Copleston Frederick - Historia de la Filosofia I

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Frederick Copleston HISTORIA DE LA FILOSOFIA I

Grecia y Roma

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HISTORIA DE LA FILOSOF?A

Tomo I Grecia y Roma

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CAP?TULO PRIMERO INTRODUCCI?N

?POR QU? ESTUDIAR LA HISTORIA DE LA FILOSOF?A? 1. Dif?cilmente podr?amos llamar ?culto? a quien careciese en absoluto de conocimientos hist?ricos. Todos reconocemos que cada cual deber?a saber algo de la historia de su propio pa?s, de su desarrollo pol?tico, social y econ?mico, de sus riquezas literarias y art?sticas..., y que ser?a preferible que esa historia la pudiese relacionar adem?s con la del resto de Europa, y aun, en cierta medida, con la del mundo entero. Ahora bien, si cabe esperar que un ingl?s educado y culto posea alg?n conocimiento sobre Alfredo el Grande, la reina Isabel I, Cromwell, Marlborough y Nelson, as? como acerca de la invasi?n normanda, la Reforma y la revoluci?n industrial, parece igualmente claro que deber?a saber siquiera alguna cosa sobre Rogerio Bacon y Duns Escoto, Francis Bacon y Hobbes, Locke, Berkeley, Hume, J. S. Mill y Herbert Spencer. M?s a?n, si del hombre culto se espera que no ignore por completo las cosas de Grecia y Roma, si le avergonzar?a tener que confesar que no ha o?do hablar nunca de S?focles o de Virgilio y que nada sabe de los or?genes de la cultura europea, tambi?n puede exig?rsele alg?n conocimiento sobre Plat?n y Arist?teles, dos de los m?s importantes pensadores que ha habido en el mundo, dos figuras cumbres de la filosof?a europea. Un hombre culto ha de tener al menos cierta idea respecto a Dante, Shakespeare y Goethe, san Francisco de As?s y fra Ang?lico, Federico el Grande y Napole?n I; ?por qu? no hemos de esperar que sepa algo tambi?n acerca de san Agust?n y santo Tom?s de Aquino, Descartes y Espinosa, Kant y Hegel? Ser?a absurdo suponer que debemos informarnos sobre los grandes conquistadores y destructores, y mantenernos, en cambio, en la ignorancia con respecto a los grandes creadores, aquellos que han contribuido m?s positivamente a la formaci?n de nuestra cultura europea. Mas no s?lo los grandes pintores y escultores nos dejaron el tesoro de un legado perdurable, sino que tambi?n los grandes pensadores, como Plat?n y Arist?teles, san Agust?n y santo Tom?s de Aquino enriquecieron Europa y su cultura. Entra, por ende, dentro de una formaci?n completa del hombre el tener al menos algunas nociones acerca de la filosof?a europea, ya que tambi?n nuestros fil?sofos, tanto o m?s que nuestros artistas y nuestros generales, han contribuido, para bien o para mal, a la configuraci?n de nuestra ?poca. Nadie habr? que considere la lectura de las obras de Shakespeare o la contemplaci?n de las creaciones de Miguel ?ngel como p?rdidas de tiempo, pues sus valores intr?nsecos no han disminuido porque hayan pasado ya siglos desde la muerte de sus autores. As?, tampoco deber?a considerarse tiempo perdido el dedicado a estudiar el pensamiento de Plat?n, de Arist?teles o de san Agust?n, puesto que sus creaciones intelectuales perduran como extraordinarios logros del esp?ritu humano. El que despu?s de Rubens hayan vivido y pintado otros muchos artistas no aminora el valor de la obra de Rubens; el que desde los tiempos de Plat?n hayan filosofado otros pensadores, no quita inter?s ni belleza a la filosof?a plat?nica.

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Pero, si es de desear que toda persona culta sepa algo de la historia del pensamiento filos?fico, en el grado en que se lo permitan sus ocupaciones, sus aptitudes mentales y su necesaria especializaci?n, ?cu?nto m?s deseable no ser? esto para todos los que estudian precisamente filosof?a! Me refiero, en concreto, a los estudiantes de filosof?a escol?stica, que la estudian como la philosophia perennis. No deseo discutir el hecho de que hay una filosof?a perenne; pero, ciertamente, tal filosof?a no llovi? del cielo, sino que naci? del pasado; y, si queremos apreciar con exactitud la obra de santo Tom?s, de san Buenaventura o de Duns Escoto, hemos de tener cierto conocimiento de Plat?n, Arist?teles y san Agust?n. Adem?s, si hay una filosof?a perenne, algunos de sus principios no pueden menos de haber influido hasta en los fil?sofos de la ?poca moderna que, a primera vista, m?s alejados parezcan de las posiciones defendidas por santo Tom?s de Aquino. Y aunque as? no fuese, resultar?a instructivo ver qu? consecuencias se siguen de unas premisas falsas y de unos principios err?neos. Como tampoco se negar? que es detestable la costumbre de condenar a pensadores cuya mentalidad y puntos de vista no se han comprendido o examinado en su genuino contexto hist?rico. Convendr?a asimismo tener en cuenta, por otro lado, que las posibilidades de aplicar a todos los campos de la filosof?a los principios verdaderos no se agotaron, por cierto, en la Edad Media y que bien puede ser que debamos algunas ense?anzas a los pensadores modernos, por ejemplo, en lo referente a la teor?a de la Est?tica o a la Filosof?a Natural.

2. Se objetar?, tal vez, que los diversos sistemas filos?ficos del pasado son meras reliquias de la Antig?edad; que la historia de la filosof?a es s?lo un registro de ?sistemas refutados y espiritualmente muertos, ya que cada uno de ellos ha dado muerte y sepultura al anterior?1. ?No dijo Kant que la Metaf?sica ?deja siempre en suspenso al entendimiento humano, con esperanzas que ni se disipan ni se cumplen nunca?, que ?mientras cualquier otra ciencia progresa sin cesar?, en la Metaf?sica los hombres ?giran perpetuamente alrededor del mismo punto, sin avanzar ni un solo paso??2 El platonismo, el aristotelismo, la escol?stica, el cartesianismo, el kantismo, el hegelianismo... han tenido todos ellos sus per?odos de gran predicamento y todos tambi?n han sido puestos en duda: el pensamiento europeo puede ?representarse como un desordenado conjunto de sistemas metaf?sicos desechados e incompatibles?3. ?Para qu? estudiar los trastos viejos del desv?n de la historia?

Pero, aun en la hip?tesis de que todas las filosof?as del pasado hayan sido no s?lo discutidas (lo cual es obvio), sino tambi?n refutadas (que no es en modo alguno lo mismo), sigue valiendo lo de que ?los errores son siempre instructivos?4, en tanto se admita, claro est?, que la filosof?a es posible como ciencia y no, de suyo, un fuego fatuo. Para poner un ejemplo de la filosof?a medieval: las conclusiones a que llevan, por una parte, el realismo exagerado y, por otra, el nominalismo indican que la soluci?n al problema de los universales ha de ser intermedia entre esos dos extremos. La historia del problema sirve as? como de prueba experimental de la tesis aprendida en las clases. Parecidamente, el hecho de que el idealismo absoluto haya sido incapaz de explicar de un modo satisfactorio las individualidades finitas ha de ser bastante

1Hegel, Hist. de la Filos., I, p. 17. 2 Proleg., p. 2 (Mahaffy). 3 A. N. Whitehead, Process and Reality, p. 18. Ni que decir tiene que la actitud antihist?rica no es la que adopta Whitehead. 4 N. Hartman, Ethics, I, p. 119.

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para apartar a cualquiera de meterse por la senda monista. La insistencia de la filosof?a moderna en la teor?a del conocimiento y en la relaci?n sujeto-objeto, pese a todas las extravagancias a que ha conducido, ha de poner meridianamente en claro que tan imposible es ya reducir el sujeto al objeto como el objeto al sujeto. Y el examen del marxismo, no obstante lo fundamental de sus errores, nos ense?ar? a no despreciar la influencia que ejercen la t?cnica y la vida econ?mica del hombre en las m?s altas esferas de la cultura humana. En especial, para quien no se proponga aprender un sistema filos?fico determinado sino que aspire a filosofar, por as? decirlo, ab ovo, el estudio de la historia de la filosof?a es indispensable, pues sin ?l correr? el riesgo de meterse por callejones sin salida y de repetir los errores de quienes le precedieron, peligros que un serio estudio del pensamiento pret?rito le evitar? seguramente.

3. Verdad es que un estudio de la historia de la filosof?a acaso engendre cierta inclinaci?n mental al escepticismo, pero debe recordarse que el hecho de que los sistemas se sucedan unos a otros no prueba que toda filosof?a sea falsa. Si X abandona y combate la posici?n de Y, esto no demuestra, de suyo, que la posici?n de Y sea insostenible, puesto que X puede haberla abandonado sin motivo suficiente o ateni?ndose a unas premisas falsas cuyo desarrollo implicaba el alejamiento de la filosof?a de Y. El que haya habido en el mundo muchas religiones --budismo, hinduismo, zoroastrismo, cristianismo, mahometismo, etc. -- no prueba que el cristianismo no sea la verdadera; para probarlo har?a falta refutar por completo toda la Apolog?tica cristiana. Pues, lo mismo que es absurdo hablar como si la existencia de varias religiones desautorizase ipso facto la pretensi?n de toda religi?n a ser ella la verdadera, as? tambi?n es absurdo hablar como si el sucederse de las distintas filosof?as demostrase ipso facto que ni hay ni puede haber una filosof?a verdadera. (Naturalmente, al hacer esta observaci?n no quiero decir que en ninguna otra religi?n salvo en la cristiana haya valores verdaderos. Es m?s, entre la religi?n verdadera [revelada] y la verdadera filosof?a hay esta gran diferencia: que mientras la primera, como revelada, es necesariamente verdadera en su totalidad, en todo lo que es revelado, la filosof?a verdadera puede serlo en sus l?neas y principios m?s importantes, pero sin llegar a ser completa en ning?n momento. La filosof?a, obra de la mente humana y no revelaci?n de Dios, crece y se desarrolla: sus puntos de vista pueden cambiar y renovarse o aumentar en n?mero, gracias a nuevos enfoques o al planteamiento de problemas nuevos, a medida que se descubren m?s datos, var?an las situaciones, etc. El t?rmino ?filosof?a verdadera? o filosof?a perenne no ha de entenderse como si denotara un conjunto est?tico y completo de principios y aplicaciones, no susceptible de desarrollo ni modificaci?n.)

NATURALEZA DE LA HISTORIA DE LA FILOSOF?A

1. La historia de la filosof?a no es, ciertamente, un mero c?mulo de opiniones, una exposici?n de aisladas muestras de pensamiento sin v?nculo alguno entre s?. Si la historia de la filosof?a se trata ?s?lo como un ir enumerando diversas opiniones?, y si todas esas opiniones se consideran igualmente v?lidas o sin ning?n valor, convi?rtese entonces tal historia en ?in?til relato o, si se quiere, en investigaci?n erudita?5. Hay,

5 Hegel, Hist. de la Filos., I, p. 12.

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m?s bien, en ella continuidad y conexiones, acci?n y reacci?n, tesis y ant?tesis, y ninguna filosof?a se puede entender realmente del todo si no se la ve en su contexto hist?rico y a la luz de sus relaciones con los dem?s sistemas. ?C?mo va a entenderse de veras la mentalidad de Plat?n o lo que le induc?a a decir lo que dijo, a no ser que se conozca algo el pensamiento de Her?clito, de Parm?nides y de los pitag?ricos? ?C?mo podr? entenderse por qu? Kant adopt? una posici?n aparentemente tan peregrina con respecto al espacio, al tiempo y a las categor?as, a menos que se tengan ciertas nociones sobre el empirismo ingl?s y se comprenda bien el efecto que produjeron en la mente de Kant las esc?pticas conclusiones de Hume?

2. Pero si la historia de la filosof?a no es mera colecci?n de opiniones aisladas, tampoco se la puede considerar como un continuo progreso ni como una ascensi?n en espiral. Cierto que a lo largo de la tri?dica especulaci?n hegeliana de la tesis, la ant?tesis y la s?ntesis se encuentran atractivos ejemplos de una evoluci?n de esa clase, pero la tarea del historiador cient?fico no consiste precisamente en adoptar un esquema a priori y tratar luego de ir ajustando los hechos a ese esquema. Hegel supuso que la sucesi?n de los sistemas filos?ficos ?representa la necesaria sucesi?n de las fases del desarrollo? por que atraviesa la filosof?a; pero esto s?lo ser?a verdad si el pensar filos?fico del hombre fuese el mismo pensar del ?Esp?ritu Universal?. Es indudable que, pr?cticamente hablando, todo pensador se ve limitado, para orientar su filosof?a, por los sistemas precedentes y por los contempor?neos (y tambi?n, podr?amos a?adir, por su propio temperamento, su educaci?n, su situaci?n hist?rica y social, etc?tera); mas ello no quiere decir, ni mucho menos, que tenga que decidirse forzosamente a adoptar determinados principios o premisas, ni a reaccionar de alg?n modo particular contra la filosof?a precedente. Fichte estaba convencido de que su sistema se segu?a l?gicamente del de Kant, y la directa conexi?n l?gica que hay entre ambos la percibe muy pronto cualquier estudioso de filosof?a moderna; sin embargo, Fichte no se vio determinado necesariamente a desarrollar la filosof?a de Kant tal como lo hizo. El fil?sofo sucesor de Kant pudo haber preferido revisar las premisas kantianas y negar que las conclusiones que Kant acept? de Hume fuesen leg?timas; pudo haberse remontado a otros principios o haber ideado unos nuevos por su cuenta. En la historia de la filosof?a hay, sin duda, una ilaci?n l?gica, pero no una secuencia necesaria en sentido estricto.

Por lo tanto, no podemos estar de acuerdo con Hegel cuando dice que ?la ?ltima filosof?a de un per?odo es el resultado de su desarrollo y es verdad en la m?s alta forma que de s? ofrece la autoconciencia del esp?ritu?6. Mucho depende, naturalmente, de c?mo se dividan los ?per?odos? y de lo que se quiera considerar como la filosof?a definitiva de cada per?odo (donde hay extenso campo para las m?s arbitrarias elecciones, seg?n pareceres y prop?sitos preconcebidos); pero, adem?s, a no ser que adoptemos del todo la postura hegeliana, ?qu? garant?a tenemos de que la filosof?a ?ltima de cada per?odo represente el m?s alto grado de desarrollo del pensamiento conseguido hasta entonces? Aunque cabe hablar con todo derecho de un per?odo medieval de la filosof?a y aunque el ockhamismo puede considerarse como la ?ltima filosof?a principal de aquel per?odo, no obstante, la filosof?a de Ockham no puede reputarse de ning?n modo como el logro supremo de la filosof?a medieval. ?sta, seg?n

6 Hist. de la Filos., III, p. 252.

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lo ha hecho ver E. Gilson7, se representa mejor con una l?nea curva que con una recta. Y ?qu? filosof?a de las de nuestros tiempos --podr?amos preguntar a este prop?sito-- viene a ser la s?ntesis de todas las precedentes?

3. La historia de la filosof?a da cuenta de los esfuerzos del hombre por hallar la Verdad mediante la raz?n discursiva. Un neotomista, desarrollando la frase de santo Tom?s, Omnia cognoscentia cognoscunt implicite Deum in quolibet cognito8, ha sostenido que el juicio humano siempre apunta m?s all?, contiene siempre una referencia impl?cita a la Verdad Absoluta, al Ser Absoluto9. (Esto nos recuerda a F. H. Bradley, aunque el t?rmino ?Absoluto? no signifique, por supuesto, lo mismo en ambos casos.) De todos modos, podemos decir que la busca de la verdad es, en definitiva, la busca de la Verdad Absoluta, de Dios, y que hasta los sistemas filos?ficos que parecen refutar este aserto, como por ejemplo el materialismo hist?rico, en realidad lo confirman, ya que todos ellos buscan, aun sin advertirlo y aunque quiz? no lo quieran reconocer, un ?ltimo Fundamento, una Realidad suprema. Por m?s que la especulaci?n intelectual haya llevado a veces a mantener doctrinas extravagantes y a sacar conclusiones monstruosas, no podemos ver sino con simpat?a e inter?s los esfuerzos del entendimiento humano por alcanzar la Verdad. Kant, que negaba que la Metaf?sica en el sentido tradicional fuese y aun pudiese ser una ciencia, no por ello dejaba de admitir que nos es imposible mantenernos indiferentes con respecto a los objetos que la Metaf?sica dice estudiar, cuales son Dios, el alma y la libertad humana10; y podemos a?adir que tampoco nos es indiferente el ansia con que el entendimiento humano ha buscado la Verdad y el Bien. Lo f?cil que resulta incurrir en errores, el hecho de que el temperamento, la educaci?n y tantas otras circunstancias en apariencia ?fortuitas? aboquen con harta frecuencia al pensador a insolubles apor?as, el que no seamos inteligencias puras, sino que nuestros procesos mentales puedan ser influidos a menudo por factores extra?os, todo esto prueba sin lugar a dudas que es necesaria la Revelaci?n religiosa, pero no debe hacernos desesperar por entero de la especulaci?n humana ni despreciar los intentos con que los pensadores pret?ritos procuraron de buena fe alcanzar la Verdad.

4. El autor de este libro se adhiere a la opini?n tomista de que hay una filosof?a perenne y de que ?sta es el tomismo considerado en un sentido amplio. Pero quisiera hacer dos observaciones al respecto: a) Que el decir que el sistema tomista se identifica con la filosof?a perenne no significa que tal sistema quedase completo y cerrado en una ?poca hist?rica dada, ni que sea incapaz de ulterior desarrollo en cualquier direcci?n. b) Que la filosof?a perenne, una vez concluido el per?odo medieval, no se desarrolla s?lo aparte de la filosof?a ?moderna? y como a su vera, sino tambi?n dentro y a trav?s del pensamiento moderno. No pretendo sugerir que la filosof?a de Espinosa o la de Hegel, por ejemplo, puedan ser comprendidas en el t?rmino ?tomismo?; sino, m?s bien, que si los fil?sofos, aun los que de ninguna manera admitir?an el dictado de ?escol?sticos?, llegan a obtener, mediante el uso de principios verdaderos, conclusiones v?lidas, esas conclusiones deben considerarse como pertenecientes a la filosof?a perenne.

7 Cfr. L'Unit? de l'exp?rience philosophique. 8 De Verit., 22, 2, ad 1. 9 J. Mar?chal, El punto de partida de la Metaf?sica, Fasc. V. 10 Prefacio a la I.? ed. Cr?tica de la Raz?n Pura.

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Santo Tom?s de Aquino hace ciertamente algunas afirmaciones acerca del Estado, por ejemplo, y no nos sentimos inclinados a cuestionar sus principios; pero ser?a absurdo pedir una filosof?a del Estado moderno ya desarrollada en el siglo 13, y, desde el punto de vista pr?ctico, dif?cilmente podr?a haberse desarrollado y articulado a base de los principios escol?sticos una filosof?a del Estado completa con anterioridad a la aparici?n del Estado moderno y a la manifestaci?n de las actitudes modernas con respecto al mismo. S?lo contando ya con nuestra experiencia de lo que son el Estado liberal y el Estado totalitario, y conociendo sus correspondientes teor?as, podemos comprender todo el alcance que tiene lo poco que santo Tom?s dice acerca del Estado y, desarroll?ndolo, podemos elaborar una filosof?a pol?tica escol?stica que sea aplicable al Estado moderno y en la que aprovechemos todo lo bueno de las dem?s teor?as y evitemos sus errores. La filosof?a del Estado obtenida mediante esta labor, si se la examina atentamente, se ver? que no es un simple desarrollo de los principios escol?sticos tomados absolutamente aparte de la situaci?n hist?rica actual y de las teor?as que en ella intervienen, sino m?s bien un desarrollo de esos principios a la luz de la realidad hist?rica y en di?logo o en lucha con las opuestas teor?as sobre el Estado. Adoptando tal punto de vista, nos capacitaremos para mantener la idea de una filosof?a perenne, sin solidarizarnos, por una parte, con los que, ateni?ndose a un criterio demasiado estrecho, la confinan a un determinado siglo, y, por otra parte, sin aceptar la visi?n hegeliana de la filosof?a, visi?n que implica necesariamente (aunque Hegel mismo parece haber pensado de otro modo, con inconsecuencia) que la Verdad nunca se alcanza en un momento dado.

C?MO ESTUDIAR LA HISTORIA DE LA FILOSOF?A

1. Hay que insistir ante todo en la necesidad de considerar todo sistema filos?fico en sus circunstancias y conexiones hist?ricas. De esto ya hemos hablado m?s arriba y no requiere mayor explanaci?n: es obvio que s?lo comprenderemos adecuadamente la mentalidad de un fil?sofo determinado y la raison d'?tre de su filosof?a si hemos entendido primero su point d?part hist?rico. Hemos puesto ya el ejemplo de Kant: ?nicamente penetraremos el porqu? de su teor?a del a priori si le vemos en su situaci?n hist?rica, enfrentado con la filosof?a cr?tica de Hume, la evidente bancarrota del racionalismo continental y la indiscutible certeza de las matem?ticas y de la f?sica newtoniana. Asimismo, nos capacitamos para entender mejor la filosof?a vitalista de Henri Bergson si vemos, por ejemplo, sus relaciones con las precedentes teor?as del mecanicismo y del ?espiritualismo? franc?s.

2. Para estudiar con provecho la historia de la filosof?a es necesaria tambi?n una cierta ?simpat?a?, casi dir?amos una sintonizaci?n psicol?gica con los fil?sofos. Es de desear que el historiador conozca un poco siquiera la personalidad del fil?sofo como hombre (lo cual, naturalmente, no es posible con respecto a todos los fil?sofos); ello le ayudar? a sentirse introducido en el sistema de que se trate, a verlo, por decirlo as?, desde dentro, y a percibir todos sus matices y caracter?sticas. Tenemos que procurar ponernos en la situaci?n del fil?sofo al que estemos estudiando, repensar con ?l sus pensamientos. Esta simpatizaci?n o compenetraci?n imaginaria le es m?s esencial a?n al fil?sofo escol?stico que quiera entender la filosof?a moderna. Si un hombre, por ejemplo, ha sido formado en la fe cat?lica, los sistemas modernos, o al menos alguno de ellos, f?cilmente le parecer?n descabelladas monstruosidades indignas de que se les preste seria atenci?n; pero si consigue, en la medida de sus posibilidades (y sin

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