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 SOBRE LA RELACI?N CON LOS PERSONAJES“Carta de despedida a Andrés”por Maite AlberdiTexto escrito para Revista EL S?BADO luego de la inesperada muerte del protagonista de “Los ni?os” Andrés Martínez.Suelen preguntarme y suelo preguntarme, si me interesa hacer ficción. Mi respuesta siempre es negativa, me parece fascinante entrar a la sala de cine y vivir la experiencia de los personajes como propia, creyendo ciegamente en ese mundo construido. Siempre me ha gustado la idea del cine como una fábrica de experiencias, el director de ficción es un mago que construye con artificios un mundo que se transforma en realidad en la pantalla, pero a mi no me interesa ser ese mago. ?Para qué? Si filmando la realidad me lleno de experiencias fuera de la pantalla, los documentales son para mí una excusa para nutrir mi propia vida de experiencias.Yo no vivo la catarsis de los personajes sólo en la pantalla, comparto mi vida con ellos, cada documental me acerca a un mundo que jamás habría conocido sin la excusa de hacer una película. Vivo mucho tiempo con los personajes y observo situaciones que pertenecen a la vida de otros, pero que con el paso del tiempo también forman parte de mi vida. Yo no soy un mago, yo soy un espía que se infiltra a compartir por un tiempo la experiencia de otros, yo no construyo la realidad en la pantalla. Por el contrario, la vuelvo una ficción en el montaje al unir un plano con otro, pero todo lo que sucedió realmente sucedió, no lo decidí yo, lo vivo con ellos. La vida de los personajes fue su vida, yo apago la cámara, y la historia continúa porque la vida de ellos sigue, no se queda ahí sólo en la película. Es como si el personaje de la novela existiera realmente, entonces siempre me pregunto ?Hasta dónde los acompa?o si uno podría escribir eternamente sobre él? ?Cómo me despego y me despido de esa vida a la que ya me acostumbré? No me gustan los cambios, ni las despedidas, quizás por eso también filmo harto tiempo. Me cuesta decidir cuándo abandonar ese mundo del cual fui parte. Dónde se termina de filmar la película si la vida de los protagonistas continúa, y uno seguirá involucrado con ellos, ya no en el cotidiano, pero hay un vínculo que queda para siempre porque compartimos una historia. Es como con los amigos del colegio, es mucho tiempo compartido, uno va a vivir nuevas historias, pero nada compite con el tiempo juntos. Gracias a los documentales mis aprendizajes crecen, mi historia personal se extiende porque se llena de historias de los otros, las alegrías de los personajes también se vuelven mis alegrías porque estoy compartiendo con ellos, y sus sufrimientos también son mis penas. Así mis cari?os se extienden, y voy teniendo muchas familias nuevas, de cada película que filmé, de cada mundo nuevo en el que me infiltré. Hace un par de semanas el dolor que vivían mis personajes, se transformó también en mi dolor. A todos nos tocó despedir a Andrés Martínez, uno de los protagonistas de “Los ni?os”. Fue una muerte abrupta, que nadie esperaba, menos su novia Anita que seguía so?ando con el matrimonio y que no tuvo tiempo para despedirse. Cuando conocí a Andrés, él me hizo replantearme todas mis concepciones sobre el “Síndrome de Down”, y sobre la discapacidad, si bien era un tema cercano para mí, yo tendía a pensar que todos eran como mi tía. Con él a ratos se me olvidaba completamente que tenía Síndrome de Down, tenía la sensación de que estaba en un cuerpo prestado, porque rompía todos los cánones y los lugares comunes que te podían decir sobre el tema. De hecho, él odiaba que le dijeran que tenía SD, decía que “él no era eso”, se enojaba, y durante todo el tiempo que filmé nunca lo asumió. Quizás yo tampoco. Antes de hacer la película, mis referentes eran mi tía Francisca, que es bastante literal, le gusta el orden, la estructura, y agradece la rutina. ?l en cambio tenía un humor que sorprendía a cada instante, que te hacía reír naturalmente con cada salida manejando un nivel de ironía y de originalidad en el doble sentido que me dejaba perpleja, era genuinamente gracioso. La última vez que tuve que hacer prensa con él promocionando la película, fuimos a un programa de TV, “Cara a Cara” de Tomás Cox. Al llegar supe que estaríamos todo el programa, y yo no sabía si podíamos aguantar una hora al aire los tres, Anita, Andrés y yo. Tomás Cox le supo dar a cada uno sus tiempos, y Andrés que era un gran político se manejó a la perfección, cuando sintió que había que subir el rating, conscientemente le pide matrimonio a Anita en cámara (escena que yo había visto muchas veces antes). Y Cox le pregunta después de esto, si hay algo que él quiera decir a su suegra en este momento. Todos muy solemnes esperamos su respuesta. Andrés muy formal le responde, “Sí, aquí delante de ti Tomás, delante de Maite aquí presente, a esta cámara, le quiero decir suegra, por favor, déjeme tomar pichuncho” Y explicó que era lo suficientemente adulto para tomar alcohol. Esperábamos que dijera, suegra déjeme casarme con Anita, pero nada. Esas eran sus salidas. Una de mis escenas favoritas de “Los ni?os” es cuando le va a comprar un anillo de compromiso a Anita, ese momento está lleno de sutilezas que sé que sólo entendemos quienes lo conocíamos. El vendedor le dice que cuesta 50.000 pesos, él le da 5.000. El vendedor le dice que no le alcanza, él pregunta: “?Bueno qué hacemos entonces?” Muchos al ver ese momento piensan que Andrés no se daba cuenta que no le alcanzaba la plata. Para nada, sabía perfecto que no le alcanzaba, estaba tratando de que se lo regalaran. Después llama a su sobrina para pedirle plata prestada para comprar el anillo, y le dice que cuesta 60.000. Diez mil más del precio, para hacer su peque?o recorte. La situación fue mucho más larga de lo que aparece en la película, después fue local por local tratando de convencer a vendedores que les regalaran un anillo, tratando de causar lástima contaba historias trágicas e inventadas sobre su vida. Hasta que logró que una vendedora amable le dijera que si él iba a trabajar con ella haciendo el anillo, ella se lo regalaba, así fue. Muchas veces yo no sabía si lo que hablaba era verdad o se lo inventaba, pero no me importaba. Trataba de invitar a sus amigos a cafés con piernas (mi marido siempre quiso aceptar sus invitaciones nos quedó eso pendiente) , a los que no sé si realmente había ido o no, celaba a la Anita con sus experiencias sexuales anteriores, que tampoco sé si eran verdad o no, te hablaba de carrete a los que había ido y se había emborrachado. En realidad no importaba nada si era ficción o realidad. Así como a mí tampoco me importa encasillar las películas, son ficción o documental, no importa, son películas. Uno quería estar con Andrés porque era un gozador, me quedé llena de sus frases “está bueno eso”, “vamos a tirar la parrilla por la ventana”, “cacheteo”, todas ligadas a pasarlo bien, no sé si lo pasó realmente mal, tuvo penas pero siempre se quedó con lo bueno. Se adaptaba, le tocó vivir con muchos hermanos, y se adaptó a cada casa y a cada vida, mejor que muchos. Convirtiéndose así en consejero de tanta gente. Sabía cómo comportarse en cada situación, una de sus sobrinas me comentaba que cada uno de sus familiares tiene una percepción distinta de él, porque todos tuvieron relaciones únicas, era inclasificable. Rompía la idea del “angelito”, nos alegraba la vida, pero me ense?ó que no se puede encasillar a las personas con Síndrome de Down, cada uno tiene su propio mundo, su individualidad y su propia personalidad. Siendo tal el nivel de diversidad que creo que no se puede hablar de las necesidades generales que tienen las personas con capacidades diferentes, cada uno tiene sus propias demandas. Andrés fue el primero en mostrarme y ense?arme eso, y romper para mí todos los estereotipos. Creo que eso es lo que uno busca en la vida, y en el cine, personajes particulares que salgan de la norma, que no sean lo que uno espera de ellos, porque uno quiere vivir esas situaciones únicas. Después de que vio la película sí se produjo un cambio enorme en él, que yo no esperaba. No le volvió a molestar que le dijeran que tenía Síndrome de Down, lo asumió como orgullo, como una causa, se sentía orgulloso de mostrar su historia, y de trabajar por el tema, no lo negó más. Desde que lo despedimos he repasado harto la película y me di cuenta que es el único personaje que se despide, inconscientemente “Los ni?os” termina sin él, le dice adiós a cada uno de sus compa?eros y a su novia Anita. En un plano donde todos deben seguir en el colegio viviendo la misma rutina, que jamás será igual porque él no está, y ahora esa ausencia es profunda. Hay una metáfora de lo que estamos viviendo quienes lo quisimos, el mundo sigue andando pero sin un ser querido, y para el resto el mundo no cambia, sólo cambia para uno, y es abismante ver cómo todo sigue funcionando igual. Así termina la película, y paradójicamente el único que habla de la muerte es Andrés. Para consolar a Anita por la muerte de su padre le dice: “Mis papás ya no están conmigo, yo los llevo en mi corazón. La muerte no existe, lo que existe de verdad es tener a las personas en el corazón.” Anita se quedó con eso, no quiso ir al funeral de su papá, y nunca ha ido a ninguno de su familia. Pero para despedir a Andrés ahí estaba, en lo que respecta a su novio siempre ha sido impredecible, pese a su dolor profundo, estaba entera consolando a quienes se quebraban. Le dijo fuerte y claro delante de todos, que se amarán siempre y se juntarán en la eternidad, su amor seguirá existiendo.Las películas para los documentalistas no se terminan en el último plano, en este caso, vivimos una muerte fuera de cuadro, la película continúa para nosotros, porque esas vidas continúan y nuestra relación con los protagonistas también. Se corta el relato cinematográfico, pero no mi experiencia con los personajes. Las despedidas suceden dentro o fuera de la pantalla, en el caso de mi abuela fue durante la filmación de “La Once” y su carta de despedida para sus amigas, con una oración de San Agustín también me recordó las palabras de Andrés: “…La vida que compartimos con amor, queda como fue. Lo que fuimos el uno para el otro aún es así. Mencionenme como siempre. Hablen de mi como siempre y no en forma diferente. Ríanse de las cosas que siempre nos hicieron reír… ?Acaso voy a desaparecer de tu vida porque no me ves?” Andrés amó, gozó, río, y con eso nos quedamos todos que lo recordamos con una sonrisa. El cine me permitió tener a mi abuela viva para siempre, tener a Andrés en tiempo presente, cada vez que los extra?o pongo play y ahí aparecen, como si todavía estuvieran aquí. Ese es el valor para mí de filmar el hoy, tener un archivo en el ma?ana que uno no lo dimensiona cuando lo está viviendo en presente. Estaré eternamente agradecida de cada uno de mis personajes por dejarme vivir otras vidas, y hoy especialmente de Andrés y su familia por haberme dejado entrar, por permitir tener una cámara encima a lo largo de un a?o, y por dejarme ser parte de un momento de su vida, que también se transformó en mi vida. Por eso vale la pena hacer documentales, porque los directores probablemente vivimos más dolores pero también tenemos muchos más amores que los que tendríamos sin vivir vidas prestadas. ................
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