Catholic.net - El lugar de encuentro de los Católicos en ...



Y sumido en agonía, insistía más en su oración.

Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre

que caían en tierra.

(Lc 22,44)

1 GETSEMANÍ

1 I

Reluce en Judea la luna llena,

proyecta, de los olivos su sombra,

sus ramas de ayer sirvieron de alfombra

al Señor que hoy se muere de pena.

Getsemaní, oración en el huerto,

jamás se conoció mayor angustia,

agarrotada el alma, seca y mustia;

ahora son los momentos del desierto.

Se ha quedado a un paso de la muerte,

al antojo del mal que aprieta fuerte.

En su noche oscura, de luna clara,

está sufriendo la hora dolorosa.

Sus venas aplastadas con tal losa

revientan por las manos y la cara.

2 II

Entiendo tus sudores en el huerto

-aunque entienda no más que de cabeza-,

admiro con espanto la entereza

de no quedarte en esta noche muerto.

Entiendo que cayeran chorretones

de sangre por tu cuerpo tembloroso,

no entiendo que aguantaras el acoso

de ver pecado en todos tus rincones.

¿En dónde está el cordero inmaculado?

¿En dónde la belleza y la inocencia,

sangre y barro el rostro demudado?

Ante el Padre; insufrible presencia

la del Hijo de Dios empecatado,

llorando en infinita turbulencia.

3

4

5 III

Se espesa la inmundicia de la historia

en las fibras del alma inmaculada,

su ser virginal, carne empecatada;

no hay rastro de bien en su memoria.

Por sus labios desfilan insolencias,

por su corazón, odios y rencores,

por su mente, mentiras y temores,

por sus manos, delitos y violencias.

Un rebozo de infierno lo reboza,

y hasta lo más profundo se estremece;

tiembla y llora, suda sangre, solloza,

el alma transparente se ennegrece,

y una angustia de muerte lo destroza.

La tierra grita, el cielo enmudece.

6 IV

Getsemaní es no comprender nada.

Getsemaní es ver al Ser temblando,

es saber a Dios-Fuerte tiritando,

es la muerte de Dios adelantada.

Getsemaní es el fragor de una guerra,

que libran voluntades divididas

en dos naturalezas desunidas.

Es la cruda venganza de la tierra.

Es la noche terrible, turbadora,

que, tras la Primera Eucaristía,

álzase, en poco más de media hora,

y ahoga, en insólita agonía,

al Hijo de Dios que al Padre llora,

al Uno-en-Dios que implora compañía.

Y a Jesús, después de azotarle, se lo entregó.

(Mt 27, 26)

1 APÓCRIFO DE LA FLAGELACIÓN

Un esbirro, el cuerpo embetunado,

mano de hierro y corazón de acero,

repite con su látigo de cuero,

azotes sobre el dorso inmaculado.

Zumba el aire y el látigo restalla,

esperando -¡qué menos!- un chillido.

...Silencio... Jesús calla dolorido;

quien chilla y resuella es la canalla

que embravece al verdugo y lo jalea:

- "Más, más y más fuerte, que no es bastante".

Y el soldado descarga, jadeante,

más fuerza en el flagelo y lo golpea.

Está incrustado en la espalda inocente.

Resopla, toma aliento, bebe vino,

se vuelve a mirarlo, y ya cansino,

encuentra una mirada indulgente.

Desfallece el verdugo sorprendido;

jamás penado alguno soportó,

ni persona ninguna lo miró,

como lo mira Jesús enternecido.

Aguanta, como puede, Cristo humano,

que parece dejado por el cielo,

mientras corre la sangre por el suelo

vertida por los golpes de un romano.

Silencio... Ahora es el soldado

quien calla y discurre pensativo...

...que si fuera verdad lo del Dios vivo,

...que cómo puede ser que no ha gritado.

Se ha tocado -nervioso el dedo fiero-

el mentón, la cara, el entrecejo;

ha corrido a buscarse en un espejo,

y se halla salpicado el cuerpo entero.

Y mira a Jesucristo maniatado,

y se mira las manos sudorosas,

y se mira las piernas temblorosas,

y mira su flagelo ensangrentado.

Y se hunde al ver a Cristo hundido,

y busca al Dios del cuerpo desplomado,

y dice que lo siente, avergonzado,

y se sabe de pronto redimido.

Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.

(Mc 15,37)

1 VIERNES SANTO

Viernes Santo es el único día

en que Dios no puede cantar victoria;

hoy el cielo se enluta y se desgloria,

y llora en dolorosa sinfonía.

Misterio del Dios-Hombre que devuelve

al hombre desde el trono su grandeza;

misterio que rechina en su aspereza

y un halo de tristeza nos envuelve.

Tristeza que ayer empezó en el huerto

y en el "hoy-eterno" está incrustada.

Por eso puedo celebrarte muerto,

contemplar tu cabeza coronada,

hacer presente tu costado abierto

y adorarte en tu cruz ensangrentada.

Mujer ahí tienes a tu hijo.

(Jn 19, 26)

Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu.

(Mt 27, 50)

Y al instante salió sangre y agua.

(Jn 19, 34)

1 TRES REGALOS DESDE LA CRUZ

Cosido en el madero, taladrado,

sin figura de hombre, deslucido,

tocado ya de muerte, malherido,

indigente, desnudo, extenuado.

Mas, a pesar de estar desguarnecido,

los dones más preciados has cuidado

hasta el último instante, en que has dado

aquello que guardabas más querido:

1. Tu madre, como madre entregada,

la joya y perla humana más sentida.

2. El espíritu en la última espirada,

quebrada ya la ampolla de la vida.

3. La sangre, con el agua derramada,

manando del costado, por la herida.

La muerte no tiene ya señorío sobre él.

(Rom 6, 9)

1

2 QUINTILLA A LA MUERTE MUERTA

Contigo ha muerto la muerte

muriendo en la cruz clavada,

de tal manera y de suerte

que, siendo la muerte fuerte,

ha muerto crucificada.

Un silencio apacible lo envolvía todo.

(Sb 18, 14)

1 SÁBADO SANTO

I

Es Sábado Santo, Pascua Judía.

Hoy ha amanecido noche muda,

hoy es el día de la fe desnuda,

hoy, el silencio punzante de María.

Hoy es el caos, el día sin día,

jornada de posguerra cruel y cruda,

amenaza el fantasma de la duda,

que un grito consumó la profecía.

Con descaro se jacta el insolente,

celebrando siniestro su victoria.

Bufa soez, en chanza maldicente:

"iJa, ja, ja, ja! iMurió, esta es mi gloria!"

Solo le espera la Madre Paciente,

enlutada en los suyos la memoria.

II

Angustia en las entrañas maternales,

contemplando impotente al Hijo amado,

sin apariencia, roto y destrozado;

desgarro en las entrañas virginales.

¿Por qué está quieta María, parada

ante tanto dolor y sufrimiento?

¡¡¡El Hijo está muriendo sin aliento

y la Madre parece no hacer nada!!!

Al Padre sus dolores ofreciendo,

de este cruel momento, duro, amargo.

Está junto a la cruz corredimiendo.

Deshecho el corazón, la cruz delante,

dócilmente fiel, recibe el encargo

de ser madre común desde ese instante.

La muerte ha sido devorada por la victoria.

(I Co 15, 55)

1 ¿DÓNDE ESTÁ, MUERTE, TU VICTORIA?

Saborear a Cristo victorioso

es descubrir la nada de la muerte,

parece que parece cosa fuerte

y no es más que humo vaporoso.

Quimérica apariencia evanescente,

ridículo y errático fantoche,

ni siquiera en las sombras de la noche

encontraste asidero consistente.

El triunfo del Señor resucitado

ha puesto coto a tu mando, de suerte

que estás en el tiempo a plazo contado.

Ya no tengo razón para temerte,

y aunque lates injerta en mi costado,

vienes tocada y herida de muerte.

Entonces se entabló una batalla en el cielo.

(Ap 12, 7)

LUCHA A MUERTE

I

La vida es un combate a dos asaltos

que gana el que gana en el segundo.

De un lado el enemigo inmundo

que irrumpe con continuos sobresaltos.

Son sus armas... inmensas baterías

de mentiras y de embustes. Engaños

de todos los colores y tamaños:

sofismas sibilinos, ironías,

falsos testimonios, difamaciones,

complejos, errores, hipocresías,

medias verdades, chismes, seducciones,

añejas y recientes herejías,

halagos y lisonjas, presunciones

y promesas de inmediatas alegrías.

II

Enfrente, perdido el primer asalto,

está la verdad cosida, clavada,

silente y erguida, crucificada,

la verdad desnuda sobre lo alto.

Segundo asalto: pasado mañana;

testigos: la luna llena y el huerto;

y la misma verdad al descubierto

servirá como toque de campana.

Paz y calma, no hay fragor de guerra,

ni fanfarrias, bravatas ni alboroto.

Huye el enemigo, desaparece,

la muerte no encuentra asilo en la tierra,

la piedra corrida y el sello roto.

La verdad rediviva resplandece.

Cristo murió por nuestros pecados

(I P 2, 24)

YO HE SIDO

Yo he sido el verdugo del cordero,

Santiago muy cansado y muy dormido,

el Judas Iscariote traicionero,

el guardia que en el huerto te ha prendido.

Yo he sido el sacerdote que te enjuicia,

la mano del soldado que te pega,

el perjuro que miente con malicia,

el muy cobarde Pedro que te niega.

Yo he sido quien corona tu cabeza,

el del seco revés en tu mejilla,

ladino burlador de tu realeza,

el bergante que dobla la rodilla.

Yo he sido el esbirro del azote,

el insolente que escupió en tu cara,

el rufián que te hizo un monigote

después de que tu cuerpo desnudara.

Yo he sido el que te cuenta entre malditos,

el zafio rey Herodes que te afrenta,

vocero que pedí tu cruz a gritos,

vocero que pidió tu muerte lenta.

Yo he sido el corifeo del tumulto,

el Pilato cobarde y pusilánime,

blasfemo de la mofa y del insulto,

el bufón reidor al verte exánime.

Yo he sido quien tus brazos ha clavado,

el que ha brincado ante tu cuerpo inerte,

soldado del lanzazo en el costado,

autor y responsable de tu muerte.

Yo he sido a quien abrazas amoroso,

Dimas, el buen ladrón arrepentido.

De Ti espero mi Dios muy bondadoso,

que en el cielo me digas “bienvenido”.

................
................

In order to avoid copyright disputes, this page is only a partial summary.

Google Online Preview   Download