SEXTO ANIVERSARIO DE PEREGRINAJE DE LA CARAVANA …



SEXTO ANIVERSARIO DE PEREGRINAJE DE LA CARAVANA ARCOIRIS por la PAZ

Por Alberto Ruz Buenfil

albertoruz@

o subcoyotealberto@

Cuenca, Ecuador, Julio 20 del 2002

El día 18 de Julio se cumplieron seis años desde esa tarde que los primeros tripulantes de la “Mazorca” nos despedimos en una emotiva ceremonia de todos nuestros queridos hermanos y hermanas en Huehuecóyotl, partiendo en su peregrinaje sin ruta fija, sin límite de tiempo, con una tripulación variable de entre 13:20 personas, sin mas meta que un impreciso: ¨HASTA LLEGAR HASTA LA TIERRA DEL FUEGO¨, y con mil propósitos y sueños diversos, para iniciar un recorrido por las rutas del maíz de Centro y Sudamerica.

La Caravana Arcoíris por la Paz, como bautizamos nuestro proyecto, no contaba con el apoyo de los Reyes Católicos de España, como Cristóbal Colón, ni con el visto bueno de la NASA como Armstrong y los demás astronautas que pisaron por vez primera la luna; no íbamos armados de lanzas, elefantes y flechas certeras como Alejandro el Magno y Anibal en sus viajes de conquista a través de los Alpes, hasta conquistar Persia, Mesopotamia y Babilonia; ni de caballos blancos, espadas y arcabuces para atravesar los Andes helados como Simón Bolívar persiguiendo el ideal de crear una América del Sur, unificada e independiente.

No iniciamos nuestro peregrinaje en busca de un águila devorando una serpiente sobre un nopal como los aguerridos fundadores de la Gran Tenochtitlán, guiados desde la legendaria Aztán por sus profetas y sacerdotes; ni quemamos nuestras naves para evitar el posible escape de sus correligionarios, como lo hiciera el osado Hernán Cortéz antes de lanzarse a la conquista por la pólvora y la sangre del territorio que hoy llamamos mexicano.

No íbamos en busca de las costosas especies de Oriente, ni de una nueva ruta comercial hacia el Nuevo Mundo para facilitar las cosas al Imperio en turno; ni a saquear los puertos y galeones extranjeros y a robarnos a las doncellas mas bellas, como nuestros antepasados Francis Drake, sir Walter Raleigh ni Lorencillo; ni fuimos tampoco enviados por ninguna Iglesia con la tarea de catequizar almas descarriadas y evangelizarlas, por las buenas o las malas, para que encontrasen su salvación en la próxima vida.

No montábamos a bordo de una vieja motocicleta Norton de 500 cc como el Ché Guevara en su primer viaje de aventuras en 1951, ni cargábamos un fusil y una voluntad férrea de crear mil Vietnams a nuestro paso, como el mismo Ché lo intentó hasta las últimas horas de su último viaje, en la quebrada del Yuro, a pocos pasos del poblado de Higueras, Bolivia, un fatídico 8 de octubre del año 1967.

No salimos tampoco tras los pasos de Carlos Castaneda ni de Allen Ginsberg en pos de la iluminación que las plantas sagradas que los chamanes del Amazonas nos pudieran ofrecer, ni partimos con el propósito de establecer un record de viajes largos para el Libro Guiness, ni de poner en práctica los consejos que las innumerables guías de viajes alternativos ofrecen para conocer el mundo por $10 dólares al día.

No seguimos ya las huellas de Jack Kerouac, Gary Sneider ni Nel Cassidy, vagabundos del dharma de los años 50´s, ni intentamos competir en ninguno de esos rallies de vehículos rápidos con muchas etiquetas de marcas de aceites, alcoholes y cigarros que atraviesan continentes, dejando tras de sí una sucia estela de ruido, polvo negro, botellas de plástico y latas de cerveza por los desiertos y las selvas desvirgadas. No partimos a la búsqueda del misterioso El Dorado ni de los restos de la expedición del Capitán Fawcett, desaparecido hace medio siglo sin dejar ningún rastro; ni mucho menos para encontrarnos con los capos de los carteles, de las guerrillas o de los paramilitares, para establecer una ruta clandestina para el envío de toneladas de polvos blancos en un sentido, ni el abastecimiento de armas sofisticadas en el otro para hacernos millonarios en poco tiempo, o para cumplir una fantasía, sin importar los medios, ni su costo humano y ecológico.

Nada de eso nos motivó para iniciar, realizar y cantar esta Odisea. Ya para ello los griegos tuvieron a un Homero hace muchos siglos, que les dio la oportunidad de relatar los viajes heroicos de Ulises por los siete mares, o los franceses a un Julio Verne para elaborar novelas relatando de sus fantasiosos viajes a bordo de un globo inflable con una canastita colgada abajo, en 80 días y alrededor de todo el mundo, en submarino al fondo de los océanos y con mil dificultades hasta el mismísimo Centro de la Tierra. Así también quedaron inmortalizadas y grabadas en nuestro inconsciente colectivo los infortunios de Robinsón Crusoe y de Gulliver, en los cuentos que nos inspiraron a viajar y soñar con mil aventuras a lo largo de nuestra infancia.

No salimos en pos de la plata ni del oro, ni de la fama, ni de nuevos territorios, ni de salvar el planeta como nuevos eco-evangelistas, ni de otra cosa que seguir simple y sencillamente caminando. Salimos más bien como niños, un poco inocentes, un poco también muy osados, recordando la letra de un poema que nos incitaba a caminar haciendo camino al andar, cruzando y convirtiéndonos a nuestra vez en puentes, sembrando historias, recogiendo imágenes, mirando, mirando todo a nuestro paso. Y desde entonces ahí vamos, dejando como huellas una estela de sonrisas y de lágrimas salobres de purita ¨saudade¨, de recuerditos bonitos, de pedacitos dispersos de una leyenda nueva, una historia que se va contando paso a paso, y que sobre todo da sentido a nuestro andar y nos ofrece suficientes motivos para seguir caminando.

Y desde esa tarde lejana del mes de julio de 1996, arrancando los motores y diciendo adiós a las casitas mágicas y a los habitantes del viejo Huehuecóyotl, ahí entre las montañas sagradas del Tepozteco, hasta el día de hoy, mes de julio del 2002 aquí a orillas del río Tomebamba, tierra de los descendientes de los bravos indios cañares y de los conquistadores de largos apellidos hispánicos, en la antigua orgullosa, adoquinada y amurallada ciudad colonial de Cuenca, hoy patrimonio cultural de la humanidad, han pasado seis años, seis giros completos de la Madrecita Pachamama alrededor del Tata Inti, seis páginas del calendario de cuentas largas, en que dejamos atrás, en la cuenta que hoy aceptamos como base del tiempo histórico, tanto el pasado siglo XX como el Segundo Milenio, para comenzar el conteo del presente-futuro.

Seis años de viaje han pasado, siete con más exactitud desde que en un encuentro de tribus de la Nación del Arcoíris en Arizona, un mes de julio de 1995, este necio testigo y redomado viajero, el Subcoyote Alberto, frente a un círculo de fuego y ante un consejo de ancianos y jóvenes guerreros, tomó el bastón de palabra y se comprometió a realizar un peregrinaje hasta la Tierra del Fuego, y a la creación de una caravana que llevara la bandera y los mensajes del Arcoíris a lo largo y ancho de todas las geografías y senderos a los que el Gran Misterio lo guiase.

Un año tomó para comenzar a caminar esas palabras, esa promesa . Un año para lanzar un llamado a los primero viajeros, aventureros, guardianes de la tierra, guerreros y guerreras que quisieran participar en este peregrinaje. Un año para recibir la donación del primer bus, la Mazorca, de parte de nuestra hermana Bea Briggs, con el cual el sueño comenzó a tornarse en una ya larga historia, que seguimos escribiendo paso a paso. Un año para preparar la Nave Madre para el largo viaje, para escuchar y decir miles de palabras en interminables círculos de posibles e imposibles tripulantes y pasajeros. Un año para recopilar las herramientas, los instrumentos, utensilios, alimentos, frazadas, los papeles, los permisos legales, para ir cerrando ciclos, para irnos desamarrando los cordones umbilicales, para ir guardando en archivos los diarios y las memorias pasada, y comenzar a envisionar la magnitud de nuestra empresa colectiva.

Y luego, un año después de la partida, tras recorrer mil historias y aventuras por las selvas del sureste mexicano, Chiapas, y de cruzar las fronteras de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá hasta llegar a las islas del archipiélago caribe de los Kunas, celebramos nuestro primer aniversario de viaje y finalmente el arribo a Sudamérica, a bordo del carguero Apemagu, y de un venturoso desembarco en el magnífico puerto colombiano de Cartagena de Indias. En ese día, realizamos nuestra primera presentación en suelo colombiano, en la magnífica casona de la escuela de Bellas Artes, con Nacho, un caravanero hispano que cayó del techo del bus minutos antes de la función y se quebró la muñeca, y terminando la noche festejando en un sitio a orilla del mar llamado El Paraíso, con una banda loca de motociclistas y patinadores ecuatorianos, tomando vino y comiendo pescado frito.

Un año después, mientras yo recorría parte de Europa, Suiza, Italia, Inglaterra, llevando ultramar los mensajes de la Caravana, esta se encontraba celebrando el segundo aniversario del viaje en una base universitaria llamada Los Laureles, en las afueras de Caracas, Venezuela, organizando presentaciones de teatro, temascales y talleres, vinculándose con las vanguardias de diferentes movimientos, apoyando la formación de una red venezolana de ecoaldeas, biorregionalistas y grupos de nueva conciencia, que hasta la fecha siguen creciendo y manteniendo un movimiento alternativo en esas tierras.

1999, el último año del siglo y del milenio gregorianos, lo festejamos en nuestra base a orillas de un pequeño río afluente del Amazonas, a pocos kilómetros de Manaus, con docenas de amigos de la Unión do Vegetao, de la Universidad, del CEMI, del centro Dharma, del Instituto Brasileiro de Permacultura, con una enorme botella de sidra espumante rosada, con una agasajo de comidas diversas, poemas, palabras de agradecimiento, bailando todos al ritmo del boi bumba y de la incomparable samba, con las bellas garotas del Maese Spingler, gran jefe de una de las mas importantes Iglesias de la Ayahuasca brasileña, el todo inmortalizado por las cámaras testigas del equipo de Silvia Briceño y de HBO Ole, parte de un programa que ha dado la vuelta del continente varias veces llamado ¨Los Guerreros del Arcoiris¨, premiado en un festival internacional de documentales en Nueva York, un año mas tarde.

Y llegó el esperado 2000, y el 18 de Julio, después de recorrer la Amazonía norbrasileña, la misteriosa Gran Sabana y los grandes llanos venezolanos; de visitar distintas comunidades indígenas de las márgenes del Orinoco, de vivir varios meses en un albergue de niños de la calle en la ciudad universitaria andina de Mérida y de mil episodios de todos colores y sabores a lo largo del convulsionado territorio del Chocó, Antioquia y del Darién colombianos, la Caravana celebró su cuarto aniversario en una base a orillas del cráter de lodos medicinales de un volcán a la orilla del Caribe llamado Arboletes. Esa noche, hubo pastel, vino, obras de teatro de adultos y de niños y aún un poco de rumba, a pesar de la amenaza silenciosa pero constante de vivir en medio de un territorio controlado por las fuerzas paramilitares de las Autodefensas Unidas Colombianas, comandadas por el temido Carlos Castaño.

El 18 de julio del 2001, nos agarró en un cambio de base, de un minúsculo caserío llamado Piedra de Vapor, plagado de garrapatas, pulgas, mosquitos, niguas y demás alimañas, situado en el departamento ecuatoriano serrano de Pichincha, casi a orillas del departamento costero de Esmeraldas, moviéndonos a un agradable centro ecoturístico llamado Cabañas del Río. Por esta razón, la celebración del quinto aniversario de viaje se postergó para el día 19, ya instalados en las Cabañas, en medio de un curso de diseño de permacultura y ecoaldeas, convocado y organizado por la Caravana e impartido por Jeff Mechen y varios de nosotros como instructores, con la asistencia de una treintena de personas de todo el Ecuador, y con una sabrosa torta de chocolate, una rumba caliente y un ponchecito pegador de zhumir, la bebida nacional de aguardiente, que me mandó a la cama con una buena resaca.

Y así llegamos al recién pasado sexto aniversario, hace tan solo un par de días, momento en que la Caravana se encuentra en una base a 7 kilómetros de Cuenca, en una finca campestre fuera de caminos, y que yo y Liora nos hallamos en casa de Leticia y Humberto Belareso-Quintana, activistas sociales y maestros universitarios, con sus hijos Pablo, Juan y Gaby, en la quinta semana de mi recuperación de una operación de vértebras cervicales, realizada aquí en Cuenca, por mis amigos el cubano Lázaro Vilas y el cuencano Jorge Villavicencio. El 18, toda la banda, que se está preparando para el próximo paso, la salida a Perú, llegó a la casa donde estamos nosotros, ya que no puedo todavía viajar por terrenos no asfaltados, con tambores, un pastelote, globos de colores y el ánimo caliente para la rumba, donde los recibimos con bebidas, pastel de banano, y una docena de amigos cuencanos, jóvenes y veteranos, anfitriones, y aliados que nos han abierto sus casas y corazones desde que llegamos a esta región Azuayana de los Andes ecuatorianos.

De este largo recorrido, de lo que no somos y lo que si estamos siendo, quiero aquí dejar una breve reseña y constancia de nuestro andar hasta esta ésta fecha, en que por un lado se cumplen seis años de viaje, pero realmente siete desde que nació el proyecto de la Caravana Arcoris por la Paz, y por el otro termina un ciclo e inicia una nueva etapa de siete años. Celebrar otra primera vuelta de la rueda de los tiempos, que corresponden a la primavera, a la infancia de un proyecto, de un ser humano, los primeros pasos, los tropezones, las caídas y levantadas, los raspones, los pañales que se convierten en pantaloncillos cortos y falditas, las primeras palabras, los primeros logros. Un proyecto que va terminando su primera fase, y que se está preparando con calma para la siguiente.

En este recién pasado mes de Junio, participamos en una suerte de graduación colectiva, con la convocatoria y exitosísima realización de la “Aldea de Paz para mujeres líderes del Ecuador”, un evento que implicó un año desde que se aprobó y recibió apoyo, gracias a la obstinación y constancia de Liora, desde la Oficina de Asuntos Culturales de los EUA, y que nos tomó tres meses de fuerte trabajo preparativo, aquí en la región de Cuenca, y finalmente se llevó a cabo en un campamento luterano en el poblado de Paute. Acudieron 120 mujeres, acompañadas de mas de 30 guaguas (menores de edad), todas ellas guerreras profesionales, líderes comunitarias de la Sierra, la Costa, el oriente Amazónico, las ciudades y el campo. El evento, que duró una intensa semana (para mayores informes, en nuestra página Web: ), culminó después de siete días de sesiones plenarias, círculos por biorregiones, por Consejos y por áreas de interés, de docenas de talleres y cursos, de celebraciones y una gran diversidad de riquísimas manifestaciones multiculturales, de cada zona, y sobre todo por parte de todos y cada uno de los integrantes de la Caravana.

Sus resultados inmediatos fueron la integración armoniosa del mas centenar de mujeres líderes de 16 departamentos y 80 organizaciones locales y nacionales distintas, de las cuales nunca habían tenido ningún contacto unas con las otras; la creación de la primera Red Nacional de Mujeres Líderes por la Paz del Ecuador y la formulación colectiva y aprobación por consenso de un Manifiesto de la nueva Red de Mujeres. Estos logros se realizaron también gracias a la presencia solidaria de nuestra hermana Bea Briggs, que con su talento para lograr consensos entre grupos heterogéneos obtuvo una ejemplar integración de las posturas más diversas, que refleja por un lado las problemáticas y por el otro, las soluciones y respuestas que las organizaciones de mujeres ecuatorianas ofrecen para dar un paso más en la conquista de sus derechos en este tiempo y en este país.

La Caravana se siente de verdad orgullosa de haber contribuido a la realización de este sueño, y las apreciaciones, verbales, escritas y documentadas en el programa de video ¨TEJIENDO REDES, TEJIENDO FUTURO¨, que gracias a los esfuerzos de Gabo Zapata y Jasón Gutzmer, y de todos los caravanistas que estuvieron presentes en la Aldea de Paz, estamos a punto de lanzar al aire. Hemos recibido muchos aplausos debido al éxito logrado por esta convocatoria, lo que nos permite afirmar que nuestro proyecto ha crecido enormemente desde que nació, que tiene delante de sí un futuro cada vez más bello, y que está dejando y dejará una huella, quizás pequeña, pero clara de su andar por los sitios y en los corazones de los millares de personas que vamos encontrando a nuestro paso.

Ya para terminar, quiero invitar a nuestros muchos aliados en el mundo, por vía del Internet, a seguir con nosotros, en forma virtual y cuando fuese posible, también de una manera real, y comunicarles que la Caravana sigue abierta a recibir pasajeros, aspirantes y tripulantes, por períodos fijos o con la posibilidad de integrarse a largo plazo con este proyecto. Les invitamos igualmente a expandir esta red de conexiones y a multiplicar las iniciativas para un mundo mas sustentable y justo para todos y todas nuestras relaciones.

Para mayores informes sobre nuestra andar, y sobre el proceso de integración a la Caravana (Manual y Cuestionario), por favor refiéranse a nuestra página Web en la sección TU Y LA CARAVANA. Siempre estaremos dispuestos a conocer sus propuestas, y ahora que iniciamos la siguiente fase del viaje por Perú y Bolivia, necesitaremos gente que tenga la piel curtida o quiera curtírsela para el viaje a los Andes. Personas que sepan mucho de mecánica y un par de buenos chóferes para los buses; amigos que ayuden al proyecto con la parte de Internet, y colaboren en la actualización de la página Web; otros que sean buenos talleristas en los temas afines al proyecto, o buenos actores, músicos, cirqueros y bailarinas con disposición e iniciativa para crear nuevos espectáculos.

Tenemos siempre espacio para gente que tenga experiencia y ojalá equipo, en el campo de la video-documentación, que sentimos debe ocupar cada vez mas un espacio importante en nuestro hacer colectivo, y relacionistas públicos, que apoyen en el conseguir trabajo, y dar a conocer de mil maneras creativas lo que somos y estamos haciendo. Así que si sientes el llamado y tienes un proyecto afín al nuestro, contáctanos, que estamos a la espera de buenos caravanistas en todo momento.

Y para concluir este, una vez más, interminable comunicado del Subcoyote Alberto, quiero agradecer todas y cada una de las manifestaciones de amor, apoyo, cariño, que de docenas de ustedes recibí en este último mes, a raíz de mi operación, los círculos, ceremonias, palabras de aliento, cheques, poemas, que desde las cuatro direcciones brotaron y llegaron hasta mi corazón, a tocar las fibras profundas de mi espíritu, y que me están devolviendo poco a poco la fuerza, fe, visión, para que mi cuello vuelva a sostener esa pesada cabezota que tengo sobre los hombros, y que gracias a tod@s ustedes, me seguirá guiando para seguir recorriendo todos los caminos con corazón que el Gran Misterio tenga previstos para mi y la Caravana, en estos próximos años. En mi nombre y el de todos los caravaneros, de verdad, MUCHAS, MUCHAS GRACIAS!!!

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