Manuel Moreno Fernández - Universidad Nacional de la Plata

[Pages:363] Manuel Moreno Fern?ndez

LA MARAVILLOSA HISTORIA DEL

ESPA?OL

T?tulo original: La maravillosa historia del espa?ol Manuel Moreno Fern?ndez, 2015

Introducci?n

Sepan cuantos este libro lean que narra la historia de la lengua espa?ola o castellana, una historia milenaria que admira y sorprende a quienes a ella se acercan. La historia del espa?ol, depositaria de m?ltiples culturas, est? repleta de rasgos, hechos y circunstancias que merecen calificarse de ?maravillosos?. Podr?a arg?irse que hablar de ?maravillas? supone adoptar una actitud impresionista, ajena a la objetividad, que no resulta adecuada para escribir la historia, pero es que una parte esencial de ella, como de las lenguas, se sustenta precisamente sobre percepciones y apreciaciones subjetivas. Cuando Crist?bal Col?n relat? por vez primera lo que hab?a conocido en las Indias, una de las palabras que m?s veces repiti? fue maravilla porque milagroso y fascinante le parec?a todo lo que sus ojos hab?an visto.

La palabra maravilla fue definida por Sebasti?n de Covarrubias en 1611 como ?cosa que causa admiraci?n?; y maravillarse, como ?admirarse viendo los efectos e ignorando las causas?. Y esto es precisamente lo que la historia de la lengua espa?ola provoca en el curioso o el estudiante, el profesional o el aprendiz, el joven o el viejo, el campesino o el ciudadano: admiraci?n, sorpresa, fascinaci?n. Toda lengua ofrece trazos asombrosos en su historia y por eso no ha de extra?ar que maraville lo acontecido con el espa?ol, una lengua de tan ancha geograf?a como larga historia. Las lenguas son, sin duda, el mayor logro de la humanidad y la lengua espa?ola, uno de los tesoros de la cultura universal.

Para Samuel Johnson, las lenguas son la genealog?a de las naciones y, si es as?, la espa?ola constituir?a la de m?s de veinte pa?ses y pueblos del mundo. Por la riqueza de sus acontecimientos y matices, la historia del espa?ol podr?a considerarse extraordinaria, si no fuera porque otras lenguas habr?an experimentado los mismos procesos en circunstancias similares. En tal sentido, esta no es una historia rom?ntica ni idealista, ni frota la l?mpara de la que ha de salir el genio de la lengua, ni identifica el espa?ol con un sino de esplendor o de gloria. Aqu? interesa la pura vida ling??stica y social del espa?ol, as? como de la gente que lo ha hablado a lo largo del tiempo, sin reproches ni jactancias; sin complejos ni vanidades. Esta historia se narra a base de hechos extraordinarios, pero tambi?n cotidianos, todos ellos dignos de admiraci?n. Azor?n prefer?a la ?historia menuda? a la de los grandes nombres y haza?as, pero lo cierto es que en la historia de una lengua tan decisivo es lo uno como lo otro.

La historia de la lengua espa?ola est? trenzada con enunciados y palabras, textos y discursos que han creado un tejido cultural capaz de cubrir buena parte de la geograf?a occidental. Esa historia se ha desarrollado en un d?a a d?a de acciones comunicativas en las que los hablantes, condicionados por su entorno geogr?fico, social y cultural, han aprendido la lengua de sus padres, a menudo simplific?ndola, han repetido f?rmulas adquiridas e incorporado expresiones adecuadas a las nuevas realidades. La historia de la lengua espa?ola es la historia de sus hablantes, de sus agrupaciones y comunidades, conjugada con las evoluciones nacidas de la misma lengua. Es, adem?s, una historia condicionada por el repertorio idiom?tico de los territorios en que se ha implantado. Porque las lenguas, como los pueblos, rara vez viven aisladas. En la pen?nsula ib?rica, el espa?ol ha compartido vecindario con lenguas rom?nicas y no rom?nicas, en un intercambio sin fin. En la Am?rica hispana, la convivencia con las lenguas ind?genas u originarias ha condicionado la forma de unas y otras, y ha llevado a la redistribuci?n de sus espacios sociales, por lo general, en beneficio del espa?ol y sus hablantes. Aparte de esto y de la presencia secular del lat?n, probablemente las lenguas que m?s huella han dejado en el espa?ol general, mediante la convivencia a lo largo de los siglos, hayan sido el franc?s, desde Europa, y el n?huatl, desde Am?rica.

La historia de la lengua espa?ola que el lector tiene ante sus ojos narra cronol?gicamente los hechos m?s significativos que la han jalonado a lo largo de los siglos. Asimismo est? organizada en tres partes cuyos puntos de inflexi?n corresponden a dos acontecimientos singularmente decisivos: el paso del espa?ol desde el continente europeo al americano, a partir de 1492, y su adopci?n como lengua de las rep?blicas americanas tras las independencias, a partir de 1810. Cada cap?tulo est? referido a una ?poca concreta, sin renunciar al anticipo de aspectos futuros ni al recuerdo de los pasados si la explicaci?n sale con ello ganando en claridad y dinamismo. La narraci?n hist?rica, a su vez, se alterna con dos complementos informativos: la historia de dos personajes referidos a cada ?poca, hombres y mujeres, no siempre reales, de diversas latitudes, y la historia de dos palabras ligadas a cada periodo. De este modo, quien no desee leer linealmente la narraci?n, puede conocer la evoluci?n social de la lengua espa?ola a trav?s de 36 de sus personajes o de 36 de sus palabras. El nombre del ep?grafe en que se presentan los primeros es ?Personajes, personas y personillas? y alude el t?tulo de una c?lebre obra de Luis Montoto que explica el origen de muchos de los nombres propios que han poblado el lenguaje coloquial castellano: Personajes, personas y personillas que corren por las tierras de ambas Castillas (1911). En cuanto a las palabras, no son tratadas, claro est?, con la profundidad de un diccionario hist?rico o etimol?gico, pero su origen queda explicado junto a muchas de las derivaciones

que el tiempo ha provocado en ellas. De igual forma que David Crystal ofreci? su Historia del ingl?s en 100 palabras, aqu? se hace un recorrido de solo 36, pero que resulta interesante para quien guste de apreciar de un modo m?s preciso c?mo el tiempo hace mella y deja huella en la historia del l?xico espa?ol.

Finalmente, esta historia de la lengua espa?ola aspira a ser estrictamente eso: una historia centrada en el espa?ol o castellano, no en otras lenguas, por cercanas que le sean; y una historia que refleje lo ocurrido a la lengua en todas sus etapas, en todos sus territorios y a sus grupos sociales mayoritarios. No se busque en estas p?ginas una historia exhaustiva porque de ninguna manera se encontrar?, como tampoco se hallar? la informaci?n pormenorizada que suelen demandar los historiadores o los fil?logos. Este libro tan solo ofrece una narraci?n del devenir de una de las lenguas m?s admirables de occidente; lo que no es poco. Pero, sobre todo, esta obra refleja la fascinaci?n de su autor por el milagro que supone la supervivencia de una lengua --con su infinidad de formas, significados y variantes-- a lo largo de un milenio y dispersa por una vast?sima geograf?a.

Vale.

Agradecimientos

Durante la redacci?n de esta obra han sido esenciales la opini?n, el buen juicio y el mucho saber de varias personas, a quienes expreso mi agradecimiento m?s sincero: Javier Pueyo, Mar?a del Mar Mart?n de Nicol?s, Pilar Cort?s, Clara Gonz?lez Tosat y Rebeca Guti?rrez Rivilla. A V?ctor Garc?a de la Concha he de agradecerle su confianza por el encargo de este libro para la colecci?n del Instituto Cervantes. No podr?a haber imaginado mejor ocupaci?n para sobrellevar el invierno m?s duro, desde que hay registros, de la historia de Nueva Inglaterra.

Universidad de Harvard. Cambridge, MA, 4 de julio de 2015

PARTE 1

De los or?genes a las grandes navegaciones

1. El paisaje ling??stico de Europa

La historia ling??stica de Europa es realmente fascinante. Es una historia de fronteras, disputas y rivalidades, pero, al mismo tiempo, es una historia de espacios comunes, entendimientos y coincidencias. Con el paso del tiempo, las lenguas europeas se fueron haciendo las unas a las otras, intercambiando componentes en un gran proceso de mestizaje secular. Las lenguas de la pen?nsula ib?rica tambi?n han sido protagonistas en ese proceso de intercambio y con ellas, naturalmente, la lengua espa?ola.

La cultura del continente europeo ha estado marcada por la suerte de cuatro familias ling??sticas emparentadas desde hace tres mil a?os: la celta, la it?lica, la germ?nica y la eslava. El parentesco entre ellas se debe a un ancestro com?n: una lengua a la que los ling?istas del siglo XIX llamaron ?indoeuropeo?. En consecuencia, todas las lenguas miembros de esas cuatro familias son lenguas indoeuropeas: el ingl?s, el alem?n, el ruso, el griego..., y el espa?ol. Sin embargo, no lo son todas las lenguas de Europa porque unas pocas, cuyo origen no ha podido conocerse, arribaron por otros caminos: el fin?s, el h?ngaro, el estonio, las lenguas laponas y el vasco o euskera. Las distancias ling??sticas entre unas y otras son claramente apreciables.

La familia celta se extend?a, antes de Cristo, por gran parte del continente europeo. Sus dominios incorporaban tambi?n el noroeste de la pen?nsula ib?rica y diversos puntos a lo largo de la costa atl?ntica. La familia it?lica inclu?a, entre otras, dos de las grandes lenguas de la cultura antigua --el lat?n y el griego-- que extendieron sus dominios por el Mediterr?neo occidental, la primera, y por el oriental, la segunda. El apogeo del lat?n fue consecuencia del Imperio romano; el del griego lleg? con la extensi?n del Imperio bizantino, tras la divisi?n de la Roma imperial. Al norte de Europa, la familia germ?nica ten?a frontera con los celtas en el r?o Rin. Su expansi?n hacia el sur y el oeste llegar?a con el saqueo de Roma (410) y con la entrada de los pueblos germ?nicos en la pen?nsula ib?rica. Finalmente, la familia eslava tuvo su primer dominio en la Europa nororiental y desde ah? se fue extendiendo hacia el sur hasta llegar a Bizancio en el siglo VI.

Entre todas las lenguas europeas, las que menos influencia han ejercido sobre el espa?ol hist?ricamente han sido las eslavas, m?s all? de algunas formas l?xicas --corbata, bohemia, esclavo, zar, ob?s, mazurca-- que han podido llegar a trav?s de otras lenguas en tiempos m?s modernos. La influencia de las familias

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