LOS TACOS

Antonio Dom?nguez Hidalgo

LOS TACOS

No s? ni c?mo, pero con esta audacia que me cargo, he llegado hasta aqu?... Sab?a que esa ca?er?a secreta algo cabr?n ocultaba... Con la experiencia que me boto, nadie me puede enga?ar. Y si no fuera por tanta pendeja penumbra que hasta a m? me cisca; yo que estoy tan acostumbrado a las peores desgraciadeces y a las situaciones m?s pelonas,

ya hubiera recorrido todo este laberinto de desag?es. ?Es un perfecto escondrijo bajo la ciudad! ?Qu? escenario s?rdido! Propio para cr?menes

de pel?cula. ?Y esa pestilencia! ?Carajo! ?Uf...! No se oye ni un ruido de las calles de encima. Sepulcral es esto... Hay un silencio tan enorme que me imagino que as? debe ser cuando uno se encuentra en la pinche tumba.

?Qu? sombr?o total! Mis pasos apenas si resuenan entre el chapoteo del agua que escurre por all?. Y ni un indicio humano reciente. Se nota que estos t?neles no han sido utilizados desde la ?poca

virreinal. Aqu? se podr?an esconder todos los misterios del mundo. Yo ya sab?a de la existencia de estos pasadizos, aunque cre?a que s?lo eran fantas?as de

ese escritor... ?C?mo se llamaba? ?Qu? importa ahorita! Casi no puedo ver... Falta ox?geno. Cada vez es menos... pero hay que seguir. Tengo que descubrir lo que he

sospechado y demostrar que es cierto. ?Qu? batidillo de lodo, ya me atasqu? de mierda o no s? de qu?...! ?Pinche porquer?a! ?Ahhh, me lleva la chingada...! ?Y qu? es eso? Parecen unas siluetas en el fondo. ?Qu?

ser?n? No tienen forma precisa ni distingo claramente lo que sean. ?Objetos arrumbados? Puede ser cascajo o simples piedras; no creo que pueda ser otra cosa. Tal

parece que es residuo de mucho tiempo... como de muchos siglos...

Si pudiera avanzar m?s r?pido, ya hubiera dado con lo que busco, pero tengo que ir agach?ndome...a veces arrastrarme y a duras penas... avanzo... Esta parte de los t?neles

se est? achicando cada vez m?s. No s? por qu?, pero... hay algo... Como que este lugar no me resulta desconocido por completo, casi me parece familiar. Alguna vez... qui?n sabe cu?ndo... como que yo ya hubiera estado aqu? en otra ?poca... con muchos otros cuyos nombres he olvidado para siempre...?O lo le??. ?Ser? por eso

que a ratos siento escalofr?os? ?Ah, ya me acord?! Era Riva Palacio. Con raz?n he tenido de pronto la impresi?n de que ya hab?a vivido esto. Si lo le? en la secu... Me siento como ese Mart?n Garatuza encerrado en calabozos y cayendo en un abandono

mortal.

?Chingaos! ?Brrr...! Que no me casta?et?n los dientes por culpa de esta temblorina rara en m?, que me las doy de duro. Porque un agente de la judicial no puede ser m?s que duro. Nada de blandenguer?as. ?Qu? miedo ni qu? la verga! Debo seguir... Nada de

mariconer?as. Si al menos pudiera ver con m?s claridad esas malditas sombras que quien sabe qu? sean, acaso surgir?an algunas respuestas a mis sospechas; sabr?a mejor qu? son esos manchones embarrados en estas oscuridades y tal vez me podr?a ubicar mejor. Pero ya ni el encendedor me sirve. ?Chin! ?Y no traje ni un cerillo! ?C?mo fui a apendejarme! Hace ya tantas horas que ando recorriendo estos laberintos de t?neles que hasta he perdido la noci?n del d?a y de la noche. Creo que llevo una semana aqu? encerrado y sin tragar. ?Ni s?! Me acab? las provisiones que tra?a. Hasta el maldito reloj se descompuso. Pero estoy seguro que por aqu? se encuentra la soluci?n a lo que investigo. Tengo que aguantarme el hambre, aunque no quiera. No puedo perder esta oportunidad. La fama

me espera y la lana... Si las manchas de sangre se perd?an ah?, al llegar a la tapadera de la atarjea, entonces

s?lo basta continuar persiguiendo esos indicios. Qu? importa que ande entre estos apestosos drenajes, embarrado de cagada y de porquer?a; entre ratas cabronas, no voy a

renunciar. ?Parecen prietos y chillones conejos mojados! ?Qu?tate maldita! Sin embargo... creo que a pesar de todo voy con paso firme.

Desde que no hace poco, mucha gente de feria comenz? a preocuparse por eso, decid? por propia conveniencia emprender la b?squeda.

En un principio nadie valoraba aquello, pero de pronto, al ver lo que ven?a sucediendo, los grandes cacas de la jefatura tambi?n se vieron involucrados ante las protestas de los

poderosos ricachones y no tuvieron m?s que prestar mayor atenci?n a los ins?litos sucesos. Los hechos criminales se volv?an planificadas repeticiones y d?a con d?a se

incrementaban. De manera cotidiana, y casi siempre a la misma hora, acontec?an las desapariciones:

hombres y mujeres, mujeres-hombres y hombres-mujeres, de manera alternada; un d?a uno... otro d?a una; un d?a una-uno... y otro uno-una... Se suced?a aquello de un modo

tan misterioso y angustiante que parec?a imposible su contenci?n. As? fue como descubr? una pauta; todos ten?an un com?n denominador: eran s?per millonarios. Desde entonces ha cundido tal p?nico entre los habitantes linajudos, que ninguno de ellos se siente tranquilo ni en la ciudad ni en el campo, a pesar de que se han reforzado los cuerpos de su seguridad personal. Como que presienten su fin y se alborotan por

encontrar la soluci?n al caso... Todos los cuerpos polic?acos han realizado numerosas investigaciones para saber cu?les

son los motivos de tantos cabrones acontecimientos, de tantos posibles asesinatos, aunque eso aumenta lo enigm?tico, pues si hubieran sido matados por robo, por venganza, por ira, por vicio o por placer, los cuerpos de los victimados tendr?an que haber sido descubiertos en alg?n suburbio, en alg?n basurero, en alg?n jard?n, pero no... tal parece que algo, que alguien los ha convertido en invisibles. Como si se los hubieran tragado... Como si... ?O acaso los habr?n incinerado? Mas d?nde, cu?ndo, c?mo... Es

extra?o. No se han podido encontrar rastros presumibles. S?lo yo creo haber descubierto los signos... y en eso estoy.

La metr?poli se ha ido escandalizando y los potentados claman a las autoridades la pronta resoluci?n al problema, porque, seg?n lo que se lee en los peri?dicos o se dice en

la tele, cada vez est? m?s cabr?n para ellos. Hasta parece que los oigo: ?Qu? clase de garant?as personales se nos brinda! ?D?nde est? la vigilancia personal! ?De qu? sirven

nuestros elevados impuestos! Lo curioso es que mientras sucede esto, en los barrios humildes, en las zonas proletarias, todo parece transcurrir con normalidad. El pueblo huev?n se divierte en su pase?llos por las ferias que llegan a sus colonias y se deleitan como si nada aconteciera con los sabores suculentos de sus r?sticas comidas; en cambio, qu? absurdo, ?o parad?jico?, los omnipotentes se encierran a puerta y lodo en sus palacetes, que para poca cosa que les sirven, y se consumen de aburrimiento, de angustia y de ansiedad.

?Qu? gacho! Mientras tanto, la bola pobre sobrevive sin temer a nadie ni a nada y se le ve disfrutar de

los antojos que se dan en calles y ferias sin pizca de preocupaciones. Hasta el m?s jodido puede enga?ar la panza con ellos, sus alimentos favoritos: garnachas, sopes, pambazos, tostadas, tacos... Es lo bueno de no tener tanto dinero. Alguna ventaja deb?a

haber. Sin embargo... a pesar de que se ven alegres disfrutando de juegos y antojos, he encontrado algunos que ya comienzan a sentirse alarmados y, en medio de su desmadre, les he escuchado comentar, casi espantados, mientras devoran sus fritangas que: --De seguir as?, como va todo esto, no tardar?n en cerrar nuestros centros de trabajo. Si

se escabechan a todos los ricos, ?qui?nes van a darnos empleo? ?Qui?nes van a ocuparnos en las f?bricas y en las oficinas? Si faltan los patrones ?qui?n sostendr? las

empresas? --Por un lado qu? bueno que soy pobre. Si yo fuera de esos ricachones... ?ufff! M?s vale ser de abajo, pero vivo... y para nada soy un muerto de hambre. Deme otros dos de

oreja. Es por eso que ando por aqu?... mi olfato de investigador presiente, como en las pel?culas, que me acerco al final de este truculento caso. Muchos hasta piensan que todo esto es cuesti?n de brujer?as y magias. ?Pendejos! ?C?mo se dejan enga?ar! Hasta limpias car?simas les han dado a los poderosos pesudos para que no los desaparezcan... pero cuando menos lo esperan, ?zas! De nada les ha servido. Ni yendo a bailar a

Chalma. Yo inici? todo esto por mi propia cuenta, cuando me pregunt? ?Y por qu? s?lo los acomodados peligran? ?Qu? miope soy! De pronto tuve una...c?mo dicen... ah, s?, como una epifan?a. Se me hace que son acciones de una guerrilla neorrevolucionaria para desestabilizar los capitales y provocar una cascada de devaluaciones. Cuando revel? a mis jefes mis sospechas, dijeron que se me hab?a zafado la cuica y me mandaron a la

goma. La de risa que les dio, ojetes. Pero ya van a ver... Si los asesinados siempre han sido banqueros, empresarios, gerentes, mandamases; o tambi?n, los exigentes, y los intransigentes, y los funcionarios, y los pol?ticos, sin faltar

alg?n ocioso que se las da de arist?crata o intelectual; y no se diga de los pinches corruptos l?deres enriquecidos... Algo sabroso se est? cocinando.

Todo rayaba en lo inexplicable, pero ahora, luego de mis conjeturas, creo haber descubierto el hilo del tejido. Si siniestramente se han ido como esfumando los acomodados y siempre est?n en peligro, entonces... ?Qu? es esa luz? Creo que es... A ver... ?Oh!... ?Qu? enorme s?tano se ha hecho aqu? abajo! ?Incre?ble! ?Y cu?ntos

refrigeradores! Parecen estar repletos de carne. Si mis sospechas son ciertas, estoy a punto de dar en el clavo... ?Qu? clavo macabro! Ni

yo lo puedo creer... ?Ser? verdad lo que malicio? ?Chingada madre! Con raz?n a los pobres nada les hace el fen?meno de la desaparici?n; como est?n tan raqu?ticos. En cambio los riquillos con tanta lana... ?Qu? notici?n voy a provocar si esto me resulta

cierto? Se lo merecen por codiciosos y presumidos. De seguro que en el fondo los miserables se alegrar?n a carcajadas que quienes los explotan, se los lleve la chifosca. (Tal vez con el tiempo los que hoy est?n arriba desaparezcan y sus propiedades pasen a nuestras manos, para que nosotros, los que en verdad trabajamos, seamos los ?nicos due?os...) pensar?n como ardidos en lo m?s ?ntimo de s? y sonreir?n, como lo hago yo hoy, de complacencia y burla. Aunque a lo mejor a muchos pobres diablos que nada tienen, les hubiera gustado tambi?n ser

eliminados para no seguir en su miseria. As? ya no penar?an ni pasar?an estrecheces ni estar?an en la ?ltima chilla siempre ni se conformar?an con medio enga?ar el hambre

con lo que sea... Ahora s? de nada va a servir la campa?a que las autoridades han iniciado para resolver el

enigma de los esfumados. ?Qu? utilidad podr? haber en el espionaje mutuo recomendado en top secret? Se ha querido convertir en agentes a cada uno de los habitantes de la ciudad: Ernesto esp?a a Gustavo; Gustavo esp?a a Irma; Irma esp?a a Luis; Luis esp?a a Alfonso; Alfonso esp?a a Miguel; Miguel esp?a a Carlos; Carlos esp?a a Ernesto y as? sucesivamente; todos se esp?an; aunque nadie resuelva los cr?menes ni

los evite. Recuerdo c?mo al principio, hasta algunos de ellos, pinches hip?critas culeros, se miraban satisfechos cuando sab?an que sus rivales iban siendo eliminados. Pero ante el avance mortal... ya resultaba imposible vivir entre tanto miedo; entre tanta angustia reflejada en cada uno de quienes se present?an futuras v?ctimas...?A toda madre! Creo que son ciertas mis intuiciones y me voy a convertir en el detective m?s famoso y solicitado del pa?s. Con lo que estoy viendo... Ya est?...Tengo los pelos en la mano. Voy

a comprobar qu? hay en los refris... Con mi consagraci?n de gran investigador ning?n potentado temer? m?s y como siempre podr? salir al disfrute y goce de los clubes fastuosos que se encuentran en estos d?as a punto de fracasar como negocios. La noche l?gubre al fin acabar?. Adi?s al chingado pavor que reina en muchos. Y todo gracias a m?. ?La papeliza que voy a ganar!

Como me lo propuse, he venido paso a paso, husmeando hasta aqu?... A ver... ?Cuidado...! Alguien se aproxima, se acerca hasta este nauseabundo sal?n subterr?neo;

escondrijo perfecto en donde ahora estoy asqueado curioseando como gato, todo. ?Silencio!... Debo permanecer inm?vil. Varias sombras se deslizan por esas como escaleras que se ven al fondo. Me esconder? atr?s de estos barriles. Los contemplar? a trav?s de estas rendijas. Parecen cargar enormes bultos... ya llegan... Mejor me voy a meter en este barril para ocultarme y enterarme de todo. Parece ser de mi tama?o... R?pido. Veo que se abren dos puertas laterales que no hab?a percibido. Entran con gran rapidez... uno... dos... tres... cuatro... cinco... seis... son tantos que ya perd? la cuenta.

Entre la escasa luminosidad s?lo alcanzo a distinguir siluetas. Varios hombres regordetes, en batas de carnicero plasmadas de manchas sanguinolentas y frescas, sonrientes, como triunfales, encienden m?s l?mparas. Se desparrama la luz...

Veo claro. Como que me estoy espantando. Arrojan al piso los costales. Los vac?an. ?Son m?s cad?veres! Tiemblo y sudo como nunca. No debo temer. Control. Control. Se dirigen hacia enormes cajones que se encuentran en todos los lados de este gigantesco s?tano. Los arrastran y los unen para formar una gran mesa; una enorme plancha. Me

estoy arrepintiendo de haber venido, chingados. No seas puto. Deja de mariconear.

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