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"PODEROSO GIGANTE A NUESTRO LADO" (JEREM?AS 20:7-13)

(POR EL PASTOR EMILIO BANDT FAVELA) (874. DOMT. 220614)

V. C. DIOS EST? CON NOSOTROS SIEMPRE.

En un art?culo publicado hace tiempo se defin?an las diez mentiras m?s comunes de los mexicanos: (1) El lunes empiezo la dieta. (2) Me chocaron. (3) Ma?ana te pago. (4) Est?s igualita. (5) Nunca me lleg? tu mensaje. (6) Te juro que no se lo dir? a nadie. (7) Es la ?ltima y nos vamos. (8) Olvid? en casa tu regalo. (9) No eres t?, soy yo. (10) La favorita de los cristianos: S?. S? hice mis lecturas b?blicas.

Este mundo est? lleno de mentiras y de mentirosos. Pero hoy quiero hablarle de Alguien que jam?s mentir?. ?L es fiel, verdadero, ama

la verdad y se dice de ?L que es imposible que mienta (Hebreos 6:18) y otro pasaje dice: "Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. ?l dijo, ?y no har?? Habl?, ?y no lo ejecutar??" (N?meros 23:19). Y nosotros estamos de acuerdo, Dios no miente, ni mentir? nunca. Sin embargo, a veces, por las circunstancias que nos toca vivir, nos parece que el Se?or nos minti? al prometernos algo. En nuestro pasaje, conocido como una de "Las confesiones de Jerem?as", el profeta hace un lamento, detalla su situaci?n, la decisi?n a la que lleg?, pero tambi?n la obra maravillosa, bienhechora y poderosa del Se?or. Meditemos juntos en este pasaje b?blico y descubramos porque decimos que Dios es el poderoso gigante a nuestro lado.

1? VEAMOS LA SITUACI?N (20:7-8). F?jese lo que dicen estos dos vers?culos: "Me sedujiste, oh Jehov?, y fui

seducido; m?s fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada d?a he sido escarnecido, cada cual se burla de m?. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucci?n; porque la palabra de Jehov? me ha sido para afrenta y escarnio cada d?a". Jerem?as se queja. Le dice al Se?or Jehov? que lo sedujo, es decir, que se aprovech? de su inocencia; que a base de enga?os logr? vencer su pobre resistencia. ?Por qu? dice Jerem?as esto? Porque ?l no quer?a ir a predicar el mensaje de la Palabra de Dios a un pueblo que no deseaba escuchar y adem?s era hostil. Pero el Se?or le prometi? que estar?a con ?l. Leamos lo que dice la Santa Escritura: "Y yo dije: ?Ah! ?ah, Se?or Jehov?! He aqu?, no s? hablar, porque soy ni?o. Y me dijo Jehov?: No digas: Soy un ni?o; porque a todo lo que te env?e ir?s t?, y dir?s todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehov?" (Jerem?as 1:6-8).

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No obstante, Jerem?as cumpli? su ministerio con much?simo sufrimiento. Aqu? dice que sufr?a escarnio, es decir burlas; que no hab?a ninguno que no se

burlara de ?l. Sufr?a violencia y destrucci?n y la palabra de Jehov? le era para afrenta y escarnio y esto todos los d?as. Fue conocido como el profeta "llor?n" porque no solo escribi? el libro de Lamentaciones, sino adem?s era un atribulado espectador del pecado de su pueblo. Fue un profeta sufriente, pues fue perseguido por su propia gente m?s que cualquier otro profeta. La tradici?n sostiene que mientras predicaba a los jud?os que no hab?an sido llevados a Babilonia y que huyeron a Egipto, fue muerto por ellos mismos a pedradas. As? que mientras Dios le promet?a: "Porque he aqu? que yo te he puesto en este d?a como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Jud?, sus pr?ncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra. Y pelear?n contra ti, pero no te vencer?n; porque yo estoy contigo, dice Jehov?, para librarte" (Jerem?as 1:18-19), en la realidad la situaci?n era otra muy distinta. ?Acaso Dios le hab?a mentido? ?Le enga?? Dios cuando lo llam?? A veces, las pruebas tan duras que pasamos nos obligan a pensar que tambi?n a nosotros Dios nos minti? cuando nos llam? a ser de sus hijos, de su pueblo.

2? VEAMOS LA DECISI?N (20:9a). Dice la primera parte del vers?culo nueve: "Y dije: No me acordar? m?s de

?l, ni hablar? m?s en su nombre...". Parece ser una reacci?n normal en un hombre que sufre por causa del Se?or. Jerem?as tuvo un ministerio muy sufrido. A manera de ejemplo cito solo tres

pasajes: "Y azot? Pasur al profeta Jerem?as, y lo puso en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjam?n, la cual conduc?a a la casa de Jehov?" (Jerem?as 20:2). "Vino palabra de Jehov? a Jerem?as la segunda vez, estando ?l a?n preso en el patio de la c?rcel, diciendo" (Jerem?as 33:1). "Entonces tomaron ellos a Jerem?as y lo hicieron echar en la cisterna de Malqu?as hijo de Hamelec, que estaba en el patio de la c?rcel; y metieron a Jerem?as con sogas. Y en la cisterna no hab?a agua, sino cieno, y se hundi? Jerem?as en el cieno" (Jerem?as 38:6). Muchas veces nosotros tomamos la misma decisi?n cuando las cosas no marchan bien, o no como nosotros esper?bamos. Cuando arrecian las cr?ticas "constructivas" acerca del trabajo que realizamos; o cuando no se dan los resultados anhelados; o cuando las cosas en lugar de mejorar empeoran; o cuando somos sorprendidos por una situaci?n dolorosa como una enfermedad o la p?rdida de un ser querido. Todo eso se agolpa en nuestra mente y coraz?n y quisi?ramos escapar y la ?nica salida que encontramos es renunciar al servicio al Se?or.

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Pero eso es lo peor que podemos hacer; primeramente porque no es la voluntad de Dios y tambi?n nada solucionaremos con ello.

Todos los grandes hombres de Dios que hallamos en la Biblia, todos sin excepci?n, sufrieron; pero ninguno claudic?, ninguno retrocedi?, ninguno renunci?.

En el caso de Jerem?as, el Se?or quer?a que siguiera adelante sirvi?ndole. Jehov? necesitaba a Jerem?as, necesitaba esa voz que llevara su mensaje.

As?, de la misma forma, Dios nos necesita a nosotros; y no importe lo que estemos sufriendo, hemos de seguir adelante, fervientes en esp?ritu, sirviendo al Se?or.

Como no era la voluntad del Se?or que Jerem?as renunciara a su ministerio, ?L intervino de una manera maravillosa.

3? VEAMOS LA SOLUCI?N (20:9b-13). Consideremos todo este texto b?blico: "... no obstante, hab?a en mi coraz?n

como un fuego ardiente metido en mis huesos; trat? de sufrirlo, y no pude. Porque o? la murmuraci?n de muchos, temor de todas partes: Denunciad, denunci?mosle. Todos mis amigos miraban si claudicar?a. Quiz? se enga?ar?, dec?an, y prevaleceremos contra ?l, y tomaremos de ?l nuestra venganza. M?s Jehov? est? conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezar?n, y no prevalecer?n; ser?n avergonzados en gran manera, porque no prosperar?n; tendr?n perpetua confusi?n que jam?s ser? olvidada. Oh Jehov? de los ej?rcitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el coraz?n, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he encomendado mi causa. Cantad a Jehov?, load a Jehov?; porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos". Dice aqu? el profeta que lo primero que sinti? fue algo as? como un fuego ardiente metido en sus huesos. Sin duda, era la fuerza del Esp?ritu Santo dentro de ?l. Tenemos que recordar que por encima de todo est? el Dios de la gracia y del poder. Jerem?as sinti? esa misma gracia y ese mismo poder que lo indujo a someter todas sus cuitas bajo el Se?or?o de Dios. Tanto se llen? del consuelo de la presencia de Dios, de la protecci?n divina bajo la cual estaba, y de la promesa divina de la cual ten?a que depender, que se anim? a s? mismo y a otros a dar la gloria a Dios. Que el pueblo de Dios abra su causa delante ?l, y ?l lo capacitar? para ver la liberaci?n. Jerem?as pudo ver la realidad. M?s que las injurias, las burlas y las afrentas, ?l pudo ver la tremenda realidad que Jehov? estaba a su lado como poderoso gigante. Y esto le daba la seguridad de un completo, total y absoluto triunfo sobre todos sus enemigos, que ?l llama aqu? amigos. Veamos cinco cosas que suceder?n a los enemigos por obra de Jehov?. Todas ellas est?n en el vers?culo 11: (1) Tropezar?n. (2) No prevalecer?n. (3) Ser?n avergonzados en gran manera. (4) No prosperar?n y (5) Tendr?n perpetua confusi?n que jam?s ser? olvidada. Jerem?as termina esta secci?n con una hermosa doxolog?a. ?El Se?or encamine nuestro coraz?n a no ver nuestros problemas sino a ver a Dios como un poderoso gigante a nuestro lado! ?As? sea! ?Am?n!

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