Dialectología hispánica de los Estados Unidos - Instituto Cervantes

Dialectolog?a hisp?nica de los Estados Unidos

Francisco Moreno Fern?ndez

Introducci?n

?Pero es posible una dialectolog?a hisp?nica en un territorio donde el espa?ol no es lengua oficial? ?C?mo pueden existir dialectos del espa?ol en un pa?s que habla ingl?s y que ha llevado a la lengua inglesa a unas cotas de universalidad jam?s alcanzada por ninguna otra lengua? Pues, por extra?as que parezcan las condiciones, tal cosa es posible. Para centrar los conceptos fundamentales, aclaremos que, al hablar de `dialectolog?a', nos referimos tanto al tratado de los dialectos como a su disposici?n y caracterizaci?n en un territorio determinado y, al hablar de `dialectos', nos referimos a las manifestaciones que una lengua natural adopta en un territorio determinado. La lengua espa?ola re?ne en los Estados Unidos las condiciones necesarias para ofrecer una dialectolog?a, condiciones que podr?an resumirse de este modo:

a) existencia de una comunidad estable de hablantes;

b) asociaci?n de conjuntos de rasgos ling??sticos a determinados ?mbitos geogr?ficos;

c) presencia p?blica y social de la lengua;

d) configuraci?n de unas actitudes ling??sticas propias de la comunidad.

Siendo as?, las circunstancias de uso del espa?ol en los Estados Unidos tendr?an puntos en com?n con las del resto de los territorios hispanohablantes. Sin embargo, hay un factor que confiere personalidad propia a la situaci?n estadounidense, un factor que determina y supedita las condiciones en que el espa?ol se manifiesta: la convivencia con la lengua inglesa. El ingl?s condiciona el perfil de las comunidades en que se utiliza el espa?ol, injiere en sus rasgos ling??sticos, afecta a su presencia p?blica y tercia sobre las actitudes ling??sticas de los hispanohablantes. En realidad, no es posible hacer una dialectolog?a hisp?nica de ese pa?s omitiendo la presencia social y ling??stica del ingl?s.

Estas p?ginas aspiran a presentar el modo en que la lengua espa?ola se manifiesta en los Estados Unidos, dando protagonismo a su dimensi?n geogr?fico-ling??stica, pero tambi?n a su realidad socioling??stica y a las consecuencias del contacto con el ingl?s. El punto de partida ser? la explicaci?n de los procesos hist?ricos que han llevado al espa?ol a su situaci?n actual en el territorio estadounidense. Suele pensarse que la poblaci?n hispana est? concentrada en tres ?reas geogr?ficas --el nordeste, el sureste y el suroeste-- y en torno a grandes n?cleos urbanos; asimismo es frecuente asociar esas zonas a tres modalidades del espa?ol: la puertorrique?a en Nueva York, la cubana en la Florida y la mexicana en California. Todo ello es cierto, pero parcialmente, porque la distribuci?n de los hispanohablantes, sobre todo en las ?ltimas d?cadas, se ha ido haciendo m?s dispersa, heterog?nea y compleja.

John Lipski afirma que el perfil dialectol?gico del espa?ol estadounidense es un mosaico que refleja la presencia hisp?nica original y sus v?as de migraci?n posterior. En gran parte es as? porque las variedades del espa?ol estadounidense est?n muy cercanas a las variedades de origen de los inmigrantes, pero la imagen del mosaico comienza a ser inadecuada cuando los inmigrantes dejan de concentrarse en determinadas zonas por raz?n de su procedencia hisp?nica. Los dialectos del espa?ol estadounidense no se yuxtaponen como las piezas de un rompecabezas, sino que se superponen. Ser?an como l?minas transparentes que presentan, cada una de ellas, el perfil de una silueta diferente y que, al super-

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ponerse, solo permiten apreciar una superficie con formas entrecruzadas, sin que sea posible adivinar los contornos particulares. Es por eso que se hace imprescindible un tratamiento anal?tico de la realidad hisp?nica de los Estados Unidos. Nuestro prop?sito ser? ir descubriendo la silueta dibujada en cada l?mina transparente.

Constituci?n de los dialectos hisp?nicos de los Estados Unidos

El origen de las hablas hisp?nicas de los Estados Unidos se remonta al siglo XVI, si bien su actual disposici?n geogr?fica y social, as? como su configuraci?n ling??stica se ha desarrollado desde la segunda mitad del siglo XIX. Al espa?ol heredado de los colonos llegados entre los siglos XVI y XVIII se le da el nombre de `espa?ol patrimonial' y a?n puede localizarse en las tierras de Luisiana, del sur de Texas, de Nuevo M?xico, del sur de Colorado y de Arizona. Como se explica en otro cap?tulo (Moreno Fern?ndez, 2007b), este espa?ol patrimonial se ha forjado a lo largo de los siglos sobre la base de un espa?ol de Espa?a (castellano, andaluz, canario) de la que muy pronto se hicieron part?cipes las hablas americanas, llevadas por hijos de colonos en las primeras expediciones y progresivamente por nuevos colonos llegados desde M?xico, hasta que este pa?s asumi? la soberan?a del territorio.

Siendo as? las cosas, el caldo de cultivo ling??stico en el sur de los Estados Unidos siempre ha tenido un claro color hisp?nico y ha resultado favorable a la llegada y asentamiento de las variedades de los inmigrantes hispanos durante los ?ltimos cien a?os. Entre ellas, la m?s sobresaliente es la variedad mexicana, como no pod?a ser de otro modo, por obvias razones de frontera. En la costa del Pac?fico, la apertura, alrededor de 1829, del Camino Viejo Espa?ol, que un?a Santa Fe con Los ?ngeles, tuvo una singular repercusi?n socioecon?mica, pues serv?a para el comercio de bienes de primera necesidad y de ganado, y a la vez contribuy? a la consolidaci?n del espa?ol como lengua vehicular del oeste.

Los hablantes de origen mexicano han ofrecido hist?ricamente un perfil sociocultural bajo o medio-bajo, circunstancia que ha repercutido negativamente tanto en su prestigio social como en las actitudes hacia su modalidad ling??stica. Rosaura S?nchez ha reunido en el cuadro 1 los patrones de inmigraci?n y empleo de la poblaci?n de origen mexicano desde mitad del siglo XIX hasta finales del siglo XX.

cuadro 1 Patrones de inmigraci?n y empleo de la poblaci?n de origen mexicano

Per?odo 1848-1900

Empleo Agricultura

Ranchos Ferrocarril Miner?a

Poblaci?n Peque?as poblaciones nativas mexicanas Peque?a inmigraci?n mexicana Gran expansi?n anglo hacia el oeste Gran expansi?n anglo hacia el oeste

1900-1940

Agricultura Ranchos Ferrocarril Miner?a Servicios Obreros

Inmigraci?n mexicana masiva Inmigraci?n mexicana masiva Deportaciones

1940-1980

Obreros Servicios Trabajadores Agricultura

Fuente: Traducci?n y adaptaci?n de S?nchez (1994: 13).

Inmigraci?n laboral - Temporeros Inmigraci?n mexicana regularizada Inmigraci?n de indocumentados Temporeros - Deportaciones continuas

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No debe olvidarse que en los estados de Nuevo M?xico, en el sur de Colorado y Arizona a?n existe una poblaci?n heredera de la presencia de Espa?a desde el siglo XVI y que habitualmente ha ocupado posiciones sociales de privilegio. Su forma de hablar, su `espa?ol patrimonial', cuando se conserva, es marca de grupo y de distinci?n social. Por otra parte, hay que diferenciar entre los hablantes de procedencia mexicana asentados a lo largo de la frontera, ya desde el siglo XVIII, y los que llegaron al pa?s desde finales del XIX y principios del XX.

En el caso de la poblaci?n m?s antigua, puede destacarse la que ha ocupado la frontera entre los estados de Luisiana y Texas, usuaria de una modalidad a la que Armistead (1991) llam? `espa?ol adaese?o'. Por su parte, el caso de Luisiana es especialmente llamativo por conservar una variedad de origen canario, cuya identidad a?n puede rastrearse en la fon?tica y muy significativamente en el l?xico. Esta modalidad canaria tiene dos manifestaciones: la isle?a y la bruli. El habla isle?a se conserva en descendientes de los colonos canarios llegados en el siglo XVIII; el habla bruli est? vinculada a este mismo origen, pero acusa una mayor influencia de las lenguas francesa e inglesa, de las que ha estado rodeada durante dos siglos. Del habla isle?a a?n existen unos centenares de usuarios (Coles, 1991b); del habla bruli apenas quedan vestigios (Lipski, 1996).

Junto a la consolidaci?n del espa?ol en el sur y suroeste, durante el siglo XIX tambi?n adquirieron una importancia singular algunos enclaves de la Florida, como Tampa y el Key West (Cayo Hueso). La presencia de la modalidad cubana en la Florida se retrotrae, por tanto, m?s de un siglo atr?s. Tampa se desarroll? con la llegada del ferrocarril y hasta all? viajaron pobladores cubanos y espa?oles. La industria tabaquera organizada en Cayo Hueso a mediados de siglo atrajo tambi?n a gran n?mero de cubanos, muchos de ellos de niveles socioculturales bajos. Otros llegaron a los Estados Unidos escapando de las crisis vividas en las compa??as azucareras de Cuba y se dispersaron por diversos estados: hacia 1870 resid?an 12.000 cubanos en los Estados Unidos, la mitad de ellos en Nueva York y Nueva Orleans (Jim?nez, 1993-1994). La guerra entre Espa?a y ese pa?s, concluida en 1898, no parece haber sido un acontecimiento que cambiara cualitativamente la presencia de los cubanos en Norteam?rica. S? lo fue, sin duda alguna, la toma del poder en Cuba por parte de Fidel Castro y los ?xodos sucesivos que la poblaci?n cubana protagoniz? con destino a los Estados Unidos y, particularmente, a la Florida.

Como ha explicado L?pez Morales (2003), los cubanos han sufrido en las ?ltimas d?cadas cuatro trasplantes demogr?ficos de especial significaci?n. La primera oleada se produjo entre 1959 y 1962 y llev? a ese pa?s gente procedente de grandes ciudades, con un alto nivel de instrucci?n, y profesionales cualificados; la segunda ola, llamada de los `vuelos de la libertad', fue protagonizada por obreros y personas de muy diversos oficios y perfiles socioculturales; la tercera oleada, la de los `marielitos', supuso el arribo de obreros manuales, empleados de f?brica, trabajadores profesionales y t?cnicos; los `balseros' de la cuarta ola eran en su mayor?a hombres j?venes, predominantemente profesionales, trabajadores urbanos y agrarios. Estos matices sociales son importantes a efectos de la dialectolog?a porque es evidente que todos ellos llevaron el habla cubana a las tierras estadounidenses, pero si, en un primer momento, se trataba de una variedad en sus usos m?s cultos y prestigiosos, con las ?ltimas oleadas la modalidad trasplantada presenta caracter?sticas ling??sticas de las clases m?s populares de Cuba.

En cuanto a los puertorrique?os, la guerra de 1898 cambi? de forma dr?stica, cualitativa y cuantitativamente, su demograf?a en los Estados Unidos. Si bien hab?an existido contactos entre las poblaciones de ambos territorios y se hab?an producido traslados al continente, no puede hablarse de una presencia significativa de puertorrique?os en el pa?s hasta principios del siglo XX (Jim?nez, 1993-1994). La emigraci?n de puertorrique?os m?s relevante tuvo como destino la ciudad de Nueva York, sobre todo entre 1917 y 1948. Esta

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migraci?n se produjo en buena medida por razones econ?micas y tuvo un desarrollo muy llamativo: en 1910 apenas hab?a 2.000 puertorrique?os, mientras que, entre 1920 y 1930, la cifra pudo superar los 50.000, aunque el gran despegue demogr?fico se produjo entre 1940 y 1970, cuando se pas? de algo m?s de 60.000 puertorrique?os a casi el mill?n y medio. En la segunda mitad del siglo XX, la zona de Nueva York y Nueva Jersey incorpor? a su repertorio idiom?tico el espa?ol de la isla de Puerto Rico, tanto en sus usos cultos como en sus usos populares, dado que la poblaci?n que paulatinamente acab? traslad?ndose a la `Gran Manzana' y a toda la Uni?n proced?a de toda extracci?n social.

A la vista de los hechos relatados hasta aqu?, se deduce que la constituci?n de los dialectos del espa?ol en los Estados Unidos ha estado regida por el ritmo de los procesos migratorios, algunos de ellos muy antiguos (espa?oles en Nuevo M?xico en el siglo XVII; espa?oles y mexicanos en Texas, Luisiana o California, durante los siglos XVIII y XIX), otros sin embargo solo tienen algo m?s de 100 a?os de antig?edad (cubanos en la Florida; puertorrique?os en Nueva York). La llegada de cada contingente de poblaci?n ha supuesto el asentamiento de una modalidad dialectal, con distintos perfiles socioling??sticos, dependiendo de la extracci?n social de los inmigrantes. Esta identificaci?n entre el espa?ol de procedencia y el espa?ol utilizado en los lugares de destino se ha producido gracias, por un lado, a la debilidad de los contactos entre los hispanohablantes de diversas zonas de los Estados Unidos y, por otro, a la llegada de nueva poblaci?n del mismo origen a unos mismos destinos.

Ocurre, sin embargo, que esa debilidad de los contactos entre grupos hispanos diferentes se ha ido viendo afectada por factores como los siguientes: 1) la llegada de nuevos contingentes de hispanohablantes a lugares muy variados; esto es, el debilitamiento de las concentraciones de hispanos de un mismo origen en unos mismos lugares; 2) la difusi?n de los medios de comunicaci?n, capaces de poner en contacto normas ling??sticas diferentes, aunque no haya contacto f?sico entre los hablantes; 3) la facilidad del transporte interior, que permite un m?s f?cil cambio de residencia dentro del pa?s; 4) la eficacia del transporte internacional, que permite mantener vivos los contactos f?sicos entre los emigrantes y sus familias de origen mediante encuentros m?s o menos regulares; 5) la creaci?n de sistemas de comunicaci?n interpersonal r?pidos y baratos (telefon?a e Internet, con sus foros, chats, videoc?maras y micr?fonos), que permiten el contacto escrito y hablado de los hispanohablantes residentes en cualquier lugar de los Estados Unidos y en otros ?mbitos hisp?nicos.

La situaci?n actual del espa?ol en ese pa?s se explica con m?s detalle en otros cap?tulos de esta obra y, naturalmente, en otros estudios recientes (M. J. Criado, 2002 y 2003; Morales, 1999; Silva Corval?n, 2000; Moncada y Olivas, 2003). En l?neas generales, los rasgos m?s sobresalientes de la lengua espa?ola en los Estados Unidos hoy d?a revelan que se trata de la segunda en importancia dentro de la Uni?n, que es hablada en casa por una poblaci?n que ronda los 30 millones (no todos los censados como hispanos hablan espa?ol) y que es se?a de identidad del 13,3% del total de la poblaci?n estadounidense, porcentaje que en Chicago se eleva al 26%, en Nueva York al 27%, en Los ?ngeles al 46,5% y en Miami al 66%. Seg?n la Oficina del Censo, los hispanos de origen mexicano alcanzaban la proporci?n, en marzo de 2002, del 66,9%, los centroamericanos y suramericanos del 14,3%, los puertorrique?os del 8,6% y los cubanos del 3,7%.

El perfil demogr?fico y sociol?gico de esta poblaci?n hispana sustenta una situaci?n socioling??stica en la que el espa?ol es la lengua de la poblaci?n minoritaria m?s pujante (crecimiento en torno al 5% anual), por su elevado ?ndice de natalidad y por su baja media de edad (26 a?os); ingl?s aparte, el espa?ol es la lengua m?s utilizada en el hogar, aun cuando en la mitad de las casas hispanas el nivel de ingl?s es muy bueno, y la lengua de sectores de poblaci?n muy amplios de extracci?n sociocultural media y baja, especial-

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mente en el suroeste, adem?s de la lengua m?s estudiada en todos los niveles de ense?anza. Actualmente, el espa?ol es la lengua de Univisi?n, la quinta cadena de televisi?n del pa?s (tras NBC, ABC, CBS y FOX), de Telemundo, incorporada a la potente NBC por razones de mercado, y de CNN en espa?ol; y hay que tener en cuenta que el 50% de los hispanos afirma que presta m?s atenci?n a los anuncios en espa?ol y que la audiencia semanal hispana de televisi?n es pr?cticamente id?ntica en ingl?s y espa?ol. Estas pinceladas nos dibujan un panorama socioling??stico en el que el ingl?s es la lengua principal de las relaciones sociales, econ?micas y pol?ticas, y es, de igual modo, la lengua de la comunicaci?n escrita. El espa?ol es la lengua de la comunicaci?n oral y familiar de amplios sectores humildes de la poblaci?n, sobre todo en las zonas de mayor concentraci?n hispana (suroeste, nordeste, medio oeste), aunque en la regi?n de la Florida ha alcanzado prestigio y expansi?n como para acceder a entornos comunicativos elevados (negocios, niveles elitistas de cultura, pol?tica) (L?pez Morales, 2003). Las preferencias de los hispanos estadounidenses en cuanto a sus usos ling??sticos est?n claramente inclinadas hacia el espa?ol y, unidas al biling?ismo, se convierten en abrumadoramente mayoritarias.

gr?fica 1 Preferencias de lenguas entre hispanos en los Estados Unidos

13 %

17 %

70 %

Biling?ismo Ingl?s Espa?ol

Al mismo tiempo, la elocuencia de los informes cuantitativos respecto a la actual implantaci?n del espa?ol en los Estados Unidos se ve reforzada por otros rasgos de ?ndole cualitativa, como es la sensibilidad de la poblaci?n hispana hacia todo lo relacionado con sus se?as de identidad, especialmente con la lengua: no puede olvidarse que el conocimiento o la familiaridad con la lengua espa?ola es el ?nico factor realmente com?n a toda la poblaci?n hispana, por cuanto no lo es ni la raza ni estrictamente la religi?n. Esa sensibilidad ?tnico-ling??stica no es algo surgido ex novo en solar estadounidense, sino que prolonga una forma de entender el hecho ling??stico muy caracter?stica de los pa?ses hispanoamericanos. Pensemos que las constituciones americanas se han ocupado de la oficialidad de la lengua (espa?ola o castellana) desde 1929, que la lengua es materia pol?tica en Puerto Rico (donde el 98,8% de la poblaci?n habla espa?ol), que la cubanidad est? ?ntimamente ligada al uso del espa?ol y que M?xico, donde se hablan oficialmente m?s de 55 lenguas distintas, considera el espa?ol como un instrumento esencial de integraci?n nacional. La existencia de un espa?ol bien asentado en territorio estadounidense parece irrefutable. Los indicadores cuantitativos y cualitativos as? lo hacen ver. Sin embargo, la constituci?n de

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