EL CREDO, SÍMBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA

EMILIANO JIM?NEZ

EL CREDO, S?MBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA

INTRODUCCI?N CREO EN DIOS PADRE TODOPODEROSO CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA CREO EN JESUCRISTO, SU UNICO HIJO, NUESTRO SE?OR QUE FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESP?RITU SANTO, NACI? DE SANTA MARIA VIRGEN PADECI? BAJO PONCIO PILATO, FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO DESCENDI? A LOS INFIERNOS Y AL TERCER DIA RESUCIT? DE ENTRE LOS MUERTOS SUBI? AL CIELO Y EST? SENTADO A LA DERECHA DE DIOS PADRE DESDE ALL? HA DE VENIR A JUZGAR A LOS VIVOS Y A LOS MUERTOS CREO EN EL ESP?RITU SANTO LA SANTA IGLESIA CAT?LICA LA COMUNI?N DE LOS SANTOS EL PERD?N DE LOS PECADOS LA RESURRECCI?N DE LA CARNE Y LA VIDA ETERNA

INTRODUCCI?N

1. LA IGLESIA SE EDIFICA SOBRE LA FE APOSTOLICA

El Credo, que hoy recitamos en la Iglesia est? en sinton?a con los dos venerados S?mbolos de la Iglesia antigua: el S?mbolo de los Concilios de Nicea y Constantinopla y el S?mbolo Apost?lico. En ?l resuena la palabra viva de la Escritura en el eco o testimonio de la Tradici?n viviente de la Iglesia.

Los Credos, como s?mbolos de la fe cristiana, son documentos de la Iglesia, anteriores incluso al mismo Nuevo Testamento. En sus breves f?rmulas, procedentes de contextos lit?rgicos, catequ?ticos o misionales recogen la s?ntesis de la fe. Son, pues, expresi?n de la vida de la comunidad, antes incluso de la formulaci?n escrita de sus art?culos1.

La salvaci?n, que Dios Padre ofrece en la Iglesia a los hombres por su Hijo Jesucristo en el Esp?ritu Santo, es el misterio primordial que, como hilo conductor, unifica la profesi?n de fe de los cristianos de todos los tiempos y lugares.

La Iglesia no puede atestiguar y confesar una fe distinta de la que le ha sido transmitida de una vez para siempre. En la tradici?n de la fe de los Ap?stoles, fundamento de la vida cristiana, nada se puede cambiar; es preciso ?combatir por la fe que ha sido transmitida a los santos de una vez para siempre? (Cfr. Jds 3.5.20; 1Cor 11,2; 2 Tes 2,15; 1 Tim 6,20). As? la Iglesia se mantiene ?edificada sobre el cimiento de los Ap?stoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo? (Ef 2,20).

Como escriben varios padres de la Iglesia, -recogiendo la leyenda que dice que los ap?stoles, antes de separarse para evangelizar a todo el mundo, redactaron el ?breviario de la fe? como ?pauta de su predicaci?n?, proclamando cada uno un art?culo-, el Credo es la ?f?rmula sucinta de la fe cristiana?2, ?un inagotable tesoro en breves palabras? (Teodoro de M.), ?la breve pero grande norma de nuestra fe? (S. Agust?n) o ?la s?ntesis de la fe cat?lica?3. Pues los ap?stoles, ?recogiendo testimonios de todas las Escrituras Sagradas, formaron este

?nico y breve edificio de la fe?, de modo que ?en el S?mbolo est? consignada para los fieles la fe cat?lica? (S. Ildefonso)4.

En el siglo IV nos encontramos ya con un texto seguido, sin el esquema de preguntas y respuestas. Hacia el siglo V, y quiz? ya en el IV, nace la leyenda sobre el origen apost?lico del texto y pronto se concretiza esta leyenda diciendo que los doce art?culos, en los que se divide el Credo, proceden de cada uno de los doce ap?stoles. Esta leyenda responde a una verdad, pues el Credo apost?lico representa el aut?ntico eco de la fe de la Iglesia primitiva que, por su parte, es fiel reflejo del Nuevo Testamento.

Los ap?stoles son los primeros testigos del Evangelio; lo recibieron directamente de Cristo y fueron enviados por El a todo el mundo. Por eso, la Iglesia se edifica sobre el fundamento de la fe apost?lica. El Vaticano II ha resaltado la actualidad vivificante de la tradici?n:

La predicaci?n apost?lica se ha de conservar por transmisi?n continua hasta el fin del tiempo. Por eso, los ap?stoles, al transmitir lo que recibieron, avisan a los fieles que conserven las tradiciones aprendidas de palabra o por carta (2 Tes 2,15) y que combatan por la fe ya recibida (Jds 3)... As? la Iglesia con su ense?anza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree.

Esta Tradici?n apost?lica va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Esp?ritu Santo, es decir, crece la comprensi?n de las palabras e instituciones transmitidas cuando los fieles las contemplan y estudian repas?ndolas en su coraz?n (Lc 2,19.51)... La Iglesia, de este modo, camina a trav?s de los siglos, hacia la plenitud de la verdad, hasta que se cumplan en ella plenamente las palabras de Dios... As?, Dios, que habl? en otros tiempos, sigue conversando siempre con la Esposa de su Hijo amado; as?, el Esp?ritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la palabra de Cristo5.

Ante la confusi?n y aturdimiento de tantas ideolog?as y teolog?as, es preciso volver a las fuentes de la fe, donde la verdad nace limpia, como fundamento de la identidad del cristiano en el mundo y origen perenne de la comunidad eclesial. Volver a los fundamentos de nuestra fe, al S?mbolo apost?lico, dej?ndolo resonar en nuestro interior, iluminar? nuestra vida; interioriz?ndolo, haci?ndolo nuestro, har? que nosotros y a trav?s de nosotros siga hablando y salvando a nuestra generaci?n y pase a la siguiente generaci?n.

2. EL CREDO: S?MBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA

El Credo, compendio de la fe cristiana, es la espina dorsal del cristiano. Y, como S?mbolo de la fe, el Credo permite al cristiano sentirse miembro de la comunidad creyente.

S?mbolo (del griego symb?llein = juntar, unir) es lo que une y crea la comuni?n; es justo lo contrario de diablo (del griego diab?llein = separar, dividir) que es el que separa y rompe la comuni?n.

El Credo es la confesi?n singular de la fe eclesial en el misterio de Dios Padre, revelado por Jesucristo, y testimoniada al creyente por el Esp?ritu Santo en la Iglesia. El Credo es confesado en primera persona del singular. Pero esta primera persona del singular presupone una comunidad, como atestiguan las expresiones ?nuestro Se?or?, ?santa Iglesia cat?lica?, ?comuni?n de los santos?. El cristiano, en su profesi?n de fe, no confiesa su propia fe o sus ideas, sino la fe de la Iglesia: fe que ha recibido de la comunidad que se la transmiti? (la redditio supone la traditio), fe que le une a la comunidad y que profesa ante y con la comunidad eclesial. Lo personal y lo comunitario quedan inseparablemente vinculados.

Cada cristiano recita en singular el Credo incluso dentro de la asamblea lit?rgica; pues ninguna acci?n es tan personal como ?sta. Pero el creyente lo recita en la Iglesia y a trav?s de ella; su fe participa de la fe de la Iglesia, que le permite -por muy grande que sea su miseria- confesar la fe total de la Iglesia, pues ?l es hombre de la comunidad cat?lica.

La fe, pues, sin dejar de ser personal, existe s?lo en cuanto di?logo, audici?n, respuesta; es decir, nunca como algo tan original que nazca del puro interior del hombre, ni tan individual que no provenga de una participaci?n en la misma Palabra, aceptada en el seno de la comunidad. La fe de la Iglesia es el fruto de la acci?n del Esp?ritu, desde la fe de Mar?a y de los Doce, hasta la profesi?n de fe que un cristiano hace hoy.

La unidad de la Iglesia en la fe es una exigencia constante en el Nuevo Testamento:

Esforzaos en mantener la unidad del Esp?ritu con el v?nculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Esp?ritu, como una sola es la esperanza de la vocaci?n a la que hab?is sido convocados. Un Se?or, una fe, un bautismo, un Dios, Padre de todo, que lo transciende todo (Ef 4,3-6).

Al no ser la fe fruto de mis pensamientos, vini?ndome de fuera, no es algo de que dispongo y cambio a mi gusto. La fidelidad a lo recibido y a la Iglesia, que lo trasmite, es esencial a la fe. ?La confesi?n de fe en la recitaci?n del S?mbolo, dir? H. de Lubac, significa y realiza el v?nculo de comuni?n personal y p?blico con todos los creyentes?6. Si se ha podido decir que ?una teolog?a sin Iglesia no pasa de ser ciencia-ficci?n?, mucho m?s vale esto para la profesi?n de la fe.

Cuando se afirma que el hombre es bautizado en la fe de la Iglesia, lo que se quiere significar es que el sentido del gesto bautismal no se inventa en aquel momento, sino que su significaci?n es la que le ha dado Cristo, como ha sido recibido y es aceptado por la Iglesia.

El cristiano, por tanto, no puede profesar el Credo si no se reconoce unido a todos los que con ?l confiesan la fe de la Iglesia. Esto significa que no se puede creer sin amar7.

3. FE Y CONVERSION

Las f?rmulas del Credo son un resumen de las principales verdades de la fe de la Iglesia. Pero no se trata de conocimiento abstracto, sino de la experiencia del misterio de Dios revelado en la creaci?n del cielo y de la tierra, manifestado en la salvaci?n hist?rica de Jesucristo y comunicado -actualizado e interiorizadopor el Esp?ritu Santo en la Iglesia. En el acto de fe, el creyente no se adhiere con su inteligencia a una f?rmula conceptual, sino que se adhiere con toda su persona a la realidad misma de lo cre?do. S?lo as? el Credo es confessio fidei, manifestaci?n del propio ser cristiano ante s? mismo y ante los dem?s, y reconocimiento agradecido ante Dios por esa fe. Se trata de ?entrar en ese yo del Credo y transformar el yo esquem?tico de la f?rmula en carne y hueso del yo personal?8.

Creer es aceptar, mediante la conversi?n, el evangelio de la salvaci?n de Dios, proclamado y realizado en Jesucristo. Para los Hechos, al describirnos la primera comunidad, los cristianos son los creyentes (He 2,44; 4,32; 5,14). Ser creyente es sin?nimo de cristiano. Aunque suponga la aceptaci?n de las verdades cre?das, ser creyente es mucho m?s que eso; significa aceptar una forma de vida, o mejor, entrar en una nueva forma de ser. Por eso, la fe supone la conversi?n, un nuevo nacimiento, una recreaci?n o regeneraci?n. La fe es, pues, principio de vida. No

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