CUENTOS POPULARES MEXICANOS - Siruela

CUENTOS POPULARES MEXICANOS

RECOPILADOS Y REESCRITOS POR

Fabio Mor?bito

ILUSTRACIONES DE

Abraham Balc?zar?Israel Barr?n Manuel Monroy?Juan Palomino Ricardo Pel?ez?Isidro R. Esquivel Santiago Sol?s?Fabricio Vanden Broeck

Biblioteca de Cuentos Populares

EL CUENTO DE LOS CHANGOS

Espa?ol-Nayarit

?ste era un rey que ten?a tres hijos. Cuando llegaron a grandes, le pidieron permiso para irse lejos, a ver qu? les ofrec?a la vida. El rey les dio su bendici?n y los tres se fueron juntos. Poco despu?s decidieron separarse y cada uno agarr? su camino. Regresaron despu?s de cierto tiempo. Los tres ya ten?an novia y le pidieron dinero a su padre para casarse con ellas y traerlas a vivir al castillo. Su padre les dio el dinero y los tres volvieron a marcharse, quedando de verse despu?s de un a?o en el mismo lugar donde se separaron la primera vez. El mayor y el del medio encontraron el camino correcto, pero el menor fue a dar a una sierra que nunca hab?a visto. Iba perdido en su caballo cuando de pronto escuch? que le gritaban:

--?Alto ah?! ?Qui?n vive? Se vio rodeado al instante por una escolta de soldados, armados hasta los dientes y uniformados. Se detuvo en seco, y cu?l no fue su sorpresa cuan do se dio cuenta de que esos soldados eran changos. --?Quiubo! A ti te estamos hablando, ?est?s sordo o qu?? --lo confron t? uno de los changos, que parec?a el comandante de la tropa. ?l no pod?a creer que los changos hablaran y dijo con voz tr?mula:

27

--?Hombre, dispense, es que no los o?! --?Qu? andas haciendo por estos lugares? --Ando extraviado, iba para tal parte y me perd? en el camino. --?Qu? extraviado ni que ocho cuartos! Andamos tras tus huellas des de hace mucho tiempo. Eres un bandido que se roba los bienes del rey, y ahora por fin te hemos agarrado. ?Am?rrenlo! --orden?. Tres changos uniformados lo sujetaron y amordazaron con cuerdas. Ba jaron por una barranca muy confusa hasta llegar a un pe?asco grande don de estaba un port?n, y all? hab?a un guardia. Entraron por una puerta estrecha y en seguida apareci? ante el muchacho una ciudad muy grande, una ciudad llena de changos. Adonde miraba uno, changos y m?s changos. Era para no creerse. Lo llevaron ante el rey, que era tambi?n un chango, y el rey le dijo que por fin lo hab?an capturado, despu?s de andar tras ?l durante tanto tiempo. Orden? que lo metieran a la c?rcel y que al otro d?a lo fusilaran. Resulta que mientras los guardias lo escoltaban para llevarlo a prisi?n, la hija del rey lo vio desde su cuarto y se enamor? al instante de ?l. Fue a hablar con su padre y le pregunt? qu? delito hab?a cometido aquel hom bre. El rey malici? en seguida que le hab?a gustado y, como era su hija ado rada y no quer?a causarle ning?n dolor, fue aplazando la ejecuci?n del prisionero, manteni?ndolo encerrado en espera de que a su hija se le pasa ra el capricho. Pero a su hija no s?lo no se le pas? el antojo, sino que cada d?a crec?a en ella el deseo de entrar en trato con el prisionero, y un d?a lla m? a su criada m?s fiel y le dijo: --Ve con el preso, le llevas este desayuno y le dices que se lo manda la hija del rey. La criada cumpli? el mandado. Al otro d?a la princesa le mand? tam bi?n la comida y la cena, y todas las veces el prisionero le mand? dar las gracias. Por fin, un d?a la princesa le dijo a su criada: --Dile al reo que esta tarde voy a salir al balc?n y que ?l se arrime a uno de los barandales para que nos demos unas miraditas. La criada le comunic? el mensaje al prisionero y ?ste, en la tarde, sa li? ansioso al barandal, pero lo ?nico que vio fue una changa que andaba

28

colg?ndose de la barandilla, as? que despu?s de aguardar un tiempo razo nable se meti?.

La princesa llam? a su criada y le dijo: --Ve a decirle al reo que estoy muy sentida con ?l, porque no me mos tr? ning?n aprecio. Va la criada a darle el recado al prisionero, y ?ste le contesta: --Pero si yo no vi a ninguna princesa durante todo el tiempo que estu ve mirando. S?lo hab?a una changa colgada de la barandilla. --?Pues qui?n crees que era la changa sino la misma princesa! --le es pet? la criada. El hombre comprendi? su error. Hab?a esperado ver a una princesa de verdad, olvidando que all? todos eran changos, incluidos el rey, la reina y su hija. --Pues dile que estoy disponible para la pr?xima vez. La criada fue a comunic?rselo a la hija del rey y quedaron de verse esa tarde. ?l sali? a los barandales y ella se colg? con la cola de la barandilla de su balc?n, pel?ndole los dientes y haciendo todo tipo de maromas. Como ?l no paraba de re?rse, la changa pens?: ??Ya amarr? novio!?, y fue a ver a su padre. --Pap? --le dijo--, quiero que me concedas un favor. --A ver, hija, dime. --Que me dejes hacerle una visita al preso y llevarle una comida. --Bueno, si eso quieres, por m? no hay problema --dijo su padre. La hija prepar? una comida muy sabrosa y se la llev? al reo a su celda. All? le dijo a su criada que se fuera porque quer?a estar a solas con el prisio nero, y una vez que la criada se march?, le dijo: --?Sabes? Yo no he venido s?lo a traerte comida. Yo deseo casarme contigo. El hombre se hizo para atr?s, espantado. No se ech? a correr porque no hab?a por d?nde. La changa prosigui?: --Si aceptas casarte conmigo, yo arreglo las cosas con mi pap? para que no te fusile. Pero antes quiero saber qu? piensas. ?l se puso a pensar y no tard? mucho en llegar a una conclusi?n.

29

................
................

In order to avoid copyright disputes, this page is only a partial summary.

Google Online Preview   Download