Alcance del verbo estar - blog de la materia lengua y ...



La paciencia y la presencia

Aclaración previa

voluntad

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tiempo espera

El trabajo “Paciencia” de Ana Inés Dutari brega por mostrar la resignificación de la variable tiempo cada vez que nos referimos al sujeto paciente. También la variable espera ha sido resignificada con el aporte de Emmanuel Barnes (incluido en el apéndice de este trabajo). Su observación dio pie para que delimitáramos mejor una distinción apenas pergeñada en el primer trabajo (la de sujeto paciente y paciente sujeto). No nos sorprende que luego de esta reevaluación de la tríada tiempo-espera-voluntad, adquiera preeminencia uno de las partes sobre las otras: la voluntad.

Alcance del verbo estar

El que está "lejos" indefectiblemente llega tarde y estar tarde es casi no estar, esto digo. Pero ahora me desdigo: ¿qué me importa la tardanza si te espero? Entonces, cuáles son los alcances de estar y de no estar. Y ¿cuándo uno sabe que es tarde? Es tarde cuando ya no te espero más, ahí es tarde. Pero si te espero, nunca es tarde. Y si te espero es porque soy paciente. Pero ¿espero a todos igual? No. La espera es mayor cuanta más esperanza esté depositada en el acto de esperar. Pero ¿acaso no hay un esperar desesperanzado también? Lo hay. Y también hay un esperar desesperado frente a un esperar paciente. ¿Hay paciencia junto con desesperanza? ¿Hay paciencia en el que se resignó? No, porque si me resigno ya no espero, ya no tengo la necesidad de ser paciente ¿o sí? El panorama se empieza a oscurecer…

El paciente sujeto y el sujeto paciente

Distingamos dos clases de pacientes (y no dos paciencias), uno (der Pazient, el paciente ) que espera su turno, es decir, espera sin esperanza o con ella –eso no es central, puesto que él está puesto a esperar tenga o no esperanza-, incluso la desesperanza en ser atendido tampoco impide que pueda seguir esperando; puede incluso esperar ansiosamente desesperado, también estoicamente. El otro (geduldig, paciente) no necesariamente espera algo concreto, ni tiene un término de espera definido o avisado –más allá de que éste pueda no cumplir en el caso del paciente primero-, sino una voluntad de dar su espera (y no darse él a la espera). Este último toma en su mano el tiempo y lo sacrifica; él no está atado a su turno, ni a un número, ni a esperar su nombre en algún lugar… es mucho más que eso… “no está en rol de paciente, él es paciente”. ¿Puede esta persona carecer de esperanza? Podríamos discutirlo: ¿toda persona que es paciente lo es porque tiene esperanza, es decir, abriga una leve ilusión al menos de que eso que espera –que no se sabe incluso bien qué es- se de, se presente? Veremos, veremos… paciencia.

Cuando hablamos de paciencia solemos referirnos a la segunda acepción de paciente, pues paciencia no es la cualidad o condición de ser un paciente, sino de ser paciente. Y quién tiene paciencia la tiene precisamente porque no desespera, si desesperara no la tendría, sino tendría que tenerla (que es muy distinto). Cuántas veces, en momentos de raptos de ansiedad nos habrán dicho “¡Sé paciente!”, precisamente porque no lo éramos. En cambio, un paciente que pierde la paciencia no pierde su condición de paciente, pues no es conditio sine qua non para ocupar ese rol que se le asigna por fuera (siempre).

No tengo que ser ansioso, primera condición, no desesperar. La paciencia es vencer esos síntomas (decía Fabricio), pero no sólo eso. Tampoco tengo que dejar de querer esperar. En el momento en que me resigno y ya no espero más, y me voy pues perdí toda esperanza, se puede decir que abandoné la espera (más allá de que el tiempo siga corriendo y el proceso de la cosa que espero se mantenga). Sería falso afirmar que como el proceso de la cosa continúa, yo también continúo siendo paciente y esperando… pues hablamos de voluntad de esperar, frase que nos mete en una zona de peligro. ¿Hay espera sin voluntad? La hay, la del paciente médico que está entregado a la espera. ¿Y no hubo previamente una voluntad de estar ahí, inserto en la espera? ¿No la sigue habiendo ahora que me doy a la espera? Ahí estamos, ahí está el busilis. Tratemos de desatar el nudo.

Dar la espera / Darse a la espera

Cuando doy mi espera, entrego a un proyecto un tiempo, una voluntad de esperar. ¿Y qué es esperar allí? Esperar no es privarme de hacer nada, pues uno perfectamente puede hacer sus cosas… ¿y qué no puede hacer el que espera? ¿por qué la negatividad del verbo? Esperar implicaría no actuar impulsivamente en tanto esté a mi alcance actuar en algo que considero que también puede -para concretarse- no suscitar mi acción inmediata. ¿Refrenar la acción? ¿Morigerarla? Digamos que no… no es actuar más lento, ni ponerle bozal al hocico famélico del deseo, sino aplazar mi acción para otro momento en que ya mi acción no será la misma, es decir, mediar mi acción. Esperar es hacer una acción mediata… esa mediación no es temporal en el sentido externo, sino temporal en su sentido interior –ontológico, donde la dimensión tiempo usa sus propios parámetros que responden a las propias circunstancias de la vida de esa persona-. Entonces ¿no hay negatividad, sino mediación…? Digamos, que el Yo asume la importancia de contemplar la situación que le pre-ocupa desde otro plano (o plano otro), es decir, de asumir la validez que tendría un juicio distinto del que se tiene en ese momento, porque considera que su acción deliberada ha sido poco deliberada o que se puede arrepentir… Uno da la espera, es decir, suspende el tiempo (como dice Ana) exterior o busca sintonizarlo con el tiempo interior… da la espera a cambio de tiempo (es un trueque). En ese darse tiempo hay un darse algo que no se tiene y se puede obtener: un cambio de juicio. “No puedo darme el lujo de perder la paciencia”, dice Michael Douglas en la película en que es un presidente al que la imagen pública se le está viniendo abajo. Perder la paciencia es perder esa condición que permite administrar la voluntad de esperar (darla a cambio de otra cosa). Antes de volver al tema de voluntad de esperar que dejamos “en lista de espera”, quiero hacer esta aclaración. Las circunstancias internas (del yo) cambian y las circunstancias externas vuelven a ser evaluadas, y viceversa (es el interjuego de un par dialéctico, digo sin entender mucho las posibles implicancias de usar esa palabra, me sincero).

Darse a la espera supone un embarcarse en la lista de espera, alistarse, enrolarse en el rol del paciente. Y entonces supone una entrega previa de la voluntad de esperar, paso a ser definido como “un voluntario de la espera” más. Cuando doy mi espera de antemano, indefectiblemente pierdo con el cambio. “Cuando mi esposa sacó el turno para que fuera al dentista, yo era entusiasta al respecto, el dolor de muelas me mataba. Pero ahora, que ya no me duele más, tengo que asistir.” Protesto por el desfase. Me encuentro haciendo la cola para pagar una espera que cedí hace tiempo, cuando tenía voluntad. Espero contra mi voluntad, soy un esperador voluntario (sin voluntad incluso de serlo), estoy investido de ello, alistado (nunca estuve menos listo para ello). Pero enseguida sale un lector incrédulo a increparnos: ¿Acaso alguien va a negarme que el que está en la sala de espera permanecerá allí, incluso sin consentimiento de su voluntad? Bueno, tienes razón, lector incrédulo, pero consiente creerme en esto al menos alguna distinción capital. Salgamos de la sala del dentista (decidimos no esperar más, haciendo ejercicio de nuestra nueva voluntad que se impone sobre nuestra palabra empeñada antes)… seremos el paciente que no quiso esperar (nadie se ríe de esta frase, porque no es contradictoria en absoluto, cuántos habrá de esos). Tampoco diremos que nos venció la impaciencia y por eso nos fuimos (al menos no en el caso de este paciente, que no tenía voluntad de ver a la dentista –porque bien podía haber sido un paciente paciente, alguien que da y se da a la espera-), sino que no quisimos esperar, darnos a la espera que teníamos empeñada. La ansiedad de los pacientes (Pazienten) no es molestia de lo que aún no es, sino molestia de lo que es mientras lo que dura lo que no es. No ansían positivamente llegar, sino negativamente no tardar. Es decir, tienen su voluntad en otra cosa, en otra dirección: “me gustaría estar ya en mi casa”. Con el trabajador que cumple un horario pasa igual… se les paga por su tiempo, por el tiempo que ya dieron o se comprometieron a dar mediante un contrato de trabajo. Obviamente que hay muchísimos matices y que la división que propongo es tajante y, por ende, inexistente. Sólo me valgo de un ejemplo modélico de paciente institucional. Es la institucionalización de la paciencia el tema del que quiero hablar, el tema que quiero sacar del medio a la hora de hablar de la paciencia. En cuanto espero (más allá de mi voluntad; esté ésta o no esté, o esté indecisa) sin inmiscuirme mucho en el Yo-a la espera-por qué-para qué, en cuanto estoy cómodo sentado conciente del tiempo y de una realidad turnal, disposicional, es decir, a disposición de una organización que no se establece desde dentro, sino se instituyo por fuera, en ese entonces, estoy entregado a la espera y soy con la espera un paciente automático, sólo importa que no me salteen, que me llamen –no hay cambio en mí que me permita vislumbrar un cambio en el panorama que tengo enfrente, no aspiro a otro horizonte que el que aparece dado desde el comienzo, nada cambia, yo paso, es mi turno, luego vendrá otro-. En cambio, cuando se da lo que esperamos (tan paciente, tan porfiadamente) nada puede quedar igual… por eso pujamos, y no digo que lo aguantamos porque más que tolerancia, tuvimos paciencia, es decir, una disposición del ánimo que me permite estar a la expectativa de un cambio (en mí, en lo otro) sin sentir perturbación alguna, sin tomar conciencia de carga alguna… yo di mi espera por este tiempo de suspensión, estoy en suspenso, todo flota alrededor mío… nada tiene fuerza gravitatoria en tanto eso que busco –que muy bien no sé lo que es, a definirlo me consagré- se dé, aparezca. Mal que mal podría notar la carga de lo que soporta mi bestia de carga, si confieso no tener ojos más que para la zanahoria que tengo adelante y que todavía no defino muy bien..

Pero si en la vida nos la pasamos esperando cosas, la paciencia es parte constitutiva del hombre (nos confiesa Diego). Pero si lo pensamos con las variables que introducimos en el nuevo análisis podríamos preguntar sin miedo a cometer un desliz: ¿Acaso todos los hombres tienen la capacidad de reconvertir una espera obligada en una espera voluntaria? ¿Acaso todos por estar en una dimensión temporal estamos dados a esperar en forma conciente siempre (por eso es paciencia, espera conciente de la espera)? Un dicho de Pero Grullo: la paciencia implica una espera, pero no por ello el que espera es paciente. Insisto, antes la exclamación de ¡cómo va a esperar si no es paciente!, respondemos: dándose a la espera como esperador, acaso ¿no somos todos seres temporales? Bueno, la distinción ya es más que necesaria: en el mundo del tiempo hay tanto personas pacientes como personas que no saben serlo y que no pueden salirse de este mundo ni, por ende, afirmar su férrea voluntad siempre -esperadores-.

Ahora, del otro costado, no podemos desacordar con la idea –¿existencialista?- de concebir al hombre como pura temporalidad, como pura posibilidad de ser que se define en una cadena de objetivos uno enganchado al otro ad infinitum. Y la idea de la voluntad que toma en su conciencia al tiempo como un constructo redefinible creo que le va en consonancia, al menos no disuena. El tiempo no determina la espera, es la voluntad de esperar la que determina la noción de tiempo. No existe, por ello, la idea de espera positiva programable, es decir, de olvido de la voluntad de espera en la espera…sí de la idea de tiempo (como Ana excelentemente demuestra en su trabajo). El cuento “La Máquina de Esperar” podría iluminar esta idea… Por un lado Eliana nos propone leerlo como una invención práctica para desembarazarnos de lo que hay de molesto en toda espera.

Te confieso que yo misma tengo esa bendita máquina de esperar y no espero, hago mientras tanto, se trata de una lectura de la realidad o la miramos como una espera o la miramos como una potencia de ser muchas otras cosas mientras lo demás se va dando.

Su postura será interesantemente desarrollada por Emmanuel, que escribió son leer este comentario ni el cuento de “La Máquina de Esperar”. Pero en un sentido negativo, como la muestra clara de que es imposible disociar la espera de la voluntad de esperar lo que se espera, abandonar la voluntad de espera implica siempre perder la dirección en la que va nuestro objetivo, quien no está (en el arco) para ver cómo se lleva a cabo el partido queda inmediatamente fuera del juego. La máquina de esperar es infalible para la espera administrativa que arriba tanto porfiamos por definir, pero es totalmente falible a la hora de la espera verdadera que tener paciencia implica.

Llegada al verbo estar (lejos)

Pero tocamos un borde del asunto. Yo espero algo que se dé. ¿Y eso que se da? ¿Por qué lo espero si no sé lo que es? ¿De dónde emana la voluntad de esperar lo inesperado[1] tan esperado? ¿Es la voluntad, el deseo, la que engendra el objeto esperado o es el objeto esperado –indefinido aún- el que motiva esa voluntad?

¿Por qué si te quiero no estás lejos y nunca es tarde? ¿Porque quiero quererte sin tiempos? o ¿porque hacés que te quiera sin condiciones? ¿Estás, entonces?

Tarde, temprano y a tiempo son dimensiones de mi deseo y si te deseo es porque no estás.

Si estuvieras, no te esperaría, ni tendrías que llegar de ningún modo.

¿Estás en mí y me enamoro de la fantasía de que te llevo conmigo?

Quisiera no esperarte, ¿quisiera no tener que ser paciente? ¿Se es paciente contra la propia voluntad? No, la paciencia es la forma que adopta la voluntad encauzada en un proyecto factible y la ansiedad el fracaso de una voluntad desmesurada, el aceleramiento desnaturalizado de la voluntad. ¿La paciencia implica una voluntad fríamente calculada? ¿Toda paciencia implica un cálculo? No, el paciente no calcula, porque no puede medirse lo que está en devenir. La paciencia implica una maleabilidad, una adaptabilidad, una disposición del ánimo a darse forma frente a la incertidumbre de los hechos impredecibles aunque siempre factibles. La paciencia no es una fe ciega, sino qué orientación real habría en alguien que lo ignora todo. La paciencia no es una renuncia a conocer, sino una renunciación a medir en términos especulativos aquello que sólo logra adivinar la sospecha del pensamiento emocional, el plano inconciente de la razón. (pero este es un pensamiento que el que es paciente sería incapaz de animarse a pensar).

Apéndice

LA MÁQUINA DE ESPERAR

Un chico ya no tenía más ganas de esperar siempre algo. Por lo tanto, se fabricó una máquina de esperar. Por fuera era como una lata redonda de tabaco. El chico precintó la tapa con una cinta adhesiva. Nadie sabía cómo era por dentro la máquina de esperar.

Ahora ya no había horas de clase aburridas para el chico, Llevaba la máquina de esperar a clase, y la máquina esperaba por él a que diese la hora. En la parada del autobús, la dejaba en la papelera del poste. Después miraba tranquilamente los escaparates y las carteleras de los cines. Su máquina de esperar esperaba por él al autobús. Incluso esperaba el cumpleaños del chico, la Semana Santa y la Navidad. El ya no estaba nunca impaciente.

Al final se la llevó también al partido de fútbol. Pues era el portero y no quería esperar siempre al balón. As¡ que se puso la máquina de esperar detrás, delante de la red, y se apoyó tranquilamente en la portería. Pero, como es natural, la máquina de esperar no podía parar el balón. Su equipo perdió el partido por diecisiete a uno.

Ahora ya no quiso tener ninguna máquina de esperar. La lanzó por encima de la valla, y un camión la aplastó. Por eso nadie sabe cómo se hace una máquina de esperar. El chico nunca lo reveló.

Albert Estengre

"la máquina de esperar. Te confieso que yo misma tengo esa bendita máquina de esperar y no espero, hago mientras tanto, se trata de una lectura de la realidad o la miramos como una espera o la miramos como una potencia de ser muchas otras cosas mientras lo demás se va dando. Es esta frase famosa de J. Lennon que dice que la vida es aquello que te va pasando mientras vas haciendo planes para otras cosas. Que se yo... "

Eliana D’Alessandro, 31 años,

Licenciada en Psicología

gracias por lo que escribiste...  el cuento de la máquina de esperar me gustó aunque no sea bueno por las cosas lindas que vos decís, me calmó leerte y me cambiaste la forma de mirarlo... también el momento de esperar es algo que se tiene, la espera es la otra parte de la cosa, la que la antecede y tal vez la vuelve más deseable en la misma tardanza, no? voy a tratar de aprender en las esperas y de las esperas sin perderme, si estuviera ya lista para todo no tendría mucho sentido estar acá.

impaciencia - intolerancia? no sé, para mí no hay mucha relación... impaciencia o paciencia creo que son cuestiones con uno mismo y el tiempo mientras que intolerancia o tolerancia me parecen formar del trato con el otro pero sin una necesaria dimensión temporal... vos por dónde veías la relación?

Talí Waiss, 21 años,

Estudiante de Letras

1) Acabo de terminar de leer tu trabajo sobre “paciencia”...... y me fui anotando algunas cositas que se me iban cruzando por la cabeza y no quería olvidarme.

Ahora llego el momento de traducirlas... leamos haber q sale... jaja.

Primero q nada dos definiciones simples de diccionario...

1º_ “Paciencia.- Proviene del griego hupomone que traduce perseverancia y "esperar en"

2º _“capacidad para soportar trabajos desgracias, etc...”...“tranquilidad para esperar”.

Al leer estas definiciones que encontré... ya puedo decir que coincido con el diccionario en que la paciencia es una “CAPACIDAD”... posible de desarrollar, como la gran mayoría, sino todas las capacidades.

A medida q fui leyendo tu trabajo fui cambiando de ideas varias veces...

Al principio, con la pregunta de vane... pense... “si paciencia es saber esperar, cuando uno deja de esperar, en ese momento,... no estaría dejando de ser paciente?”... a lo q rápidamente me retracte... ya que la paciencia también esta ligada a los actos..., a las acciones... como lo dice la definición... (capacidad para soportar trabajos.. desgracias, etc).

En cuanto a los “pacientes por miedo a actuar”... ahí me surgió la idea de una contradicción...

Si uno tiene miedo a actuar... realmente esta siendo paciente? O simplemente se paraliza frente a la situación en cuestión y poreso no actúa??

Después pensé... bueno... paciencia es saber esperar... como dice la primer parte de una de las definiciones.. pero también esta relacionada a los actos..asiq porq no pueden haber “dos tipos de paciencias”... 1º. La de saber esperar el momento adecuado para actuar... y 2º la que se posee para realizar la acción consecuente a la espera.. a lo que también me retracte...

Por otra parte pensé... la paciencia es saber esperar y actuar..., de ser así... la paciencia no estaría acompañada de otras capacidades... como son las de ser “observador”, “estudioso de la situación”, “perseverante”????... ya que sin todas esas capacidades... como sabemos cuando es el mejor momento para actuar??? (pensé q eso podría ayudar a encontrar una respuesta a la pregunta de vane...)

Igual ojo... también me retracte... jaja

Después de leer y releer las definiciones me di cuenta de algo...

“Tranquilidad para esperar” (segunda parte de la segunda definición).. no es acaso una “capacidad para soportar un trabajo, desgracia, etc” ¿?? ..... (primera parte de la segunda definición)......

Entonces... porq tomamos la paciencia por el lado de la espera??? acaso por el simple hecho de que el actuar requiere tiempo??... nadie niega que el tiempo esta ligado a la paciencia... pero eso no quiere decir que la paciencia dependa exclusivamente de la espera sin acto alguno... AGARRÓ EL OTRO COSTADO… NEGÓ LA ESPERA, ANITA NEGÓ EL TIEMO, EL TRINOMIO ESPERA-PACIENCIA-TIMEPO HACE RUIDO, POR QUÉ??

Uno puede, muy pacientemente, armarse todo un rompecabezas de 4000 piezas sin estar un segundo “esperando”, o “quieto”... y no poreso deja de ser paciente... o no??

Entonces tratando de armar un poco la simple / humilde definición de paciencia a la q pude llegar.. creo q seria algo así:

Paciencia es una cualidad, que determina la forma de realización de cualquier acción, ya sea la espera, la escritura de un libro, el armado de un rompecabezas, etc... y que mayormente, sino completamente, se desarrolla en personas con las capacidades de observar, estudiar las situaciones, y perseverar hasta lograr su objetivo. (ya que de rendirse sin lograr su objetivo habría perdido la paciencia.. o no??).

Por otro lado las poesías estaban buenas... las leí pero no tuve mucho tiempo de criticarlas.. “ya lo tendré”.....

Espero q hayas entendido algo de todo lo q te escribí arriba y dsps necesito tu respuesta obviamente..

Emmanuel Barnes, 22 años

Estudiante de Ingeniería de Sistemas

July:

Realmente me gustó muchísimo tu trabajo, incluso lo releí y subrayé y el leerlo me hizo formar y mejor dicho, terminar de formar varias ideas mías al respecto… de allí surgió este análisis… espero que te sirva o simplemente lo leas y después me digas que te parece!

Si definimos por oposición, podría decirse que es lo contrario a actuar impulsivamente, y es que en definitiva es una conjunción de cualidades, a mi parecer virtuosas, como ser: calma, mansedad, cautela, raciocinio, tranquilidad, tolerancia… PAZ…

Ésta última palabra me quedó resonando en la cabeza y pareciera como si la palabra PACIENCIA se desprendiera de la palabra PAZ.. y pensándolo un poco más, no me suena ilógico…

Podría decirse que al hablar de paz hablamos de equilibrio (interior si nos referimos a una persona paciente, exterior si nos referimos a una sociedad en su conjunto) en un sentido restringido de la palabra.

Quisiera detenerme entonces en el equilibrio interior relacionado con el ser paciente, creo que ello es lo que nos ayuda a balancear cual “asiento de ajuste” aquello que queremos hacer y aquello que nos conviene hacer.

Aquí entra en juego el “puedo” y el “debo” y en el momento de elegir cuál de las dos acciones pesará más en la balanza, actuará como agente la paciencia, sopesando aquello que más convenga…

Al parecer se vislumbra inteligencia, perspicacia del ser paciente por sobre el ser impaciente – no-paciente-.

Creo que el definir la paciencia como un “no hacer” sería demasiado restringido, ya que bajo mi punto de vista se puede ser paciente justamente haciendo algo, como una continuidad de una acción que ya no se desea hacer, pero a sabiendas de que conviene hacerlo.

Un ejemplo sería el continuar los estudios en pleno octubre, acechado por los parciales y agobiado por el ajetreo del año que está por acabarse, pero que parece que no acaba más. Uno impulsivamente querría abandonar el año… pero racionalmente sabe que no le conviene hacerlo habiendo llegado a esa instancia.

Allí entra el agente-paciencia como factor de ayuda para alcanzar la meta (terminar el año y poder merecidamente descansar).

Con respecto a la paciencia amorosa, creo que se trata netamente de un ceder de uno para el otro, que puede ser puramente por amor, o por miedo a perder al otro.

Puede ser que el ceder ayude a afianzar la pareja y hasta a unirse mas, esto en un sentido positivo.

En un sentido negativo, el hecho de ceder, puede generar un desgaste y una intolerancia que termine en una ruptura.

…“no cualquiera puesto a esperar es paciente…[…]…es entender el tiempo de un proceso”… coincido absolutamente con ello, volviendo al principio de mi reflexión, creo que el ser paciente reúne varias cualidades que ayudan a entender el tiempo de un proceso… por ello creo que no todos podemos, y de hecho, que no es nada fácil, por eso, insisto en que para mí es una virtud.

También coincido con vincular a la paciencia con la meditación. Claro está que se trata de un espacio para reflexionar (mirando hacia adentro, sin perder de vista el entorno, el contexto).

Celeste Dacunto, 22 años,

Estudiante de Contabilidad

¿Tiene que verla paciencia con la espera? ¿Están relacionadas necesariamente?

Creo que sí, porque el ser humano esta categorizado fundamentalmente por el fenómeno temporal, más que cualquier otro. El hombre es pura temporalidad. Y el mero paso del tiempo no constituye la espera, ya que se debe tratar de una actitud –más que voluntaria- consciente. Aguardamos un suceso, algo. Pero no es voluntaria la espera, sino que la tardanza en la llegada de nuestros deseos es uno de los factores fundamentales de nuestra condición humana.

La paciencia no es un acto de voluntad –entendido como voluntario- sino que es todo lo contrario. Si tuvieramos el deseo de retrasar un suceso, el deseo no es ya –o al menos no lo es principalmente- la realización del suceso, sino la no realización momentanea. Creo que no es esto de lo que se trata aquí.

La paciencia nace de una voluntad, de un deseo. Pero no lo es en sí misma. Los sucesos inesperados, por su propia condición, no significan un deseo de realización. Nuestra vida cotidiana está llena de sucesos inesperados, casi todos ellos son trivialidades que pasan desapercibidos porque no nos interesan. No nos aportan nada, no constituyen una satisfacción a nuestra voluntad (por lo general es así, ya que muchos sucesos inesperados luego son resignificados porque nos provocan alegría o tristeza, pero son los menos. Además aca no importa tanto la colmación del deseo sino la etapa previa, la espera).

Creer que la paciencia es una virtud a secas es un optimismo un tanto ingenuo. Si la vida es una sucesión de esperas y vísperas, ser paciente es en definitiva entender esta fatalidad. Es una virtud, pero es una virtud que pone en evidencia la fatuidad del goce. Es un abrir los ojos ante el tiempo, futuro, y su correlato con nuestros deseos-proyectos.

Según Sartre el hombre es una pasión inútil porque está siempre queriendo ser lo que no es. Esto significa que una vez cumplido y saciado el deseo que era causa de nuestra paciencia o espera, nos vemos arrojados al futuro, y en búsqueda de la realización de otro deseo/proyecto. En el mismo sentido dice Dolina que la vida es una perpetua víspera de sucesos que cuando ocurran serán víspera de otros sucesos.

Recuerdo ahora la apuesta entre Mefistófeles y el Fausto, y la imposibilidad de este de encontrar un momento donde quisiera detener el tiempo.

Es lo mismo. Nunca puede el hombre sentirse plenamente realizado. El que lo logra o miente o ha perdido la capacidad de desear. Ha dejado de ser sujeto de deseo, y se tornó en un objeto, como una piedra, sin deseos ni proyectos.

Diego Castiglioni, 21 años,

Estudiante de Filosofía y Derecho

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[1] Esperar lo inesperado. Asumir la posibilidad de lo imprevisto, sin esa conciencia de lo imprevisible como posible no puede haber paciencia. Si soy paciente es porque asumo todas las posibilidades de mi espera, la exploro atento a todo lo que pueda acontecer, y no ciego a lo que espero… pues por eso espero, porque no tengo aún definido eso que aguardo. De ahí la incoherencia de toda ansiedad, el deseo de que lo aún informe se dé de cualquier forma.

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PACIENCIA

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