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Raz?n y Palabra ISSN: 1605-4806 octavio.islas@uhemisferios.edu.ec Universidad de los Hemisferios Ecuador

Avil?s, Ren? LA CENSURA AL PERIODISMO EN M?XICO: REVISI?N HIST?RICA Y

PERSPECTIVAS Raz?n y Palabra, n?m. 59, octubre-noviembre, 2007

Universidad de los Hemisferios Quito, Ecuador

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ISSN Impreso: 1605-4806 N?mero 59, a?o 12, octubre - noviembre 2007 Instituto Tecnol?gico y de Estudios Superiores de Monterrey, M?xico.

LA CENSURA AL PERIODISMO EN M?XICO: REVISI?N HIST?RICA Y PERSPECTIVAS

Por Ren? Avil?s N?mero 59

"Los periodistas mueren de noche", se dec?a Gil Duarte al regresar cansado, profundamente lastimado, del sepelio de Rolando Gual, su amigo y colaborador. ... Una r?faga de metralleta tumb? a Gil Duarte, quien cay? de bruces en el canto de la pared del pante?n. A unos pasos,

alguien hab?a escrito con gruesa pintura negra: GOBIERNO ASESINO. Man? Dornbierer

Introducci?n Se podr?a creer que la tarea primordial del periodismo moderno es la de informar, interpretar y guiar a la sociedad de la que es parte, pero nada m?s lejano de la realidad, ya que ello no es sino la superficie de una profunda y por dem?s compleja relaci?n social en la que los medios de comunicaci?n tienen el doble papel de ser unidades de producci?n y reproductores de la ideolog?a imperante1.

La verdadera funci?n del periodismo es primordialmente pol?tica, y lamentable es decirlo, pero es un hecho contundente: no existen la objetividad ni mucho menos la imparcialidad period?sticas, tal y como coinciden Carlos Mar?n y Vicente Le?ero o, m?s concretamente, Julio Scherer y Manuel Buend?a al se?alar que el periodismo es, por sobre todo, una forma de hacer pol?tica.

A?n el medio m?s plural es due?o de una idea pol?tica y sirve a intereses m?s o menos identificables. Prueba de ello es que desde los inicios de la prensa escrita en M?xico a principios del siglo XIX, el ejercicio period?stico ha mantenido de modo tenaz un di?logo permanente con el poder, un di?logo que ha dejado adem?s de lado a la propia sociedad. Hoy esta situaci?n no puede continuar. La gran pregunta es: ?c?mo se forma la opini?n p?blica o c?mo se preserva la memoria hist?rica, si son especialmente los propios diarios la causa directa de la falta de tal est?mulo y escaso desarrollo?

Los medios de comunicaci?n son, como mucho, la expresi?n deformada de una "realidad" representada. Espacios a priori en blanco, en ellos se proyectan miles de luchas que se desarrollan en el cuerpo social: de las relaciones internacionales a las luchas vecinales; de las pugnas institucionales a las tensiones internas de la propia organizaci?n del medio-empresa. No son m?s que discursos fragmentados, distorsionados y sobre todo intencionados de lo que acontece, o de lo que se quiere provocar o legitimar, en la realidad social2.

Es un hecho que desde un principio las relaciones entre el poder y la prensa han sido tortuosas, perversas, y que el periodismo resultante se ha caracterizado por una ausencia de esp?ritu cr?tico, por un pobre an?lisis de fondo y por estar dirigido al gobierno o l?deres de opini?n y s?lo de manera muy ocasional a la sociedad civil en su conjunto. Hoy en d?a se ha olvidado que debe ser ?til a la naci?n en su conjunto, no al poder; que debe estar vinculado con la sociedad y contribuir a formar opini?n al tiempo que dota de mayor sentido a las grandes luchas sociales. No al contrario, como ha ocurrido cuando durante los escasos momentos de libertad se ha erigido en uno de los m?s feroces enemigos de la democracia. La ca?da de Madero, v?ctima de su odio y encarnizamiento, es uno de los mejores ejemplos.

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Lo he denunciado siempre: desde principios del siglo XIX y a?n antes la prensa naci? sujeta, el poder la secuestr? y ella no ofreci? mayor resistencia. Salvo en grandes momentos de la historia period?stica, la prensa nacional ha estado subordinada al Estado. Sin embargo, de entonces a nuestros d?as, no cabe duda que la libertad de expresi?n en M?xico se ha abierto paso y lo sigue haciendo. El problema es que el papel represor que antes ejerc?a el Estado es ahora detentado por los due?os y directivos de los medios de comunicaci?n. Son ellos los nuevos censores. La libertad de expresi?n est? en sus manos y por tanto es la lucha de sus respectivos y muy particulares intereses en turno la que determina y orienta los destinos de nuestro futuro como naci?n. En consecuencia, mientras no se de fin a la censura, sea estatal o de quienes tutelan los medios, en tanto no se encuentre garantizada la libre y responsable cr?tica period?stica, nuestra sociedad no podr? avanzar ni mucho menos aspirar a vivir en un r?gimen de verdadera democracia.

Medios, Estado y sociedad en el siglo XIX Desde los antiguos corantes ingleses y marizanadas francesas hasta nuestros diarios actuales, la evoluci?n del periodismo en nuestro pa?s no ha sido f?cil, ya que desde sus propios inicios la lucha pol?tica a favor del cambio ha sido uno de sus principales rasgos caracter?sticos. Fen?meno que se ve con claridad desde el momento mismo de la aparici?n de uno de los primeros peri?dicos decimon?nicos, el Diario de M?xico (1805), en el cual, si bien sus primeros participantes fueron de tendencia gobiernista y sus materiales de naturaleza noticiosa pero tambi?n doctrinal, poco a poco pasaron a la oposici?n llegando a tomar parte en la propia lucha independentista, como fue el caso de Jacobo de Villaurrutia y Carlos Mar?a de Bustamante, a quienes las propias autoridades virreinales llegaron a perseguir por sus escritos y pronunciamientos proautonomistas4. La reacci?n a ?l se tradujo en la fundaci?n de la Gaceta del Gobierno de M?xico que, establecida por un grupo de conservadores, tendi? a defender los intereses de la monarqu?a subsistente constituy?ndose en vocero de los intereses peninsulares.

La efervescencia period?stica cobra auge a partir de entonces y surgen notables ?rganos period?sticos como El Despertador Americano, editado por Miguel Hidalgo y Costilla en Guadalajara (1811), el Ilustrador Nacional y el Ilustrador Americano, elaborados con tipos de madera en Zit?cuaro por Morelos al igual que El Correo Americano del Sur en Oaxaca. Todos ellos "peri?dicos de combate de propaganda a favor de la Independencia"5 a los que sucedieron El Mentor Mexicano, El F?nix y Semanario Pol?tico de Andr?s Quintana Roo, defensores de la causa pro emancipadora, a diferencia de los peri?dicos de clara influencia oficialista como Centinela contra los Seductores, El Espa?ol, la Gaceta de Vald?s, que lleg? a ser ?rgano oficial del gobierno novohispano, adem?s de El Verdadero Ilustrador Americano de Jos? Mar?a Berist?in, cuyas ideas fueron eminentemente de corte realista y opuestas a las que difund?an escritores como Jos? Mar?a Cos6.

Para 1821 aparece el Ej?rcito Mexicano de las Tres Gartant?as, "cuya finalidad proselitista era manifiesta, lo mismo que El Mejicano Independiente, editado en Iguala con material llevado de Puebla"7. A partir de entonces y ante la consumaci?n del movimiento de independencia pr?cticamente desaparecieron los medios que defend?an la causa realista en M?xico, quedando orientada la actividad period?stica hacia los nuevos problemas que la lucha emancipadora llevaba consigo. Peri?dicos como El Diario Liberal (1823), la Gaceta Imperial de M?xico y m?s tarde El ?guila Mexicana, se convirtieron en los conductos del nuevo gobierno al poder: el iturbidista, contrastando con otros ?rganos como El Sol, de filiaci?n mas?nica, y la

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Abeja de Chilpancingo, de tendencia republicana. Sin embargo, con la ca?da del r?gimen imperial las luchas ahora entre centralistas y federalistas promovieron una febril actividad period?stica y editorial en general, destacando El Observador de la Rep?blica Mexicana, como vocero de los masones del rito escoc?s, adem?s de El Amigo del Pueblo y El Mercurio, vinculado con los yorkinos.

A?os m?s tarde, la lucha pol?tica en contra el presidente en turno, Anastasio de Bustamente, qued? de manifiesto en El F?nix, entre cuyos colaboradores figuraron los federalistas Vicente Rocafuerte, Quintana Roo, Mariano Riva Palacio, Manuel Crescencio Rej?n y Juan Rodr?guez Puebla, en contraposici?n de los que apoyaban la postura gobiernista, acaudillados por el ministro Lucas Alam?n y cuyo ?rgano fue El Registro Oficial8. Para mediados del siglo XIX surgen nuevos peri?dicos de gran trascendencia como El Siglo XIX (1841) y El Monitor Republicano (1844), de filiaci?n liberal, en tanto aparec?an otros como El Tiempo, de corte mon?rquico.

Durante el Segundo Imperio, la prensa se encarga de atacar al propio Maximiliano, como lo evidencian La Voz del Pueblo, El Clamor Progresista, La Sombra y La Rabia. Poco m?s tarde, La Orquesta, de Carlos Casr?n y Constantino Escalante, inaugura el uso de la caricatura pol?tica mientras en plena Rep?blica los peri?dicos fomentan tanto la tem?tica pol?tica como literaria. Toman parte en ?l literatos, pol?ticos, abogados, religiosos y militares, en suma, la ?lite pol?tica del momento9. Reaparecen El Monitor Republicano, La Revista Universal, El Correo de M?xico, El Sufragio Libre y La Iberia, y pronto comienzan a brotar los primeros intentos de periodismo de naturaleza socialista, como El Socialista (1871), en el que colabor? Guillermo Prieto, La Comuna (1874-1875), La Huelga (1875) y El Hijo del Trabajo (1876-84)10, a los que contin?an dentro de una l?nea pol?ticamente menos radical El Federalista de Justo Sierra y Manuel Guti?rrez N?jera, La Libertad y La Tribuna de Ignacio Manuel Altamirano.

El periodismo que hereda Porfirio D?az de Benito Ju?rez y Sebasti?n Lerdo de Tejada es un periodismo de oposici?n permanente que termina por desencadenar un profundo encono entre los ide?logos de la prensa y los detentadores del poder. Si bien los m?rgenes de libertad fueron casi irrestrictos, sus mismos avances terminaron convirti?ndose en los g?rmenes de su propia autodestrucci?n. Nuevos peri?dicos como La Voz de M?xico, La Prensa, dirigida por Jos? Mar?a Vigil y Juan de Dios Peza, El Diario del Hogar de corte liberal a cargo de Filomeno Mata, El Partido Liberal de Jos? Vicente Villada, El Mundo, El Tiempo o El Pa?s, incorporaron mejoras t?cnicas, impulsaron la habilidad de sus periodistas y promovieron de modo creciente la importancia del reportaje como g?nero period?stico, siendo El Imparcial, bajo la direcci?n de Rafael Reyes Sp?ndola, el mejor ejemplo. No obstante, hacia las postrimer?as del r?gimen la oposici?n contra D?az cobra una fuerza incontenible y los afanes por la renovaci?n social quedan plasmados en peri?dicos como Restauraci?n y Democracia Cristiana, as? como en Regeneraci?n, peri?dico liberal- anarquista de los hermanos Flores Mag?n.

Durante la Revoluci?n, los diferentes grupos revolucionarios establecen sus propios medios: en apoyo a los constitucionalistas se fundan El Constitucionalista, El Liberal de Jes?s Urueta y El Dem?crata de Rafael Mart?nez, en tanto que para zapatistas y villistas destacan La Convenci?n, El Monitor, La Opini?n, El Radical, Tierra y Justicia11. Sin embargo, un par de a?os despu?s, surge una nueva influencia, esta vez proveniente de los Estados Unidos, al nacer en 1916 El Universal y en 1917 Exc?lsior, peri?dicos que habr?n de inaugurar la era de los peri?dicos de circulaci?n nacional con grandes tirajes, lo que contribuy?

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a profesionalizar e industrializar a?n m?s al periodismo mexicano, adem?s de posibilitar la total infiltraci?n del Estado a trav?s de obtener el control sobre el abasto de papel, la regulaci?n de la publicidad oficial, la compra de acciones de las nacientes empresas period?sticas, as? como de la vinculaci?n pol?tica entre las personas12.

La libertad de expresi?n: conquista ante la censura estatal Escasos son los momentos de nuestra historia en los que la democracia y la libertad han privado. Tal y como se desprende de la revisi?n hist?rica sobre la evoluci?n del periodismo mexicano a lo largo del siglo XIX, pr?cticamente desde su nacimiento ha sido v?ctima perenne de la censura.

En 1814 la Constituci?n de Apatzingan, en aras de garantizar una mayor protecci?n al incipiente periodismo, establece que nadie podr?a prohibir a ning?n ciudadano la libertad de hablar y manifestar sus opiniones mediante la imprenta. El Constituyente de 1857 incorpora en sus disposiciones las libertades de imprenta y expresi?n. Durante la segunda intervenci?n francesa el Imperio toma la decisi?n de suprimir la prensa escrita. El r?gimen juarista, por su parte, determina defenderla y promulga entonces la Ley Org?nica de Prensa (1868), ordenamiento de clara tendencia liberal que ratificaba el esp?ritu del propio del Constituyente. No obstante, en 1883 el porfirismo acota lo establecido por la Carta Magna y a trav?s de los ordenamientos penales, adem?s de posibilitar que los periodistas podr?an ser llevados ante tribunales del orden com?n, establece que tanto las prensas como los ?tiles de trabajo podr?an ser confiscados, consider?ndose "instrumentos de delito". La reacci?n no tarda en producirse: la prensa incrementa su radicalismo opositor13. Esta tendencia ser?a irreversible, a tal grado que el r?gimen maderista no logra frenarla y otorga en cambio mayores m?rgenes a la libertad de expresi?n, a?n a costa de enfrentar iron?as, violentos ataques, campa?as de desprestigio y, por ?ltimo, de arrostrar su propia ca?da. Sin embargo, ello no implica que la censura haya sido abatida. Todo lo contrario, con el tiempo arreciar?a y se transmutar?a.

En suma, libertad de expresi?n y libertad de prensa son derechos por los que la sociedad mexicana ha luchado permanentemente, ya que si bien desde 1917 est?n consagrados en los art?culo 6? y 7? respectivamente de nuestra Carta Magna, su pleno alcance ha sido una conquista reciente, ganada tras d?cadas de ardua y permanente lucha gracias a aquellos que han ejercido un periodismo cr?tico en nuestro pa?s, pues si bien del primero goza la ciudadan?a en general, ha sido sobre todo gracias al periodismo que en gran medida se ha logrado consolidar un m?s efectivo r?gimen de libertad de expresi?n.

En dicho a?o, a pesar de los avances constitucionales en materia de libertad de prensa, sus enemigos tienen que maquinar nuevas formas de represi?n. El 12 de abril, Venustiano Carranza emite la Ley de Imprenta, y con ella se establece un cuerpo jur?dico que hasta cierto punto refuerza una censura institucionalizada vigente hasta el d?a de hoy14. No obstante, hubo algo mucho m?s peligroso: pol?ticos y caciques partidarios de la acci?n directa, sol?an, a?n a mitad del siglo, mandar a sus guardaespaldas como primer aviso a los editores orden?ndoles asaltar talleres, mezclar los miles de letras de molde ordenadas en cajas y echar miel o az?car entre los rodillos de las prensas para paralizar la impresi?n. Si la advertencia era ineficaz y el periodista insist?a en sus cr?ticas, se proced?a al incendio y lapidaci?n del

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