Los Zetas: de narcos a mafiosos - Casede

[Pages:11]????????? Notas de investigaci?n ?????????? EL COMERCIO DE DROGAS ILEGALES EN M?XICO

Los Zetas: de narcos a mafiosos

Carlos Resa Nestares

De mafiosos y narcos

Para el com?n de los mortales mafioso y narco vienen a ser la misma cosa: un individuo que lucra en la ilegalidad. Pero ambos t?rminos difieren en un aspecto fundamental: la mercanc?a con la que se enriquecen quienes la manejan. El narco compra y vende drogas ilegales. El mafioso produce inteligencia y vende protecci?n a clientes. En el mundo real la distancia entre ambos mundos puede no ser tan n?tida. En ocasiones los narcos venden protecci?n y no son pocos los mafiosos que intercambian drogas. Pero el producto de cada grupo principal permanece inalterado. La eventualidad de que tanto narcos como mafiosos secuestren no les convierte autom?ticamente en secuestradores sino que es un subproducto de su actividad nuclear. Lo que diferencia a los mafiosos de otros tipos de protectores es su capacidad para evitar la intromisi?n indeseada de terceros actores, ya sean p?blicos o privados, prestando sus servicios desde una esfera primordialmente privada.* La Mafia es, sobre todo, la industria, o el c?rtel de manera m?s estricta, de la protecci?n privada.

* En el mismo per?metro conceptual, no todos los proveedores de protecci?n son mafiosos. Por la naturaleza de sus

servicios, existen dos tipos de protectores: los p?blicos y los privados. S?lo los protectores privados son mafiosos. Pero

mafioso no es una categor?a que excluya a los funcionarios p?blicos. En Sicilia alcaldes y polic?as han combinado esa

actividad oficial con sus responsabilidades de mafiosos. Pero, aunque el cargo p?blico potencie la actividad mafiosa, la

divisi?n entre los mafiosos y los protectores p?blicos no est? definida por el rango oficial del prestador del servicio. La

diferencia entre ambos radica en el ?mbito de la protecci?n. Un mafioso ofrece una cobertura frente a intromisiones no

deseadas y enga?os en la actividad comercial del cliente procedentes de todo tipo de actores, ya sean p?blicos o priva-

dos. Los protectores p?blicos limitan su rango de actuaci?n a evitar expropiaciones, arrestos y enga?os de actores p?-

blicos en el estricto cumplimiento de su deber legalmente encomendado. Junto a mafiosos y protectores p?blicos existe

una tercera variante de actividad en el mismo sector. Son los extorsionadores. Lo que distancia a ?stos ?ltimos de la

industria de la protecci?n es que el extorsionador s?lo ofrece protecci?n a sus clientes frente a la injerencia indeseada

del

propio

agente

que

extorsiona.

Esquema conceptual de la relaci?n entre mercados de drogas y protecci?n

NARCOS

Fuente: Elaboraci?n propia.

MAFIOSOS

PROTECTORES P?BLICOS

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En todo el mundo, la legislaci?n o su derivada, la carencia de mecanismos leg?timos para obligar a su cumplimiento, es el ?mbito primigenio de creaci?n de mercados de protecci?n. En estos mercados abiertos por la legislaci?n se han asentado grupos e individuos dedicados a proporcionar servicios de protecci?n. Lo caracter?stico de la industria de la protecci?n en el M?xico pos-revolucionario ha sido que su funcionamiento ha estado acotado a los funcionarios p?blicos o a quienes ?stos otorgaban una licencia de protecci?n. Los agentes privados, incluidos los narcos, no han sido capaces de asentarse en los mercados de la protecci?n sin la cobertura estatal. En sentido contrario, algunos actores p?blicos en M?xico han ejercido a un tiempo la protecci?n a narcos y han sido narcos ellos mismos. Otros fueron protectores primero y narcos despu?s. La n?mina de la Direcci?n Federal de Seguridad es prolija en ejemplos, comenzando por los dos que m?s alto llegaron en el mundo de la compra-venta de drogas, Rafael Chao L?pez y Rafael Aguilar Guajardo.

Frente a esta historia de separaci?n entre protectores, casi exclusivamente p?blicos, y narcos, donde conviv?an agentes p?blicos y privados, un elemento nuevo aparece en el mundo de las drogas en M?xico. En Nuevo Laredo, en el estado norte?o de Tamaulipas, unos narcos han dado un salto nunca antes visto y se han convertido en mafiosos verdaderos, ejerciendo su actividad desde la esfera exclusivamente privada, en confrontaci?n con el monopolio de la violenta estatal. Esta circunstancia a?ade varios grados de peligrosidad al asunto de las drogas en M?xico y embarca al pa?s en un sendero ya bastante conocida en otros pa?ses. La transformaci?n de los narcos de las favelas de R?o de Janeiro en mafiosos y la din?mica general de la Colombia post-Pablo Escobar son los referentes m?s cercanos del peligro de la conversi?n. ?Qu? ha ocurrido para que unos narcos hayan encontrado esta ventana de oportunidad, y se hayan adentrado a un negocio mucho m?s territorial y, en el largo plazo, m?s peligroso para la estabilidad estatal?

Los Zetas: su primera transici?n

La de Los Zetas no es la historia cl?sica de una privatizaci?n de la industria de la protecci?n. Los Zetas no pasaron de ejercer la protecci?n desde instancias p?blicas a hacerlo de manera privada. Su trayectoria vital ha sido bastante m?s compleja. Tampoco puede decirse que Los Zetas hayan sido unos narcos en sentido estricto. Aunque realizaron algunas transacciones con drogas por cuenta propia, su funci?n dentro de una organizaci?n empresarial de drogas no era la de comprar y vender sustancias ilegales. S?lo su acceso f?cil a la mercanc?a les permit?a realizar operaciones de escala menor. Pero su desconocimiento de grandes clientes y proveedores, de la infraestructura en general, les impidi? convertirse en una empresa aut?noma de drogas, unos narcos en toda regla. Los Zetas fueron, sobre todo, una cooperativa de la violencia. En principio prestaban sus servicios al estado. Formaron parte de los grupos especializados del ej?rcito. Entre 1999 y 2000, en diversas tandas, cambiaron de cliente y pasaron a vender sus servicios a un empresario privado de drogas, Osiel C?rdenas Guill?n. En otras palabras, privatizaron su clientela. No hab?a muchas diferencias entre el tipo de servicios que prestaron primero para el estado y m?s tarde para C?rdenas Guill?n. Aparte de la naturaleza del servicio, otra circunstancia permaneci? constante m?s all? del tr?nsito de la actividad p?blica a la privada. A lo largo del tiempo siempre estuvieron sujetos a un solo cliente, lo que a la postre le dio un cierto sentido de patronazgo y los asimilaba a la organizaci?n que les pagaba.

El monopsonio, monopolio de demanda, al que se sometieron involuntariamente Los Zetas tiene m?ltiples inconvenientes. El principal es que la fuente de ingresos de toda la organizaci?n depende de las decisiones de un tercero, que tiene la capacidad de fijar la cantidad y el precio de venta de los servicios producidos. Primero fueron los militares quienes les ordenaban realizar discrecionalmente los operativos de captura de empresarios de drogas. El estado les pagaba por esta actividad seg?n las tarifas oficiales sin posibilidad de negociar sus emolumentos. Una vez en el ?mbito de la empresa privada, C?rdenas Guill?n contrataba a los desertores seg?n sus necesidades para ejecutar ta-

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reas relativas a la violencia que eran colaterales para su actividad de compra-venta de drogas. En lo que se refiere al n?cleo principal del negocio de la empresa de C?rdenas Guill?n, su tarea se limita a intimidar, y en su caso asesinar, a deudores y minimizar las deserciones dentro de la propia organizaci?n. Pero los l?mites de la violencia nunca son tan estrictos y tambi?n ejecutaban su violencia en ?mbitos no puramente empresariales, aunque siempre a cuenta de C?rdenas Guill?n.

Los Zetas: la segunda transici?n

Los inconvenientes de este monopsonio los percibieron en toda su intensidad Los Zetas en marzo de 2003 a ra?z de la detenci?n de C?rdenas Guill?n. Sin patr?n que exprimiese su especializaci?n y desprendidos de ra?z del grueso de los ingresos, Los Zetas debieron buscarse alguna alternativa. Podr?an haberla encontrado prestando sus servicios para quien o quienes hubiesen recreado la infraestructura de comercio de drogas abandonada por C?rdenas Guill?n. Pero, por una parte, las oportunidades de negocio son escasas y, por otra, el nexo de uni?n de Los Zetas con el mundo de las drogas se reduc?a casi exclusivamente a su relaci?n con C?rdenas Guill?n.

Fuera de las drogas encontraron un ?mbito que ya conoc?an. Estaba igualmente referido a su ?mbito de especializaci?n: el ejercicio de la violencia y, su complemento, la intimidaci?n. Su reacci?n estrat?gica a la p?rdida del patr?n fue una intensificaci?n de una actividad que les hab?a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudaci?n de impuestos entre peque?os delincuentes de Nuevo Laredo. Una nueva remesa de requerimientos fiscales fue recibida por un grupo cada vez m?s extenso de individuos y grupos que se mueven en el terreno de la ilegalidad: desde transportistas y peque?os vendedores de drogas hasta apostadores ilegales, prost?bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el ?xito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abri? muchas puertas. El asesinato de siete miembros de una banda rival en abril de 2003 fue el anuncio m?s espectacular en el sentido comercial de expandir su mensaje de protecci?n, su imagen de protectores de gran alcance capaces de ejercer la violencia de la cual se afirman protectores. Por si acaso, y dado que la protecci?n es un negocio que requiere una negociaci?n continuada para afirmar la necesidad de la protecci?n a los ojos de los clientes, algunos que no respetaron su celebridad fueron secuestrados e incluso asesinados.

Pero su entrada en el mercado de la protecci?n no iba a resultar gratuita, en gran medida porque era un campo que no se encontraba libre. Los Zetas entraron en conflicto con los polic?as municipales, aduanales y estatales, que dominaban el negocio de la protecci?n. ?ste ha sido precisamente el patr?n habitual en la historia reciente de M?xico. Aunque no exento de conflicto conflictos, su buen manejo de la violencia, incluyendo el secuestro de agentes aduanales y el asesinato de polic?as municipales, les ha granjeado un resultado positivo en forma de un esquema mixto de reparto funcional. En las ?reas de actuaci?n de Los Zetas no s?lo es que los polic?as se abstengan de intervenir sino que existen puntos de apoyo y cooperaci?n. En febrero de 2003, una discusi?n entre miembros de Los Zetas y Los Texas sin relaci?n con sus respectivas actividades econ?micas termina en un tiroteo. Los Zetas abandonan el lugar de los hechos protegidos por elementos de la Polic?a Municipal. Sus relaciones con los organismos federales son menos fluidas y bordean entre la confrontaci?n directa, como con los militares, y el temor, como en el caso de los agentes migratorios.

Pero la reciente escalada de la protecci?n de Los Zetas no acab? en el ?mbito de la ilegalidad. Comenzaron por vender protecci?n en actividades notoriamente ilegales, como la venta de drogas o el contrabando, y continuaron en rubros cuya catalogaci?n legal es cuanto menos difusa, como las salas de masajes y los bares, sometidos a cuantiosos y jugosos controles. El ?ltimo paso ha sido el m?s reciente: la venta de protecci?n a negocios legales, en especial los vendedores de autos. La inmovilidad f?sica de los negocios facilita su trabajo. Los hace presas f?ciles para las represalias.

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Los porqu?s de la transici?n

Esta sucesi?n de eventos presenta algunas debilidades conceptuales. La primera: ?por qu? no continuaron en la actividad que le proporcion? tan jugosos beneficios a su antiguo jefe, el comercio de drogas ilegales, en lugar en introducirse en un ?mbito, como la venta de protecci?n privada, con una productividad laboral sensiblemente inferior? La respuesta est? en una combinaci?n de las circunstancias actuales de la industria y de las propias de la organizaci?n. El mercado de la exportaci?n de drogas en M?xico est? en declive, sobre todo en el ?rea que proporciona mayores dividendos para la inversi?n: la exportaci?n de coca?na. Las nuevas oportunidades son escasas. Las detenciones de l?deres de grandes empresas simplemente reajustan el tama?o del mercado al n?mero ?ptimo de actores privados.

Para cerrar el c?rculo de imposibilidad, en este ocaso prolongado del mercado, Los Zetas carec?an del principal activo para manejarse en la industria: el capital relacional. Dentro del ?mbito del narco, Los Zetas actuaron meramente como especialistas en el ejercicio de la violencia. Aunque su relaci?n superaba con C?rdenas Guill?n superaba lo puramente laboral y se asemejaba a la amistad, Los Zetas nunca adquirieron el know how de la industria. Esta ignorancia se debe a una combinaci?n de desconexi?n con el n?cleo central de la empresa, la infraestructura de compra y venta, de almacenaje y transporte, y por la comprensible protecci?n de C?rdenas Guill?n. Una empresa de drogas es tan valiosa como sus contactos. Descubrirlos, incluso a los m?s cercanos colaboradores, implica someter a altos grados de vulnerabilidad a la empresa y a su liderazgo. C?rdenas Guill?n no fue en su momento tan torpe de revelar estos aspectos fundamentales de la empresa a quienes contaban con la tecnolog?a y el capital humano suficiente para descabalgarle violentamente de su fuente de ingresos. En conclusi?n, Los Zetas no pudieron suceder a C?rdenas Guill?n en la empresa simplemente porque desconoc?an los mecanismos b?sicos de su operaci?n. El trono de C?rdenas Guill?n en la industria de las drogas qued? vacante y tardar? a?os en reconstruirse, si es que llega a ello. Es una evoluci?n cl?sica en la industria: las empresas de drogas dif?cilmente sobreviven al arresto o fallecimiento de su l?der. La raz?n es que la acumulaci?n de capital relacional la monopoliza ese jerifalte, que se lleva a la tumba a la c?rcel ese capital sin el cual es imposible recrear la empresa.

Pero, si las circunstancias en el mercado de las drogas no les son favorables, existen otros muchos ?mbitos de la actividad ilegal que podr?an explorarse sin necesidad de recurrir a la protecci?n. Otros miembros de productos de violencia al servicio de empresas de droga ya los han explorado. En el otro punto de la frontera, Lino Portillo Cabanillas, despu?s de cuatro a?os como escolta para el empresario de drogas Benjam?n Arellano F?lix, se pas? al negocio del secuestro con cierto ?xito. Marco Arturo Qui??nez S?nchez sigui? el mismo sendero: de asesino a sueldo para los Arellano F?lix se recre? para ejercer el secuestro por su cuenta. Dentro de los organismos policiales tambi?n se han producido multitud de cambios de roles debido a la decadencia del mercado de las drogas. Durante la actual administraci?n el principal negocio ilegal dentro de la Procuradur?a General de la Rep?blica no ha sido la venta de protecci?n a los comerciantes de drogas, como en las dos anteriores, sino en el secuestro. El sonado caso de la delegaci?n en Tijuana de la Fiscal?a Especializaci?n para la Atenci?n a Delitos contra la Salud, con el secuestro de dos comerciantes de drogas y la propia droga en enero de 2003, ha sido complementado con varias decenas m?s de agentes detenidos en las mismas actividades.

La respuesta del salto cualitativo de Los Zetas est? unida a una circunstancia bipolar: por una parte, la conjunci?n de una demanda y una oferta muy espec?ficas y, por otra, una estrategia empresarial as? concebida. En cuanto a este ?ltimo aspecto, las circunstancias que hay llevado a Los Zetas ha realizar esta integraci?n vertical del negocio permanecen oscuras. Pero en la conjunci?n de una oferta y demanda concretas de protecci?n, la situaci?n se asemeja a la que dio origen a la Mafia en

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Sicilia en el siglo XIX. Del lado de la oferta se encuentran Los Zetas, que son capaces de garantizar la protecci?n a trav?s de una bien demostrada y engrasada habilidad para producir violencia e informaci?n. Lo que diferencia a Los Zetas de Portillo Cabanillas, de Qui?onez S?nchez y de muchos otros ex polic?as federales es, como bien se?ala el periodista Jes?s Blancornelas, que a ?stos ?ltimos les falt? organizaci?n y mano de obra: la mucha mano de obra que requiere la acumulaci?n de informaci?n necesaria para poner en pr?ctica una eficaz empresa de protecci?n. Frente a grupos de violencia en desbandada actuando en peque?os grupos que dejaron los Arellano F?lix, Los Zetas mantuvieron una buena cohesi?n interna que incluy? sobrevivi? a su jefe. La transferencia de poder del ex militar Arturo Guzm?n Decena hacia Jes?s Enrique Rej?n ?guila ha sido aterciopelada, en buena medida porque, a diferencia de lo que ocurre con los empresarios de drogas, el ejercicio de la violencia es un conocimiento bastante generalista. El liderazgo se basa en otro tipo de capital humano. Frente al capital relacional que requieren los exitosos industriales de la droga, la industria la violencia demanda de sus l?deres el prestigio a los ojos de sus subordinados, un prestigio que es reemplazable con cierta facilidad. Del otro lado de la transacci?n financiera que implica la protecci?n se sit?a un tejido empresarial sometido a grandes niveles de expropiaci?n de parte de peque?as y medianas pandillas. En este contexto, lo que otorga Los Zetas puede asimilarse a primera vista a la extorsi?n, pero va m?s all? y representa un servicio en toda regla para sus clientes. Los libera del acoso de los peque?os delincuentes, y tambi?n de los polic?as, en un mundo en el que los derechos de propiedad est?n muy d?bilmente protegidos por las autoridades p?blicas. En Nuevo Laredo existe una inflaci?n bastante infrecuente de bandas que interfieren en el normal discurrir de la actividad productiva legal e ilegal. Entre las de mayor tama?o est?n Los Texas, Los Chachos, Los Ortiz Medina, Los Flores Soto y Mexican Mafia, con relaciones fluidas ? en el sentido de variables, de confrontaci?n o cooperaci?n ? entre s? y con los propios Zetas. El pago de las contribuci?n act?a, por tanto, al modo de seguro frente a los robos y la extorsi?n de esta pl?yade de peque?os delincuentes y polic?as. Pero la protecci?n ofrecida por Los Zetas va m?s all?: las cuotas pagadas suponen una restricci?n a la entrada de actores en el mercado en el que act?an los clientes, lo cual eleva en el corto plazo los beneficios. Muchos competidores se amilanan ante la presencia de este nuevo impuesto y cierran lo cual erosiona la competencia en mercados, como la venta de autom?viles, ya previamente saturados, mejorando la situaci?n financiera de los que permanecen bajo la protecci?n.

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Los Zetas y sus relaciones en el ?mbito de la ilegalidad

JUAN N. GUERRA (")

Leyenda:

JUAN GARC?A ?BREGO (!)

Relaciones conflictivas Relaciones de cooperaci?n

" Fallecidos ! Encarcelado

GUILLERMO GONZ?LEZ CALDERONI (")

OSIEL C?RDENAS GUILL?N (!)

Los Texas

EDELIO

L?PEZ

FALC?N (")

ZEFERINO PE?A CU?LLAR

Los Chachos

Los Flores Soto Los Ortiz Medina

Mexican Mafia

LOS ZETAS (NL)

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?Por qu? Nuevo Laredo?

La segunda pregunta sin responder al respecto de la transici?n de Los Zetas es por qu? se crea un mercado privado de protecci?n en Nuevo Laredo y no en otras ciudades de Tamaulipas. Mientras Los Zetas hab?an estado al servicio de C?rdenas Guill?n hab?an operado en muchas localidades de dicho estado y con particular intensidad en Matamoros. Matamoros era considera la sede central de la empresa de C?rdenas Guill?n. Y fue la ciudad que dio carta de naturaleza al nacimiento de Los Zetas con ese nombre. El restaurante en el que fue asesinado Guzm?n Decena en noviembre de 2002 fue adornado tres meses despu?s por una corona f?nebre y cuatro arreglos florales con la leyenda "Te llevaremos siempre en el coraz?n: de tu familia de Los Zetas". El apelativo deriva del propio Guzm?n Decena, identificado como Z-1, en una derivaci?n de la jerga policial en la que la letra zeta asociada a un n?mero se traduce por el comandante. En su momento, las ofrendas fueron retiradas por militares y polic?as federales, no precisamente con respeto sino pate?ndolas.

En principio, por tanto, Matamoros contaba con todos los n?meros para ser el territorio que vislumbrase el cambio de actividad de Los Zetas. Sin embargo, existe un inconveniente fundamental. La presencia de fuerzas militares en Matamoros es m?xima, significativamente mayor que en Nuevo Laredo. Esta circunstancia fue crucial a la hora de escoger la base de operaciones de la emergente industria de la protecci?n. Los Zetas ten?an una historia de enfrentamientos con los militares mientras estaban al servicio de C?rdenas Guill?n y, adem?s, son v?ctimas de la inquina propia que la instituci?n militar reserva a los desertores. Si los inconvenientes de Matamoros producen alergia, las ventajas econ?micas son sustanciales para Nuevo Laredo. El tr?fico transfronterizo de mercanc?as legales e ilegales a las que parasitar, proteger o extorsionar es muy superior en Nuevo Laredo al registrado en cualquier ciudad alternativa de la frontera nordeste de M?xico. Aunque posiblemente ambas circunstancias sean una racionalizaci?n excesiva de decisiones que a menudo son menos premeditadas, una combinaci?n de ventajas econ?micas e inconvenientes de la mejor disposici?n alternativa condujeron al grupo a establecer su industria de protecci?n territorial en Nuevo Laredo.

El futuro de la industria de la protecci?n: el futuro de M?xico

?Se desliza M?xico ahora s? por el camino de la `colombianizaci?n' entendida ?sta como la privatizaci?n masiva de la violencia, incluida la violencia ligada a la protecci?n que disputa el monopolio legal del estado, que es lo que caracteriza a la evoluci?n de Colombia desde los a?os ochenta como resultado de la saturaci?n de la resoluci?n p?blica de conflictos y del capital humano criminal extendido por la industria de las drogas ilegales?

Por el momento, las circunstancias que han dado origen a Los Zetas son excepcionales, un microcosmos muy particular que ha dado lugar a la primera experiencia de protecci?n exclusivamente privada desde la Revoluci?n Mexicana. Sus posibilidades de expandirse e incluso de perdurar como industria de la protecci?n privada son bajas, si no remotas. Los pr?ximos meses ser?n cruciales para observar su evoluci?n y los elementos contra los que se enfrentan son muy potentes. En primer lugar, Los Zetas deber?n desafiar la animosidad de los militares, mucho m?s intensa por sus or?genes. No hay peor cu?a que la de la misma rama y los militares, que tampoco son algo homog?neo aunque s? se mueven en coordenadas jer?rquicos bastante claras, tratar?n de extirpar la cu?a con el objetivo de mostrar su superioridad.

Pero, sobre todo, Los Zetas se adentran en los t?picos problemas de madurez en la industria de la protecci?n. La reciente inclusi?n de m?s de una treinta de sus l?deres en los c?rteles de busca y captura de la Procuradur?a General de la Rep?blica es un desaf?o de primera l?nea con el que deber?n lidiar. Tienen alguna posibilidad de salir victoriosos. Si para los empresarios de las drogas su aparici?n en los medios de comunicaci?n y en los radares de las agencias de seguridad son siempre un inconveniente porque erosionar su mejor activo, la confiabilidad a los ojos de proveedores y

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