se ausent?, y a mis ojos falta el agradable objeto de su vista, y queda el alma, ?dir? en la pena o tormento? digo en el tormento y pena de su ausencia y de mis celos. No s? si le llame amor, Rosaura, a tu arrojamiento, y parece desatino. Que es desatino confieso. ?No es gal?n el de Polonia? ?no es el de Escocia discreto, gallardo el de Transilvania? Si consulta con su espejo el de Polonia sus gracias, y est? de ellas satisfecho; ?c?mo podra para m? tener, Aldora, requiebros? Si es fil?sofo el de Escocia, judiciario y estrellero; ?c?mo podr? acariciarme, ocupado el pensamiento y el tiempo siempre en estudio? Y si es tan bravo Roberto; ?qui?n duda que batir? de mi pecho el muro tierno con fuerzas y tiran?as, siendo quiz? el monstruo fiero que amenaza la ru?na

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