III EL ESPAÑOL DE LOS ESTADOS UNIDOS - Instituto Cervantes

III EL ESPA?OL DE LOS ESTADOS UNIDOS

Caracterizaci?n del espa?ol patrimonial Francisco Moreno Fern?ndez Dialectolog?a hisp?nica de los Estados Unidos Francisco Moreno Fern?ndez El llamado espanglish Ricardo Otheguy

Caracterizaci?n del espa?ol patrimonial

Francisco Moreno Fern?ndez

Introducci?n

El devenir de la lengua espa?ola en los Estados Unidos de Am?rica ha sido hist?ricamente muy complejo. Esto es as? porque las condiciones demogr?ficas, econ?micas, geogr?ficas, sociales y ling??sticas que ah? se han dado cita no se encuentran por igual en ninguna otra latitud del mundo hispanohablante. En el actual territorio de ese pa?s, el espa?ol ha tenido una presencia continuada desde el siglo XVI hasta nuestros d?as, pero de hecho tal continuidad solamente puede evocarse en t?rminos muy gen?ricos porque la lengua espa?ola no ha disfrutado de una evoluci?n socioecon?mica lineal, ni de una geograf?a compacta, ni de una demograf?a estable, ni de unas referencias socioling??sticas constantes a lo largo de la historia. Todo ello ha operado y se ha manifestado de un modo tan discontinuo que hace imposible explicar con brevedad por qu? este espa?ol es como es en la actualidad. Por esta raz?n, no resulta descabellado proceder mediante aproximaciones parciales, con la seguridad de que las partes atesoran un gran valor intr?nseco y lo aportan a la configuraci?n del panorama general.

El objeto que estas p?ginas abordan tiene que ver con el espa?ol m?s antiguo, con el que m?s larga presencia ha tenido en el pasado, aunque probablemente sea el que menos consistencia geogr?fica y demogr?fica tenga en el presente. Este espa?ol ha recibido varias denominaciones: Lope Blanch lo llam? `espa?ol tradicional'; John Lipski se refiere a ?l como `espa?ol vestigial'. Aqu? hablaremos de `espa?ol patrimonial' por pertenecer a los Estados Unidos por raz?n de sus antepasados, el espa?ol hist?rico de Nuevo M?xico, Colorado, Arizona, Texas y Luisiana.

Para conocer los entresijos del espa?ol patrimonial es preciso delimitar el espacio y el tiempo en los que se ha manifestado y, seguidamente, proceder a su caracterizaci?n ling??stica y socioling??stica, a partir de los estudios realizados desde la ling??stica hisp?nica. Entre ellos, resultan de especial utilidad, por su cantidad y modernidad, los materiales aportados en la obra El espa?ol en el Sur de los Estados Unidos, de Manuel Alvar (2000), materiales recogidos entre 1990 y 1996 sobre cuestiones fon?ticas, morfol?gicas, sint?cticas y l?xicas. Pero tambi?n resultan valios?simas otras fuentes de informaci?n. Algunas de ellas son anteriores a la constituci?n del estado de Nuevo M?xico (1912), como el conocido estudio de Aurelio M. Espinosa, publicado a partir de 1909; otras fuentes nos explican qu? procesos han experimentado estas hablas patrimoniales en las ?ltimas d?cadas. Entre esos procesos cabe incluir hasta la disoluci?n de estas variedades. ?A causa del ingl?s? As? es, pero tambi?n por la din?mica socioling??stica de la propia lengua espa?ola. Veamos c?mo ha sido la historia.

Historia y geograf?a del espa?ol patrimonial de los Estados Unidos

Es una realidad que la lengua espa?ola lleg? al territorio de los Estados Unidos en 1528, cuando el inefable ?lvar N??ez Cabeza de Vaca comenz? en la Florida un largo viaje de exploraci?n que concluir?a ocho a?os despu?s en Culiac?n, ya en M?xico. Era esta la primera expedici?n espa?ola que recorr?a el sur del pa?s actual. Para explorar la costa de la Florida, P?nfilo de Narv?ez parti? por mar desde Tampa, con la mala fortuna de que un hurac?n hizo naufragar la expedici?n, de la que solo sobrevivieron Cabeza de Vaca, un africano llamado Esteban y dos m?s (Obreg?n, 1584: 177-179). El peque?o grupo se aden-

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tr? en el desierto desde la costa y fue recorriendo tierras de Texas (por la zona de las actuales Austin y San Antonio) y de Nuevo M?xico (actual El Paso), hasta llegar a Culiac?n (Udall, 1987: 49 y sigs.). En el camino, fueron encontrando indicios que parec?an dar visos de realidad a la leyenda de las siete ciudades de C?bola, aliciente que llev? a organizar las expediciones de Francisco V?zquez de Coronado a partir de 1540.

Los siglos XVI y XVII: las bases ling??sticas

La primera presencia del espa?ol en estas tierras norteamericanas constituye un per?odo que se cierra en 1597, coincidiendo con el inicio de las expediciones de Juan de O?ate (Villagr?, 1610; Bolton, 1916; Kessell, 2002). En lo que se refiere a la configuraci?n del espa?ol patrimonial, sin embargo, no puede decirse demasiado de esa etapa. En realidad, la llegada de hispanohablantes, aunque cargada de simbolismo, fue m?nima y del todo punto insuficiente para crear una nueva comunidad de habla. Sencillamente, ese espa?ol `norteamericano' del siglo XVI no fue m?s que la suma de las modalidades ling??sticas de los exploradores, marinos y soldados que fueron llegando a la regi?n, unos de Castilla (como Narv?ez), otros de Andaluc?a (como Cabeza de Vaca) o de lugares diferentes. Ello no niega que se produjeran hechos ling??sticos relevantes.

Desde el punto de vista comunicativo, este per?odo tiene dos aspectos de singular inter?s. Uno de ellos es el de la interacci?n con los indios, que debi? ser por medio de se?as y otros signos, como las pinturas, plumas y cascabeles que utilizaba el negro Esteban, que tambi?n viaj? con Coronado y que ante los nativos representaba el papel de cham?n de los expedicionarios. Las dificultades comunicativas se debieron al hecho de no contar con int?rpretes (lenguas) en los primeros contactos, as? como a la heterogeneidad ling??stica del territorio: Cabeza de Vaca lleg? a comentar las mil diferencias que hab?a entre las lenguas de los indios que encontr? en su expedici?n por Texas y Nuevo M?xico (Cabeza de Vaca, 1542; Martinell, 1992: 157).

El segundo aspecto comunicativo de inter?s fue la supuesta concreci?n del mito de C?bola, especialmente por boca y pluma del fraile franciscano Marcos de Niza, mito que se derrumb? por completo ante los testimonios de Coronado. Una frase de L?pez de G?mara lo resume muy bien:`Las riquezas de su reino es no tener que comer ni que vestir, durando la nieve siete meses' (1552: 304). Un factor que contribuy? a la verosimilitud del mito, portugu?s en su origen, fue el hecho de que entre los aztecas existiera tambi?n una leyenda que hablaba de antepasados que hab?an habitado siete cuevas (Ram?rez Alvarado, 1998: 6). Los ind?genas americanos pudieron hacer referencia a ello en sus rudimentarias interacciones con los espa?oles, pero no puede decirse que esos intercambios comunicativos supusieran la existencia de una comunidad ling??stica establecida, ni que existiera un proceso de difusi?n de la lengua espa?ola. A?n no. El car?cter incipiente y testimonial de ese primer espa?ol de la zona queda bien reflejado en una manifestaci?n ling??stica que, por otro lado, representa el fin del per?odo de expediciones y el inicio del de asentamientos. Se trata de la m?s antigua inscripci?n que se conserva del espa?ol --y de una lengua europea-- en Am?rica: es de 1605, se localiza en `El Morro' y reza, con un tono que se antoja poco original: `Pas? por aqu? el adelantado don Juan de O?ate'. Por all? pas? y con ?l, su lengua espa?ola.

Con todo, si la historia pol?tica del espa?ol en tierras de la Nueba Mexico arranca ya en el siglo XVI, su historia social y socioling??stica no se inicia hasta que comienzan a establecerse grupos de poblaci?n con visos de permanencia, por escueta que fuera su dimensi?n. Efectivamente, a finales del XVI y principios del XVII se inicia el levantamiento de peque?os poblados o rancher?as en el territorio del actual estado de Nuevo M?xico, principalmente entre las ciudades de Socorro, en el centro, y de Taos, al norte, con la referencia principal de Santa Fe, fundada entre 1607 y 1610, desde donde se gobern? la regi?n. El pri-

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mer asentamiento fue la Colonia de San Juan, creada en 1598 por Juan de O?ate, que tambi?n fue el primer gobernador de Nuevo M?xico. Esa zona es el coraz?n del territorio donde, durante siglos, se ha venido utilizando el espa?ol patrimonial, el m?s antiguo, de los Estados Unidos. Sus l?mites alcanzaron las tierras de Colorado al norte, de Arizona al oeste y de Texas al sur. La poblaci?n del territorio de Nuevo M?xico a lo largo del siglo XVII apenas lleg? a superar los 2.000 habitantes. Se tienen noticias de que, en 1680, el n?mero de espa?oles era de 2.400 (McWilliams, 1990: 70; Navarro Garc?a, 1978).

mapa 1 Estado de Nuevo M?xico, con indicaci?n de condados

SAN JUAN

RIO ARRIBA TAOS COLFAX UNION

McKINLEY CIBOLA

LOS ALAMOS

MORA HARDING

Santa Fe

SANDOVAL

SAN MIGUEL

Albuquerque SANTA

FE BERNALILLO

QUAY GUADALUPE

VALENCIA TORRANCE

CURRY

DE BACA

CATRON

SOCORRO

LINCOLN

ROOSEVELT

GRANT

SIERRA

LUNA

DO?A ANA

OTERO

CHAVES

LEA EDDY

HIDALGO

Fuente: Elaboraci?n propia.

Pero, m?s interesante que el n?mero de hablantes, a efectos ling??sticos, es la procedencia de esos hablantes y las condiciones de uso de su lengua. En lo que se refiere a la procedencia de los primeros expedicionarios, hay que hablar de soldados y colonos llegados de diferentes regiones de Espa?a y tambi?n de Am?rica: O?ate, por ejemplo, era natural de Zacatecas, aunque de ascendencia vasca. El grupo llamado `la expedici?n de O?ate' estuvo formado por m?s de 300 personas, originarios de los lugares que se especifican en el cuadro 1, aunque no existe una informaci?n completa sobre la procedencia de todos ellos (Hammond y Rey, 1953).

cuadro 1 Componentes de la expedici?n de Juan de O?ate

103

66

13

4

4

2

1

Galicia Asturias Cantabria Pa?s Vasco Navarra

37

25

23

2

2

1

12

13

1

4

2

Rioja

Arag?n

CatalCua?satilla

La Vieja Castilla

La

NuevEaxtremadura

Murcia Andaluc?a Canarias

M?xico Am?rica PortugaOl tros pa?ses

Lugares de origen

181

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