Daniel Defoe

más bien, de mi padre y a escuchar las súplicas y ruegos de mi madre y mis amigos. Parecía que hubiese algo de fatalidad en aquella propensión natural que me encaminaba a la vida de sufri-mientos y miserias que habría de llevar. Mi padre, un hombre prudente y discreto, me dio sabios y excelentes consejos para disuadirme de ................
................