fiRómpanse las cadenas de nuestro giro, y póngase franca la ...

Nikolaus B?ttcher

"R?mpanse las cadenas de nuestro giro, y p?ngase franca la carrera". Los reales consulados en

Hispanoam?rica antes de la independencia

La creaci?n de representaciones corporativas pone a disposici?n de grupos desfavorecidos una plataforma de acci?n com?n y engendra una conciencia colectiva. En las sociedades coloniales estas representaciones se formaron como asociaciones de una capa social o profesional entre la poblaci?n blanca. Una organizaci?n corporativa de este tipo ofreci? a tal grupo la posibilidad de actuar como agente colectivo y de operar negociaciones con el poder colonial. En este foro se manifestaron nuevas competencias y se ampli? el espacio para iniciativas del grupo en cuesti?n. Fueron sobre todo los comerciantes y los terratenientes en las colonias quienes aspiraron a lograr una mayor influencia en las decisiones pol?ticas. Durante siglos los empresarios privados dentro del Imperio colonial espa?ol hab?an sido marginados e impedidos a trav?s de monopolios, asientos y reglamentos. Como es bien sabido, desde principios del siglo XVI el comercio colonial se organiz? de manera centralizada a trav?s de la Casa de la Contrataci?n en Sevilla y las rutas de las flotas fueron estrictamente definidas por el sistema de la Carrera de Indias. Los virreinatos de la Nueva Espa?a y del Per?, como centros de la producci?n minera, representaron para la Corona los n?cleos de su inter?s y, por lo tanto, su producci?n fue el objeto principal del comercio colonial. Las regiones alejadas de los circuitos comerciales que conectaron Sevilla (y m?s tarde C?diz) por un lado con Veracruz y por el otro con Cartagena de Indias y Panam? quedaron aisladas. Los grandes comerciantes establecidos en los centros del poder colonial y privilegiados desde generaciones dominaron la vida econ?mica de las colonias. Hasta el siglo XVIII otras posesiones, como el Caribe, Guatemala, Venezuela y R?o de la Plata, forma-

134

Nikolaus B?ttcher

ron la periferia econ?mica y se vieron reducidas a servir como abastecedoras suplementarias.

La reorganizaci?n estatal de las rutas comerciales, en la segunda mitad del siglo XVIII, hizo que la Corona se diera cuenta de las posibilidades econ?micas de la cuenca caribe?a y del Cono Sur (C?spedes del Castillo 1947: 39). Hasta entonces Buenos Aires se hab?a quedado casi totalmente marginado y hab?a mantenido durante siglos su car?cter de centro contrabandista. Las Antillas Mayores y Menores en posesi?n de Espa?a no pasaron de constituir la base desde donde se llev? a cabo la colonizaci?n de la tierra continental. Esta regi?n fue reducida a constituir una estaci?n de paso a las minas novohispanas y peruanas.

Fueron otras naciones europeas las que lograron sacar provecho de estos espacios. Jamaica, Barbados, Cura??o, Martinique y Saint-Domingue se convirtieron en posesiones inglesas, neerlandesas y francesas. All? se establecieron plantaciones de tabaco, caf? y algod?n y az?car. El ?xito del mercantilismo desarrollado por los enemigos de Espa?a se bas? en mercados protegidos que garantizaron al terrateniente la venta de sus productos (Oostindie 1994, II: 365). El capital privado y las corrientes pr?cticas crediticias fomentaron la construcci?n del sistema de plantaciones. La mano de obra necesaria fue importada por esclavistas profesionales a gran escala. El Caribe espa?ol, en cambio, se autoabasteci? y no dispon?a de excedentes agr?colas que hubieran servido para la exportaci?n a la metr?poli. En la trata de esclavos depend?an por completo de los extranjeros.

Fue tan s?lo en el transcurso de la guerra de los Siete A?os que Madrid decidi? modernizar la gesti?n pol?tica de sus dominios y crear las condiciones para apoyar las econom?as perif?ricas en sus colonias americanas. Se emprendi? el incremento de las rentas reales, puesto que las reformas deber?an financiarse con los caudales de la Real Hacienda (Ibarra 2000: 231). Los comerciantes en la periferia colonial vinieron a ser el grupo m?s afectado por las reformas borb?nicas en su empe?o de reactivar la econom?a del Imperio. Despu?s de la paz de Par?s en 1763 se abri? el comercio libre imperial en las islas de Barlovento (sobre todo Cuba, Margarita y Trinidad), en 1778 en Tierra Firme y, finalmente, en 1789 tambi?n en la Nueva Espa?a. Sin embargo, la introducci?n del comercio libre no s?lo foment? el tr?fico entre las colonias sino tambi?n suaviz? el antagonismo entre centro y peri-

Los reales consulados en Hispanoam?rica

135

feria. La econom?a colonial de la periferia experiment? un proceso de crecimiento en el ?ltimo tercio del siglo XVIII caracterizado por la diversificaci?n de su producci?n, la integraci?n territorial de sus mercados y la ampliaci?n de su espacio de circulaci?n (Ibarra 2000: 237). El desarrollo de las econom?as regionales fue acelerado por el aumento de la producci?n agropecuaria y el crecimiento demogr?fico. Las reformas borb?nicas desmantelaron la red tradicional de relaciones comerciales y debilitaron el papel de los antiguos centros como Lima y la ciudad de M?xico. Quebr? lentamente su monopolio y creci? la importancia de los empresarios criollos en la periferia. Las protestas de estos ?ltimos contra el control exclusivo de la econom?a y del comercio por el Estado se convirtieron en exigencias para establecer organizaciones representativas. De hecho, el Imperio espa?ol se someti? a un deliberado proceso de cambio institucional.

El objeto principal del presente art?culo son los reales consulados en el Imperio espa?ol a finales de la ?poca colonial. Se trata de gremios o representaciones privilegiados de comerciantes locales. El consulado fue una representaci?n corporativa y sirvi? al mismo tiempo como instrumento de fiscalizaci?n y cohesi?n mercantil en una escala territorial amplia. Hasta ese momento hab?an sido meras instituciones destinadas a facilitar soluciones para disputas comerciales y para proteger los intereses comerciales. Pero ahora, comerciantes y hacendados nacidos en las colonias y miembros de un consulado empezaron a sentir y a expresar una conciencia criolla dentro de estos cuerpos mercantiles. Los reales consulados fueron los primeros gremios aut?ctonos que surgieron en Hispanoam?rica y empezaron a ejercer competencias anteriormente bajo el control de la administraci?n espa?ola. Los patricios criollos aprovecharon esta oportunidad para consolidarse como ?lite econ?mica y, al mismo tiempo, para conseguir el derecho de intervenci?n, aunque no de cogesti?n.

Poder y resistencia se manifiestan de una forma ejemplar en los nuevos consulados creados como consecuencia de las reformas borb?nicas. ?stos reunieron a las nuevas ?lites burguesas de los centros de poder antiguamente perif?ricos del Imperio espa?ol. De acuerdo con el mencionado monopolio del comercio colonial espa?ol hasta finales del siglo XVIII s?lo exist?an dos consulados en ultramar, el de M?xico (fundado en 1603) y el de Lima (fundado en 1614). A su vez, estos dos gremios en las capitales virreinales hab?an sido organizados seg?n

136

Nikolaus B?ttcher

el ejemplo de los consulados en los centros comerciales de la pen?nsula ib?rica, como fueron el de Burgos (fundado en 1494), el de Bilbao (fundado en 1511) y, por supuesto, el de Sevilla (fundado en 1543), ciudad que sirvi? como ombligo del comercio ultramarino y que alberg? la Casa de Contrataci?n.

Por lo tanto, la Corona dio respaldo ?nicamente a la clase comercial en los centros coloniales que ya se vieron favorecidos por la pol?tica exclusivista determinada por las coordenadas Sevilla, Lima y la ciudad de M?xico. No fue hasta muy entrado el siglo XVIII que el programa reformista de los Borbones produjo cambios sustanciales en la estructura de la administraci?n colonial. Las reformas borb?nicas que hab?an sido solicitadas por hombres ilustrados como Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) y el Conde de Campomanes (1723-1803) ten?an como objeto la modificaci?n de la r?gida y antiguada pol?tica colonial de los Habsburgos. Al mismo tiempo los primeros economistas espa?oles como Ust?riz, Campillo y Coss?o y Ward publicaron sus nuevas ideas sobre el fomento de los mercados perif?ricos a trav?s de un comercio menos restringido.1 Otras naciones como Francia, los Pa?ses Bajos y cada vez m?s Inglaterra ofrec?an al monopolio la alternativa de un comercio imperial libre y una pol?tica de laissez faire a nivel nacional.

Por iniciativa de la Corona fueron establecidos nuevos consulados regionales en los centros comerciales de Espa?a y Am?rica. En la metr?poli se trat? casi exclusivamente de puertos ya privilegiados por el primer edicto del comercio libre de 1765. Fueron M?laga, Alicante, La Coru?a y Santander, los que recibieron consulados entre 1785 y 1786. En ultramar fueron privilegiadas de la misma manera las ciudades de Caracas, Buenos Aires, Cartagena de Indias, Veracruz, Guadalajara, Santiago de Chile, La Habana, Guatemala y Manila, todas entre 1793 1795.2 Estas ciudades fueron al mismo tiempo sede de las instituciones m?s importantes de la administraci?n colonial como las audiencias, las capitan?as generales o las intendencias. Se eligieron sin excepci?n lugares que recientemente hab?an registrado un auge como

1 Jer?nimo de Ust?riz: The?rica y pr?ctica de comercio de marina, 1727/1757; Jos? de Campillo y Coss?o: Nuevo sistema de gobierno econ?mico para la Am?rica, 1743; Bernardo Ward: Proyecto econ?mico, 1762.

2 Adicionalmente hay que mencionar Puebla, en M?xico. Sin embargo, este consulado solamente existi? de 1820 a 1823.

Los reales consulados en Hispanoam?rica

137

centros pol?ticos y econ?micos. Sobre todo el crecimiento econ?mico, la diversificaci?n y el aumento de la producci?n en determinadas regiones hasta ahora descuidadas y subdesarrolladas dieron el impulso decisivo para que la Corona fomentara su integraci?n territorial en circuitos comerciales m?s amplios. Sacaron provecho tanto el hinterland de la ciudad como los mercados m?s al interior.3 Con la creciente importancia de un puerto y un mercado urbano salieron ganando los empresarios de la regi?n, tanto comerciantes como hacendados. Adem?s, todas las regiones en cuesti?n hab?an experimentado un aumento de poblaci?n. Con el poder econ?mico se increment? la ambici?n pol?tica de las nuevas ?lites. El real consulado sirvi? de intermediario y de medio de comunicaci?n entre los ascendientes grupos sociales y el gobierno y condicion? la influencia pol?tica de la nueva fuerza. Al mismo tiempo se fundaron nuevas instituciones que representaron los intereses de estos grupos, como las sociedades econ?micas.

1. La organizaci?n de los reales consulados

Hacerse socio del consulado signific? un reconocimiento social. En La Habana, por ejemplo, los comerciantes ten?an que matricularse por obligaci?n y pagar una cuota mensual. Los miembros sol?an elegir cada dos a?os un comit? directivo. El cuerpo conciliar consist?a en un prior, dos c?nsules, nueve conciliarios, un s?ndico, un secretario, un tesorero y un contador. Un apoderado de cada consulado fue enviado a Madrid para representar los intereses regionales en la capital y para encargarse de negociaciones y gestiones pol?ticas. Dentro de la instituci?n se distingue un cuerpo administrativo y el grupo de los dem?s miembros que ejerc?an funciones de representaci?n y gesti?n institucional. El consulado estuvo conformado tanto por comerciantes como por hacendados. Uno de los fines m?s importantes del consulado consisti? en mantener el equilibrio entre ambos grupos:

[...] los dos consules han de ser o haver sido comerciantes de gran reputaci?n y concepto y de los conciliarios havr? cinco de la clase de agricultores recomendables y quatro de la de comerciantes de m?rito a fin de que nunca quede preponderante en la Junta una de las dos clases en un

3 Como ejemplo, v?ase el caso de Guadalajara (hoy en el estado federal de Jalisco) investigado a fondo por Ibarra (2000: 237 ss.).

................
................

In order to avoid copyright disputes, this page is only a partial summary.

Google Online Preview   Download